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La tecnica de la kunoichi seguia activa mientras esperaba la respuesta a su pregunta, sus dos compañeros, al igual que ella, tenian en claro de que la situacion de Hisao era bastante sospechosa estando en ese lugar.
-Urashima-san, nos pìdio que ayudemos al pueblo y es lo que estamos haciendo, encuentro a su patron merodeando en un lugar que lo deja en sospecha ¿y no le parece extraño?- dijo la rubia con su ojos aun cerrado, seguia vigilando los movimientos de Hisao
-Karamaru-san, Akame-san yo también creo que deberíamos empezar por el edificio de la lonja, poliandria de que separemos pero es mas que probable que ambos lugares conlleven peligros- propuso a ambos shinobis, ella como ninja de reconocimiento e inteligencia (o al menos esa es su aspiración a futuro) podria espiar a los movimientos dentro del recinto de la lonja mientras sus compañeros revisaban la taberna y de haber algo mas sospechoso aun darles aviso con un mensaje mental, Karamaru ya sabia de las capacidades de su compañera o al menos algunas de ellas
-Quizas sea un informante del Trucho, es mi sospecha- nadie tenia evidencia de nada, pero a esta altura del partido cualquier cosa era posible.
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31/08/2018, 13:23
(Última modificación: 31/08/2018, 16:31 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Ante la avalancha de críticas suspicaces por parte de los tres ninjas, Urashima se apresuró a recular.
—Está bien, está bien, por Amenokami —exclamó, alzando las manos con las palmas hacia los shinobi en gesto conciliador—. Es sólo que me parecería imposible...
Akame, por su parte, valoraba las hipótesis de sus compañeros con semblante calmado. Les dejó explayarse, primero a Karamaru y luego a Reika. Cuando la Yamanaka presentó la posibilidad de que el patrón de los pescadores estuviese, en realidad, trabajando para el Trucho Torcido, el joven jōnin asintió con gesto reflexivo.
—Parece muy probable. ¿No era él quien estaba disuadiendo, antes, al resto de pescadores de enfrentarse al Trucho y su banda? —inquirió, ante el gesto resignado de Urashima—. A la lonja, pues.
El Uchiha encabezó la marcha tras despedirse del rubio pescador y agradecerle por su ayuda. Primero desandaría el camino que les había llevado hasta el embarcadero, y luego encararía la lonja.
Al llegar, los ninja podrían ver que se trataba de un edificio grande, tipo nave industrial, de techos altos y grandes ventanales. Parecía bastante maltrecho, como si no hubiese sido mantenido ni usado en bastante tiempo. Tras un reconocimiento rápido, la única vía de entrada parecía ser la enorme puerta de doble hoja cuyas manetas estaban selladas por una gruesa cadena con varios candados de gran tamaño. Las ventanas tenían pesadas persianas metálicas echadas por dentro.
Ni rastro de Hisao a simple vista.
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Habiendo coincidido los tres con el destino a tomar el calvo se despidió con llevándose la mano a la frente y con una sonrisa dar una especie de saludo militar amistoso. Era salir del embarcadero, dejar las conversaciones y ponerse manos a la obra. Caminaría en silencio durante el camino, pensando posibilidades y divagando de momento, pero no encontraba mucho que discutir con sus compañeros.
Al llegar con una rápida mirada se podía entender que aquello no solo parecía una fábrica abandonada si no también un fuerte oculto. Puertas y ventanas aseguradas de manera tal de no dejar entrar a nadie, o al menos que tuviera que hacer demasiado ruido para hacerlo. La primer idea de Karamaru fue aprovechar los dotes de reconocimiento de terreno de la rubia.
— ¿Ves algún lado por donde entrar?— no solo preguntaba por ellos, que ya sería imposible, sino más bien por la pequeña mariposa que funcionaba como ojo a distancia.
«Huelo mierda, huelo mierda.... algo raro tiene que haber acá adentro.»
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Ya dijeron todo lo que tenían para decir y los tres habían coincidido de que el mejor lugar para iniciar era el edificio abandonado que Hisao estaba rondando. La kunoichi ya venia teniendo una imagen aérea de adonde se dirigian, pero ahora lo estaba viendo de frente que el único ojo que tenia disponible (ademas de la mariposa que aun seguía aleteando en las alturas). A simple vista no parecía tener ninguna forma de ingresar «¿Y Hisao donde mierda esta?» se dijo a si misma cuando no encontró ningún rastro del capataz.
-Estoy en ello...- respondió la kunoichi, quien nuevamente se concentraba en su técnica, comenzó a mover su mariposa, que con un suave aleteo dio un recorrido en todo el perímetro que rodeaba el edificio, cualquier forma de ingreso o forma secreta de entrar en caso de tenerla, entonces se le ocurrió una idea que con prontitud la comunico a sus colegas -¿Alguien tiene forma de despejar un genjutsu? se me ocurre que quizá estén usando alguna técnica ilusoria para ocultar la entrada- no era una idea descabellada, no del todo, a veces ella misma intentaba ponerse en lugar del otro para entender como actuaria...así es como ella ocultaría su base de operaciones en caso de ser una criminal
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La mariposa de Reika había visto a Hisao alejarse de aquel lugar tras dar unas cuantas vueltas alrededor; parecía que hubiese estado buscando una forma de entrar, pero al no hallarla, se hubiera dado por vencido. El capataz de pescadores había abandonado el lugar en dirección al pueblo.
Akame, por su parte, inspeccionaba cuidadosamente cada uno de los pesados candados que, en combinación con las gruesas cadenas, bloqueaban las puertas de la lonja. «No sé si sería capaz de forzar estas cerraduras, pero tal vez sí de cortar la cadena...» Cuando Karamaru preguntó por alguna otra forma de entrar, el jōnin se limitó a encogerse de hombros con una expresión que parecía indicar "veo lo mismo que tú".
Sin embargo, Yamanaka Reika no tardó en recordarle —indirectamente— que aquella frase estaba errada. No, definitivamente Akame podía ver más que cualquiera de ellos dos.
— Genjutsu... Bien visto, Reika-san —dijo Akame, alabando la ocurrencia de la kunoichi—. Creo que seré capaz de identificar si hay una ilusión aquí.
Probablemente ninguno de los dos amejin supiera que él, como poseedor del Sharingan, tenía la facultad de ver a través del Genjutsu; y Akame prefería que siquiera siendo así. Fingió que se tomaba su tiempo para prepararse, pero en realidad estaba simplemente buscando algún tipo de entrada oculta mientras el Sharingan teñía de rojo su mirada.
«¡Bingo!»
Resultó que, tal y como Reika había supuesto, había una segunda puerta en el edificio de la lonja en la esquina Oeste. Se trataba de una entrada a lo que se presuponía un sótano, una trampilla metálica a ras de suelo que estaba oculta bajo una capa de chakra; inconfundiblemente, un Genjutsu ambiental. Akame desenfundó su espada y le dio un par de golpes a la sección de suelo que camuflaba la trampilla, disipando la ilusión.
— Y aquí está —anunció a los otros ninjas—. Ni siquiera tiene candado, qué confiado es este Trucho...
El jōnin la abrió con cuidado, y las bisagras crujieron con un chirrido molesto. En el hueco de la trampilla se podía distinguir una escalera metálica que descendía hacia el subsuelo y la oscuridad. Akame chasqueó los dedos y una canica incandescente de chakra Katon se formó inmediatamente en su mano, quedando suspendida en el aire y flotando alrededor suya.
— Deberíamos echar un vistazo.
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Con o sin mariposa el camino lo encontrarían igual, después de todo estaban junto al prodigioso jounin joven que el calvo envidiaba tanto. Su idea no funcionó, pero la de la rubia sí, y en pocos segundos el uzujin marcó el camino a seguir. Karamaru ya empezaba a sentir sus propios generados nervios, Reika con la mariposa, el Uchiha desvelando genjutsu vaya a saber quién cómo, y él... él haciendo compañía.
— Más vale que vamos a echar un vistazo.
La trampilla fue encontrada, el siguiente paso marcado y Karamaru iba a tomar el liderazgo para ser el primero en lograr lo que sea que hubiese por lograr. Poco le importó la luz que había generado el morocho, el monje se apresuró- con su parte de emoción también- a descender por las escaleras para ver que los esperaba allí abajo.
«Algún día tengo que demostrar que puedo hacer algo, no fue el torneo, tal vez sean los chuunin, pero algún día...»
Su paso era rápido y poco cuidadoso en cuánto al ruido que producía. La cabeza se le había nublado y el avanzar se impuso a la infiltración.
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La mariposa de la Kunoichi dio el rodeo que había planeado hacer, en el mismo, no encontró la entrada al lugar pero si vio a Hisao retirarse del lugar al no encontrar forma de entrar, los que si habían encontrado la forma fueron el trio de ninjas quienes teniendo en cuenta la sugerencia de la Amejin de cabellos dorados.
De alguna forma que la kunoichi desconocia, Akame descubrio el lugar exacto en donde se encontraba la entrada escondida en un genjutsu ambiental «¿Como lo hizo?» se preguntó la rubia «Karamaru-san...solo disculpa que hable nuevamente en tu cabeza quiero hacerte una pregunta y ya esta....» se hizo una pausa «Tu lo conoces de antes ¿Sabes que fue lo que hizo para descubrir tan fácil el genjutsu?» preguntó a su compañero, quiza el, al conocerlo de mas tiempo supiera su metodo
Los tres ninjas se acercaron a la entrada, que resultó ser una trampilla sin candado -...Quiza no esperaba a nadie capaz de descubrir su escondite- agrego a lo dicho por Akame -Por cierto...- hizo una pausa abriendo su ojo anteriormente cerrado y por ende deshaciendo la mariposa -...En el rodeo, vi a Hisao, se retiraba del lugar en dirección al poblado, dio varias vueltas a la zona, probablemente al no encontrar forma de entrar al edificio- anuncio a sus compañeros
«Usa Katon...» dijo al ver la bola incandescente que se formo al chasquear sus dedos para luego invitarlos a echar un vistaso en el escondite, bajo las escaleras junto a los muchachos y una vez abajo les siguió manteniendo su mano cerca de la funda de su tanto, a la primer señal de peligro para ella o sus dos compañeros no dudaría en actuar
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«Así que no esperaban que ningún ninja fuese a aparecer por aquí... Sí, tiene sentido. Un Genjutsu ambiental tan simple como este es más que suficiente para impedir que algún pueblerino meta las narices donde no debe», meditó Akame. «Y ese tipo, Hisao... ¿Estaba rondando por aquí? ¿Estaría buscando el escondite o simplemente comprobando que no había nadie husmeando por los alrededores? ¿Si ese es el caso... Cómo sabía que había algo aquí? ¿O tal vez sólo estaba buscando la forma de entrar en el edificio?»
Demasiadas preguntas y pocas respuestas tenían en ese momento.
—Ese Hisao... Es jodidamente sospechoso —dijo Akame, reflexivo—. Pero si está trabajando con el Trucho, ¿cómo es que no sabe de la existencia de este escondite? O tal vez sólo quería asegurarse de que nadie estaba merodeando por aquí...
Sea como fuere, el Uchiha terminó por descender por la escalerilla metálica, seguido de Karamaru y por último Reika.
Cuando los ninjas tocaron pie en el fondo —habían bajado unos seis o siete metros en el subsuelo— un profundo olor a cerrado y a humedad inundó sus fosas nasales, acompañado de un aroma almizclado, casi pegajoso.
—¿Qué es eso que huele tan... Raro? —preguntó Akame, como pensando en voz alta.
El lugar era una especie de escondrijo muy precario, una especie de sótano de techo bajo, excavado bien profundo en el subsuelo y apuntalado con vigas de madera que parecían haber empezado a apulgararse en algunos puntos. Gracias a la Linterna Resplandeciente de Akame, los shinobi pudieron ver que había un par de lámparas de aceite colgadas del techo, la única iluminación que podía prenderse allí abajo.
La distribución del sótano era bastante simple; junto a la escalera metálica que subía hacia la superficie había una mesa de escritorio de aspecto viejo y sucio. Sobre ella reposaban un par de botellas de vino vacías, una pila de documentos, un bote de tinta, pincel y una libreta de tamaño folio, además de otra lamparita de aceite más pequeña que las que colgaban de las vigas del techo. Pero lo más curioso eran las cajas de madera sin etiquetar que ocupaban casi al completo el resto del espacio disponible en el escondrijo.
«¿Qué coño...?»
Akame trató una a una de abrir las cajas, hasta que dió con una que no estaba apuntalada. Al abrirla, pudo ver que dentro había al menos tres o cuatro docenas de paquetitos de papel de arroz. Tomó uno, lo abrió y una especie de pasta de color azul eléctrico, muy densa y pegajosa, se escurrió entre sus dedos. Era aquella pasta la que desprendía el olor dulzón y aromático.
—¿Alguno tiene idea de qué carajo es esto? —preguntó el jōnin a sus compañeros ninjas.
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«Ya quisiera yo saberlo, si te lo iba a preguntar a vos cuando estuviésemos solos. Pero el tipo es un jounin, y muy joven, debe de tener varias cosas bajo la manga.»
Contestó mientras bajaba por las escaleras, sintiéndose raro al poder comunicarse sin tener al uzujin de por medio. No importaba cuántas veces lo hiciese, las habilidades de la rubia le seguían sorprendiendo.
«Pero si querés, y podés, mantené el canal abierto. Nunca sabes cuándo puede ser útil.»
Finalmente habían llegado a destino y se encontraron en una pequeña sala tenuemente iluminada por el Uchiha. Varis luces apagadas y un sin fin de cajas eran el paisaje predominante. El cenobita se dedicó a mirar, inseguro de si debía de tocar algo o inspeccionar, pero el morocho no tendría el mismo pensamiento. Sin siquiera verlo ya estaba echando el ojo no solo al interior de las cajas, sino también al interior de los paquetes que contenía.
Y lo que había en ese interior el calvo lo conocía, o casi.
— Hace cuánto no veo algo de eso, pero no sería lógico que haya por acá. Eso es medicina, se pone sobre las heridas... ya decía yo que me sonaba el olor, lo usábamos en el templo y funcionaba a la perfección— hablaba mientras se acercaba para poder ver bien lo que habían descubierto. Pero al acercarse lo suficiente pudo encontrar su error.
— Aunque lo recuerdo un poco más líquido... déjame probarlo.— Karamaru metió el dedo sin duda ni vergüenza para luego llevárselo a la boca esperando saborear un gusto conocido, pero no iba a poder ser.
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«Ya veo...Descuida, lo mantendré activo» respondió la kunoichi al calvo Amejin, al conocerlo de antes, ella estaba asumiendo de que sabría que tipo de habilidades tenia, pero es cierto, para el rango que poseía no debía ser un joven común y corriente...eso seguro
El lugar subterraneo, tapaba las fosas nasales de la kunoichi con olor a humedad debido al encierro que habia, tambian habia otro aropa, mas almizclado -Ni idea, pero lo siento como medio pegajoso- respondio la rubia
legados a destino, lo que parecia ser un deposito por debajo de la tierra, Akame se decidio por investigar las cajas, Karamaru miraba por aqui y alla, mientras que Reika se decidió por comprabar lo que tenian aquellos documentos apilados y la libreta, quiza alguna informacion de utilidad podria sacar.
Mientras leia detenidamente los documentos, escucho la pregunta del Uzujin y la respuesta de Karamaru, ella estaba en su lectura, por eso no se acerco aun asi «Si se trata de contrabando, quiza aqui pueda ver sus movimientos de mercaderia» se dijo a si misma buscando algun detalle en esos escritos que les sirviera a ella y sus compañeros
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11/09/2018, 10:03
(Última modificación: 11/09/2018, 10:03 por Uchiha Akame.)
Mientras sus compañeros inspeccionaban el contenido de aquellas cajas tan sospechosas, Reika se centró en examinar los documentos que había sobre la mesa de escritorio. La mayoría de ellos parecían ser facturas, albaranes y demás papeleo financiero, aunque todos coincidían en la temática... Cebos de pesca.
- Lombriz del País del Agua, 5 kgs
- Lombriz del Norte, 10 kgs
- Jumbo, 10 kgs
- Arenícola, 7.5 kgs
- Bibi, 20 kgs
Entre los papeles podría encontrar una libreta de tamaño folio, de tapa dura, con un marcapáginas. Si la abría, un vistazo rápido revelaría un contenido similar al del resto de documentos, pero un tanto distinto.
Yamiria, J. - 50.000
Shinogi-to, L. - 100.000
Notsuba, Z. - 5.000 ???
Coladragón, W. - 10.000
Kasukami, D.R. - 500.000 !!!!
Pero entonces...
— ¡Karamaru-san!
El calvo se había metido en la boca un buen emplaste de aquella sustancia viscosa, que no tardó en volverse mucho menos densa al contacto con su saliva, expandiéndose rápidamente por su boca y dejándole los dientes azules. Karamaru empezaría a notar entonces una sensación sumamente cálida, como un hormigueo por todo el cuerpo, parecido a lo que se siente cuando te sumerges en una bañera de agua caliente tras una dura jornada de trabajo. Sus ojos se quedaron en blanco y el cuerpo dejó de responderle, como si él fuese un títere al que acababan de cortarle los hilos.
Akame, rápidamente, reaccionó para atrapar el cuerpo inerte del amejin antes de que cayera al suelo. Lo tomó con ambos brazos y lo depositó con cuidado en el suelo, tratando de que no se golpeara.
— Maldita sea, ¿¡cómo se le ha ocurrido probarlo!? —maldijo el Uchiha—. Joder... Parece que está totalmente ido.
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Al instante lo azul invadió cada parte de su boca. Se había vuelto bastante líquida y el calvo la pudo sentir moviéndose por la boca tan solo un instante. No tuvo tiempo de reaccionar, apenas si le pudo sentir el sabor, que todo a su alrededor comenzó a moverse. Pasaba por al lado de su cabeza como si estuviese acelerando, todo se volvió borroso y los colores que veía empezaban a cambiar. Ese olor a humedad y encierro empezarían a desaparecer para dejar paso a un fuerte y penetrante aroma a inciensos. Pronto saldría disparado de ese túnel parado en un lugar, en una escena, que recordaba mejor de lo que su mente intentó ocultar.
Veía los muslos de su madre a un lado, los de su padre al otro. Todos vestidos en túnicas blancas con patrones amarillos. Mucha gente a su alrededor en una edificio rectangular de piedra gris clara y pocos ventanales que dejaban entrar una tenue luz que se complementaba con velas en las paredes. Todos se agrupaban en un círculo perfecto sobre el centro de atención.
«A... ¿Abuela?»
Sonaba su voz, pero también la de aquel niño que veía a la madre de su progenitora tumbada sobre un bloque de mármol. Un ligero cántico comenzó a sonar por sobre el silencio de todos, una ligera y melancólica música desde un punto que no se podía ver pero que inundaba todo el interior.
«¿Por qué estas ahí? ¿Qué hago yo acá?» la dualidad de voces se alternaban.
De pronto los sonidos se detuvieron y cuatro hombres se acercaron al cuerpo desde el círculo en el que estaban. Las luces de las velas se apagaron y una parte redonda del techo de piedra fue removido dejando entrar la luz del Sol al punto de hacer entrecerrar los ojos de la mayoría.
«¿Por qué la abuela duerme? ¿Qué hacen? ¿Qué hago yo acá? Esto... esto ya pasó... pero... no quiero esto...»
Una lágrima corrió por la mejilla del pequeño. Sintió la palma de la mano de su padre en la espalda, el apretón de manos de su madre a quién agarraba con fuerza. Los cuatro hombres dieron pasos al frente y tras unos cuantos sellos tiraron su manos al frente.
La luz cálida del Sol se vio opacada por un frío y oscuro destello interminable de relámpagos azules. La sala se volvió oscura y lo poco que se podía ver eran los cuerpos de esos hombres siendo iluminado por los duraderos rayos azules que viajaban en dirección a la anciana. Los inciensos ya no se sentían y en su lugar un extraño color a quemado llegaba a las narices de todos.
Otras lágrimas cayeron. El pequeño calvo se escondió detrás de la pierna de su madre pero aún así seguía viendo.
Seguía viendo a su abuela siendo reducidas a cenizas en un ritual que años más tarde no solo entendería sino que también le encantaría. La profundidad, el valor y el significado que le enseñarían lo harían muy importante para él.
«Abuela...»
Los destellos se detuvieron y la luz natural poco a poco fue siendo nuevamente la principal. Las cenizas aún caían de la cama de mármol al piso cuando los más alejados del círculo central comenzaban a salir del edificio. Su padre se había ido, los cuatro hombres, todos los presentes, excepto él y su mamá.
— ¿Por qué mamá? ¿Por qué?— sonó la voz quebrada de un niño que seguía en llanto.
«¿Por qué?» preguntó la voz de un adolescente que tampoco entendía qué sucedía.
Pero la madre no respondió, solo contestó su pregunta con un abrazo y el acompañamiento en las lágrimas.
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12/09/2018, 00:35
(Última modificación: 12/09/2018, 00:38 por Reika. Editado 1 vez en total.)
Leyó con detenimiento los papeles -Son facturas de...cebos para pesca y este parecen ser de la recaudación- la rubia no era el as de la pesca, de hecho le aburria, pero no hacia falta ser erudito de esa actividad para darse cuenta de que eso no eran cebos para pesca
-Operacion clandestina, trafico de....-
—Karamaru-san! la llamada de atencion del Jounin interrumpio a la rubia
—Maldita sea, ¿¡cómo se le ha ocurrido probarlo!? —maldijo el Uchiha—. Joder... Parece que está totalmente ido.
-Eso se suma a lo que estaba por decir...Trafico de drogas- dijo mientras observaba (y escuchaba los pensamientos de su compañero) como si estuviera analizándolo -¿Estupefaciente? ¿Alucinógeno? como sea, esto debe estar en estado puro me parece....por eso su rápida acción ¿no crees?- pregunto al Jounin «Por sus pensamientos lo mas probable es que esto sea un poderoso alucinogeno, quiza este reviviendo alguna antigua memoria ¿Que le estara pasando?»
-Acostemoslo en el suelo hasta que se le pase, mientras esperamos hare una copia de estos papeles...querrás presentar esta informacion a tu Kage-exclamo la kunoichi de cabellos dorados, por las locaciones en donde esta cosa era vendida, al parecer era una operación bastante grande
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«Joder, menudo colocón lleva este condenado...»
Mientras Karamaru seguía inconsciente en el suelo, haciendo de vez en cuando algún aspaviento, Reika le contaba a Akame lo que acababa de descubrir en los documentos de la mesa escritorio. El Uchiha entrecerró los ojos, pensativo; «desde luego, esto tiene pinta de ser un alijo ilegal, y este sótano, la caleta donde guardan la mercancía hasta que puedan distribuirla». Sin embargo, había algo que le llamaba la atención.
— ¿Cebos de pesca? —preguntó el jōnin—. ¿Qué demonios tienen que ver los cebos con esta... Droga?
Akame no era un muchacho especialmente dado a drogarse —más allá del tabaco y algún alcohol ocasional—, pero sí que conocía varias sustancias ilegales. Era un ninja, al fin y al cabo, y caminar en los márgenes de la legalidad vigente suponía el cincuenta por ciento de su trabajo; el otro cincuenta consistía en, directamente, traspasarlos. Pero nunca había visto una cosa como aquella pasta azul viscosa.
— sí, sin duda se trata de algún alucinógeno, y muy potente diría yo. Karamaru-san está totalmente K.O.
Ante la duda, el jōnin optó por hacerle caso a Reika, y mientras la kunoichi se disponía a copiar la información de los papeles, Akame dejó al calvo reposando y se colocó junto al escritorio. La libreta de tapa gruesa fue lo primero que le llamó la atención —además de la ingente cantidad de documentos y facturas—, de modo que la abrió y le echó un vistazo.
— Hm, sin duda son referencias a lugares y... ¿Contactos? ¿Distribuidores? ¿Clientes? —aquello no parecía del todo claro—. Mira, éste está tachado. "Z., 5.000". ¿Se referirá a cinco mil ryōs? —sus ojos captaron entonces el siguiente detalle evidente—. Por todos los dioses, aquí hay uno que pone quinientosmil.
» Creo que deberíamos sustraer esta información lo primero, Reika-san. No entiendo qué parte juegan en esto los cebos de pesca, pero dudo que sea tan importante como una referencia de posibles contactos y cantidades.
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13/09/2018, 02:38
(Última modificación: 13/09/2018, 02:38 por Karamaru.)
Otra vez aquel túnel, otra vez ese viaje. Dejó atrás su cuerpo de niño y el silencio de un funeral para entrar de lleno en el centro de un estadio. Esta vez su primer sensación no fueron los olores, sino los sonidos.
La gente lo rodeaba igual que antes, pero desde mucho más lejos. Todas las tribunas llenas vitoreaban a dos pequeños que se veían las caras en el ring de un estadio. Karamaru conocía ese rostro, Senju Riko de Uzushio podía confirmar sin dudas. Y al verlo cayó en cuenta de dónde estaba, aquel nefasto torneo. ¿Acaso iba a recordar todo eso nuevamente?
Su cuerpo habló, el de su oponente también y todo se puso en marcha. Era un espectador en un lugar privilegiado, pero el peor posible para el calvo. Vio cada paso, cada movimiento, casi en cámara lenta.
«¿Por qué hice eso? Pero que tarado, si podría haber hecho mil cosas mejores » repetía su mente a cada segundo.
El combate transcurrió y nuevamente se encontró en el suelo, derrotado. Otra vez esa amarga sensacion de impotencia y error. Otra vez sentirse diminuto siendo el hazmereír de toda una multitud, se había avergonzado a él mismo, a su kage, a su aldea, a su templo y familia. Volvio a sentir esa lágrima contenida.
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