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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
El bivaque de mariposas blancas se detuvo a la espera de que Yuri subiera, e iba a empezar a perseguir desde la distancia al gato hasta que la kunoichi emprendió la carrera. Pese a que en aquel mismo momento había pedido sigilo, Yuri había sido la primera en romper esa petición. Pronto, el conjunto de mariposas buscó seguirla y hacer de guía. Al tener una perspectiva superior, podría seguir a la gata con más facilidad e incluso por rincones que fueran bastante estrechos si era necesario.
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#62
Tras perseguirla por varios tejados y vallas, la gata acabaría por meterse por una ventana. La casa a la que había entrado en cuestión tenía un enorme huerto. Yuri se posaría sobre el tejado de esa casa y se asomaría al huerto. Si Yuu la seguía, vería lo mismo que ella. El huerto estaba lleno de una sola planta, hierba gatera. Ah, y una cantidad ingente de gatos.

Sin embargo, parecía algo que la dueña controlaba, porque las plantas estaban en altos tiestos colocados especificamente para que los gatos no pudiesen llegar con facilidad a la planta en sí. Aun así, algunos daban poderosos brincos para agarrar una hoja o una flor y proceden a olisquearla hasta que acaban en una paz absoluta.

No estoy segura de cuan sano debe de ser esto para los gatos.

Yuri se quedaría un rato inspeccionando el huerto desde arriba, buscando el especimen que les habían mandado. Era una ardua tarea, sobretodo desde lejos, entre todos esos gatos había varios de casi cualquier color.


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#63
Cuando Yuri se detuvo, también lo hicieron las mariposas, quienes empezaron a agolmerarse a un lateral suyo, dando poco a poco la forma de Yuu. O al menos la parte superior de esta.

C-C-Cuantos g-gatos... — Dijo casi tan hipnotizada como lo estaban estos por las plantas. — ¿Es a esto a lo que se refieren con tener una parcelita del cielo?

Alternó la mirada con Yuri y la muchedumbre de gatos. El que buscaban era grisáceo, creía recordar, pero no se dedicó a buscarlo con la mirada activamente.
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#64
Como un papel que cae en el agua, la paciencia de Yuri fue deshaciendose.

¡Son todos iguales! ¿Cómo demonios esperan que lo encontremos? Habrá que entrar y sacarle la verdad a la psicopata que ha montado esto. — se quejaría antes de darse la vuelta para dirigirse a la puerta de la casa.

Por mucho que desease entrar por la ventana en plan comando, debía seguir las normas de la sociedad y hacer cómo que las personas son buenas hasta que se demuestre lo contrario. Así que bajaría del tejado para pararse justo ante la puerta de la casa, a la espera de su aprendiz.


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#65
Yuri se veía visiblemente alterada después de haber visto que en aquel lugar se aglomeraban una gran cantidad de gatos. Cuando la kunoichi de cabellos albinos bajó, también lo hizo la morena. Esta caía con mucha lentitud, mientras todavía faltaba la parte inferior de su cuerpo, seccionada por una gran cantidad de papeles. En el momento que apenas quedaban un par de metros para tocar el suelo, las mariposas empezaron a juntarse casi a ras de suelo, dando forma a sus pies.

Yuu se quedó detrás de Yuri, ya que parecía que iba a tomar cartas en el asunto. Le ponía un poco tensa verla así, no quería que la gritara. Pero, por otro lado, no podía sostener la mirada sobre la espalda de su nueva senpai por más de un par de segundos, porque esta se desviaba automáticamente al lugar donde estaban todos los gatos. Se moría de ganas por acercarse a ellos, quería acariciar todos los que pudiera, tumbarse en el suelo y que se le acercaran para tumbarse sobre ella, darles besitos y escuchar sus ronroneos. Jugaba con sus labios, con cara de culpable, mientras jugaba con sus manos. Debía comportarse, era una kunoichi y estaba en una misión, no podía dejarse llevar.
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#66
Yuu se acercó a Yuri como había pensado que haría, pero se colocó tras ella, asumiendo que iba a tomar cartas en el asunto. Y lo iba a hacer, hasta que vio a Yuu asumir que iba a hacerlo. No, no, esta misión era para enseñarle lo que era la vida. Así que dio ella un paso atrás, contuvo sus emociones y le dio una palmada en la espalda.

Adelante, joven padawan. Recuerda la misión y que sobredosis de hierba de gatos puede dejar tontos a los gatos. Ambas cosas son importantes. Pero la misión más.

Y antes de que pudiese contradecirle, golpeó un par de veces la puerta y dio un paso atrás, dejando a su kohai tomar las riendas, quisiera o no.


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#67
Yuu alterno la mirada entre Yuri y la puerta, pero cuando esta empezó a moverse no la perderia de vista. Dio un paso hacia atrás, dejandola delante y tras ello dándole una palmada en la espalda que la invitaba a avanzar y tomar las riendas de la misión, de la misma forma que había hecho antes. Yuu parecía un cachorro indefenso, como habitualmente, y solto un pequeño ruidito cuando la empujo. Fue muy leve, no más de una ligera palmada, pero hizo que la morena diera dos pasitos atropelladamente.

¿Que era eso de "padawan"? ¿Era una jerga de la calle que usaban la gente de su edad? No podia sonar más raro, pero la responsabilidad que le había puesto por otro lado, no podía ser más clara.

Yuu camino, parándose en una ocasión para girarse a ver a Yuri. Seguramente no iría a ningún sitio, pero si se quedaba cerca se sentía más calmada al no tener que afrontarlo completamente sola. Tragó saliva y apreto sus puños que estaban a la altura de su pecho. Extendio entonces uno de ellos para tocar la puerta y después se retiro un paso hacia atrás para esperar la respuesta.
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#68
Yuri le hizo un gesto con la mirada para que fuese a la puerta cuando la miro y en contra de sus instintos y de su forma habitual de ser, no se movió del sitio. Podría haberse escondido el mismo segundo en que Yuu se volteó hacia la puerta, pero no lo hizo. Se quedó allí apoyandola en silencio.

En cuanto Yuu golpeó la puerta empezaron a asomar por el pequeño resquicio que había tras esta patas peludas que intentaban alcanzarla. Ninguna llegaría hasta ella, que ya había dado un paso atrás, pero no dejarían de intentarlo hasta que una voz al otro lado disolvió la manifestación gatuna.

Niños, va, salid de en medio que vais a asustar al repartidor. Aish, oish.

Tras varios quejidos más y unos cuantos maullidos, la puerta se abrió. Tras ella, una chica morena de apenas unos años más que las kunoichi apareció. Tenía la cabellera completamente despeinada y hasta tras gatos estaban sobre ella, uno en los hombros, otro en sus brazos y un último sobre una de sus zapatillas. Todos de diferentes tamaños y colores.

Oh, no es el repartidor. ¿Hola?

Vestía con un pijama de una pieza de gato negro y unas zapatillas del mismo color con orejas y bigotes. Sin duda, era una verdadera fanatica de los gatos.


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#69
Oh, no es el repartidor. ¿Hola?

B-Buenas... V-Veras... E-Estoy buscando a un gato extraviado por petición de una misión y... U-Uuhm... — Movía los dedos de las manos sin ton ni son, hasta que recordó que llevaba alguno de los dibujos encima.

Se hechó las manos a su portaobjetos, en una parte lateral trasera de su cintura, para posteriormente sacar algunos de aquellos dibujos.

Es de este color — añadió nerviosa, entregándole uno de los dibujos para después gesticular con las manos una especie de esfera que de la cual no tenía muy clara el tamaño debido a las pocas indicaciones que tenía. — Es más o menos de este tamaño, y se llamaba... C-Como dijo que se llamaba el chico... ¡Tsuchi, el gato se llamaba Tsuchi!

Un suave rubor subió a sus mejillas al pequeño exito de haber recordado el nombre.
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#70
La cara de la chica evolucionó de la neutralidad de recibir una visita a la completa desesperación al enterarse de por qué estaban ahí. Durante un segundo, Yuri se tensó. Eso podía significar que reaccionaría violentamente para defenderse. Pero no. En cuanto Yuu sacó el dibujo, la chica se lo quitó de las manos y se cayó al suelo con las piernas a los lados.

¿Se ha perdido un michi? ¡Noooooooo! ¡Pobrecito! Pobrecito mi niño. — a partir de ese punto se dedicó a estampar el dibujo contra su mejilla de forma cariñosa mientras lloraba lagrimas de cocodrilo.

Los gatos que la rodeaban se habían apartado un milisegundo antes de que cayese de forma coordinaba, parecían más que acostumbrados a las reacciones exageradas de su benefactora.

Yo... no conozco ningún Tsuchi. Pero, pasad y buscadlo. Hay muchos michis por aquí. Y ya pronto toca la rotación para que no se pongan malitos de la gatunez.

Se levantó tan rápido como se había caido y les hizo señas a las kunoichis de que la siguiesen mientras iba de nuevo al interior de la casa. Yuri alzó una ceja y esperó a ver la reacción de su compañera para acompañarla si decidía entrar.


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#71
El traje que llevaba le resultaba bastante curioso. Nunca había visto alguno así, pero era bastante mono y dulce. En parte le daba cierta envidia, pero si de camino a casa veía una tienda de ropa, no dudaría en indagar por el local en busqueda de uno similar. Seguro que era muy cómodo, y podía utilizarlo para ir por casa o dormir. La chica negó saber sobre aquel gato, seguramente tuviera otro nombre que le hubiera dado ella o incluso con tantos gatos no sabría cual era ese en concreto. Aunque si era tan apasionada por aquellos animales, lo último no sería posible.

La chica avanzó al interior de su casa tras hacerles un gesto, y Yuu miraría a su senpai para confirmar de que no pasaba nada malo antes de entrar en la casa.

C-Con permisooo... — Dijo en voz baja extendiendo un poco la última silaba.
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#72
C-Con permisooo...

Yuri no le hizo ningún gesto a Yuu, porque realmente no tenía nada que decir. Entró tras ella mientras Yuu se encontraba con una marabunda de gatos que era dificil de obviar. Por suerte, los felinos estaban entrenados por la vida y se apartaban con cada paso que daban las chicas.

La propietaria recorrería el pasillo en linea recta hasta llegar a la última estancia, que daba directamente al patio donde habían visto las hierbas gatunas. Se trataba de un salón-cocina donde se encontraba el epicentro gatuno. La dueña del lugar se lanzó sobre el sofá y todos los mininos se apartaron solo para lanzarse sobre ella de nuevo una vez estuviese sentada.

Había todo tipo de gatos. Gordos, delgados, pequeños, grandes, blancos, negros, marrones, grises, con rayas, lisos, con motas... Aunque todos estaban bastante limpios. Había cuencos con comida para gatos y agua en varios lugares estrategicos. Yuri se quedó en la entrada a la sala, no muy convencida de meterse allí y esperando que Yuu hiciese lo que había que hacer.

Sentaos si quereis. — ofreció la anfitriona señalando dos sillones que había al lado del sofa. Había un total de cuatro gatos en cada sillón.


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#73
Los ojos de Yuu bailaban por todo el edificio, pero no por curiosidad a lo que había colgado, los muebles o pertenencias, sino por todos los gatos que había. Los más pequeños se veían realmente adorables, Yuu no podía evitar ensanchar su sonrisa cada vez que uno pasaba por su lado acariciando sus piernas. No parecían desnutridos ni deshidratados, y de más allá del pelo momentáneo o alguna suciedad que habían traído con sus patas, la casa estaba limpia de heces, basura o similares. Finalmente, llegaron a una habitación donde la chica se desplomó sobre un sofá como un peso muerto, para ofrecerles posteriormente que se sentaran.

Yuu aceptó sin pensárselo, y se moría de ganas por acariciar gatitos. Por lo que ya empezaba a abrir la boca de forma inconsciente debida a su ilusión. Les acercaba el dorso de la mano para que la pudieran olear, intentando no dar ninguna señal de amenaza o que se pudiera malinterpretar; no recordó si lo había leído u oído en algún lado sobre que debía hacerse algo así al tratar con gatos que no te conocen. En parte le daba envidia la chica, siendo sepultada entre tanto gatete.

Si la aceptaban y la querían, podía volverse un muñeco de gatos. Como un muñeco de nieve, pero solo de gatos. Además, con el calorcito que emitían seguro que se estaba bastante a gusto
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#74
Yuri siguió a su subordinada esperando que en algún momento diese con el gato en cuestión. O al menos que intentase buscarlo. Lejos de ver una mirada inquisitiva en sus ojos, Yuu iba con las bragas por los tobillos por los gatos. Estaba claro que solo quería jugar con ellos y hundirse en el mar de pelo que eran.

Cuando la anfitriona le ofreció sentarse, Yuu se lanzó al sillón sin pensarselo. Al igual que habían hecho anteriormente, los gatos se apartaron justo cuando fuese a sentarse, pero a diferencia de con su dueña, no volvieron a ponerse encima. A excepción de un pequeño gato blanco con motas anaranjadas, que le saltó en el regazo y se acurrucó en él.

No podemos sentarnos, estamos de misión. Hay un niño ahí fuera que espera que le devolvamos a su gato. ¿Verdad, Yuu? — le dijo mientras le ponía una mano en el hombro, de pie a su lado.

Claro, claro. Podéis buscarlo libremente. No querría yo retener ningún minino contra su voluntad. — asintió sin pensarselo dos veces, acariciando un total de cinco gatos con sus manos.


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#75
Un gato se posó en su regazo. Un gatito. Era blanquito, con motitas anaranjadas por su cuerpo. Era el ser más puro y bello que había visto en su vida. Si alguna de sus manchas tuviera una forma característica, lo llamaría así, y si no, Manchitas. Manchitas era bonito. Es como si solo tuviera las patas coloreadas, entonces se llamaría Manoplas.

A Yuu prácticamente se le caía la baba con el animalito, y empezó a intentar acariciarlo con las manos algo temblorosas. Le daba miedo asustarlo, pero también le daba miedo que el que le diera miedo asustarlo, lo asustara. Estaba hecha un auténtico manojo de nervios, y ella solo quería acariciar al gatito y escucharlo ronronear.

¿Eh? — respondió atolondrada mirando a su senpai, teniendo que parpadear un par de veces antes de entender lo que estaba pasando. — A-A-Ah si, e-es verdad. L-La misión...

Y entonces sus ojos rodaron lentamente de nuevo hacia el gato, al que miró con atención. No era justo, acababa de acercársele, quería estar un poquito más con él. Entonces, se levantó dudosa, pero cogiendo al gato entre sus brazos, buscando que estuviera lo más cómodo posible. Después, le pondría una mejilla sobre su pelaje. Con lo bajita que era, Yuu mediría aproximadamente como 4 o 5 gatitos adultos, por lo que el gato se vería seguramente bastante grande teniéndolo en sus manos.

S-Seguro que está por aquí... En algún lado... — Dijo sin despegar la cara de la bolita peluda, claramente buscando una excusa para quedarse con el animal, un ratito más entre sus brazos.
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