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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
En una de las habitaciones del hospital se encontraba Hana tumbada sobre la camilla. Vestida con la tipica bata de hospital y con varios sitios vendados pero sin sangre en zonas visibles. Sin embargo, tenía la pierna vendada casi por completo e inmovilizada con una polea que la obligaba a tenerla ligeramente doblada todo el rato. Además, también tenía vendada la frente, lo cual le daba un aspecto algo más lastimoso a la genin, ahora dormida. Toda la zona del abdomen era la más afectada por el vendaje, pero se ocultaba bajo las sabanas y bajo la bata.

Lo más extraño era ver que cada uno de sus brazos estaba inmovilizado contra una de las barandillas que había a cada lado de la camilla, el brazo izquierdo, donde tenía insertada una vía, estaba inmovilizado por la muñeca y por el codo, el derecho solo por la muñeca.

La habitación no era nada del otro mundo, había una pequeña ventana, una pequeña mesita de noche al lado de la camilla y una silla para que los acompañantes se sentasen.

Era primera hora de la mañana así que en breves aparecería la enfermera de turno a despertar a Hana y comprobar si podía desayunar sola, también era cuando se permitía a las visitas entrar.


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#2
La luz comenzaba a bañar el cuarto poco a poco; llegando hasta la rubia pero también al rostro de otra joven kunoichi. En un pequeño sillón al lado de la cama y acostada encima de Hana, estaba hecha un ovillo con una manta por encima, Ren dormía placidamente hasta que los rayos del sol comenzaron a molestarse. Farfulló y se tapó la cara con aquel trozo de tela que trajo desde su cuarto.

El día anterior no la dejaron entrar a su cuarto, para ver como estaba su hermana; y eso desencadenó en un gran rebote para la morena, que se escaqueó en plena noche para ir a verla. Dormía placidamente pese a un estado bastante lamentoso, Ren se lamentó pero no quería ni por asomo molestarla, así que se quedó a pasar la noche con ella. Hana fue a verla pese a la estúpida pelea que la morena había montado, y estaba muy preocupada cuando ni siquiera la dejaron pasar.
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#3
Por mucha luz que empezase a entrar, Hana no parecía siquiera inmutarse por ella mientras que Ren empezaba a encontrar difícil seguir durmiendo. No por nada el sueño de la rubia era inducido.

La puerta no tardó en abrirse. Unos pasos no tardaron en ir hasta la cortina que separaba la penumbra de la visión clara y abrirla de par en par. El enfermero retrocedió al ver que había una kunoichi de más en esa habitación, la misma a la que había tenido que echar el día anterior por intentar entrar demasiado tarde. Solo permitían pasar la noche a la familia y en la ficha de Hana no constaba ninguna hermana.

Sin embargo, ahí estaba, recostada sobre el cuerpo inerte de la uzujin. Se acercó a ella, dispuesto a echarle una buena reprimenda. La destapó de inmediato, quitandole esa manta que ni siquiera era del hospital. El hombre tenía el pelo negro, corto y vestía una bata verde que le identificaba como enfermero, no como doctor. Tendría una fuerza similar a la de Ren y una voz profunda. Su mirada oscura miraba a la amejin con indignación.

Pero, niña, ¿se puede saber como has entrado?

Hana pareció reaccionar a la voz, pero solo para girar levemente la cabeza, balbucear algo en sueños y seguir a lo suyo.


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#4
Cuando aquel enfermero se acercó y le arrebato las sabanas; Ren respondió aferrandose a ellas por un momento.

Mooooo. 5 minutos más — pero no conseguiría mantenerlas. Parpadearía varias veces mientras se incorporaba, acariciándose los ojos con el dorso de la mano y bostezando. — ¡La próxima vez déjame ver a mi hermana, y no me colaré a las 2-3 de la madrugada! — replicó al enfermero.
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#5
¡La próxima vez déjame ver a mi hermana, y no me colaré a las 2-3 de la madrugada!

Al enfermero se le hinchó la vena de la frente.

Que eso es imposible. Himura Hana no tiene familia, no consta ninguna hermana en su ficha ni siquiera sois de la misma villa. Es imposible que seais hermanas.

¿Se puede saber qué pasa aquí?

Una mujer de unos treinta años, de cabellera anaranjada, se plantó en la puerta con los brazos en jarra.

¡Esta niña ha pasado la noche aquí!

En el tiempo que discutían los adultos, Hana reconoció la voz de Ren y se despertó al momento.

¡Reeen! — llamó la rubia con una sonrisa de oreja a oreja

Intentó abrazarla, pero obviamente no pudo. Volvió a intentarlo, tirando de las barandillas a las que tenia atadas las muñecas.

La chica la conoce y estamos en horario de visita, ven a ayudar con los desayunos, Hito.

Ambos abandonaron la habitación, uno a regañadientes.

Ren, me pica la tripita, rascame. — señaló las vendas de su abdomen tras destaparse como pudo.


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#6
Por suerte para ella, se libró de dar explicaciones; una mujer exigía a aquel enfermero que la acompañase sin perder más tiempo. Ren entonces dirigió toda su atención a Hana, fue a cogerla de la mano, pero al volver a verla se preocupó demasiado; pensando que sus brutas manos podrían romper los dedos de la rubia como si fueran de fina porcelana.

¿Eh? — replicó extrañada ante aquellas palabras; salvó una alegría inicia, Hana parecía comportarse de forma extraña, pero no iba a negarle nada a esos ojos de color acaramelado claro. — ¿A-Así está bien? — lo hizo con suma suavidad, y sin levantar las sabanas; solo esperaba no empeorar la situación de la genin aún más.
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#7
¿A-Así está bien?

Hana asintió pero Ren se daría cuenta de que se retorcía tanto de dolor como de alivio.

Así, un poco más fuerte.

Sin embargo, su pequeño placer no tardó en ser interrumpido por el mismo enfermero, que esta vez traía una bandeja con él.

¡No! ¿Qué haces? — se lanzaría a dejar la bandeja sobre la mesita antes de quitarle las manos a Ren de forma brusca de encima de Hana. — ¡¿Pero no ves que está herida?!

¡Pero me pica! — se quejó la rubia antes de que Ren pudiese contestar.

¡Ayer casi te sacas el estomago de tanto rascarte! Si no te llegamos a parar ahora estarias en cuidados intensivos.

¡Estaba dormida! Ahora tengo el control.

¿Qué control vas a tener si lo primero que has hecho ha sido pedirle que te rasque?

¡Hito! — le vovlieron a llamar de fuera

Tras un leve suspiro entredientes, se giró a Ren.

¡Tú! Dale el desayuno y, por dios, no le hagas caso. Anoche tuvimos que sedarla para que dejase de rascarse.

Y desapareció por donde había aparecido. Hana miró a Ren con ojos de cordera.

Lo siento, Ren. ¡Es que me picaba! Bueno, y aún me pica. Si pudieras... — no terminó la frase, sabía que era inapropiado pedirselo.

En la bandeja del desayuno había una taza con leche, una magdalena y una manzana. Ni más, ni menos. Y todo sin azúcar, claro. Ni siquiera había cubiertos.


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#8
«¿P-Por eso actúa tan raro? ¿Está medio sedada?» pensó ante la discusión de ambos enfermeros, con una mueca de preocupación. Miró por un momento la mano con la que había intentado aliviar la molestia de Hana; por lo que habían dicho podría haberle empeorado la situación y ni se enterarían porque su cuerpo estaba medio adormecido. Aunque eso explicaría el picor.

Lo siento, Ren. ¡Es que me picaba! Bueno, y aún me pica. Si pudieras... — ambas compartieron mirada hacia aquella bandeja; la indispuesta rubia necesitaba ayuda para algo tan sencillo como aquello, algo más que normal dado su estado.

Ren se acarició los ojos, intentando librarse de la pereza y el sueño que todavía invadían su cuerpo; acercó la bandeja hasta la pequeña cómoda dispuesta al lado de la cama y de la silla en la que ella estaba sentada.

¿Cómo has acabado tan mal?... No debiste sobreesforzarte — dijo con un tono tan preocupado como la mirada con la que observaba de arriba abajo con lentitud el cuerpo de Hana, manteniendo la mirada finalmente en la pierna semi flexionada de Hana.
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#9
¿Cómo has acabado tan mal?... No debiste sobreesforzarte

Hana, por muy sedada que estuviese, no quería que Ren se preocupara. Pero en el estado en el que estaba no podía pensar en cómo quitarle esa preocupación. Tampoco podía gesticular, así que bajó la cabeza a modo de disculpa.

Lo siento, tienes razón, pero, pero, pero es que... — inspiró con fuerza y expiró lentamente. — No sé. Soy tonta, no quería preocuparte, pero, Reiji se lanzó a apuñalarme y yo le di con el rasengan y voló y entonces volvió y chocamos e hicimos pum. Entonces me iba a rendir, porque estaba sin un apice de energia pero él me dijo cosas y yo tenia mucha adrilenina de esa y no sé. ¿Me perdonas, Ren? Perdoname, porfi.

Volvió a levantar la mirada buscando los preciosos zafiros que se escondían en los ojos de su hermana. Al contrario de lo que ella misma pensaba, lo cierto es que no estaba triste, estaba preocupada por la preocupación de Ren pero no sentía que fuese a llorar. Más bien estaba esperando que la morena la perdonase para desatarse, metaforicamente.


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#10
Escucho detenidamente las palabras de Hana, como si la vida le fuera en ello, sin apartar la mirada de sus ojos; intentaba aliviarla y aligerar su preocupación y lo consiguió. Se sentía algo mejor, pero no por las palabras que le estaba dirigiendo, si no porque daba la sensación que al estar ella preocupada, la otra también lo estaba, así que una de las dos tendría que ceder para solventar aquel problema. Recordó cuando le preguntó si realmente confiaba en ella, y se aferró a aquellas viejas palabras; intentaría ser fuerte por ella.

Como no voy a poder perdonarte — respondió con una suave sonrisa aliviada. — ¿No puedes mover ni un brazo? — preguntó mientras le quitaba la cobertura de los laterales a la magdalena con mucho cuidado, para mantener todo lo posible del bollo intacto.
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#11
Como no voy a poder perdonarte ¿No puedes mover ni un brazo?

Hana sonrió de la forma más estúpida del mundo al oir a su hermana perdonarla.

Bieeeeeeeen, lo último que quiero es que nos volvamos a pelear. — dijo como quien da los buenos días, moviendo la cabeza de un lado a otro. — Ah, lo de los brazos no es que les pase nada. Es que anoche me rasqué un poquito, tal vez sangré como una cochinilla por rascarme y me los ataron a las barandillas. ¡Ahora no me creen cuando les digo que no me voy a rascar!

Infló los mofletes en acto de protesta durante dos segundos antes de volver a hablar.

Ren, tengo sed, dame leche. — y abrió la boca, esperando.


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#12
Aquella forma de actuar era bastante graciosa; escucharla alargar las palabras y el tono con el que pronunciaba algunas palabras le resultaba de lo más encantador a Ren, cuando era una actitud que ella misma repudiaba a rabiar. Pero en Hana... Era distinto.

Está bien, pero ten cuidado — suspiro con una sonrisa, y se levantó de la silla para acercarle la taza con ambas manos con mucha delicadeza y cuidado. Sostenía con una de las manos la parte baja de la taza mientras que con otra se aferraba a la superficie cilíndrica. Solo la dejaría beber en pequeños sorbos, apartando la taza para evitar un desastre mayor.
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#13
Está bien, pero ten cuidado

Ren le acercó amablemente la taza, llevandosela hasta los labios y volcandola levemente para que el liquido le llegase a Hana. En el mismo momento en que sus labios probasen la leche sorbería como una loca. Aparte de beber más aire que bebida acabaría tosiendo violentamente.

Después de toser empezaría a reirse.

¡Otra vez! ¡Otra vez! — pediría alegremente.


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#14
¡Otra vez! ¡Otra vez! — pedía entre carcajadas.

¡Hana, no! — dejó escapar alzando un poco la voz, para darse en el momento cuenta de lo que había hecho. — Mhmhm... L-Lo siento, e-es que estoy muy asustada por ti…

Ren se preguntaba si así es como sé sentía Hana cuando a ella también la hospitalizaron. Cual de las dos situaciones había sido más grave era difícil de determinar; una se desmayó por un golpe en la cabeza, pero la rubia había quedado por el arrastre en su combate sin mencionar la perdida de sangre y energía. En comparación, el combate entre ellas había sido una suave brisa.
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#15
¡Hana, no! Mhmhm... L-Lo siento, e-es que estoy muy asustada por ti…

Hana se detuvo de golpe, como una cierva ante unos focos. Bajó la mirada sintiendose culpable por como estaba su hermana.

No te preocupes, Ren, la culpa es mía. No debería haberme arriesgado tanto, sobre todo cuando soy yo la que va pregonando que no deberíamos arriesgarnos tanto. Soy una hipocrita y una cabeza hueca y ahora me vas a odiar otra vez, pero ahora con razón porque soy idiota. Y encima voy y me rascó y tú estás aquí y yo no te estoy disfrutando como debería solo te estoy dando disgustos y, y, y... — y se puso a llorar.

Intentó taparse los ojos con las manos y ni eso podía hacer, así que cerró los ojos, apretó los labios para contener los sollozos y dejó que las lágrimas se escapasen lentamente.

No me dejes, Ren, no quiero estar sola quiero estar contigo. Perdoname, perdoname. — volvió a abrir los ojos, brillantes por el llanto para clavar la mirada en su hermana.


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