Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
27/11/2021, 20:39 (Última modificación: 27/11/2021, 21:00 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
De nuevo, su hermana optó por recibir el puñetazo en lugar de intentar bloquearlo o esquivarlo, recibiéndolo con entereza para intentar lanzarle una potentísima patada de vuelta a su hermana, mandando por la borda cualquier sentido de autopreservación para intentar clavarle un buen golpe a Kimi.
Pero la Minami consiguió vérsela venir en el último instante, esquivándola con un paso rápido a su izquierda mientras recortaba incluso más la distancia que las separaba y rodeaba su brazo metálico de electricidad.
— ¡Raitoningu Rariatto!
Confiando en que su hermana aguantaría el impacto, la menor estampó su antebrazo con fuerza en el abdomen de la mayor antes de que esta bajase la pierna, buscando tumbarla de un solo golpe (40 PV).
Luego de realizar la técnica, el ojo derecho de Kimi volvería a su brillo normal y esta se relajaría. No podía mantener el overclock durante mucho tiempo o acabaría haciéndose daño de verdad.
Aplicado sobre el cuello, dos Lightning Lariat de dos usuarios distintos decapitan a la víctima
Al usarlo junto al 'hermano', su potencia aumenta en un 25%
- Carga: 3 - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario carga hacia su oponente, atizando su pecho o su cuello con un movimiento de Lariat envuelto en flujo de chakra Raiton. Un golpe muy preciso puede destruir costillas o incluso decapitar a un oponente con un sólo ataque directo. La técnica es muy simple y convencional, pero también muy rápida y poderosa. Esta técnica se considera toda una tradición en Kumogakure, y se utiliza para encontrar un "hermano" simbólico para el Raikage. "Hermano" para los líderes de la villa es aquél que logra igualar el Lariat de su otro "hermano".
La versión del clan Yotsuki incluye una capa de electricidad que aumenta peligrosamente la potencia del golpe, y provoca una descarga eléctrica en el oponente.
Kimi se movió a un lado justo esquivando la patada frontal de Chika, para alivio de la segunda. Justo después, empezó a cargar electricidad en su brazo metalico y lanzandole un golpe a la peliazul, aún con el pie en el aire. Su reacción fue instantanea, avanzó el pie que le servía de apoyo, elevandolo también al aire y dejando su cuerpo caer.
El brazo de su hermana pasó por donde había estado su abdomen hace un segundo, rozandole la cabellera y quemandole las puntas. Sin embargo, no fue una esquiva bonita. Chika cayó directa al suelo y sin control ninguno, dandose con la espalda en el suelo directamente.
Aún así, siguió peleando. Desde el suelo, intentó golpearle con el puño en la parte trasera de la rodilla izquierda a Kimi para obligarla a bajar a su altura. (10 PV)
Y se dejó caer. Chika simplemente se dejó caer al suelo. Debía admitirlo, realmente poco más podía hacer para evitar el ataque de Kimi, pero en el proceso perdió cualquier oportunidad que tuviera de defenderse, al menos hasta que se levantase.
Cuando su hermana se dejó caer, la menor ya estaba pensando en cómo aprovecharse de la situación. El primer paso fue levantar la pierna que Chika intentó golpear para dejar caer la tibia sobre su estómago. Aquello no había sido un golpe, sino un pase de guardia algo brusco.
El segundo paso fue volver a activar su Overclock momentáneamente para agarrarle ambas muñecas a su hermana mientras se sentaba encima de ella, apresándola.
Desde el suelo las opciones eran cuanto menos limitadas, tenía que ponerse en pie cuanto antes. Pero Kimi se le lanzó encima para sujetarla por sus muñecas y sentarse encima suyo, forzandola a mantenerse apresada entre ella y el suelo.
— Ya es suficiente.
Con un poco de tiempo, podría haberse quitado de encima a Kimi sin problemas. Sin embargo, en cuanto dijo eso, Chika se relajó de inmediato y sonrió a su hermana.
— Oh, bien. Hey, ¡has ganado! Mi culo ha tocado el suelo. Enhorabuena, Mi-chan. — y simplemente, esperó a que su hermana la soltase. — Sin duda ha sido más relajado que el de ellas, eh. Jeje.
Estaba absurdamente contenta. Habían entrenado y nadie había explotado, la vida volvía a tener color. Con suerte, Kimi estaría suficientemente cansada para no ir a pelearse a muerte con nadie hasta el día siguiente, cuando intentaría colarle una fiesta sorpresa. Era tan sorpresa, que aún no se lo había comentado a Ranko.
Chika pareció contentarse de que el combate hubiese terminado, a lo que Kimi simplemente suspiró, levantándose de encima suyo y dándole la mano para ayudarle a levantarse también.
Kimi se mantuvo callada durante unos segundos, mientras que pensaba en qué responderle. No se sentía tan contenta como su hermana, la verdad, sino que más bien estaba más preocupada que cuando empezaron.
«Siempre di la verdad, sin pensar en los resultados». Se repitió Kimi en sus adentros.
Qué difícil que era vivir bajo un código tan complicado. Ese era uno de sus mayores defectos, pero también uno de sus mayores méritos.
— No puedes seguir entrenando así, Ka-chan. —Le dijo. Sonaba algo preocupada—. Estos ya no son nuestros entrenamientos de Karate con papá. Estamos entrenando para destruir Dragón Rojo. Debes tomártelo más en serio.
— También deberías tomarme a mí más en serio. —Terminó, mirando a otro lado.
28/11/2021, 02:03 (Última modificación: 28/11/2021, 02:04 por Kaminari Chika.)
La hermana mayor aceptó la ayuda de su menor, pero realmente solo le cogió la mano porque todo el esfuerzo para levantarse lo había hecho ella misma para no molestar a Kimi.
— No puedes seguir entrenando así, Ka-chan.Estos ya no son nuestros entrenamientos de Karate con papá. Estamos entrenando para destruir Dragón Rojo. Debes tomártelo más en serio.
Y Chika entendió la seriedad de Kimi. Se rascó la nuca, desdibujando la sonrisa al instante y mostrandose igual de seria que su hermana.
— Ya sabes que no puedo entrenar de forma tan agresiva como han hecho Ranko-chan y Lyndis-san. Lo último que querría es dejarte inconsciente en un entrenamiento o herirte de alguna manera. No es que no me lo tome en serio, es que no quiero hacerte daño. — realmente no era una explicación nueva, ni una repetida, era algo que ambas sabían.
— También deberías tomarme a mí más en serio.
Y su expresión pasó a simple y llana pena.
— No... No es que no te tome en serio. Es que... me da miedo hacerte daño. ¿Es eso algo tan malo? — preguntó realmente apenada por haber decepcionado a su hermana.
A sus ojos, Kimi seguía siendo la hermana pequeña que siempre había sido. El crecimiento de Chika siempre la había puesto físicamente por encima, literal y metaforicamente, y desde el accidente era como si viese a su hermanita hecha completamente de cristal. Cualquier golpe mal dado podría partirla. ¿Acaso las hermanas mayores no protegían a las pequeñas? Así era en todo el universo. ¿Por qué cuando lo hacía ella estaba mal?
— No... no... no es nada malo. —Bajó la mirada. Era complicado ver a Chika a la cara cuando parecía tan apenada—. Pero no soy tan frágil, ni tan débil, ni tan inconsciente como crees. No me voy a romper ni nada por el estilo.
Se acercó a su hermana, apenada. Realmente no quería hacerla sentir mal con lo que le decía, pero era inevitable. Era algo de lo que tenían que hablar tarde o temprano.
— Tampoco quiero que entrenes de forma agresiva, ni que intentes hacerme daño, pero... hay un punto medio, Ka-chan. —Le dijo, sonriéndole dulcemente para hacerle saber que no estaba enfadada—. Yo también soy una ninja. La próxima vez que entrenemos, quiero que solo me trates como a una. ¿De acuerdo?
Ranko yacía al lado de Lyndis, con una mano aún entrelazando sus dedos con los de ella, mientras que con la otra acariciaba su mejilla. No supo cuánto tiempo estuvieron compartiendo besos y palabras lindas. ¿Había sido un minuto? ¿Dos horas? ¿Tres meses? No le importaba a la de la trenza, quien sólo sonreía como boba, sin dejar de mirar los ojos de Lyndis.
—Waai-chan —susurró Ranko, pues no necesitaba alzar la voz —. Qué feliz me hace que sientas lo mismo que yo. No sabía... No sabía qué hacer con esto —Apretó levemente la mano de la chica entre la suya. La diferencia de altura entre ambas se notaba en el largo de sus dedos —. Eres... Realmente... No sé cómo decirte lo importante que eres para mí.
Lyndis nunca antes habría visto la sonrisa de Ranko tan amplia, ni sus ojos brillar tanto, ni su rubor tan rosado.
—Me... Me pregunto qué dirán las chicas...
—¡Wooh! ¡Maravilloso! —exclamó Meme, acercándoseles con pasitos danzarines, sin haberse dado cuenta de las minucias del combate y de la manera en que Chika había elegido pelear contra Kimi —. Se me hace tan gracioso que usen Raiton. Mi Hermana siempre se queja que sus contrincantes lo usen, porque sus jutus de Doton, pues...
Se interrumpió cuando escuchó la última parte de su conversación, y se quedó a unos metros de ellas.
—Oh. Siento que pasa algo sobre lo cual no debería de preguntar —dijo la pelirroja con tono serio, como para sí misma, pero luego alzó la voz —. ¿Qué sucede? ¿Están bien, Chika, Kimi?.
Chika escuchó con atención todo lo que su hermana le dijo. A pesar de que no era ninguna genio, dada el tiempo suficiente, hasta ella podía darse cuenta de lo que pasaba. Era consciente de su trabajo y del de su hermana, era consciente de que eran kunoichis, combatientes. Tendrían que arriesgar su vida y pelear por la villa.
Sabía lo fuerte que era su hermana y, en el fondo, sabía que no iba a romperse por pelear con ella.
Pero.
Eso no cambiaba absolutamente nada sobre su forma de pelear. No cambiaba ni siquiera un apice que desde el Valle de los Dojos, su fuerza simplemente flaqueaba cuando iba a golpearla. A ella o a cualquiera que se pareciese infimamente a ella o a una hermana menor en general. Cada vez que pensaba en combatir en serio sentía el mismo pinchazo en el corazón que cuando la vio bajo los escombros. El mismo hierro candente destrozandola por dentro que era la culpa.
Sonrió con tristeza, apartando la mirada de su hermana.
— Sé que puedo ser algo... inconsciente. Inocente. Incluso ignorante. Pero no soy tonta. Sé que eres una ninja y sé que eres fuerte. Y claro que te respeto. Nada de eso tiene que ver con que no quiero hacerte daño. — apretó los puños y se los miró — Me siento fuerte, más fuerte que tú, que la mayoría del dojo y dentro de poco, tal vez más fuerte que otosan. Si te hiciese daño... eso sí que no podría perdonarmelo.
Relajó los puños, suspirando, sin llegar a mirar a su hermana.
Si Chika no hubiese apartado la mirada. Habría podido ver a Kimi abriendo los ojos de par en par durante un momento, sorprendida por su respuesta. Llevaba mucho tiempo pensando que el problema de Chika era que era demasiado buena persona, pero resultaba que le faltaba humildad, una parte importante del código moral del Karate.
«Yo te ayudaré a recuperar el camino, Ka-chan».
Antes de que Kimi respondiese nada, Meme se acercó para preguntarles si todo iba bien.
— No. —Respondió, sincera—. Pero no tienes por qué preocuparte ¿De acuerdo?
Hablaba con un tono amable, más relajada que antes.
— Y... Ka-chan... —Con ambas manos le cogió el puño a su hermana con suavidad—. Está bien. Creo que entiendo cómo te sientes. ¡Te ayudaré!
— Y... Ka-chan...Está bien. Creo que entiendo cómo te sientes. ¡Te ayudaré!
El contacto físico con su hermana la relajó, pero sus palabras la volvieron a tensar. Ella no era como Kimi. No podía seguir tan a pecho todas las normas de su dojo. Las tomaba como poco más que directrices, porque aunque lo intentase, siempre actuaría según sus sensaciones y emociones y no con la calma y disciplina que le pedía el código. Por eso no había dicho nada a Kimi para empezar.
Pero claro, tampoco iba a ocultarselo si se plantaba ante ella y le sacaba el tema. No era algo que quisiese ocultar o rectificar. Se preocupaba por su hermana, eso no iba a cambiar, y empezaba a cansarse de esforzarse en esforzarse para pegarle. No quería pegarle. Cuando Kimi dijo que le ayudaría, se preocupó aún más.
Sin embargo, no diría nada. Sonreiría y pasaría página al percatarse de la presencia de Meme justo a su lado.
— Claro, Mi-chan. — se volvió a Meme, sonriendo algo más sinceramente. — No te preocupes, Meme-chan. Son cosas de la familia Kaminari. ¿Aún no ha vuelto tu hermana?
Cambió de tema mientras miraba los alrededores en busca de la kusajin, para no encontrarla, obviamente.
La chica de cabellos claros sonreía de la misma forma, con una sonrisa algo tonta incapaz de ocultar o reprimir mientras miraba al techo con los dedos entrelazados. Se incorporó sin deshacer el agarre de sus manos estirándose un poco con la única mano que tenía libre.
— Pues... Ni idea. Aunque me importa entre cero y nada, la verdad — dijo bufando y manteniendo una sonrisa de lado para redirigir su mirada a Ranko mientras presionaba entre su propio hombro y nuca buscando algo de alivio en su cuerpo dolorido. — Tengo bastante claro lo que quiero, y eso es a ti
Y acto seguido, le rugiría el estómago.
— Bueno, y algo de comer también — rio arqueando las cejas completamente avergonzada y ligeramente ruborizada.
Meme sonrió al escuchar a Kimi, conmovida. ¡Cual sea fuese el problema, ambas querían ayudarse entre sí! ¡Qué hermoso el amor de hermanas!
—Me parece maravilloso, entonces, Chika-san —dijo, muy animada —. Oh. No, no ha bajado de nuevo. Tal vez Lyndis quedó muy adolorida, y le está haciendo compañía. ¿Quieren subir a la habitación? —La pelirroja se veía con curiosidad de averiguar por qué había tardado su hermana mayor.
Mientras tanto, Ranko siguió el movimiento de Lyndis, ayudándole a incorporarse mientras ella misma se sentaba. Al ver que intentaba acomodarse, la de la trenza se colocó detrás de ella para presionar sus hombros y cuello, firme, pero con cuidado, a modo de masaje para intentar relajar y aliviar su dolor muscular.
—Y yo a ti, Waai-chan.
El estómago de la oni les indicaría que no faltaba mucho para el almuerzo, ante lo cual, Ranko soltó una risita.
—¡Es verdad! Me parece que Chika-san quería algo asado. Goromise-san puede encargarse sin problema. ¿Estás lista para bajar? ?¿Te sientes bien para hacerlo? ¿Te duele algo?
Ranko seguiría masajeando sus hombros, si Lyndis se lo permitía, pero le ayudaría a ponerse en pie en cuanto quisiera. Se sentía bastante nerviosa, pero sus gestos y su voz eran calmados, no porque quisiera esconderlo, sino porque el estar junto a Lyndis le hacía sentirse más fuerte, más valiente. La amenaza de un tipo sin brazos y el recuerdo de un ataque terrorista se desvanecieron de su mente, y sólo quedó la chica de cabellos plateados, ruborizada, cansada y hambrienta. Sólo quedó su Waai Fu.