—aaaa — Suspire... claro que no le había contado nada. Y era mejor cuanta menos gente supiera cosas. Claro que... ¿Como me libraba ahora de algo así? Además... Ahora tenia mejor cara. —Eso pasó en verano del año pasado. Acompañé a un Jounin al pais del hierro a llevar un mensaje a su Lider, y por el camino, esos ninjas atacaron el barco en el que viajabamos, acompañados de la hija del líder de los samuráis.

»No sabemos por que nos atacaron, ni que buscaban en ese barco. Allí no había, aún, nada relacionado con los bijuus.

Aunque tenia una ligera idea de por que. Algo que no quería decir en voz alta demasiadas veces. Por que cuando mas pensaba en la posibilidad de que quisieran deshacerse de la única capaz de destapar la verdad sobre la líder del país de los samuráis, más angustia sentía.

Bueno, quizás no era correcto decir que era la única, Mudito también lo había notado, y por lo visto había mas como él. Pero seguramente, al ser la mas cercana a su madre, era la única a la que el resto de samuráis le daría algo se credibilidad.

—Poco más tarde, después del ataque de los ninjas, nos cruzamos con un bijuu, no quiero decir mucho mas, las paredes tienen oídos. Y ese Bijuu es amigo mio, no quiero poner en riesgo su libertad, espero que lo entiendas.

Cuanta menos información, mejor. Allí había demasiados oídos. Podría haber ninjas de Kurama infiltrados entre el publico o incluso los guardias del torneo.

—Dicho Bijuu me dio un mensaje para sus hermanos y sus guardianes, por eso tenia que hablar con Ayame y Kokuō, y para que me sus hermanos confiasen en mi palabra, me convirtió en algo así como los generales de Kurama. Es obvio que yo soy bastante mas débil que ellos, pero por lo que me contó Datsue, yo puedo hacer con el chakra del Bijuu lo mismo que ellos.

—Espera, ¿qué? —intervino Daruu, atónito, cuando Reiji mencionó que se "cruzó con un bijuu". No obstante, dejó que terminase de hablar.

Un viaje al País del Hierro, ninjas que servían a Kurama identificados con un copo de nieve, ¡un bijū que entrega un mensaje para los demás bijū y para los jinchūriki! Si se llamase Uchiha Datsue, no le habría creído, ni de coña. Pero aquél chico era Sasaki Reiji, bastante cabezota en sus ideas. Tenía que ser verdad.

»Espera, ¿qué? —repitió finalmente.

—Pues justo eso que te acabo de decir. Que puedo hacer con el chakra del bijuu lo mismo que los generales con el de Kurama, o eso dice Datsue. Claro que ellos seran mas poderosos que yo, de momento.

Dentro de un tiempo... Quien sabe, quizas había mejorado lo suficiente para estar al nivel, aunaue viendo que hicieron falta cuatro personas, entre ellas, un Kage y dos Jinchurikis, para derrotarlo, parecía algo imposible.

—Aunque preferiría que esto no se escuchara mucho, sobretodo por que no me apetece que Kusagakure me amenace de muerte, y menos, después de lo de la primera ronda.

Por que si Kintsugi supiera... Dios, entonces estaría un poco jodido. Datsue podía cuidarse el culo solito, o tenia a shukaku para aplastar a quien se le pusiera por delante. Pero mi cuello aun no tenia ese nivel de protección. Así que, mejor que hubiera menos gente que supiera del tema.

—No voy a pedirte que no le comentes nada a Yui, por que seguramente ya la haya informado Ayame. Pero si sacas el tema lo menos posible, o si se te olvida en un rato por casualidad, mejor.

Fua. Que Reiji era una especie de jichūriki con el chakra de un bijū. Aquella bomba todavía le tenía desconcertado. Incluso parte de él no se lo creía. Una pequeña parte, claro: Daruu había visto tantas cosas que podrían parecerle a cualquiera imposibles...

—No, no, estoy de acuerdo. Mejor que no lo sepa nadie —dijo, bajando la voz—. No sé si Ayame se lo habrá contado a Yui si ni siquiera me lo ha contado a mí. Aunque igual debería. No sé si me da más miedo su reacción al hecho en sí o al que le oculten un hecho. —En realidad sí que lo sabía. Lo había visto—. El caso. Yo me andaría aún con más ojo con los Generales que con Kintsugi. Eso sí, cuánto menos pises ese país de salvajes, mejor.

—Si, los generales me preocupan, pero no estoy seguro de que vayan a presentarse aquí mismo. A quién si tengo delante en cada ronda del torneo es a Kintsugi. Los Kusajin perseguirán al Bijuu si se enteran.

Y si eso pasaba, yo tendría que darles caza a los cazadores, probablemente de forma muy arriesgada, por qué la Morikage enviaría a la élite para enfrentar a un bijuu. Pero me daba igual. Generales, Kusagakure. Si alguno intentaba atacar a Gyūki, sentiría el acero de los Sasaki.

—De todos modos, si no se lo ha contado Ayame a Yui, se lo habrá contado Hanabi. Por no ocultar nada a la alianza, supongo.

Como si un gennin como yo tuviese acceso a información del nivel de "Conversaciones entre Kages". Pero quería suponer que igual era un detalle importante para la alianza, y para derrotar a Kurama, que yo trasmitiese el mensaje a los bijuus.

—Quizás lo mejor sea no pensarlo mucho. Mientras yo no vaya gritandolo a los cuatro vientos o usando esos poderes en las rondas del torneo, no debería preocuparme ni de los generales ni de los Kusajin.

Si. Lo mejor era centrarse en los combates que quedaban por delante y en ganarlos. A ser posible, sin quedar inconsciente. Una de las cosas que no sabía a ciencia cierta era como reaccionaría el chakra del bijuu si me quedaba inconsciente por gastar todo mi chakra o por recibir un buen golpe.

Daruu asintió.

—Sí, ni se te ocurra. Eso no suele... no suele salir bien. —Desconocía el grado de control que Reiji tenía sobre sus poderes, pero los acontecimientos de su examen de ascenso a chūnin le vinieron a su mente. ¿Y si ocurría de nuevo lo mismo que le ocurrió a Ayame aquella vez? Casi hubo una guerra—. En fin, ha sido un día agradable, pero creo que en cuanto pague voy a irme a descansar un rato.

»Oye, Reiji... gracias. Me has ayudado bastante a levantar los ánimos un poco. Si algún día me necesitas, cuenta conmigo.

—No tienes que darlas, te vi mala cara y pensé que necesitabas un respiro, me alegro de poder haber sido de ayuda, además...

Bueno, solo lo suponía, pero en teoría no hacia falta que me devolviera ningún favor, el era parte de la alianza, y en principio, como Ayame y Datsue, seguramente tuviera que cubrirme la espalda.

—Si, espero que no llegue el día, pero si necesito que me cubran las espaldas espero que estes por allí.

Sobretodo si lo que me atacaba era un general de Kurama. Por muy poderosos que fuera el chakra de Gyūki, yo no lo era tanto, y dudaba poder vencer a unos tipos como el que había peleado contra ellos. Habían necesitado un cuatro contra uno para derrotarlo.

—Supongo que no me dejarás volver a pagar, pero no me importaría.

—Ah, ah... —negó con la cabeza. Levantó una mano para llamar la atención de la camarera, una joven de cabellos castaños que ya se acercaba, evidentemente fatigada por el trabajo del día—. De hecho... esta vez invito yo. —Daruu depositó tres brillantes monedas en la mano de la trabajadora y le agradeció escuetamente el servicio. Se levantó—. En fin, Reiji, espero verte de nuevo. Y espero también volver a luchar contigo uno de estos días. Estoy deseando ver cuan competente te vuelves con esa espada... y con el martillo de herrero. —El Hyūga le dedicó una reverencia algo pomposa de colegueo.

—No te lo impedire está vez. Me confirmo con que me dejases pagar la comida.

Daruu se levantó, dispuesto a irse. Y yo también. Había conseguido que mejorase la cara de Daruu, y ademas me había decidido: Forjaria la bandana que habia partido por la mitad. Y que fueran los Kusajin quienes decidieran como sentirse. Si querían ofenderse, peor para ellos, yo lo haría con buena fe. Al fin y al cabo, Kazuma no tenía la culpa de que su líder fuese un poco idiota.

Si. Idiota. Porque así fue como me sentí cuando me di cuenta que meter a todos los samuráis en un mismo saco por los actos de uno solo había sido una gilipollez provocada por el calor del momento. Y a ella le pasa exactamente lo mismo que a mí, pero con los Bijuus.

—Yo también quiero volver a pelear contigo. Quizás no te gane, quien sabe, pero la próxima vez seguro que logro encajarte algún golpe.

O eso esperaba, por que entonces no habría mejorado nada, o por lo menos, no lo suficiente. Por ahora, para un genin, bastaba con un solo golpe contra un jounin al que, la ultima vez, no había conseguido acertarle ni una sola vez.

Le devolví la reverencia antes de marcharme, tenia que ir a comprar los materiales que necesitaba y, bueno, quizás ver si podía encontrar algún sitio para trabajar, aunque eso seria más difícil.