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En un primer momento no le había dado ninguna importancia al valor de la Kodachi que había recibido tras el fallecimiento de sus padres. Pero tarde o temprano, la curiosidad se abre paso. Y así fue como fue al herrero al que su madre le había encargado el arma. El hombre, algo contrariado por la petición de la muchacha, le confesó que le había prometido a su madre en vida que no se lo diría y él no incumpliría su parte del trato.
Le fastidió y le alagó que su madre la conociese tan bien como para saber que tarde o temprano se cuestionaría si se habían gastado más dinero del necesario en su Kodachi. Al fin y al cabo, nunca habían sido una familia adinerada.
Hana, al ver que no iba a sacar nada de las herrerías cercanas a su casa, se fue a la que supuestamente era la mejor herrería de todas. Para encontrarsela cerrada. Su suerte era cada vez más terrible. Se plantó ante la puerta, pensando su próximo paso.
Ya le había costado una rica media hora encontrar el lugar, pues estaba a una distancia considerable de las zonas que ella solía frecuentar y no se conocía las calles.
¿No sería mejor olvidarse del tema? Ya ni siquiera su curiosidad tenía ganas de seguir con esa busqueda de la verdad.
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Una vez por se mana, y cada semana un día diferente, mi padre cerraba la forja y se tomaba un día libre. Hoy era ese día. Hoy tocaba no trabajar.
Aproveché el día para seguir enseñándole Uzushogakure a Yuuna. Hoy habíamos ido al parque de los cerezos a dar una vuelta y a comer en plan pickninck.
Es cierto que en pleno otoño y con el invierno al caer, los arboles no eran tan bonitos como en plena primavera, pero aún así era un lugar apacible y agradable para pasar un día libre.
Como la forja estaba pegada a mi casa, no había mas remedio que pasar por delante, por eso, cuando regresábamos a casa para dejar la cesta del picknick antes de irnos a pasar la tarde en el barco, vimos a una muchacha esperando en la puerta.
—Hola, ¿Necesitas algo? Hoy estamos cerrados, pero bueno, si es algo rápido, quizás pueda ayudarte.
Si solo quería dejar su arma para reparación o dejar algún encargo, no había problema en apuntarla en la lista.
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—Hola, ¿Necesitas algo? Hoy estamos cerrados, pero bueno, si es algo rápido, quizás pueda ayudarte.
Hana se giró, de un bote, a la voz que le hablaba y después tuvo que subir la mirada, bastante. Casi podía ver a Kami-sama riéndose de ella, ese chaval le sacaba tranquilamente dos cabezas, sin embargo, no parecía mucho más viejo.
— ¿Eh? Oh, no, solo era... em... — dudó un momento — Quería saber cuanto costó esta Kodachi.
Señaló a la katana que llevaba envainada y atada a la cintura, sin desenvainarla, esperando la confirmación del muchacho. No quería asustarles o que parezca que iba a atracarlos. Además, la chica que iba a su lado no sabia si era una kunoichi pero tenía cicatrices que gritaban que había estado en más peleas que Hana.
— No se hizo aquí, así que no sé si me lo podrás decir... — alargó la última palabra hasta el silencio.
Miró al muchacho, sin saber muy bien como se tomaría su petición. Lo estaba molestando en su día libre por una tontería, que además era de un arma que ni siquiera les había comprado a ellos.
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— ¿Eh? Oh, no, solo era... em... Quería saber cuanto costó esta Kodachi.
Pues como no le preguntara al tipo que se la forjó... Por que, mirando la espada, eso no me sonaba que se hubiera hecho en la forja de los Sasaki.
— No se hizo aquí, así que no sé si me lo podrás decir...
Pues la respuesta era No. Pero esa chica era una posible cliente, por lo que me abstuve de contestarle con un simple no.
—No puedo adivinar cuanto te cobraron por ella o cuanto valía cuando se forjó. —A no ser que fueras el tipo que la hizo, eso seria prácticamente imposible. —Pero puedo decirte cuanto vale ahora.
Mas o menos eh, una estimación simple a ojos del hijo del mejor herrero de la ciudad, que bueno, era aún un novato al lado de mi padre, pero seguro que mas experto que muchos herreros de Uzushio.
—¿Me dejas verla?
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—No puedo adivinar cuanto te cobraron por ella o cuanto valía cuando se forjó. Pero puedo decirte cuanto vale ahora.
Hana le dedicó una mirada confusa durante apenas un segundo. ¿Cual podía ser la diferencia entre una cosa y la otra? Después se dio cuenta de que la gente suele esperar que uses una espada para apuñalar a alguien o para detener otras armas. Para la rubia, apenas la había usado para reflejar la luz solar un par de veces y dudaba que eso bajase el valor.
— Bueno, ya me valdría saber cuanto vale ahora, es solo por tener una idea.
—¿Me dejas verla?
— Claro, toma. — se acercó mientras desenvainaba la Kodachi, ofreciendosela con cuidado. — Tiene un grabado el principio de la hoja.
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— Claro, toma. — cogí la espada con cuidado. — Tiene un grabado el principio de la hoja.
Si. Tenia grabado el ideograma de la palabra "Raro" o "Infrecuente". Sin embargo... Era una espada normal y corriente. El acero era bastante común tirando a barato. Nada del otro mundo.
Tampoco es, que vista desde mi posición, la vaina de la espada tuviera nada especial. Ni siquiera era una obra de artesanía maestra.
Tampoco era yo tan experto como mi padre, pero había pasado el tiempo suficiente observando su trabajo, y había repetido tantas veces los filos por que a su juicio no eran perfectos, que había adquirido la capacidad para diferenciar si algo era bueno o solo decente.
Esa espada era solo decente.
—Yo vendería esto por poco mas de cuatrocientos ryos. Si te cobraron mas te engañaron. No usa los mejores materiales, y el acabado no es tampoco que digamos una obra maestra.
Claro qué, yo estaba acostumbrado a la absoluta "perfección". Supongo que eso era lo que le daba la fama a mi padre.
—Quizás tenga algún valor sentimental, pero eso es algo que yo no puedo valorar.
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—Yo vendería esto por poco mas de cuatrocientos ryos. Si te cobraron mas te engañaron. No usa los mejores materiales, y el acabado no es tampoco que digamos una obra maestra. Quizás tenga algún valor sentimental, pero eso es algo que yo no puedo valorar.
Suspiró aliviada. Era la típica pregunta que te haces sin saber muy bien qué respuesta esperas recibir hasta que te dan la única respuesta que hay. ¿Quería que esa espada rozase la calidad de leyenda o que fuese una simple espada con una inscripción? Si hubiese sido la primera, se hubiese sentido terriblemente mal por dejar el Kenjutsu a favor de otras ramas que le llamaban más la atención.
Ahora sabía que el valor sentimental era mucho mayor al material. Eso la aliviaba bastante. Hizo una pronunciada reverencia al herrero shinobi desconocido que tenía delante.
— Muchas gracias, herrero-san. Lo cierto era que me preocupaba que mis padres se hubiesen dejado demasiado dinero en ella. — le agradeció con una sonrisa. — Me llamo Himura Hana, por cierto. Perdón por interrumpir vuestra ci... vuestro día libre.
Tenía que dejar de meterse en los asuntos de los demás y suponer de más. Dedicó una mirada nerviosa tanto al shinobi como a la chica que lo acompañaba. También debería de dejar de ponerse así por hablar de citas y amor, era tremendamente infantil.
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— Muchas gracias, herrero-san. Lo cierto era que me preocupaba que mis padres se hubiesen dejado demasiado dinero en ella. Me llamo Himura Hana, por cierto. Perdón por interrumpir vuestra ci... vuestro día libre.
—Sendo Yuuna, encantada y no te preocupes, ya volvíamos a casa.
Yuuna sonrió amablemente a la chica. Verla sonreir era como una dosis de energía que recargaba todas mis fuerzas. Así era el amor.
—Sasaki Reiji, Encantado. Aunque supongo que ya conocerás mi apellido si has venido hasta aquí.
Básicamente mi padre era el mejor. Sin más. No era por tirarle flores a mi familia, pero donde había calidad... Pues la había. Y oye... aquella chica podía convertirse en cliente.
—Aunque hoy estemos cerrados, te puedes pasar mañana si necesitas una espada mejor o mejorar esa que ya tienes.
Aunque mejorar quizás significaba cambiarle la hoja por completo por una nueva.
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—Sendo Yuuna, encantada y no te preocupes, ya volvíamos a casa.
Hana respondió con una leve reverencia y le devolvió la sonrisa.
—Sasaki Reiji, Encantado. Aunque supongo que ya conocerás mi apellido si has venido hasta aquí.
— Sí, lo conozco. En fin, gracias por todo, te debo una, Reiji-san. Si hay algo que pueda hacer por ti, dimelo. — le ofreció la rubia, sonriente.
—Aunque hoy estemos cerrados, te puedes pasar mañana si necesitas una espada mejor o mejorar esa que ya tienes.
La sonrisa de Hana se volvió algo amarga.
— Ahora mismo estoy bien con esto. — dijo señalando a su simple Kodachi — Más adelante, cuando tenga dinero y algo de experiencia en combate sí que me gustaría hacerme algo más... personalizado. Supongo que hacéis más que espadas, ¿no? Como te he dicho antes, no me convencen demasiado las espadas.
No estaba segura si les estaba reteniendo en contra de su voluntad y deseaban que se fuese de una vez o no les importaba que les entretuviera un rato más con sus ideas y maquinaciones. Al fin y al cabo, su herrería local no hace encargos demasiado personales. Todo lo que se salga del estándar, difícilmente te lo van a aceptar. Y si podía entablar algo parecido a un contacto con la mejor herrería de la zona, bienvenido sea.
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1/02/2020, 14:08
(Última modificación: 1/02/2020, 14:13 por Sasaki Reiji. Editado 1 vez en total.)
— Ahora mismo estoy bien con esto. — yo simplemente me encogí de hombros, tampoco iba a obligarla a comprarme. — Más adelante, cuando tenga dinero y algo de experiencia en combate sí que me gustaría hacerme algo más... personalizado. Supongo que hacéis más que espadas, ¿no? Como te he dicho antes, no me convencen demasiado las espadas.
No. No me lo había dicho antes. Pero bueno, cada uno se siente cómodo con una u otra cosa. Yuuna había nacido y vivido entre espadas. Yo no había tenido mas remedio que elegir ese camino, pero oye. No me arrepentía.
—Claro que hacemos más cosas. Incluso armas únicas y personalizadas para cada persona.
Como por ejemplo, la de hanabi. No se había hecho una igual en ningún sitio. Era única, solo suya. Nadie podría tener nada así a menos que cometiera la estupidez de robarle al uzukage.
—Tu por ejemplo eres mas bajita, y seguramente seas rápida. Con tu cumplexion y tamaño...mmm tus enemigos seguro que se confían por tu aspecto, y luego zas, les das un golpe con un arma ligera pero mortal.
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—Tu por ejemplo eres mas bajita, y seguramente seas rápida. Con tu cumplexion y tamaño...mmm tus enemigos seguro que se confían por tu aspecto, y luego zas, les das un golpe con un arma ligera pero mortal.
Después de darle una respuesta afirmativa se puso a enumerar las ventajas de la rubia. Aunque sonaba más a que parecía bastante inofensiva y bajita, asumiendo que eso la haría más ágil.
No quiso negarlo, pero lo cierto era que no era precisamente más rápida de la media en la academia.
— Yo había pensado en algo parecido. Como en fuerza y corpulencia no voy a destacar demasiado, conseguir un arma oculta y aprovechar la sorpresa. Pero aún tengo que darle un par de vueltas a las ideas que tengo. — la joven no había tenido la oportunidad de hablar de ellos con nadie desde su graduación, de armas y apuñalamientos — Lo que necesitaría es una hoja muy fina y resistente pero ligera. No me gustaría que se partiese tras cada uso. Obviamente no la usaría contra nada que no fuese carne y puede que hueso.
Hana se detuvo ahí, por si había sido demasiado entusiasta y explícita.
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— Yo había pensado en algo parecido. Como en fuerza y corpulencia no voy a destacar demasiado, conseguir un arma oculta y aprovechar la sorpresa. Pero aún tengo que darle un par de vueltas a las ideas que tengo.
En mi cabeza empezaban a burbujear las ideas e imágenes de diferentes tipos de armas y posibilidades. Algunas muy absurdas. Otras muy buenas.
— Lo que necesitaría es una hoja muy fina y resistente pero ligera. No me gustaría que se partiese tras cada uso. Obviamente no la usaría contra nada que no fuese carne y puede que hueso.
Y seguramente contra otros filos. Pero en ese momento me importó bien poco el uso que quisiera darle. Me importaba la forma, el tamaño, las posibilidades.
—Quizas una hoja oculta en el mango de un paraguas que, a su vez, pudiese disparar senbon por la punta, puedes decir que eres sensible al sol, por que aquí no llueve tanto.
En Amegakure seria perfecta.
—O una daga oculta en una muñeca, presionas un boton que tenga oculto en alguna parte, y PUM sale la daga, lista para derrotar a tus enemigos.
—Reiji.
—O también puedes esconder un arma en un accesorio para el pelo. ¿Quien podria imaginar que un accesorio para el pelo fuese algo peligroso?
—Reiji.
Esta vez, me puso la mano en el hombro para llamar la atención, por que se ve que la había ignorado. Eso si, sin querer. Me podía la emoción.
—¿Que pasa?
—Ha dicho que aún no esta segura, calmate. —Se acercó al oído para susurrarme. —Si le das todas esas idas, puede ir a otro herrero con ellas.
Que gran verdad. Que estupidez. Me había podido la emoción. La pasión del herrero que llevaba dentro. Y no me había parado a pensar en que aún no me había encargado el arma a mi.
—Perdona eh. — dije mirando a la muchacha. —Me he dajado llevar, olvida todo eso por favor.
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Al contrario de lo que Hana pensaba, Reiji cogió la idea con bastante entusiasmo. Aunque no era ni una idea, era un principio de idea. Pero el herrero fue poniendole tantas ideas encimas como se le fueron viniendo a la mente, sin considerar condiciones ni límites, lo cual arrastró a la rubia a imaginarse cada posible escenario que le planteaba.
—Quizas una hoja oculta en el mango de un paraguas que, a su vez, pudiese disparar senbon por la punta, puedes decir que eres sensible al sol, por que aquí no llueve tanto.
— Es bastante poco sutil, la verdad, llamaría mucho la atención.
—O una daga oculta en una muñeca, presionas un boton que tenga oculto en alguna parte, y PUM sale la daga, lista para derrotar a tus enemigos.
— ¿Una muñeca? Como ¿de juguete? Eso sería todavía más descarado. — lo descartó ella rápidamente.
—Reiji. — le llamó su pareja
—O también puedes esconder un arma en un accesorio para el pelo. ¿Quien podria imaginar que un accesorio para el pelo fuese algo peligroso?
Ese. Ese era buena idea. Sin embargo, la kunoichi no contempló decirselo mientras la otra chica intentaba hacerle callar. ¿Y si se discutían por su culpa?
—Reiji.
—¿Que pasa?
—Ha dicho que aún no esta segura, calmate. —Se acercó al oído para susurrarle algo. —Si le das todas esas idas, puede ir a otro herrero con ellas.
No tenía ni idea de qué le había dicho, pero Reiji se relajó al instante. ¿Algún código secreto de enamorados tal vez?
—Perdona eh. Me he dajado llevar, olvida todo eso por favor.
— Lo cierto es que el último estaba bastante bien. Pero si tenéis algo que hacer, no quiero entreteneros más. — sus palabras no se correspondían con sus actos, pues se quedó parada mirando a la pareja, en vez de disponerse a irse.
Miraba a Reiji con la esperanza de que le dijese si tenía algo más especifico en mente, ya que él era el experto en armas. ¿Cuantas armas podían hacerse pasar por accesorios? Ella no tenía ni la más remota idea. Se quedó allí plantada a la espera de que la mandasen a freír espárragos o que no lo hiciesen, básicamente.
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— Lo cierto es que el último estaba bastante bien. Pero si tenéis algo que hacer, no quiero entreteneros más.
—No, no, no te preocupes, solo le comentaba que se ha emocionado demasiado.
Pues si. Y tampoco teníamos nada importante que hacer en realidad. Yo iba a tirarme en el sofá a intentar entender los mapas de navegación y el manual del barco. Aun no me quedaba nada claro.
Yuuna en realidad solo se venia a hacerme compañía. Bueno, aprovechaba para leer libros sobre la historia de uzushiogakure y cosas sobre el ninjutsu. También, el barco, era el mejor sitio que teníamos para pasar tiempo juntos y a solas.
—Si, me he emocionado un poco con él tema, la verdad. Pero si quieres que te haga algún diseño con esa idea puedo hacerlo. Eso si, tendrás que venir a encargarlo mañana, aunque no me importa apuntarte en un momento en la lista de espera.
Había trabajo que hacer, aunque ahora con Yuuna en la forja, que era bastante diestra, el trabajo salía bastante rápido. La verdad es que mi padre estaba bastante contento. Para mi era un dos por uno claro. Luego seria mucho más fácil que entendiera mi enamoramiento. Supongo.
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—No, no, no te preocupes, solo le comentaba que se ha emocionado demasiado.
Con una confirmación de que no pasaba nada si les entretenía, Hana se relajó.
—Si, me he emocionado un poco con él tema, la verdad. Pero si quieres que te haga algún diseño con esa idea puedo hacerlo. Eso si, tendrás que venir a encargarlo mañana, aunque no me importa apuntarte en un momento en la lista de espera.
— Sí — respondió alegremente la genin, siendo amonestada por sí misma un segundo más tarde —. Quiero decir, no.
Cambió el peso de una pierna a la otra y se masajeó las sienes con una mano, intentando ordenarse mentalmente.
— Lo que quiero decir es que sí me gustaría ver algunos diseños de esa idea, pero no tengo nada de dinero ahora mismo. Así que...
Dejó la obviedad en el aire mientras se tocaba un mechón de pelo que le caía por delante de los hombros, entre avergonzada y nerviosa.
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