Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Eri confirmó que por ella hubiera preferido que el hombre fuera malo con tal de que no hubiese muerto. Yo estaba en la posición totalmente opuesta, pero no lo expresé. Bastante habíamos discutido durante el viaje. Tal vez en el de vuelta hablase del tema. Si estuviese vivo y estuviese vivo, probablemente sería cómplice y nos encararía y entonces tendríamos que pelear con él. En otros tiempos hubiese estado convencido de poder inmovilizarlo sin más, pero la vida no es tan simple.
Esta vez no habría cabos sueltos ni mierdas, si alguien osaba encararse con nosotros acabaría con su vida.
—No entiendo como alguien quiere tener un arma así de peligrosa colgada de algún lugar. Pero nos hemos vuelto a quedar sin pistas, genial. ¿Reconoces algún olor diferente del hombre o alguno que nos pueda llevar a otro sitio?
El can levantó la cabeza para ladrar algo como respuesta a la pregunta. Gruñí por lo bajo ante la tontería que acababa de soltar.
— Eso no nos ayuda. Esta gente vive rodeada de minas, podría ser cualquier sitio, casi literalmente. Tendremos que preguntar al herrero en qué cueva decía que estaban los bandidos, aunque hay que ser idiota para quedarse en el mismo sitio después de liarla tanto.
Entonces recordé que Eri no hablaba perruno.
— Ha dicho que huele a cueva.
La líder del equipo decidió usar la magia del Fuinjutsu para sellar el cadaver, que desapareció ante nosotros para meterse en el guante de Eri. Aún me costaba ver a Datsue y Eri hacer esas mierdas como si fuera lo más normal del mundo. ¿Cómo entendían esas cosas? Si cuando nos lo intentaron enseñar en la academia no sabía ni dibujar los sellos esos.
— Pues vamos, va.
Dejé que Eri tomase la delantera, porque con tanto correr no tenía ni idea de donde estábamos.
La pregunta que la pelirroja hizo a Stuffy fue respondida, aunque en idioma canino, el cual Eri no acostumbraba a usar y ni si quiera conocía sus fundamentos. Nabi, experto en el tema; se dedicó a no traducir ninguno de los ladridos que Stuffy le había dedicado, pasando completamente de la pobre e incomprendida chica que ahora mismo estaba relegada a un segundo plano.
—Eso no nos ayuda. Esta gente vive rodeada de minas, podría ser cualquier sitio, casi literalmente. Tendremos que preguntar al herrero en qué cueva decía que estaban los bandidos, aunque hay que ser idiota para quedarse en el mismo sitio después de liarla tanto.
Y, como si alguien hubiera oído sus quejas internas, Nabi miró a Eri y aclaró:
—Ha dicho que huele a cueva.
—Gracias.
Como aquello no solucionaba nada, la chica selló en su guante el cuerpo del hombre, y de nuevo retomaron el camino de forma más rápida que antes hasta la forja donde residía el peticionario. No quería tardar mucho en completar la misión, sin embargo; lo que necesitaban ahora era mantener la cabeza fría e ir con cautela sin demorarse demasiado. Tan enfrascada estaba en sus pensamientos que ni si quiera se dio cuenta que ya habían llegado a la Forja Incandescente.
Unos golpes firmes avisaron de su regreso.
—Kajiya-san, abra por favor.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La puerta se abrió de inmediato, desvelando al mismo hombre de antes, ahora ataviado con una camisa negra y un enorme mandil de herrero.
— Oh, ya estáis de vuelta, pasad.
No se esperaría ni a que estuviésemos dentro para preguntar.
— ¿Y bien? ¿Qué habéis encontrado?
Seguía de los nervios. Nos hizo pasar a la misma sala de antes, con la misma mesa y las mismas sillas y ni rastro de mujer, aunque se oían voces en la parte de atrás de la casa.
— Mi mujer está intentando explicárselo a mi hija, se niega a creer que... Bueno, nada de esto en general.
No tardaron en abrir la puerta, descubriendo al señor Kajiya con camisa negra y mandil, que los invitó a entrar de nuevo al mismo sitio donde momentos antes los había recibido, preguntando sobre qué habían encontrado en su búsqueda bajo un matojo de nervios mal disimulado.
— ¿Y bien? ¿Qué habéis encontrado?
Eri tragó grueso, miró a Nabi con precaución e intentó no escuchar la conversación que mantenían dos féminas detrás de aquel lugar.
— Mi mujer está intentando explicárselo a mi hija, se niega a creer que... Bueno, nada de esto en general.
—Lo entendemos, Kajiya-san —comenzó Eri, luego levantó la mano hacia la mesa y formuló un sello para sacar el cuerpo inerte del hombre que habían hallado muerto—. Sentimos mucho esto, señor, lo encontramos tirado en un callejón bastante alejado de aquí, despojado de todo lo que pudiera llevar —explicó, cabizbaja—. Puede que lleve días así, y probablemente el arma que acabó con su vida fue el hacha que estamos buscando, así que ahora nos dispondremos a recuperarla cueste lo que cueste —informó—. Pero antes de marcharnos pensamos que ustedes merecían darle un adiós digno.
Hizo una breve pausa, acercándose a Nabi.
—Sentimos mucho la pérdida, señor —e hizo una pequeña inclinación de cabeza.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Lo entendemos, Kajiya-san. Sentimos mucho esto, señor, lo encontramos tirado en un callejón bastante alejado de aquí, despojado de todo lo que pudiera llevar. Puede que lleve días así, y probablemente el arma que acabó con su vida fue el hacha que estamos buscando, así que ahora nos dispondremos a recuperarla cueste lo que cueste. Pero antes de marcharnos pensamos que ustedes merecían darle un adiós digno.
El hombre se llevó una mano a la boca, al principio de pena.
— Oh, dios. — oró acercándose al cuerpo.
Se levantó de inmediato, con la mano tapándose la nariz.
— ¡Oh, dios! — exclamó poniéndose lo más lejos posible. — ¿Podrías volver a... guardártelo? Por lo menos hasta que encontremos algún sitio donde guardarlo.
Aunque la sangre estaba más bien seca, tanto trajín empezaba a sacar del cuerpo... líquidos de todo tipo. Desde líquidos que se le habían metido post mortem por estar bajo una pila de basura, hasta descomposiciones suyas. El hedor era notable.
— Esta noche prepararemos todo y mañana por la mañana le daremos el respeto que merecen los muertos. Después os daré el mapa para que vayais a buscar a esos bandidos mal paridos. Ya... no me corre tanta prisa.
Comentó después de que Eri se guardase de nuevo el cadáver.
Ante las peticiones del hombre, Eri no pudo evitar sentirse ligeramente culpable por lo que acababa de hacer, así que se acercó al cuerpo y volvió a sellarlo dentro de su guante, no muy convencida.
— Esta noche prepararemos todo y mañana por la mañana le daremos el respeto que merecen los muertos. Después os daré el mapa para que vayais a buscar a esos bandidos mal paridos. Ya... no me corre tanta prisa.
Aunque Eri quiso discrepar, pues un arma así era bastante mortífera; primero miró a Nabi para saber si se oponía o no a aquello.
—Discúlpeme, señor, pero creo que deberíamos ir a buscar a los bandidos antes de que puedan usar el arma por más tiempo, es sumamente peligrosa —inquirió ella, por el bien de todos—. Dejaré el guante aquí y si quieren vayan preparándolo todo y así mañana nos despedimos de él como se merece... Con el arma en buenas manos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Discúlpeme, señor, pero creo que deberíamos ir a buscar a los bandidos antes de que puedan usar el arma por más tiempo, es sumamente peligrosa. Dejaré el guante aquí y si quieren vayan preparándolo todo y así mañana nos despedimos de él como se merece... Con el arma en buenas manos.
El hombre suspiró.
— Si dejas el guante aquí, no hay ningún problema, supongo que otro ninja podría sacar el cuerpo. Era una forma amable de asegurarme que teníamos tiempo para prepararlo todo y enterrar a mi yerno antes de que os enfrentaseis a los bandidos.
Abrió un cajón y sacó un mapa de la zona de minas. Había docenas de entradas y excavaciones, marcó un sitio que supuestamente estaba vacio, es decir, que no constaba que hubiese ninguna entrada.
— Esa entrada fue sellada hace tiempo, pero al parecer, estos... — hizo una pausa para encontrar una palabra que los definiese, pero no la encontró — bandidos han encontrado alguna entrada por este área. Como bien has dicho, el arma es peligrosa, si no podéis con los bandidos, al menos destruidla o melladla de alguna manera.
Le pasó el mapa a Eri esperando que ella le devolviese el guante que contenía el cadáver. En cuanto a mí, miraba desde detrás, sencillamente esperando a ver como acababa todo. Pasase lo que pasase, apoyaría a mi capitana. Aunque el día había sido largo, solo era una misión C, con una Jounin, podíamos sobrados con los bandidos.
—Si dejas el guante aquí, no hay ningún problema, supongo que otro ninja podría sacar el cuerpo. Era una forma amable de asegurarme que teníamos tiempo para prepararlo todo y enterrar a mi yerno antes de que os enfrentaseis a los bandidos.
Ella asintió, sacándose su guante mientras él buscaba el mapa de las minas, marcando un sitio del mismo que parecía vacío en un principio, donde no debería haber ninguna entrada.
— Esa entrada fue sellada hace tiempo, pero al parecer, estos bandidos han encontrado alguna entrada por este área. Como bien has dicho, el arma es peligrosa, si no podéis con los bandidos, al menos destruidla o melladla de alguna manera.
La kunoichi asintió, tomando el mapa mientras le daba el guante con cuidado.
—Muchas gracias señor, volveremos pronto —hizo una ligera inclinación de cabeza y luego se giró a Nabi y a Stuffy —. Vamos, chicos.
No tardaron mucho más en salir de la casa y dirigir su atención en la ruta que los llevaba al punto marcado en el mapa, así que, tras echarle una buena ojeada —y tenderle el mapa a Nabi por si quería echarle un vistazo—, Eri comenzó a correr hacia allí, sin perder más tiempo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Dicho lo cual salió por la puerta con toda la felicidad que había mostrado durante la misión, ninguna. Era una estatua de hielo y nosotros eramos los dedos meñiques de sus pies. Sin cuestionar, la seguí alegremente.
Empezó a correr y ambos la seguimos felizmente, de nuevo. Sin intercambiar una palabra. Ya había quedado claro tras años y años de vanos intentos por mi parte que hablar no era mi punto fuerte, ni debil, no era un punto mio. No tardamos mucho en llegar al area marcada por el mapa, aunque era complicado saber qué area era exactamente ni en que area estabamos. Al amparo de la noche, el mapa no se veía más que un papel con cosas dibujadas sin una forma determinada.
Sin embargo, en esa oscuridad dentro de la oscuridad, había un haz de luz. Proveniente de una grieta en una pared rocosa que había cerca. Apenas se veía nada más, porque la grieta era muy pequeña.
— ¿Y ahora qué?
No había entradas cerca, tal y como habíamos visto en el mapa, solo esa infima grieta de luz que no daba para ver el mapa.
Cuando llegaron al lugar indicado vieron que efectivamente, no había nada que delatase que allí hubiera una entrada o que la hubiese habido alguna vez. Sin embargo, un haz de luz —tan literal como la vida misma— provenía de una grieta en la pared, llamando a la curiosidad de la chica.
— ¿Y ahora qué?
—Puede que esta grieta tenga algo que ver, además... Hay luz —murmuró, poniéndose alerta mientras se acercaba a la grieta, intentando ver a través de ella como podía.
Luego se giró a Nabi.
—¿Crees que podríamos romperla?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— Por poder, puedo. La cosa es que no será delicado ni bonito. Ni sigiloso.
¿Romperla? ¿Una pared de mierda? ¿Yo? Podía cargarme toda la red de tuneles que unía las minas si me apetecía, la roca es mi elemento. Podía destruir el mismo nucleo de la tierra y volver a recomponerlo usando solo cadáveres de amenios si me apetecía, tal era mi poder. Pero, claro, el sigilo no era mi característica ni hostias en vinagre.
—Por poder, puedo. La cosa es que no será delicado ni bonito. Ni sigiloso.
Se llevó una mano al mentón, intentando pensar otra solución. Era cierto que no iba a ser nada sigiloso, pero si había algún tipo de entrada, tendría que ser por ahí, porque había luz dentro, por lo que sabía que ahí había algo.
—Pues veamos si hay alguna entrada secreta en alguna parte, porque ahí dentro hay gente, así que por algún lado habrán entrado... —sopesó—. ¿No tienes una técnica de Doton que te hace meterte dentro de la tierra y salir en otro lado? —Preguntó a la desesperada.
Luego se dio la vuelta, buscando como podía entre la oscuridad.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Pues veamos si hay alguna entrada secreta en alguna parte, porque ahí dentro hay gente, así que por algún lado habrán entrado... ¿No tienes una técnica de Doton que te hace meterte dentro de la tierra y salir en otro lado?
Yo ya me había girado a buscar otra entrada, aunque juzgando por la luz, que solo salía del sitio delante nuestro, todo lo demás estaba oscuro como el sobaco de un kuseño. Me paré a contestarle.
— Sí, pero solo podría entrar yo. Se trata de meterte bajo tierra y después reflotar saliendo de bajo tierra. ¿Quieres que entre yo y te digo algo? Creo que sería mejor no separarnos.
Stuffy seguía olfateando los alrededores en busca de otra entrada, aunque era muy improbable que la encontrásemos.
— Sí, pero solo podría entrar yo. Se trata de meterte bajo tierra y después reflotar saliendo de bajo tierra. ¿Quieres que entre yo y te digo algo? Creo que sería mejor no separarnos.
Eri se encogió de hombros, y parecía que Stuffy no encontraba nada así que, suspirando, contestó:
—Vale, pues destroza la pared, montaremos un pollo y les quitaremos el arma —zanjó, adquiriendo una posición de combate—. Prepárate.
Y esperó a que Nabi actuase.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Vale, pues destroza la pared, montaremos un pollo y les quitaremos el arma. Prepárate.
— Espera, espera. Tengo una técnica de camuflaje que nos vendrá genial ahí dentro. Escúchame, cuando abra el boquete, corre dentro y pégate a una pared. Stuffy, tú quédate por aquí fuera escondido, solo puedo esconder a dos personas y tú ya ocupas como tres.
— Aw...
Aulló dolido mientras bajaba las orejas y se disponía a encontrar un sitio donde esconder la cabeza para siempre. Lo ignoré porque a veces le salía una vena dramática que no sé de donde había sacado y ahora estábamos en una misión importante.
— ¿Preparada?
Pregunté mientras hacia un sello y mi brazo se transformaba en una mole de rocas, en cuanto diese el visto bueno al plan golpearía la pared, mandándolo todo a freír espárragos.