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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Ah, ahí están. Me hicieron preocupar, ¿Seguimos?

Dijo el monje que había encontrado al grupo después de disparar bolas de fuego en todas direcciones. Que suerte para él fue ser un usuario del Katon.

Mogura no pudo evitar dejar escapar un suspiro mientras se ponía de pie, limpiando un poco su ropa y abriendo entonces su paraguas nuevamente. Se sentía un poco aliviado de saber que, por ahora, su equipo seguía intacto y nadie había muerto ni desaparecido.

Evitemos que esto suceda de nuevo, Habaki-san.

Sugirió el joven médico de cabello azabache. Se tomó entonces un par de segundos para apreciar el paisaje, el oscuro y nocturno paisaje que comenzaba a manifestarse en el Cementerio.

Será mejor que avancemos un poco hasta poder dejar atrás este lugar. Tratemos de no perder contacto visual entre nosotros.

Cuando intentó avanzar notó que el cansancio estaba empezando a mostrarse por su cuerpo. Sacudió un poco la cabeza.

Cuando salgamos del Cementerio será preciso hacer un descanso.
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#32
Dimos con Karamaru en tan solo unos segundos, o él dio con nosotros, el punto es que ahora estábamos juntos los tres y eso era lo importante. —Sígamos.— Dije obviando el comentario sobre su supuesta preocupación, después de todo el único culpable de todo aquel bochorno era él.

—Yo voy primero, no se distraigan.— Caminé siguiendo el camino que el hilo me dictaba, aunque mi comentario iba dirigido a una sola persona lo dije en plural, no obstante, Mogura no se quedaba atrás al emitir mensajes de forma directa, era más que evidente que no era conmigo.

Mis pasos debían llevarnos al límite del cementerio, todo estaba oscuro y la neblina era mucho más densa que antes, la temperatura seguramente iba en picada y mis cuerpo lentamente me empezó a exigir un merecido descanso, también tenía hambre y seguro que poco más tarde tendría ganas de dormir.

"Quién diría que tendríamos que pasar la noche en las adyacencias del cementerio..."

—Mogura tiene razón.— Mis músculos dolían, mis pies latías y mi espalda no quería seguir cargando con la mochila.

—Aprovechemos para comer algo.— Diría una vez estuviéramos fuera del cementerio. —Propongo que una vez repongamos energía partamos lo antes posible, deberíamos haber llegado hace un tiempo o estar llegando.—
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#33
Evitemos que esto suceda de nuevo, Habaki-san.

«Lo mismo digo...... En serio debería de acordarme de el nombre de este chabon, ¿Qué te pasa Karamaru?»

Por las palabras del morocho, y los ojos del pelirrojo, parecía que ambos le echaban la culpa al calvo por la momentánea separación del grupo. Y es que todavía no se llegaba a explicar cómo ellos habían perdido su rumbo cuando era el shinobi más calvo de Amegakure el que marcaba el paso al frente. Pero, como decía su abuelo, hay veces que es mejor callarse la boca.

Cierto tipo de estrategia para continuar con el camino de salida encontraron con la ausencia de Karamaru por las palabras y acciones del pelirrojo acuchillador. Trabajando con un hilo y liderando con confianza, hizo que los tres se acercaran a las puertas como si anduviesen en rieles. Pregunta como: ¿En qué momento? ¿Cómo lo hizo? pasaron por la cabeza del cenobita tratando de entender aquella maniobra, pero mientras que lo haga continuar con su misión tal vez era mejor, nuevamente, callarse y dejarse llevar.

Cuando salgamos del Cementerio será preciso hacer un descanso.

Mogura tiene razón.

«¿En serio? Espera... Con que Mogura... Al menos ahora se su nombre...»

El tiempo pasó y al momento de salir del famoso cementerio, la idea anterior se repitió una vez más para el asombro de Karamaru.

Ayy, vamos, todavía podemos caminar un poco más- contestó a las palabras de su compañero- Hay que esforzarse un poco más, exigir al cuerpo, entrenar como shinobi que somos.

Tal vez y dentro de un rato agarramos envión y podemos seguir sin parar.


Karamaru no estaba seguro de que poder cumplir lo que decía, pero la ansiedad por llegar a destino y conocer en detalle la misión, la ansiedad por entrar en acción y la ansiedad por alejarse de aquel pelirrojo hacían que valga la pena transpirar un poco más y cansar hasta el límite los músculos.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#34
Tanto Keisuke como Karamaru, incluso si su opinion iba en contra de lo que decía su compañero, Mogura, se sentían atraídos a cumplir lo que proponía este último.

Tras unos minutos de caminata se darían cuenta de que estaban fuera del cementerio, no sabían cuanto hacia que habían salido pero estaban varios metros alejados. Ahora solo les quedaba acabar de decidirse si seguían hacia delante o acampaban hasta la mañana.

Si seguían, era poco probable que llegasen en la noche y aunque lo consiguiesen, era aún menos probable que el chunin siguiese allí esperandoles. Y el sermón que les iba a caer por tardar tanto en llegar cuando les especificaron que era una misión urgente iba a ser más fácil de digerir despues de una relajante noche al lado de un cementerio.


Acabais de salir del cementerio y estais a un pedo del pais de la Tierra, conocido por su vasta vegetación.. NO, MONTAÑAS, así que sois libres de rolear que encontrais una cueva o una formación rocosa que os da cobijo de la forma que os parezca.

Mogura os dobla la voluntad con su Carisma, así que os parece logico hacerle caso.
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#35
—Mogura tiene razón.—

Por supuesto, el joven médico siempre hablaba con la voz de la razón.

—Aprovechemos para comer algo. Propongo que una vez repongamos energía partamos lo antes posible, deberíamos haber llegado hace un tiempo o estar llegando.—
Añadió Keisuke a su comentario, un planteo bastante sensato, digno de ser apoyado.

Ayy, vamos, todavía podemos caminar un poco más.

Pero parecía que el monje, lleno de energía aparentemente, no estaba en la misma sintonía que el par de médicos.

Hay que esforzarse un poco más, exigir al cuerpo, entrenar como shinobi que somos.

Había un pequeño problema con el planteo que arrojaba sobre la mesa el calvo, estaban en misión, no estaban entrenando.

Tal vez y dentro de un rato agarramos envión y podemos seguir sin parar.

Dejó terminar de hablar al muchacho y entonces se dispuso a tomar la palabra.

Habaki-san, es admirable el nivel de energía que tienes.

Un comentario que sin duda alguna no podría caerle mal.

Pero en este momento no estamos entrenando, estamos en una misión. Una misión de rango C, es preciso mantenernos en un estado tan optimo como sea posible.

Esperaba que ambos, y principalmente Karamaru, recordaran las palabras del superior que les entregó el pergamino.

Inoue-san está en lo correcto, deberíamos haber llegado hace un tiempo. Probablemente vamos a recibir un sermón por esto, pero los refuerzos no pueden llegar rezagados.

¿De qué sirven más tropas cansadas?


Miró entonces un par de segundos al calvo y finalmente agregaría:

Avancemos un poco más, encontremos un lugar donde parar un momento y después retomaremos la marcha. Evitemos perder más tiempo que ese.

Y si nadie tenía un argumento en contra, el grupo podría avanzar hasta lo que se conocía como el País de la Tierra. Una cueva aparecería en un punto del viaje. Mogura se frenaría un momento pero volvería a caminar.

Hay que tener cuidado de los animales salvajes, tratemos de evitar las cuevas por el momento.

Sería la explicación que daría con respecto a su decisión.

En un momento, una gran piedra alargada y caída contra la ladera de la montaña se presentaría frente a ellos, ofreciendo protección en dos flancos y viéndose bastante estable, sonaba como la mejor opción para el grupo.

Este lugar parece adecuado.
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#36
¿De qué sirven más tropas cansadas?

Mogura se estaba encargando de explicarle a Karamaru la situación en la que estábamos, porqué nos dirigíamos a descansar y el porque de ello. Aunque fue inevitable para mi sonreír al escuchar la incógnita que planteaba mi homologo, cada segundo que pasaba me confirmaba más que Habaki tenía poca inteligencia. "Aparentemente este chico es puro músculo y nada de inteligencia..."

Tras seguir nuestro camino la vegetación característica del país de la tormenta fue desapareciendo gradualmente hasta que nos encontrábamos con un clima y ambiente diferente, seguramente ya habíamos pasado la frontera y nos encontrábamos en el país vecino. La noche seguía siendo un problema a resolver, el lugar a donde debíamos descansar aún no lo teníamos y mi cuerpo dolía con cada paso que daba, mi respiración ahora era marcada y mi estómago rugía por un poco de comida.

—Allá hay una cueva, quizá podamos descansar ahí.— Dije con cierto entusiasmo y ansias de descansar, incluso mis pies se movieron un poco más rápido para llegar lo antes posible y poder relajarme. No obstante, la voz del shinobi amargó mi dulce momento.

Hay que tener cuidado de los animales salvajes, tratemos de evitar las cuevas por el momento.

Lancé una mirada poco amigable al emisor y seguí sus pasos de mala manera, sobre todo cuando me di cuenta que nos dirigíamos a una piedra de gran tamaño al lado de la montaña, no tenía techo ni nada por el estilo y seguro que el frío era abismal.

Este lugar parece adecuado.

—Podríamos dormir en un lugar con techo y más cálido.— Musité sin ninguna esperanza de que cambiáramos zona.

Una vez estuviésemos en la dichosa roca, fui el primero en sentarme y dejar mi bolso en el suelo, sacar el termo del agua y dar un gran trago, el vital líquido pareció restablecer fuerzas en mi interior.
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#37
El sermón no se lo daría su superior, pero sí que Karamaru recibió uno pequeño por parte de su compañero, Mogura. La mente de Karamaru no paraba de repetirse que había que seguir hasta el máximo, que no podían parar tan rápido y que tenían que seguir hasta caer desmayados si hacia falta. No parar era el camino más rápido a destino. Pero aquel shinobi hablaba con cierta voz respetable, una de esas voces que parecía que todo lo que dijesen fuese verdad, con palabras elegantes y argumentos más elaborados que un simple "Porque si" o "Porque no".

En ese momento el calvo se dio cuenta que aquel joven hombre sabía pensar las situaciones, y que tenía razón, y que sentía envidia por no pensar como él. Todavía aquella parte de la razón y lógica no había crecido tanto como sus ganas de esforzarse.

Evitemos perder más tiempo que ese.

Esta bien- contestó un poco desilusionado y comenzando a andar arrastrando los pies por el mismo estado.

Continuaron caminando un largo rato más, o al menos al monje se le había hecho largo, y se aseguró que en ningún momento de la caminata los perdía de vista. Caminaba en silencio, detrás de ambos, pero les seguía el paso y les prestaba atención. Palabra fue y vino sobre descansar en una cueva, palabra fue y vino sobre descansar en un lugar que eligió Mogura, pero Karamaru no fue participe esas conversaciones.

Le daba igual si tenía que vapulear a algún animal para poder dormir en una cueva, o si tenía que dormir con frío y destapado como sí se quejaba el pelirrojo. Estaba acostumbrado, por sus entrenamientos, a resistir ciertas temperaturas más alejadas de lo común.

Muy bien- replicó al dejar su mochila en el suelo al ver a su compañero sentarse- Pareces tomar sabias decisiones Mogura, lo respeto.

Se sentía casi obligado a decirlo, a darle un cumplido a su compañero que se preocupaba que las cosas se cumplieran de la mejor manera y no lo más rápido y energeticamente posible como si lo hacía el cenobita. Además, tenía que devolverle el "Habaki-san, es admirable el nivel de energía que tienes."

Si quieren puedo tomar el primer turno de guardia. Aunque... ¿Alguno tiene algo para ver la hora?
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#38
La noche es bastante clara, el cielo está despejado y se pueden ver multitud de cuerpos celestes, que normalmente en Amegakure donde siempre está nublado y lloviendo no pueden verse.

No hay más sonido que algún que otro grillo para rellenar el silencio tenso que queda cuando un compañero hace una gracia que carece de gracia. Aunque a lo lejos se oyen de vez en cuando aullidos.
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#39
Keisuke emitiría su queja, pero el médico de cabello negro no le prestaría mayor atención.

Muy bien

Karamaru procedió entonces a dejar sus pertenencias en el piso.

Pareces tomar sabias decisiones Mogura, lo respeto.

El joven médico se limitó a asentir con un leve gesto de su cabeza, entonces tomaría asiento. No había realmente mucho que buscar en aquella formación rocosa, el lujo era vulgaridad en un lugar como ese.

Si quieren puedo tomar el primer turno de guardia. Aunque... ¿Alguno tiene algo para ver la hora?

El monje se ofrecería entonces a vigilar el lugar para que los demás pudiesen tomar un respiro. Pero también preguntaría por algo para medir la hora, entonces no pudo evitar subir la mirada al cielo. Despejado, como nunca podría ser visto en Amegakure. Las estrellas y la luna nadaban en la inmensidad del cielo de la noche.

A menos que alguien haya traído un reloj, tendremos que usar la luna y las estrellas.

Mientras Habaki-san hace su guardia, aprovechemos para comer y descansar un momento, Inoue-san.
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#40
Seguí bebiendo de aquel líquido que me reconfortaba por le interior, incluso algunos hilos se escaparon de entre mis labios humedeciendo mi barbillas y parte de mi cuello. Quiero ducharme... Ahora sentía todo el sudor en mi piel, mi cuerpo estaba todo pegajoso y cansado.

Karamaru emitiría algunas palabras que ignoraría totalmente, en el preciso momento en que estaba hablando habia cerrado mis ojos y me encontraba relajándome, sí me encontraba en una misión y había bajado la guardia, pero ¿cómo no hacerlo sí era un momento para descansar? Además, aparte del inconveniente que tuvimos por culpa de Habaki, no había nada más pare pensar que corriéramos algún tipo de riesgo.

A menos que alguien haya traído un reloj, tendremos que usar la luna y las estrellas. Mientras Habaki-san hace su guardia, aprovechemos para comer y descansar un momento, Inoue-san.

Empecé a buscar en mi morral un poco de comida. —No, no tengo ningún reloj...— Confirmé para luego sacar una bolsa de papel de mi mochila. —Aunque tengo algo a que añadir.— Y entonces mis ojos se posaron en la figura del calvo. —Sería de mala educación y falta de compañerismo por nuestra parte si comemos y él no, digo sí vamos a comer hagamoslo todos al mismo tiempo, seguro también ha de tener hambre y le permitirá sentirse mejor y tener más energías para hacer su turno.— Dije convencido de que en ese momento yo tenía la razón.

Mi diestra desapareció en el interior de aquella bolsa y entonces sacó un pan redondeado, un poco más grande que la palma de mi mano y con una coraza dorada y brillosa, tenía un ahora peculiar y que invitaba a darle un bocado, aunque solo podía percibirse de cerca, un bocado dulce y suave. El primer ejemplar se lo acerqué a Karamaru, claro con una servilleta para evitar que mis manos ensuciasen la comida. —Los traje para compartirlo con ustedes.— Añadí por sí en algún momento alguno de los dos pensaba en rechazarlo.

De la misma manera extraje un pan para Mogura y el tercero era para mi, no dudé en darle un mordisco, mi boca se hacía agua y mi estómago lo reclamaba, el primer trozo lo mordí y tragué rápidamente y luego fui engullendolo más despacio, disfrutando de su textura.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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#41

Perdón por el retraso.

El calvo tenía sus diferencias con ambos shinobi, y mientras pasaba el tiempo más se daba cuenta de eso. Se ofrecía amablemente, a pesar de un cansancio más molesto que insufrible, a tomar el primer turno de guardia, estar despierto mientras ellos cerraban los ojos y descansaban. ¿A qué se tiraban a hacer? Comer. Comer, no dormir, nono, comer. Con los ojos abiertos y mirando el paisaje, como la tarea que se había planteado hacer el monje.

«Ay dioses ¿Por qué?»- se rascaba la nuca con una sonrisa de resignado mientras negaba con la cabeza y su mano libre la comida de Keisuke.

Esta bien, gracias, pero tengo lo mío.

Y era verdad, dentro de su mochila lo esperaban varios trozos de una masa rellena de atún, y una bandeja envuelta en papale con sushi, y unas cuantas bolas de arroz sujetas a una tercer bandeja que tenía preparadas por si le entraba hambre en el camino.

Caminaré los alrededores mientras comen, mejor revisar que no haya alguna amenaza cerca.

«...en un rato vuelvo»- se olvidó de aclarar.

No era una pregunta, ni una excusa para algún tipo de posible negación, ni una sugerencia para poder debatirla. A si como lo dijo dejó a ambos shinobi solos y se adentro en la oscuridad de la noche para caminar, a modo de espiral, unos cuantos metros alrededor de su posición de acampe. Suerte para él, cuando se acordó que en su bolsillo tenía un palito corto con dos dangos atravesados. Aplastados, sí, casi destruidos, también, pero al menos era un buen sabor de boca cuando la cena se demoraba y se necesitaba acompañar una caminata nocturna.
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#42
(Seguid hasta que llegueis a la Torre, si tardais demasiado ya intervendré)
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#43
—No, no tengo ningún reloj...—

Contestó Inoue Keisuke a las palabras del joven médico de cabello azabache.

—Aunque tengo algo a que añadir.—

Dijo para luego mirar a Karamaru.

—Sería de mala educación y falta de compañerismo por nuestra parte si comemos y él no, digo sí vamos a comer hagamoslo todos al mismo tiempo, seguro también ha de tener hambre y le permitirá sentirse mejor y tener más energías para hacer su turno.—

El médico de cabello rojo hablaba de compañerismo y modales mientras ofrecía comida al muchacho que días atrás había intentado apuñalar y posiblemente aún no había ofrecido una disculpa adecuada. Extrajo entonces un pan redondeado, un poco más grande que la palma de su mano que se veía bastante apetecible, ofrecería primero al calvo.

—Los traje para compartirlo con ustedes.—

Esta bien, gracias, pero tengo lo mío.

Respondió mientras negaba con un gesto de su mano acompañado por su cabeza.

Caminaré los alrededores mientras comen, mejor revisar que no haya alguna amenaza cerca.

Diría mientras Mogura aceptaba el pan que se le ofrecería seguidamente a él. Desde agradecería con un par de gestos formales la buena voluntad de su compañero, a él no le habían clavado ningún kunai y no estaba enojado con nadie.

No vaya muy lejos, Habaki-san. Y tenga cuidado.

Concedería el joven médico mientras se daba a la tarea de dar un bocado a aquel panecillo.

Al cabo de un rato, dejando un espacio de silencio para comer a gusto. Mogura ya habría terminado y estaba más que dispuesto a tener un rato de descanso para sus ojos.

Inoue-san, descansaré un momento. Si sucede algo despiertame, lo mismo si llega mi momento de la guardia.

No pensaba negociar nada con Keisuke, esperaba que este le siguiera y actuara como él mejor lo veía. Se recostó ligeramente contra la ladera de la montaña y se acurrucó en su abrigo para que la menor cantidad de aire fresco le golpeara el rostro, seguidamente cerraría los ojos y se daría a la tarea de dormir un rato.
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#44
Lancé una mirada llena de molestia a los ojos del calvo en el momento en que había rechazado el pan ¿acaso pensaba que iba a envenenarlo o algo por el estilo? Sabría que no debería volver a preocuparme por Habaki, sí comía o no, sí se sentía bien o no, ¿para qué? Acerqué el pan a Mogura quien lo recibió gustoso y agradeció el gesto.

Escuché claramente las palabras de Karamaru, pero no dije nada al respecto, seguí mordiendo el pan y tragando lentamente, daba alguno que otro trago a la botella con agua y miré al cielo, estaba despejado y adornado con un centenar de estrellas, hacía muchísimo tiempo que no me acordaba lo que era ver un firmamento estampado como ese.

Terminé el bocado de pan y mis orbes seguían observando los cuerpos celestes, todos se alzaban orgullosos brillando con su luz propia. Sería una larga noche... —Ajá...— Alcancé a decir sin muchos ánimos.

Ciertamente no me sentía del todo seguro con la ineptitud de Karamaru, ¿cómo podría dormir sabiendo que podría perderse? ¿Qué pasaría sí volvíamos a llegar sin un miembro de nuestro equipo? Suspiré y busqué con mi mirada al tercero, pero no lograba verlo ¿qué tan lejos habría ido?

Me puse de pie y examiné con cuidado todo el paisaje a nuestro alrededor, toda aquella región rocosa que nos protegía. A pesar del cansancio que pesaba más y más en mi cuerpo opté por mantenerme despierto, por lo menos hasta que volviera el calvo.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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#45
Una noche tranquila era la que rodeaba al calvo en su caminata nocturna. El palito que sujetaba su comida ya se había encontrado con el suelo hacía ya tiempo y disfrutaba caminar con una tranquilidad semejante a caminar en la seguridad de su propia casa. Las manos en la nuca, como solía hacer, y la espalda un poco corvada terminaban un paisaje visual oscuro por la falta de luz.

Nada se movía y nada se escuchaba, solamente los tarareos y silbidos con ritmo que iba dando el monje a medida que pasaba el tiempo era lo único que rompía la máxima y casi perfecta tranquilidad de la noche.

Supongo que tengo que volver, ya habrán terminado de comer y querrán descansar.

De hecho, deben descansar. Es tu turno tonto

Sin embargo, no aceleró el paso para su vuelta que, para su sorpresa, sucedió con ningún percance. Ya de lejos podía ver una silueta en su lugar de acampe, la cabellera roja que comenzó a notarse poco a poco mientras se acercaba, delataban a aquella sombra como Keisuke.

Yo me encargo.- le dijo seco y cortante, haciendo una señal con la mano de que se aleje, que se vaya a dormir.

Se sentó en el suelo, con las rodillas cerca del pecho y sus brazos cruzados sobre ellas, hasta el momento del cambio. Cuando había pasado ya tiempo, y sus ojos comenzaban a cerrarse por la falta de sueño, se dirigió a Mogura y lo sacudió para que se despertase y él pudiera acostarse para dormir.
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