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A diferencia de cuando había aparecido su propia hija, en cuanto se abrió la puerta esta vez, el hombre se levantó y fue directo a ella, saliendo del estudio.
— ¡Cariño! ¡Qué alegría veros! Pasad, pasad, mi adorable y diligente hija está preparando una cena especial, está tan emocionada. — exageró su padre girandose al hablar de su hija para que Hana lo escuchase, como si todo aquello no fuese suficientemente vergonzoso. — Ah, y tú debes de ser Ren-chan. ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Emocionante? — era evidente que a pesar de su sonrisa y su aire de inconsciencia, estaba esforzándose por sacar un tema de conversación con la morena.
Era un hombre de pelo cano con una pequeña coleta que apenas media un centimetro en la nuca, mientras que el resto de la cabeza solo tenía pelo corto por detrás se dejaba esa dichosa coleta que Hana odiaba con todas sus fuerzas. Tenía arrugas especialmente alrededor de los ojos y su nariz era algo chata para la constitución que presentaba. Era ancho de espaldas a pesar de no tener una musculatura remarcable.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
Lo que él no sabía es que Hana no necesitaba presentación, al menos para Ren. La rubia desde la cocina solo había oído la primera parte de lo que había dicho su padre, así que cuando se asomó al pasillo que daba al recibidor se quedó pálida y boquiabierta. Pálida del horror y boquiabierta de la sorpresa.
Ya no solo era que fuese Ren, que también era un problema gordo. Sin duda iba a perder autoridad con ella ahora que la estaba viendo en toda su fragilidad del hogar. Con un pijama de los Ame Rangers, con un delantal rosa palido que tiene escrito "Kiss the chef" con corazones por todas partes y con una trenza hecha de la forma más perezosa posible reposando sobre su hombro.
Hana miró a Ren, algo recuperada, roja de... de... ni sabía de qué, ¿enfado? ¿frustración? Entonces miró a su padre, intentando fulminarlo con la mirada. ¡¿Cómo osa juntarla familiarmente con una chica problematica?! ¡Era la presidenta del consejo! Por mucho que a él le diese absolutamente igual, ¡era una posición importante! ¡¿Y ahora tenía que cargar con Ren?!
— ¡No! Nononononooonnonononono.
Negó, negó todo, negó con la cabeza, con las manos y con los labios.
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17/04/2020, 20:30
(Última modificación: 17/04/2020, 20:48 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
— Ah, y tú debes de ser Ren-chan. ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Emocionante?
— E-Encantada señor. Ha sido un dia largo — dijo queriendo esquivar las preguntas; inclinándose mucho, y colocando las manos sobre sus propias rodillas, en señal de aprecio, pero sobretodo de mucha eduación.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
[psub=mediumorchid]¿Hana? De que me suena ese... [/color] alzó lentamente la cabeza, para volver a erguirse.
Frente a ella, aquella joven que le había jodido no solo la mañana, si no además hasta bien tarde debido a que tuvo que quedarse a limpiar; pero parecía que hubiera visto un fantasma. Era estricta, y pese a que no era más alta que ella, sabía como imponerse y desde luego sabría como ganarse una fama para que todos la temieran. Pero ahora estaba allí, completamente vulnerable; vestida con un delantal sobre un pijama vistoso y unas zapatillas con un color rosa palido a las que le salían dos orejas que iban a conjunto con unos morros de conejo.
— ¡No! Nononononooonnonononono.
— Oh, que coincidencia... — dijo casi murmurando; para mostrar una malvada sonrisa a la que solo la rubía le prestaría atención. — Seguro que sea lo que sea lo que ha preparado; pero antes me gustaría ir a mi habitación, a ponerme más cómoda.
Sonrió falsamente.
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— Oh, que coincidencia... Seguro que sea lo que sea lo que ha preparado; pero antes me gustaría ir a mi habitación, a ponerme más cómoda.
Ante la confusión de sus progenitores, Ren sonrió con toda la maldad que le cabía en su cuerpo de marimacho aprovechada. Lo cual no hizo más que enojar a la rubia, dos podían jugar a aquel juego. Aunque Hana tenía la mano perdedora, no tenía ases en la manga, por no tener, ni tenía ni cartas en la mano.
— Claro, Ren-chan. Hana, enseñale a tu hermana vuestra habitación. — le exigió su padre ignorando voluntaria o involuntariamente la tensión entre ambas adolescentes.
Hana volvió a quedarse ojiplatica. Ese día no paraba de mejorar.
— Como que nuestra... Dijiste que convertirias el estudio en una habitación.
— En un futuro probablemente cercano, por lo visto, pero por ahora... — señaló sutilmente la puerta de su habitación.
Hana se rebotó, notablemente, se sacó el delantal y se lo pasó a su padre dedicandole una mirada dura que el adulto ignoró, para después mirar a Ren.
— Por aquí, hermanita — la última palabra la pronunció entredientes, con el tono más emponzoñado que podía sacar.
Después fue directa a ella solo para girar a la derecha e irse por un pasillo hasta la puerta que había al final del mismo y abrirla, esperando que Ren pasase dentro para cerrarla con más fuerza de la necesaria. Entonces se cruzaría de brazos y encararía a la morena.
— Así que ya lo sabías, de ahí el paripé de esta mañana. — acusó sin pruebas ni dudas.
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Ren la siguió, sin perder la sonrisa en su rostro, completamente encantada de como se estaba desarrollando el día. Desde luego el karma estaba pagando a Hana por no haberla dejado llevar aquel simple pantalón.
— Así que ya lo sabías, de ahí el paripé de esta mañana. —
— Para nada; sabía que me iba a mudar. Pero jamas podría haberme imaginado; que de quién estaba enamorada mi madre, era de tu padre. Her-ma-ni-ta — añadió lentamente, queriendo hacer todo el daño posible, antes de dirigir toda su atención a la habitación de la presidenta.
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— Para nada; sabía que me iba a mudar. Pero jamas podría haberme imaginado; que de quién estaba enamorada mi madre, era de tu padre. Her-ma-ni-ta
Hana negó con la cabeza.
— No me lo creo. Nadie es tan cabeza hueca como para romper las normas de una escuela a la que asiste por primera vez. — las palabras de la rubia solo eran medio ciertas.
Sabía de lo inconsciente que podía ser aquella muchacha incluso habiendo pasado solo un día con ella. Era como si la mitad del tiempo ni siquiera pensase en las consecuencias de sus actos, solo pensaba en qué hacer para pasárselo bien y ni se esforzaba en ocultarlo.
Fue entonces cuando Hana se percató de que estaban en su habitación. La cama de matrimonio con sabanas de unicornios en el centro de la habitación, encima de ésta montones de peluches. Cada mañana, hacía la cama y posicionaba cuidadosamente cada uno de ellos. Al lado de la cama, entre esta y el armario empotrado que tenía, había una estantería vacía. En esa estantería ponía los peluches más pequeños cuando se acostaba. El enorme panda que estaba sentado sobre la esponjosa almohada solía dormir con ella. Claro que eso no se lo iba a decir a Ren ni con tortura.
A los pies de la cama estaba la bolsa con las cosas de la morena, ahora era tan evidente que se sentía estúpida por no haberse dado cuenta antes de que le iba a tocar compartir habitación con ella.
Aparte de eso, el resto era bastante normal. Un escritorio de madera con una silla de ruedas con reposabrazos y una lampara sobre el mismo adornaban una esquina de la habitación. El color de las paredes era un naranja claro apastelado y no había un solo poster ni nada colgado de ellas. Pero sí había otra estantería. A primera vista, de libros, pero en uno de los cuatro estantes no había libros, por lo menos, no libros normales.
Había mangas. Colecciones enteras de shojos, algunos eran solo capitulos sueltos, historias cortas, de chico chica, chico chico e incluso chica chica. No parecía que Hana hiciese diferencia ninguna siempre que fuese increiblemente empalagoso.
— Haz lo que tengas que hacer mientras te hago sitio en el armario, y no toques nada. — inquirió la rubia pasando por al lado de Ren chocando su hombro intencionalmente.
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Aquello resulto una grata sorpresa; aunque tras ver la ropa que Hana llevaba, podría haberse hecho a la idea. Con el aire tan estricto y duro que quería transmitir, su habitación debía de haber sido no más haya de dos colores; blanco y negro. Pero fue al contrario, bastante rosada, con muchísimos y peludos animales sobre una pomposa y gran cama pegada a la pared.
— Wow, le falta un par de varas hacia arriba y un velo para que esto sea la habitación de una princesa — dejo su mochila a un lado, para coger entre sus manos un oso de color rosado pálido, ignorando lo que estuviera haciendo Hana.
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— Wow, le falta un par de varas hacia arriba y un velo para que esto sea la habitación de una princesa
— Eso, se llama dosel, necesitaras algo de vocabulario para aprobar. Puedes coger los diccionarios que quieras. — se mofó con altivez Hana.
Esperaba que Ren hiciese algo de caso y no trastease, lo cual fue su primer y más grave error. Se giró un segundo al oirla moverse y vio el desastre. Esa chica, que acababa de llegar de la calle, que no se había lavado las manos ni duchado, estaba cogiendo uno de sus peluches. Se lanzó a intervenir aquello inmediatamente, arrebatandole el oso a Ren de las manos.
— ¡No toques a Algodoncito! ¡Si ni siquiera te has lavado las manos! ¡Te he dicho que no tocases nada! — volvió a dejar el peluche en el mismo sitio de donde lo había cogido la morena, con cuidado.
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— Eso, se llama dosel, necesitaras algo de vocabulario para aprobar. Puedes coger los diccionarios que quieras. — se mofó con altivez Hana.
— Isi, si llimi disil, mimimi — dijo todavia con el peluche entre las manos, haciendole burlas a este; pero en un instante, se lo arrebataron de las manos.
— ¡No toques a Algodoncito! ¡Si ni siquiera te has lavado las manos! ¡Te he dicho que no tocases nada! — volvió a dejar el peluche en el mismo sitio de donde estaba
— Tssss. Pues vas a tener que acostumbrarte, y más si vamos a vivir juntas... Espera... — mientras hablaba se agazapó, para estar más cerca de sus cosas, pero torció el rostro, en gesto de duda. — Si vamos a compartir habitación... ¿Vamos a tener que compartir TAMBIEN cama?
Señalo acusándola, pese a no tener la rubia culpa de nada en aquel tema.
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— Tssss. Pues vas a tener que acostumbrarte, y más si vamos a vivir juntas... Espera... Si vamos a compartir habitación... ¿Vamos a tener que compartir TAMBIEN cama?
Miró a Ren primero con clara molestia, después con una ligera molestia y finalmente con un sonrojo evidente. Nerviosa, empezó a aclarar la situación de la cual ella no tenía ni idea.
— Pues obviamente no. Dormiré en el sofá, o en el suelo, pero NO vamos a compartir cama. De ninguna de las maneras. No. ¡Y no toques mis cosas! ¿No te ibas a cambiar?
Con el sonrojo aún en las mejillas se dio le vuelta para enseñarle el armario a la morena.
— Te he dejado la mitad de esta puerta y dos cajones, los de la izquierda. El resto es mio.
Cabe decir que era un armario empotrado con dos puertas y unos ocho cajones, cuatro debajo de cada puerta.
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24/04/2020, 22:20
(Última modificación: 24/04/2020, 22:20 por Himura Ren.)
Ante la alocada y nerviosa explicación de la rubia, se limitó a suspirar exasperada. A ella no le importaba lo más mínimo dormir en un sofa; total, sería mejor que seguir durmiendo en un futon con apenas unas sabanas separándola del suelo; rebusco un poco en una de las bolsas que llevaban sus pertenencias, sacando algo de ropa para hecharsela al propio hombro.
— Aaggggh. No están aquí ni mis bokken ni mi equipamiento ¿de verdad lo ha dejado para el final? — añadió visiblemente enfadada, agarró entonces la maleta de tela en dirección al armario. — Y... ¿Que has hecho de cenar, hermanita? — aquello último lo dijo con retintines, y esbozándole una pícara sonrisa; le costaría a ambas acostumbrarse a esa nueva vida, pero que mejor manera de romper el hielo que seguir golpeando en el hierro caliente, pensó.
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— Aaggggh. No están aquí ni mis bokken ni mi equipamiento ¿de verdad lo ha dejado para el final? Y... ¿Que has hecho de cenar, hermanita?
¿Bokken? Hana miró de arriba a abajo a Ren. Ella, como presidenta del consejo conocía a todas las capitanas de los equipos de todos los deportes. Conocía a la de Kendo, era una chica excepcional, excelentes calificaciones y una entrega en cuerpo y alma al Kendo. Siempre era la primera en entregarle presupuestos e informes o cualquier información que le pidiese, era respetuosa e inteligente. Todo lo contrario a Ren.
Hana no pudo evitar dedicarle una sonrisa a la morena, una sonrisa de superioridad. Sin embargo, dejó el tema del Kendo para más adelante.
— ¿Para ti? Si quieres bajo a ver si tienen algo de alfalfa en el supermercado 24 horas.
Mantuvo la sonrisa, estaba claro que se lo iba a pasar bien con su nueva hermana. Al menos tendría a alguien con quien pagar sus enfados. Y Ren se lo merecía. Por saltarse las normas.
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— ¿Para ti? Si quieres bajo a ver si tienen algo de alfalfa en el supermercado 24 horas.
— Si lo haces, cómpra sanguijuelas; porque lo raro es que no las uses para sacarte toda esa mala leche y sangre que llevas en el cuerpo — respondió malhumorada, extendiendo algunas camisas y pantalones para después doblarlos e ir guardándolos en sus nuevos cajones.
A lo mejor se había equivocado desde un principio, y la convivencia se le haría un infierno; más si resultaba ser tan mandona como en la escuela, y eso que solo la había aguantado durante un día.
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— Si lo haces, cómpra sanguijuelas; porque lo raro es que no las uses para sacarte toda esa mala leche y sangre que llevas en el cuerpo
— No necesito más sanguijuelas, me basta con la que tengo en la habitación. — dicho eso, le sacó la lengua y se marchó de la habitación, cerrando de un portazo al salir.
Una vez fuera, se pararía un momento a recuperar la compostura e iría hacia el salón, esperando que su padre ya hubiese puesto los platos en la mesa para cenar e irse a dormir para volar a un mundo donde no tenía al enemigo en su casa.
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El sonoro portazo de Hana hizo que Ren se amedrentara, encogiéndose repentinamente de brazos cuando la puerta se cerró.
— Tsss... Pero que mal genio tiene...
Y tras ello prosiguió a llenar sus nuevos cajones con la ropa que tenía a mano. Todavía faltaba mucha en su antigua casa; además de otras pertenecías. Dio un largo y pausado vistazo a la habitación una de las veces que recogió parte de sus prendas; no era excesivamente grande, y todavía seguía el problema de la cama. Necesitarían otra para dormir ambas y no era capaz de hacerse a la idea de donde meter sus pertenencias; igual era momento de dejar alguna de ellas atrás, y dejar de seguir tan anclada en el pasado.
Minutos más tarde, apareció por la puerta de la cocina dispuesta a comer cualquier cosa que le hubieran preparado. Tampoco tenía mucho apetito, tenía el cuerpo bastante cortado, ya que la situación era algo incomoda. Los padres de ambas estaban encantados los unos con el otro, y de la misma forma con las hijas de los respectivos, pero para ambas hermanas la situación seguía siendo algo violenta. Su pijama era de un color azul apagado por el tiempo y a excepción de unas olas dibujadas en el final de las extremidades, similar a la gran ola de Kagawa, no destacaba en exceso. Retiró en peso la silla, y después se sentó, observando como se terminaba de desarrollar la cena.
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Cuando Hana salió se fue directa al comedor a poner la mesa y a servir la cena. Su padre y la madre de Ren estaban en su habitación seguramente deshaciendo la maleta al igual que Ren.
Aquellos minutos de tranquilidad le sirvieron para que se le pasase gran parte del enfado. Sus progenitores salieron y Hana les ofreció una sonrisa, les preguntó qué tal habían llevado el traslado, habló apaciblemente con la madre de Ren, que para su desgracia parecía bastante amable, a diferencia de su hija. Después de una muy educada presentación, todo fue sobre ruedas como resumen.
La aparición de la morena no supuso cambio alguno en el paradigma. Hana comentaba aquí y allá con sus padres sin hacer ni caso a su hermanastra, como si no estuviera. Lo cual no pasaria desapercibido para ninguno de los integrantes. Eso incluia evadir la pregunta de donde iba a dormir cada una.
— Pues menos mal que ahora vamos a ser más en casa, porque aquí cargaba yo con casi toda la faena del hogar. Ahora podremos repartirnosla mejor entre todas — fue la primera vez que le dedicó una mirada a Ren en toda la cena.
Y fue una picara, esperando que eso jodiese minimamente a Ren.
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