Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
— Bueno mujer, no pasa nada...somos jóvenes todavía para noviazgos...¿No crees?
— ¡Exacto! — Exclamó nada más terminar Yoshimitsu de hablar, muy rápido, antes de pensar en lo que hubiese dicho el muchacho si quiera. Mientras tanto, el shinobi de Taki siguió con el lienzo, Eri no tenía ni idea de cuánto se tardaba en hacer un retrato, había leído que según el artista, el cuadro podía tardar horas, y, por otro lado; podía tardar incluso diez minutos.
Aunque tampoco se estaba aburriendo, la verdad es que se lo estaba pasando bien.
— ¡Oye! !Eso está muy bien! Muy pocos son los que se atreven a ser ninjas médicos. En las guerras sois muy valiosos.
''¡Vaya! Visto así... Es... No sé, se siente agradable que la gente piense eso de ti.''
— ¡Se me da muy bien holgazanear! ¡Ja ja! Es broma, es broma. Pero nada especial, dicen que soy bastante inteligente para la edad que tengo y algo peculiar... — Su voz se engravó. — ¡Soy un tipo con suerte!
— ¡Vaya! — Exclamó, ilusionada. — ¿Un tipo con suerte? ¿Te refieres a que todo, todo lo que haces está bien? — Preguntó, incluso con más curiosidad que antes, compartiendo una sonrisa como la de Yoshi.
Pero antes de seguir hablando del sí mismos, el chico llamó la atención de la joven de Uzushio:
— Bueno...creo que ya está espero que te guste... Es un regalo...
Zaibatsu se acercó para enseñarle el dibujo a la huérfana, que viajó su mirada por el lienzo con un brillo de ilusión en sus ojos color verde. En él encontró a una joven que ni por asomo se parecía a la idea que tenía Eri de sí misma: era como un ángel de blanquecinas y suaves alas blancas, con su melena azulada rebelde, y a su vez que parecía que se encontraba en el sitio ideal; revoloteando a su alrededor gracias al viento, y unos ojos, que aunque inertes en el papel, parecían llenos de vida.
Era sin duda maravilloso.
Y quizás eso se quedaba muy, pero que muy corto.
— Es... Es... — Empezó, sin saber muy bien como expresar lo que estaba viendo. — No tengo palabras, Yoshi-san, es perfecto... Tienes un talento sin igual... — Dijo al final, con una sonrisa bastante amplia y los ojos cerrados en dirección al de Takigakure, agradecida. — ¡Muchas gracias!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¡Vaya! — Supe que la manera de decir aquello le llamaría la atención irremediablemente. Y su sorpresa me resultó muy divertida. — ¿Un tipo con suerte?
-Si, con muuucha suerte. Respondí alegre. ¿Te refieres a que todo, todo lo que haces está bien? —
¿Que todo lo que hago está bien? Puede ser...
-Pues es difícil de explicar, pues nunca he conocido el otro lado de la moneda, es decir, no he padecido nunca de mala suerte. Para que lo puedas entender, todo en la vida hasta el momento, me ha sido favorable, incluso en algunas situaciones...casi rozando lo absurdo e inverosímil que puedas llegar a imaginar...
Podría resultar una explicación un tanto ambigua, pero ahora mismo no era capaz de encontrar mejor manera de explicarle a Eri de que tipo de "suerte" estábamos hablando. Una suerte que resultaba como tener un millar de bendiciones, algo de lo que quizás, mucha gente no dudaría en un instante en querer poseer algo así.
Y bien, le entregué el dibujo a Eri y pareció que le agradó bastante. Algo que evocó en mí sensaciones muy positivas, tantas incluso que hasta por un instante quedé un poco confuso. La verdad que era muy gratificante aquello, pago más que suficiente por mi trabajo. Un bonito recuerdo que quedaría inmortalizado por muchos muchos años.
— Es... Es...No tengo palabras, Yoshi-san, es perfecto... Tienes un talento sin igual... —
Me llevé una mano a la cabeza de forma instintiva y amplia sonrisa le contesté. -El merito es solo tuyo Eri-chan, por ser lo más parecido a un ángel que he visto en toda mi vida Tantas emociones y sensaciones recorrían en mi interior, a las que no estaba para nada acostumbrado. Era un poco embarazoso e insólito para mí perder la compostura de esta manera, pero a veces, no podía evitar dejarme llevar. Quizás por mi faceta artística, estuviera más sensibilizado a aquello. Pero en cierto modo era algo agradable y muy cálido, algo que podía sentir como mi alma se veía enriquecida.
— ¡Muchas gracias!
- Gracias a tí. Contesté convencido. -Por darme la oportunidad de pintar algo tan bello...
Algunos podrían pensar que la beneficiada sería Eri por obtener aquel retrato. Pero si lugar a dudas, Yoshimitsu también ganó la oportunidad de dibujar algo que lo inspiró tanto, que le permitió dejarse llevar, pudiendo retratar no solo lo físico, sino también el interior, dar alma a un dibujo era algo muy importante en la vida de un sumijutsero que aspirara a alcanzar fama legendaria.
-¿Lo ves? He tenido una inmensa suerte de haberte conocido Mizumi Eri. Creo que esta vez ni si quiera mi fortuna podrá superar un día así. Dije serio pero con una gran sonrisa.
— Pues es difícil de explicar, pues nunca he conocido el otro lado de la moneda, es decir, no he padecido nunca de mala suerte. Para que lo puedas entender, todo en la vida hasta el momento, me ha sido favorable, incluso en algunas situaciones...casi rozando lo absurdo e inverosímil que puedas llegar a imaginar...
Por una parte, sintió envidia, una envidia sana, sin embargo seguía siendo un pecado capital. Desde que tenía memoria, había pasado el mismo tiempo de pie que en el suelo a causa de tropezones y caídas inesperadas. Era muy torpe, y no lograba hacer nada decente si no se trataba de ayudar en el hospital, y como ninja, la verdad era que... Bueno, Eri era un desastre, y lo seguía siendo, aunque ahora un poco menos.
— Debe ser genial, ¡ojalá yo tuviese tanta suerte! — Exclamó mientras se reía. — Si pudiese desafiarte por tu suerte, lo haría, Yoshi-san. — Bromeó.
Después de enseñar el fantástico trabajo que Yoshimitsu había logrado al retratar a Eri, y que ésta se quedase sin palabras al ver tal obra de arte, el artista se llevó una mano a la cabeza y habló:
— El merito es solo tuyo Eri-chan, por ser lo más parecido a un ángel que he visto en toda mi vida.
— ¡Qué va! ¿Has visto el dibujo? Eso sí que es un ángel, ¡y lo has hecho tú! ¿Alguna vez has estado en el cielo para conocerlos? Porque los retratas la mar de bien. — Elogió con su impecable sonrisa aún en el rostro. Justo después, le dio las gracias.
— Gracias a tí por darme la oportunidad de pintar algo tan bello...
Eri terminó por enrojecer hasta sus orejas, no estaba muy acostumbrada a aquellos cumplidos, y menos de seguido, así que no pudo hacer otra cosa que ampliar su sonrisa, casi llegando al principio de sus ojos.
— ¿Lo ves? He tenido una inmensa suerte de haberte conocido Mizumi Eri. Creo que esta vez ni si quiera mi fortuna podrá superar un día así.
— Dudo mucho que sea fortuna haberme conocido, ¿y si es mala suerte? ¡Ay, he roto tu racha! — Dio un salto y se llevó una mano a la cabeza. — ¡Lo siento mucho! — Hizo una reverencia, seguida de otra, y luego de otra. — ¡Lo siento muchísimo!
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— Debe ser genial, ¡ojalá yo tuviese tanta suerte!
Eso era lo que normalmente le decían a Yoshimitsu cuando hablaba de su inusitada suerte. Un respuesta lógica y la mar de razonable, pero quizás no siempre fuera tan bueno disfrutar de tanta "buena suerte", puesto que a veces, y solo a veces, fuera en algunas circunstancias, más interesante pasar por algún que otro desafío.
-Supongo que es genial, esta claro que mejor que pasar por penurias si que es. Dijo un poco pensativo. -Solo espero que el karma no le de la vuelta a la moneda...por que si no...más vale que escriba mi testamento ¡ja ja!. Reí al pensar en aquella y absurda posibilidad. O eso quería pensar en la más absoluta de las ignorancias.
Si pudiese desafiarte por tu suerte, lo haría, Yoshi-san. Y esto si que me causó cierta sorpresa, a la par que me dejó un poco indiferente. Cierto era, que no me gustaban los enfrentamientos físicos. Para mí, pelear era la última de mis bazas. Además siendo franco con uno mismo, nunca me consideré una eminencia en combates.
-¿Desafiarme dices?¿Por mi suerte? Que cosas dices Eri-chan. He de sincerarme contigo, no soy muy buen combatiente, no por que no tenga aptitudes para la lucha, si no por que no me gusta pelear si no es estrictamente necesario. Si es a eso a lo que te refieres con lo de desafío. Me llevé las manos a la cadera como muestra de disposición. - Aunque si me lo pidieras tú, no dudaría ni por un instante.
Me hizo recordar aquella que vez peleé y me dieron un fuerte golpe en mi rodilla mala, si esa que me dolía tanto. Todos los asistentes al combate pensaron que jamás podría caminar correctamente, pues no solo no me empeoró la lesión, sino que me curó una supuesta dolencia que tendría que padecer de por vida. Gracias a ello gané aquel combate. Encima Eri-chan es médico, seguro que me podría dejar mejor que mejor ja ja.
Una vez con el dibujo en poder de Eri-chan, le quiso quitar hierro al asunto de su belleza. No quería insistir mucho más por que la pobre parecía agobiada, con sus mofletes rojos como un tomate. Aunque eso me resultaba ver más guapa a Eri. Yo solo mientras asentía gracisamente, como cuando alguien trata de darle la razón a un tonto que no tiene ni idea de lo que habla.
— ¡Qué va! ¿Has visto el dibujo? Eso sí que es un ángel, ¡y lo has hecho tú! ¿Alguna vez has estado en el cielo para conocerlos? Porque los retratas la mar de bien. —
Me puse serio cuando acabó de hablar, quería reafirmar mis palabras para que entendiera lo que significaba aquel dibujo. - ¿Pero que estás diciendo? Yo retrato lo que veo. Lo que sentí al verte por primera vez, lo primero que me vino a la mente, al percibir tul aura... Era difícil de explicar con palabras. -No se como explicarlo, pero se que harás algo muy importante y necesario en el mundo en un futuro. Quizás fuera una premonición o algo, pero era algo que me vino a la mente al verla con tanta claridad...
— Dudo mucho que sea fortuna haberme conocido, ¿y si es mala suerte? ¡Ay, he roto tu racha! Se llevó las manos a la cabeza, como si en el fondo ella pensara que era justo lo contrario, ¿Algo malo?. A mi me provocó gracia el asunto, yo no tenía mala suerte. Y como supuse, no era capaz de imaginar hasta donde llegaba mi buena fortuna.
-Ahí está el asunto Eri-chan. !Yo¡ ¡No! ¡Tengo! ¡Mala! ¡Suerte! Pero aún así ella se disculpaba, y ahora ésta vez no le quise dar la razón como a los tontos.
-¡Hay que ver mujer! ¿Por qué te infravaloras tanto? De verdad que no eres consciente de lo que realmente vales... Si ya a ver si me tenía que enfadar con ella y todo...¡Hombre ya!
29/09/2016, 16:56 (Última modificación: 29/09/2016, 16:57 por Uzumaki Eri.)
Todo lo que decía Eri respecto a la suerte de Yoshimitsu era rebatido por el propio poseedor de ésta, ya que, si bien él era un suertudo, ella era todo torpeza y mala suerte. Sonrió de forma tímida al escuchar que el joven de Takigakure no le llamaban los enfrentamientos.
— No te preocupes, no quiero pelear. — Alegó, moviendo las manos para restarle importancia. — A mí tampoco me gustan mucho los enfrentamientos... — Suspiró, recordando su último combate oficial.
''Mejor no deberías dejar que tus pensamientos vuelen a esos tiempos.''
Le dio la razón a la voz de su cabeza que extrañamente le sonaba más aguda de lo normal mientras retomaba el hilo de la conversación, ya que sin darse cuenta había olvidado por completo dónde estaba y con quién, solo por rememorar por un puñado de segundos recuerdos que no debería sacar de su pequeño baúl de los mismos.
— ¿Pero que estás diciendo? Yo retrato lo que veo. Lo que sentí al verte por primera vez, lo primero que me vino a la mente, al percibir tu aura... No sé como explicarlo, pero se que harás algo muy importante y necesario en el mundo en un futuro.
Se llevó una mano a la nuca y cerró los ojos, nerviosa, soltando una leve risa que inundó el momento por un instante. — Está bien, Yoshi-don-suerte-san, te creeré.
— ¡Hay que ver mujer! ¿Por qué te infravaloras tanto? De verdad que no eres consciente de lo que realmente vales...
— Quizás... Supongo que en Uzushio hay demasiados genios en mi generación y luego estoy yo... Bueno, una ninja médico, pero tampoco tengo nada especial... — Murmuró perdiendo su mirada en el infinito. Luego negó suavemente con la cabeza y recompuso su postura. — ¡Es decir! No es que en Takigakure no haya genios, ¡Ay! No sé ni lo que digo. — Exclamó de nuevo.
Suspiró, intentando relajarse.
— ¿Te apetece dar un paseo?
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Perdona Eri por mi ausencia, es que estaba de bajón extremo. Pero ya estoy bien, ya respondo con normalidad.
-No te preocupes, no quiero pelear. A mí tampoco me gustan mucho los enfrentamientos...
-[darkorange]Pues no sabes lo que me alegra oír eso. Respondí aliviado. -Me gusta más solucionar los problemas empleando la diplomacia. Aunque claro, si no hay más remedio que luchar... Suspiré, no me gustaba el cansancio físico, y peleando se sudaba demasiado.
Odio el sudor....
Eri no tenía mucha confianza en si misma, algo que no lograba entender. ¿Quizás algún trauma de la infancia? A fin de cuentas, todas las cosas que nos limitan son consecuencia directa o indirecta, de traumas infantiles. Al hablar de combatir, noté como Eri divagó por unos intantes, para que seguidamente me diera la razón.
-Está bien, Yoshi-don-suerte-san, te creeré. Aunque noté que me diera la razón como a los tontos. Creo que más bien me dio la razón para zanjar el asunto, por mi parte lo consideré una victoria a medias.
- Quizás... Supongo que en Uzushio hay demasiados genios en mi generación y luego estoy yo... Bueno, una ninja médico, pero tampoco tengo nada especial...
Pero luego seguidamente se sinceró y sacó a relucir un problema más profundo de lo que parecía a primera vista. El problema de Eri era su baja autoestima y tenía la desgracia de infravalorarse sin sentido. Luego cayó en la cuenta de algo, como si ese último comentario fuera a ofenderme o algo por el estilo.
- ¡Es decir! No es que en Takigakure no haya genios, ¡Ay! No sé ni lo que digo.
La miré seriamente y le respondí. -Eri-chan, en nuestras aldeas claro que hay genios. En algunas circunstancias pueden parecer a primera vista mejores que nostros. Pero entre tu y yo, yo me he dado cuenta de que perteneces a otra categoría Eri-chan. Y no está precisamente por debajo de "esos genios" que tu dices. Solo tienes que liberarte de tantos pensamientos negativos, debes ser libre, despeja tu mente.
Parecía que Eri volvía en si y sugirió un paseo. Por mi parte me resultó una estupenda idea, no todos los días se podía presumir de pasear con un chica guapa.
-¡Oh! ¡Claro que me apetece!.Tan entusiasmado me encontraba que mi felicidad se vio plasmada en mi ratón de tinta, que se alzó sobre sus dos patitas traseras, se puso de pié en mi hombro y alzó sus dos patitas delanteras como si estuviera realizando alguna especie de baile.
Pasear con una chica era algo nuevo para mí. Comenzamos a caminar pero guardé silencio unos segundos, no sabía que decir por miedo a estropear la situación. Tenía curiosidad por saber los pensamientos que afligían a Eri, pero sacar aquel tema quizás resultase doloroso para ella. Entonces la cuestión era, de que hablar...
Estooo....¿De que le hablo? Los silencios incómodos no son buenos...
-Bueno...ejem...entonces Eri-chan que te gusta hacer...¿En tu tiempo libre? Dije un poco nervioso y dubitativo.
¡Joder! Eso que acabas de decir habrá sonado estúpido...
— Eri-chan, en nuestras aldeas claro que hay genios. En algunas circunstancias pueden parecer a primera vista mejores que nostros. Pero entre tu y yo, yo me he dado cuenta de que perteneces a otra categoría Eri-chan. Y no está precisamente por debajo de "esos genios" que tu dices. Solo tienes que liberarte de tantos pensamientos negativos, debes ser libre, despeja tu mente.
— Vaya... Es, muy profundo eso que has dicho, Yoshi-san. — Puntualizó mirándole con ojos sorprendidos. — Si insistes tanto, creo que tendré que hacerte caso, o al menos intentarlo. — Alegó, medio en broma medio en serio, para intentar no llegar a ser muy seria.
Sonrió cuando notó que Yoshimitsu se añadió a su paseo, alegando que bien le apetecía uno, al igual que a su pequeño ratoncito de tinta que no pasó desapercibido por Eri, ya que cuando miró de reojo al de Takigakure, el animal se había puesto a dos patas mientras se movía de forma bastante graciosa.
''Esto es... Muy agradable...''
Hacía demasiado tiempo que no salía de su hogar, había que puntualizar, claro, que un señor de una risa bastante escalofriante estaba suelto por ahí y que en un país que ahora no acababa de recordar había ocurrido algo terrible. Si, no se acordaba, y eso hacía que se maldijera por dentro, pero por otro lado, esa paz que los acompañaba junto a las tres aldeas en armonía hacía que Eri sintiese miedo y alivio a partes iguales.
De su ensimismamiento salió de forma repentina al escuchar como Yoshi intentaba volver a entablar conversación con ella.
— Bueno...ejem...entonces Eri-chan que te gusta hacer...¿En tu tiempo libre?
La de cabellos azulados reprimió una risa, aunque se sintió un poco mal por haber estado ausente durante el tiempo que habían caminado. Tomó aire antes de hablar y mientras miraba a los árboles que les rodeaban sin entrar en el gran cráter que antes había sido la hoja, habló:
— Bueno... La verdad es que suelo entrenar bastante, y si no estoy entrenando, suelo ir al hospital de Uzushio a ayudar. — Comenzó a explicar. — Ya sabes, cuatro manos son mejor que dos... ¿No? — Preguntó, aunque le sonó algo estúpido. — Sin embargo, en mi tiempo libre adoro ayudar a mi vecina, aunque a veces se ponga insoportable. ¡Me hace vestir vestidos muy extraños y exhibirlos por toda la aldea! O me manda a buscar ingredientes... — Hinchó su moflete izquierdo al recordar como la última vez que salió con un vestido amarillo pollo una voz estridente chilló algo como ''y no te olvides de comprar huevos''. Todo un show, sin lugar a dudas.
— También me gusta salir a dar paseos, y tomar batidos, me gusta el de chocolate blanco... ¡Ah! Y tengo un diario... Pero eso no es muy interesante.
Suspiró mientras miraba a Yoshimitsu de reojo, intentando saber qué reacción tenía de lo que estaba contando.
— ¿Y tú, Yoshi-san? No me digas que solo dibujas en tus ratos libres...
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Reconozco que me por un instante me puse nervioso, no era por nada en especial, simplemente que me gustaba esforzarme quizás demasiado en resultar agradable. Por lo menos serlo con las personas que se merecían ese tipo de trato, consideraba que era lo justo y apropiado. A fin de cuentas y en este caso, Mizumi Eri estaba siendo agradable conmigo y la verdad era que Yoshimitsu no estaba muy acostumbrado a ello.
La cosa era que me gustaba mucho escuchar hablar a Eri, tanto que cuando lo hacía no se podía podía borrar de mi cara una sonrisa que parecía que ya no se iría nunca más. Y deseaba mucho poder controlar aquello, ¿Pero es que acaso podía? para nada.
— Vaya... Es, muy profundo eso que has dicho, Yoshi-san. Si insistes tanto, creo que tendré que hacerte caso, o al menos intentarlo.
-¡Oh Gracias hehe! Respondí agradecido. -Más te vale que me hagas caso, sino no acabaremos esta conversación hasta mañana. Respondí a lo segundo alegre.
Comenzamos a pasear por el bosque de la Hoja, todo parecía tranquilo, aquel devastado lugar fue alejándose de nosotros poco a poco, adentrándonos de nuevo al bosque. Apenas era medio día y quedaban bastantes horas de luz, el clima a pesar de la estación del año era la mar de agradable.
Ante mi desesperada pregunta para evitar un largo silencio que me provocaría un terrible pánico, Eri me contó un montón de cosas, cosas buenas sin lugar a dudas, cosas que no me sorprendieron en absoluto, se veía a leguas que Eri era buena persona, incluso mejor persona que yo de aquí al final de mundo.
— Bueno... La verdad es que suelo entrenar bastante, y si no estoy entrenando, suelo ir al hospital de Uzushio a ayudar. Ya sabes, cuatro manos son mejor que dos... ¿No? —
-Sin duda, me parece un gesto super altruista lo de ayudar en el hospital Respondí de forma automática, para demostrar a Eri que prestaba absoluta atención a sus palabras.
Seguidamente, se metió en terreno más personal, comenzó hablar de aquellas cosas que hacía cuando no era "kunoichi" por así decirlo.
— Sin embargo, en mi tiempo libre adoro ayudar a mi vecina, aunque a veces se ponga insoportable. ¡Me hace vestir vestidos muy extraños y exhibirlos por toda la aldea! O me manda a buscar ingredientes... —
Por lo que comentaba, supuse que su vecina sería una especie de modista o diseñadora de ropa. A mi me gustaba bastante la moda, a mi manera pero me gustaba, sabía apreciar y valorar a las personas que se esforzaban por ir conjuntadas y tratar de ir "cool".
-Entiendo a tu vecina, querer a alguien como tú para hacer de modelo...vamos que tu vecina no es tonta hehe. Aunque por su expresión última al decir aquello, parecía que Eri no tenía buena experiencia de su faceta como modelo. Por lo que me resultó un poco contradictorio. Para mí ser modelo, era algo bueno.
Y me dijo más cosas...
Que interesante, parece que marcha bien la cosa. No me contaría tantas cosas si no le cayera bien...¿Verdad?
— También me gusta salir a dar paseos, y tomar batidos, me gusta el de chocolate blanco... ¡Ah! Y tengo un diario... Pero eso no es muy interesante.
En aquello último estaba en desacuerdo, me parecía lo más interesante de toda la conversación, y no pude evitar imaginar una escena futura invitando a Eri a un delicioso batido. Aunque se me antojaba algo difícil...¿Pero quién sabe? A fin de cuentas era un tipo con suerte.
Suerte mía, ya puedes gestionar mi petición... Cerré los ojos por un instante con fuerza, como si mi pensamiento hubiera sido una especie de ejercicio mental, ordenando mi supuesta "suerte" preparar aquel evento imaginario.
Eri se fijó en mí, ahora era mi turno, el turno de hablar sobre mí. Me suponía un reto, puesto que nadie jamás se interesó por mis aficiones, incluso siempre tuve que llevarlas a cabo a escondidas para que nadie pensara que fuera un bicho raro o algo así.
— ¿Y tú, Yoshi-san? No me digas que solo dibujas en tus ratos libres...
-Pues...en mis ratos libres... Quedé pensativo unos intantes. -En mis ratos libres me suelo escapar de mi villa y me doy unos viajes como este, para desconectar. Yo entreno también, pero más la mente que otra cosa, me gusta leer mucho, cosas que no debería leer alguien como yo, y eso a veces me hace meterme en problemas. Estoy enfocando la especialidad de mi familia de una manera "distinta" y eso hace enojar a mis padres. Me sincere con Eri, a fin de cuentas nada malo podía pasar. En ningún momento le daría ningún tipo de información que me comprometiera.
-Por lo menos mi abuelo está de mi parte, le parece muy interesante mi "visión". Si no fuera por él, no hubiera podido progresar en absoluto en mi trabajo, sino fuera por él, no sería si quiera shinobi. Zanjé aquí el tema por el momento, salvo que Eri insistiera, por mi parte no diría nada más sobre mi asunto familiar.
-Por otra parte me gusta mucho la política y me gustaría en el futuro formar parte del consejo de mi villa, leo mucho al respecto sobre el tema, y procuro estar atento a todo lo que sucede en Onindo, me encanta estar al día. En este punto me puse serio, como si mi determinación fuera total en este aspecto. Una decisión que tomé hace tiempo, y como si fuera irrevocable.
-Y a mi también me gustan los batidos y de todo lo que sea dulce. Soy un apasionado de la comida en general, pero valoro y aprecio aquella que está preparada por uno mismo. Vamos lo que vendría a ser la comida casera. Las recetas de nuestras madres y abuelas hehe esas son las mejores. Pensar en aquello me robó otra sonrisa, me venía a la mente agradables recuerdos, cuando mi abuela vivía y la vida era más "despreocupada".
— Sin duda, me parece un gesto super altruista lo de ayudar en el hospital.
Antes de continuar con su discurso, las mejillas de la kunoichi se volvieron a encender, pero evitó el contacto visual con su acompañante para que éste no se diese cuenta.
— Entiendo a tu vecina, querer a alguien como tú para hacer de modelo...vamos que tu vecina no es tonta hehe.
— ¡Yoshi-san, por favor! — Contestó, agitada, mientras el color aumentaba en sus mejillas. Luego carraspeó, ya que había empezado a hablar, quería terminar. Y así hizo, terminando con la misma pregunta pero esta vez para el de Takigakure, que comenzó a hablar en cuanto ella había terminado.
— Pues...en mis ratos libres... En mis ratos libres me suelo escapar de mi villa y me doy unos viajes como este, para desconectar. Yo entreno también, pero más la mente que otra cosa, me gusta leer mucho, cosas que no debería leer alguien como yo, y eso a veces me hace meterme en problemas. Estoy enfocando la especialidad de mi familia de una manera "distinta" y eso hace enojar a mis padres.
— ¿De una manera distinta? — Preguntó, curiosa. — ¿A qué te refieres?
Yoshi continuó.
— Por lo menos mi abuelo está de mi parte, le parece muy interesante mi "visión". Si no fuera por él, no hubiera podido progresar en absoluto en mi trabajo, sino fuera por él, no sería si quiera shinobi.
— Vaya... Tu abuelo debe ser una persona maravillosa. — Soltó, maravillada. — Me alegro de que te enseñase, así hoy hemos podido conocernos. — Alegó mostrando una sonrisa.
— Y a mi también me gustan los batidos y de todo lo que sea dulce. Soy un apasionado de la comida en general, pero valoro y aprecio aquella que está preparada por uno mismo. Vamos lo que vendría a ser la comida casera. Las recetas de nuestras madres y abuelas hehe esas son las mejores.
Eri enmudeció, y escuchó en lo más oculto de su mente una gota cayendo hasta impactar con un lago imaginario. Se mordió el labio inferior, nerviosa por primera vez en mucho tiempo.
— Los batidos... Están muy bien... — Logró pronunciar tras unos segundos dubitativa. — Ojalá hubiese probado las recetas de mi madre. — Más que un deseo fue un pensamiento escapado de por entre sus labios. El brillo de sus ojos se apagó, y la joven siguió mordiéndose el labio.
No era que no había superado lo de sus padres, sin embargo, los hechos ocurridos últimamente no la dejaban buen sabor de boca.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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Eri era como un libro abierto, por cada elogio que le propinaba, su cara se volvía roja como un tomate. Esto me hacía mucha gracia la verdad, me resultaba la chica más dulce que jamás hubiera conocido antes. Estaba claro que la dieta a base de batidos tendría algo que ver con el asunto.
Que mona es cuando se sonroja... Pensaba ensimismado mientras la observaba feliz, disfrutando del momento.
Cuando comencé a hablar sobre mí, ella me prestó atención. Estaba claro que le relaté aquello con cierta negatividad. En la vida nunca llovía a gusto de todos. Y en mi caso, Habían ciertos nubarrones en mi familia que me resultaban un tanto molestos. Querer cambiar lo viejo sonaba demasiado "radical" a mis padres.
— ¿De una manera distinta?¿A qué te refieres?
No pensé que se interesara tanto por el asunto, por lo que no pude evitar expresar un gesto de asombro. ¡Anda!¡Si le interesa! Pero...¿Cómo le digo que en mi familia somos espías?Se pensará que estoy tratando de averiguar cosas de su villa o algo peor...perderé su confianza. Mejor adornar la realidad un poco...Si...eso haré...
-Bueno...esto... Respondí nervioso. -Digamos que mi familia se especializa en combatir desde la retaguardia y yo quisiera darle un toque más ofensivo por así decirlo
Bueno...más...o menos...
Siguió escuchando con mucha atención, en ésta ocasión le di a conocer a Eri la alta estima que sentía hacía mi abuelo, sin él no podría ser lo que soy a día de hoy.
Menos mal que lo tengo...
— Vaya... Tu abuelo debe ser una persona maravillosa. Me alegro de que te enseñase, así hoy hemos podido conocernos. — Comentó sonriente. Y cuando sonreía, yo no podía evitar devolverle la sonrisa, por lo que también sonreí.
-Ya te digo...mi abuelo es un viejo diablo, sabe más por viejo que por diablo...ya sabes...A el si que le gusta las buenas ideas, y sobre todo llevarlas a cabo, cueste lo que cuesten. Es un hombre muy pragmático. Comentaba orgulloso cuando hablaba sobre él.
Y no por ser lo último era lo menos importante, los gustos culinarios. A Yoshimitsu le gustaba el dulce, pero jamás podría olvidarse de la comida de caliente, aquella comida casera que se preparaban en los hogares, las típicas recetas de toda la vida. Pero de repente, noté algo extraño en Eri, pero no hizo falta mucho tiempo en intuir que podría ser. Seguramente Eri sería una de muchos, que había perdido seres queridos. Pero tratándose de ella no pude sentir una especial lastima, tenía una fuerte empatía hacía ella y verla triste me hacía sentir triste a mí también.
-Oh...Lo siento mucho...si te he hecho recordar algo triste. No era mi intención. Acompañé mi disculpa con una reverencia.
Ya metí la pata...
Seguimos caminando bosque a través después de lo último, hasta que Eri se recompusiera un poco, pues no quería seguir hablando como si no hubiera pasado nada. Y tampoco quería agobiarla ahondando en el tema si ella no quería sacarlo.
¡Si es que eres un inútil!
Intenté desviar un poco la atención para distraer su mente de esos pensamientos negativos. Eso me hizo en caer en la cuenta de por qué Eri era tan pesimista.
-Eri, ¿Quieres que te enseñe otro truco de mi especialidad? Le comentaba mientras volvía a sacar mi makimono y mi pincel empapado en tinta.
— Bueno...esto... Digamos que mi familia se especializa en combatir desde la retaguardia y yo quisiera darle un toque más ofensivo por así decirlo.
— Comprendo... La verdad es que a mí me pasa algo similar, supongo. — Mencionó torciendo la cabeza hacia la derecha.
—Ya te digo...mi abuelo es un viejo diablo, sabe más por viejo que por diablo...ya sabes...A el si que le gusta las buenas ideas, y sobre todo llevarlas a cabo, cueste lo que cuesten. Es un hombre muy pragmático.
— Debes querer mucho a tu abuelo para tener tal confianza como para decir esas cosas. — Pensó en voz alta, a lo que rápidamente se llevó una mano a la boca por lo que acababa de decir, comenzando a morderse su labio inferior.
Sin embargo, cuando la conversión se torció hacia temas más comprometidos para la de Uzushiogakure, su acompañante intentó disculparse haciendo una reverencia a la joven. Ella lo miró con los ojos muy abiertos, moviendo sus manos frente a su cara, restándole importancia al asunto.
— ¡No tienes de qué preocuparte! No conocí a mis padres y me da un poco de pena, seguro que sabían hacer buenas comidas. — Alegó, asintiendo repetidamente mientras hablaba. — Pero mi vecina también cocina muy bien, ¡hace unos postres geniales! Para mí es como... ¡Mi propia tía!
Suspiró al terminar su pequeño discursillo improvisado, retomando el paseo por entre los árboles del bosque de la Hoja. El sonido del viento viajando por entre las hojas y los sonidos que hacían distintos animales inundaban de vida el ambiente y eso, para la de cabellos azules, era de lo mejor que había experimentado en la vida.
—Eri, ¿Quieres que te enseñe otro truco de mi especialidad?
— ¿Otro truco? — Preguntó, retomando el color vivo de sus ojos verdosos. — ¡Claro que me encantaría! ¿Qué es? ¿Cómo el ratoncito tan mono que llevas en el hombro? — Cuestionó, emocionada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Mizumi Eri era una ninja médico, era la persona idónea para entender mi punto de vista. Aunque se podría decir que mis aptitudes de combate no eran del todo malas aún así, necesitaba mucho entrenamiento para poder ejecutar técnicas verdaderamente impresionantes.
— Comprendo... La verdad es que a mí me pasa algo similar, supongo. —
No entendía mucho de su especialidad, pero si que recuerdo que escuché que los ninjas médicos tenían aptitudes de combate muy a tener en cuenta. Eso sí, no tenía ni idea de qué se podría tratar por que nunca había conocido a un ninja médico lo suficiente como para averiguar aquello.
-Hace tiempo escuché que los ninjas médicos no solo eran buenos sanando heridas, sino que también eran duros en combate. Dice interesado en el tema. Como dije antes, no tenía ni idea, pero podía imaginar que un ninja que perfectamente puede saberse de arriba a abajo todas las partes dell cuerpo humano debe saber pegar como mínimo donde más duele.
Más todavía si tiene acceso a tu historial médico...Ahí ya te revienta vamos...
Por otro lado parecía que a Eri le llamó atención la especial empatía que sentía por mi abuelo, la verdad que era una figura muy pero que muy importante para mí.
¡Es un tío grande mi abuelo!
— Debes querer mucho a tu abuelo para tener tal confianza como para decir esas cosas. — Dijo como un poco arrepentida, por lo menos es lo que me pareció, ya que se llevo las manos a la boca.
-Te cuento que si lo quiero. Pero es más como una relación de amor odio. Decía con tono nostálgico. Pero seguidamente, para romper el hielo. -Tendrá como tropecientos mil años, parece una pasa calva viviente, pero si lo mosqueas, te da unas hostias como panes ¡Jajaja! Reí con tan solo imaginarme la descripción que le facilité a Eri.
Verdaderamente me sentí fatal cuando me comentó Eri que no pudo conocer a sus padres, era muy duro tan solo pensarlo. Sobre todo que alguien como ella que se veía tan buena, tuviera que sufrir tanto, seguramente por un desgraciado mala persona. Por lo menos su vecina modista cocinaba a veces para ella. Algo que me hizo tener en buena estima a aquella persona que ni si quiera conocía ¿Podía ser eso posible?
-Me alegro mucho que tu vecina y tu os llevéis tan bien. Respondí sonriente y aliviado.
Era algo que no había previsto, pero jamás hubiera deseado que la conversación se tornara en algo tan triste. Pero claro era quizás inevitable que sucediera algo así. A fin de cuentas nos estábamos conociendo, aún así quería distraer su atención de aquellos pensamientos y me decidí por mostrarle otra invocación de tinta.
Seguro que la sorprende
— ¿Otro truco? ¡Claro que me encantaría! ¿Qué es? ¿Cómo el ratoncito tan mono que llevas en el hombro? —
-¡Whow! Dije impresionado ante tal demostración de perspicacia. -Eso es...eso es...Pero este es más complejo y más chulo...veras veras jijiji Da unos pasos atrás por si acaso jijiji Acompañé mis palabras con risas maliciosas.
Hice unos trazos rápidos en el papel, concentré chakra...-Ninpou, Chōjū Giga: Shishi
En el momento que retiré el pincel de papel, salió un león que conforme tocó el suelo creció y creció hasta convertirse en un pedazo de león de tinta de dos metros de envergadura. A pesar de tener un semblante abstracto, se veía imponente. Siempre procuraba que mis creaciones de tinta emularan los gestos y la apariencia de ejemplares de carne y hueso.
-¿Qué te parece? ¡Jaja! Dije orgulloso de mi creación.
— Hace tiempo escuché que los ninjas médicos no solo eran buenos sanando heridas, sino que también eran duros en combate.
— Pero solo si has obtenido una habilidad llamada Byakugo no Inn... Sino, te quedas en la retaguardia. — Explicó poniendo su dedo índice de la mano derecha en alto, como recitando un manual. — Así que... De momento me quedo atrás. — Alegó de forma agridulce.
— Te cuento que si lo quiero. Pero es más como una relación de amor odio. Tendrá como tropecientos mil años, parece una pasa calva viviente, pero si lo mosqueas, te da unas hostias como panes ¡Jajaja!
— Mejor no hacerle enfadar... Shiona-sama tendrá lo menos doscientos años y puede acabar con mi villa entera seguramente, ¡no hay que subestimar a los mayores, que son muy sabios! — Mencionó, y acto seguido, añadió: — Esto no quiere decir que no guarde respeto a mi Kage, me refiero... Ay, ¡es la mejor y nos protege, cuida de la villa como si fuese nuestra madre!
''La tengo mucho respeto...''.
Después de la pequeña explicación sobre la pérdida de su familia y su vecina, Yoshi cambió su semblante a uno más relajado. ¿Se estaba preocupando por ella aún siendo una total desconocida? Eso era un detalle, sin lugar a dudas. Le sonrió mientras él hablaba, continuando la conversación.
— Me alegro mucho que tu vecina y tu os llevéis tan bien.
— Seguro que no tanto como tu abuelo y tú.
El rumbo de la conversación se dejó llevar hasta el territorio del artista, ya que quiso enseñar a Eri algo que todavía no había salido de todos sus trucos bajo sus mangas; alegando que era más complejo y más chulo que su pequeño ratoncito de tinta que reposaba sobre su hombro.
—Ninpou, Chōjū Giga: Shishi
Cuando retiró el papel del lienzo, un animal majestuoso salió del papel, haciéndose más y más grande conforme su cuerpo se dejaba ver. Un león, sin dudas, el rey de los animales; y vaya si tenían razón.
— ¿Qué te parece? ¡Jaja!
Eri enmudeció, incluso cayó al suelo de lo impotente que era aquel animal de tinta. ¡No había visto algo así en su vida! Con los ojos abiertos de par en par, solo atinó a decir:
— Es magnífico, Yoshi-san...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— Pero solo si has obtenido una habilidad llamada Byakugo no Inn... Sino, te quedas en la retaguardia. Así que... De momento me quedo atrás. — Escuché con interés, no todos los días se aprendía algo nuevo...
-Ya veo...ya veo Me froté la barbilla pensativo, intentando tratar de averiguar por mi cuenta que era exactamente Byakugo no Inn...
Trataré de buscar información sobre ello cuando regrese a Takigakure. Tengo verdadera curiosidad...
Intenté bromear con el semblante de mi abuelo, pero no obtuve el resultado esperado. Eri me habló de la Uzukage Shiona-sama. Cierto era que mi abuelo era poderoso y una figura muy importante para Takigakure no sato, sim embargo por encima de todo siempre sería mi abuelo. Lo podría ver como a un superior, pero me sería la mar de complejo guardar una extricta etiqueta con él.
— Mejor no hacerle enfadar... Shiona-sama tendrá lo menos doscientos años y puede acabar con mi villa entera seguramente, ¡no hay que subestimar a los mayores, que son muy sabios! —
-Estoy de acuerdo contigo, mejor no hacer enfadar a los mayores, sobre todo por cosas triviales. Y madre mía ahora que hablas de tu Kage, he leído hazañas increíbles de Shiona-sama. Los Kages tienen un poder impresionante...eso si, Yubiwa-sama es más joven. Aseguré sin entrar en debates de cual era el Kage más fuerte ni nada por el estilo, sería una discusión absurda.
— Esto no quiere decir que no guarde respeto a mi Kage, me refiero... Ay, ¡es la mejor y nos protege, cuida de la villa como si fuese nuestra madre!
El aprecio que tenía Eri por Shiona-sama era muy similar al que yo le procesaba a Yubiwa-sama, tenía ganas de hacerme más fuerte para tener la oportunidad de relacionarme más con él, pero debía tener paciencia, con mi nueva autodeterminación sabía que conseguiría mis objetivos más pronto que tarde.
-Yo pienso igual de Yubiwa-sama, supongo que por esas cosas llegan los Kages a ser nombrados como tal. Dije convencido. -Ser Kage no es cuestión de ser el más fuerte de la villa, sino tener una profunda conexión con tu pueblo, con tu gente.
Así diciéndolo tal cual, podría resultar sencillo. Pero si uno se paraba a pensarlo fríamente...¿Cómo hacer para ser tan querido? Era sin duda una buena pregunta que ni yo mismo era capaz de auto responder.
Estaba contento de nuevo, parecía que la conversación se había desviado lo suficiente y ya se le había pasado a Eri aquella tristeza al recordar que nunca tuvo la oportunidad de conocer a sus padres. No dijo a nada de que si murieron o no. Pero invitaría a mi suerte que se marchara con ella para que algún día pudiera reencontrarse con ellos, que estuvieran bien en algún lugar y Eri pudiera tener una felicidad plena. Me resultaba tan agradable que deseaba eso.
De todos modos, para asegurarme, decidí hacer otra demostración de mi especialidad. A fin de cuentas mis leones de tinta eran más vistosos que mis ratoncillos.
-¿¡Estás bien!? Dije preocupado en el mismo momento que cayo al suelo.
¡Cáspita! Si que debe haberla impresionado si... Me acerqué para ayudarla a incorporarse, facilitándole nuevamente mi brazo.
—Es magnífico, Yoshi-san...
Al oír aquello, mi ego no pudo hacer más que hinchar el buche, rebosante de satisfacción. Yoshimitsu no era el típico chaval que estuviera acostumbrado a escuchar cumplidos, por lo menos no hacía su persona.
-¿De veras lo piensas?...Que cosas dices Eri-chan...hehe D¡je mientras me llevaba la mano a la nuca, ese típico nerviosismo que le entra a uno cuando escucha cosas buenas de uno mismo.
-¿Pues sabes que? Se puede montar y va super rápido. Además de ser todoterreno. Quizás por su culpa me haya hecho tan cómodo. Confesé bromista.
— Estoy de acuerdo contigo, mejor no hacer enfadar a los mayores, sobre todo por cosas triviales. Y madre mía ahora que hablas de tu Kage, he leído hazañas increíbles de Shiona-sama. Los Kages tienen un poder impresionante... Eso sí, Yubiwa-sama es más joven.
La joven dejó escapar una pequeña risa que murió en la comisura de sus labios cuando Yoshi afirmó que el Kawakage era más joven que Shiona, y razón seguro que no le faltaba; aunque sabía que la Uzukage no era vieja, sino sabia, ¡y muy bella persona al mismo tiempo! Y aparentaba treinta años... Además de cuidar a su villa como si de una madre se tratase.
— Yo pienso igual de Yubiwa-sama, supongo que por esas cosas llegan los Kages a ser nombrados como tal. Ser Kage no es cuestión de ser el más fuerte de la villa, sino tener una profunda conexión con tu pueblo, con tu gente.
— Siempre he pensado que un kage es una persona querida por todos y que tenga la capacidad de ayudar y cuidar a su villa... Bueno, aunque no sé explicarme muy bien. — Rascó su nuca, nerviosa, sin saber muy bien cómo explicar que para ella, una persona que se hacía Kage era... Era una buena persona.
Después de un rato entre conversaciones un tanto turbias para la pequeña kunoichi del remolino, todo acabó por dirigirse al talento de Yoshimitsu de nuevo con el pincel para invocar al león que hizo que Eri cayese al suelo.
— ¿¡Estás bien!?
— Sí... Gracias. — Murmuró dejando que fuese ayudada por el de Takigakure mientras seguía contemplando a la bestia de tinta que se encontraba cerca de ellos.
Eri no dudó en elogiar su gran trabajo, ¡ojalá y ella pudiese hacer algo así algún día!
— ¿De veras lo piensas?... Qué cosas dices Eri-chan... He,he ¿Pues sabes qué? Se puede montar y va super rápido. Además de ser todoterreno. Quizás por su culpa me haya hecho tan cómodo.
— ¿De verdad? — Preguntó con una chispa azulada en sus ojos, brillantes de emoción. — ¿Crees que podríamos — Cortó ante lo que iba a pedir, haciendo que agachase la cabeza, abochornada. — Lo siento, me he dejado llevar por la emoción... — Se disculpó, apenada por su golpe infantil de querer montar en el león.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100