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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Rin ladeó un poco la cabeza desde su posición, moviendo muy ligeramente uno de sus hombros.

Estoy bien, tan solo me golpeo en los brazos cuando lo bloquee; más allá de un leve ardor por el impacto que sentía antes, estoy bien — respondió mirándose el brazo. — No creas que con toda tu amabilidad espontánea te vas a librar de otro viaje en tren; ahora sí que hay motivos para que no hagas una caminata tan exhaustiva.
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Sora rio levemente al ver a Rin usar sus heridas como excusa para coger el tren.

Si no puedo caminar hasta la villa tampoco puedo caminar hasta el tren. ¿Me llevarás en brazos todo el camino? — bromeó tapandose levemente la cara con la chaqueta de Rin.
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Sora ni siquiera protestó por la idea de tener que volver a tomar el tren.Rin por su parte se encogió de hombros, hundiéndose ligeramente en el sofá, sonrojándose un poco y mirándola con un leve rubor, arqueando la cabeza hacia atrás.

Que remedio... — Respondió levemente ruborizada, con una expresión de desagrado que no reflejaba del todo sus sentimientos.

Aunque para eso, primero tendría que tenerlos en orden y entenderlos un poco. N
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Mi caballera de brillante armadura...— murmuró para sí mientras cerraba los ojos.

No volveria a decir nada más. De hecho, se quedaria dormida respirando profundamente con la chaqueta de Rin encima.

Tengo un par de camisetas viejas, pero tal vez no sean apropiadas para vosotras. — dijo la mujer de pelo anaranjado entrando con dos camisetas negras dobladas en sus manos.
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Por suerte para Rin, no escuchó esas últimas palabras. Cuando la chica volvió a entrar, Rin se levantó lentamente para acercarse a ella y tomar lo que le estaba ofreciendo.

Está bien, con una será suficiente — dijo mirando las camisas momentáneamente antes de volver a mirarla. — Nos quedaremos aquí un poco, siento abusar de tu confianza, pero no me fio de ella. ¿Puedo ayudarte de mientras en algo? Estoy abusando demasiado de tu confianza y buena fe, déjame pagártelo de algún modo.
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La mujer la miró con ternura.

Con que no me mencioneis a vuestra villa, me vale. No iba a dejaros morir cuando habeis salvado el pueblo. — le dijo con sencillez. — Por cierto, si queréis coger el tren nocturno deberiais ir saliendo.

Cuando Rin desdoblara la camiseta vería que tenia unas letras grabadas en el frente "Maravilla de Onindo" y un monton de estrellas alrededor.
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¿Porque iba a hacer algo así? — pregunto ligeramente confusa, antes de chasquear la lengua por la advertencia de que debían darse prisa. — Tsk, está bien...

Respondió volteándose, para ir a donde estaba Sora, desdoblando la camisa por el camino, dejando escapar un suspiro y poniendo una mala cara para voltearse a la chica.

¿Había otra más, verdad? — dijo yendo a desdoblar la otra.
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La chica sonrió algo nerviosa enseñandole ella misma la camiseta que sostenia entre manos. "Inspecciones ginecológicas gratuitas. Soy doctora."

Tuve una juventud movida. Le dejaria una de mi madre, pero creo que lo suyo es hasta más inapropiado. — dijo encogiéndose de hombros y esperando que Rin decidiese.
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Rin la miró sorprendida, pero entrecerrando los ojos con cierta incredibilidad, extrañeza y algo más que no sabría muy bien como definir.

Ya... Aaahm... Me... Quedaré mejor con la primera... — Dijo observándola todavía un poco antes de volver a acercarse a Sora.

Una vez a su lado, le acariciaría el hombro para intentar que se despertara.

Sora, despierta. No podemos tardar mucho más o perderemos el tren de vuelta — menciono en un tono bajo mientras la zarandeaba con ligereza.
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La chica solo hizo una mueca, pero no dijo nada. Sora por su parte se despertaria al instante cuando le agitara el hombro.

Sí, vámonos, que esa amable señorita tendrá cosas que hacer. — dijo levantandose y estirándose como si nada.
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Rin se quedó extrañada, ¿qué clase de reacción era esa al levantarse? ¿Había estado despierta todo el rato y se estaba haciendo la bella durmiente? Con ella todo era un misterio y confusión. Le pasó la camiseta, antes de tomar su propia chaqueta y ponérsela, dando unos suaves tirones en la parte más alta de esta una vez se la hubiera colocado.

Ponte esa camiseta, cuando lleguemos al tren... Bah, para lo poco que es el trayecto tampoco podré pegar una buena cabezada... Supongo que ya me esperaré a llegar a casa — se rascó la nuca, chasqueando la lengua.
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Sora asintió y se puso la camiseta sin siquiera mirarla.

Muchas gracias por todo, le devolveremos la camiseta lo antes posible. — dijo haciendole una reverencia a la chica pelinaranja.

No hace falta, ya no la uso, puedes quedartela.

Oh, gracias. No suelo vestir camisetas, pero supongo que podré usarla para misiones. — dijo despidiendose y dirigiendose a la puerta, aún sin dedicarle una mirada a la camiseta.
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Sora no parecía lo más mínimamente afectada por llevar esa ropa puesta, pero eso no quitaba que daba un poco de vergüenza ajena para quien fuera a su lado. Rin se despidió con una leve inclinación y después moviendo con ligereza la mano.

Gracias por todo, de verdad — respondió con la idea de empezar a estudiar los primeros auxilios, nada más llegará a casa.

Cerró la puerta, y encaró a Sora con una expresión dubitativa en el rostro. ¿Debía darle su chaqueta y que la llevara puesta hasta arriba para evitar que se viera lo que ponía en aquella camisa prestada? Suspiró, con una pequeña idea para intentarlo, Sora a veces parecía bastante inocente en los ámbitos más mundanos y en los que fallaba de conocimientos, así que por intentarlo no perdía nada.

Sora, me ha dicho que debes permanecer abrigada por lo que te ha pasado; asi que... — Se volvió a quitar la chaqueta para ponérsela encima a Sora, y subirle la cremallera entera una vez colocara las mangas en su sitio.
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Sora estaba observando el destrozo que habían causado con su pelea ahora que estaban en la calle. Un edificio tenía una brecha que parecía comprometer su estructura y la zona de picnic había quedado completamente destrozada por su breve intercambio.

Cuando Rin le dio la chaqueta, se giró a mirarla, poniendosela como si nada.

Ya veo, será dificil porque mi temperatura corporal siempre es baja de por sí. Pero gracias. — una vez con la chaqueta puesta la olfateó, olia a frito del restaurante. — Qué bien huele. ¿Sabes que me haría entrar en calor? Una empanadilla picante.
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Aquella idea le arrancó una leve risa a Rin. ¿De verdad? ¿Es que solo pensaba con el estómago o que le pasaba?

Puede que con suerte lleguemos a tiempo cuando estén a punto de cerrar — después se volteó, pero Sora podría ver que la sonrisa de Rin no parecía desvanecerse. — ¿Guías de nuevo la marcha? Yo no presté mucha atención al camino.
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