Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
31/05/2018, 20:45 (Última modificación: 31/05/2018, 21:41 por Uzumaki Eri.)
Un nuevo día en la aldea oculta de la lluvia. Un día donde al igual que muchos otros, llovería probablemente todo el rato, en mayor o menor intensidad. Sin embargo, aquel no era un día para quedarse en casa, no. Aquel era un día para llevar a cabo una misión.
Y esa clase de día solo iniciaba cuando uno recibía el pergamino con la información pertinente para poder arrancar a trabajar.
De modo que ahí se encontraba Manase Mogura, el mejor médico de Amegakure. Pateando gotas de lluvia y pisando pequeños charcos de agua con sus botas mientras caminaba debajo de su paraguas en dirección al edificio del Arashikage. En su cabeza no habían demasiados pensamientos, se debatía si el destino le haría pasar hasta el despacho de la mujer más fuerte de todo el país o si alguien simplemente le haría algún encargo más general.
No era un día particularmente ventoso, pero aún así, el médico se repasaba el peinado cada dos por tres, aunque no fuese necesario.
Al cabo de un rato de caminar, una serie de oni y otros demonios le recibirían. Mogura no reparó mucho en nada de eso, era simple decoración. Sin dudarlo un segundo, se adentró hacía el edificio.
Dejó su paraguas en el receptáculo dedicado a tal fin y tras llevarse una mano hasta la cabeza para arreglarse el peinado, realizó una ligera reverencia.
—Buenos días.
Diría una vez se acercase a la recepción, acompañando como siempre su saludo con una reverencia.
¡Eri al habla, tomando la misión C de Mogura como máster oficial!
Como todos los días de aquella interminable semana, el gemelo mayor —por unos escasos segundos— se encontraba tras la recepción del gran edificio de la Arashikage, con un codo apoyado sobre la mesa y su cabeza reposando sobre su mano mientras que la otra estaba sujetando un bolígrafo que escribía lentamente sobre el papel que estaba frente a él. Cada dos por tres suspiraba, y justo cuando Mogura entró por la puerta pudo ver como aquel Yuki —de apellido únicamente— volvía a suspirar.
—Buenos días.
El chico levantó su apenada mirada para encontrarse al médico saludándole con una reverencia. Parpadeó varias veces y recompuso su decaída postura a una mucho más recta.
—Buenos días, Mogura-san —saludó él, con cierto aire de tristeza en su voz —. ¿Qué le trae por aquí? ¿De nuevo necesita ver a Arashikage-sama? ¿Le han convocado? ¿O quizá busca algo de dinero? —cuestionó el mayor, apartando el bolígrafo y posando sus dos manos entrelazadas sobre la mesa, inclinándose sobre el médico —. Si es así, tengo la misión perfecta para ti, me la han encargado esta mañana.
Uno de los hermanos Yuki se encontraba presente esa mañana, como siempre. Si no era el Yuki rojo sería el Yuki verde, aunque no se diferenciasen con colores precisamente.
Al verle saludar, rompió su cómoda postura y enderezó un poco. Considerado gesto, cuanto menos.
—Buenos días, Mogura-san
Su voz sonaba un poco triste, pero el médico no reparó en ello. Yuki preguntó por el motivo de la presencia del shinobi en el lugar. Puntualmente en ese momento no precisaba hablar con la Arashikage. Y tampoco ella necesitaba hablar con él. El motivo de la visita de Mogura no era otro que monetario.
—Si es así, tengo la misión perfecta para ti, me la han encargado esta mañana.
Eso sonaba bien.
—Arashikage-sama no ha mandado a llamarme, Yuki-san. El motivo de mi visita no es otro que tomar esa misión de la que hablas.
Hizo un intento por no esbozar una mueca tan seria y consultó entonces:
El Yuki mayor sonrió, y se alejó un poco del shinobi. Abrió uno de sus tantos cajones y tomó un pergamino con el sello de la Lluvia impreso en él.
—El mentor de tres genin ha pedido esta misión, ya que él mismo se encuentra en una y no puede ir en su busca —le explicó el mayor a grandes rasgos, tendiéndole el pergamino —. Básicamente partieron en una misión de rango D hace más o menos cinco días pero todavía no han vuelto, y Hikaru teme por la vida de sus pupilos.
Luego se encogió de hombros, él sentía que los tres genin probablemente estarían bien, quizá les había surgido un contratiempo por el camino.
—Tenían que ayudar con la reconstrucción de una casa en una pequeña aldea cercana a Shinogi-To —explicó rápidamente antes de que Mogura abriese el pergamino —. Nos han comunicado que terminaron la tarea y que se encaminaron a la villa, pero no han vuelto desde entonces.
Esperó paciente a que el médico leyese el pergamino para saber qué opinaba.
Misión C: En busca de los niños perdidos
Peticionario: Iwata Hikaru Lugar: Shinogi-To (cercanías) Los tres pupilos de Hikaru partieron hace un par de días para realizar una misión de rango D y todavía no han vuelto, por ello el preocupado Hikaru solicita ayuda de algún shinobi experimentado para acudir en su ayuda ya que él se encuentra incapacitado para realizarlo. No se sabe bien el por qué de su demora, por ello es preciso que se vaya con cautela.
Manase Mogura tomó el pergamino mientras escuchaba con atención a las palabras del shinobi. El cliente en esta ocasión sería el instructor de un grupo de genin. El grupo en cuestión no se había reportado después de finalizar su misión, aunque si parecía ser que habían notificado completar el encargo con éxito. Desde ese punto en adelante solo había días sin saber nada de ellos.
El médico se tomó un momento para leer el pergamino. No quería empezar a especular sobre las posibles razones para que los chicos se estuviesen demorando tanto, pero bueno. No había mucho que hacer para evitarlo.
—Cinco días son mucho tiempo para volver desde Shinogi-To, ¿no?
Comentó el médico mientras cerraba el pergamino. Shinogi-To no estaba tan lejos de Amegakure después de todo.
—Es probable que se hayan quedado sin provisiones en algún punto de ese tiempo si se perdieron...
Agregó mientras guardaba el pergamino en su portaobjetos.
—¿Qué información está disponible sobre el grupo desaparecido? ¿Hay algún médico entre ellos?
Con un médico cerca probablemente las chances de sobrevivir tanto tiempo serían más elevadas.
—Sí, cinco días es ciertamente mucho tiempo —respondió el recepcionista, algo azorado.
Escuchó como el médico hacía sus conjeturas y él simplemente asintió, intentando ayudarle lo mejor que podía antes de que partiese en su búsqueda.
—Entre ellos hay un usuario de Kamijutsu, una Yuki y un médico, sí —mencionó el recepcionista, cruzándose de brazos —. Se llevan bien y trabajan de forma coordinada, el usuario de Kamijutsu, Ren; es el que normalmente toma el control, por lo que se podría decir que es como el que lidera el grupo —explicó rápidamente —. Se graduaron hace relativamente poco, un mes más o menos, es su segunda misión, la primera que realizan fuera de la villa, así que lo más probable es que se hayan perdido.
No tenía más información a parte de aquella, al menos no importante.
—Son Kamiju Ren, Yuki Kirino, y Asuka Yukimura, por si quieres saber sus nombres, éstas son sus fotos —rebuscó por los cajones para encontrar los expedientes que estuvo revisando y se los dejó, en ellos había tres fotos: la primera, Ren; era un joven de cabello corto y negro, tez blanca y ojos ambarinos, algo delgaducho, la segunda, Kirino; tenía el cabello azul claro y los ojos azul oscuro, las pecas le cubrían todo el rostro y llevaba unas lentes de contacto de montura gruesa, por último, Yukimura; también llevaba lentes, el cabello un poco más largo que su compañero de color crema y ojos de color marrón oscuro.
El equipo que Mogura tenía que encontrar estaba compuesto por dos chicos y una chica, los tres con poca experiencia y apenas graduados de la academia. Aquel había sido su primer trabajo fuera de la aldea. El recepcionista y el médico no estaban muy lejos en pensamiento, probablemente el grupo habría perdido el rumbo y ahora estarían vagando por ahí.
Además de una corta explicación de quien era cada uno, un archivo con fotos y nombres le fue mostrado. Ahora podía poner un rostro a cada nombre y perfil.
Se llevó una mano hasta la cabeza y se acomodó innecesariamente el peinado.
—Eso será todo, Yuki-san. Te agradezco por la información, ha sido bastante útil.
Dijo para luego hacer una ligera reverencia.
—Preciso buscar algunos elementos antes de salir. No quiero perder más tiempo del necesario.
El recepcionista le agradeció sus palabras con una suave inclinación de cabeza, aquel chico siempre parecía demasiado formal.
—Mucha suerte Mogura-san —le deseó, esperando que encontrase a los recién graduados pronto —. Antes de irte, por cierto, y me surge ya la intriga, ¿por dónde comenzarás a buscarlos? —preguntó curioso el recepcionista, incluso sentía cierta envidia por el médico, si fuera por él y tras lo hablado, sería el primero en ir en su búsqueda.
Después si quieres puedes rolear cómo te preparas y que comienzas ya el viaje.
Antes de poder marcharse, el recepcionista haría una pregunta, sobre su forma de comenzar a operar en aquel caso. Mogura dejó que pasen un par de segundos mientras determinaba si la decisión obedecía a una lógica sensata.
—Comenzaré desde el mismo punto de partida que habrán utilizado. Esa casa cerca de Shinogi-To.
Habría que hacer un buen trabajo de rastreo desde ese punto en adelante, pero si se apresuraba llegaría con algunas horas de luz.
—Volveré en un momento con un mapa, precisaré que señales donde se encuentra ese lugar.
Si Yuki no lo volvía a detener, el médico partiría hacía las calles nuevamente. Sin intenciones de perder tiempo se aventuraría de regreso hasta su hogar.
Tomaría un morral de cuero y en su interior colocaría varias cosas. Precisaba un mapa para tener claro el punto desde donde iniciaría su búsqueda, una linterna y pilas extra en caso de que tuviese que continuar su búsqueda durante la noche, y una brujula en caso de que tuviese que precisar el Norte en algún momento. No estaba seguro en que estado encontraría al grupo, qué tan bajo de provisiones o de salud, por lo que guardó un par de pergaminos también dentro.
De camino de regreso al edificio del Arashikage, pasó por una tienda donde vendían bentos preparados. Se aseguró de comprar varios y algunas botellas de agua. Obviamente todo no entraría en el morral, pero gracias a su dominio de las técnicas de sellado, todo estaría bajo control.
...
Manase Mogura volvería a atravesar el portal de ingreso. Realizó el usual ritual de etiqueta y se acercó al escritorio de Yuki.
—Este es el mapa. Preciso la ubicación de la casa, por favor.
El encargado escuchó atentamente lo que Mogura decía, y tras un breve asentimiento, vio al médico irse por aquel mapa. El Yuki se echó contra el cómodo asiento de cuero que tenía y se permitió unos segundos para continuar con sus labores de encargado.
Tras unos minutos le sorprendió un animado genin experimentado pidiéndole una misión D que le dio con gusto, pues pocas personas tan animadas le visitaban tan a menudo, y su misión no parecía muy complicada, así que tras su marcha se quedó pensando en lo peculiares y diferentes shinobi que venían a pedir misiones a lo largo del día.
Un rato después donde le dio tiempo a terminar un par de documentos y rellenar otros tantos, Mogura volvió a aparecer por la puerta.
—Este es el mapa. Preciso la ubicación de la casa, por favor.
—Claro —afirmó él desplegando el mapa que le había tendido. Tras unos segundos de consulta mental y tomando un lápiz por si Mogura no quería que su mapa fuera manchado, le señaló con un círculo la ubicación del lugar —a penas unos kilómetros de Shinogi-To, tres para ser exactos. Luego le marcó el camino que los chicos siguieron para llegar allí: no tenía pérdida, era un camino de piedra un poco emborronado por la lluvia, pero marcado bastante bien y rodeado de frondosos bosques. —. ¿Algo más, Mogura-san? —cuestionó.
Mogura prestó atención al trabajo del recepcionista. No esperaba que el grupo tomase ningún camino complicado o peligroso, después de todo era una misión de rango D la que se encontraban realizando, peligro bajo o nulo.
Una vez Yuki hubiese marcado el camino y la ubicación de la casa, guardaría con cuidado el mapa en su morral.
—Eso será todo, me retiro. No tengo intenciones de demorarme más de lo necesario.
Comentó para luego realizar una reverencia y marcharse del lugar. Su siguiente destino no sería otro que uno de los límites de la aldea, donde probablemente tendría que rendir alguna clase de explicación al encargado de la guardia.
—Eso será todo, me retiro. No tengo intenciones de demorarme más de lo necesario.
—Claro, Mogura-san, suerte y espero que los encuentres pronto —mencionó el encargado moviendo ligeramente su cabeza en una simple reverencia de despedida.
Mogura hizo gala de sus mejores modales y se fue del lugar, con siguiente parada hacia la salida de su aldea donde seguramente hallaba a algún guardia haciendo su tan habitual patrulla diaria. Y así fue, nada más llegar al lugar donde normalmente la gente parte de viaje, allí; en la entrada, se encontraban dos guardias, un hombre y una mujer. El hombre era algo más bajo que la fémina, pero ambos compartían el mismo color de ojos y de piel, mientras que de cabellos el hombre lo tenía corto y liso, y la mujer lo tenía alborotado, de color claro.
El médico partió con rumbo a la entrada de la aldea, nuevamente pateando el agua de lluvia que no llegaba a caer al piso y pisando charcos formados por las gotas que si lo habrían hecho. Bajo su paraguas habría cruzado por diferentes puentes y calles, con marcada prisa. Dentro de la aldea no era la cosa mas sensata ponerse a correr, pero una vez estuviese fuera no tendría motivo para contenerse.
Al llegar al portal de ingreso, dos personas hacían guardia. Un hombre y una mujer, no les sonaban particularmente conocidos ninguno de los dos, pero no tenía necesidad de conocer a todos los ninjas de la aldea, no en aquel momento al menos.
—Buenos días.
Llamó su atención.
—Mi nombre es Manase Mogura, chuunin médico.— El mejor de toda la aldea. —Preciso que me permitan salir de la aldea, me encuentro realizando una misión.
En el brazo del shinobi podía verse con claridad la chapa plateada con el kanji de Medio grabado. Estaba preparado a mostrarles el pergamino si era requerido.
Ambos guardias viraron su mirada hacia el recién llegado chuunin, el cuál les había saludado con un formal buenos días.
—Buenos días —saludó el hombre, la mujer simplemente hizo una inclinación de cabeza.
—Mi nombre es Manase Mogura, chuunin médico —se presentó el médico, y pareció que a la mujer le brillaron los ojos por un momento —. Preciso que me permitan salir de la aldea, me encuentro realizando una misión.
—Bien, Manase-san, por favor indíquenos el objetivo de la misión y podrá irse —pidió el hombre, acompañado del asentimiento de la mujer.
No hacía mucho tiempo que la kunoichi de cabellos dorados había recibido una visita inesperada. Un ANBU había golpeado la ventana de su habitación para entregarle un rollo de pergamino con datos de una misión, al cual, se debía llevar a cabo ahora mismo, por esta razón preparó a la velocidad que pudo se amarró el cabello con un coletero, tomó sus armas, equipo y capa impermeable, para salir a todo lo que sus piernas daban para alcanzar a quien debía ayudar, que no era nadie mas que Manase Mogura.
Fue corriendo esquivando charcos y personas por las calles de la urbe que Amegakure supone, hasta que al fin llegó donde Mogura se encontraba enseñando sus papeles para poder egresar de la aldea -Manase-san!- llamó su atención cuando le alcanzó y se la veía claramente agitada -Te...alcance...m-Me envían..para...ayudarte...En la misión- dijo la rubia enseñando sus papeles al Chunin