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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
¡Cof, cof! —UN PUTO MILAGRO. nunca había respirado mas aliviado en toda mi jodida vida. Dios. Se me caían las lágrimas y no podía evitarlo—. El... barco... lo salvé.

¿A quien le importaba el barco en ese momento? Había estado apunto de perderla. Esa sensación. Seguro que no la olvidaba en mucho tiempo. Y probablemente tendría pesadillas con eso durante por lo menos unas noches.

¡La madre que te parió, Yuuna! —El calor del abrazo de Katsudon ayudaba. Pero no podía parar de llorar. —. ¡El barco no era tan importante como para arriesgar tu vida!

Es injusto que digas eso, Don

Casi te aplasta a ti.

¿Sois idiotas? ¿Sois tontos? ¿De qué sirve un barco si no tienes a tú lado a las personas con las que quieres viajar?

No tenia pensado soltarlos a ninguno de los dos. Pero sobretodo a Yuuna. Necesitaba aquello como el aire que respiraba. Necesitaba sentirla viva entre mis brazos.
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Vámonos, Raimyogan. ¿No ves que estás estropeando una escena muy íntima? —rio Chae, tranquilo pasado el revuelo. Comenzó a caminar hacia la aldea con los brazos tras la espalda.

Raimyogan comenzó a seguirle, pero se detuvo un momento.

Don, tenéis que ir a ver a Hanabi de inmediato. Te estaba esperando, y está algo preocupado. Ah, y por cierto. No sé quién es esa muchacha, pero recuerda el sistema de alarmas que implantó esa jōnin de Amegakure: ahora mismo tendrás a media aldea revolucionada —advirtió—. Me adelantaré por si acaso y avisaré a todo el que vea para que la desactiven de inmediato. Me imagino que si lloráis tanto por ella no será una enemiga.

Gracias, Rai.

De nada.

Katsudon se separó de ambos y los miró a los dos, alternativamente.

Quiero que sepáis que pase lo que pase a partir de ahora, aquí tenéis un buen amigo —dijo el hombretón, y miró esta vez específicamente a Reiji—. No un mentor. No un superior. Un amigo. —Se levantó y se sacudió los pantalones—. Uhm... vais a coger un resfriado de los gordos. Deberíais cambiaros antes de que vayamos a ver a Hanabi-kun.
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Vámonos, Raimyogan. ¿No ves que estás estropeando una escena muy íntima?

Les había estado ignorando completamente todo ese rato. No a propósito. Así que en realidad, no había estropeado nada.

Don, tenéis que ir a ver a Hanabi de inmediato. Te estaba esperando, y está algo preocupado. Ah, y por cierto. No sé quién es esa muchacha, pero recuerda el sistema de alarmas que implantó esa jōnin de Amegakure: ahora mismo tendrás a media aldea revolucionada —No sabía de que hablaba. Quizás porqué era un gennin no tenia cierta información. O tal vez por que vivía un poco... A mi royo. —. Me adelantaré por si acaso y avisaré a todo el que vea para que la desactiven de inmediato. Me imagino que si lloráis tanto por ella no será una enemiga.

Gracias, Rai.

De nada.

Quiero que sepáis que pase lo que pase a partir de ahora, aquí tenéis un buen amigo —Ah. Pero yo hacía tiempo que lo consideraba mi amigo. De los pocos que tenia.—. No un mentor. No un superior. Un amigo.

Me acerque y lo di un buen abrazo. Había arriesgado mucho por mí. Y eso que yo no había parado de entorpecerle durante todo el viaje.

Uhm... vais a coger un resfriado de los gordos. Deberíais cambiaros antes de que vayamos a ver a Hanabi-kun.

Creo que ahora a ti también te hace falta. —Dije riendome. Que me hacia falta después de todo aquel drama que habíamos montado en el puerto. Luego miré a Yuuna, aunque hable para los dos.—Nuestras cosas están en el barco, deberíamos hacer caso a Katsudon y subir a cambiarnos.

Sabia que Yuuna no podía subir al barco sola. Quizás en algún momento, debería de enseñarle a hacerlo, pero ahora... Ahora necesitaba aprovecharme para tenerla en brazos otro rato.

Le tendí la mano.

¿Vamos?
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Yuuna sonrió y tomó la mano de Reiji, para que de nuevo y de aquella forma tan avergonzante la subiera de nuevo al barco. Pero aquella vez, incluso si había gente mirándoles, a Yuuna no le importó.

Los muchachos entraron en los camarotes, recogieron el resto de sus cosas y se cambiaron, cada uno en un habitáculo distinto. Cuando salieron a cubierta, Katsudon les llamó desde los muelles.

¡Eh! ¡Pasadme una cuerda! ¡Hay que amarrar el barco para que no se vaya a la deriva! ¡A ver si encima que casi nos cuesta la vida lo dejamos a su libre albedrío! —les gritó. Luego, se puso a discutir con tres ANBU que cargaban con espadas. Al parecer Raimyogan no había exagerado con lo de la alarma.
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Oh. Si. Disfrute de mi momento cargondola en brazos. Me lo había ganado. O tal vez no. Pero a mi me daba igual por que sentía que me lo merecía. Aún había cosas que no asimilaba.

Pero oh, su sonrisa. Verla sonreir conseguía calmar mi agitado corazón. Po que aún lo estaba.

Y cuándo estuve solo en la habitación para cambiarme, me senté un minuto en el suelo para procesarlo todo. Porque la cosa solo acababa de empezar.

Metí la cabeza entre mis dos manos solo de pensar en el embrollo que se iba a montar en mi casa cuando apareciera por la puerta. Y sobre todo, en el momento en que tuviera que presentar a Yuuna.

Seria lo que tuviese que ser. La había visto morir. Como había visto morir a Katsudon. Era consciente de lo que había sentido en ese momento. Sabía las consecuencias que acarreaban esos sentimientos. Y había dado el paso.

Respiré hondo. Me olvide de esos asuntos, por que aún tenia que ir a ver a Hanabi. Me di unas palmaditas en las mejillas y me levante para secarme y vestirme. Luego salí a la cubierta.

¡Eh! ¡Pasadme una cuerda! ¡Hay que amarrar el barco para que no se vaya a la deriva! ¡A ver si encima que casi nos cuesta la vida lo dejamos a su libre albedrío!

Pues sí. Y agradecía mucho su esfuerzo, pero que se jugarán la vida por ello casi me provocaba un infarto. Sobretodo la parte en la que cierta muchacha no respiraba.

Busqué una cuerda por el barco mientras Katsudon discutía con aquellos anbus armados.
Había una cosa que me preocupaba en aquél tema de la alarma. ¿Quizás habían detectado también el chakra del Bijuu cuando lo había usado para salvar a Yuuna?

Cuando encontré una cuerda se la lancé a Katsudon para que atará el barco bien atado. Luego esperé a que Yuuna bajara para seguirla.

Lo primero que iba a necesitar ese barco era un buen ancla.
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De hecho, sí tenía un ancla. La había tenido todo este tiempo, pero nadie se había dedicado a buscarla. Ahora que había pensado en ella, Reiji la vió: justo al lado de la cuerda que le lanzó a Katsudon había una manivela para soltar y levar el ancla.

El hombretón tomó la cuerda y la ató firmemente al amarre con un buen nudo. Yuuna bajó del barco de un salto e hizo una reverencia divertida delante de Katsudon. Cuando ambos estuvieron preparados, el hombre les condujo por las calles de la aldea hacia el Edificio del Uzukage. Pero antes se detuvo, cuando salió de los muelles, e hizo algo que probablemente a los otros dos les resultara terriblemente divertido. Para Katsudon no tenía nada de divertido, sino que más bien fue un alivio: el Akimichi se arrodilló y besó la tierra. Ya había tenido suficientes barcos por una década. Como mínimo.

Caminando por la aldea, Yuuna no dejaba de maravillarse por su aspecto. Le encantaba lo colorido que era todo, empezando por las casas de piedra gris y tejados de colores, pasando por los parques, y finalmente destacando los cerezos —y eso que por aquella época del año había pocos que permanecieran en flor—. Antes de entrar al edificio, la muchacha se detuvo a contemplar una carpa de escamas irisadas que se abría paso a través de los remolinos.

¿Cómo puede nadar en estas aguas tan revueltas? —preguntó.

Quizás muchos se harían esa misma pregunta con Hanabi-kun, jo, jo, jo —rio Katsudon—. No entiendes el chiste porque no llevas mucho tiempo en Uzushiogakure, ya irás viendo el panorama. ¿A que tú si lo entiendes, Reiji-kun?

Yuuna levantó una ceja y miró a Reiji, confundida.
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Antes de salir del puerto yo también hice una reverencia. Pero al barco. Nos había causado unos cuantos problemas y Yuuna casi muere por eso.

Pero aún así, ese gran trozo de madera que ahora era mío, nos había llevado primero al pais del hierro y luego traído de vuelta a uzushiogakure. Y una cosa mas: En el, me había convertido en el primer pirata del aire del jodido mundo.

Entendí lo que hizo Katsudon. El pobre había tenido suficiente mar para toda su vida. Pero lo que no estaba recordando es que en algún momento no muy lejano habría que volver al hierro. Y yo pensaba arrastrar a Katsudon en mi barco de nuevo.

Yuuna estaba embobada mirando el precioso aspecto que tenia Uzushiogakure incluso en aquella época del año. Yo... Yo estaba embobado pensando en la imagen de Yuuna en el aire, cogiendo la espada. Aquella imagen había sido una maravilla visual, y no pensaba quitármela de la cabeza jamas.

Lo que vino después fue desastroso, y en aquel momento no pude disfrutar del recuerdo como era debido. Pero ahora sí.

Aunque su voz me saco de mis pensamientos cuando por fin alcanzamos el edificio del uzukage.

¿Cómo puede nadar en estas aguas tan revueltas?

Quizás muchos se harían esa misma pregunta con Hanabi-kun, jo, jo, jo

Jajajajajaja

Estaba mal que me hiciera gracia ese chiste. Pero lo había contado Katsudon, que era su mano derecha.

No entiendes el chiste porque no llevas mucho tiempo en Uzushiogakure, ya irás viendo el panorama. ¿A que tú si lo entiendes, Reiji-kun?

Si, pero creo que esta mal que nos riamos así en este momento. Sobretodo por que las aguas revueltas vamos a provocarlas nosotros cuando le contemos todo lo que tenemos que contarle.

Por que, madre mia... Habían muuuuuuuchas cosas. Muchas. Y todas muy gordas.

No querría estar en su lugar en ese momento ni aunque me prometieran una flota enorme de barcos.
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Bueno, pues no perdamos el tiempo y contémosle todo —dijo Katsudon—. Sé que volver a pensar en la realidad será difícil, Yuuna. Siento que esté tan alegre, pero es que tenía ganas de bajar de ese barco.

Yuuna sonrió amablemente mirando a Reiji de reojo. Seguro que él tenía ganas de volver a subir.

Los tres entraron al Edificio, dieron las explicaciones pertinentes y comenzaron a subir las escaleras.

¿Has pensado en un nombre para el barco, Reiji? —dijo Yuuna—. Todos los barcos tienen un nombre. O eso he oído.

El Takoyaki —dijo de pronto Katsudon.

¿Perdón?

No sé, es lo primero que se me ha pasado por la cabeza.
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Bueno, pues no perdamos el tiempo y contémosle todo —Por lo que habían dicho por ahí, hanabi tenia muuuuuchas gana de vernos. Quizás habia sido el, con sus poderes de kage, el que había detectado el chakra del bijuu.—. Sé que volver a pensar en la realidad será difícil, Yuuna. Siento que esté tan alegre, pero es que tenía ganas de bajar de ese barco.

Yo le entendía. No compartía esa alegría en concreto, pero lo entendía. Le había visto en el barco y sabía lo mal que lo pasaba. Y aún asi... Aun así pensaba subirlo a ese barco cuando tocara volver a salvar a la familia de Yuuna.

Que bien pensado, ahora que tenia una relación con Yuuns... También podría considerarla como mí familia. Menudas vueltas daba la vida.

¿Has pensado en un nombre para el barco, Reiji? —tenia nombre desde que salimos del hierro.—. Todos los barcos tienen un nombre. O eso he oído.

El Takoyaki

¿Perdón?

No sé, es lo primero que se me ha pasado por la cabeza.

Me tuve que reir de nuevo. Katsudon y la comida.

Takoyaki es lo que deberíamos meternos entre pecho y espalda para celebrar que hemos llegado de una pieza. — sugerí. —Además estaría feo que le pusiera ese nombre después de que un pulpo gigante nos salvara la vida, a algunos dos veces. —Y no me refería a Yuuna, si no a mi. Hubiera sido capaz de morir ahogado con tal de rescatarla. Pero su ayuda fue clave.— No, este barco se llama los "Mil y un mares". Lo bauticé mientras salíamos del hierro.
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Pero Reiji ya tenía un nombre para el barco de propia invención. Katsudon esgrimió un pequeño mohín de decepción, pero se encogió de hombros y siguió el ascenso por las escaleras hacia el despacho del Uzukage.

Bueno, también es un buen nombre —dijo.

Yuuna sonrió. «Se nota que prefería el otro de calle, pobre.»

Cuando abrieron la puerta, Katsudon fue el primero que entró, seguido de Reiji y de una tímida Yuuna.

¡Hanabi-kun! —exclamó el hombretón—. Ya era hora de que nos viéramos, hombre. —El Akimichi se acercó al Uzukage. Lejos de mostrar formalidad alguna, cosa que le pareció extremadamente fuera de lugar a Yuuna, Hanabi se levantó y le dio un abrazo. Luego, todos tomaron el lugar que les correspondía.

Estaba preguntándome por qué tardabais tanto —dijo—. Pero se fueron dos personas y vienen tres. Así que supongo que tendréis muchas cosas que contarme. ¿Bueno, Reiji-kun, qué tal...?

Por las tetas de Amaterasu, Hanabi-kun. ¿Qué te ha pasado?

Porque si uno se fijaba bien, Hanabi no estaba en perfectas condiciones. Tenía quemaduras en parte de la cara y el brazo derecho vendado, a juzgar por lo que se podía adivinar en la mano. Por no hablar del extraño bote de ungüento antiquemaduras que había encima de su escritorio. El Uzukage le restó importancia.

Te lo contaré más tarde, no te preocupes —dijo—. Me da a mi que vas a tener que escucharlo sentado.

Katsudon se encogió de hombros.

Es curioso que digas eso. Menos mal que tú ya estás sentado, así te podemos contar tranquilamente.

Hanabi miró a Katsudon confundido. Luego, su mirada se centró de nuevo en Reiji.

En fin, antes de que empieces. Reiji-kun. ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo estás? —preguntó el Uzukage.
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Aunque a veces se me olvidaba. Muchas. En mi casa había un estricto código de formalidad. Excesivo, a mi parecer. Quizás por eso lo olvidaba a propósito.

Pero Yuuna y Katsudon no conocían al Reiji formal. Y Hanabi... Bueno, solo a medias. Por que yo perdía la formalidad rápidamente.

Yo hice una reverencia al entrar. Pero Katsudon... Katsudon se lanzó a los brazos de Hanabi. Bueno, así sonaba muy a peli romántica, y solo fue a darle un gran abrazo de los suyos. Con cero formalidades.

¡Hanabi-kun! —Pero todos sabíamos que Katsudon estaba caso con una señora a la que había conquistado con su exquisita cocina. —. Ya era hora de que nos viéramos, hombre. —solo eran dos muy buenos amigos dándose un abrazo.

Todos tomamos asiento. A mi me tocó entre Yuuna y Katsudon. En todo el centro.

Estaba preguntándome por qué tardabais tanto —problemas de aparcamiento—. Pero se fueron dos personas y vienen tres. Así que supongo que tendréis muchas cosas que contarme. ¿Bueno, Reiji-kun, qué tal...?

Pue..

Por las tetas de Amaterasu, Hanabi-kun. ¿Qué te ha pasado?

La verdad es que el uzukage estaba un poco... Como si le hubiera pasado el barco a él por encima. Y resta decir que, con lo poderoso que era, eso se lo tenia que haber hecho algún tipo muy duro.

Te lo contaré más tarde, no te preocupes —a mi también me interesaba, la verdad. Quería saber quién era tan fuerte para dejarle en ese estado.—. Me da a mi que vas a tener que escucharlo sentado.

Si Hanabi supiera... Es mas... No iba a tardar en descubrirlo.

Es curioso que digas eso. Menos mal que tú ya estás sentado, así te podemos contar tranquilamente.

Si. Por que venían olas. Y de las grandes.

En fin, antes de que empieces. Reiji-kun. ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo estás?

Pues la verdad es que...ha tenido momentos muy malos, y también momentos muy buenos. Me ha cambiado en muchos aspectos, y aunque tengo algunas dudas, creo que ya tengo mas claro quién soy y que soy.

Quizás seguía siendo un poco inútil. Quizás aún era el peor ninja de todo el pais. Pero ahora tenia un objetivo. Y una misión bastante gorda.

Y también... He encontrado otras cosas durante mi viaje. En definitiva, me ha venido bien. Pero lo importante, agarrarse fuerte a la silla, por que uff, si usted supiera lo que hemos vivido ahí a fuera...

Si el supiera que ahora podía usar el chakra de un jodido bijuu. Que yo tampoco sabia que podía usarlo ni como hasta que había tenido que rescatar a Yuuna. Pensaba que solo saldría a la luz frente a sus hermanos para que me hiciesen caso.

Aunque me gustaría saltarme muchas partes... Creo que es mejor que empiece Katsudon desde el principio del todo, cuando nos encontramos con Yuuna, la hija del líder de los samuráis.

Dije mirando a la susodicha, a la que nadie había presentado y estaría alucinando.
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Pues la verdad es que...ha tenido momentos muy malos, y también momentos muy buenos. Me ha cambiado en muchos aspectos, y aunque tengo algunas dudas, creo que ya tengo mas claro quién soy y que soy. —Hanabi ya lo había notado. Había algo en su mirada. Era determinación, y un propósito. El fuego ardía en sus ojos cuando antes sólo era una llamita.

Me alegro mucho, Reiji-kun —le dijo, con una sonrisa.

Y también... He encontrado otras cosas durante mi viaje. En definitiva, me ha venido bien. Pero lo importante, agarrarse fuerte a la silla, por que uff, si usted supiera lo que hemos vivido ahí a fuera...

Estáis empezando a crear una expectativa... —dijo, mirando a Katsudon. Estaba sudando, como siempre que se ponía nervioso. Mal asunto.

Aunque me gustaría saltarme muchas partes... Creo que es mejor que empiece Katsudon desde el principio del todo, cuando nos encontramos con Yuuna, la hija del líder de los samuráis.

Hanabi abrió los ojos y alzó las cejas. Miró a Yuuna, incrédulo.

¿La hija de Hagane-dono? —dijo—. Vaya... es una sorpresa. ¿A qué se debe el placer de tenerte entre nosotros?

Yuuna dio un paso adelante y clavó una rodilla en tierra.

Sendo Yuuna, Hanabi-dono, le pide formalmente asilo político, y la ayuda para recuperar el País del Hierro... no, para recuperar a mi madre.

¿Cómo...? ¿Qué ha pasado? ¿Asilo político? —Hanabi se agarró el pelo de la coronilla y apretó la mandíbula. Otro problema más. Otra vez que se convertía en la carpa, nadando en un estanque de aguas revueltas.

Mi padre se convirtió en jinchuuriki del Hachibi... de Gyūki. —Zasca, primer palazo. Hanabi abrió la boca—. Entabló amistad con el bijuu y colaboró con él para defender el País del Hierro. —Pumba. Segundo golpe. Lo curioso es que esta vez Hanabi relajó el gesto, y en lugar de mostrarse escandalizado como Katsudon lo había hecho entrecerró los ojos y se acarició la barbilla, pensativo—. Kurama en forma humana atacó Sanrō-yama y ellos dos se negaron a colaborar con él, así que el Kyūbi acabó con su vida. Me encontré con sus dos shinobi cuando viajaba aquí para contárselo. Los acompañé hacia el Hierro.

Hanabi suspiró y bajó la mirada.

Esto es muy grave —declaró—. Kurama y sus Generales están empezando a poner en riesgo a todos. —Desvió la mirada hacia los vendajes de su mano. Katsudon se dio cuenta.

Hanabi-kun, ¿los Generales han atacado en nuestra ausencia la Villa? ¡No me diga...!

No exactamente, Don. Primero, me contáis. Y luego, os cuento. —Hanabi mostró la mano a Katsudon mientras dirigía una mirada suspicaz a Yuuna—. Entonces, ¿pides asilo porque Kurama ha destruído el País del Hierro? ¿Qué tiene que ver con tu madre? ¿Está prisionera? No me digáis que fuisteis a intentar rescatarla por vuestra cuenta.

No exactamente... pero está muy rara. No parece ella misma. Encerró a Katsudon-san y a Reiji-kun en los calabozos, cuando nuestros países siempre han tenido una relación excelente, usted lo sabe, Hanabi-dono. —Hanabi asintió—. Incluso llegó a encerrarme a mí bajo llave. Muchos de los samurái se negaban a obedecerme. Los míos me han dicho que cambió radicalmente en el poco tiempo que yo estuve fuera. Sospecho... sospechamos que alguien la está manipulando, o bien... o bien que alguien la ha reemplazado por completo.

Hanabi se recostó en el asiento y se balanceó de un lado a otro.

Pero... ¿tienes alguna prueba? Yuuna-dono, escúcheme...

Por favor, no me trate de forma tan formal, Hanabi-dono.

Está bien. Yuuna. No puedo enviar ninjas así como así a invadir a un país vecino para derrocar a su líder si no tenemos indicios importantes de que...

De camino —interrumpió Katsudon—. Nos atacaron unos ninjas misteriosos con una bandana que tenía un copo de nieve. —Katsudon rebuscó en el bolsillo y le lanzó a Hanabi una placa de metal, que recogió al vuelo y observó con curiosidad—. Nos enteramos luego de que eran hombres de Kurama. Esos mismos ninjas nos atacaron de nuevo en Sanrō-yama. La explosión que provocaron con un sello explosivo fue lo que utilizaron los hombres de Koichi como excusa para encarcelarnos. Hanabi-kun, no tenemos nada que la incrimine directamente, pero ¿no le parece un poco sospechoso?

Hanabi pareció pensárselo durante un minuto.

Está bien, sí —dijo, finalmente—. Pero vamos a tomarnos esto con calma y a esperar a que tengamos recursos suficientes para enviar a un escuadrón de ninjas competentes para que os acompañen. ¿Lo entiendes, verdad, Yuuna? Con todo esto de los Generales, tenemos que pensar bien todos nuestros movimientos. Y además, ahora mismo por lo que me habéis contado estarán en un nivel de alerta máximo.

Lo entiendo, Hanabi-dono —contestó Yuuna, haciendo una nueva reverencia.

Por lo que a mi respecta, puedes quedarte en la aldea el tiempo que lo necesites, aunque entiende que durante el tiempo que estés aquí estarás vigilada y se te podrán hacer preguntas.

No me importa, Hanabi-dono. ¿Podría... asistir a la Academia? Me gustaría aprender... algo de Ninjutsu.

Hanabi levantó las cejas con sorpresa.

Una petición extraña. Deja que me lo piense. Quizás con el tiempo, cuando te conozcamos mejor. Entiende que no podemos compartir algunos secretos con extranjeros.

Lo entiendo, Hanabi-dono. Pero en el futuro quizás... quizás me quede en esta aldea. Trabaje con vosotros. Trabaje para el Remolino.

¿Cómo? ¿Y qué pasa con tu País?

Yuuna desvió la mirada hacia Reiji un momento. Hanabi se rascó de nuevo la coronilla, sin entender.

He encontrado a alguien que me une a este sitio.

Hubo unos muy tensos segundos de silencio.

Si estás dispuesta —dijo Hanabi, pronunciando lentamente cada palabra— a someterte a un extenso interrogatorio y a una lectura de memoria... Puedo pensar seriamente la posibilidad de admitirte en la Academia como futura kunoichi.

Yuuna miró a Hanabi y asintió con seguridad. Estaba aterrada. No sabía que los ninjas podían leer la memoria de nadie. Aún así, no dudó ni un instante.

Que así sea. Puede confiar en mí, pero no tengo problemas en demostrarlo con hechos.

Hanabi suspiró.

Bien, ya hablaremos de eso. Que Kurama tenga un ejército shinobi es algo que debería estar preocupándonos y que afecta a todas las aldeas. Tendré que llamar a los otros Kage para comunicárselo. Pero, ¿cómo averiguasteis que estos ninjas eran de verdad hombres al servicio de Kurama?

A Katsudon le entró una risa nerviosa.

Bueno, el caso es que... —empezó—. Mejor que te lo cuente Reiji. Es el protagonista de esa parte de la historia. —El hombretón no pensaba revivir lo vivido en el barco. No señor.
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¿La hija de Hagane-dono?Vaya... es una sorpresa. ¿A qué se debe el placer de tenerte entre nosotros?

Sendo Yuuna, Hanabi-dono, le pide formalmente asilo político, y la ayuda para recuperar el País del Hierro... no, para recuperar a mi madre.

¿Cómo...? ¿Qué ha pasado? ¿Asilo político?

Y no había llegado la mejor parte. No. Estaba deseando que escuchara la parte del bijuu.

Mi padre se convirtió en jinchuuriki del Hachibi... de Gyūki. —Menos mal, que le habia advertido de que se agarrase a la silla.—. Entabló amistad con el bijuu y colaboró con él para defender el País del Hierro. —Aunque esa reacción no era la que esperaba. No señor. Se tenia que haber levantado de la silla. Peroo estaba pensando, como si...—. Kurama en forma humana atacó Sanrō-yama y ellos dos se negaron a colaborar con él, así que el Kyūbi acabó con su vida. Me encontré con sus dos shinobi cuando viajaba aquí para contárselo. Los acompañé hacia el Hierro.

Yo por lo menos ya conocía esa parte. Y también recordé lo que paso despues de que nos lo contara. Menudo desastre estaba hecho.

Esto es muy grave —Ni que lo dijera.—. Kurama y sus Generales están empezando a poner en riesgo a todos.

Hanabi-kun, ¿los Generales han atacado en nuestra ausencia la Villa? ¡No me diga...!

¿COMO? ¿A HANABI TAMBIÉN?

No exactamente, Don. Primero, me contáis. Y luego, os cuento. —Bueno, era lo justo si. Y ademas era el kage—. Entonces, ¿pides asilo porque Kurama ha destruído el País del Hierro? ¿Qué tiene que ver con tu madre? ¿Está prisionera? No me digáis que fuisteis a intentar rescatarla por vuestra cuenta.

No exactamente... pero está muy rara. No parece ella misma. Encerró a Katsudon-san y a Reiji-kun en los calabozos, cuando nuestros países siempre han tenido una relación excelente, usted lo sabe, Hanabi-dono. —Y el jodido samurái aquel amenazó con torturar a Katsudon. No iba a olvidar su cara en la vida. Matarlo igual no, pero darle una paliza... algún dia.—. Incluso llegó a encerrarme a mí bajo llave. Muchos de los samurái se negaban a obedecerme. Los míos me han dicho que cambió radicalmente en el poco tiempo que yo estuve fuera. Sospecho... sospechamos que alguien la está manipulando, o bien... o bien que alguien la ha reemplazado por completo.

Pero... ¿tienes alguna prueba? Yuuna-dono, escúcheme...

Por favor, no me trate de forma tan formal, Hanabi-dono.

Está bien. Yuuna. No puedo enviar ninjas así como así a invadir a un país vecino para derrocar a su líder si no tenemos indicios importantes de que...

De camino —venia la parte buena, si señor—. Nos atacaron unos ninjas misteriosos con una bandana que tenía un copo de nieve. —Katsudon rebuscó en el bolsillo y le lanzó a Hanabi una placa de metal, que recogió al vuelo y observó con curiosidad. Si. Yo también recordaba bien esa bandana. Uno de ellos casi me mata a mí—. Nos enteramos luego de que eran hombres de Kurama. Esos mismos ninjas nos atacaron de nuevo en Sanrō-yama. La explosión que provocaron con un sello explosivo fue lo que utilizaron los hombres de Koichi como excusa para encarcelarnos. Hanabi-kun, no tenemos nada que la incrimine directamente, pero ¿no le parece un poco sospechoso?

Si. Pero ahí faltaba lo gordo. Falta que explicara cómo cojones supimos que eran ninjas de Kurama. Aquello. Aquello si haría que hanabi se cayera de la silla.

Está bien, sí, pero vamos a tomarnos esto con calma y a esperar a que tengamos recursos suficientes para enviar a un escuadrón de ninjas competentes para que os acompañen. ¿Lo entiendes, verdad, Yuuna? Con todo esto de los Generales, tenemos que pensar bien todos nuestros movimientos. Y además, ahora mismo por lo que me habéis contado estarán en un nivel de alerta máximo.

Lo entiendo, Hanabi-dono

Por lo que a mi respecta, puedes quedarte en la aldea el tiempo que lo necesites, aunque entiende que durante el tiempo que estés aquí estarás vigilada y se te podrán hacer preguntas.

No me importa, Hanabi-dono. ¿Podría... asistir a la Academia? Me gustaría aprender... algo de Ninjutsu.

Si Hanabi estaba sorprendido... Yo... Ni te cuento. Lo bueno es que seguro que ella era mucho mas diestra que yo. Pero con diferencia. Seguro que aprobaba el examen sin ningún esfuerzo.

Una petición extraña. Deja que me lo piense. Quizás con el tiempo, cuando te conozcamos mejor. Entiende que no podemos compartir algunos secretos con extranjeros.

Bueno. Tenía razón. Pero yo podía ir enseñándole cosas mientras. Lo poco que sabia vamos. Lo básico nada mas...

Lo entiendo, Hanabi-dono. Pero en el futuro quizás... quizás me quede en esta aldea. Trabaje con vosotros. Trabaje para el Remolino.

BOOM. El que casi se cae de la silla soy yo. No negaré que no había pensado en que pasaría cuando recuperasemos a su madre. ¿ Se quedaría en el Hierro? Lo que tenia claro es que no quería separarme de ella. Pero aquello. Aquello me había dejado a cuadros.

¿Cómo? ¿Y qué pasa con tu País?

He encontrado a alguien que me une a este sitio.

La tension en el aire era tan afilada como una de las katanas de mi padre. Excepto para mi. Que le devolví la mirada a Yuuna con una sonrisa. Si quería quedarse conmigo, que así fuera. Pero si quería volver al hierro... La acompañaría también.

Si estás dispuesta a someterte a un extenso interrogatorio y a una lectura de memoria... Puedo pensar seriamente la posibilidad de admitirte en la Academia como futura kunoichi.

Que así sea. Puede confiar en mí, pero no tengo problemas en demostrarlo con hechos.

Si. Si. Si. Esto estaba muy bien. Pero quieto parado todo el mundo. ¿Lectura de memoria? Un momento por favor. Por que había cosas que... Lo del barco... No no no.

Yo solicito permiso para acompañarla en esas pruebas. Prometo no interferir, es solo para que no se sienta sola.

Mejor no decirle a Hanabi que había cosas que no quería que se vieran. Por nadie. Suficiente con que las recordara yo.

Bien, ya hablaremos de eso. Que Kurama tenga un ejército shinobi es algo que debería estar preocupándonos y que afecta a todas las aldeas. Tendré que llamar a los otros Kage para comunicárselo. Pero, ¿cómo averiguasteis que estos ninjas eran de verdad hombres al servicio de Kurama?

BOOM. Otra vez. Ahora venia algo gordo. Mas grande que el propio Katsudon.

Bueno, el caso es que...Mejor que te lo cuente Reiji. Es el protagonista de esa parte de la historia.

Pues entonces sería sin rodeos. Sin baselina. A saco. Por que todo el relleno de la historia sobraba.

Pues resulta que... Nos lo contó el mismísimo ocho colas. El Hachibi. Gyūki. — Pero eso no era la mejor parte no. Esperaba que había estuviera preparado esto. —Nos contó lo del padre de Yuuna, nos habló de los ninjas de Kurama y lo importante: Nos dijo que, los Bijuus se reunían telepáticamente cada cierto tiempo, pero que kurama se podía unir a esas reuniones y ya no las hacían. Y nos pidió que le dieranos un mensaje de su parte a sus hermanos.

Oh, pero había mas info. La mejor parte.

»Katsudon y Yuuna no lo sé, aunque lo saben, pero estoy seguro de usted lo ha sentido venir desde el puerto. Su chakra es diferente al de los demás. Yo lo se por que Gyūki me lo dio para que sus hermanos me creyeran. Pero estoy seguro de usted lo ha sentido hace poco. Por que he tenido que recurrir a él en el puerto.
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Pues... por lo que fuese, toda aquella historia no había hecho que Hanabi cayese al suelo de culo, blanco como la cera y a punto de sufrir un ataque, como temía Katsudon. En lugar de eso, el hombre suspiró cansado y se agarró el entrecejo apoyándose en la mesa.

Putos bijuu. ¿Y cuál es ese mensaje que tienes que darles? —preguntó.

Un momento —saltó Katsudon, interrumpiendo la conversación—. ¿Y ya está? ¿Te dicen que nos hemos encontrado con un bijuu, que no nos ha atacado, que puede hablar, que le ha pedido a Reiji un favor y le ha dado parte de su chakra, y tú... ni reaccionas? —Podría decirse que Katsudon estaba más sorprendido que Hanabi—. Hanabi, ¿no te habrás pasado de nuevo con esas pastillas contra la ansiedad, verdad?

Don, por favor. Déjame hablar un segundo.

Uhm.

El Consejo propuso a Uchiha Datsue como candidato a Uzukage.

¿Qué? ¡Debe ser una broma! ¿Datsue? ¿Pero el Consejo de Sabios de verdad...? ¡Un momento, qué tiene que ver eso!

¡Calla un momento, joder, Don! Tiene que ver, tiene que ver. Simplemente déjame hablar hasta el final.

»Sí, lo propusieron. A mi petición personal. Sé que todavía tienes dudas, Don, pero sabes que yo confío en él. Es más, le hicieron pasar por la prueba de la Hoja de Shiomaru. Y... la pasó.

La Hoja... no puede ser...

Sí, la Hoja. Escucha, el caso es que se me ocurrió salir con él de la aldea para retarle personalmente a un combatillo y... ¡no me pongas esa cara, ya sé lo que me vas a decir, Don! ¡Que fue un riesgo innecesario! Pues sí, lo fue, y sí, nos atacó un General de Kurama después de la pelea, aprovechando que estábamos por el arrastre. Y sí... le ganamos. Porque Datsue contactó con Amedama Daruu y Aotsuki Ayame y ambos se personaron allí en un instante. Como cuando lo hicieron en mi despacho. —Katsudon gruñó—. Sí, lo sé, Don, pero me salvaron la vida.

Hubo un momento de silencio.

Veo que has pasado por algunas cosas tú también...

Espera. El caso es que... escuché al Ichibi. Su nombre es Shukaku. Shukaku tenía tanto odio por Kurama que nos ayudó a vencer al General. Me dijo personalmente que yo era un humano decente por el poder de su chakra. —Hanabi ocultó la conversación de Kokuo y Shukaku a propósito. Lo había prometido—. Así que se puede decir que yo también me encontré con un bijuu. Con el de Datsue. Que se ha convertido en un aliado inesperado circunstancial. Es decir, que...

Todos se habían quedado mudos.

»Kurama va en serio, los Generales volverán a atacar y ahora sabemos que tienen un ejército. Al menos dos de los bijuus están colaborando activamente contra él, por tanto deberíamos prestarles atención. Entonces, Reiji, ¿qué mensaje te dijo que transmitieras?

Todo esto es una locura... —susurró Katsudon.
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Putos bijuu. ¿Y cuál es ese mensaje que tienes que darles?

Tampoco hacia falta insultarlos,oye. Pero no iba a ser yo el que le dijera eso a Hanabi. No señor.

Pues...

Un momento —Interrumpio mi grandullón favorito. Parece que interrumpir se había convertido en su deporte favorito.—¿Y ya está? ¿Te dicen que nos hemos encontrado con un bijuu, que no nos ha atacado, que puede hablar, que le ha pedido a Reiji un favor y le ha dado parte de su chakra, y tú... ni reaccionas? —Igual se estaba haciendo el fuerte delante de una extrangera. Un Kage no debe mostrar debilidad.—. Hanabi, ¿no te habrás pasado de nuevo con esas pastillas contra la ansiedad, verdad?

Don, por favor. Déjame hablar un segundo.

Uhm.

El Consejo propuso a Uchiha Datsue como candidato a Uzukage.

Vaya. Datsue no se había aburrido no. Encima le habían nombrado candidato a Uzukage. Si señor. Tendría que ir a felicitarlo mas tarde. Y a presenterle a Yuuna. Aunque el también sabia lo de sakura...a saber cómo reaccionaba.

¿Qué? ¡Debe ser una broma! ¿Datsue? ¿Pero el Consejo de Sabios de verdad...? ¡Un momento, qué tiene que ver eso!

¡Calla un momento, joder, Don! Tiene que ver, tiene que ver. Simplemente déjame hablar hasta el final.

»Sí, lo propusieron. A mi petición personal. Sé que todavía tienes dudas, Don, pero sabes que yo confío en él. Es más, le hicieron pasar por la prueba de la Hoja de Shiomaru. Y... la pasó.

La Hoja... no puede ser...

Si te sirve de algo... Yo también estoy mas perdido que un pingüino en el desierto —Le dije en voz baja a Yuuna, que debía estar flipando.

Sí, la Hoja. Escucha, el caso es que se me ocurrió salir con él de la aldea para retarle personalmente a un combatillo y... ¡no me pongas esa cara, ya sé lo que me vas a decir, Don! ¡Que fue un riesgo innecesario! Pues sí, lo fue, y sí, nos atacó un General de Kurama después de la pelea, aprovechando que estábamos por el arrastre. Y sí... le ganamos. Porque Datsue contactó con Amedama Daruu y Aotsuki Ayame y ambos se personaron allí en un instante. Como cuando lo hicieron en mi despacho. Sí, lo sé, Don, pero me salvaron la vida.

Habían derrotado a un general de Kurama. Guau. Ni en mis mejores sueños podía ni siquiera plantarle cara a uno.

Veo que has pasado por algunas cosas tú también...

Algunas decia... La madre que le pario. Pero si había peleado con un puto general. Y con Datsue. Hanabia había peleado con Datsue. Mano a mano.

Espera. El caso es que... escuché al Ichibi. Su nombre es Shukaku. Shukaku tenía tanto odio por Kurama que nos ayudó a vencer al General. Me dijo personalmente que yo era un humano decente por el poder de su chakra. —Eso si lo entendí. Sobretodo por que el hachibi había mencionado justo a ese hermano. —Así que se puede decir que yo también me encontré con un bijuu. Con el de Datsue. Que se ha convertido en un aliado inesperado circunstancial. Es decir, que...

Y eso hacía mi tarea de mensajero mucho mas sencilla. Por que Datsue no estaba lejos. Nada lejos.

»Kurama va en serio, los Generales volverán a atacar y ahora sabemos que tienen un ejército. Al menos dos de los bijuus están colaborando activamente contra él, por tanto deberíamos prestarles atención. Entonces, Reiji, ¿qué mensaje te dijo que transmitieras?

Es una advertencia, un consejo para sus hermanos. Me dijo... Me dijo que es lo que tenían que hacer para vencer a Kurama.

Aunque no estaba seguro. No era una técnica secreta. Ni su punto débil. No. Era un consejo. Literalmente.

Quizás es mejor que llames a Datsue,y por consiguiente a Shukaku, para que lo escuchen. Al fin y al cabo, el mensaje esta dirigido a ellos.
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