Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La sombra de una Kiroe falsa avanzaba por un pasillo lleno de más sombras, las que proyectaban dos hileras de antorchas. Pronto dejó de pisar suelo y pisó la tierra. Daruu vislumbró la bifurcación desde antes de llegar a ella, y trató de mantener ojo avizor a una posible emboscada. ¿Posible? No, certera. Allá le estaban esperando, o mejor dicho, estaban esperando a su madre. No tardó en percatarse de sus presencias. Luego, se sobresaltó cuando alguien cerró la puerta detrás de él.
«¿Pero sabes qué? Muchísimo mejor.»
El chisporroteo de un aura eléctrica, peligrosa, llamó un segundo su atención, pero toda se centró un instante más tarde en Nakura Naia. La inconfundible voz de la Náyade le produjo escalofríos. Daruu sintió un punzante recuerdo en las cuencas de los ojos. Doloroso.
—Por favor, Shannnako. ¿Qué son esos modales? —canturreó, a medida de que la luz etérea del calabozo iluminaba su rostro—. bienvenida, Kiroe-kun. He estado esperándote, durante mucho, pero mucho tiempo.
Allí estaba ella, tan irresistible como siempre. Cuerpo de ángel. Alma de demonio. Kiroe se volteó hacia ella ignorando a Shannako y dio un paso adelante, lentamente. Luego otro.
—No lo dudo —dijo—. Sabía que estarías esperándome, Naia. Porque sabías que no iba a perdonar lo que le hiciste a Daruu.
—¿Cómo está Daruu, cielo? déjame decirte que es un jovencito bastante encantador.
Kiroe se encogió de hombros. Dio un par de pasos más adelante.
—Es de eso de lo que vengo a hablar. Vengo a ofrecerte un trato —dijo—. Sobre sus ojos. —Caminó un poco más cerca, para tenerla más cerca. Su olor era embriagador. Pero eso sólo le enfurecía más—. He estado dando una vuelta por el barrio. ¿Sabes qué lugar me ha parecido precioso? La Plaza de los Delfines. Precioso, sí.
»El trato es el siguiente, Naia: yo recupero los ojos de Daruu. Y tú te mueres, puta. Te espero.
Kiroe se llevó la mano al pecho. Estiró de sus ropas, y explotó. Explotó violentamente, reventándolo todo. Reventando el suelo, reventando las paredes, reventando el techo. Reventando aquella preciosa mazmorra, y si fuera posible, la bella e impoluta cara de Naia.
No sabía si allá, en la Plaza de los Delfines, Ayame había podido sentir el temblor. Pero él había cumplido su parte.
«¿Mensaje? Enviado.»
Acciones ocultas reveladas: Daruu le pidió a Ayame su sello explosivo, que había tomado de la armería. Daruu se colocó bajo la ropa los dos sellos explosivos para inmolar al Kage Bunshin. Daño total: 130 PV por explosión. Dejo a tu juicio si la suma de las pólvoras causa daños mayores o aumenta el radio habitual de 3 metros.
· · ·
Daruu cerró la tapa del alcantarillado, y sintió un vuelco en el pecho.
«Lo he hecho», se dijo.
Al final, Daruu se había decidido por la entrada numerada con un 2, por simple elección aleatoria, o porque había que elegir una y era la de enmedio. En cualquier caso, con la destrucción de su Kage Bunshin, a él le tocaba darse prisa e infiltrarse en la guarida. Consultó su mapa, y después, tapándose la nariz, trató de desplazarse con todo el cuidado del mundo tratando de entrar al susodicho subterráneo que conectaba con la red de circulación de la ciudad.
La falsa Kiroe repasaba una y otra vez sus estratagemas, los planes que habían congeniado juntos. Desde que Daruu le pidió prestado el sello explosivo que había tomado prestado de la armería para combinarlo con el suyo propio en una estrategia kamikaze hasta los asuntos que atañían a aquella plaza. Habían dado todos los pasos, uno por uno, y esperaba que el plan de Daruu funcionara de verdad. Pero un mal presentimiento comenzó a instalarse en su pecho, contaminando su mente: ¿Se olvidaba de algo? ¿Y si había algo vital que no habían tenido en cuenta?
Cualquier mínimo error no sólo daría al traste con su misión, sino que condenaría sus propias vidas.
«Pero no consigo recordarlo...»
Y si lo hiciera, casi sería aún peor, pues ahora estaban separados y no tenían modo de entrar en contacto el uno con el otro. ¿O sí?
16/09/2019, 03:54 (Última modificación: 18/09/2019, 01:08 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Y, como si se tratase de una danza de víboras; con cada paso que Kiroe daba, Nakura Naia se retraía de forma lenta e hipnótica como lo haría una serpiente que está a punto de atacar. La mujer de Danbaku daba uno. Naia otro. Shannako, por la retaguardia, acortaba distancia también. Pero llegó un punto en el que la promesa de ese encuentro final allá en la susodicha plaza de los Delfines llamó tanto su atención que saboreó por fin después de tantos años, su venganza. Una que llevaba planificando tanto tiempo y que finalmente estaba punto de cumplirse. La espera había valido la pena. Mantener los adorables ojos de ese encantador muchacho llamado Daruu había valido la pena. Absolutamente todo había valido la...
¡Boooooooooom!!
Un súbito manoteo en el pecho y una explosión momentánea sorprendió a las dos Náyades, que estando en su nido, se sentían seguras y al mando. Si bien Kiroe no había llegado a recortar en su totalidad los séis metros que les separaban, sí que logró acercarse lo suficiente como para que la sorpresa, aunada a la potencia generada por la unión de dos sellos explosivos reventando al unísono; lograran alcanzarle a ambas. La bomba trampa no sólo rompió el concreto de los túneles con rabia contenida, sino que revoleó el cuerpo de la Náyade empujándola junto a puñados de tierra y escombros hacia algún sector final del pasillo. Shannako, que también se había comido buena parte de la sorpresa, logró salir mejor parada gracias a sus reflejos mejorados por la armadura de rayo.
—¡Jefa, jefa! ¡joder, jefa, ¿estás bien?!
Nadie respondió. Shannako sólo escuchó un par de escombros caer a los costados mientras la pulcra túnica de Naia emergía del suelo, con hilachos de sangre recorriéndole la frente, y el antebrazo. Tenía una dolorosa quemadura y la ropa chamuscada. Una incipiente oscuridad, no obstante, abrazó a las mujeres pues la onda expansiva de la explosión había apagado las antorchas, y fue un luminoso lumbrera verde la que le confirmó a Shannako que Naia estaba viva, más herida. Herida física, y moralmente. Sobre toda la segunda.
Era la primera vez que le veía el rostro constreñido de esa forma. Desde que trabajaban para ella, nunca la vio perder la calma. Nunca la vieron humillada. Joder, ni siquiera la habían visto sangrar. Hasta ese día. Hasta el día que, casualmente, Amedama Kiroe volvía a entrar a escena.
—B..busca los ojos. Acabamos con ésto de una buena vez.
Naia recibe un daño total de 70 PV por la explosión, que no aumenta su rango pero que por la aproximación de Daruu y el espacio tan pequeño en el que se encuentran, permiten que la onda le alcance de alguna forma. Naia hace uso del ¤ Shōsen no Jutsu durante este turno para mermar el sangrado inicial.
. . .
La entrada número dos era un acceso de alcantarilla muy cercano a un pequeño monasterio para vagabundos, drogadictos y alcohólicos. Ya de por sí era un rincón para la decadencia personal y la autoflagelación, donde casi nadie se preguntó, si es que se dejaba ver, qué venía a hacer ese tipo por estos lares. Estaban demasiados ocupados hinchándose la vena, o aspirando polvos prohibidos. Lo cierto es que no tuvo ningún problema en ingresar a las cañerías, donde hizo bien en taparse la nariz, porque el aroma era nauseabundo. Es como si la mierda de aquellos sectores fuera incluso más asquerosa que la de los culos nobles de otros barrios de la ciudad.
Si decidía seguir la ruta del mapa religiosamente, tardaría al menos unos quince minutos en tomar todos los cruces, y llegar a un punto muerto donde el agua y los desperdicios descendían a una última desenbocadura que iba, probablemente, a las fosas comunes. A su derecha más inmediata, Daruu se encontró con una especie de portón arcaico de metal oxidado, con una de esos cerrojos enormes, que usaban una de esas estrambóticas llaves. Muy a pesar de su tiempo de vida, no obstante, lucía lo suficiente rígida y robusta como para no permitirle el paso a nadie que no tuviera acceso.
En ese punto expreso de su posición, y comprobándolo con el mapa en su posesión; Daruu sabía que tras el portón se encontraba una de las tres rutas de acceso a los túneles que llevaban a la guarida de las Náyades. Si encontraba la forma de pasarlo, ya estaría más cerca de su objetivo: infiltrarse, y recuperar sus ojos a toda costa.
. . .
Diez minutos. Quince. Media hora.
Kiroe aguardó sobre los delfines y el enorme cráter inundado durante más tiempo del que hubiese querido. Sin forma de comunicarse con Daruu, sin forma de saber si su plan había calado perfectamente en las Náyades; la incertidumbre podía adueñarse perfectamente incluso de los corazones más férreos. El de Ayame, que en ocasiones seguía siendo endeble, palpitó al ritmo de pensamientos fútiles que de cuando en vez le azotaban la cabeza con muy malos presagios. ¿Y si lo capturaron? ¿y si había muerto? Y si....
Los minutos pasaron, tortuosamente lentos pero seguros. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Cuánto más tendría que esperar? La respuesta a aquellas dos preguntas, para su desgracia, no la conocía.
Kiroe se revolvió sobre la estatua, tratando de acomodarse. Su mente divagó inevirablemente hacia Daruu. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría bien? Otras dos preguntas sin respuesta.
Pero Kiroe no temió por él. Sabía que su hijo había mandado un Clon de Sombras a la guarida de aquellas víboras para sorprender a Naia y dejarle su peculiar mensaje, por lo que no podía correr un peligro real. Sin embargo le inquietaba más la situación del Daruu real. ¿Se las pasaría bien en el subterráneo? ¿Se habría encontrado ya con Shannako? Más preguntas sin respuestas.
«Ojalá hubiera aceptado ese comunicador.» Suspiró para sí. ¡ODIABA vivir en la ignorancia!
Daruu avanzó tratando de no pisar el nauseabundo líquido que descendía por el centro de los canales, manteniéndose siempre en el cemento y saltando de una a la otra parte de las alcantarillas cuando la ocasión, para seguir el mapa, lo requería. Al final de su camino le recibió su primer obstáculo importante, un portón de hierro oxidado con un cerrojo gigantesco. El muchacho lo inspeccionó con cuidado.
«Es muy resistente, pero tiene mucho óxido. Quizás podría romperla con algún jutsu, pero lo último que quiero es causar un estruendo acá abajo.»
Tras meditarlo un momento, se apartó todo lo que pudo sin meterse en el lodazal y juntó las manos. Dragón, Tigre, Liebre. «Suiton: Mizurappa». Escupió una pequeña trompeta de agua, con la menor potencia que le fue capaz, dirigida en diagonal hacia el suelo. El objetivo no era derribar la puerta, en absoluto, sino que el torrente escurriera el agua por debajo de la rendija de la entrada. Luego, el muchacho avanzó, posando los pies sobre el charco. Carnero. «Suiton: Mizukage no Jutsu». Daruu se hundió lentamente en la superficie acuática, como si en realidad fuese un lago profundo, y una vez en el interior, se desplazó colándose por debajo. Quizás él no era un auténtico Hozuki, pero tenía sus trucos.
Una vez al otro lado, se asomaría hasta la altura de los ojos para ver que no había nadie a la vista, y de ser así, emergería por completo.
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(10/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x2 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 kunai (9 PV/golpe con anilla, 8 PV/golpe superficial, 12 PV/corte, 18 PV/penetración)
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Cinturón:
- Parte izquierda: paquete con 15 makabishi (1 PV por punción)
- Parte derecha: látigo (18 PV/latigazo)
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(3/10 obs)
- x15 senbon sueltos para fácil acceso (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Funda para visor de aumento en el cinturón:
- Visor de aumento
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
¤ Suiton: Mizugakure no Jutsu ¤ Elemento Agua: Técnica del Escondite en el Agua - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Suiton 15 - Gastos: 14 CK (divide regeneración del chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Carnero - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: -
El usuario se mezcla con una superficie de agua para no ser detectado por el enemigo, tenderle una emboscada o pasar desapercibido. Esta treta puede utilizarse incluso en pequeños charcos de agua, siempre y cuando sean lo suficientemente grandes como el ancho del cuerpo del ejecutor. Mientras el usuario está oculto no puede desplazarse, pero puede ser consciente de lo que sucede a su alrededor mediante el oído y otros sentidos. Sin coste alguno, puede hacer surgir su cabeza hasta la altura de los ojos para observar lo que ocurre. El usuario de la técnica obtiene el oxígeno necesario para respirar de la superficie. Esto también significa que su cuerpo permanece oculto inmediatamente bajo la superficie a pesar de estar escondido en una gran masa de agua, por lo que cualquier ataque en su dirección puede dañarlo y desactivar el jutsu.
Alterador (Mizukage no Jutsu): Gastando 6 CK adicionales (una sóla vez por uso de la técnica), el usuario elimina la restricción de movimiento y puede desplazarse por el agua a velocidad Lenta. El usuario puede desplazarse a velocidad Moderada si lo desea, pero cualquier persona que vea la superficie de agua será capaz de detectar que algo se mueve, como si alguien estuviese nadando. Con Inteligencia 40, el usuario podrá desplazarse a velocidad Moderada sin ser detectado a simple vista, y a velocidad Rápida siendo detectado. Con Inteligencia 60, el usuario podrá desplazarse a velocidad Rápida sin ser detectado a simple vista.
18/09/2019, 03:07 (Última modificación: 18/09/2019, 19:14 por Umikiba Kaido. Editado 3 veces en total.)
Y si no era un verdadero Hozuki, la realidad es que Daruu estuvo, por un momento, muy cerca de serlo. Porque aquella fue desde luego una estrategia envidiable que destrabó el primer obstáculo como si se tratase de untar mantequilla a una rodaja de pan. Su destreza con el suiton le permitió empapar el suelo lo suficiente como para poder esconderse en el agua y moverse a través de ella hacia el otro lado de la puerta. Sus ojos, llenos de luz purpúrea, se asomaron con sospecha y comprobaron que, efectivamente, no había nadie cerca. Ahora se encontraba en un pasillo cuyos muros disentían del típico concreto que rodeaba los túneles del alcantarillado y pasaba a tener una apariencia muy, pero muy similar a la del aquél pasillo que reventó con su bunshin. Ese pequeño pero importante detalle le certificaba que cada vez estaba más cerca de encontrar la entrada hacia la guarida de las Náyades.
El único destino que podía seguir ahora era continuar hacia adelante, donde unos metros en profundidad, se encontró con unos escalones en ascenso que para los ojos más críticos y cuidadosos, lucían sospechosos y, si me lo preguntáis a mí, un tanto endebles. La llama de dos antorchas —sostenidas por la estatua de dios efigies con cabeza de serpiente—. iluminaban la escalonada y daban, de alguna forma, una lúgubre y misteriosa bienvenida hacia una especie de piso superior que, hasta no subirlo del todo, iba a ser imposible discernir lo que había realmente tras el umbral.
Daruu acaba de ingresar al territorio de las Náyades. El mapa culmina en los escalones, así que de aquí en más desconoce hacia dónde se dirige y qué es lo que le aguarda allí adentro.
. . .
En ocasiones, es mejor vivir siendo ignorante que morir por conocer aquello que no debías saber desde un principio.
Ayame, aún sumida en su disfraz, escuchó pasos. Pasos que chapoteaban en el agua desde algún intrincado callejón, de los tantos que rodeaban aquella plaza. El agua, aunque concentrada en el cráter que rodeaba los decadentes delfines de piedra, parecía ir escurriéndose a cuenta gota hacia otras callejuelas. Segundos más tarde, el agónico caminar de una verdadera depredadora finalmente le permitió saber de dónde provenía, y fue entonces cuando, finalmente, la vio.
Era ella. Era Naia.
¿Es que acaso Ayame la había visto alguna vez? puede que no. Pero si así fuera, realmente no haría mucha diferencia. Porque Nakura Naia era una mujer hermosa. De cuerpo, y de espíritu. Su andar. Su mirar. Era una atracción perenne. Un encanto avasallador. Para Ayame resultaba casi repugnante que su primera impresión —o la segunda, o la tercera—. fuera sentirse de esa manera respecto a la mujer que casi mata a su novio y que le arruinó la vida a una familia al seducir a su padre hasta la traición. Fue entonces cuando sintió el switch tirando hacia el otro lado en su interior, y todo lo que sentía en su corazónse convirtió en una vorágine de odio, rencor e ira. Meses y meses de resentimiento. ¿Qué era ese sabor de boca? ¿con que así se sentía querer realmente matar a alguien?
Su estómago revoloteaba. Su corazón palpitaba a mil por hora como un corcel indomable. Su henge... una araña pendiendo de un hilo fino. Muy fino.
—Mírate. De vuelta al servicio militar, ¿huh? como en los viejos tiempos—soltó con tono agraciado—. oí que lo habías dejado después de cortarle el gaznate a tu marido. Pobre hombre. Realmente no se lo merecía.
2 AO
El Carisma de Naia (100) intimida y enerva a Ayame (Voluntad 40) a partes iguales. Mantener el henge en ese estado le resulta una tarea titánica, por lo que Ayame tendrá que hacer una tirada de autocontrol durante cada turno que esté frente a la Náyade para ceder al estrés de su presencia. Tienes cuatro dados de diez caras que deberás tirar a una dificultad inicial de 5. Dependiendo de la situación, la dificultad puede aumentar o disminuir, aunque nunca por debajo de la dif. base. Con un éxito basta. Un fracaso aumenta la dificultad. Una pifia te hace perder el control.
Tira, infórmame del resultado y actúa en consecuencia.
Kiroe alzó la cabeza al escuchar el sonido de sus pies, delicados, pálidos y descalzos; chapoteando sobre la superficie del improvisado lago, y todos y cada uno de sus músculos se crisparon de inmediato cuando sus ojos se fijaron en la angelical figura que acompañaba aquel sonido. Bien podría haber salido de una de las revistas de moda más importantes del país. Porque todo en Nakura Naia era belleza. Aquel era el único adjetivo con el que se podía referir a ella, y ni siquiera le hacía la suficiente justicia. De largos cabellos rubios que enmarcaban un rostro perfecto, de ojos de esmeralda y piel de luna y caían sugerentes sobre sus hombros. Vestía un elegante y sencillo vestido blanco que se ceñía en torno a su cuerpo, resaltando su figura de pronunciadas curvas con aquellos movimientos, elegantes y peligrosos como los de una cobra frente a su presa. Era su presencia. La presencia de una poderosa mujer que no podía ser ignorada de ninguna manera.
Pero lo que sintió Kiroe fue odio. El más puro, ancestral, y primitivo odio. Odio hacia aquella persona a la que sólo había visto en el retrato de un Libro Bingo que lejos estaba de reflejar siquiera una quinta parte de su esencia, odio por la mujer que había arrancado los ojos a su pareja, la mujer que le había hecho pasar por dos operaciones y un auténtico calvario, la mujer por la que la verdadera Kiroe había tenido que sacrificar sus propios ojos y dárselos a su hijo en un acto de amor, la misma mujer que había arruinado la familia Amedama al seducir a su padre, a su marido, hasta la traición.Kiroe entrecerró los ojos, contuvo la respiración y apretó sendos puños. Hervía. Toda su sangre hervía y se agolpaba en sus mejillas y en su pecho. En aquellos instantes, era agua en ebullición. Aquel era un sentimiento nuevo para ella. Un sentimiento que casi consideraba repulsivo, pero que al mismo tiempo parecía nutrirla para actuar.
«He esperado tanto por este momento...»
—Mírate —canturreó Naia, con voz angelical, cantarina, clara como una copa de cristal—. De vuelta al servicio militar, ¿huh? como en los viejos tiempos. Oí que lo habías dejado, ¿cierto? después de cortarle el gaznete a tu marido. Pobre hombre. Realmente no se lo merecía.
Kiroe no respondió de inmediato. Toda aquella ira la estaba desestabilizando. Tenía que encontrar la manera de calmarse o su disfraz se iría al triste desde el primer minuto. Pero se le estaba haciendo difícil, terriblemente difícil. Tan difícil como intentar contener los granos de arena entre sus manos.
«Frío... Piensa en frío...» Se ordenó, visualizando a su hermano junto a ella. Tenía que ser tan frío como él y no dejarse llevar por el fuego. Ella no era fuego, ella era el agua.
Lentamente dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo. Igual de lento relajó sus manos y las bajó hasta situarlas sobre sus piernas cruzadas, muy cerca la una de la otra. Y sus labios se torcieron en una traviesa sonrisa que acompañó una seca risotada.
—¿Ah, no? Creo que lo merecía más que toda esa gente a la que habéis ido arrancando los ojos —replicó, imitando el desparpajo de Kiroe lo mejor que supo. Y ensanchó aún más su sonrisa al añadir—: Veo que te ha llegado mi... invitación.
Cuando certificaron que no había nadie esperándole, los ojos de Daruu recorrieron el pasillo inspeccionando cada detalle. Había hecho entrada, definitivamente, en la guarida de las Náyades, o en uno de los subterráneos que daban a ella. «A partir de aquí termina el trabajo del mapa», se dijo, «y empieza el mío». Lo que significaba que pronto tendría que lidiar con posibles obstáculos que aquellas mujeres hubieran colocado para disuadir los posibles intrusos, si es que esperaban que alguien entrase por la retaguardia. «En verdad, no hacerlo sería demasiado imprudente, y más tratándose de alguien que lleva su trabajo con tanto secretismo». Así pues, el muchacho avanzó con pies de plomo, y se detuvo frente a unas escaleras que se le antojaban sospechosamente frágiles. Alzó la vista, y vio que si no las subía, no sabría realmente si había alguien esperándole al otro lado. «Aunque tras la puerta también dudé y luego no pasó nada.»
Volvió a echar un vistazo a los escalones. «Puede que haya una trampa por aquí y ya está. No me arriesgo a subirlos. Y aunque realmente no esperen intruso, lo último que quiero es que aunque no sea una trampa estas viejas escaleras se pongan a hacer un tremendo escándalo». Los últimos meses, Daruu se había estado entrenando a conciencia, y le gustaba decir que se había vuelto bastante sigiloso. Pero nada le salvaría de alertar al enemigo si topaba con un ladrillo suelto o con una plancha de madera carcomida.
Se sonrió a sí mismo en la penumbra cuando se le ocurrió una respuesta algo estúpida. ¿O no lo era? La verdad es que era la manera más fácil de no gastar chakra, y si bien el suelo estaba algo desgastado...
Decidió tomar la vía poco convencional de subir una escalera. Es decir, que escaló por la pared, se quedó agazapado en el techo y gateó por él cuesta arriba hasta poder ver el pasillo que le aguardaba en el piso superior, y si no había nadie y el suelo arriba parecía estable, se desprendería del chakra en las suelas de los zapatos y en las palmas de las manos y voltearía en el aire para caer sigiloso y diestro como un gato acechando a un ratón.
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(10/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x2 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 kunai (9 PV/golpe con anilla, 8 PV/golpe superficial, 12 PV/corte, 18 PV/penetración)
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Cinturón:
- Parte izquierda: paquete con 15 makabishi (1 PV por punción)
- Parte derecha: látigo (18 PV/latigazo)
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(3/10 obs)
- x15 senbon sueltos para fácil acceso (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Funda para visor de aumento en el cinturón:
- Visor de aumento
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Los gatos eran animales astutos. Muy astutos. Daruu también lo fue, al comportarse como uno de ellos para cerciorarse de que sus propios instintos estuvieran equivocados. Encaramado ahí arriba comprobó que el corredor estaba absolutamente vacío, pero infestado de las mismas antorchas de siempre. El tenue fuego de estos velones vislumbraba que, nuevamente, la soledad imperaba a lo largo y ancho de su trayectoria, lo que venía siendo también una constante en la infiltración del bueno de Daruu. Mejor así, pensaría cualquiera, al encontrarse sin ningún tipo de impedimento en el camino. Pero pronto entendió, tras un oteo más profundo de sus alrededores, que nada es lo que parece, y menos en el juego de la muerte.
Era sorprendente, el cómo aquella trampa jugaba con la profundidad de los escalones y la contraluz de la iluminación superior. Antes de encaramarse al techo Daruu no hubiera imaginado nunca que a mitad del segundo escalón ya podría ver un gran número de agujeros, sin fin aparente, repartidos tanto en los muros laterales como en el techo, incluso, y en el suelo. Tenían toda la pinta de ser esas perforaciones que ocultan una púa mortal, o un pincho de esos oxidados que si llegaban a tocarte, acabarían ensartándose en uno como si fuerais un kebab. Algo en esos escalones seguramente activaba el sistema. Probablemente una pisada en algún punto y/o escalón concreto.
Difícil saberlo.
Lo cierto es que el Amedama estaba fuera de peligro, y pudo acceder al corredor superior sin nada de lo qué lamentarse. Ahora tenía otra larga caminada de unos cuantos metros hasta que se encontró con una encrucijada de tres direcciones distintas. Podía seguir derecho, cruzar a la izquierda, o coger la derecha. ¿Qué podía hacer en esa situación, donde era un invidente dando palos de ahogado? ¿Probaría suerte, elegiría al azar y aguardaría a que el destino le sonriese, o acabaría encontrando una metodología apropiada para encontrar la susodicha habitación en la que probablemente se encontrasen sus ojos, y alguna sorpresilla más?
Como el ninja que era, tenía varias herramientas a disposición, sin lugar a dudas. El quid estaba en cuál iba a elegir para esa ocasión.
. . .
Naia sonrió con soltura.
—Ah, eso. No es nada personal, cielo; son solo negocios. Aunque admito que arrancarle los ojos a tu mocoso resultó ser una experiencia muy placentera —una mirada burlona azotó a Kiroe, que aún se debatía internamente con sus propios demonios. Naia hizo caso omiso al comentario de la invitación, acontecimiento que le había hecho sentirse flagelada por primera vez en mucho tiempo, y continuó su hostigamiento verbal con naturalidad mientras daba pasos cortos, precisos, y medidos que acortaban la distancia entre ellas de forma peligrosa—. como lo será también cuando te mate de una vez por todas. Y contigo no se acaba la historia. Mi venganza irá más allá. Serás la primera pieza de un efecto dominó, Kiroe, y tanto Daruu como Zetsuo seréis los siguientes en ganaros un boleto en primera clase hacia las tierras del Yomi.
»Sólo entonces todo habrá valido la pena. Sólo entonces...
Y si Ayame creía que contenerse ya era de por sí difícil, el nombre de su padre acabó por levantar el polvo que faltaba en su interior. Ahora ya no era sólo el miedo de morir, o de perder a Daruu. O a Kiroe. Ahora Aotsuki Zetsuo entraba en una complicada fórmula de futuros inciertos.
El fracaso rotundo de la tirada anterior aumenta la dificultad en +2. Dif. base: 7
Pero Naia le devolvió una sonrisa cargada de venenoso encanto.
—Ah, eso. No es nada personal, cielo; son solo negocios. Aunque admito que arrancarle los ojos a tu mocoso resultó ser una experiencia muy placentera —replicó, dirigiéndole una mirada burlona que Kiroe sostuvo en silencio, con el ceño fruncido y los ojos ligeramente entrecerrados—. Como lo será también cuando te mate de una vez por todas. Y contigo no se acaba la historia. Mi venganza irá más allá. Serás la primera pieza de un efecto dominó, Kiroe, y tanto Daruu como Zetsuo seréis los siguientes en ganaros un boleto en primera clase hacia las tierras del Yomi. Sólo entonces todo habrá valido la pena. Sólo entonces...
«Hija de puta...» Maldecía Ayame para sus adentros. «Oh, me pregunto cuál sería tu reacción si supieras quién soy en realidad... Será delicioso ver la decepción en tu cara de muñeca de porcelana.»
Pero Kiroe volvió a inspirar lentamente. Sus entrañas seguían hirviendo de rabia, pero no dejó que sus provocaciones la alteraran más de lo que ya estaba. Mantener aquel disfraz le garantizaba un tiempo valiosísimo, y no pensaba echarlo a perder con bravatas infantiles. Su padre la había entrenado en ello, su hermano la ayudaba a aprender a mantenerse fría; tenía que seguir aferrándose a ellos y alzarse con la victoria. Su vida, y la vida de sus seres queridos dependía de ello. Y, en su fuero externo, Kiroe volvió a esbozar una sonrisa traviesa.
—Oh, eso está por ver, cielo. Primero tendrás que pasar por encima de mí. Y no voy a dejar que me pongas un dedo encima.
Mientras se encaramaba por el techo, Daruu se percató de los agujeros mortales que recubrían las paredes. De haber pisado las escaleras, probablemente, habría sido ensartado por decenas de cuchillas. Tragó saliva, y trató de no darle muchas vueltas, pero aún así le resultó difícil no sentir reparos cuando pisaba aquellos huecos. Tras aterrizar sano y salvo al otro extremo, continuó caminando por el lúgubre pasillo. Al final, encontró un cruce, y de nuevo una diatriba. ¿Por cuál continuar?
«Si voy por uno y luego resulta que el otro me lleva a mi destino, habré perdido un valioso tiempo. La solución más sencilla que se me ocurre sería la de crear tres Kage Bunshin, pero eso supondría un gran gasto de chakra que tampoco me conviene. De una o de otra forma voy a tener que elegir el mal menor.»
Mientras decidía, Daruu se mordió la yema del dedo pulgar y dibujó uno de sus ideogramas de Caramelo en la pared. Al menos si tenía que volver allí...
«Supongo que no hay más remedio... ¡Kage Bunshin no Jutsu!» —Daruu materializó dos clones idénticos a ambos lados.
—Mandadme una señal o dejad alguna marca si véis indicios de dónde podrían estar los ojos. —El muchacho se acercó y marcó también a ambos clones en la espalda, de modo que pudiera moverse a ellos si tanto lo necesitaba—. O invocadme directamente, si es que llegáis al lugar.
Los Kage Bunshin asintieron. Daruu marchó en linea recta, y ellos dos tomaron sendas direcciones izquierda y derecha.
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(10/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x2 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 kunai (9 PV/golpe con anilla, 8 PV/golpe superficial, 12 PV/corte, 18 PV/penetración)
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Cinturón:
- Parte izquierda: paquete con 15 makabishi (1 PV por punción)
- Parte derecha: látigo (18 PV/latigazo)
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(3/10 obs)
- x15 senbon sueltos para fácil acceso (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Funda para visor de aumento en el cinturón:
- Visor de aumento
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
¤ Kage Bunshin no Jutsu ¤ Técnica del Clon de Sombras - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Ninjutsu 70 - Gastos: 30 CK por clon, el chakra restante se divide entre el número total de clones al final de cada turno (la regeneración de chakra se divide entre el número de clones) - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Sello de clonación especial - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Similar a la técnica de clonación estándar, esta técnica crea clones del usuario. Sin embargo, estos clones son copias idénticas, no ilusiones ni imágenes. El chakra del usuario se distribuye equitativamente entre todos los clones creados por este método, dándole a cada copia una fracción equivalente del poder total del usuario. Los clones son capaces de realizar técnicas por sí mismo, de cualquier tipo, y pueden incluso sangrar, aunque se dispersarán ante tres golpes físicos cualesquiera o un ataque lo suficientemente fuerte (30 PV o más). Los clones también pueden dispersarse a la orden del usuario.
Cuando estos clones son creados, replican todas las armas no consumibles, pero sólo quitarán la mitad de daño. Es posible "pasarle armas" al clon al crearlo, en este caso el usuario pierde dichas armas de su repertorio y las posee su clon. Si el usuario tiene alguna técnica activa mantenida en el tiempo, deberá pagar de nuevo el coste de activación si desea que su clon también tenga dicha técnica activa. Además la regeneración del chakra se divide como corresponde.
Los clones de sombra no pueden ser diferenciados del original, ni siquiera con el Byakugan, ya que todas las réplicas y el original tienen exactamente la misma cantidad de chakra y no están hechas de ninguna otra sustancia. Los clones devuelven al original las experiencias recibidas al dispersarse, siendo útiles para entrenamientos que requieran mucho tiempo, y para enviarlos a misiones de espionaje o recogida de información. Sin embargo, también devuelven al original el shock emocional del recuerdo de un ataque recibido, aunque en menor medida. Los efectos negativos, como el del cansancio, o cualquier otra penalización a los atributos, pasan al original si el clon desaparece.
Debido a la forma en la que los clones son creados, el usuario debe dividir su chakra por igual entre él y sus copias, posible usando todo el chakra del que disponen rápidamente si hace demasiados clones. Además, se requiere bastante cantidad de chakra para poder hacer muchos clones. Si el usuario original queda con menos de 25 CK, todos los clones se deshacen. Para que los clones se coordinen entre sí y puedan realizar acciones combinadas, el usuario tiene que tener al menos 20 puntos de Inteligencia por cada clon creado. Todos los clones pueden usar hasta -25 CK, pero si alguno de ellos lo hace, la cantidad negativa de ese chakra también pasa al usuario, con lo que podría quedar inconsciente.
Los jinchuuriki son capaces de usar esta técnica hasta el extremo, ya que cuando se crea un clon se divide tanto el chakra del usuario como el chakra del bijuu disponible (y si en total el original tiene más de 25 CK, la técnica permanecerá activa). Sin embargo, no pueden utilizarse si se activan las capas de chakra de bijuu y no se controla a la criatura, pues la presencia del bijuu podría desestabilizar a los clones o tomar posesión del usuario. Incluso si el bijuu está controlado y dominado, si el usuario no tiene su favor podría aprovechar una fragmentación de más de un clon utilizando su chakra para tomar posesión de su cuerpo y liberarse.
Al contrario de lo que ocurre en el resto de las técnicas de clonación, los Kage Bunshin pueden pensar por sí mismos y, a pesar de estar separados, pueden sentir en cierto grado el dolor que sufra el original, ya que en el fondo siempre están conectados por un enlace microscópico de chakra. Si el usuario sufre un daño único de más de 50 PV, todos los clones desaparecen.
Tres caminos, un sólo hombre. La única opción que tenía, además de invocar a sus gatos —animales con grandes sentidos de orientación—. para rastrear la habitación oval de la que les había hablado Shanise, era usar la técnica de los clones de sombra. Una habilidad insigne de los ninjas, pero que requería de una gran maestría y así también de un gasto significativo de chakra para llevarla acabo. En situaciones como aquella, el uso deliberado de la energía podía significa la ínfima brecha entre la vida y la muerte misma, y a pesar de ser consciente de ello, Amedama Daruu tomó la decisión y la ejecutó sin miramiento alguno.
El Daruu original siguió en línea recta. Lo que le aguardó por aquellos caminos no fue sino adoquines y adoquines de piedra húmeda que acabaron finalmente en un peldaño que daba acceso a una mazmorra de habitaciones. Habían cuatro cuartos y todos ellos tenían las puertas abiertas. La mazmorra era un punto muerto del refugio, y Daruu intuyó que allí dormían las Náyades. Lo que considerase oportuno recabar de ese preciso lugar, ya dependía totalmente de su propia pericia y de sus habilidades de investigación.
El Daruu de la izquierda continuó por pasillos serpenteados que le permitieron comprender un poco la distribución de la guarida. Poco a poco se iba dando cuenta que se trataba de un refugio bastante rudimentario, adaptado única y exclusivamente en aquellos puntos en los que las Náyades creyeron oportuno habitar, de alguna forma, aquél agujero.
Al cabo de unos minutos, acabó en una escalera de metal, que descendía en caracol, hacia otro nivel inferior con todo el aspecto de un calabozo. Desde arriba podía escuchar numerosos murmullos. Sollozos lamentos. Voces frágiles y agudas.
El Daruu de la derecha supo inmediatamente que era, de los tres, el que más cerca estaba del verdadero objetivo. No sólo porque el ala que investigaba lucía mucho más pulcra y habitable, sino que la iluminación era mucho mayor. También entendió que el acceso habitual a Mal de Ojo era en esa dirección, al encontrarse en el camino un inmenso boquete en uno de los muros, a causa de la bomba que él mismo había hecho explotar tiempo atrás. Vislumbró un charquito de sangre en el suelo, también, así que intuyó que la sorpresa había tenido el efecto deseado. Una victoria más en aquella misión.
Aún le quedaba camino que transitar, no obstante. La habitación donde habitaba la serpiente debía estar cerca, lo olía; pero llegar hasta ella no iba a ser fácil. No si su capacidad de orientación ponía de su parte.
Daruu debe tirar tantos dados como su Percepción/10 a una dif. de 7 para orientarse mejor
. . .
Un turbio silencio abrazó a Naia y a Kiroe, que se miraron mutuamente durante largos segundos. Naia dio un paso, luego otro. Rodeando al delfín que adornaba el epicentro de la plaza, sin recortar los siete metros de distancia que les separaba de su más grande enemiga. El ambiente se puso tenso, pesado, y un rayo atronador martilleó sus oídos como una sinfónica que desvelaba la epifanía de una muerte anunciada.
Kiroe, Naia. Finalmente, la epitome de una rivalidad insana. De un pasado turbulento. Una de ellas viviría para contar el final de tan tormentosa historia. La otra, de vuelta al barro, como a todos nos toca algún día de nuestras vidas.
Ayame gana un turno de gracia sin tirar gracias al éxito rotundo de la tirada anterior. Los dados volverán a rodar en la próxima ronda.
22/09/2019, 21:10 (Última modificación: 22/09/2019, 21:14 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
No hubo más intercambios, el duelo verbal había terminado.
La serpiente seguía reptando a su alrededor, en círculo, sin atreverse a recortar la distancia que la separaba del halcón que la observaba cauto desde la percha que había hecho suya y que eran aquellos delfines de piedra que antaño debieron lucir como una magnífica estatua, girando sobre sus talones a medida que su enemiga la rodeaba pero sin dejar que alcanzara su espalda. La tenía en todo momento bajo su punto de mira.
«Está siendo muy cautelosa... No parece dispuesta a acercarse sin más.» Pensó Ayame, respirando hondo. Mejor para ella, en cualquier caso. Cuanto más tiempo mantuviera ocupada a aquel súcubo disfrazado de ángel, menos probabilidades habría de que descubrieran su disfraz o decidiera ir a por Daruu.
Las intenciones de Naia estaban más que claras: la estaba tentando a actuar, a lanzarse de cabeza contra sus colmillos venenosos. Pero el halcón virtuoso esconde sus garras, y Ayame había aprendido la lección golpe tras golpe. No pensaba dejar que su impulsividad la venciera. Por eso, se mantuvo estáticaen su sitio y...
Uno de los clones de Daruu avanzó a través de pasillos que giraban sinuosos hacia todos lados y ningún lugar. Algunas habitaciones estaban vacías, polvorientas, y en otras había signos de actividad reciente. «Un lugar muy grande ocupado por muy pocas personas», pensó. Las Náyades empleaban, como carroñeros, las zonas del subterráneo que más se adecuaban a sus propósitos. Muy pronto estaba a punto de descubrir, para su desgracia, uno de ellos.
A oídos del Kage Bunshin llegó un sollozo lastimero. Luego una voz. Quebrada, sufrida. Aceleró el paso y llegó hasta unas escaleras de caracol. Estuvo muy cerca de poner el primer pie en ellas, bajar corriendo, ayudar, abrir las celdas, y luego... «¿Y luego, qué? ¿Atraer la atención de las Náyades? ¿Una muerte segura para muchos de ellos?» Se detuvo. No, no era una buena idea. Pensándolo reflexivamente, había llegado a lo que parecía que eran las mazmorras. Unos calabozos donde mantener más que frescos los huéspedes originales de los ojos con los que traficaban. Quizás, no eran ojos lo que traficaban de ellos, sino otras manifestaciones de su Kekkei Genkai. O ellos mismos. Tráfico de personas... Daruu sintió un escalofrío. «Pero si esto es el calabozo, y es la última salida de esta dirección, los otros dos necesitan mi chakra. Lo mejor que podemos hacer es recordarlos, para cuando todo esto acabe notificar a Amegakure para que vengan a rescatarlos. O liberarnos nosotros mismos. Pero más tarde». Se acercó a la entrada de las escaleras, se mordió el dedo pulgar y dejó una marca de sangre, por si debía volver a aquél punto.
Asintió al aire, y se deshizo en una nube de humo blanco.
Daruu subió un peldaño y entró a un pequeño grupo de habitaciones. Fue entonces cuando sintió un pequeño vuelco al corazón. Esa sensación a la que uno tardaba en acostumbrarse. El retorno de las experiencias vividas por un Kage Bunshin. Dio un corto suspiro y se adentró con cuidado, mirando a través de cada puerta, buscando el peligro. Pero encontró camas, muebles armarios: allí eran donde dormían. Eso quería decir que quizás habría algún tipo de información vital que le convendría saber. Un diario, quizás, o alguna nota. ¿Algún arma útil? Sus ojos, desde luego no, a no ser que las informaciones implantadas en Nioka y que les había revelado Shanise hubiesen sido sólo una distracción. «Pero también esto es un punto muerto. No debo entretenerme demasiado, mi otro Kage Bunshin debe andar por buen camino. Será mejor que cotillee un poco y de media vuelta para ir con él.»
Si encontraba la habitación de Naia, esa en concreto, mejor que mejor. Entonces se dio cuenta de algo. «Cuatro». Nioka, Shannako, Naia, ¿y...? Había un eslabón sorpresa en aquella cadena. Preocupante. Tendría que darle un poco de tiempo a investigarlo. Por el momento debía de identificar los cuartos. Nioka parecía una mujer algo bruta, por lo que no esperaba grandes lujos en una habitación suya. Descartaría la más rudimentaria. De quien sí esperaría lujos era de la propia Naia. Buscó por los cuatro cuartos en busca de la que tuviera mejor aspecto, aspecto de la habitación de una líder. Incluso trató de identificarla por el olor, porque, aunque odiaba admitirlo, Naia dejaba una presencia embriagadora por allí donde pasase. Quizás surgía efecto.
Tras decidirse por un cuarto, Amedama Daruu se adentró en él y rebuscó en los cajones, bajo la cama, entre las sábanas, por los armarios... Después de terminar con uno, se dirigiría a los otros dos. No tenía mucha información de Shannako, salvo que usaba el Raiton, pero eso... eso no identificaría a nadie, y menos en una habitación, ¿no? De cualquier forma, dirigiría su atención a la habitación que menos sintiese de Shannako para intentar averiguar la identidad de esa cuarta persona que faltaba, si es que había cuatro y no es que les sobraba una habitación.
El otro clon había acabado su tarea, dejándole una nota residual amarga en el paladar. También amargo era que él fuese el que más cerca estaba de donde tocaba estar. Se arrodilló frente a la pequeña mancha de sangre que había en el suelo. Se mordió su pulgar y dejó una marca justo al lado, donde no llamase la atención. Observó el derrumbe cercano. «Aquí es donde me enfrenté a ellas antes con el otro clon». Se levantó y se rascó la barbilla. Había un derrumbe en una dirección, y si aquella bifurcación es la que se había encontrado el señuelo de Kiroe... trató de encontrar el camino que llevaba a la taberna, para orientarse. Dejaría una nueva marca de sangre en el almacén, y luego daría la vuelta sobre sus pasos y, desde la bifurcación, trataría de orientarse buscando el nido de serpientes.
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(10/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x2 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 kunai (9 PV/golpe con anilla, 8 PV/golpe superficial, 12 PV/corte, 18 PV/penetración)
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Cinturón:
- Parte izquierda: paquete con 15 makabishi (1 PV por punción)
- Parte derecha: látigo (18 PV/latigazo)
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(3/10 obs)
- x15 senbon sueltos para fácil acceso (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Funda para visor de aumento en el cinturón:
- Visor de aumento
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Aquél fue el puff más desalmado, pero a su vez, más metódico. La desaparición de ese bunshin en particular supuso, tal y como se había imaginado Daruu, que una puerta de cerraba pero la oportunidad de abrir otras más seguras seguía estando presente. Quizás ayudar ahora mismo a los desahuciados, víctimas de las Náyades, no era necesario. Siempre que mantuviera el peligro lejos de ellos y que, por supuesto, lograran derrotar a las supuestas dos miembros restantes, siempre podrían volver a por ellos con refuerzos. Esa marca de sangre se convirtió, sin ellos saberlo, en su única esperanza.
Dar con el cuarto más grande y más ordenado no supuso ser una tarea demasiado complicada. No sólo se percató de la pulcritud de la cuarta puerta una vez oteó en su interior, sino que captó el agridulce aroma que alguna vez le había encantado los sentidos para caer víctima de la lujuriosa técnica de Naia. Las sábanas de la cama estaban perfectamente tendidas. Había un escaparate de roble donde encontró prendas, ropa íntima, y poco más. No muy lejos Daruu comprobó la existencia de un escritorio sobre el cuál reposaba, además de joyería y otros enseres; un archivero metálico con un buen puñado de carpetas que contenían rigurosos perfiles personales, que juntaban la información de ninjas con kekkei genkais que manifestasen doujutsus y de sus miembros familiares más cercanos, débiles, o accesibles. De Ame. De Uzu. De Kusa. Inteligencia demasiado valiosa como para no tenerla en cuenta.
Mientras cotilleaba, no pudo evitar dar con una carpeta referida al apellido de su madre. Amedama. El perfil de Amedama contenía detallada información suya. De sus proezas en el torneo. De sus lazos familiares. De sus amistades. Resultaba curioso el cómo Naia pudo haber recabado todo aquello, sin tener acceso a Ame ni contacto directo con Daruu antes del suceso en el que le fueron arrebatado sus ojos. También algunas hojas correspondían a su madre y de su baja como kunoichi, por ejemplo. Joder, información con mucho detalle. Muchísimo detalle.
Luego, estaba el archivo Danbaku. Daruu, el clon, sintió una punzada en el corazón y de pronto creyó que el aire le faltaba. Él era un muchacho que casi nunca hablaba de su padre. Tampoco le recordaba demasiado, y nunca fue un tema de interés entre sus allegados. Después de todo, ¿por qué malgastar su tiempo y estabilidad emocional en recordar a un traidor?
Pero la curiosidad le podía. Le podía, y mucho. ¿Las manos abrirían el perfil, a riesgo de encontrar algo que no querría haber buscado en un principio?
Si eliges no revisar el documento, pasaremos a tu otra acción.
Como un diestro navegante, el clon restante se movilizó por los laberínticos pasillos, dejando ahí en donde creía pertinente su marca de sangre. Incluso volvió hasta el almacén de la taberna y retornó hasta el sitio de la explosión sin despeinarse. A partir de ahí, no obstante, tuvo que ceñirse a su intuición para traspasar el boquete y tomar el único camino, que no era otro sino el pasillo por donde había llegado Shannako media hora atrás. Los largos paredones no dieron cabida a la interpretación y guiaron a Daruu hasta el único lugar posible que acabó siendo una enorme antesala con una puerta metálica maciza abullonada que daba acceso a un portentoso salón oval ahogado en las penumbras de una incipiente oscuridad.
Quizás le convenía coger alguna de las antorchas de los muros, porque sin lumbrera no iba a poder ver nada allí adentro.
. . .
Si Zetsuo y Kori estuviesen viéndola ahora mismo, habrían estado gratamente sorprendidos con gran control y esa fría calma con la que se había estado manteniendo desde la aparición de la Náyade. Incluso ante la fuerza magnética y sobrenatural que eximía Naia con su sola presencia, aunado a la cólera que aún revoleaba en su interior; Ayame lo estaba haciendo bien: seguía ganando tiempo, aún tenía su fachada intacta y no había perdido los papeles, y no porque no le faltase ganas o razones, precisamente. Pero con cada segundo que pasaba en calma —segundos que, en contraposición, venían muy bien para el propósito de Daruu—. Ayame se sabía cada vez más vulnerable. Aún le era muy difícil aguantarle la mirada a Naia, y no porque fuese tan pusilánime como hace un par de años, sino que ante auras como aquella resultaba imposible resistirse por siempre. Para bien o para mal, ella también estaba tentada a mover ficha.
De cualquier forma, Naia ayudó con lo segundo.
Para tantear a Kiroe en su retorno triunfal a la faena, la Náyade retiró tres senbon de su portaobjetos y los arrojó, con una destreza indudablemente superior; hacia el torso, pierna izquierda y cuello de Ayame.
Ayame debe volver a tirar, a dif. base de 5 nuevamente. En esta ocasión, como la batalla ha comenzado, la dificultad aumenta en +1 no sólo con los fracasos sino también por cada ronda en combate.