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Ambos médicos se recuperaron rápidamente de su pausa cerebral transitoria. Y con la celeridad de los buenos matasanos se pusieron manos a la obra. Explicaron más o menos lo que iban a hacer hablando entre ellos y después procedieron mientras narraban sus actos e ideas.
El herido no diría nada pero asentiría ante las explicaciones de Keisuke, apenas se movería ni se quejaría del dolor más allá de las reacciones involuntarias del cuerpo.
Y Ryu miraba con interés todo el procedimiento. Todo curso de acción estaba en manos de los Iryo-Nin
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—No sabemos sí nuestros enemigos estén por dar con nosotros, o no, pero sí no hay ninguna persona que atender de emergencia sugiero que atiendas a los menos grave primero, mientras más personas tengamos en mejor estado podría ser beneficioso sí tuviéramos que evacuar o entrar en batalla.— Sugerí a Mogura mientras continuaba con mi labor.
Luego me dirigí a Karamaru, sin quitar los ojos de lo que hacia. —Quizá puedas serle de ayuda a Mogura, por el momento no creo que puedas hacer mucho aquí.— Admití.
Una vez hubiera terminado de curar la herida, posaría mi palma justamente arriba y la misma empezaría a brillar de color verdeazulado. —Ya terminé la cura, ahora cerraré la herida, llevará un poco de tiempo...
Hablo - "Pienso" - Narro
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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Sin embargo, el bueno de Keisuke no recibiría respuesta alguna de sus compañeros. Ni de Karamaru ni de Mogura, pues ambos volvían a estar hundidos en ese trance espiritual del cual Keisuke parecía haberse librado esta vez.
Esta vez no hubo reacción por parte de nadie, todos estaban más pendientes del proceso médico así que embobarse no estaba fuera de lo normal. Aunque tal vez no era lo correcto cuando había tantos heridos a los que atender.
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Supuse que la mayoría de las personas estaba viendo mi trabajo, incluso que Mogura estaba supervisandolo, o algo por el estilo, sin embargo, esto no me acomplejó y seguí trabajando en la herida del enfermo.
Algo que llamó mi atención es que ninguno de ellos respondió a lo que dije, nadie emitió ninguna opinión, de aprobación o desacuerdo, era algo bastante raro, ¿no me habrían estado prestando atención? Aclaré mi garganta para que se fijaran nuevamente en mi. —¿Escucharon lo que dije?— Pregunté fuerte y claro.
Esta vez esperaba algún tipo de respuesta, no me quería imaginar que todos iban a quedarse ahí viéndome sin hacer nada al respecto, y con todos me refería directamente a Manase, quien era el único que podría ayudarme con el trabajo.
Indistintamente de lo que ocurriera a mi alrededor, sí respondían o no, mis palmas siguieron brillando, irradiando chakra a su tejido acelerando el proceso de división celular para poder restaurar la integridad de los tejidos lesionados. —Hasta los momentos vamos bien, ¿cómo te sientes?— Pregunté al encamado.
Hablo - "Pienso" - Narro
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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¿Estaba cansado quizás? ¿O qué era lo que le hacía detenerse en el tiempo mientras las cosas seguían su ritmo?
El médico sacudió ligeramente la cabeza y luego asintió a las palabras del pelirrojo. No había mucho caso en buscar tratar a los pacientes más damnificados si no tenía chakra para acelerar su recuperación.
—Habaki-san, a lo mejor puedes darme una mano con los primeros pacientes.
Dijo Mogura mientras con un gesto de su mano lo invitaba a seguirlo.
—Ryu-san.
Llamó la atención de su superior.
—¿Qué puede contarme de los pacientes al principio de la sala?
Consultaría sin detener su paso. Había que empezar a sacar a la gente de esas camillas si querían dar por terminado su trabajo, no había tiempo que perder.
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Sin nada para hacer, comentar o reprochar, el calvo se quedó en silencio mirando como su compañero hacia su trabajo. Estaba en gran medida frustrado por no poder tomar la iniciativa, pero en aquel momento tenía que aguantar y depender de Mogura para poder aportar su granito de arena.
—¿Escucharon lo que dije?
—Tampoco hay mucho para responder, no existe otra respuesta fuera del "si".— reprochó, solamente para molestar, al pelirrojo antes de seguir al otro médico.
Parecía ser, entonces, que antes de ponerse a trabajar Mogura quería obtener un poco de información y, mientras tanto, Karamaru se repetía una y otra vez en su cabeza la pregunta de: "¿Me necesitará para algo o solamente seré el alcanza bisturí?"
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
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Dadas las diversas paradas que habían sufrido los muchachos lo que podrían haber hecho en cinco minutos habían acabado haciéndolo en media hora.
Lo cual se traducía en que la herida que estaba curando Keisuke ya iba empezando a parecer solo grave, y no casi para amputar. El hombre ni se movía ni se quejaba pero no apartaba la mirada de la luz verdosa que emanaban las manos del médico.
Ryu se giró para encarar al renacido Mogura, y se llevó la mano a la barbilla con aire pensativo.
— Hemos vendado las heridas más superficiales y no creo que los primeros necesiten atención médico. Empezaría por... oh, Hachiko-san sí que...
El ruido de la puerta abriéndose bruscamente y el sonido de la misma chocando contra la pared al abrirse del todo hizo que toda la sala se girara para ver qué noticias traía su superior. Aunque todos sabían que esas noticias no podían ser más que malas. Saigo aún llevaba el delantal que se había puesto para no ensuciarse cocinando, el cual se quitó violentamente y lo tiró a una esquina de la habitación
— Ryu, Mogura, Keisuke y Karamaru, conmigo. Los que podais moveros estaos alerta, alguien con un poder notable está cerca de la cueva. Si nos están buscando no tardaran en encontrarnos, es la hora de iros. Vamos, Aki ya está fuera esperando.
Dicho eso se daría media vuelta y se dirigiría a la sala por donde habían entrado, esperando a que le siguiesen. Ryu fue el primero en reaccionar.
— Vamos, chicos. Keisuke, deja eso. Lo primero es que volváis a la villa sanos y salvos.
Le puso una mano en el hombro al médico esperando que este cortara la técnica y siguiese a Saigo, mientras le hacía una seña a los otros dos para que hiciesen lo propio.
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No dije nada más, no perdería la concentración que había logrado por seguir la corriente a las molestias que podrían ocasionar el par, en cualquier otro momento podría dedicarme a molestarles. La respuesta por parte del paciente nunca llegó, simplemente miraba el destello de mi técnica como sí pusiera su fe en ella, mi deber era asistirlo, curar su herida, y eso haría.
Finalmente Mogura y Karamaru se pondrían a hacer algo productivo, no más perdedera de tiempo, Ryu comenzó a orientar sobre a quienes debían atender primero y yo mantuve la técnica, seguía acelerando el proceso de división celular, la herida había mejorado, en comparación al inicio del tratamiento, pero aún faltaba un poco más.
Como un estruendo se abrió la puerta, llamando la atención de todos en su interior, incluyendo la mía, por lo que volteé a ver que era lo que ocurría, interrumpiendo el tratamiento inevitablemente.
— Ryu, Mogura, Keisuke y Karamaru, conmigo. Los que podais moveros estaos alerta, alguien con un poder notable está cerca de la cueva. Si nos están buscando no tardaran en encontrarnos, es la hora de iros. Vamos, Aki ya está fuera esperando. —
Puse nuevamente mi palma en su herida y nuevamente comencé a irradiar. —Estoy seguro que con un poco más terminaré, será cuestión de unos segundos.— Aseguré, pero mi mandíbula se había tensado ya, ahora sí que teníamos presión.
— Vamos, chicos. Keisuke, deja eso. Lo primero es que volváis a la villa sanos y salvos.
Y entonces Ryu puso su mano en mi hombro para que suspendiera definitivamente la técnica, no podía seguir ahí, el tiempo había terminado, me sentí culpable. —Yo... Yo... Lo siento.— Susurré por lo que acababa de ocurrir, era una orden, debíamos irnos. Suspiré resignado a la decisión y entonces comencé a caminar directamente a la sala exterior, en el trayecto pude ver la cantidad de personas que habíamos dejado de atender, a las que ni siquiera pudimos revisar, saber sí estaban totalmente en buenas condiciones, sentía culpa...
Hablo - "Pienso" - Narro
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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— Hemos vendado las heridas más superficiales y no creo que los primeros necesiten atención médico. Empezaría por... oh, Hachiko-san sí que...
Mogura escuchaba atentamente las palabras de su superior, no todos parecían estar precisando ser asistidos por un médico de manera urgente, eso era bueno. Se nombró a un tal Hachiko, pero antes de que hubiese tiempo de recibir un informe más detallado, la puerta se abrió de par en par. Saigo irrumpiría en la habitación haciendo un gesto que denotaba no tener tiempo de sobra para nada.
— Ryu, Mogura, Keisuke y Karamaru, conmigo. Los que podais moveros estaos alerta, alguien con un poder notable está cerca de la cueva. Si nos están buscando no tardaran en encontrarnos, es la hora de iros. Vamos, Aki ya está fuera esperando.
No hubo tiempo a que nadie le dijese nada, se habría ido tan rápido como habría entrado. ¿Tenían que dejar atrás a todos esos heridos?
— Vamos, chicos. Keisuke, deja eso. Lo primero es que volváis a la villa sanos y salvos.
Manase Mogura obedeció, fue a buscar sus pertenencias y comenzó a prepararse para salir. No le gustaba la idea de irse, dejar atrás a los compañeros. Pero se le había dado una orden.
Pero la situación de Inoue era diferente, él se encontraba en medio de un tratamiento. Estaba rompiendo una de las reglas Iryo-nin al dejar atrás a su paciente de esa manera. Y Mogura no lo podía ver con buenos ojos.
«Esa es la clase de persona que eres, Inoue Keisuke.»
Juzgó en silencio mientras apresuraba su paso para salir de aquel lugar y encontrarse con Aki.
A lo mejor, si Karamaru estaba lo suficientemente atento, podría llegar a ver una mueca muy impropia en el shinobi, un gesto que denotaba un sentimiento como el que él podría haber sentido cuando el pelirrojo le apuñaló en su combate de entrenamiento.
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La repentina entrada del superior a aquella pequeña sala fue en parte aliviadora para un nervioso Karamaru que no paraba de golpear su pie contra el piso cuando no estaba caminando o moviendo los brazos. Quería hacer algo, necesitaba hacer algo, y por más buena o mala noticia que podría ser huir al menos tenía un objetivo en mente.
El pelirrojo salió primero y, a su paso, el calvo pasó la mirada por el rostro de Mogura quién saldría detrás de Keisuke pero el monje le puso una mano en el pecho y se acercó para susurrarle.
—Si lo que te molesta es huir, no lo hagas. Si lo que te molesta es dejar el paciente, te invito a que te quedes. Pero recuerda que estarías desobedeciendo una orden de un superior.— era claro que el morocho estaba molesto, en desacuerdo por algo, y le parecía absolutamente incorrecto al cenobita ver una reacción así en semejante momento crítico.
«Uno con complejo de asesino, el otro con aires de superioridad... ¿Qué no hay buen gennin médico?»
Tres sus breves palabras se apresuró a salir para seguir a Saigo, Ryu y Keisuke y escapar de aquel olor a mala muerte que tenía el lugar, aunque con el paso del tiempo había comenzado a acostumbrarse.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
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Saigo los acompañó hasta la entrada, dirigiéndolos a unas escaleras para subir de nuevo a la cueva, ya que obviamente no podían salir por donde habían entrado. La escalera era individual, primero iba el jounin, tras él, Keisuke, Mogura y Karamaru, en ese orden. Ryu se había quedado tras darle su superior unas ordenes que los genins no llegaron a escuchar.
La oscuridad de la cueva se fue comiendo la luz del escondite hasta que salieron, con los ojos más acostumbrados en comparación a cuando entrando a tientas. Se encontraban en uno de los laterales de la cueva, a un lado estaba el lago artificial y tramposo y al otro el camino por el que hacia un tiempo indeterminado que habían venido.
En cuanto los tres estuvieron fuera de las escaleras Saigo habló.
— Aki está esperándoos en la entrada, daos prisa, pase lo que pase no los traigáis al escondite.
Antes de que pudiesen protestar Saigo habría desaparecido al mismo tiempo que la escalera. No encontrarían nada más que oscuridad y frías paredes.
Si seguían por el lado contrario al lago llegarían hasta la entrada de la cueva, sin embargo, fuera no es que abundase la luz precisamente. La luz de la luna les ilustró en la hora del día en la que se encontraban, en plena noche. Al acercarse comprobarían que estaban completamente solos, si Aki estaba en alguna parte, no era en el rango de visión de los genins.
Sin embargo, a unos diez metros de su posición había una roca que parecía tener una inscripción hecha recientemente, pero para leerla necesitaban acercarse. Por esa zona empezaban a aparecer varios arboles y una maleza espesa que junto a la oscuridad parecían el lugar perfecto para todo tipo de acechadores tanto humanos como animales.
Por mucho que se fijaran o se concentraran en escuchar o en ver, no escucharían más que el silbar del viento al pasar entre las hojas de los arboles y no verían más que plantas y piedras. Si había alguien o algo, estaba bien oculto.
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Una vez afuera me tope con Saigo, esperamos a que el grupo estuviera completo y entonces comenzó a señalar el camino a seguir, realmente nos guió por el mismo, en cuestión de segundos estábamos subiendo varios peldaños, era un pasillo estrecho, solo permitía que avanzáramos en hilera, por lo que yo era el segundo en la fila. La oscuridad se fue apoderando de todo, dejando atrás los pocos haces de luz que nos acompañaban, lo único que se escuchaba eran nuestros pasos subiendo por cada uno de los escalones.
Tras llegar a la superficie, volvimos a la cueva y nuevamente obtuvimos un poco de claridad, pude notar que a un lateral se encontraba aquel lago por el que habíamos entrado. "Realmente nos vamos... Siento que no cumplimos totalmente nuestra función..."
— Aki está esperándoos en la entrada, daos prisa, pase lo que pase no los traigáis al escondite.
—De acuerdo...— Comenté sin muchos ánimos. Cuando volteé a verle, ya no estaba, la escalera tampoco, no había rastro de su persona. —Se fue... Ya no está.— Señalé por sí los otros no se habían percatado de ellos.
—Será mejor que partamos de una vez.— Sugerí, no era momento para perder tiempo. Comencé a caminar en dirección a la entrada de la cueva, ahora, desde mi perspectiva, la salida. Sin embargo, mientras más me acercaba a la salida, más me aseguraba de que era de noche, lo comprobé cuando la luna nos saludó desde lo alto.
Miré a todas las direcciones posibles, pero por más que lo intentaba, por más que buscaba a la pelirroja, no la encontraba. —¿Ustedes la ven?— Pregunté con duda, no fuera a ser que mi sentido de la visión me estuviera jugando una mala pasada.
—Esa piedra que está allí me parece un poco rara, tiene algo escrito pero no me parece prudente acercarnos a averiguar que es, no sé que piensan ustedes.— Al hacer el comentario señalé la roca que se encontraba a unos cuantos metros. —Huele a trampa.— Finalicé al ver que estaba un poco más oscuro ahí, rodeado de arboles y maleza.
¿Debíamos acercarnos o no?
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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Karamaru avanzó en silencio durante el trayecto, siguiendo a Saigo y sus compañeros de cerca sin perderles el paso. Simplemente sintió cuando el superior dio la orden de que los gennin continúen solos, y los tres caminaron como si conociesen el camino de memoria. Hasta que en un momento un ligero fondo oscuro, pero iluminado, se mostró ante ellos. Parecía ser que sus enemigos aprovechaban el subterfugio nocturno para el ataque que estaban realizando.
Huele a trampa.- comentó el pelirrojo al salir, marcando una roca a lo lejos.
Síganme a mí, es lo único que se me ocurre.
El cenobita volvió a la oscuridad de la cueva y de esta, a los pocos segundos, cuatro calvas se hicieron presentes con una sonrisa divertida en el rostro. Si era una trampa, lo mejor era distraer y que no supiesen a quién atacar.
Uno de los monjes se quedó en la posición de sus compañeros, otro fue a la izquierda y otro más al lado opuesto. El cuarto de ellos caminaba lentamente hacia la roca que tenían en frente.
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Quizás por la falta de estado físico en comparación a los demás integrantes del grupo ninja de la cueva, o quizás por el estado de ánimo que estaba empezando de ir en mal en peor, Manase Mogura fue el último en salir antes de que Saigo desapareciera sin dejar rastro siquiera de la guarida.
Inoue Keisuke señaló la presencia de una extraña roca y además, algo que todos podían constatar a simple vista, fue la desaparición de su superior, Aki.
Karamaru salió entonces con un improvisado plan, clones, o al menos eso podría llegar a apreciar el médico a simple vista.
—Ten cuidado, Habaki-san.
Sugirió el médico de pelo negro, mientras se llevaba una mano a la cabeza para arreglarse el peinado. Esperaba realmente que aquello fuese alguna clase de mensaje dejado atrás por la kunoichi y no una pronta trampa por parte del grupo enemigo que los estaba haciendo escapar de regreso a Amegakure.
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Los tres shinobis no parecieron preocuparse en absoluto de la ausencia de su superior en el sitio acordado, sino que se pusieron manos a la obra, algunos más que otros. Karamaru se escondió un segundo en la oscuridad de la cueva para volver multiplicado por cuatro y sonriendo como si esto fuese una fiesta en vez de una misión.
Era una táctica básica y cutre, pero era algo. Mientras todos miraban la escena, el calvo se acercó solo a la piedra sin que los otros dos lo detuviesen. Y llegó sin problemas, justo en el momento en que se levantaba un corriente de aire que removió violentamente las hojas de los arboles, sus ramas e hizo silbar las plantas bajas que los rodeaban. Además, las nubes ocultaron su única fuente de luz, la Luna.
Así pues, ahí se quedó el calvo, ante la roca intentando descubrir que ponía exactamente en esa escritura. Se trataba de arañazos hechos con una hoja de metal, como la de un kunai, sobre la roca, así que sería casi ininteligible hasta que el cielo se despejara.
Por suerte, nada saltó hacia el calvo. Aunque había más movimiento en esos arbustos del provocado por el viento, pero Karamaru era incapaz de percibir estos leves movimientos.
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