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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
La rubia se hizo de rogar pero, finalmente, apareció en la sala en la que ya se encontraban todos comiendo de aquel delicioso plato de arroz con curry, incluso Riko, aunque éste, a pesar de estar sumamente hambriento comía con calma, tratando de esperar a su compañera de misión.

—Buenas noches. Disculpen pero, ¿Me permitirían usar el baño? —

Rápidamente la mujer, que parecía sumamente amable hizo el amago de levantarse, mientras explicaba la ubicación del aseo y se ofrecía a acompañar a Koko, por si necesitaba ayuda en algo, aunque el peliblanco dudaba que fuera a aceptar el ofrecimiento, sobre todo teniendo en cuenta la actitud de la kunoichi, que sospechaba de ellos.

El Senju miraba la escena de reojo, mientras se llevaba una nueva cucharada del plato a la boca, ya se había enfriado bastante y no iba a dejar que su plato se enfriara del todo.

Fu-san, ¿de qué se conocen ustedes? — Preguntó repentinamente el peliblanco, tratando de averiguar algo sobre los allí presentes y de los que tanto desconfiaba Koko.
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#62
—Oh, no se preocupe, no hace falta —le dijo esbozando una cordial sonrisa y dedicándole una rápida reverencia a modo de agradecimiento.

Con algo de suerte aquello era suficiente para lograr que la mujer se quedase en su sitio y consiguiese así algo de privacidad. ¿Privacidad dije? Más bien quería mantenerse alejada de la comida y de cualquier tipo de servicio que aquellos que vivían allí pudieran ofrecerle.

Sin más preámbulos, la pecosa se dirigió hacia la escalera tal y como le habían indicado y directo a la primera puerta que hallase a su izquierda. Eso sí, tocaría antes de entrar, no sea cosa que hubiese alguna otra persona que no hayan tenido la gracia de conocer.
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#63
El distanciamiento entre ambos genins se hizo palpable cuando ni intercambiaron una mirada estando en la misma sala. Riko estaba concentrado en aprovechar que la comida aún estaba recordando haber estado caliente, en una temperatura lo suficientemente alta como para que no se pudiera considerar frío todavía.

Como el peliblanco había previsto, Koko rechazó la oferta de la mujer de acompañarla y se dirigió ella solita escaleras arriba. En la mesa, el cabeza de familia avasallaba al niño que podíamos suponer que es retoño suyo, a preguntas sobre el estado de los caballos y si había dejado todo en orden, tras una serie de síes y de asentimientos con la boca llena, pareció que dejaban ese tema. Momento en que Riko intercedió para abrir otro frente.

Fu-san, ¿de qué se conocen ustedes?

El solicitante de la misión fue a abrir la boca timidamente para contestar al shinobi cuando su amigo se le adelantó.

¡Hombre! ¿No esperaras que el mejor comerciante pobre y el peor establero rico no se conociesen? Al principio me daba un poco de mal rollo. Míralo. — dijo señalándolo de arriba a abajo — Todo andrajoso, tenía toda la pinta de irse a primera hora de la mañana sin pagar, y seguramente habiéndote pegado alguna enfermedad de nombre impronunciable. Pero, como podrás comprobar, no nos abundan los clientes ni el dinero. Así que hay que cuidar hasta al más antihigienico de los clientes.

Pues es eso, de quedarnos algunos viajes a pasar la noche o la tormenta.

Añadió antes de volver a centrarse en la comida. La conversación restante giró entorno a algún comentario positivo sobre el plato o la sugerencia por parte de Fu de probar con alguna que otra especia que él podía proporcionarle para añadir un toque de sabor adicional, a lo que la señora de la casa le contestó que si podía traerle un poco para probar ella encantada.
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Koko picó con los nudillos en la puerta del baño que se abrió levemente por la fuerza ejercida por ella misma, dejando claro que no había nadie dentro. Cuando encendiera la luz con el interruptor que había al lado de la puerta podría ver que el baño era tan ostentoso como el resto de la casa, es decir, nada de nada. Lo más sencillo y cómodo posible. Era un espacio lo suficientemente amplio para albergar una ducha, un inodoro y un lavabo o pila para limpiarse las manos, todo separado entre ello para la comodidad más absoluta, dentro de lo sencillo y barato.

En el cuarto de baño había papel, toallas, algunos jabones y colonias y demás cosas típicas. Incluso un saquito con sales de baño que rezumaban un olor a una flor especifica que Koko no era capaz de reconocer e inundaba la estancia. Y ya está, ahí estaba el baño y ahí estaba ella.
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#64
¡Hombre! ¿No esperaras que el mejor comerciante pobre y el peor establero rico no se conociesen? Al principio me daba un poco de mal rollo. Míralo. Todo andrajoso, tenía toda la pinta de irse a primera hora de la mañana sin pagar, y seguramente habiéndote pegado alguna enfermedad de nombre impronunciable. Pero, como podrás comprobar, no nos abundan los clientes ni el dinero. Así que hay que cuidar hasta al más antihigienico de los clientes.

El peliblanco no pudo evitar que le saliera una ligera sonrisilla al escuchar la explicación del establero, no era precisamente la respuesta que esperaba, quizás de una amistad de la infancia o algo por el estilo, pero al fin y al cabo era una respuesta que parecía real, por lo que quedó conforme, y, dado que no había mucho más en lo que ahondar, se dedicó a comer, hasta vaciar el plato.

Esto estaba buenísimo, ¿eh? Le agradezco su hospitalidad. — dijo el muchacho mirando a la mujer mientras colocaba una servilleta con cuidado en la mesa tras usarla.

El joven uzunés esperaría hasta que todos los comensales hubieran terminado de comer, como gesto de cortesía por lo que se quedó allí sentado mirando la situación en la que se encontraba.
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#65
Un golpe, dos y… la puerta se abrió.

¿Por qué?

Estaba abierta, y ella ni cuenta se dio.

O sea, si la puerta está abierta, ¿para qué llamar? Es obvio que no hay nadie, y si lo hay seguramente no esté haciendo de sus necesidades, ¿cierto?

El asunto es que el baño estaba desocupado hasta que la pecosa ingresó. Obviamente, tras encender la luz.

Aquel cuarto era jodidamente normal, no había nada fuera de lugar y tras un vistazo rápido la rubia se encerró allí mismo, echando pestillo o llave, lo que tuviese disponible —si es que lo tenía— para asegurarse que nadie llegaría a molestar. Aunque claro, ¿ahora qué hacía? No tenía ganas de nada y no le parecía correcto ducharse sin la autorización de los dueños de la vivienda.

«Encima Riko ha de estar comiendo »pensaba la kunoichi mientras tomaba asiento en el retrete, habiendo bajado la tapa primero. Sencillamente para pensar lo que hacer, no para atender a alguna necesidad. «Entonces… ¿cómo hago para revisar la mercancía de Fu? Algo ilegal tiene ahí »pensaba mirando fijamente a la pared.

Tenía que haber un buen motivo para que el dueño de los establos se asustase al ver shinobis, ¿pero qué?
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#66
Su cliente y el hombre de la casa se dedicaban a intercambiar palabras en un tema centrado en las anecdotas familiares de cada uno, hablaban de sus hijos y de sus mujeres, aunque generalizar es algo incorrecto, básicamente el establero relataba y el mercader contestaba brevemente o asentía sin más. Además, lo que estaban bebiendo ellos era improbable que fuese agua, con lo cual la conversación se acaloraba cada vez más.

Esto estaba buenísimo, ¿eh? Le agradezco su hospitalidad.

Gracias, cariño, pero... ¿podrías ir a ver si tu amiga está bien? Parecía preocupada por algo y yo no quiero ser indiscreta así que lo mejor será que te asomes tú.

Le contestó mientras empezaba a recoger la mesa, el único que seguía comiendo era el niño que parecía estar haciendo todo su esfuerzo por acabarse su plato, los dos adultos charlaban y reían ahora ambos más animados. Riko se sentía bien, algo cansado pero la comida le había sentado bien en el estomago. Debía decidir qué hacer con su compañera.
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Koko se encontraba encerrada en el cuarto de baño pensando en la opción razonable y probable de que su cliente les ocultase algo. Sin embargo, sopesó que si les había contratado aquel hombre sería por algo y era improbable que ese algo fuese que quería sus organos.

Tal vez incluso los traficantes necesiten protección de vez en cuando.
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#67
Gracias, cariño, pero... ¿podrías ir a ver si tu amiga está bien? Parecía preocupada por algo y yo no quiero ser indiscreta así que lo mejor será que te asomes tú.

La mujer parecía preocupada, aunque no más que el propio Riko, que se estaba empezando a preocupar por el comportamiento de su compañera que, desde luego, no era el apropiado para evitar levantar sospechas.

Esto... Sí, tiene razón, no se preocupe, yo me encargo, ha sido un viaje largo y ha preferido hacerlo caminando... — Explicó el peliblanco. — Lo mismo hasta se ha quedado dormida. — Bromeó con una sonrisa en la cara mientras se levantaba para dirigirse al baño, donde esperaba que se encontrara Koko.

Una vez se encontró frente a la puerta, tomó aire y tocó a la puerta con suavidad, aunque lo suficientemente fuerte como para que la rubia le escuchara si se encontraba en el interior.

Koko, ¿estás ahí? La gente se está empezando a preocupar, ¿estás bien? ¿Quieres que hablemos y me cuentas lo que pasa? — El genin no quería que nadie les escuchase, por lo que decidió hablar en el tono más bajo posible para que solo la rubia le pudiera escuchar mientras vigilaba que nadie llegaba.
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#68
La mercancía estaba en los establos, sin ningún tipo de vigilancia, pero para llegar hasta allí necesitaba o la llave o bien, la ayuda de alguien que no tuviera problemas para meterse a través de una ventana. «Podría intentar romper la cerradura, pero sería demasiado obvio »pensaba la pecosa bastante frustrada.

Fue entonces que la respuesta a su dilema llamó a la puerta… literalmente, porque Riko seguramente se podía meter por esa ventanita.

La kunoichi se levantó, abrió la puerta de golpe, tomó al de cabellos blancos por la camisa y lo obligó a meterse al cuarto de baño el cual cerró al segundo. Acto seguido, la fémina acorraló a Riko contra una pared, ubicando una mano a un lado de él y acercándose puede que demasiado para asegurarse de que el mensaje le llegaría bien.

—Esta noche vamos a ir a los establos y te vas a colar por la ventana, ¿entendido? —le dijo con una expresión de determinación que debería de dejarle en claro al chico que ella estaba hablando muy en serio.

Ah pero no le soltó, lo mantuvo allí contra la pared a la espera de alguna respuesta de algún tipo. No podía arriesgarse a dejarlo ir sin haber recibido el mensaje como corresponde o seguramente no tendría otra oportunidad de hablar con él en privado.
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#69

Lo único que tengo que decir es que no tengo nada que decir. Proseguid.
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#70
Nada más terminó de hablar, el peliblanco, casi de manera instantánea se encontraba en el interior del cuarto de baño, con la rubia excesivamente cerca e impidiéndole ir a ningún lado, por lo que se limitó a sostener la mirada y a escuchar lo que tuviera que decirle.

—Esta noche vamos a ir a los establos y te vas a colar por la ventana, ¿entendido? —


El peliblanco, que se había quedado bastante sorprendido solo pudo asentir enérgicamente en un principio, pero rápidamente, y una vez recompuesto de la sorpresa, se digno a hablar.

¿Estás segura de esto? Como nos pillen se nos puede caer el pelo. — Dijo tratando de mantener la calma.
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#71
El chico por suerte terminó donde ella quiso. Contra la pared y muy quieto para escucharla bien.

—¿Tienes alguna idea mejor? —le espetó sin más.

Siquiera se molestó en darle espacio como para que no se sintiese amenazado o invadido. Daba igual, al menos para Koko.
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#72
—¿Tienes alguna idea mejor? —

La rubia se había puesto demasiado seria de repente y aquello no terminaba de darle buena espina al Senju pero, aún así, eran compañeros de equipo y se fiaría de ella, si no, no podrían realizar esta misión con la falta de confianza que se crearía.

No, no tengo ninguna idea mejor, así que, ¿qué propones? ¿Vamos ya, o esperamos un rato? — Preguntó el peliblanco.
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#73
A veces la pecosa sentía que le tomaban el pelo. En serio.

—Esperaremos a que todos se hayan ido a dormir —le dijo casi que molesta por la pregunta.

Obviamente si iban a los establos ahora iban a llamar la atención de todos, inclusive darían chance a que metan algún tipo de excusa para que no lo hagan y en cualquier caso, ¿para qué querrían ir a los establos que estaban cerrados y sin pedirse la llave?

A pesar de todo, Koko al fin se dignó a alejarse, de esa manera el de cabellos blancos gozaría de cierta libertad, suficiente para salir del cuarto de baño y seguir con su vida.
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#74
Cuando Riko bajase se encontraría con que en la mesa solo quedaban los dos hombres bebiendo sake tranquilamente mientras charlaban como antes. La mujer, en cambio, esperaba su llegada mientras recogía todos los utensilios utilizados tanto para comer como para preparar la cena, y a un lado, esperando, había un plato de comida intacto.

¿Y bien?

Le preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación mientras se secaba las manos con un pañuelo. Preguntaba por el estado de su compañera.
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#75
—Esperaremos a que todos se hayan ido a dormir —

El peliblanco asintió, al fin y al cabo era algo que había dado por hecho, e instantáneamente la muchacha decidió que aquella charla había dado a su fin, por lo que se marchó, dejándole allí para que pensara en sus cosas.

«Desde luego que es algo rara esta chica...»

Y rápidamente se marchó del baño, bajando las escaleras para dar de nuevo al comedor, donde se encontraban su cliente y el hombre del establo, sentados ambos tomando sake, y la mujer que había recogido todo lo que habían utilizado en la comida.

¿Y bien?

El peliblanco se encogió de hombros, eso mismo le gustaría saber a él, pero no podía hacer más.

Está algo cansada, no se preocupe de más. — Alegó el joven, tratando de quitarle hierro al asunto.

Justo entonces decidió que sería buena idea salir a tomar el aire, a respirar tranquilo y a relajarse un poco después de aquel día de viaje, por lo que se dirigió a la calle y se sentó a la izquierda de la puerta, apoyando su espalda en la pared.
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