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—De acuerdo — Entonó en voz baja ya que la distancia con aquellas personas se acortaba.
La carreta se acercó al punto donde estaban los genins, sus cuidadores caminaban con total serenidad, confiados y sin observar mucho a los alrededores, de seguro que si los kusajines mantenían su posición no serían capaz de ser descubiertos. La charla entre los hombres era fuerte y amena, de seguro se conocían o hacía mucho que trabajaban juntos.
La gente dentro de la jaula era variada, de tonalidades de piel y pelo, y también diferían de sus edades. Habían muchachos desde 12 a mayores de 30. Seguramente prisioneros. Iban en silencio, sus caras demostraban cansancio. ¿Pero qué los había llevado a terminar así?
Una incomodidad empezó a pellizcarle el pecho a Geki. Que se volvió a su compañero
— Seré la carnada. En cuanto me sigan liberas a esas personas — Le ordenó, aprovechando más un impulso de su cuerpo que el razonar de su cabeza.
El Senju no estaba muy seguro de hacer lo correcto, pero no le había gustado nada ver aquellas personas tras las rejas. De seguro que si eran maleantes "los podrán capturar en otra oportunidad" o así pensaba él.
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La situacion hasta el momento se desarrollaba con normalidad, obviamente era una normalidad dentro de esa desagradable escena en la cual cualquier observador podia inferir lo que estaba pasando. Contrario al rubio, su nuevo compañero parecía el tipo de persona que desea actuar cuanto antes, ya era la segunda vez que proponía tomar acción sin dar reparo en que se podrían encontrar. ¿Ser carnada?, ¿y si aquellas personas también tenian habilidades suficientes como para en conjunto derrotar a un shinobi?, después de todo los ninjas no eran los unicos que podian ser hábiles en combate.
Pero era inútil seguir pensando que curso de accion se debe de seguir en esa situacion, si en ese momento Samidare intentara frenar a su compañero, seria contraproducente. No hay que olvidar que apenas se conocian, no tenia la autoridad ni confianza para negarle cada cosa que propusiera. -Esta bien, pero ten cuidado, no sabemos cuales son las capacidades que puedan tener.- Al menos el rubio sabia que su par del clan senju no tenia malas intenciones, ni parecía mal sujeto por el tipo de acciones que pretendia tomar, eso ya le iba dando una pauta de como era realmente.
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—Lo intentaré — Le levantó el dedo haciéndole la señal de okey. En realidad no tenía ni la más pálida idea de cómo encararía aquella situación.
Salió de la maleza de un salto brusco y aterrizó delante de la carroza, mientras el polvo de al rededor se levantaba un poco. La mula sorprendida ante la aparición repentina del ninja levantó las patas delanteras y soltó un rebuzno, mientras los hombres más cercanos a ella intentaban sostenerla y entre algunos gritos graves intentaban apaciguar de nuevo al animal.
Otros, en tanto, miraban perplejos al shinobi, no entendían qué hacía aquella persona allí.
Geki, se levanto lentamente, observó la cara de aquellos tipos, aunque si es verdad mantenían una mirada sorprendida, sus caras no reflejaban ni la más minúscula gota de miedo.
—Buenas tardes seño —¡¡ATRAPENLO!! — Irrumpió el más gordo de ellos sin dejar al genin terminar la frase. Este asombrado se dio media vuelta y comenzó a correr, mientras que los hombres se abalanzaban sobre él.
Justo antes de comenzar la carrera el gordo detuvo a uno de los hombres, parecía ser el más joven de los cuatro. Usaba un pañuelo en la cabeza de color azul y un tatuaje de un dragón bajaba por su cara hasta su cuello. No usaba camisa y tenia una faca guardada en su cinturón.
—Tú te quedas aquí. Cuida el cargamento, no vaya a ser que la mula salga corriendo — El gordo carraspeó un poco para aclararse la garganta y se echó a correr por el sendero donde Geki y sus otro compañeros ya habían desaparecido.
—Siempre me pierdo toda la acción — Refunfuño el muchacho y se sentó en una roca al costado del camino, justo en frente del lugar que se encontraba Samidare, pero del lado opuesto, simplemente unos metros los separaban, el arbusto y la mula.
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A decir verdad el pelirrubio estaba bastante sorprendido de su compañero, no solo había mencionado que seria la carnada, sino que lo cumplió al pie de la letra. Pudiendo en base a una actuación digna de elogios, hacer que la mayoria de todos esos sujetos lo siguieran, aunque uno de ellos fuera asignado a quedarse en ese lugar,tal vez por los animales, o simplemente para evitar que de alguna forma las otras personas que estaban encerradas escaparan. "¿Ahora que?" Viendo todo el esfuerzo que puso el shinobi de kusa, el rubio no pensaba quedarse atrás, la cuestión es como podia lograr su cometido.
Después de meditar por unos segundos simplemente decidió por algo sencillo, si el hacia su aparición directa al igual que su compañero no sabia con que se encontraría, en el interior de este niño al que muchos pudieran considerar como prodigio por sus habilidades e intelecto se manifestaba la duda de una escena que parecía una toma de rehenes. De esa forma su idea se trataba de algo que no podia generar ningún tipo de inconveniente a aquellas personas, apropósito empezó a moverse bruscamente por los arbustos mas próximos, dejando que ese sujeto supiera que algo o alguien estaba en las inmediaciones. ¿Picaria el anzuelo?.
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El ruido de los arbustos alertó al centinela que custodiaba el carro —¿Qué carajos..? — Pronunció casi entre cortado mientras intentaba rastrear de dónde provenía el ruido.
Se paró rápidamente y desenvaino el filo que descansaba en su cintura. El muchacho había crecido en aquella zona y sabía los riesgos que corría al adentrarse en aquél lugar. Quedó un instante quieto, totalmente congelado y localizó los arbustos del otro lado del camino moviéndose de manera extraña.
Sigilosamente rodeó a la mula —Shhh tranquila... — Calmó al animal susurrándole sin perder de vista la maleza.
La mano le temblaba un poco y se percató. Llevaba el arma delante de él y la punta del cuchillo lo delataba, que debido a su largo dejaba en evidencia el temblequeo.
El muchacho se detuvo en seco. Estaba a un metro y medio de la maleza. Se agachó y cogió una piedra —Quizá podía hacer salir al animal antes de adentrarse a la vegetación —
*Mierda ¿Qué animal rastrero será?*
—¡SAL DE AHÍ! — Gritó enfurecido, arrojando la roca lo más certera posible al lugar dónde se movían las ramas.
La gente de la jaula observaba el espectáculo con gran nerviosismo. Aunque estaba en total silencio, mantenían los ojos abiertos de par en par seguramente esperando lo peor.
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Samidare desconocía el grado de inteligencia de ese sujeto, pero parecía ser de los que se alteraba con facilidad, seria impredecible predecir el resto. Mientras el rubio se encontraba en movimiento, para evitar ser localizado con facilidad por parte de aquel bandido, una piedra paso cercana a su posición, por esos azares de la vida y para su fortuna no impacto en el genin.
-Hmmm.- Mascullo mientras termino por aceptar su propia idea moviendo la cabeza, hizo un par de sellos y una nube de humo se hizo presente, pero este ultimo detalle no seria visto por el bandido ya que quedaría cubierto por los arbustos. El pelirrubio se había convertido en un conejo blanco, el cual salió despavorido dejándose ahora si ver a ese bandido, pero a la vez alejándose de su posición como si estuviera huyendo de este ultimo.
En este caso el senju no quería ser atacado por error de parte de ese tipo, viendo que era alguien con los nervios de punta, ya veía que sin tenerlo en cuenta este sujeto lo atacaría y haría perder su concentración en el henge lo que arruinaría la técnica. Si esto serviría para engañar a ese bandido y evitar que lo atacara, una vez que el mismo bajara la guardia y aun en su forma de conejo Samidare iría a máxima velocidad hacia el deshaciendo su transformación solo a escasa distancia de su contrincante, para intentar asestar un golpe en el rostro del mismo.
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—¡Bah! Más estúpidos conejos, este bosque está plagado de ellos —
La tensión de la situación bajó por completo y la del muchacho también. Que en un suspiro aflojó el cuerpo y volvió a guardar su corte en la cintura. La gente en la jaula también respiró profundamente. Estar allí los ponía muy nerviosos a todos.
El muchacho tras envainar se dio media vuelta y comenzó a caminar de nuevo hacia su asiento. Fue ahí cuando el animal peludo cogió velocidad y en el último instante se transformó de nuevo en Samidare, aplicándole un golpe en la cara al joven que cuidaba la caravana.
Al tomarlo desprevenido, el otro no pudo hacer nada para esquivar el golpe y cuando lo recibió cayó al suelo desmayado. Aquello había sido un knockout técnico, que le había apagado todas las luces.
La gente en la jaula estaba muda, no creía lo que estaba pasando. Pero uno de los más viejos se le acercó, recostando su rostro entre las rejas.
—¡Hey amigo!, Libéranos por favor — Rogó, con una voz seca y gastada.
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Una vez que el rubio pudiese deshacerse de aquel sujeto, vería como de la jaula la cual estaba siendo anteriormente transportada, lo llamaban para pedir que los liberaran. Ante eso no podia dudar demasiado, aunque al acercarse hasta allí se daría cuenta de algo, esta jaula tenia un candado que sellaba la puerta.
-¿Saben quien tiene las llaves?.- Siria el senju sosteniendo con su mano derecha el candado, y esperando que tal vez algunas de las personas de allí supieran algún detalle, posiblemente en algún momento vieran quien las había guardado.
-Fue uno de los que se fue primero, el tenia las llaves!!.- Exclamo una mujer de mediana edad que parecía segura de lo que decía, algunos de los otros afirmaban esto con la cabeza, y otros se quedaban pensativos.
-En ese caso iré a buscarlas.- Sentencio el joven shinobi, pero antes de que pudiera salir corriendo en busca de cualquier cosa fue interrumpido por un hombre de avanzada edad que estaba también dentro de esta jaula.
-A decir verdad, cuando me capturaron a mi había mas personas que las que estaban ahora transportándonos, tengan cuidado...- Era evidente que la gente que estaba allí encerrada se preocupaba de que el único haz de esperanza que tenian, no desapareciera, y por eso le querían brindar toda la información posible.
-No se preocupen, volveré con las llaves pronto.- Al terminar esas palabras el genin de Amegakure emprendió su camino a toda velocidad, tomando el mismo rumbo inicial que el ninja de kusagakure, aunque no supiera en donde se encontraba Geki, ni tampoco estas otras personas.
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Samidare corrió instintivamente hacia la dirección que podría haber ido su compañero y sus perseguidores, pero al tramo de correr no pudo hallar nada. Los paisajes eran todos muy similares y a pesar de que el camino estaba dibujado, era demasiado hosco para transitarlo con normalidad.
El amejin se detuvo, un segundo de silencio invadió el ambiente, el trinar de los pájaros se había detenido por un momento y a lo lejos se podía escuchar pequeñas explosiones que al afinar el oído parecía qué alguien combatía.
El rubio al mirar bien a su alrededor, divisó algunas ramas rotas y otro tanto de árboles lastimados. Si seguía por ese camino quizá encontraría a su compañero, o por lo menos, partes de él.
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