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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Horas habían pasado desde que la incesante tormenta se divisaba en el horizonte, a espaldas de Karamaru. Cruzaba un valle, con una pequeña cordillera por delante mientras decidía hacia donde ir. Recordaba su camino hacia el País de la Tierra, pero quería mas allá, tomar un viaje sin rumbo recordando todo a su paso para poder volver. Llevaba su mapa, obviamente, pero al calvo le gustaban los desafíos y quería conocer que tanto podía memorizar su mente. Tal vez era malo recordando palabras, pero para caras y lugares se consideraba bastante bueno. Yendo a ciegas por rutas desconocidas, cruzando montañas y bosques, el viaje se volvía mas una travesía o una odisea que un tiempo para pensar y desafiar a su mente. No importaba donde estaba siempre tenía que escalar, o zafarse de los bichos o caminar por lugares fructuosos. Según Karamaru el País de la Tierra ya había quedado atrás, y durante un rato había cruzado árboles mientras el Sol se habría paso desde "el borde del mundo. Varios días habían pasado, aunque el pelado no sabía cuantos, y todavía no llegaba a un punto donde su cuerpo se cansara y decida volver. Uno de sus mayores gustos era contemplar paisajes e incluso si estos eran nuevos. Con la naturaleza alrededor Karamaru se sentía vivo y en paz, sentía el cambio de clima se alejaba por un momento del sin cesar de la lluvia que a pesar de gustarle siempre esta bueno cambiar un poco la rutina.

Al cabo de un tiempo, los días se hacían cada vez mas largos y Karamaru echaba en falta la necesidad de ver a gente conocida o de por lo menos socializar. Pensaba en dar sus últimos pasos, tal vez descansar durante la noche y después volver, la mente del shinobi daba vueltas mientras sin pensar sus piernas seguían en movimiento. Así como un día ves al Sol ascender, al otro lo ves bajar. El cielo se tiño de un naranja rojizo, y media cuerpo azul se veía a lo lejos. Desde arriba de unos pequeños peñascos rocosos, lo único que interfería entre esa asombrosa vista y sus ojos eran gotas de aguas que revoloteaban alrededor. Las veía volar por unos segundos en el aire, frente a él, para después bajar rápidamente. En ese momento fue cuando se dedico a escuchar, y prestarle atención a lo que antes no oía por sus propios pensamientos. Fuertes ruidos de agua rompiendo llegaron a los oídos de Karamaru y en ese momento, con dos pasos para delante y bajando la vista, vio una costa de arena blanca a su derecha justo al costado del pequeño acantilado en el que se encontraba. Era un pequeño claro entre tanta roca, un lugar sin gente y a la vista clandestino. Era continuación de la costa común, un pedazo más de arena pero estaba encerrado por los costados por el acantilado sobre el que estaba el calvo.

Sin pensar, casi instintivamente, bajó y se recostó sobre la arena poniendo sus brazos bajo su cabeza. Miraba el horizonte y a ratos cerraba los ojos para escuchar el placentero crujir del agua. El cielo naranja rodeaba al calvo que poco a poco se sentía mas a gusto de haber hecho ese viaje. Para un admirador de los paisajes, ese era una de las mayores vistas que se podían encontrar. O por lo menos eso desde los conocimientos de Karamaru, que no había tenido un gran recorrido por las tierras del continente.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#2
Viajar era una actividad que Kazuma disfrutaba. Ver como el paisaje va cambiando a medida que atraviesas una región, como la misma estación puede manifestarse de formas distintas en lugares diferentes, los pueblos y su gente. Todo aquello lograba satisfacer la constante necesidad de curiosear del peliblanco.

Sin embargo aun era un joven genin, por lo que no podía simplemente emprender viajes a donde y cuando quisiera. Principalmente por las responsabilidades impuestas por su tutor, responsabilidades que también incluían viajar a muchos lugares diferentes. Pero eran viajes con motivo de negocios o entregas de documentos y similares.

Aquel día de primavera, el joven de tez morena se encontraba en el país del rayo con la finalidad de entregar un paquete a un viejo conocido de su maestro. A pesar de ser un envió muy importante, el chico disfrutaba de su camino tomándoselo con calma. Después de todo desde que se graduó de la academia el maestro le había dado un poco mas de libertad. Quizás fuese que ahora era un genin o tal vez fuera por que comenzó a formar parte de un equipo ninja. Como fuese, eran pocas las oportunidades que tenia de salir sin estar bajo la supervisión de su guardiana Naomi.

Luego de unos cuantos días a pie y otros a carruaje, el muchacho se encontraba cerca de su destino. Tenía que dirigirse a la región de las costas rompientes, en ese lugar debía de haber un pequeño pueblo, donde el anciano jefe le tendría que estar esperando.

Efectivamente así fue.

Llego a una aldea que se encontraba en la cima de un acantilado que daba la vista al mar. El chico trato de orientarse por un momento, y luego se dio cuenta de aquel precipicio estaba orientado hacia el este. Por lo que desde aquel lugar debería ser posible ver el sol levantarse desde el mar.

Se imagino aquello.

La brisa marina, el silbar del viento en las escarpadas paredes y el sol levantándose mientras el alba cubre y despeja la bruma. El solo pensarlo era emocionante, en Uzushio ya había visto el amanecer en la playa en varias ocasiones, pero por lo escuchado de la gente mayor; aquel tono rojizo que iluminaba las blancas arenas, era algo único en la aldea del remolino. Jamás había visto el mismo amanecer en otra región, así que sería una oportunidad fantástica para comparar ambos.

El ojos grises fue a cumplir con su cometido, y luego de entregar el paquete y tener una cálida bienvenida que incluyo un abundante almuerzo y un buen baño. Quedo con su agenda libre, lo único que tenia para hacer en aquel lugar era esperar el amanecer, cosa difícil ya que aun era media tarde.

Por lo que decidió que iría a curiosear por el pueblo, al final se decanto por un lugar que parecía un comedor o una tasca, era un lugar agradable. Tenía buena música y deliciosa comida, por lo que no le costó mucho estar cómodo.

Luego de un rato en aquel sitio, pudo escuchar como los lugareños intercambiaban chisme e historias. Ninguna parecía ser la gran cosa, sin embargo hubo una que le llamo bastante la atención.

Al parecer, en los últimos días un sujeto de características peculiares había estado asechando por las costas, también escucho que en más de una ocasión se dedico a amedrentar a los pescadores y transeúntes de lugar. Aquello despertó el eterno desagrado que Kazuma tenía por los intimidadores y abusivos.

No tuvo que escuchar mucho mas, pues una de las personas que estaba hablando dio una vaga descripción del aspecto del sujeto. Con esos datos y una extraña mescla de curiosidad y enojo, el peli blanco se había decidido por lo siguiente en su lista de pendientes.

Tomo un último gran sorbo de su vaso y luego de dejar caer sobre la mesa el dinero correspondiente a su comida, se puso en marcha. Tenía que bajar del acantilado hasta la playa y encontrar a aquel bravucón.

«Un sujeto calvo y delgado, con piel clara y cejas oscuras, que también lleva ropas extrañas. No creo que sea muy difícil de encontrar» —Se dijo a si mismo mientras abría de par en par las puertas del local para salir en busca de su objetivo.

No tardo mucho en llegar al playón.

Aquel era un lugar interesante, puesto que resultaba ser una playa completamente diferente a la de Uzushio. El aire olía diferente, la arena era más gruesa y tenía un tono de blanco distinto, incluso había mas humedad en el ambiente.

Sin embargo lo que distrajo a Kazuma fue otra cosa; una serie conchas que había por toda la orilla. Aquello le sorprendió bastante, puesto que eran completamente diferentes a las de su hogar. Parecían ser de seres extraños. De repente una gran fascinación lo poseyó, y mientras caminaba e iba guardando las caracolas que conseguía, se olvido de su objetivo para estar hay e incluso se olvido de ver el suelo por donde caminaba.

Tanto lo cegó su curiosidad que de un momento a otro se vio cayendo al suelo, ya que al parecer había tropezado con otra persona tendida en la arena.
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#3
Como siempre, a Karamaru la mala suerte lo perseguía en todo momento. Siempre que encontraba un lugar para relajarse, algo tenía que interrumpirlo. Y esta vez no sería la excepción. Habrían pasado diez minutos, tal vez menos, desde que el calvo se recostó en la gruesa arena blanca. El ambiente estaba como para cerrar los ojos y despertarse cuando la Luna se mostrara en el cielo, pero tras escucha los sonidos de las aves bailoteando sobre el mar, llegó la interrupción.

Tras una patada leve en las costillas, unos cuantos kilos de carne humana cayeron sobre el estómago del shinobi. Abrió los ojos de repente y rodo en la arena hacia su derecha para sacarse de encima el cuerpo que había caído. De cara a la arena y con los antebrazos apoyados en esta, Karamaru comenzó a levantar tratando de quitarse todo material blanco de su ropa. La arena se había metido por todos lados, pero tras unos segundos sacudiéndose y moviéndose, esta se había ido casi por completo.

Fue en ese momento cuando decidió ver al frente y localizar a un hombre de tez oscura, igual a la de un compañero que había visto con anterioridad. Una cabellera blanca y larga cubría el rostro de ojos grises que no habían localizado al pelado sobre el suelo.

Oh, perdón, ¿No me vio ciego?- comentó Karamaru en tono sarcástico- En serio, en serio, perdóneme, como voy a ser tan irrespetuoso y maleducado de ponerme justo en su camino. Con tanta playa para estar y yo justo por donde usted va a pasar.

Pero pasando a un tono más serio, Karamaru prefirió terminar hablándole a la persona sin ninguna burla por delante.

¿En serio? ¿En serio no me viste? No soy un gigante, pero tampoco como para que no me veas, digo, ¿Tienes algún problema que te afecta a la vista? ¿O te segó el Sol? Pregunto de verdad, eh, que no vaya a ser que me lo hayas hecho a propósito.- finalizó un poco perseguido Karamaru.
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#4
La caída fue rápida y el golpe fuerte.

Kazuma se encontraba sobre la arena tratando de orientarse un poco.

Aunque lo normal hubiera sido levantarse y sacudirse la arena de encima, el joven Ishimura parecía tener otras prioridades en aquel momento. Lo único en lo que podía pensar era en encontrar todas las conchas que había recogido.

Después de todo, ese tipo de cosas le fascinaban. El imaginar como una criatura viva podía crear algo tan bonito y a la vez tan fuerte y complejo atrapaba por completo su atención. También se encontraba emocionado por expandir su colección, hacía tiempo que ya tenía ejemplares de todos los tipos de conchas y caracolas que se podían encontrar en las playas de Uzushio. Por lo que perder todas aquellas nuevas adquisiciones era algo que no podía permitirse.

Mientras se encontraba de rodillas en el suelo, pudo percibir que alguien le decía algo. Pero dado su concentración con el asunto entre manos, no alcanzo a escuchar algo más allá de un leve murmullo. Solo atendería a lo que hubiese a su alrededor en cuanto recogiera las corazas que llevaba consigo.

Luego de estar en lo mismo por unos instantes, localizo siete caracolas. Sin embargo faltaba una, la que era la más hermosa, aquella que quería regalar a Naomi, quien también disfrutaba de aquel pasatiempo.

Busco con un poco mas de atención, y cuando empezaba a frustrarse por fin la consiguió. Era la más grande, pero de alguna forma había quedado parcialmente enterrada. Con eso, decidió que había sido suficiente, por lo que guardo su tesoro marino en el pequeño costal que había comprado en el pueblo.

Había otros asuntos que atender, aunque con todo aquello se le había olvidado hasta el hecho de por qué estaba en la playa.

Se levanto mientras sacudía la arena de su cabello, para luego proceder a mirar los alrededores. Primero miro hacia el mar, luego la a pared del acantilado y finalmente a la línea costera. Pero solo conseguía hacerse preguntas sin importancia que le impedían concentrarse en aquella cuestión que tenía pendiente.

Luego de unos instantes recordó haber escuchado la voz de alguien.

Al girar para mirar a sus espaldas le encontró, no solo era la persona que le había hablado, también tenía que ser con quien había tropezado minutos antes. Pues no había nadie mas en aquel lugar.

Le miro, y con claridad concluyo que esa persona estaba molesta y esperando algo. Lo cual hizo que Kazuma cayera en cuenta de la situación.

—Cielos, tú debes ser con quien tropecé —dijo mostrándose un poco sorprendido.

—Lamento eso, es que… Bueno, venia distraído y no pensé que pudiese haber alguien tirado en la playa —aseguro él, mientras en su rostro se asomaba un rastro de vergüenza.
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#5
El calvo estaba esperando una reacción negativa por parte del tonto que se lo había llevado puesto. Pero al parecer o no había escuchado a Karamaru o era tonto de verdad. No solo tardó en contestar por ser un fanático que se puso a juntar sus caracolas al instante, si no que cuando lo hizo, lo hizo de la forma más inocente posible.

«Lamento eso, es que venia distraído y no pensé que pudiese haber alguien tirado en la playa» se repitió para si mismo el shinobi en un tono burlón.

Sin embargo, respiró hondo y exhalo. No tenía intención de buscar conflictos después del viaje que había realizado y menos en el hermoso lugar que se encontraba. Todavía se podían ver los últimos rayos del Sol que salían del horizonte. No quedaban muchos minutos hasta que el cielo tomara su habitual tono negro estrellado que consigue en las noches.

Perdón por mi actitud- contestó un poco inseguro Karamaru- ¿Estas bien? Por lo general la gente no suele llevarse puesta a otra en estas situaciones pero bueno... siempre puede pasar ¿No?

Soy Habaki Karamaru, un gusto- replicó el calvo mientras realizaba una reverencia y al finalizarla extender la mano para recibir la del peliblanco.

Ni siquiera Karamaru sabía porque hablaba con alguien que parecía un tonto. Pero no tenía ganas de ponerse a pensar. Solo esperaba que no hiciera alguna cosa rara y de paso socializar, nunca viene mal tener amigos en otras partes del mundo.
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#6
Parecía que el enojo del chico calvo seria pasajero, puesto que procedió a disculparse por su actitud en cuanto vio que el Ishimura se reincorporo. Se presento a sí mismo como Habaki Karamaru mientras hacia un saludo formal y extendía la mano.

«Parece alguien normal, excepto por que es calvo y porque esta vestido muy raro y por que saluda de forma extraña… Un momento» —un pensamiento cruzo su mente.

—Un gusto Habaki Karamaru, mi nombre es Ishimura Kazuma y soy un shinobi de Uzushio. Me encuentro de paso por esta zona y he escuchado rumores sobre alguien de aspecto curioso que se la pasa amedrentando a los lugareños cuando pasan por la playa.

—¿Sabrás algo al respecto? —el peliblanco omitió de manera adrede el hecho de que la descripción física de dicho rufián encajaba bastante bien con la del chico que tenía enfrente. También dejo fuera de sus palabras el que sus sospechas estuvieran también apuntadas hacia él.

En realidad la situación era simple, al menos en la mente del ojosgrises. Puesto que si resultaba no ser el truhan quizás hasta pudiesen congeniar. Pero en la verdad es que esperaba que lo fuera, y de que esa forma pudiera darle un escarmiento o aun mejor golpearlo hasta que sintiera arrepentimiento.

Todo dependería de cómo el chico respondiera ante él.
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#7
El torpe que tenía en frente se había presentado como Ishimura Kazuma. Pelo blanco y tez oscura se encontraban frente a Karamaru no solo dándose a conocer, si no que también yendo a directo a cierto tema del que andaba preocupado. No tenía pinta de ser un policía físicamente, pero si por sus intenciones.

Sus palabras habían sonado bien en la cabeza de Karamaru. Buscaba a un acosador, a un molesto que se la pasaba amedrentando a los residentes en su recorrido costero. Sin embargo, lo que más le llamó la atención al calvo fue que ese hombre era de Uzu. Era la segunda vez que veía un shinobi de otra aldea, tras conocer a Yoshi de Kusa, y el primero de Uzushiogakure. Rápidamente, Karamaru sacó una libreta con un lápiz y escribió una palabras.

«"Kazuma: Shinobi de Uzu"»

Eso fue lo que reflejo en el papel bajo el título de "Shinobis". Obviamente, ocupaba el segundo puesto, siendo el primero ocupado por su acompañante de las interminables escaleras. Pero pasado ese instante de anotación, Karamaru guardó la libreta y se dispuso a responderle la pregunta al torpe hombre que se había tropezado con su cuerpo rato antes.

En realidad no. No soy de por aquí, así que no conozco a ese hombre. De hecho, ni siquiera fui a ninguna aldea. Vengo de hacer un largo viaje y aproveche el atardecer y la playa como para descansar. Tenía pensado ir a buscar un lugar para dormir cuando anochezca. ¿Por qué preguntas?- se precipitó a preguntar Karamaru-¿Eres algún tipo de policía o defensor del pueblo? Es que siendo de Uzu no entiendo por qué andas buscando maleantes por estas zonas.
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#8
La reacción del chico que tenía enfrente no fue la que esperaba. Puesto que primero saco una libreta donde tomo nota de algo. Luego otra cosa extraña, pues respondió con un tono tranquilo a las preguntas de Kazuma.

Aseguraba ser un chico que se encontraba solo de paso por el sitio y que además buscaba un lugar donde quedarse a dormir. Todo sonaba normal, lo cual desanimo un poco al Ishimura pues pensaba que se había encontrado con el rufián que buscaba.

—La verdad es que… Bueno no soy ningún oficial y tampoco estoy de misión. Tampoco me considero un defensor del débil o algo así y pues como tú solo estoy de paso por este lugar. Sin embargo… —hizo una pequeña pausa y tomo aire—. De verdad que detesto a esa gente que se cree que es muy fuerte y por eso le encanta molestar a los débiles. En la vida no hay nada que me haga sentir mejor conmigo mismo que cazarlos y darles una paliza.

Kazuma se encontró a si mismo sonriendo de manera un poco maliciosa, por lo que rápidamente recompuso su rostro para no parecer un psicópata.

—Pero eso solo es uno de mis muchos pasatiempos —aseguro tratando de no parecer alguien peligroso—, también me gusta viajar coleccionar conchas marinas y otras cosas más relajadas.

—Cambiando de tema: Dentro de poco anochecerá y teniendo en cuenta que un rufián puede estar merodeando por aquí, creo que lo mejor es que me acompañes al pueblo para que pases la noche ahí.
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#9
Como el calvo suponía, ni policía ni justiciero, solo un hombre de paso. Su perfil físico ya lo había descubierto al verlo, pero de a poco iba revelando sus pensamientos, su forma de pensar, su perfil psicológico. Otro turista de Uzu que cazaba delincuentes para entretenerse.

Pasatiempo raro ¿no?- contestó Karamaru-No conozco gente que se dedique a eso como pasatiempo, si como profesión, pero nunca por gusto.

Estaba por hacer una pregunta, pero el peliblanco volvió a hablar. Su risa rara extraña ya se había dejado a un lado y Kazuma trató de hacer un gesto de confianza hacia su recién conocido.

«¿Acompañarte al pueblo? No gracias, no voy a seguir a desconocidos» pensaba el shinobi mientras trataba de definir que excusa darle para no ir al pueblo.

Es verdad, esta anocheciendo, pero eso no es motivo para tenerle miedo a un rufián. Todo lo contrario, ¿Acaso no eres shinobi? Y encima te gusta cazar a este tipo de personas, así que.....- seguía el calvo tomando una pequeña pausa- ¿Por qué no me haces compañía por la noche? Tengo para hacer una fogata y una pequeña carpa. El problema es que solo tengo una pequeña bolsa de dormir, ahí dormí durante la mayoría de las noches de mi viaje. Tengo un poco de comida y podemos quedarnos aquí esperando a tu presa. ¿Te parece?

No quería ser muy obvio, pero Karamaru no iba a seguir a un desconocido a cualquier lado. Prefería estar en un lugar más "cómodo" y esperar a ver como seguía la conversación entre ambos.
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#10
El chico que estaba frente a él reacciono de buena manera o al menos estabas siendo educado. Fundamentalmente parecía más extrañado que sorprendido, quizás fuese que ya se había encontrado con gente similar. A Kazuma le era fácil entender su propia motivación para hacer aquellas cosas, pero le costaba imaginar que otras personas hicieran lo mismo.

Luego de ser invitado al pueblo por joven de piel morena, el chico calvo pareció preferir quedarse en aquel sitio, por lo que le devolvió la invitación al peliblanco y le propuso que acamparan en aquel lugar.

«Supongo que es algo tímido, aunque también es normal que no acepte invitaciones de un extraño» —pensó mientras sonreía un poco.

—Me parece bien, pero espero y no te moleste que nos pongamos de carnada para atraer a ese rufián. Aunque creo que esto podría tardarse bastante puesto que recién es que el sol va a caer —aseguro bastante tranquilo.

Luego de quedar en que pasarían la noche en aquel lugar, el Ishimura procedía a caminar por los alrededores en busca de madera seca para poder encender una fogata. Mientras caminaba podía ver todas las cosas que Karamaru traía consigo y que ciertamente le hacían parecer muy bien preparado para un viaje.

—Esto… Pareces que estás preparado para viajar mucho —dijo mientras se sentaba en la arena, cerca de donde el chico calvo preparaba sus cosas—. Dime ¿Estas viajando por algún motivo? o ¿Solo te diriges a algún lugar en especifico?

La usual curiosidad de Kazuma salia a flote. Para el hacer preguntas era lo mas normal y era con lo que podía aprender y conocer sobre la gente. Ademas de ser la manera en que el iniciaba una conversación amena.
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#11
La invitación había sido aceptada. Ambos se quedarían en la noche sobre la fina arena blanca de las costas del País del Rayo. El atardecer poco a poco se iba yendo pero todavía había algo de luz como para preparar nuestro mini-campamento. Según las palabras del peliblanco, ambos se quedarían para hacer de carnada, pero el calvo no entendió bien a que se refería. Prefirió dejarlo estar y seguir la conversación.

Perfecto, tu busca un poco de madera que yo hare la carpa- sentenció Karamaru antes de que cada uno empiece a hacer sus labores. Rápidamente se separaron, y el calvo saco un rollo de tela con palos de metal en el medio y lo abrió. Clavo las estacas en la arena, luego coloco la tela y mientras estaba poniendo los palos que sostendría la carpa, Kazuma sacó a lucir su personalidad curiosa. Sentado sobre el suelo, luego de juntar madera, comenzó a cuestionar al shinobi que contestó sin problema alguno.

Mira, soy de Amegakure. Por si no lo sabías, allí llueve mucho, pero mucho en serio. Nunca para, parece hecho a propósito. Y eso a mi no me disgusta, al contrario, ya me acostumbre y lo disfruto pero hay veces que quiero ver al diferente. Soy amante de los paisajes, y cuando me aburro emprendo viajes largos en línea recta para ver que me encuentro. Total para volver es seguir la misma línea recta que antes. Como no se cuanto tiempo viajo me llevo cosas de sobra, esta era mi última parada antes de volver.- pero Karamaru seguía con la duda de antes- Perdón, pero cambiando de tema, ¿Cómo supones que haremos de carnada? ¿Tenemos que hacer algo especial?

Había terminado de poner lo caños que sostenían la carpa, y estaba por abrir su bolsa de dormir. Todavía pensaba como hacer para que ese peliblanco no duerma a la intemperie, y también pensaba con que se iba a entretener durante la noche, sabiendo de que se tenía que quedar despierto.
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#12
La pregunta del peliblanco no tardo en ser contestada, puesto que parecía que su ahora acompañante estaba en buena disposición como para conversar sobre sí mismo.

Primeramente le aseguro ser de Amegakure, una de las tres principales aldeas ninjas. Lo segundo que le aseguro fue que en aquel lugar había una lluvia casi permanente. Lo cual asombro al Ishimura puesto que ya había visitado lugares donde llovía bastante, pero nada cercano a lo que describía aquel chico.

«Que extraño… Me cuesta imaginarme un lugar en que el llueva todo el tiempo. Es decir ¿Cómo hace la gente? ¿Puede haber edificios en un lugar donde el terreno siempre esta húmedo? ¿Cómo aguantan las cosechas una lluvia tan prolongada?» —esta y más preguntas se desplazaban por la mente de Kazuma, pero aun así prefería esperar a otro momento para planteárselas al calvo.

Karamaru continúo hablando. Le aseguro que viajaba solo para cambiar la rutina y por el hecho de que le gustaba ver paisajes distintos. Parecía que tenía algo en común con el de ojos grises, y este apreciaba aquello pues sabía que una excursión era una oportunidad perfecta para enriquecerse espiritualmente.

Luego de hablar sobre sí mismo, el joven de Ame hizo la pregunta que su acompañante esperaba.

Kazuma procedió a tomar de su macuto lo que parecía ser una especia de enrollado de tela, luego con uno de sus kunais y con un poco de esfuerzo, corto el hilo que lo mantenía con aquella forma tubular. Resultaba ser una manta, no muy gruesa pero era amplia y suficiente para una persona.

—En realidad no tenemos que hacer nada —dijo con una leve sonrisa—. Según se; hasta hace unos meses la gente del pueblo solía quedarse a acampar en la playa, pero con la llegada del rufián que busco, aquello dejo de ser una actividad aconsejable puesto que siempre venia en medio de la noche y despojaba de sus pertenencias a los campistas.

—Si no quedamos aquí lo más probable es que piense que somos gente del pueblo y se acerque para tratar de robarnos. Lo cual me parece bien porque así me ahorraría el trabajo de buscarlo —aseguro mientras que sentado se envolvía de pies a cabeza con su frazada.
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#13
«Por lo menos no soy el único con cosas aquí, parece ser que Kazuma también tiene sus cosas» pensó el calvo mientras veía a su compañero sacar un pedazo de tela grande. No había ningún plan raro, afortunadamente para Karamaru, solo era sentarse y esperar a que el rufián, o lo sea ese hombre, aparezca. Pero seguramente la espera sería aburrida y Karamaru no quería aburrirse con su compañero peliblanco mientras hablaban bajo la luz de la Luna y de la fogata. Aunque esta todavía estaba apagada, el calvo comenzó de a poco a colocar ramas secas juntas mientras que Kazuma estiraba la tela que había traído sobre la arena.

El atardecer ya se había ido casi imperceptible a los ojos de ambos y Karamaru acababa de incendiar esas poquitas ramas para mantener un fuego que caliente a los justicieros en su estadía nocturna costera.

Estaba todo preparado pero Karamaru seguía teniendo dudas sobre ese plan.

¿Ya está? ¿Solo hay que quedarse aquí sobre ese pedazo de tela hasta que aparezca? Parece un poco aburrido. ¿Nos podemos mover y aparecerá igual? Es que puedo aprovechar la noche para entrenar, pero si hay que estar sentados si o si, bueno..... será medio aburrido ¿No? Salvó que tengas algunos dados o un Go! para entretenernos.

«Si es que podríamos entrenar juntos. ¿Le gustara combatir? Prácticamente no luche con nadie desde que salí del templo. Supongo que con preguntar no pierdo nada. Aunque mejor me espero a que me confirme si podemos hacerlo o no.»

Karamaru seguía con la duda si ese hombre aparecería igual si ambos estaban haciendo otra cosa que no sea mirar las estrellas sobre una manta.
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#14
De manera lenta el sol se iba ocultando tras el horizonte de aquel cielo que se hacía tan extraño. En Uzushio el atardecer era de un color rojizo intenso, como si tratara de emular los colores de su aldea. También era bastante claro ya que a esas horas el cielo permanecía despejado en dirección al sol.

En cambio en las Costas de las olas rompientes, el crepúsculo exhibía unos colores dorados intenso. Los rayos de luz se iban difuminados a medida que se colaban entre las espesas nubes, como si tuvieran que hacer un gran esfuerzo para escapar del cielo y llegar al mar.

«Me encanta, es una de esa vistas que toca el alma y abruma la compresión del todo»

Mientras estimulaba su espíritu con la belleza natural de aquel sitio, el Habaki se ocupo de preparar la fogata, que como si estuviera sincronizada con el transcurrir del tiempo encendió en cuanto el ultimo reflejo del sol desapareció de la superficie del océano.

De alguna manera el chico calvo parecía encontrarse un poco inquieto, pues le preocupaba aburrirse mientras esperaba que apareciera el sujeto al cual estaban esperando.

—La verdad creo que lo mejor sería estar quietos hasta que aparezca. No quisiera que pensara que somos combatientes y por eso se alejara, pues la idea es que caiga en el cuento de que somos uno chico indefensos y desprevenidos. Además no sabemos qué tan rudas se puedan poner las cosas así que no podemos cansarnos antes de que llegue la hora de la acción.

—Sin embargo —dijo mientras se aclaraba la garganta—. Soy una persona muy dada a lo que son las conversaciones y los intercambios de puntos de vista. La mayoría del tiempo suele ser algo genial puesto que me encuentro con mucha gente que a pesar de su apariencia es bastante sabia, y gracias a eso termino aprendiendo mucho —aseguro mientras sonreía.

—Eso me hace pensar; Cuando te dije lo que haría creí que me responderías algo como “Eso está mal, no puedes tratar de hacer justicia por tu propia mano”. Es lo que me suele decir la gente, bueno quizás es que no entiendo bien la definición rutinaria de justicia.

—Dime Karamaru-san —agregando el honorifico para acentuar lo formal de la pregunta que haría a continuación—. ¿Crees en la justicia?
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#15
De ejercicios nada. Solo quedaba esperar sentados sobre la arena a que ese hombre aparezca. ¿Aburrirse? Tal vez un poco, pero por lo menos se entretendría conversando con el peliblanco. El Sol ya había caído por completo y el cielo tomó su típico manto negro, que a diferencia de Ame, mostraba sus estrellas bien brillantes. Ese lugar daba un paisaje bello tanto de día como de noche, sin duda maravillaba al calvo.

«Bueno, tampoco es que este equivocado. Si nos movemos mucho tal vez que ni aparezca»

Pero sin dar respiro, Kazuma siguió dándole a la lengua. Se calificó a si mismo como "genial" para conversar y entrar en debates, o como lo decía él, intercambios de punta de vista. Karamaru esperaba que sea un debate y no una discusión si era que se formaba algo, no tenía muchos ánimos de pelearse verbalmente con alguien en ese ambiente. Sin embargo, el shinobi no era propenso a discutir, en el momento en el que las cosas se iban de tono prefería callarse y dejar al otro hablando solo. En algunos casos, llego hasta ignorarlo.

Al parecer, el tema de la conversación sería la justicia. Un aspecto del mundo que poco había hablado el calvo durante su vida, pero no por eso se iba a negar a hablar de ella.

Bueno, yo también solía hablar con personas sabias y de hecho me gusta hacerlo. El poder aprender de otros es algo muy bueno- decía Karamaru mostrando un punto en común entre ambos- Asi que supongo que tengo capacidad para hablar de lo que sea.

Si nadie lo atrapo hasta ahora, ¿Por qué no hacerlo uno?. Yo creo que la justicia la puede hacer uno. Siempre pienso en que nadie es tan perfecto como para juzgar a otros, pero hay algunos que pasan ese límite. Este acosador o lo que sea esta haciendo cosas que molestan al resto y obviamente alguien lo tiene que parar. Aunque si me preguntas, ¿Crees en la justicia? Mi respuesta es si. Alguien o algo tiene que mantener el orden

Aunque sea raro, en ese momento el calvo se dio cuenta que nunca había hablado de este tema con su anciano. Otra vez volvía a pensar en él y le daba un poco de nostalgia sus tiempos en el templo.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
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