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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Mes de Augurio del año 218


El final del otoño se encontraba cerca, y las laberínticas paredes de niebla deambulaban por toda la extensión del Paraje sin Sol. Parecía como si las nubes, espesas y oscuras hubiesen sufrido de una fatiga extrema, decidiendo bajar a descansar hasta que llegase el invierno.

Y aun así, Kazuma se encontraba vagando por aquellas tierras, dando todo de si al tratar de seguir un camino recto. Su maestro le había pedido que echara un vistazo en Hanamura, quizás para informarle sobre la situación del pequeño pueblo. Ahora que era un genin, confiaba en él lo suficiente como para pedirle alguna labor que involucrase abandonar la seguridad de la aldea.

Sin embargo, su propósito se veía impedido por las interminables barreras de una bruma, blanca, fría, misteriosa. Trataba de seguir el camino principal, pero apenas podía ver a unos cuantos metros por delante de sí. Ni siquiera había un tenue rayo de sol o brillo lejano que pudiese guiarle, ni siquiera los ruidos de la llanura, solo un silencio irrompible. Ahora recordaba que cuando chico la gente procuraba no viajar cuando el fenómeno de la neblina estaba en su apogeo. Durante años creyó que podría tratarse solo de la superstición, de la ignorancia; ahora comprendía que era un simple y poderoso sentido común. Yacía bastante desorientado, sin saber con certeza que rumbo estaba siguiendo o donde estaba: la niebla era tan vasta, que bien podría cruzar la frontera sin darse cuenta; y era tan caótica que formaba aleatorios pasajes despejados. Estos, le llevaban hacia ninguna parte, cuando no hacían que caminara en círculos.

Esto no esta bien, necesito conseguir refugio antes de que anochezca.

Una hora después, justo cuando la armadura de su aplomo comenzaba a herrumbrase, escucho un suave tintineo que parecía cercano, cada vez más cercano. No tardó mucho en localizar su origen, ayudado por la luz rosada de una farola de cristal que brillaban intensamente a través de la bruma; era un hombre bajo y regordete, sentado en un alto pescante y que dirigía un enorme carromato tirado por asnos.

Valla, valla, miren que tenemos aquí: un chico extraviado en la niebla. —Su tono era afable, y su gesto un tanto curioso.

Buenas. No soy de por aquí, y…

El carretero le interrumpió:

“...y estoy perdido, y nesecito ayuda”, ¿no? —No parecía para nada sorprendido—. Esa es la historia de siempre. Tranquilo, sube al carro y te dejo en el próximo pueblo.

Mientras el vehículo reemprendía el movimiento, Kazuma le abordo por atras. Allí se encontró con un variopinto grupo de personas que parecían haber estado en la misma situación que él.

¿Aquel sujeto estaba recogiendo a los perdidos del camino? Afortunadamente, sí. ¿Le llevaría a donde necesitaba llegar? No lo sabía. ¿Se encontrarían con otros errantes como él? Aquella, era una certeza para el conductor.
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#2
"No te alejes del camino principal, por lo que mantente atenta de por donde caminas. De esa manera, llegaras sin mucho problema. La niebla es increíblemente espesa, así que ten cuidado." Eran las palabras que resonaban en la mente de Ryuko, se trataba de los consejos que Oda le había dado, antes de marcharse. Ambos sabían que era un viaje algo largo, y a diferencia del ultimo, este lo volvería a hacer sola. No era un lugar conflictivo, por lo que en teoría, no se metería en líos. Si llegaba.

Ryuko miraba de un lado a otro en la espesa neblina, para posteriormente mirar al suelo y observar no mas haya de unos pocos metros de sus pies. Acto seguido, volvía a observar un pequeño mapa que tenia; girándolo varias veces sobre si mismo, pensando que lo estaba mirando desde el angulo equivocado, pero no, Ryuko estaba completamente perdida. Y la niebla, era la culpable de todo.

Posteriormente tuvo un golpe de suerte, una pequeña luz se le acercaba con lentitud. "OH DIOS MIO, SON ESPÍRITUS" pensó en el momento, poco después se aclaró la imagen. Se trataba de un pequeño carromato, en la parte delantera de este, había sentado un hombre ligeramente ancho y bajito, que no dudo ofrecer ayuda a la joven kunoichi. Esta acepto sin dudar.

Total, ya estoy perdida. Solo espero que no me lleve al mundo de los muertos o algo así...

Ryuko subió sin rechistar, y conforme avanzaba en la densa niebla, otras personas también subían al carro. Finalmente, pasado bastante rato, subió un joven de cabellos blancos y piel oscura. Ryuko lo hubiera ignorado como si tal cosa, pero sus ropas le ponían nerviosa.

«ESPERA, NO JODAS, ACABA DE SUBIRSE UN PUTO SHINIGAMI. ¡¿PERO EN QUE MOMENTO SE ME OCURRIÓ SUBIRME AQUÍ»

Ryuko se encogió de piernas y se aferro a estas, mirando a la madera desgastada del que tiraba el caballo, mientras maldecía su suerte y se preguntaba en su cabeza como había acabado así.
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#3
El carromato se desplazaba lenta y silenciosamente a través de la niebla. La parte de atrás era cómoda gracias a una cubierta de paja, pero el silencio y el color blanco que les rodeaba resultaban un poco inquietantes, tanto como moverse sin saber de dónde se viene, donde se está y hacia dónde se va.

¿Ustedes también se perdieron en la niebla? —preguntó a los que tenía más cerca, como para romper el silencio.

Sin embargo parecía que el silencio era más fuerte que sus palabras, pues no le contestaron, solo asintieron. Contándole a él, había un total de siete personas a bordo, seis almas perdidas en las blancas profundidades de la bruma. Kazuma supuso que los demás tampoco querrían responderle, pensó que debían de estar cansados y molestos.

Se arrebujo en un extremo, tratando de alejar el frio que hacía, y se dedicó a vagar entre sus pensamientos.

¡Ya estamos cerca de Sakemura! —anuncio el conductor—. Si desean bajarse esta es su última oportunidad, pues luego de aquí me dirigiré a la frontera.

Aquel no era el destino del joven, pero supuso que allí podría descansar hasta que se disiparan las neblinas otoñales que cubrían la región, o al menos hasta que fuese más seguro viajar.
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#4
«¿Y si me he muerto en algún momento del camino, y este no se trata mas que de un recogedor de almas en pena? ¿Que es lo que voy a hacer? ¡Oda me va a matar!... ¡Ah no espera! Si ya lo estoy.»

La joven Ryuko para variar un poco en ella, siguió con sus divagaciones e historias de fantasmas imaginarias. Tampoco es que nadie ofreciera mucha conversación, lo que le hizo pensar que tal vez ya habían asimilado su destino, lo que explicaría esas caras largas llenas de tristeza y con la mirada vacía. Con algo de cautela, intento observar de reojo al supuesto shinigami que había subido al carromato.

¿Ustedes también se perdieron en la niebla? — preguntó el joven al resto de pasajeros que asintieron apenados.

«¿Se habrá extraviado en el limbo? ¿O tal vez acabo su tarea? Claro, seguro que estaba cazando espíritus malignos, para que los muertos puedan encontrar donde descansar. » Se dió un golpecito sobre la palma de la mano abriendo los ojos, como si hubiera tenido una revelación; cosa que le ayudó a olvidar momentáneamente su desafortunado destino.

Desde aquel momento, pasaron largas horas que no fueron silenciadas gracias al traqueteo de las ruedas y al propio conductor, quien agitaba las correas para mantener el ritmo de la travesía. Durante el trayecto, Ryuko hizo varias pruebas; se pellizco así misma pensando que era un sueño, comió algo de paja para después escupirla; y llego a una conclusión: Estaba viva.

Entonces seguro que Oda me manda al otro lado — murmullo para si misma.

¡Ya estamos cerca de Sakemura! —avisó el conductor —. Si desean bajarse esta es su última oportunidad, pues luego de aquí me dirigiré a la frontera.

Si llegaba la frontera, podría llegar a verse en un grave problema de carácter diplomático, pero no le quedaba otra. Podría bajarse y buscar algo de información para volver a casa, o esperar a que la densa niebla desapareciera. Ambas opciones eran buenas, por lo que nada mas detenerse el caballo, se bajo sin dudar ni un momento.
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#5
El carruaje se detuvo lentamente al lado de lo que parecía ser un cartel, abandonado en medio de la niebla.

Entonces me quedare en este lugar —anunció, mientras decendia tranquilamente para acercarse a donde estaba el conductor—. Gracias por recogerme y traerme hasta aquí, buen hombre… Por cierto, ¿Cuál su nombre?

El conductor le miro entretenido y dejo escapar una risa un tanto jocosa, para luego restablecerse y contestarle:

En esta región se me conoce como Kirigyoshamaru, así es como todos me llaman —aseguro, con una leve reverencia—. Si me permiten darles un consejo, descansen en este pueblo hasta que la niebla se disperse… Es peligroso andar a ciegas por ahí; no sabes dónde podrías terminar.

Y con aquella frase, el hombre espoleo a su mula y continuo su camino. Kazuma se le quedo viendo, observando como la luz rosada se hacía cada vez más tenue hasta ser completamente engullida por la blancura. Se quedó en la misma posición hasta que dejo de escuchar el rechinar y el traquetear de las ruedas. Para cuando quiso reparar en donde se encontraba, se dio cuenta de que una muchacha yacía cerca de él.

Saludos... Mi nombre es Hanamura Kazuma —reveló, manteniendo su distancia en aquel camino brumoso—. Y el tuyo, ¿Cuál es?
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#6
"Nada por aquí, nada por allá..." Pensó la joven al observar la densa niebla. Podía ser capaz de observar el final de sus pies y hasta dos metros con algo de suerte. Un murmuró hizo atraer su atención, el joven de cabellos pálidos había bajado poco después de ella, y este dirigió algunas palabras con el cochero.

Entonces me quedare en este lugar. Gracias por recogerme y traerme hasta aquí, buen hombre… Por cierto, ¿Cuál su nombre? — Ryuko por su parte lo agradeció con discreción, acercándose para escucharles y haciendo una suave reverencia.

En esta región se me conoce como Kirigyoshamaru, así es como todos me llaman — añadió el también inclinándose con levedad—. Si me permiten darles un consejo, descansen en este pueblo hasta que la niebla se disperse… Es peligroso andar a ciegas por ahí; no sabes dónde podrías terminar.

Y acto seguido, este se marcho dando un suave espoleo a la mula; el carro avanzó con la misma lentitud y tranquilidad con el que ellos habían viajado. Desapareciendo entre la niebla junto a la tímida luz de la linterna que llevaba a su lado. Como era habitual en la despistada chica, esta se había vuelto a abstraer, esta vez en la rojiza luz. Hasta que la voz del joven la trajo de vuelta.

Saludos... Mi nombre es Hanamura Kazuma — dijo manteniendo algo de distancia—. Y el tuyo, ¿Cuál es?

Oh, disculpame — la joven kunoichi se sobresalto por un instante. —Mi nombre es Ryuko, Ryuko Uchiha.
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#7
La muchacha se presentó, Uchiha Ryuko era su nombre. Él correspondió con una leve inclinación.

Bien, Ryuko-san, parece que independientemente de adonde queramos ir, estaremos aquí varados hasta que la niebla se disipe.

Su sentencia no tenía intención de ser pesimista, aunque en su hablar pudiera percibirse cierto matiz taciturno. Solo era una realidad: andar por allí a ciegas podría llevarles a caer en una zanja y romperse el cuello o pisar una trampa para lobos y quedar atrapados en ella.

Lo más sabio será tomar el consejo de aquel hombre y descansar —comunicó, dando un golpecito a un cartel de madera al lado del camino—. El pueblo debe estar muy cerca, aunque no lo podamos ver. Si seguimos por el camino que guarda este cartel llegaremos sin problemas.

»¿Vienes? —pregunto finalmente, mientras comenzaba a caminar, antes de que su figura se perdiese en la niebla.

Supuso que quizás la chica no quisiese prestar oídos a las palabras de un extraño, pero a él le interesaba más cumplir con las maneras y ofrecimientos habituales. El que decidiera seguirle o quedarse sumergida en la bruma hasta que la noche le cubriera era cuestión suya; aunque a Kazuma, hasta cierto punto, le causaba curiosidad el saber qué decisión tomaría.
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#8
«Tal vez no debería haber dicho a la ligera mi nombre. ¿No? Osea es un total desconocido...» Pensó la joven algo dubitativa, considerando que algo tan simple, podría ser un gran error. Ser tan inocente y confiada era un problema, nunca sabes con quien te puedes topar, y por su linaje, cualquier parte de ella puede que llegara a venderse a un elevado precio en el mercado negro.

Sobretodo los ojos... — murmuró para ella de manera casi intangible para el joven.

Bien, Ryuko-san, parece que independientemente de adonde queramos ir, estaremos aquí varados hasta que la niebla se disipe. Lo más sabio será tomar el consejo de aquel hombre y descansar — añadió dando un suave golpe a un cartel de madera al lado del camino que indicaba una dirección—. El pueblo debe estar muy cerca, aunque no lo podamos ver. Si seguimos por el camino que guarda este cartel llegaremos sin problemas.

«Supongo que tiene razón, ademas, estar juntos nos dará mayor capacidad de supervivencia. Oda siempre es tan estricto con los desconocidos... » Pero los buenos modales del joven le inspiraron mas confianza en aquel momento que las palabras que resonaban en su mente. «Espero no equivocarme en esto. Y si lo hago, ser capaz de salir de una pieza. »

¿Vienes? — comentó finalmente esperando una respuesta, y avanzando algo en la niebla, dándole un aire algo místico teniendo en cuenta sus vestimentas.

¡Si, pero no te alejes tanto! — Ryuko dio unos pasos ligeros para acercarse a él, manteniendo una distancia corta. — Sera mejor que no nos alejemos demasiado. Yo por lo menos no conozco este lugar, y con tanta niebla... Estar juntos supongo que hará que tengamos mas posibilidad de salir de aquí. Dos mentes piensan mejor que una, y cuatro ojos ven mejor que dos. ¿No?

Añadió levantando un dedo y sonriendo tontamente.
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#9
¡Si, pero no te alejes tanto! — Ryuko dio unos pasos ligeros para acercarse a él, manteniendo una distancia corta. — Sera mejor que no nos alejemos demasiado. Yo por lo menos no conozco este lugar, y con tanta niebla... Estar juntos supongo que hará que tengamos mas posibilidad de salir de aquí. Dos mentes piensan mejor que una, y cuatro ojos ven mejor que dos. ¿No?

Interesante… Así que es la primera vez que transitas por esta región, ¿cierto? —se aventuró a preguntar, aunque la respuesta le parecía obvia.

Kazuma se mantenía caminando delante, manteniendo la distancia suficiente como para que la muchacha no lo fuese a perder de vista, pese a la etérea nube blanca que había entre ambos. Otra guía resultaba el camino, cuya grava hacia ruido cada vez que era pisada, permitiendo que los transeúntes se diesen cuenta del momento en abandonasen la vía.

Tranquila, no es como si estuviéramos en un campo de batalla o algo similar, puesto que la niebla en sí misma no peligrosa —informo, con voz serena y amigable—. Si te quedas quieta es probable que no te pase nada, excepto por la humedad y el frio que porta la niebla: si te quedas mucho tiempo en ella terminaras por empaparte y sufrir de una hipotermia o algo similar.

De hecho, el mismo ya estaba temblando un poco, pese a que aún no era de noche, donde el frio y la humedad muestran su verdadera y cruel cara.
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#10
Interesante… Así que es la primera vez que transitas por esta región, ¿cierto? — preguntó Kazuma, para posteriormente asentir con la cabeza su nueva acompañante. Durante el trayecto, Kazuma se mantenía delante, dirigiendo el paso; seguramente estaba tan perdido como Ryuko en aquel insólito lugar.

«Supongo que perder la calma no es la mejor de las ideas. Oda siempre dice que hay que mantenerse frío en situaciones críticas, que es lo que acaba distinguiéndote y hacerte convertir en un líder. ¿Se referirá a esto? » Fuera lo que fuera, Ryuko se había contagiado de la calma que transmitía Kazuma, quien desde luego tenía las ideas claras. El ruido de los guijarros bajo sus pies, significaba que se mantenían por el camino correcto

Tranquila, no es como si estuviéramos en un campo de batalla o algo similar, puesto que la niebla en sí misma no peligrosa — transmitió posteriormente sosegado —. Si te quedas quieta es probable que no te pase nada, excepto por la humedad y el frio que porta la niebla: si te quedas mucho tiempo en ella terminaras por empaparte y sufrir de una hipotermia o algo similar.

Supongo que tienes razón. ¿No es la primera vez que andas por aquí, verdad? O por lo menos, debes de haberte encontrado en una situación similar. — Ryuko ladeaba la cabeza, intentando observar algo en la niebla aparte del profundo color grisáceo, algo que pudiera tomar de referencia y que no le hiciera pensar que estaban dando vueltas en circulo; sin percatarse de que su nuevo amigo, estaba comenzando a temblar.
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#11
Supongo que tienes razón. ¿No es la primera vez que andas por aquí, verdad? O por lo menos, debes de haberte encontrado en una situación similar.

Sí, ya había recorrido estos caminos antes, pero jamás durante la temporada de niebla —aclaró, deteniéndose un momento para luego continuar—. De chico solía escuchar a los ancianos hablar sobre los peligros de las brumas y como prevenirse contra ellos. Yo solía pensar que eran habladurías y no les hice caso… Y ahora sé que me hubiesen venido bien sus consejos.

Como solía ser desde los principios de los tiempos, los ancianos gozaban de una sabiduría irrefutable, construida sobre los pilares de la experiencia acumulada; pero también sufrían de la maldición de ser difícilmente escuchados o entendidos.

Pero estaremos bien mientras no refugiemos en el pueblo —Y delante de ellos se manifestó de entre la niebla un arco de madera a modo de entrada, y tras el mismo la pintoresca y fría efigie de un pueblo—. Esta debe ser Sakemura.
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#12
Sí, ya había recorrido estos caminos antes, pero jamás durante la temporada de niebla —añadió nuevamente para detenerse un instante, para Ryuko dio la impresión de que se estaba intentando ubicar mejor al continuar poco después la marcha—. De chico solía escuchar a los ancianos hablar sobre los peligros de las brumas y como prevenirse contra ellos. Yo solía pensar que eran habladurías y no les hice caso… Y ahora sé que me hubiesen venido bien sus consejos.

No te niego eso ultimo, sobretodo cuando convives con un viejo gruñón... — susurró para ella misma.

Pero estaremos bien mientras no refugiemos en el pueblo — Un gran arco de madera comenzaba a ser cada vez mas visible con cada paso que daban —. Esta debe ser Sakemura.

Ryuko enmudeció, no sabía donde estaba pese a no tener un mal sentido de la orientación. Kazuma por su parte, estaba bastante decidido y según había afirmado, esta no era la primera vez que pasaba por aquel lugar, por lo que se sentía bastante cómodo.

Nos perdemos en la niebla, un hombre que tira de un carromato nos recoge; y ahora llegamos a un pueblo con este aspecto... — Una gota de sudor recorrió la frente de Ryuko, mientras esta miraba a Kazuma de forma nerviosa y algo aterrada —. E-Espero que la niebla no tarde mucho en levantase... Este lugar debería llamarse mas bien "Silent Sakemura" Ja-ja-ja

Su risa sonó pausada y dubitativa mientras observaba los alrededores. Esperaba que una pequeña broma relajase su mente y disipase algo el miedo que comenzaba a crecer, pero en su lugar la imagen de un grandullón con la cabeza oculta en trapos y arrastrando un gran trozo de hierro afilado, fue lo que cruzó su mente.
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#13
Nos perdemos en la niebla, un hombre que tira de un carromato nos recoge; y ahora llegamos a un pueblo con este aspecto... — Una gota de sudor recorrió la frente de Ryuko, mientras esta miraba a Kazuma de forma nerviosa y algo aterrada —. E-Espero que la niebla no tarde mucho en levantase... Este lugar debería llamarse más bien "Silent Sakemura" Ja-ja-ja

Kazuma se giró y la observo para luego dejar escapar una risilla contenida.

Claro, claro, se parece a Muonoka —comento, aun luciendo una sonrisa—. Veo que también eres una persona de cultura: son pocos los que han leído aquellos relatos, y menos aun los que se han atrevido a terminarlos.

»Luego, si tengo la oportunidad, te contare algo interesante respecto al origen de aquel misterioso y no tan ficticio lugar.

Le hubiera gustado el conversar allí, pero ahora no solo tenía frio, sino que también tenía hambre y sed.

Ese de allá debe ser un bar, vamos —dijo, luego de señalar el local.

El interior del pueblo estaba notablemente despejado, aunque había algunos girones de niebla rondando en la periferia. La gente se movía de un sitio a otro, silenciosa y destinando miradas de curiosidad y desconfianza a los recién llegados. Al cruzar la plaza principal, se podía percibir en total plenitud el aire antiquísimo y lúgubre del lugar. Por lo demás, parecía un poblado cualquiera. Había campesinos, artesanos y algunos animales sueltos vagando de un sitio a otro. A la distancia, en lo que presumiblemente era el límite, había una gran estructura parcialmente oculta en las brumas bajas. Llamaba la atención porque entre el blanco lechoso se distinguían brillos de color cobre, tubos y paneles de metal que recubrían la estructura como una armadura.
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#14
Claro, claro, se parece a Muonoka —comento, aun luciendo una sonrisa—. Veo que también eres una persona de cultura: son pocos los que han leído aquellos relatos, y menos aun los que se han atrevido a terminarlos. Luego, si tengo la oportunidad, te contare algo interesante respecto al origen de aquel misterioso y no tan ficticio lugar.

Ryuko palideció por un instante, algo en shock por las ultimas palabras destinadas a ella, incluso había pasado por alto el compartir gustos.

E-E-Espera ¿¡Q-Que acabas de decir!? — preguntó aterrada por sus comentarios, pero Kazuma ya se había adelantado un poco, adentrándose un poco.

En el interior del poblado, la densidad de la niebla era mucho menor, pero los edificios mas lejanos no eran tan sencillos de vislumbrar. Si el pueblo tuviera edificios mas altos, seguramente no se vería los últimos pisos o techos de estos. Pese al lúgubre lugar, aldeanos, comerciantes y viajeros cruzaban las calles, acostumbrados ya a aquel clima, por lo que aunque fuera solo la presencia de gente en las calles, lo descatalogaba de pueblo fantasma. Sin embargo, estos les observaban con desconfianza, y dirigiendo miradas poco amistosas; los mas mayores, les observaban con detenimiento en la lejanía y cuchicheaban entre ellos.

¡Pero no se te ocurra dejarme aquí después de soltarme eso y largarte tan ancho! — gritó algo aterrada cuando se percato de las miradas descaradas, acelerando entonces lo antes posible su paso para finalmente alcanzarlo; ahora tenía aun menos ganas de moverse sola por Sakemura.

Ese de allá debe ser un bar, vamos —dijo, luego de señalar el local.

Ryuko se limitó a asentir y seguir a su guía.
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#15
A ambos les recibió una vieja puerta tipo vaivén. Kazuma la empujo lentamente, abriéndola de par en par, provocando un chirrido molesto. La mortecina luz del moribundo día enmarco sus figuras estáticas, llamando la atención de quienes allí yacían.

Interesante —reconoció, al echar un vistazo al oscuro interior—. Pasemos.

Dicho interior estaba iluminado por unas cuantas lamparillas de queroseno, pero la luz resultaba insuficiente, provocando una penumbra parcial. Mientras daba sus primeros pasos en el local noto que todas las mesas estaban llenas. Los cercanos le miraban con cautela y los lejanos yacían medio ocultos por las sombras, lo que hacía difícil discernir su expresión. Por suerte la barra estaba cerca, libre y bien iluminada, guardada por una larga hilera de sillas.

Kazuma se posó bajo la luz cetrina y observo el gran estante tras la barra, colmado con frascos de innumerables colores. Era como una vasta biblioteca en donde las botellas y su alcohol ocupaban el lugar de los pergaminos y su conocimiento.

¿Van a ordenar algo, forasteros? —pregunto, toscamente, un sujeto que yacía puliendo un vaso en un extremo detrás la barra.
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