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—Esto no está comprobado al cien por cien, pero a mi me parece lo suficientemente sospechoso como para investigar, Arashikage-sama —se apresuró a añadir Daruu.
Y Ayame le dirigió una mirada afilada. Si no hubiese sido su superior en rango y si no se encontraran frente a Yui, sin duda le habría saltado. Le había visto con sus propios ojos, y a pesar de aquella terrible quemadura que le desfiguraba media cara, su rostro y su nombre y su Sharingan coincidían. ¿Qué más pruebas necesitaban para creerla, una maldita prueba de ADN?
Pero Yui se había levantado de su asiento y caminaba hacia ellos, con el peligro emanando de cada poro de su piel como el calor del vapor.
—¿Akame el secuestrador? —inquirió la Arashikage, tan sorprendida como enfurecida—. Osea, que me estáis diciendo que ese cabrón de Hanabi nos pintó la cara a mí y a Kenzou y que esa jodida rata está viva?
Ayame luchó por mantenerse en sitio, firme, y le sostuvo como pudo la mirada. No retrocedió, y se mostró tan sincera como se sentía.
—¿Estás totalmente segura, Ayame? —le preguntó—. Esta información podría poner en juego muchas cosas, niña.
—Estoy segura, Arashikage-sama —afirmó, absolutamente convencida—. Pero... si me permite el atrevimiento, Yui-sama, no creo que Uzukage-dono la haya engañado al respecto. Creo que ellos aún creen que Uchiha Akame está muerto —respiró hondo por la nariz y cuadró los hombros antes de terminar de explicarse—: Si Akame está con Kaido, y Kaido es ahora un líder de Dragón Rojo, apostaría lo que fuera a que él tampoco sirve ya a los intereses de su aldea. Además... cuando habló conmigo... me dijo que no le quedaba nada en el mundo, y me repitió una y otra vez... que yo también sería traicionada —añadió, apartando la mirada momentáneamente de la figura de Yui. Respiró hondo de nuevo y sus hombros temblaron un instante—. Que también me tirarían a la basura en cuanto se cansaran de mí...
»Yui-sama, el único motivo que se me ocurre para que Akame se haya convertido de repente en un indigente y dijera esas cosas es que se sienta traicionado por su aldea. Pero se supone que murió a manos de un General, eso fue lo que nos dijeron. La verdad... es que yo tampoco lo entiendo. No he parado de pensar en ello pero... no encuentro una explicación lógica para todo esto. Lo siento, Arashikage-sama.
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A cada minuto que pasaban en el despacho, la piel de Yui se volvía un poco más rosa. Ahora mismo, era de un Pantone 16-1546. La mujer se había acercado un poco más a ellos, y Daruu, inconscientemente, había dado otro paso atrás. Yui sugirió que tal vez Hanabi les hubiese mentido a todos al tiempo de la firma de la Alianza. Daruu miró a Ayame, luego a Yui, luego a Ayame, implorando que la muchacha consiguiera explicarle por qué creían que no era así sin mencionar a Uchiha Datsue.
La Aotsuki obró el milagro de mejor o peor manera, y Daruu tragó saliva, esperando que Yui tuviese ya suficiente información con la que trabajar en una hipotética reunión relajada y vacía de amenazas contra la paz mundial y no indagase un poco más en su situación.
Oh, Daruu tenía a buen seguro de que si Shanise hubiera estado allí hubiera indagado. Como lo hizo cuando el chico intentó que convenciese a Yui de liberar a Aiko del sello del fondo del lago.
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Le permitiese el atrevimiento o no, Ayame continuó su discurso explicativo acerca del porqué consideraba ella que Hanabi no les había mentido y que, efectivamente, resultaría ser una noticia tan reveladora como para ellos. Yui cabeceaba a lo largo de su intervención, con un repentino ajá y un ¿sí? tratando de que sus peligrosas maquinaciones no se adueñaran súbitamente de sus acciones. Porque sí, sus labios estaban a punto de pedirle —una vez más, como cuando se enteró que Sumizu Kouta no tenía cabeza—. a Amedama Daruu que la llevara hasta Uzushiogakure con esa técnica suya de invocación sanguínea para decirle sus cuatro cosas al heredero de la voluntad de Shiona.
Yui suspiró, recuperando ligeramente su color habitual tras una súbita realización.
—Está bien —les dijo finalmente, resignada—. indagaré un poco más en el asunto antes de arrancarle los huevos a Hanabi.
»Ahora, si sois tan amables —tendió la mirada en Ayame, luego en Daruu, luego en Ayame y, finalmente, en la jodida puerta del despacho—. iros antes de que me vengáis con que Shanise está complotando contra mí o algo por el estilo. Porque con la seguidilla de sorpresas que me habéis soltado hoy...
... venga, Amedama; Ayame. Buena caza.
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21/04/2019, 23:57
(Última modificación: 20/09/2019, 19:03 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daruu guardaba un tenso silencio. Amekoro Yui escuchaba las palabras de Ayame con una atención casi electrizante, casi peligrosa. La muchacha había sido muy cuidadosa a la hora de escoger sus palabras para contar lo que sabía y al mismo esquivar con delicadeza cualquier atisbo que pudiera hacer sospechar a la Arashikage que mantenían una vía de comunicación con alguien dentro de Uzushiogakure. Y, aún así, con cada segundo que pasaba, se sentía como si tuviera los filos de las katanas de Yui acariciando su cuello.
—Está bien —dijo finalmente, para alivio de todos los presentes—. Indagaré un poco más en el asunto antes de arrancarle los huevos a Hanabi. Ahora, si sois tan amables —añadió, fijando la mirada en Ayame. Y después den Daruu. Para volver a Ayame. Y terminar en la puerta del despacho—. Iros antes de que me vengáis con que Shanise está complotando contra mí o algo por el estilo. Porque con la seguidilla de sorpresas que me habéis soltado hoy... venga, Amedama; Ayame. Buena caza.
Ayame inclinó el cuerpo en una pronunciada reverencia antes de abandonar el despacho de la Arashikage. Y sólo una vez hubieron dejado atrás el ojo de la tormenta y se hubieron refugiado en la seguridad del ascensor, la muchacha se permitió el lujo de relajarse y exhalar un profundo suspiro. Aún le temblaban las piernas.
—Oye, Daruu... Shanise-senpai no está conspirando contra Yui-sama, ¿no...?
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Y al final, la cosa no acabó tan mal. Yui accedió a pensárselo dos veces antes de arremeter contra Hanabi, y de la habitual forma tosca tan suya —a la que estaba empezando a acotumbrarse, afortunadamente—, les despidió haciéndoles salir del despacho, no sin antes desearles suerte. Daruu clavó una nueva reverencia y agradeció los buenos deseos, para luego darse la vuelta como un resorte y caminar a buen paso hacia la puerta. Sólo cuando el ascensor les dio cobijo, alguno de los dos se atrevió a abrir la boca.
—Oye, Daruu... Shanise-senpai no está conspirando contra Yui-sama, ¿no...? —preguntó Ayame.
A Daruu, toda la tensión se le fue de golpe en una seca y breve carcajada.
—No, mujer, no, era una exageración —contestó, y luego adoptó de nuevo un semblante serio—. Madre mía, esto va a ser difícil. ¿Crees que podríamos infiltrarnos?
»Y espera... antes de que el ascensor termine de bajar, por favor, demuéstrame el aspecto que tenía Akame la última vez que le viste. Quiero saber qué pinta tiene esa rata descarriada si la tengo cerca.
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Daruu soltó una repentina carcajada.
— No, mujer, no, era una exageración —respondió, y Ayame relajó los hombros.
— Ah... menos mal...
— Madre mía, esto va a ser difícil —añadió su compañero, con renovada seriedad—. ¿Crees que podríamos infiltrarnos?
— Más nos vale poder... porque si no... —respondió ella, y su semblante se ensombreció.
«Porque si no, no regresaremos con vida.» Fue su mente la que completó lo que sus labios no fueron capaces de pronunciar.
— Y espera... antes de que el ascensor termine de bajar, por favor, demuéstrame el aspecto que tenía Akame la última vez que le viste. Quiero saber qué pinta tiene esa rata descarriada si la tengo cerca.
Ayame le miró por el rabillo del ojo. ¿Al fin la creía? ¿O sólo era un "por si acaso"? Fuera como fuera, y aunque no lo demostró externamente, la petición la alegró.
— Dame un minuto —le pidió, cerrando los ojos momentáneamente y entrelazando las manos. Se concentró en los dos únicos, y tan diferentes, encuentros que había tenido con el Uchiha y trató de hacerse con los máximos detalles posibles.
¡Puff!
Una pequeña explosión de humo y tras ella surgió la figura delgaducha y quebradiza como una rama de un chico que debía tener más o menos su misma edad. De piel cetrina y cabellos descuidados y desgreñados que caían sobre su rostro, ocultando parcialmente una horripilante cicatriz que le desfiguraba la mitad de la cara. Nariz torcida y múltiples cicatrices completaban sus rasgos, así como sus ojos, dos penetrantes iris del color de la sangre en el que tres aspas orbitaban lentamente alrededor de las pupilas. Sus ropas no eran más que harapos desgajados, sucios y viejos, y a la cintura llevaba atada una calabaza.
— Cuando le vi, supe que sus ojos me eran extrañamente familiares —habló, imitando la voz del Uchiha. Una voz rota y cascada por el alcohol. Sus dientes, azulados por el consumo de aquella extraña droga, asomaban entre sus labios partidos—. En aquel momento no pude saber que era él... pero son sus ojos, sin duda. No podría olvidarlos.
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Ayame le pidió un momento y cerró los ojos, concentrándose. Formuló los sellos del Henge no Jutsu y se envolvió en una nube de humo. Daruu entrecerró los ojos y registró rápidamente el aspecto desmejorado de aquél Akame tan distinto pero tan reconocible: por la nariz torcida, por los ojos astutos y peligrosos. No pudo evitar fijarse en esos dientes, azules, señal de un drogadicto de Omoide, aquella droga que casi era un secreto a gritos, y de la que se decía que consumía cualquier vida que hubieses osado tener antes de probarla. Porque una vez la probabas, no había marcha atrás.
Excepto para Uchiha Akame, por lo visto. ¿Qué le había hecho salir de ese pozo?
Daruu lo miró de arriba a abajo. Apretó los puños y tragó saliva, incómodo. Recordó el frío tacto del acero en sus muñecas, aunque se sorprendió de haber dejado el rencor atrás y encontrar nada más que un regusto amargo. Quizás era más apremiante el hecho de que fuese un renegado peligroso que podía trabajar contra ellos que su pasado como jōnin de Uzushiogakure, del que, a juzgar por sus palabras, había abandonado tras cierta traición.
Lo miró directamente a los ojos, por primera vez sin miedo a caer en una de esas dichosas ilusiones. Clavó la mirada en el falso Uchiha; el tiempo pareció detenerse.
¡Plink! El ascensor se detuvo.
Daruu levantó la mano, formando un óvalo entre el dedo pulgar y el dedo índice, y golpeó con un sencillo capirote la frente de Ayame, haciendo que deshiciera el jutsu de transformación. Las puertas se abrieron.
—Lo siento, no queremos que el pobre Hida-dono se lleve un susto, ¿eh? —murmuró, con una sonrisa afable. Daruu y Ayame salieron del ascensor—. Que tenga usted un buen día, Hida-dono! —se despidió, y cruzó el umbral.
La Tormenta les recibió de nuevo.
—Vayamos a casa y preparemos algunos enseres para el viaje. Una vez en Shinogi-To, deberíamos improvisar con lo que podamos encontrar. Difícilmente iremos de incógnito cargando una mochila a la espalda todo el rato.
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22/04/2019, 20:45
(Última modificación: 22/04/2019, 21:16 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daruu se quedó mirándola con los ojos entrecerrados y una expresión inescrutable en el rostro. Lo que pasaba por su cabeza era algo que sólo sabría él mismo; pero, de alguna manera, Ayame no encontró ira ni enfado en él. Sólo algo parecido al recelo y la precaución ante un gran peligro conocido. Y, aún así, no pudo evitar estremecerse ante la intensidad de sus ojos purpúreos.
¡Plink! El ascensor se detuvo de golpe, y Daruu levantó la mano, con el dedo índice y pulgar formando un círculo... antes de que el primero fuera liberado de su tensión y terminara estrellándose contra su frente, deshaciendo la transformación en el acto.
—¡Auch! —gimoteó ella.
—Lo siento, no queremos que el pobre Hida-dono se lleve un susto, ¿eh?
—¡Jo, ya lo sé! ¡No pensaba quedarme transformada! —protestó ella, aún frotándose la frente con gesto dolorido y los mofletes inflados.
Los dos shinobi abandonaron el ascensor y cruzaron frente al mostrador en su camino hacia el exterior de la Torre de la Arashikage. Por el camino, ambos se despidieron de Hida y después de que Ayame recuperara su paraguas y lo desplegara por encima de su cabeza, ambos echaron a andar por las calles de Amegakure.
—Vayamos a casa y preparemos algunos enseres para el viaje. Una vez en Shinogi-To, deberíamos improvisar con lo que podamos encontrar. Difícilmente iremos de incógnito cargando una mochila a la espalda todo el rato.
—Tenemos medio día de viaje hasta Shinogi-to, quizás con que llevemos lo suficiente hasta allí y nos abastezcamos en la propia ciudad es suficiente: sólo algo de comida y un mapa.
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Daruu asintió.
— Bien. Entonces, si te parece, quedamos en la puerta de la aldea dentro de media hora —dijo, escuetamente, con el ceño fruncido—. Empecemos esto cuanto antes. —Se dio la vuelta, y echó a correr a toda velocidad hacia casa. «Antes de que me cague en los pantalones».
La ronda de preguntas con su madre había sido... complicada. La mujer había usado todos los recursos a su alcance para tratar de sonsacarle la naturaleza de su misión. El recurso de ponerse en medio de la puerta hasta que no me lo digas fue el más peligroso de todos, pero Daruu contraatacó con un arma que no creyó tan eficaz como resultó ser: el es una orden directa de Yui. Kiroe se había limitado a apartarse, con una sonrisa en silencio, y le había dejado marchar.
Amedama Kiroe era, ante todo, leal a la Arashikage. Quizás en otro momento esto habría sido una molestia, pero ahora Daruu había conseguido sacar provecho de la situación.
Al final, Daruu se presentó en la puerta de la entrada con un sándwich, una botella de agua grande y un mapa empaquetados en una mochila mediana de color azul acero. Acompañaba a su indumentaria habitual con una capa de viaje de color negro, con capucha, que estaba atada por la parte de arriba con un simple pero resistente botón redondo de color plata.
— Sólo lo indispensable —le dijo a Ayame cuando se encontró con ella, encogiéndose de hombros y sonriendo— , como tú dijiste.
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—Bien. Entonces, si te parece, quedamos en la puerta de la aldea dentro de media hora —asintió Daruu—. Empecemos esto cuanto antes.
Ayame se encogió de hombros. Realmente, y dado que ambos vivían en el mismo edificio, podrían haber ido juntos hasta las puertas de la aldea, peor no puso ninguna objeción. Ambos se separaron al llegar y, mientras Daruu se adentraba en la Pastelería de Kiroe, Ayame entró en el portal y subió hasta el décimo piso en ascensor. Como ya tenía todas sus herramientas de kunoichi consigo, la muchacha sólo tuvo que empaquetar dos sandwiches y una botella de agua en una mochila pequeña de color azul. Más difícil fue esquivar las preguntas de su padre y su hermano, que se mostraron extrañados de que le hubiesen adjudicado, tanto a ella como a Daruu, una misión sin la supervisión del que era su sensei de equipo. Simulando una prisa mayor a la que en realidad tenía, Ayame se despidió rápidamente sin dar mayores detalles, ni siquiera sobre el rango de la misión, y salió de casa sin el paraguas.
Daruu ya había llegado a las puertas de entrada de Amegakure cuando Ayame llegó allí. El muchacho se había hecho con una capa de viaje de color oscuro y con capucha. Como ella, él llevaba una mochila de mediano tamaño.
—Sólo lo indispensable —dijo Daruu, encogiéndose de hombros y sonriendo—, como tú dijiste.
Ella le devolvió la sonrisa.
—Bien, pero... —añadió, observándole con detenimiento—. ¿No vas a pasar calor con esa capa? Vale que estamos en el País de la Tormenta, pero estamos en verano...
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Daruu extendió el brazo y, con el otro, estiró de la parte inferior de la manga, revelando el interior de la prenda.
—Es finita —dijo—. Y tú que, ¿pretendes ir a una misión de incógnito sin algo con lo que cubrirte la cara y el pelo? Además, con esta lluvia, fuera de la aldea, prefiero siempre llevar esta capa. Es impermeable. —Sacudió el brazo y demostró que el agua no calaba a través de la tela.
»Como sea, tengo un plan, pero mejor te lo cuento por el camino a ver qué te parece. ¿Entonces, te vas a ir así? ¿Todo listo? —preguntó.
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(Última modificación: 23/04/2019, 20:00 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Es finita —respondió, mostrando el interior de la capa a través de una de sus mangas—. Y tú que, ¿pretendes ir a una misión de incógnito sin algo con lo que cubrirte la cara y el pelo? Además, con esta lluvia, fuera de la aldea, prefiero siempre llevar esta capa. Es impermeable.
Pero Ayame soltó una pedorreta.
—Henge no Jutsu, Meisaigakure no Jutsu... ¡Si será por posibilidades! Además, Daruu-senpai, cuanto más intentes ocultar tus rasgos para pasar desapercibido más sospechoso resultarás —le aleccionó, moviendo el dedo índice en el aire con gesto burlesco—. Y sobre mojarme... —añadió, con una sonrisilla—. ¿Por qué habría de importarme mojarme, cuando yo soy el Agua?
—Como sea, tengo un plan, pero mejor te lo cuento por el camino a ver qué te parece. ¿Entonces, te vas a ir así? ¿Todo listo?
—¡Sí! ¡Todo listo!
Y, con aire resuelto, la muchacha echó a andar hacia el exterior de la aldea junto a Daruu. Ambos atravesaron los torreones de entrada y caminaron sobre el puente que atravesaba el lago que les separaba del resto del país.
—Sobre el tema en cuestión... —dijo Ayame en voz baja, rompiendo el hielo en cuanto pusieron el primer pie en tierra—. Puede que a ti te reconozcan nada más verte, sobre todo teniendo en cuenta la tirria que os tiene Naia. A mí no tienen por qué conocerme de nada, así que quizás yo lo tendría más fácil para infiltrarme. Aún así, creo que deberíamos quitarnos las bandanas al llegar a Shinogi-to y llamar la atención lo menos posible.
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Pese a la súbita confianza en sí misma que estaba mostrando Ayame, Daruu seguía pensando que era una muy mala idea no cubrirse con nada. Sí, era muy cierto que habían técnicas que les permitían ocultarse. Sí, también lo era que ir enfundado en negro y enmascarado probablemente fuese mala idea. Pero en Shinogi-To, en el País de la Tormenta, todo el mundo iba con capas, paraguas, y otros enseres para protegerse de la lluvia. Y Ayame, por mucho que ella dijese, no era poco conocida que digamos. Menos con los últimos acontecimientos.
Daruu lo dejó pasar, y se limitó a asentir al tema de las bandanas. Lo último de lo que tenía ganas era ahora de ponerse a discutir con Ayame, y las órdenes, por mucho que fuera su superior, sólo servían para que ella se volviese más rebelde.
Echaron a caminar hacia su destino.
—He pensado en algo —dijo—. Deberíamos tomárnoslo con calma, aunque eso signifique pernoctar varios días en Shinogi-To. La única información que tenemos sobre ellas es la que nos dio Yuki. Tenemos que escondernos, vigilarlas y tomar nota de todo lo que hacen. Sus rutinas. Contra más sepamos, más poder tendremos sobre ellas. Mejor podremos infiltrarnos, recuperar mi Byakugan, y cazar a Naia.
»Por lo pronto, conocemos a dos de ellas y Yuki sabe cómo se mueven y cómo hablan, su personalidad... me aventuro mucho, pero creo que deberíamos aislarlas, pillarlas por sorpresa y acabar con esas dos las primeras. Luego, podríamos disfrazarnos de ellas y entrar en la guarida.
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Daruu asintió, aunque Ayame tuvo la sensación de que no estaba demasiado conforme con su respuesta, pero ambos lo dejaron pasar y continuaron su camino.
—He pensado en algo —dijo Daruu, al poco tiempo—. Deberíamos tomárnoslo con calma, aunque eso signifique pernoctar varios días en Shinogi-To. La única información que tenemos sobre ellas es la que nos dio Yuki. Tenemos que escondernos, vigilarlas y tomar nota de todo lo que hacen. Sus rutinas. Contra más sepamos, más poder tendremos sobre ellas. Mejor podremos infiltrarnos, recuperar mi Byakugan, y cazar a Naia.
»Por lo pronto, conocemos a dos de ellas y Yuki sabe cómo se mueven y cómo hablan, su personalidad... me aventuro mucho, pero creo que deberíamos aislarlas, pillarlas por sorpresa y acabar con esas dos las primeras. Luego, podríamos disfrazarnos de ellas y entrar en la guarida.
Ayame abrió los ojos de par en par, estupefacta.
—¿De verdad estás sugiriendo que "nos disfracemos" de esas dos y nos metamos como si nada en ese nido de serpientes? ¿Acaso no has visto las películas? ¡Eso nunca acaba bien! Basta que nos hagan una pregunta que no sepamos responder y se acabó.
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Ayame abrió los ojos de par en par, estupefacta.
—¿De verdad estás sugiriendo que "nos disfracemos" de esas dos y nos metamos como si nada en ese nido de serpientes? ¿Acaso no has visto las películas? ¡Eso nunca acaba bien! Basta que nos hagan una pregunta que no sepamos responder y se acabó.
Daruu se encogió de hombros.
—¿Acaso tienes una sugerencia mejor? —dijo—. Bueno, podemos ir refinando el plan, pero de todas maneras creo que acorralar a alguna de ellas y noquearla nos vendría muy bien. Podemos usar la técnica de la interrogación por Genjutsu y sacarle toda la información que necesitemos sobre las integrantes del grupo, la rutina de Naia, dónde están mis ojos y la estructura de la guarida.
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