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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Riko no estaba del todo satisfecho con lo que acababa de mostrar, posiblemente porque no era su estilo, de hecho, pocas cosas había más alejadas de lo que él hacía, el perder velocidad y fuerza en los golpes no era algo que le llamara mucho la atención, aunque si era cierto que, ganando algo de control sobre los golpes que asestaba, la posibilidad de acertar sería mucho mayor, pero esto no tenía por qué ser del todo bueno.

El señor Cheng, tras la demostración del de rastas, decidió que lo mejor para que el joven viera lo que trataba de decir, sería mostrarlo él mismo, por lo que se puso en pie, pidiéndole a Mitsuki que se incorporara con él, y que se colocara en su posición inicial de combate, una postura algo extraña, al menos, para Riko, que era la primera vez que veía algo así en su vida.

''Eso no creo que me fuera demasiado útil a mi...''

Tal y como sospechaba el joven, aquella postura solo podría serle de gran utilidad a alguien proveniente del clan Hyuga, al que pertenecía Mitsuki, y entonces el anciano se puso frente a la chica, dicéndola que él atacaba y ella defendía, y, a cámara lenta, el viejo comenzó el ataque, fácilmente defendido por la peliblanca.

Cuando el anciano terminó su explicación, Riko estaba aún más confuso, aquello era algo bastante obvio, hay que saber intercalar ataque y defensa, para así perfeccionar cada uno de los movimientos.

A ver, quizás mi estilo no sea algo tan bonito como el suyo o el de los Hyuga... Pero lo de aprovechar los movimientos del rival para atacar tú, defensa y ataque en uno, como usted dice, es algo que yo también tengo en cuenta, lo que diferencia nuestros estilos, es a lo que le damos prioridad, si a Mitsuki no le importa, me gustaría combatir con ella en cuerpo a cuerpo, así puedo mostrarle lo que digo, porque creo que solo con el hombre de madera, no estoy siendo capaz. — Sugirió el muchacho, mirando a la chica, para ver si aceptaba su oferta.
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#17
El señor escuchó la respusta del joven atentamente, pero al parecer el mensaje que este trataba de incurcarle no terminaba de llegar a su circunstancial alumno. Pero no perdía la esperanza, el chico estaba dispuesto a seguir intentándolo e incluso quería probar a combatir con la Hyuga.

—¡Pu...— el anciano empezaba a responder cuando la joven peliblanca habló

—Lo lamento, pero me temo que no pariticiparé en un combate— comenzó la peliblanca haciendo una pequeña reverencia —Mis ropas no son adecuadas, disculpadme— volvió a hacer una reverencia. Aunque la verdadera razón era que no quería combatir, y aún menos después del pequeño incidente anterior, lo cierto es que combatir con aquel cuidado kimono no era la mejor de las ideas. Aquella ropa había sido confeccionada para vestir de manera elegante y no para combatir.

—Oh vaya— se lamento el anciano que casi se emociona al presentarse la oportunidad de ver un combate de sangre joven —Pero es cierto que sería una lástima que ese bonito kimono se estropesase...— el anciano se meso la barba durante unos instantes —En ese caso yo seré tu rival— se levantó de un salto y se adelanto unos pasos hasta quedar frente a frente con el chico de las rastas —¡No tengas piedad de este pobre viejo, pues yo no la voy a tener!— bromeo el anciano mientras se colocaba en posición bastante diferente a la de la peliblanca. Puños cerrados, brazo derecho adelantado, mano izquierda al altura del codo derecho y la pierna izquierda ligeramente adelantada, todo en dirección adonde se encontraba el joven —¡En guardia!— instó el anciano

Mientras ambos hombres se preparaban para combatir, la Hyuga volvió hasta el borde del dojo, sentandose en el pequeño porche junto a su té. Envolvió el pequeño vaso cuidadosamente con sus manos y se dispuso a disfrutar del combate. Quizás podría aprender algo nuevo
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#18
En cuanto el muchacho lanzó la idea del combate, el anciano comenzó a cambiar su expresión, sus ojos comenzaron a brillar esperanzados, quizás con la emoción previa a un combate entre jóvenes genins, que aunque no sería un gran espectáculo, era algo que gustaba ver.

Pero rápidamente todas las ilusiones del Señor Cheng se desvanecieron de un plumazo, tan rápido como las palabras de las kunoichi de pelo blanco, que, de forma tajante pero educada, rechazó el combate, aunque sus motivos tenía, por lo que no podía culparla. Lo que pilló completamente por sorpresa a Riko fue la reacción del viejo, que, de un salto se puso en pie, y reclamó ser él quien sustituyese a Mitsuki en el combate.

Pe-Pe-Pero... — Soltó un enorme suspiro, aquel no será un combate justo, pero no lo iba a rechazar. — Está bien, vamos a ello.

El de rastas adaptó una postura de combate, propia de un boxeador, aunque con las piernas de una manera parecida a la postura que había adoptado antes la joven Hyuga.

''Esto no va a salir bien, no puede salir bien.

Desde el primer momento, Riko sabía que sus posibilidades en aquel combate estaban por debajo de cero, aunque trataría de hacerlo lo mejor posible y que no se le quedara un mal sabor de boca, por lo que, cuando todo estaba listo, el joven genin de Uzushiogakure tomó aire y, concentrándose, habló.

Empecemos.
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#19
El anciano no escuchaba al joven desde hacia un buen rato, estaba entregado a sus ejercicios de calentamiento. Primero una serie de puños al aire, después otra de patadas altas, saltos y volteretas, alguna que otra flexión con los dedos meñiques y una sola pierna. El viejo se veía pletórico.

Mitsuki miraba la escena tranquilamente mientras tomaba su té, el chico no parecía muy seguro de comenzar pero al final parece que aceptó al darse cuenta de que al Sr Cheng no había nadie que le quitase la ilusión del combate. Así que decidió colocarse en posición de combate, parecía un boxeador pero la chica pudo notar que había cambiado la posición de las piernas por una similar a la que ella había mostrado.

Por su parte el viejo se preparaba tras una nueva serie de patadas altas para colocarse en posición, al bajar la pierna al suelo este se resquebrajo bajo el pie como si estuviese pisando porcelana.

En aquel instante, la de Kusabi, no pudo evitar empezar a preocuparse por el de las rastas. Si al Sr Cheng se le escapaba un mal golpe le podía hacer bastante daño y este, la verdad, es que parecía estar consumido por las ansias de combate.

El anciano dejo caer el peso sobre la pierna izquierda adelantando la derecha, brazo izquierdo extendido y derecho levemente flexionado, las manos imitando la posición de la mantis.

—¡Ataca cuando quieras muchacho!— el viejo movió las manos un poco, como si tratase de animar el combate, con un simple gesto se crujió las muñecas de manera bastante amenazante por no mencionar el sonido que dejaba tras de si los movimientos de sus manos a causa de la velocidad

—Creo que esto es una mala idea...— comento Mitsuki cada vez más preocupada

El anciano ni siquiera la escuchó, seguía haciendo gestos con las manos al chico para que este le atacase

La peliblanca suspiro mientras se encogía de hombros resignada
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#20
El combate estaba a punto de comenzar, y Riko no le quitaba los ojos de encima a su ahora contrincante, el Señor Cheng, que no dejaba de realizar una serie de movimientos, puñetazos y patadas que cada vez le mermaban un poco más la confianza al de rastas, hasta que, de repente, tras una serie de patadas, el hombre apoyó la pierna en el suelo, y éste se resquebrajó bajo su pie.

''¿Pero qué cojones? ¿De dónde sale esa fuerza? Creo que me va a dar algo...''

Entre los pensamientos y dudas del de rastas, el anciano parecía cada vez más decidido, y sacó al joven de su estado absorto.

—¡Ataca cuando quieras muchacho!—

El de rastas miró al viejo con cara de gatillo asustado, pero, tras una fuerte sacudida de cabeza, su cara cambió, escondiendo todas las dudas que aquello le planteaba y se lanzó al ataque.

Dio un primer paso, y en apenas un instante se plantó a la altura del viejo y, girando sobre sí mismo, lanzo un golpe con el dorso de la mano izquierda a la altura de la cara, mientras que con la pierna se disponía a barrer al viejo con una patada a la altura de la espinilla.

••••••

· PV:

100/100

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· CK:

130/130

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¤ Hitai-ate (anudada al cuello)
¤ Portaobjetos básico (En la cintura)
  • Shuriken x5
  • Kunai x2
  • Hilo shinobi
  • Hikaridama



    Puñetazo: 16 PV
    Patada: 17 PV
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#21
Mitsuki observaba atentamente, algo le decía que aquello no podía acabar bien... quizás fuese la cara del chico de las rastas que casi parecía gritar piedad... o tal vez la inusitada fuerza de aquel anciano que parecía desatado por la emoción. Fuese por lo que fuese, la joven estaba intranquila. Aquel no iba a ser más que un día tranquilo, una buena convesación, algunos consejos sobre técnica... en definitava un día para mantener la mente quieta de sus problemas... y sin embargo, allí se encontraba, preocupada por aquel chico el cual se había dirigido el solo hacia el paredón.

La Hyuga dejó escapar un largo suspiro tras darle un pequeño sorbo a su té.

Tras la provocación del anciano, Riko parecío decidirse. Agitó la cabeza para alejar las dudas y se lanzó hacia el ataque cual kamikaze. Sin embargo, tal y como era previsible, el hombre esquivó el envite con suma facilidad. Se dejó caer hacia atrás realizando una voltereta, el brazo del joven paso por encima de su torso y la patada justo por debajo de sus pies que comenzaban a levantarse cuando estos llegaban. Apoyó las manos en el suelo y con un gesto técnico continuó el giro hasta caer de pie, recuperando la verticalidad. Sin embargo, cuando sus pies tocaron el suelo un fuerte crujido rompío el tenso ambiente de combate.

—Agghhh— gimió el anciano que se llevó la mano hasta la espalda —¡Mi pobre espalda!— el señor Cheng se encorvó a causa del dolor.

Mitsuki se levantó como un resorte dejando su té a un lado para atender al pobre hombre que parecía haberse hecho bastante daño

—¿Se encuentra bien?— preguntó la Hyuga mientras ayudaba al anciano a acercarse hasta el porche de su casa

—No te preocupes, es solo la edad. Ya no estoy para estos trotes— contestó el anciano con voz quejumbrosa —Me temo que las lecciones se han acabado por unos días— se lamento el viejo luchador mientras se sentaba ayudado por la joven

—Calentaré un poco de agua, aliviará un poco el dolor— se ofreció la peliblanca, que tras dejar al anciano se adentro en la casa del Sr Cheng en dirección a la cocina. No sabía muy bien donde se encontraba, pero por suerte no era demasiado grande y la mayor parte estaba ocupada por la zona de entrenamiento del dojo.

—Creo que esta vez ganas tú chico— bromeó el anciano
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#22
Riko se había lanzado al ataque, siendo sincero, sin pensar demasiado cuales podrían ser las consecuencias, pero aún así, había lanzado un golpe potente y difícil de esquivar, al menos, para una persona de su mismo nivel, pero estaba claro que el señor Cheng no estaba a su mismo nivel, por lo que, con suma facilidad esquivó el ataque.

Un simple mortal hacia detrás el anciano se zafó del doble golpe del de rastas, alejándose de él y quedándose en una zona de confort en la que el viejo sería capaz de ver con tiempo suficiente todos y cada uno de los golpes del joven.

Repentinamente, y en cuanto el señor Cheng apoyó los pies en el suelo, un crujido no muy agradable, sobre todo para el anciano, se escuchó claramente, dejando a Riko completamente confundido. ¿Qué acababa de pasar? Aunque la respuesta no tardó en llegar, acompañada de los gemidos de dolor de su contrincante.

Tan rápido como Mitsuki, el de rastas se encontraba a la altura del anciano, sujetándolo y ayudándolo a mantenerse en pie mientras lo guiaba junto a la Hyuga para que pudiera sentarse.

Lo-Lo siento, no quería que se hiciera daño, señor Cheng. — Se disculpó el de rastas, aunque realmente no tenía culpa.

Mitsuki, por su parte, se adentró en la casa del anciano tras ofrecerse a calentar agua para tratar de aliviar algo el dolor del anciano.

—Creo que esta vez ganas tú chico—

Riko le miró con cara de sentirse culpable.

No se yo si sentirme orgulloso de esta victoria... Dijo el de rastas, acabando la frase con una ligera sonrisa.
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#23
—No tienes que disculparte muchacho, es la edad que no perdona— respondío el anciano con una sonrisa —Una victoria es una victoria chico, no debes despreciar ninguna. A veces ganarás por habilidad, otras por suerte, pero lo importante es volver vivo... no importa como, no importa como lo consigas— el Sr Cheng trató de moverse pero su espalda volvío a crujir a pesar de estar sentado.

Mitsuki reapareció en el umbral de la puerta sosteniendo un pequeño barreño con un par de toallas en su borde, por suerte aún quedaba agua calentada para el té por lo que había podido obtener todo lo necesario sin mucho esfuerzo.

—No sé mueva o se hará más daño— casi ordenó la joven, aunque lo disfrazo de recomendación mientras se arrodillaba junto al anciano dejando la palangana en el suelo

—Soy un viejo inquieto— bromeo el anciano luchador, mientras ayudaba a la Hyuga a levantarle el keikogi por la espalda para dejar la zona lesionada a la vista

—Pues deberá de dejar de serlo un tiempo— replicó la joven con una sonrisa mientras introducía las toallas en el agua caliente para después escurrirlas con cuidado antes de aplicarlas sobre la espalda del anciano —Sostengala— solicitó la joven

—Oh dioses, mucho mejor— el calor alivió un poco el dolor, lo suficiente como para que fuese soportable —Gracias, señorita—

—No tiene que darlas—

—Siempre se deben agradecer los buenos gestos— el anciano se puso de pie con cuidado, a pesar de que la peliblanca trató de impedirlo —No te preocupes, estoy mejor. Iré a acostarme un rato, podeís usar mi dojo si gustaís— dijo mientras echaba a andar hacia las escaleras que daban acceso al mismo —Ha sido un placer jovencitos, espero volver a verlos en mejores condiciones— subió las escaleras un poco renquetante ante la mirada de la joven

—Tenga cuidado, volveré más tarde a ver que tal se encuentra— ofreció la chica

—En ese caso tendrás que acompañarme a la mesa, hasta más tarde— se fue diciendo el anciano mientras cruzaba el umbral de la puerta — quién me diría que a mi edad cenaría con una chica tan guapa...—

—Si llego a su edad me gustaría tener su energía— bromeo Mitsuki volviendo la mirada hasta el chico de las rastas —Sin duda es un buen hombre— dijo mientras se secaba las manos con la toalla restante, antes de doblarla cuidadosamente y dejarla junto a la palanga —Bueno, ahora que nos ha dejado el Sr Cheng. ¿Qué harás Riko?—
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#24
Riko estaba algo compungido ante el hecho de que el Señor Cheng había sufrido daño por culpa de un combate que él había propuesto, quizás debería habérselo ahorrado y se habría evitado todo aquel asunto, y ahora mismo el viejo estaría igual de bien que hacía tan solo unos instantes.

—No tienes que disculparte muchacho, es la edad que no perdona. Una victoria es una victoria chico, no debes despreciar ninguna. A veces ganarás por habilidad, otras por suerte, pero lo importante es volver vivo... no importa como, no importa como lo consigas— Aquellas palabras tenían su parte de razón, no hay que rechazar nunca una victoria, siempre es mejor ganar con ayuda de la suerte que perder y tener que achacar con las consecuencias.

En ese momento, Mitsuki, que se había adentrado a la casa para buscar algo que aliviara el dolo del anciano, apareció con un barreño lleno de agua caliente y un par de toallas, lo que aliviaría de forma significativa el dolor de espalda del anciano, o, por lo menos, eso era lo que le aliviaba a él.

La peliblanco parecía ser una chica muy formal, y bastante seria, dicho sea de paso, aunque también se notaba que era una buena persona, al menos, era lo que parecía por como estaba actuando con el Señor Cheng, al que le estaba ayudando como si se tratase de alguien conocido y al que le tenía aprecio. Riko, por otra parte, estaba allí de pie, observando la escena mientras la joven Hyuga le colocaba una de las toallas, empapada en agua caliente, en la espalda al anciano, que, como por arte de magia, aunque más bien gracias al calor de la toalla, fue capaz de levantarse para irse a descansar al interior de la casa.

¡Descanse y cuídese Señor Cheng! — Dijo Riko en un tono de voz lo suficientemente alto como para que el viejo le escuchara.

—Si llego a su edad me gustaría tener su energía. Sin duda es un buen hombre. Bueno, ahora que nos ha dejado el Sr Cheng. ¿Qué harás Riko?—

El joven, miró a Mitsuki cuando ésta le dirigió la palabra, y de nuevo volvió a quedarse sin palabras por un momento, ¿cómo era posible que no la hubiera visto por la villa alguna vez?

Pues sí, y si te digo la verdad, me alivia no tener que haber librado ese combate... No las tenía todas conmigo de poder salir de aquí andando si llegamos a luchar... — Dijo Riko mientras se reía. — Pues siendo sincero, quería entrenar un poco, pero viendo que no vas con la ropa adecuada, y que tengo algo de hambre... Voy a ir a ver si puedo comer algo, ¿te apuntas? — Preguntó el muchacho, sin demasiadas esperanzas de que la joven aceptara.
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#25
Mitsuki comprendía perfectamente lo que Riko quería decir, la verdad es que ella también había estado preocupada por la salud de el chico. El Sr Cheng era alguien extraordinariamente fuerte, tenía un control absoluto sobre sus habilidades, pero si por cualquier motivo se le hubiese escapado un mal golpe... el de las rastas se podía haber hecho muchísimo daño.

— Pues siendo sincero, quería entrenar un poco, pero viendo que no vas con la ropa adecuada, y que tengo algo de hambre... Voy a ir a ver si puedo comer algo, ¿te apuntas? —

La peliblanca sonrío cálidamente mientras asentía con suavidad

—No estaría mal la verdad, ya se va acercando al hora de almorzar— aceptó la joven mientras se ponía se incorporaba —Así que será un placer acompañarte— una vez en pie, la de Kusabi, se ocupó de acicalar su kimono con cuidado eliminando un par de arrugas con suavidad —¿Tenías pensado algún lugar en especial?—
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#26
Riko no esperaba una gran acogida por parte de Mitsuki hacia la idea de ir a comer algo, al fin y al cabo, acababan de conocerse y no tenía por qué hacerlo, aunque, por otro lado, eran compañeros de villa, así que no estaría de más que, al menos, tuvieran algo de relación, qué menos que conocerse.

Cuando la peliblanca sonrío, Riko supuso cual sería la respuesta, aunque, siendo sinceros, no estaba como para pensar en esos momentos, se había quedado completamente embelesado mirando a su compañera de villa y prácticamente tuvo que sacudir ligeramente la cabeza para salir de tal embobamiento y poder escuchar a la joven.

Eh... Pues... — Se alcaró ligeramente la garganta para poder continuar. — Me han hablado muy bien de un sitio de estos especializados en carne, ya sabes, de los que te dan un hornillo para que hagas tu la carne a tu gusto, así que si quieres podemos ir allí. — El pelinegro quedó unos segundo pensativo. — Aunque no estoy 100% seguro de donde está, pero nos las apañamos en llegar, ¿no? — Rió el joven.

Antes de que Mitsuki le contestara, el muchacho había ajustado firmemente la coleta, que se le había quedado un poco suelta tras aquellos movimientos de combate.

Después de comer nos pasamos a ver como está el Señor Cheng, ¿te parece?
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#27
Mitsuki comenzaba a sospechar que aquel muchacho tenía algún tipo déficit de atención, pues parecía quedarse distraído en ocasiones de una manera un tanto extraña.

— Eh... Pues... Me han hablado muy bien de un sitio de estos especializados en carne, ya sabes, de los que te dan un hornillo para que hagas tu la carne a tu gusto, así que si quieres podemos ir allí. Aunque no estoy 100% seguro de donde está, pero nos las apañamos en llegar, ¿no? —

La idea de ir a un restaurante especializado solo en carnes no le hacía especial ilusión, ya fuese por costumbre o por algo innato ella prefería el pescado. Aún así, prefirió no desilusionar al muchacho que ya se había levantado e incluso ajustado su coleta.

—No estaría mal la verdad— dijo con una sonrisa mientras se ponía en pie para disponerse a seguir a su compañero —Espero que no nos perdamos, este lugar es más grande de lo que parece— advirtió la joven ante las ansias de aventura de su compañero

— Después de comer nos pasamos a ver como está el Señor Cheng, ¿te parece?—

—Es una buena idea, me ha dejado un poco preocupada— respondió la Hyuga mientras dedicaba una mirada fugaz a la puerta por donde se había marchado el anciano —Bueno, deberíamos de ponernos en marcha. Tú gruías— dijo con una cálida sonrisa
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#28
Riko estaba completamente ilusionado con la idea de ir a comer a aquel asador del que tanto le habían hablado. La carne para él era como las zanahorias para los conejos, o el pescado para los gatos, era un manjar de los dioses, ya fuera carne de vaca, cordero, cerdo... Podría pasarse toda la vida alimentándose a base carne y sería el hombre más feliz del mundo, por lo que esperaba que a su acompañante le hiciera al menos, algo de ilusión ir allí.

—No estaría mal la verdad. Espero que no nos perdamos, este lugar es más grande de lo que parece—

Aquello era cierto, pero más o menos sabía la zona en la que se encontraba, no estaba muy lejos del estadio en el que se estaban disputando todos los combates del torneo, por lo que llegar hasta allí no supondría ningún problema, simplemente tendrían que preguntar a algún lugareño para asegurar donde estaba situado exactamente el restaurante.

La idea de volver para cerciorarse del estado de salud del viejo Cheng les parecía bien a ambos, de todas formas, no dejaba de ser en parte culpa de Riko, por lo que éste se encontraba algo mal por el pobre anciano, mientras que Mitsuki estaba preocupada por él, no en vano, era ella a la que más conocía de los dos.

Perfecto, pongámonos en marcha entonces. — Dijo el joven de rastas, con el entusiasmo de un niño pequeño cuando abre los regalos de su cumpleaños. — Vamos por aquí y así hago algo de turismo, que todavía no he visto toda la ciudad, ¿te parece? — Dijo el muchacho, deteniéndose en un cruce y señalando el camino de la derecha, en el cual podía verse de fondo el estadio al que se tenían que dirigir.
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#29
— Perfecto, pongámonos en marcha entonces. Vamos por aquí y así hago algo de turismo, que todavía no he visto toda la ciudad, ¿te parece?—

Su compañero parecía bastante entusiasmado con la idea de ir a comer juntos, ahora incluso quería hacer algo de turismo. Por su parte, Mitsuki, estaba más preocupada por el anciano que entusiasmada con un paseo turístico por los dojos. Aún así, poco podía hacer por el Sr Cheng que había ido a acostarse.

—Está bien, no me vendría mal un paseo para despejarme un poco— aceptó la peliblanca que trataba de alejar demasiadas cosas, hacia bastante tiempo que no se sentía bien consigo misma lo que había derivado en una reclusión voluntaria. Llevaba mucho tiempo sin relacionarse con personas de su edad, en el último mes había pasado la mayor parte del tiempo con Sr Hayato

"No me vendrá mal intentar olvidarme por un día de todo" ambos jóvenes comenzaron a caminar por el camino que había señalado el chico de las rastas

—Este lugar me recuerda mucho a Uzushiogakure— apuntó la peliblanca, puesto que la arquitectura era un tanto similar o eso le parecía a ella —¿No crees?—
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#30
Riko estaba claramente entusiasmado, no solo por el hecho de haber conocido a una nueva compañera de profesión y de Villa, si no también de que ésta hubiera aceptado ir a comer con él, algo que quizás no esperaba que fuera a pasar. El joven rastas, en pleno apogeo de sus energías, quiso ir a dar una pequeña vuelta por la ciudad, y así poder hacer algo de turismo, y, aunque Mitsuki no parecía del todo animada, terminó accediendo al paseo.

Sé que nos acabamos de conocer... Pero, ¿te preocupa algo? No te veo muy animada... Si es por el Sr Cheng, no podíamos hacer mucho más de momento. — Dijo el pelinegro, tratando de averiguar qué le pasaba a su compañera.

Caminaron por la calle que Riko había elegido, a paso lento y observando con detalle cada uno de los edificios que le llamaban la atención, observando cada escaparate de las tiendas, en busca de algo que le llamara la atención y a por lo que pudiera pasarse otro día a comprar.

—Este lugar me recuerda mucho a Uzushiogakure— apuntó la peliblanca, puesto que la arquitectura era un tanto similar o eso le parecía a ella —¿No crees?—

No se había parado a pensarlo, pero ahora que Mitsuki lo decía... Tenía razón, eran muy parecidos a los edificios propios de su villa, y ahora que se había dado cuenta, se sentía como en casa, y un pequeño pinchazo de morriña recorrió su cuerpo de arriba a abajo.

¡Es verdad! No me había fijado, siendo sincero... Quizás no es tan raro, al fin y al cabo, no está tan lejos de la Villa, ¿no? — Dijo el de rastas tratando de calcular la distancia que separaría ambas localidades, aunque le sería imposible.
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