Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Kazuma escucho con atención la historia de Ranko, tratando de percibir cada matiz de profundidad en la misma. Sin duda era algo inspirador, aunque no podía negar o asegurar que fuese a inspirar a un chico tan joven.
—Creo que todos tenemos algo que le podemos aportar… —dijo, dando un sorbo a su té y luego continuando.
Era así, pero necesitaban un orden para no llenarle de pensamientos confusos la mente al jovencito. Debían ser claros y entendibles para alguien sumamente joven. Cuestiones como la responsabilidad y los privilegios eran fácilmente malinterpretables, pero esas eran cuestión del trabajo. Las cuestiones de la academia eran mucho más sencillas, al menos así lo parecían ahora que ya habían pasado.
—Creo que, si le hablásemos del camino que lleva a ser ninja, estaríamos hablándole de las dificultades y de la superación.
»Es decir, cuando era estudiante no era algo que notara, pero ahora que ya estoy en el oficio me doy cuenta de que siempre estuvieron presentes en mí y mis alrededores.
23/08/2019, 03:32 (Última modificación: 23/08/2019, 04:17 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
Daigo estará algo ausente, así que continuaremos un poquito en lo que se parte on-rol a la misión en sí.
—Qué interesante relación entre experiencias Académicas y de campo. Muy interesante de verdad.
Tal vez se notaría trabajoso, pero Komachi ya estaba acostumbrada a dejar su pipa por su vaso, y viceversa. Ranko, por su parte, concordaba con Kazuma. Cada uno tendría algo que pudiese otorgarle al pequeño para ayudarlo, de alguna manera, en su desarrollo como shinobi.
—Entiendo —dijo después de rascarse la barbilla un par de veces —. Nunca rendirse, superarse cada vez más. ¡Suena muy inspirador! E-espero que Nubu-kun sea… ahm… comprensivo. ¿Q-qué tal si sólo se interesa e-en… en pelear?
La chica se sonrojó y bajó la mirada. Se dio cuenta de que a ella el pelear le interesaba muchísimo, así que tomó un segundo para reformular lo dicho.
—M-m-me refiero a-a si… Qué tal s-si… Si cree que los ninja s-son geniales p-p-porque pelean y eso… Y-yo...N-no sé tratar a-a... a niños tan p-pequeños… Y… ¿Y si ignora todo lo positivo?
Ranko negó con la cabeza. No sabía qué tan impredecible sería un infante tan verde, qué tan obediente o malcriado.
"No, no debes ser tan negativa. ¡Es un pequeñín! No puedes esperar lo peor, Ranko!"
Los oídos de Kazuma estaban atentos a lo hablado, pero hacia un rato que sus ojos yacían enfocados en el proceder manual de la madre de Ranko. Lo que atraía su curiosidad no era la ausencia de uno de los brazos (discapacidad nada extraña entre quienes ejercían al oficio), sino la forma en como sus movimientos parecían adaptados al trabajo del que restaba.
«¿Le será posible combatir así? ¿Necesitará de sellos manuales?», se preguntó.
—No todos los ninjas resuelven las cosas peleando —compartió, tratando de ponerse como ejemplo—. Es cierto que hay ocasiones en que el combate es necesario, pero también las hay en que lo mejor es evadir el conflicto.
»Creo que al menos podemos explicarle eso.
Recordaba la vez en que dos matones amenazaban con frustrar su primera misión, y a los cuales no podía enfrentar por las notables diferencias físicas. También estaba aquella ocasión en que unos bandidos secuestraron a su amiga Sora. Tuvo que enfrentarles, y poco falto para que hubiera victimas fatales.
Sorprendido por la historia de Ranko, el chico no pudo responder inmediatamente.
«Al no poder utilizar su brazo decidió entrenar sus piernas. ¡Qué voluntad! ¡Por eso parece tan fuerte!»
Ahora que ya sabían que debían hablarle al chico sobre el esfuerzo y la superación, Ranko parecía preocupada por si el chico solo pensaba en la parte más violenta de ser un ninja.
—Tienes razón. Deberíamos explicárselo —le dijo a Kazuma—, pero con suerte no tendremos que adivinar lo que le interesa a Nubu-chan.
El chico estiró la mano para tomar el pergamino que contenía su misión secundaria.
»Si esta misión es suya seguramente sepamos lo que le interesa —sonrió—, ¿no?
Miro a todo los presentes y esperó un segundo antes de cuidadosamente abrir el pergamino.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Ranko asintió. Kazuma tenía razón, el aspecto combativo de los shinobi no podía pasarse por alto, pero tampoco era algo que debiera omitirse. Comenzó a recapitular.
—B-bien. L-La Academia no es fácil, p-pero todo mejora a-al graduarse. Dificultades y superación. N-no todo es pelear. —Lo repitió en su mente también, aunque dudaba que fuese tan fácil charlar seriamente con un menor.
”Tal vez es un niñito muy bien portado y muy obediente. Tal vez sí sea así de fácil.” Daigo puntualizó que no sería difícil dar con lo que el pequeño estuviese interesado, lo cual tranquilizó un poco a Ranko.
El peliverde fue, de hecho, el primero en hacerse con el pergamino de la misión de Nubu, la jōnin asintió en su dirección.
—Por supuesto, Daigo-kun, adelante. Todo ha sido aprobado por Kamisho Yuna-senpai, así que no se preocupen porque alguien pueda llamar a esto “intento de falsificación” —Rió un poco. Mientras el boxeador tomaba y abría el pergamino secundario, Komachi se dirigió a Kazuma. La mujer, atenta a todo lo que pasaba en la mesa, había notado los orbes del peliblanco posados con suma curiosidad sobre su miembro faltante —. Siento que tienes una pregunta en la garganta, Kazuma-kun. Dispara. —fumó un poco más de su pipa.
Ranko tragó saliva. Por alguna razón el que su madre interactuase con sus amigos o compañeros le ponía la mar de nerviosa, aunque fuese brevemente. En especial desde su encuentro con King Rōga en la playa.
(C) ¿Dónde está mi hija?
Solicitante: Yodō Naohiko Lugar: Kusagakure Yodō Naohiko-san ha extraviado a su hija, Sasayami. Sospecha que alguien la raptó cuando estaba jugando sola en el patio, y no acudió cuando se le llamó para desayunar. Se requiere de un ninja pequeño y rápido para localizarla y regresarla a su madre, sana y salva.
Kazuma sonrió, porque él siempre tenía una pregunta a la espera de emerger.
—¿Que tanto afecta la falta de un brazo su capacidad combativa? —pregunto con una serenidad que denotaba tanta seriedad como informalidad—. Cuestiones como el equilibrio, los viejos reflejos y el ninjutsu.
Le era de interés, sobre todo, la parte de los reflejos: ¿Cómo hacía con el instinto de cubrirse el rostro con el brazo o con la memoria muscular de colocar la mano para apoyarse en alguna superficie durante maniobras rápidas?
«Un ninja pequeño y rápido, ¿eh?» pensó. «¡A Nubu-chan le encantará participar en esto!»
Kazuma, tan curioso como de costumbre, le preguntó a Komachi cómo le afectaba el brazo que le faltaba.
A Daigo también le daba curiosidad, pues no era algo fácil de ignorar y le parecía impresionante que continuara activa
Quizá era ella la que tenía que hablar de superación.
El chico volvió a dejar el pergamino en la mesa para que el resto pudieran leerlo y esperó atento la respuesta de Komachi. Prefería no comentar la misión secundaria hasta luego de escucharla.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
La chica de la trenza esperaba que Daigo leyera el pergamino en voz alta, pero el peliverde decidió no hacerlo. Aunque por su reacción, no podía ser nada malo. Cuando hubo terminado, Ranko extendió la mano mientras susurraba “Permiso” para tomar el papel.
”¿Una misión de rastreo? ¿A tan corta edad? No, va, está claro que es todo actuado, ¿no? Madre dijo que Yuna-san lo aprobó. ¡Espero que Nubu-kun lo encuentre divertido! Aunque… estos nombres me suenan algo familiares…”
Sin poder ubicar los nombres del todo, Ranko releyó el pergamino mientras su madre charlaba con Kazuma. Principalmente porque le daba pena que su madre se pusiera demasiado familiar con otros.
—¡Oh, Kazuma-chan, qué preguntas tan precisas! —Komachi soltó una risita mientras fingía ocultar su boca con sus dedos, algo como salido de una historieta. Ranko enrojeció y releyó el pergamino secundario mil veces más, como si al perderse en sus palabras pudiese desaparecer del sitio —. Verás: a estas alturas no afecta demasiado. Lo perdí hace mucho. ¡Antes de que Ran-chan naciera, incluso! Así que he desarrollado mi estilo de pelea, enfocado en la parte inferior del cuerpo, y... mi rutina para adaptarme —Llevó la pipa a sus labios y fumó una vez más —. Ya no intento alzar el brazo derecho para atrapar algo o asirme de algo, y mi mente ya se acostumbró a tener un cuerpo asimétrico. En cuanto a los Ninjutsu… bueno, digamos que normalmente se requiere de una destreza muy alta para hacer sellos con una mano. ¡Pero al tener una sola, la práctica fue bastante intensa y logré hacerlo antes de tiempo! ¡Jo jo!
Rió caricaturescamente, como antes, y Ranko aprovechó la pausa para pasar el pergamino secundario al peliblanco.
—¡K-kazuma-san! ¡N-no olvides l-leer el p-pergamino de Nub-Nubu-kun! —Su voz sonaba apurada, como si quisiera que su madre dejase de desviar la atención de la misión.
Sin embargo, la pelirroja volvió a hablar pasado un rato, dándole el tiempo justo al chico de Hanamura para que leyera. Se dirigió a los tres.
—Ya veo —dijo con interés—. Lamento si la pregunta ha sido incomoda. Gracias por contestarme.
—¡K-kazuma-san! ¡N-no olvides l-leer el p-pergamino de Nub-Nubu-kun! —Su voz sonaba apurada, como si quisiera que su madre dejase de desviar la atención de la misión.
—Gracias. Veamos… —se pauso, con calma y algo de extrañeza, mientras leía el contenido del pergamino.
»De acuerdo, recapitulemos —pidió para poner en orden sus ideas—: tenemos una misión primaria rango D solicitada por Handa Furie y una misión secundaria rango C solicitada por Yodō Naohiko. Además, ¿debemos cumplir ambas en paralelo?
Jamás había hecho una misión de rango C, aunque esa era la menor de sus preocupaciones: el secuestro era una cosa seria. Ya había tratado con secuestradores y también había tomado un rehén en su última misión, por lo que sabía que las cosas podrían ponerse peligrosas... Aunque era solo un supuesto, bien podía ser que la niña estuviese perdida o atrapada en algún sitio.
La naturalidad con la que Komachi trataba el asunto solo conseguía que Daigo la admirara aún más de lo que él solía ya admirar a sus senpai.
«¿Cuánto tiempo habrá tenido que entrenar?» se preguntó, pero lo mantuvo para sí, pues ahora debían discutir su misión secundaria.
Kazuma fue el primero en preguntar algo al respecto una vez todos habían leído el pergamino.
—Y además... —añadió algo incómodo, sintiendo que quizá iba a preguntar algo que se suponía que ya tenía que saber—. ¿Sabe si en verdad está en peligro?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Ranko comenzó a preocuparse, y su rostro se frunció, confundida.
”E-espera… ¿sí es una misión de verdad? ¿Por qué aprobaría Yuna-san una misión C para un pequeño que ni ha entrado a la Academia?”
Komachi entrecerró los ojos un poco, como esperando a que los chicos dijeran algo más.
—Ahm… No —dijo al final la mujer, soltando hacia un lado una nubecilla de humo por la comisura de los labios —. La segunda misión es una misión falsa. Bueno, fingida. No, Kazuma-chan, Nubu debe de cumplir la misión. Bueno, debe de cumplirla junto con ustedes. No, Daigo-kun, nadie está en peligro en la misión secundaria. Habrá una pequeña recompensa para el niño si ustedes aprueban su comportamiento-diagonal-aptitud durante el ejercicio. ¡Sí! Piénsenlo más como un ejercicio de preparación más que una misión real. Pero háganle creer que sí es una misión real. No digo que le mientan, solo que actúen como si fuera auténtico.
Ranko bebió un tímido sorbo de su té, el cual comenzaba a enfriarse. Estuvo pensativa unos segundos. No se le daba mentir, para nada. Podía guardarse sus opiniones, pero su honestidad se imponía cada que hablaba. ¿Qué pasaría si el chico preguntaba por la veracidad de la misión? ¿Podría mentirle? Su madre dijo que no deberían hacerlo, pero ¿cuál sería la respuesta correcta? ”’No, Nubu-kun. Es una misión falsa. Todo es mentira. ¡Piénsalo como un ejercicio!’ No. No creo que un niño de 5 años comprenda por qué… ¿o sí?”
La de la trenza seguía perdida un momento, con su vaso contra los labios, cuando Komachi volvió a hablar.
—Y no tienes que disculparte, Kazuma-chan. Me gusta contar mis historias, es… refrescante. ¿Quieres saber cómo lo perdí?
—¡Excelente actitud, Daigo-kun! —Komachi le apuntó alegremente con la pipa, luego, ante la enorme curiosidad del peliblanco, soltó una risita, cubriéndose la boca con los dedos de forma chusca —. Bueno, les contaré…
—¡M-madre! No creo que ahora s-sea… —soltó Ranko, rogándole a su madre con la mirada.
—Cuando regresen de su misión —concluyó la pelirroja —. De una misión cumplida satisfactoriamente, por supuesto —Le guiñó el ojo a su hija, quien frunció los labios, algo impotente —. Ahora ¡Andando! ¡Que la hora de encontrarse con Nubu-kun se acerca!
Con la pipa en mano, les hizo un ademán, como oseándolos. Ranko asintió enérgicamente y bebió de dos tragos su té, el cual estaba poco más que tibio.
—¡Entendido! —La de la trenza de puso de pie, mas esperó a que sus compañeros se levantasen para ponerse en marcha. El papel con la dirección de Handa Furie seguía en la mesa y, si nadie más lo tomaba, Ranko lo haría.
En el papel verían que la familia Handa vivía en el sector suroeste de Kusagakure. No sería difícil dar con la casa, a menos que tuviesen pésima orientación.
—Cuando regresen de su misión —concluyó la pelirroja —. De una misión cumplida satisfactoriamente, por supuesto —Le guiñó el ojo a su hija, quien frunció los labios, algo impotente —. Ahora ¡Andando! ¡Que la hora de encontrarse con Nubu-kun se acerca!
Kazuma suspiro con un poco de decepción, era cruel dejar a alguien curioso como lo era él con una interrogante. Además, no le parecía una condición motivante para la misión, pues de todas maneras era su obligación hacer todo lo posible para que esta fuese exitosa.
«Es como dicen: un ninja debe ver a través de la decepción», pensó mientras se levantaba con su habitual serenidad.