Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Sora sonrió al ver la reacción de sus dos pupilos, incluso llegó a recordar cuando se conocieron con Yota y Juro, su primer equipo ninja. Ahora ya roto por las consecuencias de la propia vida. La muchacha enseño las palmas a los dos gennins al ver el entusiasmo que profanaban ambos.
— Bueno, bueno, tampoco nos dejemos llevar demasiado. Confío en los dos, pero quería que supierais a lo que nos podríamos enfrentar. Desconocemos a lo que nos enfrentamos, así que mejor esperarse lo peor.
Y tras aquello, los discursos del día habían acabado. Todo en aquella pequeña aldea de granjeros estaba listo y dispuesto para que, aquella misma noche, la fiesta de los asaltantes fuese lo más amarga posible.
— Bien, tómense el resto del día para desconectar y vayan pronto a las residencias de los ciudadanos acordados para montar guardia
La jōnin intentó bajarles un poco la emoción a los genin, pues no fuesen a dejarse llevar por ella. Ranko asintió.
”Esperarse lo peor. No es mi estilo… Pero Sora-sensei tiene razón. ¡Hay que ser cautos! Aunque sea un poco, creo…”
El resto del día y la tarde pasaron sin problema digno de mención. La de la trenza hizo caso a su maestra y aprovechó aquellas horas para descansar y pasar un ameno rato con sus compañeros. Tamanegiya Sairō les regaló un pequeño pero satisfactorio almuerzo temprano en la tarde. Antes de que se entretuvieran mucho con algo, el sol comenzó a caer y el cielo mostró los primeros tonos naranjas. Era tiempo de ir a sus posiciones.
—Creo… Ahm… Creo que es buena ho-hora para ir a con los granjeros. ¿No, Sora-sensei, Yota-san, Kumopansa-san?
Ella sabía que lo era, pero no podía partir sin permiso. Era parte de un equipo, ¿no? La jōnin tendría que quedarse allí, con Tamanegiya, mientras que el trío de genin iría por el camino. Yota y Kumopansa se quedarían con Kitate, mientras que Ranko seguiría hasta el final de la zona, al huerto de Soijō. Los nervios comenzaron a hacer de las suyas en la mente y el corazón de Ranko.
La tarde transcurrió con normalidad, incluso Tamanegiya Sairō se tomó la molestia de darnos un poco de almuerzo, haciendo gala de su hospitalidad que había ido exhibiendo a lo largo del día. Al final, la noche empezaba a asomarse y aquellos tintes anaranjados en el horizonte alarmaban de ello. era el momento de empezar con el trabajo.
—Creo… Ahm… Creo que es buena ho-hora para ir a con los granjeros. ¿No, Sora-sensei, Yota-san, Kumopansa-san?
Ranko fue la primera en hablar en voz alta. Pero estaba en lo cierto.
— Sí, Ranko-chan tiene razón
— Ya le dije que estos ninjas son de mi absoluta confianza, Sairō-dono. Son responsables y resolutivos. Bien pues, todo el mundo a los puestos acordados y si llegan los asaltantes antes de hacer nada avisad al resto
— ¡Sí, sensei!
Kumopansa asintió mientras yo hacía una reverencia y, junto a Ranko, nos fuimos de la residencia de los Tamanegiya donde se iba a quedar Sora a hacer guardia. Pronto nos separamos de nuevo, puesto que uno iba al sur de la aldea y el otro al norte.
— Buena suerte, Ranko.-san
Le dediqué una sonrisa a la que esperaba que fuese mi compañera de equipo en el futuro y puse rumbo hasta el hogar de Kitate, donde Kumopansa y yo íbamos a establecer la guardia.
Después de una respetuosa reverencia entre todos, los genin dejaron a la jōnin en el huerto de Tamanegiya y siguieron por el camino. Habiendo pasado el día juntos, no hubo conversación sustancial durante el trayecto, pero se desearon suerte al despedirse en el codo del camino.
—A-a dar lo mejor de nosotros, Yota-san, Kumopansa-san. —Y con otra reverencia, Ranko continuó hacia el norte.
El huerto de Kitate era más pequeño que el de Tamanegiya, pero parecía estar en mejor orden. Era un terreno cuadrado perfecto, con una linda valla de madera blanca de apariencia recién pintada. A las tierras la acompañaba una casita de tonos rosas que contrastaba enormemente con la apariencia y actitud rudas de Kitate Miho. Había una mujer sentada en el pórtico, soplándose suavemente con un abanico. La mujer, adulta, pero de facciones jóvenes, inclinó la cabeza con extrañeza al ver acercarse a Yota.
—Cariño, creo que ya está aquí. —dijo al aire.
—Que entre, tiene manos para abrir. —Se escuchó la voz apagada de Kitate desde algún punto dentro de la casa.
La mujer suspiró y se levantó a pasos rápidos para abrir la puerta al genin y su araña.
—Mucho… —La mujer se detuvo en seco, sin apartar la mirada de Kumopansa. Luego alzó la voz de nuevo —. Ahm... ¿Miho? Trae una araña gigante. ¿E-es normal?
—Si es un chico rubio, sí. —sonó la voz otra vez.
—Ah. Mucho gusto, entonces —Les dedicó una profunda reverencia —. Soy Kyuichi Ao y esta es el huerto de Miho y mío. Eres… Ahm… Son de Kusagakure, ¿verdad? Pasen, pasen, que no tarda en caer la noche. Miho ya me contó de su plan. ¿Gustan algo de beber o comer?
Con expresión amable, la mujer se hizo a un lado para dejarles pasar. Esperaría para cerrar el portoncito detrás de ellos.
Tras despedirme de Ranko caminé durante una breve rato hasta llegar al que era el hogar del señor Kitate, quien se había ofrecido para acogernos y poder montar guardia. Antes de siquiera poder llamar a la puerta y avisar de mi llegada, una mujer de rasgos más bien jóvenes me dio la bienvenida y, mientras miraba extrañada a Kumopansa, alertó al señor Kitate con claras referencias de que era la mujer del hombre que nos iba a coger en su hogar para poder montar guardia durante aquella noche.
— Espero que nos ea un inconveniente la presencia de Kumopansa. Yo soy Sasagani Yota, un gusto —dije mientras hacía una reverencia.
— Prometo no molestar demasiado
«Eso tengo que verlo para creermelo»
— Oh, no se preocupe, ya hemos comido algo antes de venir y efectivamente, somos los ninjas de Kusagakure. Espero que podamos resolver todo esto esta misma noche
—Oh, no, ningún inconveniente, para nada —A pesar de verse un poco incómoda hablando con una araña, la mujer se notaba con ganas de ayudarles —. Bienvenidos, Sasagani-kun. Ku… Kumopansa-kun.
Apenas entrar a los terrenos, Kitate Miho apareció en la puerta de la casa, con una desgastada toalla pequeña secándose el cabello. Una yukata que se notaba la mar de fresca.
—También espero que quede todo resuelto esta noche. Estos ataques nos han tenido a todos en alerta constante, y eso no ha ayudado mucho.
—Hay que confiar en ellos, Miho. Están entrenados para eso, ¿no, Sasagani-kun? —Ao le apuntó con el abanico, sonriente —. Un poco de buenas vibras ayudará mucho en su misión.
Kitate Miho suspiró con pesadez mientras se cruzaba de brazos.
—No discutiré con tu optimismo, Ao. En fin. Estas son mis tierras, Sasagani. Hasta que todo esto acabe, puedes ir y venir a tu gusto, a excepción de nuestra recámara y la cocina, por supuesto. Y entre menos desastre hagas, mejor. Mucho que mejor si ese desastre es cero. ¿Entendido?
La mujer más joven golpeó a la más vieja en la cabeza con el abanico. La mayor se encogió de hombros y frunció los labios.
—No es manera de hablarle a quien viene a ayudarnos, Miho —Ao la regañó con firmeza, luego se volvió con tono amable al genin —. Puedes colocarte o moverte donde prefieras para vigilar, Sasagani-kun. Sólo ten cuidado con las plantas, ¿sí? Fue difícil recuperar aunque fuese un poquito de la cosecha anterior. Si podemos ayudar de cualquier manera, o si se te ofrece un bocadillo a media noche, no dudes en llamar.
Miho gruñó entre dientes ante la oferta de su pareja. Las féminas le dedicarían sendas reverencias a Yota (con claras diferencias de intensidad) y luego entrarían a la casa, dispuestas a tener una cena muy breve antes de dormir.
—También espero que quede todo resuelto esta noche. Estos ataques nos han tenido a todos en alerta constante, y eso no ha ayudado mucho.
—Hay que confiar en ellos, Miho. Están entrenados para eso, ¿no, Sasagani-kun?
Asentí con la cabeza ya desde el interior del hogar.ç
—. Un poco de buenas vibras ayudará mucho en su misión.
—No discutiré con tu optimismo, Ao. En fin. Estas son mis tierras, Sasagani. Hasta que todo esto acabe, puedes ir y venir a tu gusto, a excepción de nuestra recámara y la cocina, por supuesto. Y entre menos desastre hagas, mejor. Mucho que mejor si ese desastre es cero. ¿Entendido?
Sin embargo, quedó claro que la mujer que me recibió en la puerta si estaba por la labor de tener una actitud positiva, mientras que la otra, estaba situada en el otro extremo, el del negativismo. La verdad es que no quería ponerme entre ambas reuniendolas en un mismo punto, no era mi labor y tampoco la de Kumopansa. Mientras nos apoyasen y nos dejaban actuar, todo eestaría bien.
—No es manera de hablarle a quien viene a ayudarnos, Miho —Ao la regañó con firmeza, luego se volvió con tono amable al genin —. Puedes colocarte o moverte donde prefieras para vigilar, Sasagani-kun. Sólo ten cuidado con las plantas, ¿sí? Fue difícil recuperar aunque fuese un poquito de la cosecha anterior. Si podemos ayudar de cualquier manera, o si se te ofrece un bocadillo a media noche, no dudes en llamar.
— Está bien, tendré cuidado. Dejenlo en mis manos —dije con convencimiento— Seguro que esta noche acaba todo. Si necesitan algo de mí no duden en hacermelo saber
— ¿Dónde deberíamos ponernos para vigilar...?
Kumopansa había empezado ya con su análisis del terreno.
Ao sonreiría antes de entrar, mientras que Miho sólo inclinaría la cabeza levemente, ante el comentario de Yota. Ambas estaban agradecidas y confiaban en el shinobi, aunque una no lo demostrara abiertamente.
Y así, con el reconocimiento del terreno por parte del arácnido, comenzó la guardia.
La noche comenzaría a pasar. Justo antes de dormir, Ao se acercaría a Yota, a donde sea que se estableciese, y le daría una bandeja con cuatro mochi. Se despediría una vez más e iría a dormir. Se escucharía un par de animalejos alrededor del huerto, y Yota podría ver a un mapache en las cercanías, aunque no le prestaría mucha atención al plantio. Algún ave ulularía en la distancia. Algún zumbido de insecto pasaría al lado del genin cada tanto. La luna dejaba apenas ver todo aquello que no estuviese cubierto por el manto de follaje que rodeaba la granja y bordeaba el camino. Un poco antes de medianoche, por alrededor de media hora, si Yota miraba en dirección a la casa, vería el rostro de Miho entre las sombras, intentando hacer una parte de la vigilancia desde dentro para no levantar sospecha.
Sin embargo, fue alrededor de las dos de la mañana cuando algo realmente fuera de lo común sucedió. Muy lentamente, una finísima niebla comenzó a surgir de entre los árboles detrás del huerto. Era apenas notable, y el genin rubio sólo se daría cuenta de su existencia al ver el reflejo de la luz de la luna flotando sobre la valla del huerto. Se comportaba como neblina, pero era tan delgada que parecía ser más una masa de burbujas comiéndose el paisaje con su traslúcida superficie.
— Serà mejor que nos repartamos las zonas de vigilancia
La araña asintió ante la idea.
— Bien, tu vigila la entrada desde algún ventanal. Ahí está bien. Yo vigilaré el otro lado
Y así fue. Kumopansa se puso en aquel ventanal, observando la calle y sus proximidades mientras que yo prestaba atención del huerto y, básicamente, de lo que se iba cociendo en el patio interior, lugar en el que estaban todos los frutos plantados y que, al parecer eran el objetivo de los agresores.
Las primeras horas fueron bastante monótonas. No obstante, una de las mujeres, antes de irse a dormir tuvo el detalle de subirnos algo de comida, la cual agradecí con una reverencia. Después, degustamos aquellos mochis.
Pero entonces, de pronto, la luna me advirtió de algo que no esperábamos.
— Joder, ven aquí, ¿qué cojones es eso?
Señalé con el dedo aquella nube que se adentraba en el huerto, la cual Kumopansa no tardó en advertir
— Pues... yo diria que o bien un pedo gigante o bien una técnica de camuflaje algo rudimentaria...
Chasquee la lengua.
— Mierda, mierda... Vale, ve a avisar a Sora-sensei y a Ranko-san. Yo... trataré de entretenerlos
Abrí la ventana desde la que estaba apostado y arroje mi fuuma shuriken directo a la neblina que se fue adentrando. Luego salté hasta el patio del huerto.
26/05/2020, 00:46 (Última modificación: 29/05/2020, 00:05 por Sagiso Ranko. Editado 2 veces en total.)
La cuchilla voladora se internó en la neblina como si fuese luz y no vapor, cortó una parte de la valla y se clavó en un árbol. Pronto, Yota, quien había saltado hacia la acción, se vio envuelto en aquella niebla. Todo el huerto, de hecho, no tardó en quedar cubierto por ella.
El rubio comenzó a ver cosas, sombras apenas notables con el rabillo del ojo. Si intentaba enfocarse en alguna de aquellas figuras humanoides, ésta desaparecía. Lo único que podía percibir era que vestían ropajes oscuros y se movían silenciosamente a altas velocidades alrededor del chico. Escucharía un levísimo e intermitente murmullo ininteligible que parecía brotar de la neblina misma. Un instante después, se le sumarían, amortiguados, el sonido de la tierra moviéndose y el una hoja de metal siendo removida de la madera.
Pero Yota no recibiría ningún ataque ni podría ver nada preciso.
Siendo sinceros, la verdad que tenía que tratarse de una artimaña refinada y empezaba a pensar de que aquellos desgraciados no eran unos malhechores de poca monta. Sino que todo lo contrario, sabían perfectamente lo que se hacían como si hubieran estado concienzudamente entrenados.
«¡Tengo que ganar tiempo, maldita sea»
Apreté mis puños al mismo tiempo que escuchaba aquel ruido metálico, aquellas figuras humanoides... Al acercarme desaparecían. Y entonces un murmullo, parecía que estaban disfrutando de su show. Pero lo que no sabían es que se estaban metiendo con el hijo puta equivocado.
«¡Ugh!» logró distinguir Yota entre aquella extraña niebla. Luego una sombra que el chico reconocería como su fūma shuriken se acercaría volando. Sin embargo, el arma caería pesadamente a varios metros de él y rodaría hasta perderse entre las sombras, como si quien lo lanzó no hubiese podido hacerlo bien.
«Diantres...»
«¡Cállate y cava!»
Las voces, indistinguibles una de la otra, eran apenas audibles, como si vinieran de la lejanía, desde dentro del bosque, pero a la vez Yota podía percibir movimiento cerca de él. Si los bandidos estaban en el huerto, no podía distinguirlos a través de aquella extraña neblina. Las sombras seguían fluyendo a su alrededor como si de un mal sueño se tratase.
Aquellas voces ignoraron lo que el rubio decía, y susurraron entre sí.
«¿Y ahora?»
«Dale con la pala y ya.»
Si lograba contenerlos un poco más, la jōnin pelirrosa no tardaría en hacer acto de presencia en el huerto. Pero hasta entonces, Yota estaría rodeado de enemigos ocultos.
Estaba resultando tremendamente tedioso. No podía alcanzar aquellos tipos que al mismo tiempo iban siguiendo la orden del que parecía ser su cabecilla, el cual les indicaba que siguieran cavando. Estaban tratando de huir bajo tierra, pero...
«¿Cómo mierdas los alcanzo si se disipan en la puta niebla?»
Eran segundos vitales para tratar de ganar tiempo y de pronto una bombilla se encendió en mi cabeza en forma de una gran idea. Al menos en aquel momento parecía una gran idea.
Avancé hacia adelante y en cuanto visualizase una figura más lanzaría una de mis telarañas y luego una segunda para asegurarme de que daba en el objetivo.
¤ Senpō: Kuromibōjin no Shiruku ¤ Arte Sabio: Seda de la Viuda Negra - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos:Senjutsu 20 - Gastos: 6 CK/telaraña (1 telaraña cada 10 puntos en Senjutsu, máximo 5 telarañas) (divide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:(Senjutsu 50) Se pueden redirigir las telarañas y hacerlas girar un máximo de 90 grados - Carga: 1 - Velocidad: Instantánea (creación), Rápida (velocidad de movimiento) - Alcance y dimensiones:
Sencilla creación de hilos de telaraña, estas pueden ser originadas o bien por los dedos de la mano o bien escupidas por la boca y puede llegar a alcanzar algo que esté a 10 metros. Al estar reforzadas en chakra tienen una resistencia digna de mención, siendo capaces de resistir el peso del usuario sin romperse. Aún así, cualquier daño por sección partirá en dos el hilo de telaraña. Resultan ser de increíble utilidad, desde apoyo para movimientos complicados y cabriolas hasta para sujetar un enemigo o la extremidad de este, para desestabilizarlo o hacerle mover en la dirección deseada. Las telarañas tienen la misma resistencia que cualquier otra telaraña y si es expuesta a cualquier fuente directa de fuego se quemará. Por otra parte, una vez se deje de aplicar chakra en ellas serán totalmente inservibles.
(Senjutsu 50) Alcanzado cierto nivel de maestría se puede cambiar la dirección de la telaraña al aplicar un impulso de chakra (5 CK).
Kumopansa puede utilizar esta técnica pero solo con tareas de apoyo, nunca para desestabilizar enemigos..
El primer disparo atravesaría la sombra y desaparecería en la neblina.
«¡Agh! ¡No! ¿Pero qué es...?»
La segunda telaraña impactaría con la misma persona. Habría un golpe y un quejido más, y la neblina comenzaría a desvanecerse. De repente, acabada la ilusión, Yota podría ver, iluminada por la luz de la luna, la escena que en realidad estaba sucediendo:
Había cuatro personas, delgaduchas, todas ataviadas con ropas sencillas, de color gris o azul muy oscuro, con bandanas de tela y cubrebocas a juego. Dos estaban a sendos lados del ninja, a algunos metros de él, excavando en la parcela y metiendo las hortalizas en cajas que tenían a sus lados. Parecían escoger algunas por sobre otras, fijándose en sus raíces. Un tercer bandido estaba a dos metros de Yota, con una pala alzada sobre su cabeza, con la intención de golpear al rubio; sin embargo, la desaparición de la niebla lo había sorprendido al punto de dejarlo brevemente paralizado, con los ojos como platos. El cuarto bandido estaba de bruces, inconsciente al lado de la cerca. Parecía haber perdido el equilibrio por la telaraña, caído y golpeado su cabeza justo sobre uno de los maderos. A su lado, pegado a su cuerpo con seda de araña, había un pergamino con marcas, de aquellas usadas para sellar técnicas.
—Aaah… Demonios… —dijo el de la pala, pesadamente —. ¡Tomen lo que tengan y volemos!
El hombre, de poco más de veinte años, se acercaría rápidamente para intentar darle un palazo a Yota en la cabeza, con la parte plana de la herramienta. Los otros dos, frenéticos, tomarían cuanta hortaliza hubiesen desenterrado, y las pondrían en las cajas velozmente. Aunque claro, sus manos no eran muy rápidas que digamos.
Y entonces, ¡Bim! la ilusión desapareció tras impactar en su ejecutor, el cual al verse sorprendido se cayó y no se levantaría del suelo.
— No pensarías pillarme a mí en un genjutsu, ¿verdad? No esperábais cazar al gran Sasagani Yota de Kusagakure, ¡¿verdad?!
Ni rastro de Sora, Kumopansa o Ranko. Seguía estando solo y, tras comprobar que el tipo inicial seguía en su lugar en el suelo, vi un par más uno a mano derecha y el otro a mano izquierda recogiendo las hortalizas y colocandolas en cajas, otro, un poco más cercano amenazaba mi integridad física con una pala alzada que pretendía derribarme con un potente golpe en la cabeza.
Pero el tipo, poco acostumbrado a verselas con tipos adiestrados como éramos los ninjas, se paralizó el tiempo necesario para que pudiera reaccionar.
Un simple sello de menos y clavé la mirada en mi rival.
— Ninpou: Sasagani no Hōyo
Mi trenza ganó volumen y mucho tamaño, en Realidad creció hasta el punto de que parecía moverse sola y, tras esquivar el palazo predecible del tipo, le agarro por el mismo brazo de la pala y entonces fue mi cuerpo el que se movió, realizando un giro rápido de 180 grados para después arrojarlo de tal forma que acabaría golpeando a uno de los otros dos. De nuevo, sellos de mano, y escupí de mi boca una baba de un color dorado que no tardaría en apresar a los dos tipos en cuestión, dejandolos fuera de huida o combate durante un tiempo.
— Bueno, ahora que nos hemos quedado solitos podemos resolver el tema este de robar a la gente de esta aldea —dije, mirando al único tipo que quedaba en pie.
Estado de Yotita
• PV:
200/200
–
• CK:
184/240
–
-12
–
-20
–
-24
–
Regeneración de chakra impedida
–
• PV Kumopansa:
60/60
–
• CK Kumopansa:
80/80
–
Fuerza: 40
Resistencia: 40
Aguante: 40
Agilidad: 60
Destreza: 50
Poder: 60
Inteligencia: 40
Carisma: 20
Voluntad: 40
Percepción: 50
Portaobjetos [Muslo derecho][9/10]
Hilo shinobi (30 metros)
Kemuridama x1
Hikaridama x1
Pack de 5 cascabeles
Sello explosivo clase C x1
Shuriken x2 (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo)
Esposas supresoras de chakra
Juego de ganzúas
Kumo no Kaori
Fuuma Shuriken x1 25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto(En el cinto por el costado izquierdo)
Ninjato (15 PV/golpe con mango o vaina, 20 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 40 PV/penetración)(en horizontal en la parte trasera del cinto)
¤ Senpō: Kumodan ¤ Arte Sabio: Bala de araña - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:Senjutsu 20 - Gastos: 6 CK por proyectil (máximo 5) - Daños: 10 PV por proyectil - Efectos adicionales: - - Sellos: Mono → Tigre → Dragón → Buey - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Miden 0,5 metros de diámetro y recorren 10 metros antes de disiparse
Tras la realización de sellos el usuario es capaz de escupir hasta 5 bolas de telaraña compacta con la que golpear a sus enemigos. Está técnica, a diferencia de otras, tiene una gran versatilidad estratégica,
pudiendo usarse no solo como principal ofensiva, sino que también como distracción, por lo que sus usos en el campo de batalla son infinitos. Las balas de telaraña realizan un dolor muy localizado al impactar, aunque su daño es más bien leve. Dichos proyectiles viajarán siempre en línea recta y se desharán tras haber recorrido 10 metros o hasta que impacten con algo.
Alterador (Nachuraru pate): Buscando ampliar los usos de la técnica, Yota ha desarrollado una variación de esta para su uso fuera de combate. Creando proyectiles más pequeños (10cm de diámetro) y menos resistentes que, al impactar con algo no causarán daño pero quedaran pegados sobre lo que hayan golpeado creando un pequeño tapón, como cuando rellenas un hueco de masilla. El tapón durará un turno completo aunque se puede arrancar fácilmente.
Kumopansa es capaz de utilizar esta técnica con una Carga:4.
¤ Ninpou: Sasagani no Hōyō ¤ Arte Ninja: Abrazo de los Sasagani - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos:Ninjutsu 50 - Gastos: 20 CK (Impide Regeneración de Chakra) - Daños: 12 PV + (Poder/10) (Ver Descripción) - Efectos adicionales: Endurece el cabello, desvía armas arrojadizas pequeñas - Sellos: Sello especial de los Sasagani - Velocidad: Muy Rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo, 1 metro
Esta técnica, transmitida de generación en generación entre los Sasagani, resulta ser de lo más versátil y su obtención suele indicar que el usuario ha alcanzado la madurez y por tanto se le considera dentro de la familia como un adulto.
Acumulando chakra en su trenza, el usuario es capaz de endurecer sus cabellos de tal forma que esta se convierte en algo así como una extremidad más, alargándose un poco y alcanzando el metro de longitud, pudiendo agarrar y golpear. Los cabellos adquieren una dureza parecida a la del acero, aunque no será como tal pues, por ejemplo, el tajo de una katana romperá la coleta y anulará la técnica, pudiendo detener el avance de armas arrojadizas pequeñas (Kunai, shuriken, etc...) pero a su vez mantienen la flexibilidad propia de un cabello para así poder utilizarla a su antojo. Comparten la fuerza de su usuario de tal manera que siempre que haya que hacer comparaciones se tomará la inteligencia del usuario para sustituir la destreza y el poder para sustituir la fuerza.
¤ Senpou: Nenkin no Yodare ¤ Arte sabio: Baba de oro líquido - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos:Senjutsu 30 - Gastos: 24 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Atrapa al enemigo durante 2 turnos - Sellos: Dragón → Mono → Carnero - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: A distancia, 10 metros. El proyectil mide medio metro de diámetro.
El usuario concentra el chakra en su garganta para luego lanzar un proyectil en forma de escupitajo que se va expandiendo a medida que vuela con el objetivo de atrapar al objetivo en esta masa de oro líquido que busca inmovilizar de forma parcial al enemigo. La baba mide, en el momento del impacto un diámetro de medio metro y se adherirá a cualquier tipo de superficie, ya sea pared, suelo o techo durante 2 turnos, pudiendo dejar a la víctima expuesta a nuevos ataques. Si se conoce la técnica con anterioridad se puede aplicar chakra en los pies para evitar quedar atrapado. El proyectil viajará como máximo 10 metros antes de ser disipado o hasta que impacte con algo.
Kumopansa es capaz de usar esta técnica en una versión en la que su tamaño es reducido a la mitad, al igual que el gasto de chakra, por tanto se gastan 12 CK y mide 25 cm y con una carga:3.