Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
31/07/2020, 18:06 (Última modificación: 1/08/2020, 20:30 por Kurogane Toshio. Editado 1 vez en total.)
Otro día, otra noche repleta de recuerdos horribles que jamás deberían repetirse. Hacía apenas un día que Toshio había completado su primera misión desde su regreso, y aunque no había ido precisamente como la seda, al menos había ido bastante bien.
Hoy, en cambio el chico se levantó hiperventilando y aterrorizado, sudando frío en la oscuridad de su habitación. Vamos, lo más alejado a bastante bien que podía estar.
— Solo era una pesadilla. —Se dijo, mientras encendía con los dedos un par de velas en su habitación—. Solo una pesadilla...
Ahora que podía ver con algo de claridad, Toshio notó sus armas apoyadas en la pared de su habitación, recordándole que ayer había vuelto a ser ninja.
— Por Yuki y por Tamao —se dijo como un mantra, mientras las tomaba. Era por ellos por quienes él debía volver a ser quien era.
Un par de horas más tarde, el chico volvía a encontrarse frente al Edificio de la Morikage, esta vez completamente equipado con su portaobjetos y sus dos espadas, dispuesto a solicitar otra misión.
Respiró hondo antes de abrir la puerta del edificio.
1/08/2020, 15:53 (Última modificación: 9/08/2020, 12:57 por Himura Hana. Editado 2 veces en total.)
Ya llevo otra misión al mismo tiempo, así que no voy a cobrar esta.
Toshio entraría al edificio de la Morikage como si fuese su casa. Sin decir ni buenos días, ni nada así de cortés, con un simple y llano "Hola". Que bien podría decir "Aquí están mis huevos pelirrojos" que poco más o menos sonaría igual de irrespetuoso. Entrar en el eje neuralgico de tu aldea y saludar como un niño de dos años que se esconde tras su madre al ver a un extraño no eran formas.
En el mostrador donde se repartían las misiones podría ver a dos kunoichis discutiendo. Las conocía a ambas, a una más que a otra. La que estaba fuera del mostrador tenía una larga cabellera azabache recogida en una soberana coleta alta que le caía hasta más allá de los hombros. Vestía una camiseta de manga corta ceñida, encima de una camiseta de rejillas que era para protegerse mejor, y unos shorts, con las tipicas sandalias ninja, todo de un color gris oscuro, excepto el coletero, que era azul. Esa era Uchiha Kunumi.
Ésta se giró al oír una voz a su espalda y sonrió, no como si le sonriera a Toshio, sino como si acabase de encontrar la respuesta a todos sus problemas.
— ¡Pues lo haré con Toshio!
Yuna, la persona tras el mostrador, hizo una mueca de incomodidad. Levantó ambas manos intentando sosegar a la genin. Vestía un kimono de colores verde, pastel para el fondo y oscuro para los detalles, que eran ramas y troncos de arboles. Su melena verde estaba acumulada en un moño retenido por una horquilla de papel con forma de estrella ninja.
— Kinumi-chan, creo que Toshio-kun tendrá que decidir por sí mismo si quiere o no.
Al entrar al edificio, luego de encontrarse con la relativa calma del día anterior, se encontró con dos kunoichi discutiento por algún motivo. Reconoció rápidamente a la que estaba fuera del mostrador como Uchiha Kinumi, su cliente en su misión anterior y recientemente una ninja hecha y derecha de Kusagakure no Sato
«Menuda coincidencia». Sonrió.
La otra kunoichi, que estaba detrás del mostrador se trataba de Kamisho Yuna, la encargada del edificio durante ese día y la mayor amante de los papeles de Oonindo.
Al escuchar la voz del herrero, Kinumi se giró hacia él y sonrió para sí misma.
— ¡Pues lo haré con Toshio!
Yuna, que no parecía demasiado ccómoda con la idea, levantó las manos para calmar a la Uchiha.
— Kinumi-chan, creo que Toshio-kun tendrá que decidir por sí mismo si quiere o no.
— Claro que quiere, ¿a que sí, Toshio-kun?
Confundido, el chico tardó un segundo en responder.
— Esto... ¿sí? —Dijo mientras se acercaba a las kunoichi, antes de saber si quiera de qué hablaban—. ¿De qué se trata?
— Yuna-san no me quiere dar una misión C porque dice que voy a fallar y voy a morir.
— Yo no he dicho eso. Es que Paddo-kun ha recopilado todas las misiones y ha hecho estadísticas. — señaló dos papeles que estaban pegados en la pared contigua al mostrador.
Cada uno tenía una tabla. La primera se titulaba, "ratio de misiones exitosas. Las columnas eran la dificultad y las filas el rango del ninja que lo hacia y la cantidad de los mismos. La primera categoria de las filas era "Genin recien graduado" y su ratio en cuanto a completar C era "20%". En la otra tabla, la de la otra hoja, el porcentaje en ese punto era de un "90%". Si miraba el titulo de la segunda tabla era "Probabilidad de muerte".
Para dos genins, las probabilidades de completar la misión subían al "70%" y el riesgo de muerte se quedaba en "10%".
Estaba claro que Yuna tenía una opinión acerca de esas estadísticas. Ni las miraba, como si fuesen un fantasma que le susurraba al oído cosas heladas.
— ¿Y no es mejor hacer una bonita misión D sobre cosechar flores para una clase de horticultura? — no solo parecía estar luchando contra Kinumi sino contra sí misma.
Yuna era conocida por dar las misiones que le pedían, dentro de un marco de lógica, daba C a genins, daba B a chunnins y lo hacía animandoles a darlo todo y a superarse. Hasta que Paddo empezó con sus estadísticas de muerte. Ahora Yuna dudaba.
Y Kinumi, que había esperado a que fuese el turno de Yuna para sacarle una C, no parecía querer darse por vencida.
— Estoy segura que algún alegre ninja está esperando esa misión de recoger flores. ¡Pero nosotros no! ¡Tenemos a Toshio! Un experimentado genin, seguro que es casi chunin ya, ¿a que si? ¿Ves? Dice que sí. Venga, Yuna-senpai. Confía en nosotros. Confía en Toshio.
Yuna dudó y Kinumi le dio un codazo a Toshio, para que la apoyase.
— Yuna-san no me quiere dar una misión C porque dice que voy a fallar y voy a morir. —Dijo Kinumi, indignada.
— Yo no he dicho eso. Es que Paddo-kun ha recopilado todas las misiones y ha hecho estadísticas.
La encargada señaló dos papeles que el bueno del Inuzuka había pegado en la pared que estaba al lado del mostrador. En uno podía leerse que las probabilidades de completar una misión rango C para un genin recién graduado eran del 20%, mientras que las probabilidades de morir eran del 90%
«Razón no le falta...» pensó Toshio, que ya sabía lo peligrosas que podían llegar a ser si uno no tenía un mínimo de cuidado.
Toshio sonrió al comprobar que las probabilidades de éxito para dos genina ascendían al 70%.
— ¿Y no es mejor hacer una bonita misión D sobre cosechar flores para una clase de horticultura?
Toshio pestañeó varias veces, confundido. ¿Qué le había pasado a Yuna durante los tres meses en los que él no estaba? ¡La Yuna que él conocía les habría dado dos misiones rango C si pudiera!
— Estoy segura que algún alegre ninja está esperando esa misión de recoger flores. ¡Pero nosotros no! ¡Tenemos a Toshio! Un experimentado genin, seguro que es casi chunin ya, ¿a que si? ¿Ves? Dice que sí. Venga, Yuna-senpai. Confía en nosotros.
Toshio sonreía, nervioso, mientras Kinumi intentaba conocer a Yuna. Es verdad que casi había llegado a chūnin ¡pero eso fue hace tiempo! Y además fue justo en una misión de este rango en la que tuvo su accidente. No se sentía preparado para...
— Confía en Toshio.
Kinumi le dio un pequeño codazo y, por reflejo, el chico sonrió, se apuntándose al pecho con el pulgar.
— Puedes confiar en mí, Yuna-senpai.
Sin siquiera esforzarse, la Uchiha encontró el punto débil del chico.
Yuna suspiró. ¿Qué podía hacer? Ella no era Shiten. No era una fortaleza. Y además estaba peleando contra sí misma también. Ella quería darles una C, si ambos estaban confiados, ¿qué podía salir mal? ¡El entusiasmo superaba a la estadística! Sin embargo, las palabras de Paddo que le decían que estaba poniendo en riesgo a los ninjas resonaban en su cabeza.
— Puedes confiar en mí, Yuna-senpai.
No era que Toshio fuese siquiera minimamente carismatico, sino que ella misma confiaba en ellos. En Kinumi, en Toshio, en todos los genins y chunins de la villa. Confiaba en lo que eran capaces.
— Está bien, chicos. Está bien. — volvió a suspirar.
Sacó un pergamino de uno de los cajones y se lo pasó a Kinumi, que lo agarró como si fuese de oro.
— Ahora iros de aquí antes de que me arrepienta.
— ¡Gracias, Yuna-senpai! ¡Eres la mejor, Yuna-senpai!
A la Uchiha no se lo tuvo que repetir dos veces. Tras hacerle una leve reverencia salió por patas del lugar, parándose en la puerta a esperar a Toshio para abrir el pergamino. Después de leerlo se lo pasaría a Toshio, aprovechando para localizar la villa que señalaba el pergamino en un mapa que había sacado de su portaobjetos.
— Mmm... Está bastante lejos de la estación de ferrocarril... al final nos tocara caminar bastante igualmente.
(C) Oscura es la noche
Publicada en: Kusagakure Solicitante: Miniku Bōku Lugar: Arrozales del Silencio
Están sucediendose, noche tras noche, extrañas desapariciones en mi pueblo. Al principio pensé que eran los malditos lobos que acechan desde el bosque. Sin embargo, después de avisar a mis vasallos que no saliesen de noche, las desapariciones siguieron. Muchas de ellas sin rastro alguno de sangre o ningún tipo de aviso. Empecé a ordenar guardias nocturnas y las desapariciones siguieron. Necesito que las desapariciones se detengan, ya.
El chico sonrió, mientras la pobre Yuna se resignaba a darles la misión que pedían a los chicos. Sacó un pergamino de uno de los cajones antes de dárselo a Kinumi, que lo tomó como si fuera el mayor tesoro de su vida.
— Ahora iros de aquí antes de que me arrepienta.
— ¡Gracias, Yuna-senpai! ¡Eres la mejor, Yuna-senpai!
Rio un poco al ver como la Uchiha se apresuraba a salir luego de hacerle una reverencia a Yuna.
— Muchas gracias, Yuna-senpai. —Dijo el herrero, imitando a su compañera.
Fuera, Toshio se encontró con Kinumi en la puerta, esperándolo para leer el pergamino.
— Mmm... Está bastante lejos de la estación de ferrocarril... al final nos tocara caminar bastante igualmente.
— Realmente esperaba que fuera por aquí cerca. —Se encogió de hombros—. Qué se le va a hacer. Deberíamos prepararnos ya, si conseguimos llegar para la noche quizás consigamos evitar que alguien más desaparezca esta noche.
Estaba a punto de irse en cuanto Kinumi le respondiese, pero antes una importante duda le invadió
» Por cierto... ¿alguna vez has utilizado uno de esos ferrocarriles?
Había escuchado opiniones de todo tipo sobre esas máquinas, pero el joven nunca había visto uno de verdad, pues él todavía no había despertado cuando empezaron a utilizarse.
— Realmente esperaba que fuera por aquí cerca.Qué se le va a hacer. Deberíamos prepararnos ya, si conseguimos llegar para la noche quizás consigamos evitar que alguien más desaparezca esta noche.
Kinumi alzó una ceja y negó con la cabeza.
— Definitivamente prefiero que sea lejos. Si es cerca suele ser exterminio de animales descontrolados, en plural o singular. Cerca de la villa no pueden haber bandidos, ni traficantes, ni enemigos en general. Porque... bueno, hay muchos ninjas. Así que siempre son animales. ¡No quiero matar conejos!
Parecía tener una idea de lo que era exterminar animales de un tamaño y adorabilidad alta. Y no es que estuviese triste por ello, más bien estaba enfadada.
— En fin, sí, vayamos a prepararnos.
Estaba a punto de darse la vuelta cuando Toshio le soltó una última pregunta.
» Por cierto... ¿alguna vez has utilizado uno de esos ferrocarriles?
— Claro, ¿tú no?
Se quedó parada, suponiendo que había alguna pregunta después de esa primera. ¿Le tendría miedo a los ferrocarriles? Desde luego, ella no iba a caminar tres días si podía llegar en horas con el ferrocarril, pero podía esperarle allí mientras recababa información.
1/08/2020, 22:09 (Última modificación: 2/08/2020, 01:14 por Kurogane Toshio. Editado 1 vez en total.)
— Claro, ¿tú no?
—¿Quién, yo? —Contestó el chico, que desvió la mirada mientras hacía un ademán con la mano, intentando quitarle importancia—. Pfff, claro ¡los uso todo el tiempo!
Ni siquiera podía llegar a imaginarse cómo se veían esos ferrocarriles.
» Bueno, iré a prepararme. Te esperaré en las puertas de la Aldea —dijo, girándose—. ¡No tardes!
El chico se apresuró a marcharse directamente a casa, donde tomó una mochila para guardar un par de botellas de agua, algo de comida y un mapa, además de una muda extra de ropa. Tomó sus armas, se reajustó la bandana y volvió a salir de casa.
Antes de dirigirse a las puertas, Toshio se desvió a la armería de la aldea para tomar prestado un sello de rango C.
«Esto nos vendrá bien». Pensó, mientras iba al punto de encuentro para esperar a Kinumi, aunque por su desvío probablemente ella había llegado mucho antes que él.
Era una mentira tan obvia que Kinumi ni se molestó en tumbarsela. Si él quería decirselo a sí mismo, no iba a ser ella la que le chafase la ilusión.
Cuando Toshio llegase a las puertas de la villa, la Uchiha llevaría ahí entre diez y quince minutos, sin embargo, no parecía demasiado enfadada. En vez de insultarle de lejos, le saludó levantando la mano y ondeandola.
— Me gusta que seas igual de descaradamente descuidado en todas tus misiones y no solo en la mía. — le soltó en cuanto estuvo lo suficientemente cerca como para poder hablar con un tono normal.
La Uchiha llevaba un pequeño saco al hombro y esa era toda la diferencia que Toshio podía apreciar. En cuanto el pelirrojo llegara, se pondrían en marcha, andando hacia la estación.
2/08/2020, 01:04 (Última modificación: 2/08/2020, 01:14 por Kurogane Toshio. Editado 1 vez en total.)
Kinumi ya estaba esperando a Toshio en la puerta para cuando este llegó al lugar acordado. El joven levantó la mano en alto y saludó mientras se acercaba.
— Me gusta que seas igual de descaradamente descuidado en todas tus misiones y no solo en la mía.
—Esta vez no he sido descuidado. —Dijo, mientras sacaba el sello explosivo que había tomado—. Fui a la armería a coger esto. Seguro que nos vendrá bien.
Los genin empezaron a ponerse en marcha rumbo a la estación. Por supuesto que Toshio seguía el paso de Kinumi, aunque caminaba a su lado, pues él no tenía ni idea de donde estaba la estación, ni aparecía en su mapa, que era viejo.
—Entonces... —empezó el chico—. ¿Esta es tu primera misión?
2/08/2020, 01:22 (Última modificación: 2/08/2020, 01:23 por Himura Hana.)
—Fui a la armería a coger esto. Seguro que nos vendrá bien.
Kinumi miró el sello explosivo en la mano de Toshio con recelo.
— Vamos a dejar esa vía como última opción. Estoy segura de que hallaremos otra forma de atajar la situación.
Era bastante escéptica de poder solucionar unas desapariciones con explosiones. Bien era cierto que nunca se sabe lo que puede pasar en una misión, igual les venía bien el sello. Pero como última opción.
— ¿Esta es tu primera misión?
Kinumi río amargamente.
— Ojalá, empezar con una C hubiese sido genial. Pero no, llevó una semana limpiando vateres, paseando perros y peinando gatos. Peinar gatos. — se estremeció — ¿Has estado en los arrozales alguna vez?
No iba a devolverle la pregunta de las misiones, eso ya lo sabía.
A Kinumi no parecía realmente emocionada con la idea de resolver los problemas a explosiones, y con razón. Usualmente hacían mucho ruido y te daban poca información cuando buscas pistas.
— Ojalá, empezar con una C hubiese sido genial. Pero no, llevó una semana limpiando vateres, paseando perros y peinando gatos. Peinar gatos. —Kinumi se estremeció y Toshio rio, por desgracia todos tienen que pasar por eso al principio—. ¿Has estado en los arrozales alguna vez?
Toshio miró al cielo unos segundos, recordando. Odiaba recordar.
—Sí... hace unos meses tuve que pasar por allí para llegar al País del Rayo. —Dijo, algo más serio de lo normal—. Aunque no me quedé mucho tiempo.
—Sí... hace unos meses tuve que pasar por allí para llegar al País del Rayo.Aunque no me quedé mucho tiempo.
Si lo hubiese dicho con su habitual voz de pollo loco, Kinumi hubiese presionado para que le diese más detalles. Al fin y al cabo, cualquier información que pudiese tener adicional a lo general sería una ventaja sobre el terreno. Sin embargo, Toshio se puso serio. Algo que ni en su momento de mayor concentración había hecho. Así que la Uchiha dejó pasar el tema.
En apenas un par de horas se plantaron en la estación, llegando justo en la hora punta. Senju Shiten estaba en la puerta vigilando, tanto Kinumi como Toshio lo habrían visto un par de veces de encargado en el edificio de la Morikage. La Uchiha, conociendolo solo de vista, no se atrevió a saludarle, sin embargo, Shiten les dedicó una sonrisa y un asentimiento de reconocimiento, pero poco más podían decirse entre la muchedumbre.
Kinumi agarró la mano de Toshio y lo arrastró como pudo hasta donde se compraban los billetes. Salía un tren en cuestión de minutos hacia Tane-Shigai, que después partiría hacia la Villa de las Aguas Termales, haciendo parada en los Arrozales del Silencio. Cogieron dos de los cuatro billetes que quedaban libres. Sus camas estaban hacinadas al final del tren en el recoveco más estrecho, pero la Uchiha ni preguntó ni dudó y después arrastró al pelirrojo hasta el tren en cuestión.
Consiguieron meterse en el último vagón segundos antes de que todo empezase a moverse.
— Buf, pensaba que no lo conseguíamos. ¡Una señora casi me muerde! — comentó Kinumi mientras se apoyaba en una pared para recuperar el aliento. — ¿Qué te han parecido los trenes?
Toshio se hubiese maravillado ante la inmensidad de metal que les llevaba ahora mismo si hubiese tenido un segundo para contemplarlo. Pero todo lo que recordaba era gente, y gente, y sus pies intentando encontrar suelo en vez de otros pies y Kinumi paseandolo sin piedad por toda la estación.
El chico no pretendía molestar a Kinumi con sus propios problemas, y por suerte la Uchiha comprendió que no se trataba de algo sobre lo que debiese preguntar. Fue por eso que los genin pasaron el resto de viaje en silencio, hasta que finalmente llegaron a la estación de ferrocarriles.
En la puerta de la estación, justo al entrar, los chicos pudieron reconocer a Senju Shiten entre la multitud.
— Ho-¡Oh! —Antes de que pudiera saludar, sintió como Kinumi lo tomaba de la mano y lo arrastraba para comprar los billetes.
Toshio entendió las prisas cuando se enteró de que su tren salía en cuestión de minutos y que apenas quedaban cuatro billetes disponibles. Por suerte ellos solo eran dos.
De nuevo, Kinumi tuvo que volver a arrastrarlo por toda la estación hasta llegar al tren. Quizá no porque el chico fuera especialmente lento ¡pero simplemente no tenía ni idea de a dónde iban! Había demasiada gente. Pies por aquí y por allá, y encima Toshio nunca había estado en un lugar como ese.
¡Ni siquiera pudo ver mucho más que la puerta del tren cuando llegaron a su vagón!
— Buf, pensaba que no lo conseguíamos. ¡Una señora casi me muerde! —El chico rio, mientras también se apoyaba en una pared para recuperar el aliento—. ¿Qué te han parecido los trenes?
Miró a su alrededor. Solo había metal y más metal. Era... extraño.