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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El Inuzuka dejó escapar un suspiro.

Golpeó de nuevo el aire, tomó aire y con las mismas que el puño diestro volaba, lanzó el zurdo, y terminó quedando sobre una pierna y estirado en el golpe. Tan absurdo y surrealista era el golpe, que hasta terminó cayendo al suelo, boca arriba pues giró en la misma caída.

Frente a él, a unos cuantos metros de distancia un huskie disfrutaba de la ligera brisa que salvaba la calurosa tarde. Estaba tirado sobre la blanca arena de la playa, con un coco entre patas, y una pajita directa hacia su hocico. Sin duda éste Inuzuka sí que sabía relajarse, y no como el rastas.

El rastas, apenas tocó el suelo, se impulsó con la pierna diestra por el suelo, e pos de continuar su ataque a la nada. Su nuevo y singular estilo de pelea casi parecía de mofa o burla, era surrealista.

Ababaur... —le inquirió el can.

El chico detuvo su kata, o eso que estuviese haciendo. Llevó su mirada hacia el huskie, y terminó por sentarse con las piernas cruzadas. Tomó aire, y se apoyó con sus brazos sobre las piernas.

No es tan fácil como parece... y mas sobre arena, tío

El huskie soltó un leve quejido, casi como un suspiro, pero de desdicha.

Y te quejarás encima, tirado a la bartola con ese maldito coco... —inquirió, con los ojos entrecerrados —tú también deberías estar entrenando conmigo.

Pero el can miró hacia otro lado, como si la cosa no tuviese nada que ver con él. EL rastas dejó escapar un suspiro de nuevo, pero lejos de desistir, continuó entrenando en esos nuevos movimientos que buscaba perfeccionar. Se levantó, y se quitó la camiseta, la cuál tiró a la vera de la chaqueta. Sí, el chico había llevado sus habituales indumentarias, incluyendo la chaqueta, en pleno verano. Ahora quedó tan solo con los pantalones cortos militares puestos, el calor era asfixiante.

Sin mas, se puso a entrenar de nuevo.

No muy lejos de allí, había un buen chiringuito, del que habían sacado el coco-loco. La playa estaba poco transitada, pero sin duda no eran los únicos allí presentes. Al menos no molestaban demasiado, o intentaban no hacerlo.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#2
Soltó un bostezo y se giró sobre su toalla, de estampados florales con motivos rojos y el fondo blanco. Abrió ligeramente los ojos y vio el mar, sonrió y volvió a cerrarlos.

Tras comprobar que tras un duro día de entrenamiento lo mejor era ir a relajarse a la playa lo había tomado por costumbre, por ello estaba allí, tumbada, con su traje de baño —el cual contaba con una pieza de color granate, cruzado en el pecho y sujeto a la espalda, bastante simple—, mientras tomaba el sol. Aquel día estaba siendo tranquilo, por ello prefería quedarse allí, agradeciendo a la brisa marina que la refrescase en vez de tener que meterse dentro.

Hacía un buen rato que estaba allí, sin duda, y había visto como la gente iba y venía de las Costas tranquilamente, otros se quedaban o aprovechaban a refrescarse en el chiringuito que tenía cerca, pero lo que más le había llamado la atención era el muchacho que había traído a su perro y se había puesto a atacar al aire. Por un rato estuvo observándole, pero decidió que no era de buena educación y había optado por volver a tumbarse y tomar el sol.

Al rato escuchó como alguien empezaba una pequeña discusión y abrió uno de sus ojos, buscando a quien perturbaba su descanso, para ver al mismo chico hablar con su... ¿Perro? Un perro precioso, sin duda, con un... ¿Coco? Se frotó los ojos, sin saber si aquello era algo normal o no, aquel comportamiento solo lo había visto en Stuffy, y no era muy normal...

Se incorporó, sentándose sobre su toalla y los miró, algo curiosa, intentando que no se diesen cuenta.
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#3
El entrenamiento continuaba, no había tiempo de tomar el sol, al menos no de manera descarada y descansada. Ya lo estaba tomando —de forma indirecta— al menos no a propósito, si no mas bien como consecuencia de estar expuesto al astro rey sin camiseta. En realidad, ni bien le importaba tener un "bonito" bronceado de verano, eso era indiferente para él.
eeran, y terminaba por caer al suelo. Pero no parecía si no premeditado, pues en la misma arena, el chico continuaba adiestrándose en cómo continuar los golpes. A vista ajena, casi parecía que se hubiese emborrachado y estuviese golpeando al aire de manera alocada, no muy lejos de la realidad, solo le faltaba el alcohol.

Quizás los golpes le salían tan toscos y bruscos porque pensaba en el golpe antes de hacerlo, o simplemente era falta de práctica en éste estilo. Quizás le faltaba alcohol... a saber.

Lo que estaba claro, es que sin practicar, y encontrar la comodidad en ese nuevo estilo de pelea, no pararía. Ya llevaba varios días, y los que le faltaban. Dominar un estilo nuevo conlleva mucho tiempo de práctica, y por mucha experiencia que tuviese ya en dos estilos diferentes, aprender uno nuevo siempre costaba mucho. Siempre se arrastran costumbres, pues de costumbres avanzan las artes marciales. Practicar un golpe mil veces no era puro vicio, es afán de superación en el perfeccionamiento del mismo.

Akane volvió a beber del coco, por medio de la pajita. Tras lo cuál terminó de tumbarse sobre la arena, casi ladeado. El pobre en realidad tenía que estar pasándolo fatal. Entre el calor que estaba haciendo esos días, y ese intenso pelaje... vaya tortura. Era mas que comprensible que no tuviese fuerzas ni para entrenar.

Brawbra-waruuubabaur

Etsu se giró, pues en ese instante le daba la espalda debido a un kata, y se encogió de hombros —pues ni idea, ¿acaso tu sabes cuantos helados te podrías comer en una tarde? no, tampoco podrías decirme...

Akane exhaló por la nariz una pequeña bocanada de aire, en un singular bufido de resignación. Estaba claro que intentar convencer a Etsu de que dejase de entrenar era ridículo. Estaba obsesionado con ello, y ahora más que nunca. Preguntarle cuanto más pensaba entrenar no había sido mas que perder el tiempo.

Venga, va, hagamos unas cuantas flexiones —propuso el chico, entusiasmado con la idea —va... ¿50? ¿100? ¿200?

El huskie reculó incluso, y terminó por girar la cabeza, alejando su mirada de Etsu. Era un perro sueco, o al menos sabía hacerse el sueco la mar de bien.

¡Qué soso eres, tío! —se quejó, para poco después ponerse en posición de flexiones.

»Así te va a crecer la barriga. Solo comes y estas tumbado. No quiero tener a un hermano gordo, ¿eh?

El huskie agarró entre las patas el coco, y se giró un poco, como quien no quería la cosa.
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#4
Eri, cada vez más perpleja por lo que estaba viendo, no pudo evitar meterse un poco más en la conversación entre el perro y lo que parecía ser su dueño. Seguía sin entender como el perro seguía bebiendo del coco, o como podía estar allí sin asarse de calor. Miró a su dueño, alguien bastante peculiar, sinceramente no entendía como alguien decidía entrenar allí.

Por ello se levantó tranquilamente, como quien no quería la cosa, recogió su toalla sacudiéndola ligeramente y se acercó a la posición donde hombre y perro se encontraban, quedándose cerca de donde el can se encontraba descansando.

— ......comes y estas tumbado. No quiero tener a un hermano gordo, ¿eh?

—[color=crimson]Esto... ¡H-hola!
—saludó, moviendo la zurda rítmicamente —. N-no he podido evitar ver como entrenabas aquí con esos movimientos tan... Peculiares —murmuró, moviendo el pie en forma circular y dejando su rastro en la arena —. Yo soy Uzumaki Eri, y, bueno, me preguntaba si querrías ir a entrenar a otro sitio más fresco...

»¡P-por tu perro! Es decir, tiene mucho pelaje... ¿No crees que sería mejor llevarlo a un sitio más fresco?
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#5
Los goterones de sudor resbalaban por el cuerpo del Inuzuka sin pudor alguno. Por desgracia para él, era de lo peor que podía pasar, puesto que con el sudor la arena se pegaba a su cuerpo. Conforme iba sucediendo los movimientos, más y más arena se iba amoldando a su cuerpo, y el final de ésta historia sería el retorno del hombre de arena, o bien la historia del hombre arenero que huía de los gatos. Siendo así... ¿quién sería el malo? ¿spider-man o un gato con ganas de cagar? Muchas dudas, y todas absurdas, sí.

Pero, la distracción llegó en pleno cuando Etsu se hallaba en mitad de su entrenamiento. Bueno, quizás en el primer tercio del mismo. Una voz, para nada familiar, llamó su atención. Un saludo, tímido o carente de fuerza, aunque ritmo no le faltaba agitando la mano a la chica en el saludo. Se trataba de una chica con una cabellera rojiza de un tono tan intenso que la misma sangre podría sentir envidia. Andaba en bikini, algo normal y frecuente en lugares como era ésa playa, y poco mas cabía destacar.

Hola —respondió Etsu, no muy acostumbrado a lidiar con chicas.

La pelirroja argumentó que había estado observando como entrenaba esos peculiares movimientos. Se presentó, y no titubeó mucho en su proposición. La chica instó en que podían ir a otro sitio mas fresco a entrenar. Mil cosas pasaron por la cabeza del chico. Mil cosas que sobrevolaron la adolescente y perdida mente de un chico a la velocidad de la luz, dejando solo en ella ridículas ideas.

«¿¡Dios!? ¿¡p-pero qué cojones...!?»

El chico hasta retrocedió un paso, no podía creer que existiesen ese tipo de proposiciones tan descabelladas sin apenas conocerse... ¿le estaba pidiendo...?

No, evidentemente no. Toda su imaginación se fue al garete para cuando la chica confesó sus verdaderas intenciones. Miró a Akane, en lo que la chica terminaba de explicarse, y respiró hasta aliviado. No estaba preparado para esas cosas que inundaron su mente en apenas un segundo, ni por asomo lo estaba...

¿Se habría prestado voluntario? Claro que sí. Pero una cosa no quita la otra.

Encantados de conocerte, Eri. Su nombre es Inuzuka Akane, y yo soy Inuzuka Etsu —ante todo los modales. —¿De verdad existen sitios por aquí mas frescos que la playa? Llevamos poco tiempo por aquí, y la verdad que no hemos encontrado nada mejor que ésta playa...

»No es de lo mejorcito para entrenar, pero al menos podemos darnos un chapuzón cuando tenemos demasiado calor, o cuando la arena no me deja respirar —informó, cubierto de arena en casi todo el cuerpo, a la par que alzaba los brazos señalando lo obvio.
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#6
La joven esperó, paciente, a que aquel extraño recibiese toda la información que le acababa de soltar una extraña que ni si quiera conocía. ¿Y si no la creía? Después de todo, no es normal que venga alguien a decirte tal cosas, es más, con tal proposición parecería que quisiera llevarlo a un lugar donde solo estuvieran solos para violarle o algo así.

Aunque con un perro lo tenían claro.

Calló a la voz de su interior, las personas no son malas, y ella creía firmemente en aquello.

Encantados de conocerte, Eri. Su nombre es Inuzuka Akane, y yo soy Inuzuka Etsu ¿De verdad existen sitios por aquí mas frescos que la playa? Llevamos poco tiempo por aquí, y la verdad que no hemos encontrado nada mejor que ésta playa...

Ella asintió, recordando el lugar: en sí no es más que una zona del Jardín de los Cerezos con un montón de árboles que tapaban parcialmente el sol, haciendo que el lugar estuviese más fresco, además; en las cercanías contaban con un estanque y cerca del mismo, una fuente. Nadie solía frecuentarlo porque estaba algo alejado del camino principal del bosque, pero su curiosidad la llevó a descubrirlo hace poco.

No es de lo mejorcito para entrenar, pero al menos podemos darnos un chapuzón cuando tenemos demasiado calor, o cuando la arena no me deja respirar.

Lo único bueno que tiene es la playa para refrescarse, pero al final lo que conseguirás es freírte al sol... —añadió ella —. ¿Conoces el Jardín de los Cerezos? Allí está el lugar, el problema es que deberías refrescarte antes de ir, eso y que estás lleno de arena, y probablemente Akane también —mencionó, acercándose con recelo al can, ¿podría acariciarlo?
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#7
La pelirroja no tardó en afirmar que así era, que conocía un sitio con mejores condiciones que la playa. Era difícil, aunque no del todo... ¿una piscina quizás? ¿un lago? La respuesta se hizo esperar un poco, dado que el Inuzuka continuó exponiendo la situación. Tras ello, la chica inquirió que la playa era una mala idea, puesto que podías refrescarte, pero poco más. Estabas totalmente expuesto al sol, y terminarías achicharrandote. Razón no le faltaba, la verdad. No tardó en revelar el lugar que proponía, el llamado jardín del cerezo.

«Un momento... ¿no será ese sitio donde estuve el otro día?»

Arqueó una ceja, dubitativo. Entre tanto, dejó caer que lo propio sería que se tomase antes un baño para quitarse la arena y refrescarse, así como Akane. Poco a poco, conforme sus palabras fluían, se fue acercando a Akane, quizás con la intención de acariciarlo. Como era de acostumbrar en su carácter, ni hizo por acercarse, ni hizo por alejarse. Estaba acostumbrado a que la gente le acariciase, pero ni fú ni fá...

Además, tenía el coco-loco, y al parecer estaba tremendo.

Bueno... creo... ¿puede ser un parque céntrico? ¿uno que andaba entre varios edificios, pequeñito? no sabría decir si era ese su nombre, pero ciertamente tan solo había sombra... no había manera de refrescarse allí.

«¿Será que al final quiere intimidad...?»

La verdad, comenzaba a cuestionarse las posibles razones que le hacían a la chica querer llevarlo a otro lugar.

Si es ese sitio, casi prefiero la playa, la verdad. Y Akane... mientras haya comida o bebida, opina lo mismo...

Ababaur —confirmó, no demasiado entusiasmado.
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#8
Bueno... creo... ¿puede ser un parque céntrico? ¿uno que andaba entre varios edificios, pequeñito? no sabría decir si era ese su nombre, pero ciertamente tan solo había sombra... no había manera de refrescarse allí.

La verdad es que es un parque bastante grande, lleno de cerezos —explicó, frunciendo ligeramente el ceño —. Encontré hace poco un pequeño lugar rodeado de cerezos donde da bastante sombra a lo largo del día, y cerca hay una fuente para refrescarse... Se está bien, la verdad —afirmó, esta vez con certeza.

Al no ver mucha reacción sobre el can, Eri reculó un poco, si él no quería, ella no iba a forzarlo.

Si es ese sitio, casi prefiero la playa, la verdad. Y Akane... mientras haya comida o bebida, opina lo mismo...

Ella se encogió de hombros, lo que faltaba allí sería la comida, y parecía que Akane ejercía mucha más presión en Etsu que al revés. Lo comprendía, ya que había visto a Stuffy y a Nabi en momentos similares, pero... Bueno, no todos los Inuzukas tienen pulgas, o algo así era el dicho.

Me temo que no hay comida o bebida allí, a no ser que os acerquéis a algún puesto de comida que deambula por allí —informó, algo apenada —. Pero bueno, no tenía porqué ocurrir, podéis seguir aquí, tampoco se está tan mal —sonrió—. ¡Suerte!
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#9
El Inuzuka creía haber estado en el sitio que la pelirroja decía, y si era el que recordaba, estaban mucho mejor en esa playa. La arena era un gran impedimento, obvio, pero al menos tenían agua para refrescarse y un sitio donde comprar cualquier cosa que les apeteciera; hasta coco-locos había, que no era poco. Pero nada mas contestar la chica, se pudo denotar que sin duda se trataba de otro sitio. Grande, con una fuente, aunque rodeado de esos enormes árboles rosados. Se le pudo denotar un poco incómoda, incluso recelosa de acariciar a Akane. Era extraño...

Con la respuesta expuesta por Etsu, la chica terminó por encoger de hombros. Dejó caer un posible acuerdo, o solución; comprar aquello que quisieran antes de ir, para una vez allí estar la mar de a gustos. Aunque fue una opción efímera, casi pareció arrepentirse al decirlo. Sin duda era una chica de decisiones rápidas.

El rastas se llevó la mano al mentón, meditando por un momento. Apenas un segundo mas tarde, llevó su mirada hacia Akane. El can, aunque no de manera audible, hablaba con el Inuzuka. Etsu terminó por encogerse de hombros, como el que no tenía interés alguno en una opción u otra. Lo importante para éste era entrenar, ya fuese allí o en Taigakure.

Está bien, está bien.

Warubau —con su característica parla, el can anunció su conformidad.

Ok, creíamos que hablabas de otro lugar. Un chapuzón, y marchamos, ¿ok? —informó a la pelirroja. —Aunque habrá que parar antes a comprar... Akane es un poco glotón.

El can lo miró, de manera intensa y descarada —¡Ababauf! —e indignado, alzó el rostro y lo giró. Un bufido, confirmando su indignación. Y antes de dejarle decir nada a Etsu, tomó el coco y se fue hacia una papelera cercana, en la cuál tiró el mismo. Sin duda, lo que menos le faltaba al can era educación o civismo.

Etsu aprovechó para darse el mencionado chapuzón, y quitarse toda esa arena que tenía encima. Fue algo rápido, efímero, aunque tendrían que esperar a Akane... él iba a su ritmo. EL Inuzuka se dispuso a recuperar las pertenencias antes de iniciar el camino.

En cuanto termine Akane, podemos tirar.

El can se debatí entre si entrar al agua o no. No era un perro de agua, eso se podía ver... era un huskie.
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#10
La pelirroja estuvo a punto de irse, pero al parecer, en un debate interno totalmente ajeno a ella y que no le correspondía, el chico de nombre Etsu volvió a hablar.

Ok, creíamos que hablabas de otro lugar. Un chapuzón, y marchamos, ¿ok? informó a la pelirroja, y ella le hizo un gesto de pulgar arriba, expresando su conformidad . Aunque habrá que parar antes a comprar... Akane es un poco glotón.

Al can no pareció gustarle el último comentario del genin, por lo que expresó su indignación con un extraño sonido y movimientos en el rostro. Tomó el coco que se había estado bebiendo y sin ningún tipo de problema, lo tiró en una papelera. Eri estaba perpleja por el comportamiento casi humano del perro, pero no dijo nada pues sería descortés.

Mientras que Akane limpiaba sus cosas, Etsu había aprovechado para limpiarse de la arena que tenía por todo el cuerpo y del sudor que lo empapaba totalmente. Akane, por su parte, parecía tomárselo con más calma, así que tras anunciar que tras terminase el perro, los tres podrían irse.

No pasa nada, cuanto más tarde, menos pegará el sol —comentó ella—. ¿Vais a comprar aquí? ¿O preferís ir a algún puesto en el Jardín? —preguntó la pelirroja—. Aunque aún no me creo que no hayas ido todavía al Jardín de los Cerezos.
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#11
El chico torció el gesto al ver que el can no se lanzaba al agua. Aunque a decir verdad, tampoco es que le sorprendiese del todo. Lo conocía tan bien... TANTO... que era difícil que éste le pudiese sorprender. Eran el yin y el yan, la noche y el día, un vaso entre medio lleno y medio vacío... tenían un enlace tan fuerte, que eran más que hermanos, por mucho que les gustase llevarse la contraria.

Entre tanto, la chica aseguró que en realidad era hasta mejor que Akane se tomase su tiempo, pues cuanto más tardasen mas se pondría el sol, y con ello menos calor haría. Razón no le faltaba. Sin demora, preguntó si pensaba comprar allí o bien prefería comprar en alguna tienda cercana al Jardín de los Cerezos.

Etsu encogió de hombros, indiferente —en realidad da igual, pero quizás sea mejor por allí, para que no se pongan a hervir por el camino, ¿no?

La pelirroja optó por dar a conocer su inquietud, la de que no comprendía cómo a éstas alturas no conocían el susodicho jardín. El rastas no quiso dar una respuesta similar a la anterior, pero no pudo evitar que la memoria muscular le jugase una mala pasada. Sin querer queriendo, terminó por encogerse de hombros de nuevo.

Es mi primerito día... —no lo era, pero hacía alusión a que en realidad, llevaba realmente poco tiempo por las calles de Uzu.

Al final, el can se decidió. Se lanzó de morro al agua, y se sumergió por un instante. Fugaz y efímero como un cometa cayendo fue el chapuzón. Akane salió corriendo por patas del agua, cual rata escuálida y desnutrida. Su hermoso pelaje, su presencia, su porte... todo a la mierda. Una puta rata desnutrida.

Etsu no pudo evitar la carcajada para cuando Akane llegó hasta ellos.

¡¡Jajajajajajaja!! —rió a todo pulmón, señalándolo —¡se te ve genial, hermano!

Obviamente era una ironía, una que acostumbraba a usar siempre que ésta situación se daba, lo cuál no eran pocas veces. El can lo miró con los ojos entrecerrados, inconforme obviamente. Sin mas, el can le propinó un bocado en la pierna. Etsu saltó, el bocado no había sido gran cosa, pero le había dolido.

¡¡Maldita rata del infierno!! —se quejó el rastas mientras daba saltitos a pata coja, tomando la pierna mordida entre sus manos.

¡Gruf! —contestó en lo que parecía un resoplido, y alzó la mirada en dirección contraria, aparentemente indignado.

Tras el baile de Etsu, uno sin duda alguna digno de elogio, el Inuzuka dejó escapar un suspiro —creo que ya estamos listos para irnos...
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#12
—En realidad da igual, pero quizás sea mejor por allí, para que no se pongan a hervir por el camino, ¿no?

Ahí tenía que darle la razón, así que asintió ante lo dicho mientras esperaba a que el perro de Etsu lograse meterse en el agua para limpiar todo rastro de arena que tuviera en su pelaje. Mientras tanto, el muchacho que la acompañaba en ese instante informó de que, al ser su primer día; no había podido conocer todos los lugares pintorescos de su villa, así que no pudo culparle, ya se encargaría ella de enseñar parte del jardín al kusajin.

Por fin, el can de nombre Akane decidió a hundirse en las aguas de la Costa del Remolino, aunque el chapuzón fue lo que se dice corto, ya que tras unos segundos, el perro volvió corriendo a tierra firme, pareciendo... Bueno, lo que se dice un perro sin pelo.

O una rata demasiado grande.

Etsu comenzó a reírse, y ella, sin querer, soltó una risilla por lo bajo que pronto calló con sus manos. Pero Akane no pareció dejarle ser su objeto de burlas, por lo que le lanzó un mordisco que hizo callar a todo aquel que estuviera riendo. Tras un par de saltos a la pata coja, quejas y ladridos, Etsu informó que ya podían irse, pero...

¿Estás seguro de que puedes andar? —Preguntó, señalando el lugar donde había recibido el mordisco.
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#13
El rastas consiguió con su comentario hasta que la chica comenzase a reír. Sin embargo, a Akane no le pareció oportuno morderla también. La confianza da asco en ocasiones...

Al fin, estaban listos para partir. Lo informó a la pelirroja, y casi comienza a andar, pero la chica quedó un poco impactada. De hecho, preguntó si de verdad podía andar con ese bocado. Hasta lo señaló. El Inuzuka miró el susodicho mordisco del can, pero los dientes apenas estaban marcados. Obviamente, había sido como el típico puñetazo que te daría un amigo en el hombro, pero pasado de can a humano... pues era un poco mas... así.

Mordisco.

Etsu afirmó con un gesto rotundo de cabeza —claro, solo ha sido un bocado. Unas veces me toca a mi, otras le toca a él... tampoco es que lo haga con maldad. Es tan solo un "no te pases, tío".

El can sin embargo, aún parecía un poco mosqueado. Aún mantenía el gesto de indignación. Sin duda alguna, era mas expresivo que una persona, y eso que no sabía hablar el idioma.

Podemos continuar, tranquila. Ya se le pasará en un ratillo.

Con las mismas, comenzó a caminar, ajeno de preocupación alguna. En su rostro, una cordial sonrisa, algo más que típico en él.
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#14
Claro, solo ha sido un bocado. Unas veces me toca a mi, otras le toca a él... tampoco es que lo haga con maldad. Es tan solo un "no te pases, tío".

Ella lo miró, no muy convencida con la respuesta, pues Stuffy y Nabi solo lograban discutir a través de réplicas y ladridos, nunca llegaban a las manos —o al menos, no delante de ella—, Akane, sin embargo, sí parecía cabreado con su compañero Inuzuka, pero como ella tampoco pinchaba ni cortaba en ese asunto, se mantuvo callada hasta que Etsu volvió a hablar.

Podemos continuar, tranquila. Ya se le pasará en un ratillo.

Ella asintió, comenzando a caminar junto al muchacho de Kusagakure. El sitio del que había hablado no se encontraba del todo lejos de allí, lo primero que tenían que visitar, sin embargo, era el famoso Jardín de los Cerezos del que Eri había hablado, que en aquel momento se encontraba casi vacío gracias al calor que pegaba aquel caluroso día de verano. Aún así algunos puestos de comida habían abierto por el negocio.

Ahí podéis encontrar lo que más os apetezca, después os guiaré al sitio del que hablaba —dijo de forma un tanto misteriosa, mientras se acercaba a uno de los puestos más cercanos, donde intercambió unos ryos por dulces.
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#15
Los tres comenzaron a andar camino al sitio del que hablaba la pelirroja. Sin prisa pero sin pausa. Caminaban con calma, y tanto Etsu como Akane no podían evitar quedar observándolo todo a su alrededor. Si tan buen sitio era, tenía que recordar el camino, y no había mejor manera que fijándose en todo el camino con minuciosa observación. Intentó quedarse con los nombres de las calles, al menos con algún nombre, o con algún puesto cercano. Quizás lo olvidase en un rato, era algo normal en él, y más aún en un sitio que no conocía ni iba a conocer por completo... ya se sabe que éstas ocasiones no suelen repetirse demasiado.

¿Visitar una aldea oculta por las buenas? raro...

Pero bueno, no era quién para juzarlo. Era el primer examen de chunin al que podía asistir, y eso que iba como espectador. Quizás el tiempo le golpeaba en la cara y descubría que la estabilidad entre las aldeas a cada año era más y más fuerte. O quizás pronto descubría que ni por asomo era así.

Fuese como fuese, en cierto momento llegaron hasta una tienda bien adornada, y con un sutil aroma a dulces que no pudieron evadir. Eri anunció que en esos puestos podían comprar lo que quisieran, y eso mismo daba a entender que ya habían de estar cerca. Etsu sonrió, y caminó hacia el susodicho puesto. La pelirroja aprovechó la situación también a su favor, y compró unos dulces.

Etsu miró a Akane, y dejó caer un suspiro —está bien, está bien... pero solo para llevar las cosas, ¿va?

Realizó un sello, y con las mismas, el can adoptó su misma condición bípeda. Copió su apariencia con casi completa similitud, aunque algo mas asalvajada. Tras ello, ambos se adentraron un poco en la tienda, y comenzaron a pillar todo lo que iban viendo con apariencia medianamente agradable. Si, ambos comían demasiado con la vista. Seguramente, de eso no se comerían ni la mitad...

Al finalizar, cada uno llevaría dos o tres bolsa enormes de dulces, gominolas, bebidas, e incluso chocolatinas. Si, hasta chocolatinas derretidas. Nada escapó a los ojos del par de chicos, que para cuando mostraron todo ante el tendero, hicieron de su día el mejor de la semana, o incluso del mes. Éste los atendió mas que sonriente, y dispuesto a cobrarles. No tardaron demasido en los trámites, Etsu pagó rápidamente con un billete excesivamente valioso. Su cartera estaba repleta de dinero, no era algo raro que hasta dejase propina.

Ya estamos listos —inquirió, cargado hasta las trancas, al igual que su can —cuando quieras, podemos irnos.

Apenas podían ver entre las compras. Quizás, solo quizás, se habían pasado un poco...
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