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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
— A ver que yo lo entienda, tronco. Emm, veamos... ¿tenemos que cruzar toda la cordillera e ir a Unraikyo para satisfacer tus deseos de meditación?

— Bueno, en resumidas cuentas es eso, sí

— Jooooooooooooder colega

Aquellas últimas palabras le salieron del alma. No podía entender mi necesidad de desconectar de todo y de todos. Era algo que necesitaba para no volverme loco por el estrés que llevaba consigo el trabajo que se había convertido en mi sueño. Ser un ninja. Uno de los grandes. Todavía no lo era, ni por asomo. De hecho, ahí estaba, siendo un proyecto de gennin eterno y estaba claro que debía hacer que las cosas cambiasen, pero de verdad que necesitaba aquellas cosas.

Mi mano se desplazó hasta aquel coco rebanado que ejercía de copa improvisada y di un nuevo sorbo y me mojé de nuevo los labios con aquel mejunje delicioso al que por allí llamaban Coco Loco en aquel antro de cuatro chabos que en el cartel rezaba 'El Paraíso'. Desde aquella terraza y con mi sombrero de paja que me cubría el rostro con aquellas tirillas alrededor de toda mi cabeza me camuflaba por aquel lugar, evitando ser reconocido por los campesinos. De hacerlo igual tendría problemas.

Kumopansa me discutía desde encima de la mesa también con uno de esos Coco Locos y una pajita entre sus quelíceros. sin lugar a dudas las miradas se centraban en nuestra mesa, pero poco nos importaba tanto al uno como al otro. Mientras no tuviéramos problemas, todo estaba bien. Tan solo disfrutábamos de un pequeño alto en el camino.
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#2
Flama, Verano del año 219

Mientras Yota y Kumopansa disfrutaban de aquel brebaje, Coco Loco, para refrescarse en aquel caluroso día de Verano, dos figuras ingresaron en El Paraíso, captando por un momento las miradas de los clientes —que se desviaron de aquella singular araña de gran tamaño y gusto por la bebida—. Eran una pareja de jóvenes, aunque por sus pintas parecían más veteranos y de mayor edad de la que realmente tenían. Uno de ellos era de estatura media, delgaducho y llevaba un kasa de paja en la cabeza, que le cubría su pelo negro y corto, y parte de la quemadura que le desfiguraba medio rostro. Vestía con una yukata de color marrón claro, remangada en la cintura donde llevaba un obi bermellón, y unos pantalones bombachos de color azul oscuro, ceñidos a las pantorillas por unas tabis de cuero curtido.

Uchiha Akame escuchó el crujido de la madera bajo sus sandalias al entrar en aquel bar, y sus ojos negros e insondables echaron un vistazo alrededor hasta toparse con... «Vaya, vaya, vaya...» Le dedicó una mirada a su acompañante mientras una sonrisa torcida se dibujaba en sus labios, y sin desprenderse de su sombrero se acercó a la mesa donde estaba aquel muchacho con su peculiar mascota.

¿Qué sentido tiene ocultar tu rostro —preguntó a quemarropa—, si vas con ese bicho en la cabeza a todas partes, Sasagani Yota?

El renegado esbozó una sonrisa lobuna y luego tomó asiento junto al genin de Kusa. Con un gesto de su mano diestra llamó a quien quiera que estuviese a cargo de servir a las mesas, para pedir un té verde con hielo.

Cuánto tiempo, Yota-san. ¿Cómo te trata Oonindo?
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Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#3
El otro, que acompañaba al Uchiha calcinado, era un hombre azul. Muy azul. De largos cabellos de color océano que caían sobre su espalda como olas de mar. Kaido era alto, fuerte, musculado. Tenía un interesante tatuaje de dragón en su brazo izquierdo, cuyas fauces abiertas y amenazantes acababan a la altura del hombro. Vestía una camisa de mangas cortas que permitían que la marca del Dragón se viera, y el resto de su conjunto era un básico juego de pantalón y botas militares oscuras, con un cinturón perlado que sostenía una Uchigatana enfundada a su espalda. Ni rastros de ese enorme espadón de sierra suyo, que ahora reposaba tranquilamente en las cavernas de Ryūgū-jō.

—¿Uhm? —vocalizó el escualo, que torció el gesto con la nariz arrugada en dirección adónde Akame había visualizado a un tal Yota. Kaido conocía aquél nombre, pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que había visto al muchacho que lo ostentaba que ya le daba por muerto, como hacía con todos a los que consideraba como pequeños parásitos débiles que solo le quitaban el oxígeno a otros—. ¿Yota, has dicho? ¿El Yota?

El Yota del que hablaba él era uno que había salido cagando leches de una misteriosa y peligrosa isla llamada Monotonía, donde Datsue, Akame y Kaido libraron una batalla contra fanáticos religiosos que buscaban asesinarle. El Yota del que hablaba él era uno que se había cagado en los pantalones junto a un amiguito suyo también kusajin; cuando Kaido cruzaba parte de su territorio tras haberse exiliado de Amegakure.

—No-me-jodas chaval. ¡Eres tú! ¡¿no me has olvidado, verdad?! ¡soy yo, Kaido! ¡el que te asustó allá en El Nido del Sur! ¡Juuuuuuuujuju! Joder, Akame. ¿No te he contado esa historia, verdad?
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#4
Y de la nada aparecieron dos tipos que nada más vi al menos despreocupado, con el abrelatas en el interior de su mandíbula y ese tono azulado de su piel, supe que no había que descartar que las cosas se torciesen a gran velocidad. El otro llevaba una kasa similar a la mía, el cual no tardó en interrumpir mi preciada soledad.

¿Qué sentido tiene ocultar tu rostro —preguntó a quemarropa—, si vas con ese bicho en la cabeza a todas partes, Sasagani Yota?

— Kumopansa, se llama Kumopansa

En cuanto se sentó moví la mano con rapidez para quitarle el kasa de su cabeza y revelar su rostro. Estaba quemado. Kaido no tardó en llegar a la zona y ambos tomaron asiento.

Cuánto tiempo, Yota-san. ¿Cómo te trata Oonindo?

El azulado, por su parte, se hizo el sorprendido haciendo uno de sus típicos comentarios jocosos que pretendían ser divertidos.

— Al parecer mejor que a ti, Uchiha Akame — dije al ver su rostro calcinado

Estaba convencido de que desde Uzushiogakure dieron la noticias, la cual fue extendida hasta las 3 Grandes Aldeas. Verle ahí, de carne y hueso, quemado, sí, pero vivo... era extraño. Y el hecho de que viajase con Kaido y al parecer fuesen tan amiguitos, todavía era más extraño.

— Oye, dos caras, creo que se te ha olvidado ponerle el bozal al perro

Tuve que taparme la boca para que al menos diese la sensación de que quise evitar reírme ante el comentario de la araña, que señalaba con una de sus patas la figura de Kaido.
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#5
Al parecer, había más historia entre Kaido y Yota de la que el joven Uchiha sabía. Cuando tomó asiento junto al de Kusa, éste trató de quitarle el kasa de la cabeza con un rápido gesto; pero Akame era más veloz, y sus reflejos, más afilados. De un manotazo apartó el brazo de Yota, previniendo que le tocara el sombrero, mientras con la otra mano se descubría ligeramente el rostro para que pudiera ser reconocido por su antiguo amigo.

Sigo siendo rápido —se limitó a decir, encogiéndose de hombros. Luego añadió—. Sí, por lo que veo sí. La verdad es que últimamente he tenido algunos percances...

Sin embargo, la imponente figura del Tiburón no tardó en acaparar la atención de la escena. Riendo de una forma muy familiar para Akame y que le ponía los vellos de punta, Kaido aseguró que había una divertida historia detrás de su encuentro con Yota en la Ribera del Sur, al otro lado de Mori no Kuni. Qué estaba haciendo el escualo allí o cuales eran sus asuntos no concernía a Akame, pero sí que le había picado la curiosidad con su anécdota.

¿Perro? Ah, no, no. Para tener tantos ojos, ¿no ves que se trata de un...? ¡Tiburón! —contestó el Uchiha, largando una seca carcajada—. ¿Cuál es la historia entre vosotros dos, eh?
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#6
—¡Pues! —continuó Kaido, pragmático, cuando Akame le preguntó. Aunque primero se tomó la libertad de coger una silla cercana y tomar asiento en la mesa de Yota. Le cogió el coco loco, tomó un sorbo, y lo devolvió a su legítimo dueño—. hace un buen tiempo, yo iba de pasada por el País de este bribón ¿sí? y he parado a descansar en una tabernita de mala muerte en un pueblucho de mierda. Bueno, que resulta que me he encontrado con Yota-kun y un buen amigo suyo, Daigo; mientras esperaba mi sopa. Para mi sorpresa, menos que conversar y ponernos al día, los tíos se han puesto nerviosos porque no llevaba mi bandana y me ha interrogado como si fuera un puto criminal. ¡Yo, Kaido, un criminal! ¿puedes creerlo? —Kaido carcajeó sonoramente por la ironía que ocultaba aquella situación. Lo peor del caso es que Yota y Daigo tenían toda la razón de pensarlo—. pero bueno, que me he cabreado y les he mandado a tomar por culo. Ya sabes cómo me pongo cuando me tocan los cojones.

Habiendo dicho ésto, clavó su mirada en la araña. Oh, esa puta araña. Una vez intentó morderle. Y ahora le insultaba. Kaido no pudo evitar preguntarse de si había escuchado alguna vez que la carne de un arácnido fuera comestible, pero quizás no perdía nada con intentarlo.
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#7
Lo de Kumopansa y Kaido era un duelo de ver quién la tenía más larga. No había ningún tipo de dudas. La verdad es que definitivamente había tenido algún que otro problemilla y su cara era el vivo reflejo de aquello, pero al manos, Akame había podido vivir para contarlo. De hecho, el Uchiha no dejó de mostrar una clara curiosidad por las bravuconadas de su acompañante.

Al menos tuve la satisfacción de ver que la vacilada del shinobi azulado le salía mal al ver que el Coco Loco ya me lo había acabado. Luego el tipo empezó a explicar su teoría del último encuentro que tuvimos y la verdad es que muchos podrían pensar que esa fue la verdad, que parecía una versión de lo más creíble, pero había que tener un prisma más amplio para emitir el juicio que emití. Por ello no hubo más remedio que contentarse con avisar al Morikage. Quizás hice un mal juicio de las cosas pero, al fin de cuentas, sigo siendo gennin por alguna razón.


— La realidad es que todo fue culpa de una niña que se asustó más de la cuenta, así que no le dí más importancia de la que realmente tuvo

Probablemente aquella explicación a Kaido le diese igual y era más que asumible que Akame se pusiese del lado de su acompañante, pero no era eso lo que me preocupaba, sino los cuchicheos de la gente que estaba sentada en las otras mesas.

— ¿Has visto esos dos?

— Ese de ahí parece que tenga un abrelatas en la boca, fíjate bien

De hecho, el camarero que había solicitado Akame todavía no se dignaba a asomar por nuestra mesa.
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#8
Akame escuchó, interesado, la historia que unía a aquellos dos tipos tan distintos. Para su sorpresa, no era una nueva aventura que se hubieran corrido juntos, sino una confrontación que gracias a la agresiva manera de afrontar los problemas de Kaido, y su imponente musculatura —dedujo el Uchiha— había acabado con Yota y Daigo —«no me suena ese»— saliendo con el rabo entre las piernas de aquella taberna en la que el escualo se había parado a descansar. Cuando su compañero dijo aquello de "¡yo, Kaido, un criminal! ¿Puedes creerlo?", Akame tuvo que aguantarse una risotada, pero en su lugar se limitó a levantar ambas manos y encogerse de hombros como diciendo "hoy en día me creo cualquier cosa, socio".

Al final, el Uchiha se echó unas breves carcajadas, sanísimas, mientras Yota trataba de excusarse. Para Akame, que les conocía a ambos desde hacía un tiempo, la historieta no pasaba de ser un chiste pesado de Kaido a los pobres kusajin; «debieron de pegarse un buen susto, desde luego.»

Coño, pero Yota-kun. Deberíais haberle dado una buena tunda a este Tiburón tan presuntuoso, para bajarle los humos —añadió, de buena gana, guiñándole un ojo con complicidad a Kaido—. ¿Y qué hicisteis entonces? Me imagino que el entuerto se acabó resolviendo de alguna manera.

Los cuchicheos alrededor de ambos dragones no tardaron en empezar. A Akame le daba exactamente igual, pero en cierto modo le preocupaba que su té todavía no hubiese llegado. «Mierda... ¿Se habrán asustado por culpa de Kaido? Tampoco les puedo culpar, menudo bigardo está hecho. Se nota que ha estado haciendo pesas...» Con un gesto de su mano derecha, el Uchiha volvió a llamar al mesero para reclamar su té.

¿Tú quieres algo de beber, socio? —preguntó a Kaido.
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#9
Kaido movió el vaso del coco loco, que aparentemente estaba vacío.

¿Tú quieres algo de beber, socio?

No, estoy bien —soltó el escualo, acomodándose en la silla mientras escuchaba los cotilleos de los lugareños—. pues coño, claro que resolvió. Con los dos kusareños yéndose a casita con el rabo entre las patas. Cosa que no debe extrañarte, ya Yota nos tiene acostumbrados. ¿Te acuerdas cuando atracamos en el puerto de la Isla Monotonía? Yotita-kun se acojonó tanto que tuvo que volver al barco.
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#10
Mientras el Uchiha y el escualo se revolcaban en el barro de mi supuesta derrota y, por tanto de su supuesta victoria, llegó el deseado camarero para atender la sedientas súplicas de Akame, como si de un compañero mío fuese, listo para echarme una mano.

— ¿Sois ninjas, verdad?

Llegados hasta aquel punto, en el que inicialmente Akame me identificó rápidamente gracias a Kumopansa y en el Kaido se regodeó de haberse librado de dos kusajin...

— Bueno, creo que aunque quisieramos no podríamos esconderlo

— ¡Ya decía yo! Disculpad que os haya hecho esperar un poco, es que lo estaba hablando con mi compañero de la barra y por eso tarde, pero bueno, a lo que iba... Tango algo que os podría interesar. Resulta que por aquí cerca, en el Valle de Unraikyo se esconde algo de gran valor y por el que podría daros una suculenta recompensa. Bueno, yo no, mi abuelo que es el dueño de esto, ¿qué me decís?

Miré a ambos shinobis y me encogí de hombros como dejando caer que por escucharle no perdíamos nada.
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#11
Akame asintió con una sonrisa cuando el Tiburón se refirió a aquel episodio protagonizado por Yota, a la huída, en Isla Monotonía. «Al final fue más inteligente que nosotros tres, el cabrón. De buena se libró», recordó el Uchiha. Sin embargo, Yota no parecía muy contento con aquello y, aunque Akame podía reconocer cuándo Kaido se lo estaba pasando bien chinchando a otra persona, se preguntaba si sería sabio sacar de sus casillas a un kusajin en pleno Mori no Kuni.

Por fortuna o por desgracia, el camarero se acercó justo en ese momento... Y no precisamente a tomarles nota, sino que tenía una proposición —tal vez indecente— que hacerles. Akame estaba acostumbrado a ser identificado como un tipo curtido en ciertas lides, pues su aspecto pocas dudas dejaba si es que él no quería ocultarlo, y de un "Kaido" podía esperarse que conociese el rubro de los mercenarios. Sin embargo, lo que realmente intrigaba a Akame era el aparente secretismo con el que aquel tipo había abordado el asunto.

Me gustan las historias de leyendas misteriosas y tesoros ocultos, buen hombre —replicó el Uchiha primero—, pero rara vez dan de comer u ofrecen algo digno de jugarse el pellejo. ¿De qué recompensa hablas? Tienes mi interés por ahora, pero no abuses de él, que me canso rápido de los charlatanes sobretodo si sus palabras son tan vacías como su coco.
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#12
Entonces, cuando el salseo estaba en todo su apogeo; la intervención del camarero dejó las viejas historias del escualo en un segundo plano, pues ahora más que tragos, traía a la mesa una proposición que algunos considerarían indecente. Indecente porque, sabiendo que aquellos tres chicos eran ninjas —que no todos sirvientes de alguna de las Tres Grandes Aldeas—. aún así se arriesgó a compartir con ellos la posibilidad de obtener un buen botín, oculto en algún lado del Valle de Unraikyo. Para la sorpresa del Tiburón, Akame fue el primero en contestar al anzuelo, aunque de una forma tan reticente como de costumbre. Una amenaza velada de por medio, también, para que no le quedara duda al camarero de que no estaba tratando con los típicos shinobi de siempre.

Kaido se cruzó de brazos con la ceja alzada, expectante.
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#13

Les ruego disculpen la demora Silbar

Me gustan las historias de leyendas misteriosas y tesoros ocultos, buen hombre —replicó el Uchiha primero—, pero rara vez dan de comer u ofrecen algo digno de jugarse el pellejo. ¿De qué recompensa hablas? Tienes mi interés por ahora, pero no abuses de él, que me canso rápido de los charlatanes sobretodo si sus palabras son tan vacías como su coco.

Akame había manifestado su interés, pero también dejó claro que no quería ver sorpresas. Ante aquellas palabras le veía.. no sé, distinto... El shinobi azulado también mostró interés. El muchacho había captado la atención de los dos ninjas, y también el mío, para que negarlo. Había despertado mi más absoluta curiosidad.

— Vale, seguidme, por favor. Será mejor que lo hablemos en un lugar más tranquilo

— Si, será lo mejor para evitar curiosos no invitados a esta fiesta, ¿eh?

El chico movió la mano, invitándonos a movernos.

— Sardinita, ¿no vienes?

El amor que se profanaban Kaido y Kumopansa era ciertamente enternecedor y, potencialmente, una bomba de relojería que podía explotar en el momento menos pensado.

···

El chico nos condujo un par de manzanas más allá, hasta lo que debía ser su casa. Nos abrió la puerta de su humilde morada y nos indicó un sofá que estaba a punto de pasar a mejor vida para que tomáramos asiento.

— Iré a por un poco de limonada que me queda en la nevera. Tomad asiento, por favor

Eso fue precisamente lo que hice. Luego eché una mirada a los dos compañeros improvisados.

— ¿Queréis hacer esto, realmente, muchachos?
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#14
Akame se había mantenido callado durante el breve trayecto, con su kasa de paja firmemente colocado sobre la cabeza para cubrirse ésta y la mitad del rostro calcinado. Parecía distraído e indiferente al escenario, pero nada más lejos de la realidad: sus ojos escudriñaban los alrededores con avidez, y su atención estaba dividida entre el tipo al que seguían y Yota. El Uchiha había aprendido, a golpes, que nunca se era suficientemente cauteloso. E incluso para dos ninjas renegados y peligrosos como él y Kaido, siempre había un hijo de puta más sanguinario del que cuidarse. Un ratero más astuto, una bestia más poderosa. Eso lo sabía bien.

Ingresó al lugar y se quedó de pie, mirando al sofá con cara de pocos amigos. «¿Qué clase de puta broma es esta? ¿Limonada?» El renegado miró un momento a su compañero azul con unos ojos que amenazaban con tormenta. Si Akame era escéptico, Kaido solía serlo aun más; y mucho menos paciente. Cuando Yota abrió la boca, el exjōnin de Uzu se cruzó de brazos.

¿"Esto"? Te respondería si tuviera una idea de a qué es a lo que está jugando este tipo —siseaba como una serpiente a punto de atacar—. Como no empiece a soltar prenda de verdad, va a haber problemas aquí.
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#15
—Problemas, sí. Muchos problemas —secundó el gyojin a su compañero—. como nos traiga otra cosa que no sea una limonada, ya verás cómo se lía.

El escualo se cruzó de brazos, manteniéndose de pie, sin pensar en tomar asiento. Si aquello era una clase de emboscada —ya ni pensar que aquél tipo pudiera estar trabajando junto a Yota y Amegakure para cobrar la recompensa de sus cabezas—. quería estar lo más preparado posible para responder apropiadamente, o dicho lo cual; cortarle los gaznates a esos cabrones y pirar a la guarida.
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