Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Si había algo característico de casi todos mis viajes era la terrible soledad. Iba y venía solo, acompañado únicamente por un marcado olor a perro al que acompañaba a su vez un perro. Siempre pensando y decidiendo yo qué hacer y cuando hacerlo. Así que en aquel viaje llegué a apreciar lo que era ir a remolque de unos valerosos superiores y seguir y asentir.
Al mismo tiempo tenía algo más hermoso que un montón de pelo azabache que mirar, una hermosa kunoichi pelirroja, que además, era jounin. Datsue era el pero que equilibraba la balanza karmica. Entre conversaciones estúpidas y suspiros de Eri pasamos la frontera y nos adentramos en unas tierras que el Uchiha conocía más que nosotros, lo cual era peligroso hasta puntos que no podíamos comprender.
Más tarde que temprano llegamos a Tane-Shigai. La ciudad donde ayudé a un traidor a ganarse mi confianza y la de Eri para luego traicionarnos, el muy traidor. Dejé esos pensamientos negativos a un lado mientras seguíamos a Datsue, nuestro guía personal, hasta una posada.
—Un caldo para mí y una jarra de agua —
— Otro caldo para mí.
Acabábamos de descargar y la verdad es que hasta que no te sientas no notas realmente lo cansado que estás. La taberna parecía tan alegre como una taberna elegida por Datsue debería estar, puede que incluso un poco más.
—Oye, ¿sabes que conocí a Riko? —
Le preguntó a Eri.
— ¿Tú lo sabías?
Me preguntó a mi.
— Ehhh, ¿no?
¿Quien coño era ese tal Riko? ¿Y por qué le había preguntado a Eri primero? ¿Era su amante? Alcé una ceja de puro desconcierto mientras esperaba más información al respecto.
— ¿No voy y tengo que enterarme por otro que nuestra Eri es sensei?
Me giré a Eri, aún con la ceja levantada.
— ¿Eres sensei de genins descarriados y no me has cogido a mi como tu discípulo? ¿Es por Stuffy? ¿Es porque soy Inuzuka? Porque mataría a mi perro con otro perro por tus enseñanzas, Eri-sensei.
Obviamente, era broma. En parte. A Stuffy no pareció importarle porque siguió tumbado entre Eri y yo sin inmutarse en absoluto, con su único ojo mirando de un lado a otro de la taberna según hacían ruido el resto de clientes.
Tras una sofocante discusión sobre lo malo que tenía fumar cualquier tipo de droga, ya fuera tabaco o maría, lograron llegar a Tane-Shigai ya caída la noche. Ella conocía parcialmente el lugar, pero en aquel momento no recordaba cómo situarse entre sus árboles, por lo que se refugiaba en los pasos de Datsue, que parecía liderar el paso.
Ya en la posada decidieron por fin llenar sus estómagos con algún plato caliente. Eri se había dejado caer sobre la silla con aire cansado, dejando su mochila posada sobre una de las patas de la mesa. Se frotó las sienes con desánimo mientras Datsue pedía su cena y Nabi coreaba al Uchiha.
—Otro para mí, por favor. —Pidió con amabilidad.
Y cuando el camarero se marchó, Datsue comenzó a hablar de sopetón, dirigiéndose a ella.
—Oye, ¿sabes que conocí a Riko?
—¿Uhm? —murmuró dejando caer su brazo a la mesa y mirada confusa hacia el Uchiha, que ya se había girado a Nabi a preguntar si él conocía a Riko.
—¿No voy y tengo que enterarme por otro que nuestra Eri es sensei?
Parecía indignado, pero ella, que no le había dado importancia a aquel asunto, simplemente alcanzó a encogerse en su propia silla. No le apetecía discutir sobre aquel tema, si bien no lo había mencionado antes era porque no lo había recordado.
— ¿Eres sensei de genins descarriados y no me has cogido a mi como tu discípulo? ¿Es por Stuffy? ¿Es porque soy Inuzuka? Porque mataría a mi perro con otro perro por tus enseñanzas, Eri-sensei.
Suspiró ante el comentario del Inuzuka, quizá ya sabía por qué no lo había compartido.
—Hace un par de semanas recibí una citación en el Edificio del Uzukage y me nombraron sensei de un muchacho que acababa de graduarse y que la verdad parecía no conocer del todo Uzushiogakure —explicó, incorporándose para quedar apoyada sobre la mesa, tomando el servilletero para jugar distraídamente con él—. Es un buen chico, es Kaguya, imagino que tú lo sabrás Datsue —alegó, mirándole de reojo para luego volver su atención en el objeto con el que jugaba—. Lo siento por no contároslo, no me acordé, sinceramente.
Mostró una cansada sonrisa.
—¿De qué lo conoces, Datsue? —preguntó, curiosa.
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25/10/2018, 22:14 (Última modificación: 25/10/2018, 22:15 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
El Uchiha asintió cuando Eri preguntó si sabía que era un Kaguya. Las heridas de su cuerpo así lo atestiguaban. Se había enfrentado a él en el Estadio de Celebraciones, en un combate de entrenamiento, y en apenas dos minutos ya había visto el potencial que poseía.
Aquel chico era un genio en combate, y si iba por el buen camino, daría de qué hablar —y mucho— en la Villa.
—¿De qué lo conoces, Datsue?
—De echarme una partidilla a las cartas con él —comentó—. También hicimos un combate de entrenamiento. Nunca había visto semejante potencial en el combate cuerpo a cuerpo desde que me enfrenté a Daruu en el torneo —dijo, sincero—. Y estuvimos hablando. De esto. De lo otro. De lo buena sensei que le parecías… Y de que criticaste a mi hermano por la orden que te dio en el chūnin —remató.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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—Hace un par de semanas recibí una citación en el Edificio del Uzukage y me nombraron sensei de un muchacho que acababa de graduarse y que la verdad parecía no conocer del todo Uzushiogakure. Es un buen chico, es Kaguya, imagino que tú lo sabrás Datsue. Lo siento por no contároslo, no me acordé, sinceramente.—¿De qué lo conoces, Datsue?
Mientras intentaba juntar en mi cabeza todas las dudas que tenía al respecto, Datsue ya estaba contestando. Con esas velocidades era imposible que yo metiese baza, pero además, el muy Uchiha tenía finales asesinos que me dejaban aún más fuera de juego.
—De echarme una partidilla a las cartas con él. También hicimos un combate de entrenamiento. Nunca había visto semejante potencial en el combate cuerpo a cuerpo desde que me enfrenté a Daruu en el torneo. Y estuvimos hablando. De esto. De lo otro. De lo buena sensei que le parecías… Y de que criticaste a mi hermano por la orden que te dio en el chūnin
¿Hermano? ¿Akame? ¿Jounin? ¿Criticar? ¿Eri? ¿Pero qué está pasando? Miré a Datsue, miré a Eri, abrí la boca, la volví a cerrar. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué iba a pasar? Estaba tan ansioso de que me contestasen todas esas preguntas que no sabía si era capaz de esperar al siguiente episodio. Pero me callé y seguí mirando a uno y al otro esperando que alguien dijese algo.
25/10/2018, 22:40 (Última modificación: 25/10/2018, 22:41 por Uzumaki Eri.)
—De echarme una partidilla a las cartas con él —comentó—. También hicimos un combate de entrenamiento. Nunca había visto semejante potencial en el combate cuerpo a cuerpo desde que me enfrenté a Daruu en el torneo.
Ella asintió, la verdad es que parecía que Daruu era bastante experimentado en el combate cuerpo a cuerpo y...
—Y estuvimos hablando. De esto. De lo otro. De lo buena sensei que le parecías… Y de que criticaste a mi hermano por la orden que te dio en el chūnin —remató.
Su pensamiento se bloqueó al escuchar aquello último. ¿Riko le habría dicho que estaba en desacuerdo con el rumbo que había tomado la orden de Akame hacia ella? Si bien no estaba del todo contenta con aquello, no podría culpar al chico, pues ella misma había confesado aquello frente a él.
Entornó los ojos y miró a Datsue, luego soltó un sonoro suspiro y se llevó la mano a la cabeza, apoyando ligeramente su moflete en ella.
—No lo critiqué, expuse mi opinión, que parece que a todos os gusta exponer pero que si lo hace otro ya es delito —puntualizó ella, cruzándose de brazos. El cansancio se quedaba remitido por otros sentimientos, pendientes de definir—. Sí, Datsue, no estuve de acuerdo con la orden, pero la acaté como subordinada que era de Akame, pues fue mi superior —respondió, sin acongojarse—. No me pareció la mejor elección, pero aquí estamos, y no se puede remediar.
Le desafió con la mirada, como si esperase a que la contraatacase o algo, así que se cruzó de piernas y descansó su espalda en el respaldo de la silla, preparada. Estaban en medio de una misión y sabía a lo que se exponía, pero la verdad es que sabía que tarde o temprano la tendría con Datsue, como tantas veces, pues ambos parecían bastante diferentes en lo que a la mentalidad se refería.
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—No lo critiqué, expuse mi opinión, que parece que a todos os gusta exponer pero que si lo hace otro ya es delito.
Datsue enseñó las palmas de las manos, en señal de paz, y desvió la mirada hacia Nabi en un gesto de incomprensión. Que él recordase, no había criticado a Eri por su opinión. Ni cuando Riko se lo había medio comentado —porque en realidad no había largado tanto, sino que había sido por deducción del Uchiha—, ni ahora.
—Sí, Datsue, no estuve de acuerdo con la orden, pero la acaté como subordinada que era de Akame, pues fue mi superior —respondió, sin acongojarse—. No me pareció la mejor elección, pero aquí estamos, y no se puede remediar.
Se produjo un silencio tenso, y el Uchiha notó que Eri le miraba como… ¿cómo desafiándole? ¿Cómo retándole a protestar? ¿A contraatacar? Saben los Dioses que el Uchiha no tenía ganas de discutir, pero siguió tirando del hilo solo para ver a dónde conducía aquello.
—¿Y cuál era la mejor elección, Eri? —preguntó con voz seria.
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25/10/2018, 23:03 (Última modificación: 25/10/2018, 23:04 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
—¿Y cuál era la mejor elección, Eri?
—¿La había? —preguntó ella de vuelta, con la voz ciertamente más calmada pero con una pizca de enfado en el tono con la que había contestado, luego se dio cuenta de su error y suspiró—. No lo sé, Datsue, lo siento, es que últimamente todo está muy tenso y yo ya no sé qué hacer o qué decir con todo este tema. Puede que su elección no me pareciera la correcta, pero en aquel momento incluso la mía podría no serlo tampoco.
Se levantó lentamente de la mesa y agitó la cabeza, quizá no debería haberse puesto así aquella noche.
—Lo siento, no debería haberme puesto así, espero que perdonéis mis modales chicos —se disculpó con una suave reverencia—. No tengo hambre, así que me iré a dormir ya, dejaré pagada mi parte en la barra, buenas noches.
Y la joven se dirigió hacia la barra, posó el precio de la cena delante del encargado y se marchó.
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—Lo siento, no debería haberme puesto así, espero que perdonéis mis modales chicos. No tengo hambre, así que me iré a dormir ya, dejaré pagada mi parte en la barra, buenas noches.
Miré a Datsue primero y a Eri después, conforme hablaban. La pelirroja se levantó y se fue antes de que pudiese detenerla, tampoco quería, no era el momento ni el lugar y Datsue se había pasado.
— Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio, ¿cómo le dices eso? Te has pasado tres pueblos. ¿De qué hablabais, por cierto?
Estaba claro que estaba del lado de Eri en una discusión entre Eri y Datsue, pero también podía llegar a ser cierto que estaría bien saber qué opinaba mi lado de qué tema que estuviesen hablando. ¿Qué demonios me había perdido? Me faltaba información por todas partes. ¿Qué había ordenado Akame a Eri? ¿Qué estaba pasando? ¿Realmente era tan tonto como siempre me había creído?
25/10/2018, 23:18 (Última modificación: 25/10/2018, 23:19 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
«¿Qué coño…?» De todas las cosas que se hubiese podido imaginar, nunca llegaría a pensar que tuviese tal desenlace. Notó cierta crispación en la respuesta de Eri, pero en lugar de continuar con su alegato, se contuvo, pidió perdón y…
… se fue.
El Uchiha se quedó con la boca entreabierta, sin saber muy bien qué decir, y, cuando se le ocurrió algo, Eri ya había desaparecido por las escaleras que conducían a las habitaciones.
—Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio, ¿cómo le dices eso? Te has pasado tres pueblos. ¿De qué hablabais, por cierto?
—Pero, pero… Joder, yo solo quería hablar con ella del tema, tío. Ver su punto de vista, exponer el mío… Joder, ¿cómo que de qué hablábamos? Pues de que Eri esposó a Daruu, coño. ¿De qué sino?
Fue en ese momento cuando la camarera les trajo su pedido. Tres caldos, tres vasos, que evidenciaban todavía más la ausencia de Eri. De su Capitana.
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—Pero, pero… Joder, yo solo quería hablar con ella del tema, tío. Ver su punto de vista, exponer el mío… Joder, ¿cómo de qué hablábamos? Pues de que Eri esposó a Daruu, coño. ¿De qué sino?
— ¿Eri esposó a Daruu por orden de Akame? Joder, no me disteis nada de información. No tenía ni idea que el amenio ese fuese Daruu ni que fuese esposado. ¿Hay algo más de lo que tenga que enterarme tarde?
Igual resulta que al final teníamos otro bijuu en la villa y yo sin enterarme, o peor, otro Uchiha. Oh dios, ¿y si Datsue tenía un hermano gemelo malvado? En ese caso, ¿qué Datsue era el bueno? Porque el que teníamos en Uzu era más bien... liante.
— Sea como sea, hasta yo me he dado cuenta de que has tenido el tacto de una amenia seca, es decir, extra áspero. ¿Cómo le sueltas eso a quemarropa? Podría degradarte a Genin.
Empecé a sorber mi caldo, que estaba ardiendo mientras esperaba alguna respuesta épica de Datsue.
Datsue echó la cabeza exageradamente hacia atrás y abrió mucho los ojos. ¿Le estaba tomando el pelo o…? ¿De verdad no sabía que Eri había esposado a Daruu? Pero, ¿cómo era eso posible? «Pues porque ni tú, ni Eri, ni por supuesto Akame se lo contó». No hacía falta ser muy listo para deducirlo.
—Pensé que lo sabías —se excusó—. Joder, pues no sé. Ya me haces dudar de lo que sabes y lo que no, tío —respondió con una media sonrisa—. Sabes que Daruu intentó apuñalar a Akame en el hospital, ¿no? O sea… Eso lo sabes. Tienes que saberlo, no me jodas.
A aquellas alturas Datsue ya no ponía las manos en el fuego por nada.
—Sea como sea, hasta yo me he dado cuenta de que has tenido el tacto de una amenia seca, es decir, extra áspero. ¿Cómo le sueltas eso a quemarropa? Podría degradarte a Genin.
—Pero… Pero… Pero, ¿qué coño? ¡Pero si solo pregunté que hubiese hecho ella, joder! No me dio tiempo ni a meter mi estocada. —Suerte que estaban en una taberna y que, por tanto, ponerse a gritar pasaba tan desapercibido como un kusareño huyendo de una misión—. Joder, me cago en la puta. Ahora me voy a sentir yo mal y todo —refunfuñó. Se le habían quitado hasta las ganas de comer.
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—. Sabes que Daruu intentó apuñalar a Akame en el hospital, ¿no? O sea… Eso lo sabes. Tienes que saberlo, no me jodas.
Escupí el poco caldo que había conseguido meterme en la boca y dejé el cuenco en la mesa.
— ¿¡Qué coño me estás diciendo!? — bajé un poco el tono porque estábamos en territorio hostil — ¿Me lo dices en serio? ¿Y donde está la cabeza de Daruu? Es decir, intento de asesinato de un Jounin, eso es cabeza ¿no? Vamos, tiene que ser una de las muchas leyes no escritas en la carta de derechos y deberes fundamentales de todo shinobi.
Empezaba a pensar que me estaban ocultando información a proposito. ¡Akame no dijo nada de eso cuando fuimos a verle tras salir del hospital! ¿Era información confidencial que los estúpidos y despreciables genins no merecíamos saber? ¡Si había alguien que tenía que saberlo, ese era yo! Estaba en primera linea aquel día, merecía saber la verdad.
— Tio, te has puesto serio, como si la estuvieses interrogando. No me gusta nada el rollo que lleváis con esos chalequitos y rangos tan chulos. Bastante drama tenemos ya con el resto de villas para empezar a tener malos rollos entre nosotros. Así que calmaos. Confiad en mis decisiones y llegaremos lejos.
Algún día me recordarían como Nabi VII el Sabio y su fiel compañero, Stuffy II el Verdugo. Yo podía ser sabio, pero el que repartía justicia a golpe de mierda era Stuffy.
Datsue se quedó de piedra. Podían haberle dado un bofetón en aquel instante, y ni se hubiese inmutado. Podían haberle robado la bolsita con el dinero que llevaba encima, y ni se hubiese movido. Sí, tanto le había afectado que Nabi no supiese lo de Akame y Daruu. Más que uno de esos puñetazos directo a la sien que te dejaban en la lona.
—Para, para, para —dijo, cuando al fin se repuso del noqueo, un minuto más tarde. En ese momento Nabi parecía estar pidiéndole que se calmase, que confiase en él y no sabía qué más rollos—. ¿Me estás diciendo que…? ¿¡Me estás diciendo que…? Joder, ¡yo pensaba que tú y Eri hablabais de estas cosas! —Se estaba quedando a cuadros—. Tú lo que necesitas es una clase intensiva del tito Datsue para ponerte al día. No te preocupes, que para eso están los amigos.
»¡Camarero! ¡Una cervecita para aquí mi amigo y yo, que la vamos a necesitar! —resopló. A ver por dónde empezaba ahora—. A ver, escucha e interioriza. Y no me interrumpas, que nos conocemos —le tomó por un hombro y le atrajo hacia él, bajando la voz—. Akame, desconocedor de la situación tras llevarse a Ayame, mandó esposar a Daruu por precaución. Los llevó al hospital, y habló con Hanabi-sama tras Eri ir a avisarle —empezó a explicarle—. Hanabi, tras el despiporre que se había montado, mandó a Akame llevar a Daruu junto a Shanise, y transmitirle de paso que se merecía unas disculpas por lo sucedido. Pues bueno, Daruu, el muy amejin, no lo vio correcto. Así que va el tío, así por las buenas, e intenta apuñalar a Akame con una daga que tenía escondida bajo la manga. —Parecía una de esas historias rocambolescas que Datsue siempre exageraba. Pero no, en aquella ocasión, se trataba de la cruda realidad—. Akame, profesional hasta la muerte, pidió a Hanabi no tomar represalias contra él, pues lo único que conseguiríamos es romper todavía más la poca paz que nos quedaba. Así que nos tragamos nuestro orgullo y devolvimos a Daruu ileso. Así como a Ayame. Ni las gracias nos dieron, tú. ¡Ni las gracias! ¿Cómo no me voy a poner duro cuando después oigo que andan criticando a mi hermano? Joder, que le intentaron matar y él pilla y les perdona la vida, ahí en caliente. El título de Defensor de la Paz le queda pequeño, hostia.
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¿Me estás diciendo que…? ¿¡Me estás diciendo que…? Joder, ¡yo pensaba que tú y Eri hablabais de estas cosas! —
— Pero, tio, ¿qué te crees que nos vemos Eri y yo? ¿Cada día al ir a comprar el pan? No. Nos vemos poco más o menos como tú y yo, es decir, casi nada. Sois unos cabrones escurridizos.
Siempre ocupados para el bueno e inocente de Nabi. Claro que no tenía ni idea de lo que había ocurrido a mis espaldas aquel día, estaba ocupado teniendo enfrente a media Kusagakure intentando destruir nuestra villa. Y después nadie se había parado un momento a ponerme al día, Datsue se fue con sus amigos importantes y Eri se fue por su lado sin importarle una mierda lo que yo hiciese o dejase de hacer. ¿Y después esperaban que yo supiese algo? ¡Si siempre era el último en enterarme de todo!
Pronto me olvidé de las ofensas de Datsue y Eri, cuando la historia que me contaba el Uchiha superaba cualquier obra de ficción fantástica que se pudiese escribir. Una vez había acabado, aún tenía, sentía más bien, la necesidad de confirmar que no me habían reventado los tímpanos y había escuchado todo mal.
— A ver si lo he entendido. ¿Me estás diciendo que el amenio loco que se lanzó a abrazar a Ayame la psicopata, el bueno de Daruu, después de salvarle a él y a su novia, la jinchuriki de Amegakure, se dedicó a apuñalar a su salvador como si tal cosa? — era una pregunta retorica, así que seguí — Pero ¿qué coño? ¡Esa gente no está bien! Es que simplemente les falta gran parte de lo que viene siendo el sentido común. Panda de desagradecidos, traidores, hijos de... No me lo puedo creer.
Tras soltar la última oración bajé la cabeza hasta que mi frente tocó con el borde de la mesa, con cuidado de no meter nada en ningún recipiente ni tirar nada. Miré al suelo unos segundos y seguí sin entenderlo, así que volví a mirar a Datsue, algo más sereno.
— Deberíamos haberlos matado a todos, varias veces, y colgar sus cabezas en estacas en el Valle del Fin, los muy traidores.
Mientras Nabi le respondía, Datsue aprovechó para tomarse el caldo mientras le asentía con la cabeza de vez en cuando. El caldo estaba rico, condenadamente rico, y ya que Eri no estaba para comerse el suyo, se lo acercó para hincarle el diente también. Después de todo, tirar la comida a la basura y malgastar el dinero estaba feo. Muy feo. Y no por ese orden, precisamente.
En un momento dado, el camarero trajo el pedido de Datsue: una cerveza para cada uno. El Uchiha se vació el vaso de agua de un trago y probó la nueva bebida.
—Meh… Prefiero la nuestra —comentó, más para sí mismo que para Nabi.
—Deberíamos haberlos matado a todos, varias veces, y colgar sus cabezas en estacas en el Valle del Fin, los muy traidores.
Datsue alzó una ceja, miró a un lado y a otro y se permitió respirar cuando comprobó que nadie parecía estar escuchándoles.
—No todos son así —dijo, con voz apagada y la mirada perdida en la espuma de la cerveza—. Aiko. Keisuke. Ellos… Ellos no son así.
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