La semana había pasado con total tranquilidad. No total tranquilidad, pero para unas kunoichis tan traumadas como Ren y Hana, cualquier alboroto de pueblo era una simple riña entre niños en comparación a las grandes catastrofes shinobis. El mercader que esperaban llegó y hubo riña sobre unas especias que traía. Llovió con fuerza un día y hubo riña a la mañana siguiente porque el suelo se había congelado y un carro volcó en la via principal. Eran cosas del día a día que se iban solucionando sobre la marcha, aunque siempre duraban un par de días en la boca de todos.

— Uno de los pueblos al otro lado del acantilado ardió hace unos días y nadie sabe cómo ni por qué. — dijo distraidamente Yukiko mientras hablaban de los problemas mundanos de los otros días.

Todas estaban en la mesa. Hacía un par de noches que Yukiko cenaba con ellas desde que habían empezado el proyecto del huerto detrás del orfanato. Ella era la que se encargaba del trabajo físico, mientras que Saori se encargaba de la logistica y los cuidados de las plantas. Había insistido en que no se involucraran ni Ren ni Hana porque tarde o temprano se irían y entonces nadie se ocuparía del huerto.

— ¿Al otro lado? No he visto ninguna columna de humo. — comentó Saori sin preocuparse demasiado.

— Me enteré por una compañera que pasó por aquí hacia una de las ciudades a vender mercancía. Al parecer fue tan precipitado que ni siquiera se sabe quien es el responsable. Bandidos, los propios pueblerinos o uno de esos bichos, un gebijuu. — siguió explicando bebiendo de su copa de sake.

— Gebijuu, desde que se descubrieron todo el mundo los culpa de cualquier cosa que ocurre. Seguro que se ha exagerado la historia. Un pueblo no puede quemarse entero tan rápido.

Por suerte, Lily estaba distraida lamiendo y relamiendo todo el plato en el que Hana le había puesto el postre. Una tarta de tres chocolates que había conseguido hacer gracias a aquel misterioso mercader, que, al parecer, llevaba todo tipo de ingredientes para la reposteria.

— ¡Muy rico! Quiero otro. — dijo levantando el plato con la boca llena de chocolate por los bordes.

Los problemas cotidianos y de los alrededores apenas suponían algo para Ren. Tras lo vivido y acontecido, eran incluso agradables; problemas mundanos para gente normal. Si podía echar una mano sin destacar demasiado y pasaba por allí, Ren se ofrecía sin mucha queja. Comer ahora con tanta gente se le hacía bastante animado a la morena, y esperaba que Hana viviera algo parecido, ya que una tenía una sola persona con la que comer y la otra ninguna.

La primera en probar la tarta que elaboró Hana fue ella, y no pensaba permitir que otra persona lo fuera. Aunque si Lily le hubiera puesto suficiente empeño y pucheros, hubiera acabado cediendo. Cuando mencionaron aquel incidente de la aldea, y luego mencionaron a los gebijuu, Ren se puso en ligera tensión, mirando de reojo a Hana.

— Seguramente quien se ocupe de esa aldea ya haya mandado una petición a alguna de esas villas para que investiguen el incidente — mencionó mientras saboreaba lentamente su porción, mirándolas de reojo con una expresión algo inocente.

— Hay un trozo para cada una, Lily. Ya te hemos dado un trozo de adulta. — le recordó Hana a la niña, recogiendole el plato.

— ¡Pero estoy creciendo! Necesito proteinas. — exigió Lily poniendo sus manitas sobre la mesa imitando lo que hacían las adultas.

— El chocolate no lleva proteinas. Si quieres crecer tendrás que comer verduras y pescado.

— Pues olvidalo, me quedo chiquita. — dijo enfurruñada cruzandose de brazos.

Mientras tanto, las adultas seguían con su conversación.

— Así es. El último gebijuu que apareció hizo grandes destrozos antes de que lo detuviesen dos kunoichis de Uzushiogakure. Esta vez han ido a Kusagakure, veremos como sale la cosa. Lo mejor será tener el puente vigilado por su decide cruzar a este lado. — comentó Yukiko.

— No seais cenizas, ya os he dicho que seguramente fuese un fuego accidental y ya.

Cada cosa que decía Lily, era como una flecha envenenada para Ren. Su risa se le escapó entre dientes, dejando escapar torpemente el aire por sus labios con una suave pedorreta, tapándose la boca con una mano.

— O puede que haya sido como dice, un incendio que se ha extendido sin más y que están exagerando. Al fin y al cabo, la mayoría de casas por aquí están hechas de papel, madera y similar — siguió con lo que quedaba de su postre, esta vez con una pequeña sonrisa en los labios.

Yukiko torció el gesto, molesta.

— Hay que ser muy idiota para hacer casas de madera y no poner algo entre ellas para actuar de cortafuego. O tener un minimo de conocimiento contra incendios. — protestó molesta por el mal uso de su vocación por otros practicantes.

— Está bien. Suficiente sake por hoy. Y cambiemos de tema. ¿Cuando volverás a bajar a la ribera, Ren? Quería pedirte que me trajeras un par de cosas para el orfanato. — claramente se refería al pueblo donde estaba esa pintoresca herrería.

— Uuuhm... Pues a lo mejor me pasaba mañana un rato cuando terminara — dijo con un gesto ligeramente pensativo en el rostro, cruzándose de brazos encima de la mesa. — ¿Qué necesitas? Me acercaré antes de ir a la forja para evitar que se me olvide.

— No te preocupes, te lo apuntaré en un papel para que no se te olvide y mañana te lo doy. — dijo mirando de reojo a Lily, que ahora sí estaba poniendo la oreja en su conversacion.

— Venga, niñas. Hora de ir a dormir. — dijo Hana volviendo de la cocina, refiriendose a Ren y Lily. — Mañana ya hablareis por la mañana.

Lily protestó, pero Hana la cogió en brazos antes siquiera de que acabase de protestar y se dirigió a Ren, poniendole una mano en el hombro.

— ¿Llevas tú a Lily a la cama, cielo? — le preguntó dulcemente.

Ahora que Ren le había contado a Lily algún cuento, la niña la prefería de narradora, pues Ren era como una niña pequeña y narraba con más pasión y tontería que Hana.

Tras acabar, Ren empezaría a recoger parte de la mesa, pero pronto Hana se acercó con Lily en brazos para darle una dulce petición. Su sonrisa se ensanchó ligeramente y tomó a Lily sin ningún problema para posteriormente darle un beso esquimal a Hana.

— Yo me encargo entonces de la koalita, ¿qué vamos a leer hoy, Lily? — dijo alejándose con ella en brazos, sonriente.

Lily soltó un gritito de alegria, celebrandolo.

— ¡Tenemos que seguir la princesa prometida! Nos quedamos con los cocodrilos gigantes que estaban tomando el té. — contestó Lily aferrandose con fuerza a Ren.

Hana solo alzó una ceja, preguntandose qué clase de cuento le estaba vendiendo Ren a Lily. Solo esperaba que nunca leyese el cuento de verdad y viese que no había cocodrilos gigantes.

— Te espero arriba, ¿vale? — dijo acariciandole la espalda antes de ponerse a recoger.

Ren asintió volteada, para mirar a Hana y entonces recobrar su atención con Lily.

— Oh, es verdad, los cocodrilos a los que engañó con aquella fiesta del té. Bien, bien. Pues después de eso, fue salvada por el malhechor más grande, sacándola del agua. Pronto, el que tenía una complexión más mediana se dio cuenta de que los estaban siguiendo. Solo con la luz de la luna, pudieron ver que en un pequeño barco alguien se les acercaba. "¡Debe de ser de la guardia, vamos, vamos, empezad a remar, solo con el viento no podremos dejarlo atrás!", protestó el bajito, el cerebro de todo. ¿Te acuerdas de él verdad? Que era muy gruñón — por el camino a la habitación, Ren no podía hacer gestos con las manos, pero si intentaba darle énfasis, cambiando frunciendo el ceño o estirando la cara como podía con los músculos de esta misma.

Lily escuchaba cada una de sus palabras con la atención más absoluta, haciendo que Hana se preguntará si no debería ser Ren la que se dedicase a cuidar de los niños y ella la que montase la casa.

— Sí, era muy malo, muy muy malo. — dijo apretando sus puños al aire. — ¿Y qué pasó después?

Estaba completamente metida en la voragine de la historia de Ren.

Llegaron finalmente a la habitación y Ren metió a Lily en la cama arropándola, pasándole en mitad del proceso su nuevo y querido peluche. Después, cogió un taburete y se sentó en este, apoyando el brazo sobre la almohada de Lily y luego la cabeza en su propia mano.

— Finalmente, cuando empezó a amanecer, consiguieron llegar a un escarpadísimo acantilado. Decenas, que digo, ¡cientos de metros! — hizo un gesto con la mano hacia arriba. — El grandullón entonces se puso unos trozos de tela alrededor de su torso, subiendo con ellos a la princesa y a los otros dos hombres. Agarró una gruesa cuerda que caía del enorme acantilado y empezó a subir con todos encima. Fue tras un rato que Hanzo volvió a quejarse como era habitual en él, cuando las cosas no salían como él quería. "¡Date prisa, Kenzo! ¡Nos sigue pisando los talones! ¡¿Es que no puedes subir más rápido?! ¡Ya casi nos ha alcanzado!". "Bueno, a diferencia de él, no está subiendo con tres personas encima". "¡Deja de quejarte y darte prisa!". "Hanzo, podría darme más prisa si aligerara algo de peso, ¿quieres bajar por el camino rápido?". Hanzo entonces enmudeció, y se quedó en un nervioso silencio.

Durante las voces, Ren movía la cabeza de un lado a otro, a la vez que cambiaba su tono por uno más grave y lento para Kenzo y uno algo más agudo y rápido para el tal Hanzo.

Mientras Ren hablaba, Lily la miraba y reía suavemente de vez en cuando por las voces que hacía. Más pronto que tarde, empezó a cerrar sus ojitos y para cuando Ren acabó de hablar, ya estaba más que dormida, abrazando suavemente el peluche que le había dado. Lily siempre quemaba más energia de la que tenía durante el día, así que al llegar la noche no solía aguantar mucho antes de quedarse completamente frita.

También ayudaba que Hana la hiciese madrugar incluso más que a Ren. Tenía que aprender a lavarse los dientes y prepararse por sí misma. Y, por supuesto, se negaba a dormir siestas como el resto de niñas.

Cuando se dio cuenta de que la chica había quedado completamente dormida, volvió a apoyarse de aquella forma para mirarla con ternura. Le acarició una mejilla y después le subió un poco la manta para volver a taparla un poco más hasta el cuello. Cielos, tanto ella como Hana la hacían comportarse de una manera que jamás hubiera podido llegar a imaginar, no parecía ni siquiera ella misma. ¿Pero acaso importaba? Nah, seguía siendo ella misma, simplemente era una faceta diferente. Aquella vida simple y ligeramente despreocupada tenía un encanto y una magia cautivadora para su corazón. Cerró los ojos momentáneamente con lentitud, se reacomodó un poco y finalmente decidió dar una pequeña cabezada en aquella posición ligeramente incómoda.

Ren se quedaría dormida en la habitación de Lily, en una posición cuestionable. De manera completamente inexplicable, cuando se despertó por los rayos de sol incidiendo sobre sus parpados, estaba tumbada en una cama y a su lado estaba Hana.

No recordaría absolutamente nada de cómo había llegado hasta ahí, pero sí que era domingo, al ver a Hana aún acostada. Era el día en que nadie trabajaba y todos se quedaban con sus niñas en casa. Como era de esperar, Hana tenía atrapado su brazo, abrazandolo como si quisiera arrancarselo y miraba hacia ella, en vez de hacia la ventana. Otra razón por la que seguía durmiendo.