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Aquel restaurante era un lugar grande, aproximadamente a la mitad de su capacidad, cuya iluminación hacía parecer que todo estaba en llamas, a pesar de que la temperatura no era tan alta ese día. Había una isla en el centro, donde un pequeño grupo de cocineros preparaba platillos para la barra que los rodeaba. Había una buena cantidad de mesas alrededor, con cómodos sillones para los comensales.
Ranko y su hermana, Kuumi, fueron a una de las mesas de la derecha, al lado de una ventana. Ranko estaba ataviada con un yukata blanco con diseños florales plateados y obi a juego. Se notaban vendas alrededor de su antebrazo izquierdo y cubriendo parte de su hombro derecho y cuello. Pero lo que llamaba la atención, al menos a quien conociera a la kunoichi, era su cabello, pues no lo llevaba peinado en una trenza, como siempre, sino que lo llevaba suelto, tan libre como sus rizos podrían serlo.
—Y de veras que esa marioneta. ¡La hiciste añicos! Aunque no pude ver bien qué hiciste por aquella nube… —La pelirroja llevaba una blusa esmeralda, muy similar a un qipao, y pantalones ajustados a juego. Un par de gafas oscuras adornaba su peinado.
—Yo… ahm… la pateé.
—¿¿Ah??
Tomaron asiento. Las chicas quedaban perfectamente visibles al lado de la ventana. Ranko ya había pasado tiempo con sus padres, y Kuumi había insistido en llevar a comer a su hermana para celebrar su victoria en la primera ronda. No obstante, Ranko no lo consideraba una celebración al cien por ciento. Si bien no había visto el resto de los combates, su hermana sí, y se había enterado de varias cosas que le dejaron un terrible sabor de boca.
Una camarera de expresión amable se acercó para dejarles sendos menús.
—Como sea, ¡Pasaste! ¡Demostraste lo que es capaz el Conejo Blanco de Kusagakure!
—N-no crees que es… un poco… no sé… ¿Patético? El que intente… forzar ese nombre?
—Pff… ¿De qué hablas? Claro que no. ¿Crees que la gente se gana apodos de la nada? No, alguien comienza a llamarles así intencionalmente. ¡Confía en tu manager! —Kuumi se apuntó a sí misma con ambos índices.
—¿Mi qué?
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Después de lo sucedido, el par de Inuzuka no sabían muy bien ni cómo sentirse. Habían dado un buen espectáculo, al menos estaban dando bastante para plantear un torbellino de golpes al final, haciendo como en los buenos shows. Pero todo se vio frustrado por la aparición de la nueva madre. Estaba claro que la jugada de Yota estaba demasiado subida de tono, sobre todo con el cuerpo de Kenzou aún caliente. Había sido un funambulista, debatiéndose entre el abatir a su oponente con algo que le dolería de verdad, y el ser repudiado cuando la gente viese ese grotesco panorama. Aunque seguramente jamás se hubiese hecho a la idea de que su jugada lo llevase a esa situación...
—¡Rrrreeejaló ya! —inquirió el can.
Etsu cayó en cuenta, llevaba demasiadas horas dándole vueltas al asunto. Habían decidido salir a comer sin la familia, con tal de despejarse un poco de todo lo ocurrido, e incluso así había terminado dándole más vueltas al asunto. Sí, estaba claro que le había marcado bastante, pero no podía caer en un torbellino de resignación. Lo sucedido no podía cambiarse, la diosa Fortuna no les había sonreído, pero quizás lo hiciese en el próximo combate.
Etsu sonrió —Tienes razón, tío. Lo siento.
—Rrnnada de perrrldón. Mrreee debes un churrrreton rrreeeenorrrrme —contestó Akane.
—¿¡Cómo te aprovechas!? Jajajajaja —se quejó en lo que abría la puerta del restaurante. Akane fue el primero en atravesar el umbral de la puerta, tras lo cuál el rastas también lo hizo. Por un instante observó el local, buscando un buen sitio donde sentarse. Por suerte, el sitio tenía aún bastante sitio libre, apenas estaba a mitad del aforo. Incluso con su audaz vista, el can se adelantó a Etsu, que poco pudo hacer para evitar que éste se arrimase a una mesa cercana a una de las ventanas del local.
—¿Rrrranko?
El huskie no tuvo mejor idea que preguntar a la chica de rizos si se trataba de Ranko, lo cuál probablemente la dejase algo confundida, pues... ¿un perro que habla? Seguramente pocos habían como Akane. Etsu no tuvo más remedio que ir a la susodicha mesa, y realizar una pequeña reverencia.
—Perdón por la molestia, éste loro está un poco revoltoso... —se burló del can, a sabiendas de que odiaba que lo catalogase como loro.
El can tuvo pensamiento de decirle al rastas algo así como "Loro tu padre", pero se contuvo un poco, y en lugar de eso alzó el rostro cual indignada persona.
—Y encima se enfada...
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Ese día Daigo no tenía la energía para salir a correr. En verdad no tenía el cuerpo para casi nada, y probablemente así seguiría durante un par de días, pero eso no impediría que el chico saliese a estirar las piernas.
Le dolían hasta las muelas, aunque no muchas, porque varias de ellas le faltaban, así como toda la parte derecha de su cabellera era ahora mucho más corta que la izquierda. Pero no tenía quejas. Los médicos se habían esforzado en tratar sus quemaduras y curar su pómulo —casi— desintegrado de un puñetazo.
«Y pensar que me hubiera pasado lo mismo si la esclava me hubiera alcanzado con eso el año pasado. Habría sido mi fin».
Que suerte que sus reflejos no le fallaron aquella vez, de lo contrario ni siquiera estaría allí ahora mismo.
Pensando en revisar su peinado en lo que sería ya la octava vez en aquel día y la quinta desde que había salido de su habitación, Daigo se acercó al cristal de un restaurante, cuando...
—¡Ooooh, hola! —Saludó dando saltitos, alegre, mientras agitaba los brazos para llamar su atención.
Le hacía muy feliz ver con sus propios ojos que estaban bien. Había escuchado muchas cosas preocupantes que habían sucedido durante el torneo, así que se alegraba de saber que al menos ellos estaban bien.
El chico se apresuró en entrar al establecimiento y, en cuanto pudiera pasar, acercarse a la mesa en la que vio a sus compañeros.
—¿Qué tal?
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—¡Es que no puedes convertirte en leyenda sin alguien que maneje tus relaciones públicas! Es lo que dice padre, al menos…
—Con todo respeto hacia nuestro padre, no creo que…
—¿Rrrranko?
La chica soltó un gritito al oír al perro ¿hablar? Era un husky hermoso, grande, que le miraba con poco menos extrañeza con la que las hermanas lo veían a él.
—¡Ah! ¿Pero qué ca…?
—E-espera… —Ranko miró fijamente al can. Luego un chico musculoso de rastas se acercó para disculparse por el animal. Las piezas encajaron al fin. ¡Tenía tanto tiempo sin verlos! —. ¿Akane-san? ¡Etsu-san! —La chica se puso de pie a como pudo en su asiento y le dedicó sendas reverencias a los Inuzuka —. ¡Ha-hace tanto que no los veo! Desde… Desde aquella misión, creo. ¿No? N-no es molestia, para nada. ¡To-Tomen asiento si gustan!
—¿Ah? —Kuumi alzó una ceja en dirección a su hermana, quien le dirigió una mirada suplicante. La pelirroja suspiró y se movió hacia la ventana. Ella se había sentado en el sillón enfrente de Ranko, no a su lado.
—E-Ella es Kuumi, mi hermana.
—Gusto —dijo con un movimiento afirmativo de la cabeza. No lo recordaba bien, pero ya había visto al chico hacía mucho tiempo, en su primer enfrentamiento de práctica en los dojos de Kusagakure, aunque solo por un instante —. Ah, mira. Es el verde de los puños.
Kuumi señaló hacia fuera, por la ventana. Ranko volteó justo para ver a un alegre pero convaleciente Daigo. La felicidad aplastó la lástima de la chica. Kuumi le saludó con un sutil movimiento de su palma, mientras que Ranko agitó sus brazos para devolverle el saludo. Pronto los tres artistas marciales (y el can, y Kuumi) estarían en la misma mesa.
—E-es una alegría saber que siguen aquí. Daigo-san, ¿cómo te sientes? Escuché que...
—¡EJEM! Antes de que comencemos con la cháchara de kusamigos, ordenemos, ¿vale? —Kuumi le hacía señas a una mesera para que se acercara.
—Oh, sí, claro. ¡La-las Sagisō invitan la parrillada! —comentó Ranko, muy alegre. Kuumi le dirigió una mirada extraña, entrecerrando los ojos, pero se encogió de hombros y no dijo nada.
—Sí, pidan lo que quieran. Hakuto invita. —Le sonrió maliciosamente a su hermana.
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Las dos chicas se quedaron a cuadros con el saludo del can, y no era para menos. Por suerte, Ranko no tardó en reconocerlos, tanto al huskie como a su hermano humano. Con las mismas, ofreció asiento al par de Inuzuka, en lo que su hermana aún se encontraba incómoda o extrañada. La presentó sin tapujo al rasta y el huskie, y ésta añadió que era un gusto. Los hermanos acompañaron el saludo con uno de vuelta.
— Igualmente.
Pero la hermana de Ranko terminó algo distraída con el verde de los puños, lo cuál dejaba demasiadas dudas. Pero todas se solventaron para cuando Daigo asomó por la ventana, saludando a todos los allí presentes. El peliverde parecía realmente destrozado, como si hubiese salido más que de un combate de una guerra de varios años. Su oponente se había pasado tres pueblos...
Para cuando todos estaban en la mesa, casi parecieron comenzar una extensa charla sobre las vivencias en el torneo, pero Kuumi hizo un inciso bastante importante. Debían pedir antes de que comenzasen con la charla, o les daría el cierre del restaurante y aún estarían charlando y sin haber probado bocado alguno. Akane lo vio como una decisión realmente sabia, casi a la altura de un majestuoso maestro. Sin duda la chica entendía del tema.
Rápidamente Ranko apoyó la decisión de su hermana, e incluso se atrevió a sugerir que ellas invitaban. Los ojos de Akane se abrieron como platos, podría pedir todo lo que quisiese. Los ojos de Etsu sin embargo se entrecerraron, buscando con recelo a Akane, e invitándole a dejar de lado el pensamiento que acababa de tener. Por suerte, Fuumi no estaba del todo de acuerdo, incluso le soltó el marrón directamente a Ranko.
— No os preocupéis por eso, nosotros invitamos. Así será lo más justo, porque invitar a comer a Akane es como lanzar dinero a un pozo vacío... jajajaja —apresuró a sugerir.
Además, tenían una gran cantidad de dinero extra. Al abuelo y a su padre solo les había importado el resultado, y no el cómo lo hubiese logrado. Había pasado a la siguiente ronda, y por ello le habían dado un regalo para celebrarlo. Así pues, alzaron la mano en pos de llamar la atención de la camarera o camarero más cercano, o del más atento/a.
— Me gustaría decir que bien, pero la verdad es que ni lo sé, tío... —respondió entre tanto a Daigo. — Apenas recibí un par de golpes, pero fue un combate de lo más raro...
Una camarera terminó por acercarse a la mesa, con un pequeño bloc para anotar en su diestra, y un bolígrafo en la zurda — Buenas noches, ¿ya saben que van a comer, o les voy apuntando solo las bebidas? —preguntó, buscando con la mirada la respuesta de la mayoría.
— Por mi parte, lo tengo decidido. Nosotros queremos un par de los chuletones más grande que tenga, con arroz blanco para acompañar, por favor. Ah, y un par de refrescos de naranja si tienen.
— De a cuerdo —confirmó en lo que apuntaba.
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Daigo se sentó junto a sus amigos, preparado para hablar de todo lo que había sucedido hasta ahora, pero se le había olvidado que estaban en un restaurante y que debían ordenar en algún momento o simplemente estarían allí ocupando espacio.
El chico miró a su alrededor de forma disimulada. El lugar era grande y estaba clarísimo que era el restaurante más lujoso al que había entrado en toda su vida, aunque eso no decía mucho.
Por suerte, ahí estaba Hakuto para salvar el día, ofreciéndose a invitar la parrillada. A Daigo le daba algo de pena aceptar, pero sabía que acabaría devolviéndoles el favor tarde o temprano.
¿O acabaría invitando Etsu? De todos modos, el Inuzuka levantó la mano para llamar la atención de algún camarero mientras comentaba un poco sobre su combate.
—Sí... —ya había escuchado lo que había sucedido, aunque todavía aún seguía sin entenderlo.
Mientras Etsu hacía su pedido, el peliverde tomó uno de los menús para apresurarse a escoger.
—A mí me gustarían unas costillas a la barbacoa, con arroz —dijo, eso de masticar sería un poco complicado, pero nada que no pudiera superar si tenía un plato de costillas delante—, y una amecola, por favor
El chico esperaría a que Ranko y Kuumi ordenaran antes de volver a hablar.
—He escuchado que también has ganado tu combate, Sagisō-chan.
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—Uff, raro es corto —Kuumi señaló a ambos Inuzuka —. Pelearon contra el tal Sasagani, ¿verdad? Eso hizo bastaaaante revuelo en las gradas. En todas partes, diría yo.
Ranko bajó la mirada. Había escuchado ya eso. Yota había sido degradado y ya no era oficialmente un ninja. Le costaba asimilarlo, pues hacía unos meses había comenzado a ser parte de su equipo, y hasta había tenido una misión con él y Sora. No se había topado con él después de la primera ronda.
—Creo… —Pero se interrumpió, luego se dirigió a la mesera. Sí, era mejor lidiar con las órdenes antes de la plática —. Creo q-que… que pediré l-la carne a la p-parrilla. Y-y-y dos órdenes de brochetas de pollo, y una de verduras al vapor. Y…
—Ramen para mí, ¿sí? —Se metió Kuumi, alzando una mano.
—Y una Amecola también. P-para cada una.
—Ajá, ajá. Entendido. ¡En un momento traeremos sus órdenes! —La mesera se despidió con total amabilidad.
—¡Ja, que si lo ganó! —respondió Kuumi al comentario de Daigo —. ¡Se enfrentó a un marionetista, y lo dejó sin marioneta en un dos por tres!
Luego soltó una carcajada. Ranko enrojeció intensamente.
—K-Kuu-chan, por favor…
—¿Qué? ¿Me vas a decir que no es verdad?
La artista marcial frunció los labios, apenada. Sí, mentalmente estaba dispuesta a llamarse “Hakuto” a sí misma y a dárselas de heroína. Pero allí, enfrente de sus amigos… Sentía que no era algo para presumir. Aunque Kuumi, por supuesto, pensaba lo contrario.
—Tengo entendido que serán varias rondas para dejar a todos los participantes en una… ¿cómo decirlo? ¿Clasificación? De primer a octavo lugar, creo. ¿No?
Ranko también estaba interesada (bastante) en cómo seguiría el torneo, pero le apenaba preguntar. ¿Se sentiría mal Daigo si mencionaba su derrota? ¿Pondría incómodo a Etsu si salía a conversación que ganó por descalificación? Ranko se mordió un labio, nerviosa.
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28/04/2020, 00:43
(Última modificación: 28/04/2020, 00:44 por Inuzuka Etsu.)
La hermana de Ranko no se cortó un pelo, afirmando que clasificar la pelea como rara era quedarse bien corto, pues ese combate había dado mucho que hablar en las gradas. Razón no le faltaba, las cosas como son. Pero por suerte hubo un instante de alivio, pues las chicas comenzaron a pedir comida. Entre tanto, Daigo también añadió que había escuchado sobre el combate de Yota y los Inuzuka. Etsu no pudo evitar un suspiro, no hacía más que toparse con eso pese a todo...
Kuumi respondió a Daigo que y tanto que ganó su hermana. Al parecer había peleado contra un marionetista, y había destrozado sus armas y marioneta. Al parecer fue toda una demostración de fuerza pura, donde Ranko se había hecho con el control total del combate. Pero a diferencia de lo orgullosa que se sentía la hermana, Ranko no se sentía igual. Hasta sonrojó ante las palabras de la otra Sagiso.
La camarera, con todo apuntado, dio la vuelta y se dirigió hacia la cocina.
Entre tanto, quedaban de nuevo solo los comensales en la mesa. Kuumi se apresuró a preguntar por el sistema de clasificación, lo único que tenía entendido Etsu es que sí, era algo así como un torneo de diversas rondas en vez de linea recta. Extraño en un evento de éste tipo, pero quizás era por dar una clasificación de poder mas acertada a lo real.
—Sí, algo así es por lo que entendí...
»Y sobre lo de mi combate... realmente no entiendo demasiado bien qué pasó. Estaba peleando contra Yota, hubo un intercambio de golpes inicial, y tras ello intentó darme con una técnica eléctrica en pleno salto. Por suerte supe evitarlo y salté de nuevo, pero lanzó a la araña esa rara... y luego, la tomé y la usé de escudo contra otra técnica de esas raras eléctricas. La araña desapareció, me llevé un buen tajo, y empezaron a salir zombies de todos lados... —aclaró el chico gesticulando. —¡Un señor ejercito de zombies, tío! —lanzó un par de golpes al aire —golpeé varios, incluso a una araña zombie super rara... y de pronto, entre todos esos zombies... estaba él. El mismísimo Morikage Moyashi Kenzou, en plan zombie también...— no supo ni como terminar.
»No sé... ¿quizás se pasó un poco? Usó todo lo que tenía para dejarme fuera del combate, pero jugar con esas cosas... no sé... —aún ni lo tenía claro. —Al final, no supe ni defenderme ante ese jutsu de zombies. La Morikage apareció entre medio de los dos, y... creo que ya saben cómo terminó.
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—¿¡Sin marioneta!? ¿¡Destruyó la marioneta!? —Había escuchado de la victoria de Ranko, pero eso le parecía impresionante— . Eres muy cruel, Sagisō-chan —por la manera en la que hablaba y sonreía era obvio que solo estaba bromeando.
Ahora, luego de aquello le tocaba a Etsu hablar sobre su experiencia en la primera ronda, algo que Daigo quería y no quería escuchar a partes iguales, pues por un lado era lo que Yota había hecho para que Kintsugi decidiera quitarle la bandana, pero por el otro lado era lo que Yota había hecho para que Kintsugi decidiera quitarle la bandana.
Todo empezó con un pequeño intercambio de golpes, que fue seguido por el mortal trabajo en equipo de Yota y Kumopansa. Daigo lo conocía bastante bien. Alguna vez había formado equipo con ambos, incluso una vez había combatido contra ellos.
Todo empezó a salir mal cuando lo único mortal dejó de ser su coordinación, o mejor dicho lo muerto, porque Yota, luego de que Etsu utilizara a Kumopansa como escudo «¡Eso tiene que ser falta!» decidió invocar a un ejército de zombies como lo había hecho aquella noche en Tanzaku Gai.
Lo que verdaderamente sorprendió al peliverde fue escuchar como había utilizado una versión perversa de Moyashi Kenzou para obtener ventaja durante su combate, convirtiéndolo en un zombie para desestabilizar al Inuzuka, que lógicamente no supo como reaccionar ante la situación, así como el peliverde tampoco sabía como reaccionar ahora.
En unos segundos, Daigo pasó de tener ocultar lo furioso que estaba de que su compañero haya utilizado la imagen de Kenzou de aquella manera, a preguntarse cómo se le había pasado aquello por la cabeza, hasta que finalmente aceptó que su compañero la había liado y que problemente solo se trataba de un desliz muy gordo, uno que le había costado la bandana.
Todo eso antes de que se le pudiera quitar la cara de sorpresa.
—Y... ¿lo has podido ver desde entonces?
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1/05/2020, 17:10
(Última modificación: 1/05/2020, 17:11 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
Kuumi asintió ante el recuento del combate contra Yota, sin embargo, cruzó los brazos cuando Etsu mencionó a los zombis. Por otro lado, Ranko estaba sorprendida.
—¿Aah? ¿Zombis? ¿De qué hablas? Te pusiste a tirar golpes a lo loco al aire. Luego Yota usó un Henge para convertirse en Sandaime-sama. Fue algo de pésimo gusto, la verdad.
—S-sí… —Ranko se encogió de hombros —. A-aunque no sé si ameritaba… Si lo que Yondaime-sama hizo… E-era necesario.
”Aunque la Morikage debe saber mejor… ¿no?”
Entonces, al escuchar el comentario de Daigo, Ranko se sonrojó incluso más, mientras que Kuumi soltó una carcajada.
—¡N-n-no fue cruel! ¡F-fue… fue estrategia! —La chica no pudo evitar apenarse bastante, aunque se asomaba una tímida sonrisa en ella. Pensaba que no debía de ocultar su orgullo, la felicidad de haber ganado. Y pensaba también que Daigo, a como era, no debía estar diciéndolo en serio, ¿no? —. S-sería como… Como desarmar a a-alguien. ¿No? Takumi-san fu-fue un buen combatiente, ¡t-tenía espíritu! Te-tenía muchos trucos, p-pero en uno contra uno… Supongo que yo… Yo tenía más preparación. Y aprendí mucho sobre… bueno, un poco, sobre… —El nombre de Eikyuu Juro surcó su mente de la nada —marionetistas.
—Y... ¿lo has podido ver desde entonces?
Ranko suspiró.
—No. Ni a él ni… ni a Kazuma-san.
Las hermanas bajaron la mirada casi al mismo tiempo. Kuumi ya le había contado que, en una batalla de espadas, un Uzujin llamado Reiji había herido de gravedad. Ella, al menos, no sabía qué había pasado con él después. Era bastante doloroso, y humillante, si le preguntaban a el padre de las chicas, que dos participantes de Kusagakure fuesen retirados así del torneo.
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2/05/2020, 22:08
(Última modificación: 2/05/2020, 22:09 por Inuzuka Etsu.)
La única que fue capaz de ponerle pegas a la historia del rastas fue la hermana de Ranko, quien sin pelos en la lengua, sentenció al Inuzuka de haber dado golpes al aire a lo loco. Tanto el rastas como el can se miraron, arqueando una ceja, y poco después miraron de nuevo a Fuumi. Ésta decía que tras el Inuzuka perder el control, Yota hizo un mero Henge, y tomó esa apariencia. Aunque Ranko hizo un inciso, preguntándose si la actuación de la otra había ameritado lo sucedido.
—Supongo que Yota sabría usar ilusiones como el loco... —aclaró —porque de verdad, andaba en mitad de un ejercito de muertos vivientes. Quizás por eso para nosotros no destacó tanto lo sucedido, porque para nuestra vista fue todo un global de una técnica muy elaborada...
»En fin...
Por otro lado, la conversación terminaba con la actuación de Ranko frente al marionetista. Ésta se sentía algo avergonzada por desarmar a su oponente, pero bien visto... había hecho lo más acertado. Si le quitas a tu oponente su arma principal, le sacas una gran ventaja en el combate, pues lo fuerzas a luchar de formas que no está demasiado cómodo.
—La verdad, yo jamás hubiese sabido como enfrentar a uno de esos marionetistas... debe ser raro... jajaja.
»¿Y lo de tu combate, Daigo? ¿Qué tren te ha atropellado?
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Daigo bajó la mirada al escuchar que tampoco habían visto a Kazuma. Ya le habían contado al joven cómo se encontraba su compatriota, aunque no había tenido el valor de ir a verlo antes de que se lo llevaran de vuelta a Kusagakure, pero incluso si lo hubiera hecho no habría podido hablar con él y probablemente no podría hacerlo en mucho tiempo, porque estaba en coma y eso le daba miedo.
Al menos iría a llevarle flores en cuanto volviera a casa. Por desgracia era todo cuanto podía hacer.
Por algún motivo Etsu era el único que pudo ver el Genjutsu de Yota, cosa que era realmente extraña, pues no era como si el Sasagani pudiera escoger a quién le afectaba su técnica. Al fin y al cabo a él le había afectado cuando peleó a su lado.
Y entonces claro, ahora le tocaba al boxeador qué tren le había atropellado, aunque tenía la impresión de que habría tenido más posibilidades contra un tren de verdad.
—Quizá no viste los zombis porque estabas muy lejos, Kuumi-san —le dijo a Kuumi, antes de girarse hacia Etsu—, ¡y no me pegó ningún tren! peleé contra Uchiha Datsue, el que había parado una Bijuudama en el Chūnin.
Cuando pensaba en aquello no podía evitar sentir algo de emoción. ¡Era impresionante!
»No paraba de utilizar técnicas muy grandes. Era como si no se cansara nada de nada, aunque creo que al final lo estaba consiguiendo, pero me estoy adelantando —rio—. Apenas empezar el combate me lanzó una roca enorme. La pude esquivar por los pelos, pero cuando fui a contraatacarle el ya estaba preparado para pegarme de vuelta. Fue ahí cuando me tiró los dientes.
Para estar contando lo que estaba contando el peliverde parecía bastante emocionado, incluso gesticulaba un poco para explicar todo lo que sucedió con detalle.
»Luego lanzó una bola de fuego que también pude esquivar por los pelos e hice unos clones para empezar a tomar la ofensiva. Él respondió con unos clones también, pero, ¿saben qué hacían los suyos? ¡Explotaban! —Era obvio adónde había ido la mitad de su pelo—. Intenté sacarlo del escenario, luego ataqué desde arriba y absorbió mi Jutsu y... no sé bien lo que pasó después.
Miró a Kuumi, quizá ella podía completar las partes de las que no se acordaba bien.
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3/05/2020, 04:08
(Última modificación: 3/05/2020, 15:07 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.
Razón: Le teñí el cabello a Daigo
)
Ranko asintió ante el comentario de Etsu.
—Pues Yota-san s-sí sabe de Genjutsu.
—Como sea. Aunque esos combo-jutsus se vieron fantásticos.
Ranko no pudo más que imaginarlo. Sabía que Etsu y Akane luchaban juntos, como hermanos, pero no había visto sus técnicas de equipo, más que el can transformándose en humano. Después de un breve comentario acerca de enfrentar a un marionetista, el Inuzuka pasó el micrófono a Daigo, quien contó su enfrentamiento contra un tal Uchiha Datsue, quien había parado una Bijuudama.
”¿Bijuudama? Es eso… ¿El ataque de un jinchuuriki?” Ranko no era muy versada en el trasfondo de aquellas bestias. Sólo sabía que eran criaturas destructivas, y que había ciertas personas con dichas criaturas selladas. ”Qué miedo…”
Al parecer, aquel Uzujin era una bestia de chakra, lanzando jutsus potentes a diestra y siniestra. Al terminar, el peliverde pareció pedirle ayuda a Kuumi para terminar su relato.
—Bueno, el Uchicha quiso insultar a Yondaime-sama, o algo así, y tú lo evitaste, creo. Luego se lanzó con una bola de chakra giratorio y te la ensartó en el pecho. ¡Y luego saliste volando, dando vueltas! Si hubieras sido otra persona, me habría dado risa verlo. Aunque hasta me intimidó cómo peleaste, Verde-san. ¡Eres fiero!
La pelirroja rió. Antes de que alguien pudiese decir algo más, un par de meseras comenzaron a llevarles sus órdenes: primero todas las bebidas, luego el par de chuletones y el arroz, las costillas, el ramen, y las brochetas de pollo junto a las verduras.
—Aquí tienen. La carne a la parrilla tardará unos minutos más, mil disculpas.
—N-no hay problema. ¡Muchas gracias! —le respondió Ranko con toda amabilidad.
—Pues provecho, chicos. —dijo animada Kuumi, tomando la cucharita para probar primero la sopa, y luego se hizo de los palillos para separarlos y proseguir con los fideos.
Ranko ya había devorado la mitad de las verduras y un tercio de las brochetas para entonces. Tenía bastante hambre.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)
Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
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· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
Daigo argumentó que quizás no había visto los zombies Yuumi porque estuviese fuera del rango de alcance de la técnica ilusoria. Como si ésta solo afectase a los que se encuentran a X metros del eecutor, o algo similar. Yuumi terminó aceptando, al igual que Ranko afirmando lo de que Yota supiese genjutsu, y acabó añadiendo que igualmente los combos se vieron fantásticos. Daigo sentenció a Uchiha Datsue como el tren que lo arrolló, el mismo que en el examen chunin había detenido una bijuudama. Contra las gradas, pero en fin...
El peliverde explicó emocionado que el dichoso Uchiha se había pasado el combate entero lanzando jutsusrealmente complejos, de esos que normalmente dejan a uno seco de chakra en un abrir y cerrar de ojos. Pero al parecer el dichoso parecía tener unas reservas gigantescas, parecía incansable. No solo eso, si no que al parecer dominaba varios elementos, y sus clones... ¿explotaban? Por no hablar de que hasta parecía haber absorbido un jutsu de Daigo.
El puto Datsue... era un rival con el que mejor no toparse, y eso que le tenía ganas.
Tuvo que ser Fuumi la que terminase de explicar lo sucedido en el combate de Daigo, pues éste lo dio todo en el mismo, hasta el punto de luchar casi sin consciencia. Al parecer el Uchiha había usado alguna técnica como de viento, ejecutada directamente desde su mano, y con la cual despidió al peliverde.
—Ese maldito Uchiha... hay que tener mucho cuidado con él.
Por suerte para todos, se hizo un inciso en el intercambio de sensaciones, para nada mas y nada menos que dar rienda suelta a los platos que habían pedido. Los comensales fueron bendecidos con unos platos que tan solo por el olor les podía hacer la boca agua. Fuumi se apresuró en tomar lo cuchara y decir que aprovechase, para tras ello atacar con los palillos al bol. Ranko sin embargo atacó las brochetas, y por supuesto las verduras.
—Rrree aprovecheeee!! —anunciaron los Inuzuka, para darle caza a su plato.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
Nivel: 21
Exp: 58 puntos
Dinero: 800 ryōs
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· Int 40
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· Car 70
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—¡Oooh, es verdad! —dijo Daigo, reconociendo que lo que conta Kuumi se parecía mucho a lo que él había soñado antes de despertar en el hospital—. Gracias, Kuumi-san.
El chico rio ante el comentario de Kuumi. La verdad es que lo había dado todo en ese combate y no se arrepentía de nada. Ni siquiere de no haber ganado.
Antes de que pudieran añadir algo más, un par de meseras llegaron como ángeles venidos del mismísimo cielo con toda la comida que habían pedido. Bueno, casi toda, pero eso eran detallitos.
—¡Gracias! —dijo, emocionado cuando les sirvieron—. ¡Qué aprovecheee!
El grupo de kusajines empezó a atacar la comida que tenían enfrente como si se esta se tratara de cierto Uchiha en medio de unos exámenes chūnin. Para Daigo fue toda una experiencia, pues aunque había pedido las mismas costillas que pedía siempre que tenía la oportunidad, se sentía muy distinto cuando lo hacía en un lugar como ese.
Claro que tener que cortar la carne tanto como tenía que hacerlo ahora hacía que se quedara un poco atrás en eso de arrasar con su comida, pero él prefería verlo como una oportunidad de disfrutarla más.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.
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