— ¡Pues claro que sé pelear! Pero, ¿qué te dijo esa kunoichi exactamente?

—Pues eso me alivia.

Ya imaginaba que sabía pelear, pero yo solo quería mal meter un poquito. Había una venganza que tenia que cobrarme y pensaba hacerlo. Hasta el final con ella.

—Me pregunto que si te conocía, dije que sí, me dijo que te mandará saludos, y cuando le pregunte de que te conocía fue cuando dijo eso exactamente.

En realidad no recordaba si quiera haberle preguntado de que conocía a Hana, pero claro, había que seguir con eso hasta el final. Ya explotaría en otro momento. Aunque igual hasta me lo agradecía.

—Sonó muy bonito y épico, se notaba que lo decía con el corazón. Aunque sepas pelear, no dejes escapar a una muchacha como esa, parecía que te quería de verdad.

—Me pregunto que si te conocía, dije que sí, me dijo que te mandará saludos, y cuando le pregunte de que te conocía fue cuando dijo eso exactamente.

Hasta ahí nada fuera de lo normal. ¿De dónde sale lo de no saber pelear exactamente?

—Sonó muy bonito y épico, se notaba que lo decía con el corazón. Aunque sepas pelear, no dejes escapar a una muchacha como esa, parecía que te quería de verdad.

Se sonrojó violentamente, mirando al suelo para intentar que no se notase. ¿Qué le quería decir exactamente Reiji con lo de no dejarla escapar? ¿De qué forma hablaba Ren de ella?

— C-creo que estás equivocado, Reiji-san. Somos más como hermanas que como... como... — se le secó la garganta incapaz de acabar la oración, ni siquiera sabía qué palabra quería decir.

Una vez más, el dúo que formaban Hana y Reiji volvierona a partir. Esta vez lo hacían desde el local de Kazuki-san en dirección al puerto, donde en breves llegaria el barco de aquella famosa cantante, la tal Shizuka.

Durante el camino, Reiji optó por abrir un melón interesante, el cual hizo que Hana tuviera que defenderse como pudo, pero eso no evitó que, por segunda vez aquel día, volviese a ponerse roja como un pimiento.

— ¡AY, PERO MIRA QUÉ MONA ES!

Como el que no quiere la cosa, los dos gennins se habían plantado en el puerto de Uzushiogakure y ahora era Hana la que tenía las mejillas sujetas con firmeza por aquella chica veinteañera y con un pelo azulado del que surgía una coleta larga y fina que descendía por su nuca. Sus ojos verdosos transmitían paz, pero también intensidad. Lucía un vestido azul celeste con detalles de color blanco. Era tal y como Kazuki había descrito.

Entonces tomó la mejilla de Hana, todavía roja y le propinó un beso, puede que dos.

— ¿A qué es monisima, Satoshi?

Un gorila posaba justo detrás de la chica, de piel oscura y músculos muy trabajados. Estaba cruzado de brazos y asintió ante la pregunta de la muchacha. A diferencia de la chica, su rostro carecía de expresión alguna. En una posición más atrasada, el barco con el que supuestamente habían llegado flotaba en las aguas del puerto del Remolino.

No me importaba en absoluto si eran o no eran como hermanas, en realidad solo queria meter a Ren en una situación comprometida, pero quizás eso iba a afectar a mi misión y era mejor que dejara el tema donde estaba.

No tardamos en llegar al puerto de Uzushio, prácticamente entre una cosa y otra habíamos llegado sin darnos cuenta.

Una vez allí, ni siquiera tuvimos que buscar el barco o a la mujer, antes de nos diéramos cuenta, una chica de pelo azulado, que encajaba con la descripción, y que estaba acompañada por un tío de descomunales proporciones, tenia sujeta a Hana por las mejillas.

Me hizo gracia, así que no dije nada, y deje que le diera un par de besos. Quizás podría utilizar todo aquello en el futuro, que se yo, cuando volviese a ver a Ren.

Me cruce de brazos y esperé a que terminase mientras observaba el océano. Algún día seria capaz de recorrerlo junto a mi barco. Que también reposaba en aquel puerto, la diferencia es que el mío aun estaba reparandose y pintándose. Y por dentro aún me faltaba por decorar un par de camarotes.

—¿Es Miura Shizuka-san? —Preguntaria cuando terminase de jugar con Hana. —Nos envía Nohara Kazuki-san, del local El ultimo grito.

En teoría para hacer de guardaespaldas, pero viendo a aquel mastodonte ¿Realmente necesitaba guardaespaldas?

— ¡AY, PERO MIRA QUÉ MONA ES!

Tras el grito, una mujer peliazul se abalanzó sobre Hana, la cual se quedó estatica. La chica apresó los mofletes de la kunoichi, que ahora sí que se moría de vergüenza. Miró a Reiji a ver si le echaba una mano, pero su compañero estaba apartando la mirada hacia el mar como si aquello no fuese con él.

Una vez sus mofletes habían transcendido la percepción del color rojo, entre el agarre de la peliazul y su propia vergüenza, ésta la soltó, propinandole dos besos antes de hacerlo. Entonces los ojos de Hana se toparon con los de su cliente, de un verde intenso, y se quedó aún más desorientada. La intensidad de su mirada la había pillado ya con las defensas bajas, ahora todo le daba vueltas alrededor de sus esmeraldas.

—¿Es Miura Shizuka-san? Nos envía Nohara Kazuki-san, del local El ultimo grito.

La voz de Reiji le devolvió un poco a la realidad, un poco, lo suficiente para retomar control de sus ojos y apartarlos de la peliazul. ¿Estaban en el puerto? Eso parecía. Tragó saliva para intentar reavivar su capacidad de pensar.

— So... somos los ninjas encargados de protegerla. — fue todo lo que logró decir, aún aturdida por todo lo sucedido.

—¿Es Miura Shizuka-san?

La voz de Reiji detuvo todo lo que aquella muchacha estaba haciendo con Hana, mientras esta superaba aquel estado de vergüenza y timidez. La chica peliazul se puso las manos en las caderas y se irguió, apretando las labios, poniendo morros y mostrando así un rostro que quería ser enfadado, pero que la realidad es que era más gracioso que otra cosa. Se encaró ante el gennin y lo miró directamente a los ojos.

— ¿Cómo que no sabes quién soy yo? ¡¿YO?! — vociferó, claramente molesta — Ninjas... solo sabéis pensar en vosotros y en vuestra burbuja de guerras y violencia, ¡yo traigo amor a vuestras miserables vidas!

Se dio media vuelta y se dirigió al gorila que la acompañaba.

— Tu quedate en el barco y vigila que nadie coge nada sin nuestro permiso, ya sabes... los ninjas cuidaran de mí, ¿verdad, ninjas?

El tipo asintió y volvió a encarar la rampa de subida hasta la embarcación que les había traído hasta el puerto de Uzushiogakure.

— ¿Cómo que no sabes quién soy yo? ¡¿YO?! —Pues no. Ni la mas minima idea. Adivino no era.— Ninjas... solo sabéis pensar en vosotros y en vuestra burbuja de guerras y violencia, ¡yo traigo amor a vuestras miserables vidas!

Pues si que se lo tenia creidito. Pero mejor callarse y cumplir con la misión. Mejor no mostrar ningún tipo de expresión no fuera a ser que se enfadase más.

Y no, no necesitaba que ella trajese amor a mi "Miserable vida". Mi vida ya tenia de eso, y estaba bastante feliz.

— Tu quedate en el barco y vigila que nadie coge nada sin nuestro permiso, ya sabes... los ninjas cuidaran de mí, ¿verdad, ninjas?

—Haremos lo que este en nuestras manos siguiendo las ordenes que se nos han dado.

Nada más y nada menos. Al menos, por mi parte. Hana podía hacer lo que quisiera. Siempre y cuando no interfiere con nuestra misión, claro.

Su cliente soltó un discurso apasionado sobre como traía el amor a las miserables vidas de los ninjas. Hana podía aceptar que la vida de shinobi era una bastante miserable en comparación con cualquier otra, como panadero, granjero o pintor, pero la forma en que lo decía la cantante, no parecía que fuese por bondad, sino por pura egolatría.

—Haremos lo que este en nuestras manos siguiendo las ordenes que se nos han dado.

Al menos, Reiji era de esas personas capaces de decir algo y sonar educados a pesar de no haber dicho absolutamente nada.

— No se preocupe, Shizuka-san. Nosotros la protegeremos. — dijo Hana intentando rebajar la tensión en el ambiente. — Aún queda bastante para el concierto, ¿qué quiere hacer, Shizuka-san? ¿Tiene algún plan? Nos han dicho que le mostrásemos la villa.

Le sonrió, esperando su respuesta antes de ponerse en marcha a ninguna parte. No solía tratar a la gente de usted, pero prefería ir con pies de plomo con la chica peliazul. Mejor pasarse de educada.

—Haremos lo que este en nuestras manos siguiendo las ordenes que se nos han dado.

— ¡Eso es, veo que lo vas pillando!

La chica, mientras se alegraba de la actitud de Reiji por el momento, dio un por de golpecitos en el pecho del gennin de tal manera que parecía que estuviera celebrando que REiji fuese a hacer aquello que le habían encargado inicialmente.

— No se preocupe, Shizuka-san. Nosotros la protegeremos.

Hana... Bueno, por alguna razón que ella comprendería estaba siendo de lo más cortés. Quizás es porque era la primera vez que estaba cara a cara con alguien tan famoso como aquella cantante.

Aún queda bastante para el concierto, ¿qué quiere hacer, Shizuka-san? ¿Tiene algún plan? Nos han dicho que le mostrásemos la villa.

— ¿Plan? ¡con lo divertido que es improvisar! — replicó Shizuka ante los comentarios de la rubia — Sois vosotros los que sois de aquí, ¿qué hay por aquí? Y no me vengáis con los estúpidos campos de entrenamientos ninjas, ¿eh?

La muchacha empezó a andar, alejándose del puerto.

— ¡Vamos!

Las cosas que había que soportar cuando se estaba en lo mas bajo de la cima eran... En fin. La tarea de limpieza de la academia había sido muchísimo mejor trabajo. Pero mucho. Sin embargo, si querías llegar a la mas alto, tenias que escalar por esta montaña de tareas sinsentido.

Pero la cima tampoco era lo mas agradable del mundo. ¿Verdad, Datsue? Estaba seguro que sus tareas eran mas peligrosas y a veces, incluso, exigían demasiada responsabilidad. Algo para lo que seguro, yo aún no estaba preparado.

— ¿Plan? ¡con lo divertido que es improvisar! — Pues que maravilla. La idea se tener una pseudocita con una famosa y Hana a lo largo de uzushio no me agradaba en lo absoluto. — Sois vosotros los que sois de aquí, ¿qué hay por aquí? Y no me vengáis con los estúpidos campos de entrenamientos ninjas, ¿eh?

Yo me quede callado. No se me deban bien estas cosas, así que lo deje todo en las capaces manos de Hana, y lo único que hice fue seguir a la muchacha peliazul con los ojos bien abierto. Mi tarea era proteger su famoso trasero, y no podía despistarme, por que cualquier despiste...

Mejor que Hana la entretuviese mientras yo vigilia los alrededores.

— ¡Vamos!

— ¿Plan? ¡con lo divertido que es improvisar! Sois vosotros los que sois de aquí, ¿qué hay por aquí? Y no me vengáis con los estúpidos campos de entrenamientos ninjas, ¿eh?

Tras su anuncio de lo divertido que era improvisar, se lanzó a caminar en dirección opuesta al puerto sin dejar que Hana ni Reiji dijesen nada sobre la dirección o el sitio al que deberían ir. La rubia le siguió el ritmo colocándose a su lado y tomó el rol de guía ya que Reiji parecía más concentrado en vigilar que en las necesidades de la muchacha.

— A ver, si seguimos hacia delante llegaremos al Jardín de los Cerezos, es un sitio bastante conocido de la villa pero los cerezos aún no han florecido, les quedan unas cuantas semanas todavía, si quieres podemos girar a la derecha y vamos a dar un paseo por la playa. Pero el agua está helada por estas fechas, así que no creo que quieras meter un solo pie en ella. Si no siempre podemos buscar algún sitio para comer algún dulce. — Hana dejó ir todas las posibilidades que se le ocurrieron a la espera de que la muchacha decidiese.

— A ver, si seguimos hacia delante llegaremos al Jardín de los Cerezos, es un sitio bastante conocido de la villa pero los cerezos aún no han florecido, les quedan unas cuantas semanas todavía, si quieres podemos girar a la derecha y vamos a dar un paseo por la playa. Pero el agua está helada por estas fechas, así que no creo que quieras meter un solo pie en ella. Si no siempre podemos buscar algún sitio para comer algún dulce.

Mientras que Reiji simplemente vigilaba, haciendo uso de una actitud más bien pasota en la que daba toda la iniciativa a su compañera, era esta, Hana, quien tomó las riendas que le estaba ofreciendo Reiji y aunque lo de os cerezos no sonaba mal en un primer momento, saber que todavía no habían florecido dejó a la famosa pelizazul algo tocada pero...

— ¡¿PLAYA?! ¿Has dicho playa? — interrumpió sin dejar siquiera que terminase lo que estaba diciendo — Me encantan las playas, quiero verlas todas vamooos

Entonces arrancó a correr, doblando la esquina a mano derecha tal y como había indicado Hana en un primer momento para después oírse un golpe ¿metálico?

— ¡Auch!

— ¡¿PLAYA?! ¿Has dicho playa? Me encantan las playas, quiero verlas todas vamooos

¿Ves? Yo sabía que podía confiar en Hana para ese tipo de asuntos. Al final había conseguido reunir un par de ideas y soltarlas hasta que dió con la correcta. Y no había tardado nada.

Lo malo fue que la chica tampoco espero ni un segundo y salió corriendo. Y eso que no conocía la villa. Si no la deteniamos, probablemente se perdiese. Iba a salir corriendo detrás de ellas, pero al parecer, tras un golpe metálico se paró solita.

— ¡Auch!

Me acerqué a mirar que había pasado.

—¿Que ha pasado? ¿Estas bien?

— ¡¿PLAYA?! ¿Has dicho playa? Me encantan las playas, quiero verlas todas vamooos

Hana se calló al ver el entusiasmo de la chica y sonrió. Al menos ya tenían plan. Con lo que no contaban los ninjas era con que le diese por salir corriendo sin raciocinio ninguno. La rubia intentó ir detrás suyo tan rápido como fuese posible.

— ¡Auch!

Dobló la esquina con prudencia, buscando ayudar a la chica en lo posible en cuanto la viese.

— ¡Shizuka-san!

— Ay...

Estaba sentada en el suelo después de haber impactado contra lo que fuese que había golpeado. Por suerte no lo hizo contra su cabeza, sino en el hombro. alzó la vista lo que podía y vio esa farola endemoniada que se había puesto en mitad de su camino y que no pudo ver al doblar la esquina, producto de la velocidad que había tomado.

Rápidamente los dos ninjas que estaban escoltandola por la aldea llegaron para socorrerla, mostrando su preocupación, preguntando qué había pasado.

— Esa cosa se puso en mitad de mi camino — dijo señalando la farola que, evidentemente no se había movido para ponerse en mitad de la carrera de la chica, luego miró a Reiji — Tú, quiero agua, tráeme agua antes de que caiga desmayada

Sacudió la cabeza. Ciertamente parecía algo desorientada, puede que algo mareada, pero no había perdido esa actitud mandona que la había caracterizado desde un primer momento.