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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
Oh si, una auténtica pena que te acabe metiendo la lengua hasta la campanilla. Vas a estar muuuuuuy apenada y cabreada por ello — añadió entre risas comiendo su plato. — Yo si he comido algo, pero... No es lo mismo, así es algo especial. Como único entre nosotras

Esbozo una melancólica sonrisa, llena de una nostalgia no tan lejana pero igual de intensa, dedicándole luego dicha sonrisa a Hana una vez más mientras seguía comiendo.
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#92
Hana solo sonrió complacida ante la respuesta de Ren.

Veo que al final lo has entendido. Así lo tendrás más fácil para evitarlo. Contrólate, Ren. — le pidió sin poder evitar una sonrisa socarrona al final.

Empezó a beberse el caldo con la cuchara que les habían dado antes de seguir con los fideos.

No. Me niego a que nuestra comida sean fideos. Debería ser un coulant o un tiramisú. Algo más exótico y romántico. Me vas a tener cada aniversario yendo a un puesto de fideos. — protestó ante las últimas palabras de la morena.


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#93
Oh venga. Precisamente la gracia de eso es que ha sido algo espontáneo y por eso solos fideos. Además, has dicho que no los comes desde la ultima vez que quedamos y yo tampoco los he comido apenas más de algunos instantáneos

Tomo en esta ocasión un trozo de pollo, antes de volver a coger de su cuenco unos fideos con un trozo de huevo.
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#94
Hana se puso a sorber sus fideos mirando a Ren con el ceño fruncido. No es que pudiese negarle que parecía que esa era su comida, pero era porque siempre se encontraban de viaje y aquello era lo más común.

Bueno, pues cuando estemos juntas ya no será un encuentro durante viajes. Será una cita seria y espero algo a la altura. — dijo señalándola con sus palillos amenazadoramente. — ¿O me vas a alimentar a base de fideos?

Tal vez no había controlado sus caprichos como ella pensaba


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#95
Precisamente; te alimentaré de fideos hasta que cambies tu lava por ellos. De hecho, haré que te especialices en el gran arte del combate de fideos. Tu primera técnica a aprender será el Golpe de Fideos Somen. Será un entrenamiento largo, duro y tedioso, pero estoy segura de que lo conseguirás — mientras hablaba, Ren hacia gestos dramáticos y serios, como apretando el puño con fuerza y mirándolo con seriedad.

Después siguió comiendo como si no acabara de soltar la primera gilipollez que se le había pasado por la cabeza.
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#96
Hana aprovechó el discurso absurdo de Ren para comerse el último trozo de pollo y seguir con sus fideos, sin prestarle demasiada atención. Una cosa era seguirle el rollo y otra muy distinta darle de comer demasiado a la locura que anidaba en aquel puntiagudo mechón que se alzaba en su cabeza.

Entiendo. ¿Y tú te especializaras en el arte de la salsa? No, mejor del caldo. Cuando te enfades podrás usar caldo picante y cuando estés calmada el buen caldo de miso. Así podremos alimentarnos para siempre solo de nuestro chakra. — le dijo de forma claramente burlona.


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#97
Ren simplemente rio ante sus palabras. Proseguiría comiendo y seguiría con sus tonterías durante toda la comida hasta que acabaran. La morena sería la que acabaría pagando sin importar las protestas de su pareja, a cambio ella ya se ocuparía de comprar algún dulce para el postre. La noche ya había caído, y cuando salieran a la calle lo notarían en sus rostros, dejando escapar Ren algo de vapor en su boca.

Ya me había olvidado completamente de que el invierno esta a la vuelta de la esquina — dijo llevándose las manos cerca de la boca para volver a exhalar ese vapor. — ¿Qué te apetece de postre? ¿Algo calentito o quieres un helado?
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#98
En el mismo momento en que salieron y el golpe de viento les recordó las horas que eran y la estación en la que estaban, Hana se volvió a poner su capa de viaje y se la ató en los cuatro agarres que tenía por delante para asegurarse que estuviese bien cerrada.

aaaaa — protestó abrazandose a sí misma. — Odio el invierno, siempre hace frio y da igual la ropa que me ponga, tengo los pies helados.

Ni siquiera pensaba en el postre ya, solo pensaba en frotarse los brazos bajo la tunica para calentarse.


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#99
Precisamente por eso es la mejor estación de todas — dijo Ren sonriente levantando un dedo, como si no le afectara o por lo menos no tanto el frío. — Puedes estar todo el día en casa, en pijama, bajo las sabanas. Comiendo cosas ricas y calentitas, leer algunos mangas y dormir todo lo que quieras. ¿No es simplemente genial?

Apuntó nuevamente, con una corta risa ignorando los problemas de Hana.

Tendrías que acostumbrarte a una temperatura aún más baja si hubiéramos ido a ver pingüinos. Pero tranquila, te prometo que en casa tendrás una chimenea siempre llena de madera por parte de tu leñadora personal — rio nuevamente mirándola.
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¡Es la peor estación de todas! — protestó al instante. — Para empezar, tenemos que salir de casa para hacer nuestro trabajo. O ir a comprar, ¡o simplemente dar un paseo! — hizo una breve pausa mientras se volvía a acariciar los brazos. — Y es cuando más se nota que la casa está vacía. — murmuró por lo bajo.

Finalmente, pareció entrar en calor, porque empezó a andar calle abajo.

Vamos a movernos y el primer sitio que veamos con dulces, lo cogemos. — dijo tiritando ligeramente al moverse. — Y no te preocupes por los pingüinos, cuando vayamos iré hasta arriba de ropa y abrigo y bufandas. Solo necesito mis ojos para verlos. El resto es cubrible.


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La morena esbozo una triste sonrisa ante las palabras de Hana, deteniendo su avance para esperar a que Hana hiciera lo mismo y la mirase.

Te prometo que no volverás a pasar por un día o noche en el que sientas que la casa esta vacía — le dijo con dulzura, recortando entonces la distancia con ella, acariciándole una mejilla y dándole entonces un beso con ternura en los labios. Después junto las frentes de ambas y posteriormente la cogió de una de las manos entrelazando sus dedos. — ¿Te apetecen unos pececitos dulces?
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Se detuvo tras Ren y se giró a mirarla mientras se acercaba peligrosamente a ella. Sonrió ante sus dulces palabras. Ella no era una chica desconfiada, pero las palabras de Ren siempre le sonaban con una sinceridad pura. Era demasiado tonta para mentirle, ni siquiera podía mentirle de forma piadosa. Si decía eso, es porque de verdad lo pensaba. A pesar de que fuese mentira. Iba a volver a casa y hasta una semana después no se verían, ¿contaba con esos dias?

Contigo es imposible que me sienta sola. — iba a añadir una frase graciosa para bajarle el tono dramatico. — ¿Donde has visto esos pececitos dulces?

Rio por lo bajo por cómo había llamado Ren al taiyaki y le apretó la mano, sin dejar de sonreirle.


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Caminarían un poco hasta que en las calles iluminadas por las farolas y luces de otros negocios, que empezaban a estar concurridas por la gente, encontraran un puesto callejero que vendía distintos taiyakis rellenos de distintas cosas. Lo normal era que fuera una pasta de judías rojas, pero aquello no era muy popular entre los más jóvenes, que buscaban sabores más dulces como el de otras cosas que habían ido comiendo; por eso, aunque tenia el clásico, también tenia algunos de chocolate u otras variantes de este. Ren le pediría una hornada de una oferta que tenía de seis, pidiendo uno de judías rojas, otro de fresa y otro de chocolate blanco, dejándole a Hana elegir los otros tres.

Cuando Hana los hubiera pedido se apoyaría en un poster cercano, abriendo los brazos cuando Hana la mirase para invitarla a resguardarse.
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Hana no dudaría mucho en pedir uno de chocolate blanco, otro de chocolate normal y uno de judias rojas por tradicion. Después recogería el pedido y pagaría, girandose a buscar a su desaparecida novia. Estaba haciendose la chula apoyada en un poste, sonrió y suspiró, acercandose a ella.

Cuando abrió los brazos, Hana apoyó su espalda contra su pecho, esperando que la abrazara y así ambas pudiesen comer sus taiyakis.

¿No crees que sería mejor hacer esto en un hotel? ¿O al menos buscando uno? ¿O es que tienes algo en mente? — dijo girando la cabeza para mirarla a los ojos.


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Por favor, Hana. Controla tu fetiche de exhibicionismo — le respondió como un poco indignada, pero obviamente tan solo bromeando mientras la abrazaba. — Va, tienes razón. Será mejor que busquemos un sitio donde descansar antes de que nos quiten todos los buenos en lo que va de noche.

Cogió uno de los pececitos sin mucho cuidado cuando vio que escogió los mismos que ella, tomando uno de judías rojas. Dio un bocado a este, que claramente conservaba bien el calor y se pasó un pulgar por la boca al notar que algo del relleno se había quedado en sus labios.
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