Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
4/07/2016, 14:46 (Última modificación: 20/07/2016, 14:28 por Uzumaki Eri.)
Mucho antes de las responsabilidades que amenazaban como las nubes negras una tormenta eléctrica, Eri salió de su casa camino de un largo paseo por las calles de la villa. Aquel día se había levantado con unas nubes blancas taponando el cielo, cosa que hacía que los rayos del sol no se posasen sobre su blanca piel.
Aquel día, sin embargo, le apetecía entrenar el Ninjutsu, quería andar sobre el agua, escalar árboles... Cosas que aprendió hace un par de años y por ese entonces le resultaban nuevas y magnificas, a estas alturas era ya algo normal en la vida de un shinobi. Lo más básico, vaya. Y sin embargo, si lo piensas con detenimiento, era algo tan extraordinario para los que no sentían en ninshuu, o ninjutsu; que cualquier persona normal sentiría envidia.
Más, sus divagaciones la llevaron a las costas del Remolino.
Caminaba mirando el mar de forma nostálgica, el movimiento de las olas, la suave brisa marina... Todas aquellas cosas la llamaban para que se acercase y tocase el agua, sentir la humedad en sus extremidades. Sin embargo sus pies se mantenían firmes en el asfalto, temerosa de llegar allí y que... Ocurriese algo.
''Pero me muero por entrenar aquí...''
Llegó a un pequeño lugar apartado, lleno de pedruscos oscuros colocados de tal forma que podían ocultar cualquier cosa o a cualquier persona, y sin dudarlo ni un segundo deslizó su pequeño cuerpo entre ellas, ocultándose de los ojos de cualquier persona que pudiese pasar por allí.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Fue a su lugar de carnívoros a desayunar, como cualquier otro día, unos ricos huevos revueltos con bacon, total, ya se sabe que lo que no te mata te hace más fuerte y siendo shinobi necesitas de muchas proteínas y cosas ricas para empezar el día con energía. Por extraño que pareciera, el camino hasta ese restaurante donde te daban carne y amor en cantidades industriales nunca se le olvidaba. Era la magia del bacon.
Y ahí estaba él, el amigable y obeso Nabi, comiendo como si le fuera la vida en ello, y vaya si le iba la vida en ello. Cuando llevaba medio plato de aquel suculento manjar de los dioses que solo podías saborear en ese exclusivo y único lugar en todo Uzushiogakure, una cabellera azul apareció entre la muchedumbre que iba y venia por delante del local. Le fue del canto de un duro echarlo todo en el plato y salir por patas detrás de ella, pero logró controlar su estomago y su traquea para que todo siguiera el camino que debía seguir. Aún así se dejó casi un cuarto de plato, se despidió de su bacon y, dejando el dinero al lado del plato, se fue detrás de la muchacha.
Pero la cantidad de gente que se encontraba interpuesta era demasiado grande, apenas podía ver a lo lejos su melena mientras se intentaba abrir paso. Sí, podría haber escalado el edificio más cercano y haber ido por los tejados, más fácil y más practico y más de todo. ¿Por qué no lo había hecho? Porque entonces ella se hubiera dado cuenta y no hubiera sido una sorpresa. Y la sorpresa era lo más importante.
Pasaron algunas calles y cuando juraría que ya había perdido el rastro de la muchacha se encontró con la costa delante de su cara y, efectivamente, ni rastro de la kunoichi. Decidió darse una vuelta por la playa a ver si se encontraba con alguien o algo que le pudiera indicar algo.
Cuando se relajó lo suficiente, se preguntó a sí misma que qué narices hacía escondiéndose, si lo que quería en aquellos momentos era reencontrarse con gente, entrenar, algo nuevo... Algo diferente a lo que había estado haciendo en ese último año. Pero por otra parte, ¿y si no era bien vista? ¿Y si la juzgaban por lo que ocurrió? Se empezó a morder el labio, casi con necesidad.
''Venga, a la de una, a la de dos...''
Pero sus ojos la hicieron parar antes de salir de su escondrijo, ya que una cabellera entró en su campo de visión, una cabellera que conocía demasiado bien. ¿Nabi? ¿Qué haría el Uchiha allí? Su corazón se aceleró a la par que su nerviosismo crecía. ¿Y ella cómo salía de allí sin ser vista por él? Que supiese por el momento no conocía jutsus de invisibilidad, y si los conocía estaba demasiado nerviosa como para hacerlos.
Pero al recordar que era una kunoichi, y que sabía hacer técnicas, se le ocurrió algo. Y con tres sellos su forma cambió a la de otro chico del Remolino, alguien que recordaba y que había visto unos días atrás. ¡Habían sido los primeros en verse después de tanto tiempo! Así que en su memoria todavía seguía fresca su forma de actuar.
Ahora la Mizumi era Eikyuu Juro.
Salió del escondite con tranquilidad, intentando disimular su nerviosismo. Conocía los pros y los contras de aquella técnica, pero... ¡Por probar no perdía nada! Solo esperaba que Nabi no usase el sharingan en su contra. O que no la viese, que también era una opción.
Pero nada más salir se topó con él de frente, y sus opciones se vieron reducidas a una.
Dado que muchas de las misiones ninja están basadas en la infiltración, este Ninjutsu no tiene precio. Se usa normalmente para transformarse en personas ajenas, pero también puede utilizarse para transformarse en animales, plantas e incluso objetos inanimados como armas. Esto le da a la técnica una gran abundancia de usos. La transformación de un ninja habilidoso (Ninjutsu 60) será exactamente como el artículo original, así que será imposible diferenciarlos. Es uno de los Ninjutsu más básicos, y es incluso enseñado en muchas de las academias shinobi del mundo; sin embargo, está considerada por encontrarse entre las técnicas más difíciles de su rango, pues requiere emisión constante de chakra para mantener la forma elegida. Además, el usuario puede estar en todo momento interactuando con el entorno. Los ninja con poca experiencia sufren de estrés mental por ello, así que la mejor forma de determinar si el usuario está utilizando la técnica es causarle este mismo estrés (causarle daño o derribarlo eliminará la transformación).
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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10/07/2016, 12:48 (Última modificación: 10/07/2016, 12:50 por Inuzuka Nabi.)
Estaba a punto de desistir en su búsqueda cuando escuchó algo en las proximidades, decidió asomarse a ver si era un cocodrilo. No sabía porqué había pensado en un cocodrilo, si era una estupidez enorme, todo el mundo sabe que los cocodrilos solo existen en las alcantarillas de Amegakure, donde tienen su propia ciudad subterránea con casino y todo. La cuestión es que se acercó al lugar de procedencia del sonido esperándose cualquier cosa.
Y cualquier cosa salió de su escondite en forma de su compañero de equipo Juro. El cual le saludó tan vacilantemente como lo solía hacer.
—H-hola, Nabi. —
— Hombre, si es el buen aventurado Raitonero Juro, el destructor de mundos. ¿Qué te cuentas? ¿No habrás visto pasar a Eri por casualidad? Ya sabes, pelo azul, pechos enormes, bajita.
El chico acompañó con gesticulaciones todos los atributos que describió de la muchacha, todos. Prestando más atención, Juro parecía estar un poco nervioso, como si Kazuma acabara de decirle que tienen que hablar. Se quedó dubitativo, la verdad es que no le importaba demasiado su relación con el peliblanco, pero siendo ambos compañeros suyos tal vez sí que tuviera que preocuparse. Así que dejándose llevar por su enorme preocupación por el asunto, abrió la boca.
— ¿Estás bien, Juro? Pareces más tenso que Kazuma cuando no encuentra su katana.
— Hombre, si es el buen aventurado Raitonero Juro, el destructor de mundos. ¿Qué te cuentas? ¿No habrás visto pasar a Eri por casualidad? Ya sabes, pelo azul, pechos enormes, bajita.
''¿Me estaba buscando? ¿A mí?'' Pensó la Mizumi, sin embargo, una vena se hinchó en su frente al escuchar lo último. ''¿Cómo que pechos enormes y bajita? ¿Desde cuándo Nabi me define así?'' Cabreada y ofuscada, volvió a la carga.
Pero al parecer, el tiempo no jugó a su favor, y el Uchiha se montó su propia película dentro de su cabeza, hablando antes que el Juro falso.
— ¿Estás bien, Juro? Pareces más tenso que Kazuma cuando no encuentra su katana.
— ¿Eh? ¿Yo? ¡Yo estoy bien! — Exclamó con más ímpetu del que necesitaba, luego movió las manos para quitar hierro al asunto. —¿Por qué preguntas? Ah, bueno, me dejé el látigo en casa, quizás fuese por eso... — Soltó aquello mientras señalaba el lugar donde usualmente el verdadero Juro llevaba su preciado látigo.
''Esperemos que cuele...''
— ¿Y... Cómo que preguntas por Eri? Yo por aquí no he visto a nadie.
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Juro reaccionaba de formas extrañas a las palabras de Nabi. Sin embargo, no podía decir con seguridad que eso era algo raro en él, apenas se habían visto y la totalidad de esas veces única y exclusivamente fue por entrenamiento o por deber. Aunque en aquellos pequeños y efímeros instantes consiguieron conectar levemente el uno con el otro, no habían tenido un contacto diario que le permitiera diferenciar entre él y un impostor tetudo.
— ¿Eh? ¿Yo? ¡Yo estoy bien!¿Por qué preguntas? Ah, bueno, me dejé el látigo en casa, quizás fuese por eso...
La explicación parecía solida y totalmente lógica, Juro y su látigo eran como Kazuma y su espada. Lo del peliblanco lo convertía casi en un samurai, lo cual era perverso y poco ético para un shinobi, pues samurais y shinobis no eran lo mismo, pero lo de Juro era perversión. Perversión de la mala. Aún le costaba un poco creer que fuera arriba y abajo por la villa con eso.
— Pero... ¿de verdad que vas todo el día con tu látigo? ¿Y te dejan entrar en las tiendas con eso?
"Una katana aún es un arma normal de un shinobi, el látigo es un arma normal de sádicos y torturadores. Así que normal normal, no es. ¿Le gustara a Kazuma que lleve siempre su látigo y por eso nunca lo deja? ¿¡Entonces el que recibe es Kazuma y no Juro!? Que giro argumental tan inesperado."
— ¿Y... Cómo que preguntas por Eri? Yo por aquí no he visto a nadie.
¡Porque me está evitando, Juro! A mi, al gran Nabi. Y encima ahora que la veo coge y huye. Eso no se le hace a un compañero de Uzushiogakure, hombre. Eso se hace cuando ves a alguien de Taki.
Después de irse un poco por las ramas llegó a la conclusión de que si no había pasado por ahí, tendría que haber ido por otro lado y mejor ponerse en marcha cuanto antes. Quedarse ahí con el moreno no le iba a conseguir nada más que historietas sobre su romance con un samurai.
Bueno, pues tendré que seguir buscando. Hoy es el día, no escapara de mi por mucho más tiempo. Si la ves, ven a buscarme rápidamente.
— Pero... ¿de verdad que vas todo el día con tu látigo? ¿Y te dejan entrar en las tiendas con eso?
— Erm, sí, claro. Es mi principal arma, la necesito por si acaso pasa algo grave, ya sabes, aparecen cocodrilos del agua, gallinas asesinas... — Se maldijo a sí misma interiorimente, ¿cocodrilos? ¿Gallinas? ¿Qué narices estaba diciendo? Esperaba que Juro no viniese... Porque si no, la verdad es que estaría en un apuro. ¡Y seguro que Juro no había tenido que enfrentarse a Cocodrilos y Gallinas asesinas! ¡Es Juro!
Se miró los pies, ahora que era otra persona se sentía crecida y notaba que sus piernas se habían hecho más largas. ''Debería hacer el henge más a menudo...'' Su autoestima brillaba por su ausencia, pero bueno, eso no importaba en aquellos momentos.
— ¡Porque me está evitando, Juro! A mi, al gran Nabi. Y encima ahora que la veo coge y huye. Eso no se le hace a un compañero de Uzushiogakure, hombre. Eso se hace cuando ves a alguien de Taki.
''¿Y él cómo lo sabe? ¿Me habrá visto pasar antes, no? Todo encaja...'' Ignoró la última parte de su comentario sobre Takigakure, ¡ella solo conocía a dos personas de Taki y eran buenas! Un momento... ''¿El gran Nabi? ¿Quién eres tú?'' Suspiró, olvidándose por un momento que era el Eikyuu.
—¿Qué va a estar evitándote? Que va, quizás es porque es más rápida que tú... — Intentó quitar hierro al asunto, pero viniendo de alguien con tan poca carisma, dudaba que le hiciera caso.
—Bueno, pues tendré que seguir buscando. Hoy es el día, no escapara de mi por mucho más tiempo. Si la ves, ven a buscarme rápidamente.
Se mordió el labio inferior, nerviosa.
Entonces ocurrió: una gallina, moviendo la cabeza hacia delante y hacia atrás, de forma rítmica; paseaba por la acera que se encontraba fuera de la blanca arena de las Costas del Remolino. ''¡Gallinas!'' Pensó. ''Eso me servirá... Aunque quien tenga una granja de gallinas cerca... Debería cuidarlas mejor, ¡siempre se escapan!'' Y entonces el falso Juro señaló al animal.
— ¿Por qué no sigues a la gallina? Es un símbolo de buen augurio... ¿Sabes? Si la sigues a lo mejor das con Eri... Yo... ¡Yo he quedado con Kazuma! Así que me voy yendo ya, ¿vale? ¡Nos vemos Nabi! — Y la pequeña kunoichi del remolino se marchó corriendo, evitando que Nabi o bien la siguiese o bien descubriese su mentira. Ahora lo que tenía que hacer era fácil: deshacer el henge e ir por los tejados siguiendo al Uchiha hasta aparecer frente a él de forma ''casual''.
¿No era tan difícil, no?
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— Erm, sí, claro. Es mi principal arma, la necesito por si acaso pasa algo grave, ya sabes, aparecen cocodrilos del agua, gallinas asesinas...
"¿Cocodrilos en el mar? ¿Gallinas asesinas en la playa? Hay que estar muy loco para creer en esas locuras. Pobre Juro, le está afectando juntarse con Kazuma."
—¿Qué va a estar evitándote? Que va, quizás es porque es más rápida que tú... —
— ¡Claro que es más rápida! Y lo aprovecha la muy malvada. Si no fuera más rápida la alcanzaría y no tendría estos problemas.
Nabi ya estaba a punto de salir por patas de ahí para volver a buscar a la peliazul cuando una gallina se cruzó descaradamente en su camino con su cabeza alta y sus plumas más blancas que la nieve. Aún recordaba lo que le pasó a la última de su especie con la que tuvo el honor de toparse, que justo había sido en ese mismo lugar. La diferencia era que esta vez Mike no estaba para comérsela.
— ¿Por qué no sigues a la gallina? Es un símbolo de buen augurio... ¿Sabes? Si la sigues a lo mejor das con Eri... Yo... ¡Yo he quedado con Kazuma! Así que me voy yendo ya, ¿vale? ¡Nos vemos Nabi! —
Sonaba tan absurdo que incluso se lo planteó, antes de poder contestarle a Juro, éste ya no estaba. El animal se apremiaba todo lo que podía en alejarse del Uchiha, seguramente porque era humano. Seguirla en esas condiciones iba a ser una estupidez, la gallina iría en dirección opuesta a donde estuviera él todo el tiempo.
"Para seguir a una gallina, tienes que ser la gallina."
Tras tres sellos y una breve nube de humo, ya no había ningún shinobi en la playa ni en sus cercanías, solo dos gallinas viendo pasar la vida. Dos gallinas que eran como dos gotas de agua, aunque a una le faltaba un dedo en una de sus patas y a la otra no. Pero ¿cual de las dos era más gallina? Ambas tenían un comportamiento muy similar, cabeza en constante movimiento, mirada sesgada que no sabe ni a donde mira y de vez en cuando picotear algo en el suelo.
Paró y se apoyó en sus rodillas para recuperar el aliento. Se había alejado lo menos cien metros de allí para asegurarse de que Nabi no le seguía, y cuando lo comprobó pudo volver a su apariencia normal. Sus cabellos azulados nublaron su vista por un minuto y sus jadeos era lo único que se escuchaba en aquel lugar, sin a penas un alma.
Cuando recuperó el aliento trepó por la primera casa que encontró y fue saltando de tejado en tejado hasta volver a las Costas del Remolino. Una vez allí entrecerró los ojos para divisar al animal de plumaje blanco que se encontraba paseando por allí, hasta que lo encontró... O los encontró. ''¿Dos?'' Exclamó en su interior para bajar de su escondite. ¿Para esto ideaba un magnífico plan de reencuentro con Nabi? ¿Para encontrarse a dos gallinas? Suspiró mientras se acuclillaba a preguntarle a la primera.
—Disculpe, señora gallina, ¿ha visto usted a un chaval de pelo amarillo y pintas raras? — Preguntó, mientras observaba los ojos desorbitados de aquel animal que seguía moviendo la cabeza de forma rítmica. Eri inclinó su cabeza hacia la izquierda, esperando por una respuesta.
¿Le contestaría la gallina?
—¿Y tú? — Esta vez le preguntó a la segunda. Si no le contestaban lo mejor era llevarlas de nuevo a su granja. ¡Luego la gente se quejaba por la poca producción de huevos en esta villa!
Aunque esperar a que dos gallinas le hablasen era más difícil que un día de sol en Amegakure, pero ya... No le importaba mucho, no tenía nada que hacer.
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Después de un buen rato sin moverse del sitio, sino dando vueltas como una gallina sin cabeza, nunca mejor dicho, en la escena apareció cierta kunoichi peliazul, como invocada por Satanás. Miró a ambos animales extrañada y se acercó a ellos. Lejos de todo lo que pudiera imaginar el shinobi, la muy alocada de Eri se acuclilló ante la gallina y empezó a hablarle como si fuera lo más normal del mundo.
—Disculpe, señora gallina, ¿ha visto usted a un chaval de pelo amarillo y pintas raras? —
" Maldito Juro, le dije que me avisará si la veía, no que me la mandara a traición. ¡Me vengaré, Eikyu Juro!"
Tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no soltar una carcajada en su forma de gallina y seguir con los ojos mirando a todos lados y a ninguno. Sin embargo, ambas gallinas se habían acercado a la muchacha, como si desprendiera un aura que atraía a los animales, y Nabi solo copiaba a la original. Ante la petición de la peliazul, la gallina miró a Nabi, en forma de gallina, y éste le devolvió la mirada. Sus ojos no reflejaban nada, era imposible saber qué pensaba ni aunque tuviera el sharingan activado no podría predecir a esa gallina.
En un veloz movimiento le pegó un picotazo en toda la cabeza, provocando que el henge desapareciera con otra breve nube de humo.
— ¡Hija de gallina! Se supone que eramos compañeros, te consideraba una hermana. ¡Ya veras cuando te pille!
Así, el rubio salió corriendo tras el animal, que empezó a aletear para ir más rápido, haciendo aún más imposible que este la alcanzara con su nula agilidad. Al final, la gallina hizo un paso en falso y el Uchiha la enganchó, dando lugar a una pelea humano-gallina nunca antes vista. El primero intentaba darle mientras la gallina no dejaba de revolotear llenándolo todo de plumas e imposibilitando que los golpes del muchacho contactaran.
— Pero Eri, no te quedes ahí, tú la sujetas y yo le demuestro quien es la gallina alfa.
Miraba a ambos pares de ojos desorbitados como si de un momento a otro fueran a mirarla a ella y abrir los picos para decirla sí, se ha ido por la derecha, pero aquella afirmación no llegó, solo encontró silencio, un silencio sepulcral que solo las olas rompían.
Las costas estaban desérticas aquel día.
Giró la cabeza un momento para divisar el mar una vez más, hoy tampoco iba a ser el día en que volviera a ver a...
— ¡Hija de gallina! Se supone que eramos compañeros, te consideraba una hermana. ¡Ya veras cuando te pille!
Una de las dos gallinas le pegó un picotazo a la otra, se escuchó un sonoro ''puf'' y Eri tuvo que cerrar los ojos por culpa de una nube de humo y de ella salió un chico de cabellos rubios y rebeldes, de ojos color carbón y expresión de dolor en su rostro.
''¿Nabi era la gallina?''
La joven huérfana entró en shock, estática en el lugar, mientras el rubio seguía los pasos del animal que salió corriendo, aleteando cada vez más rápido para escapar de las garras del Uchiha. Sin embargo, el pobre pollo pisó mal y el rubio la alcanzó, peleándose con ella: le tiraba de las plumas, la gallina le picaba en los ojos. Vamos, lo normal cuando te peleas con una gallina.
Al final era una fiesta de plumas y cacareos, por parte de ambos.
— Pero Eri, no te quedes ahí, tú la sujetas y yo le demuestro quien es la gallina alfa.
Su mudez pareció dispersarse, y de su espalda tomó su Ketsui. Con un rápido movimiento, estampó el bastón en la cabeza del rubio.
— No sé si serás tonto, ¡pero si sigues así, te juro que seré yo la que te haré serlo! — Chilló durante el impacto, dejando a la gallina parada justo al lado del agredido.
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El feroz combate entre la ave y el Uchiha llegó a su fin cuando consiguió agarrarla sujetandole las alas para que no pudiera desplegarlas. La peliazul parecía estar en shock, del que se recuperó en apenas unos segundos y fue tras ellos, que se encontraban a escasos metros de la kunoichi. Nabi había aprendido con cada mamporro que recibió de Eri, viendo sus ojos inyectados en sangre, llenos de ansia de matar a alguien ya podía temerse lo peor. Seguramente morirían tanto él como la gallina.
— No sé si serás tonto, ¡pero si sigues así, te juro que seré yo la que te haré serlo! —
La agresiva kunoichi sacó su arma mortífera y nueva y se abalanzó sobre el pobre e indefenso chico que levantó a la gallina como única protección. El palo hizo contacto y el constante cacareo se convirtió en un débil gemido que dio paso a un silencio tenso. El joven había cerrado los ojos en premonición a un posible golpe en toda su cabeza, los abrió descubriendo que sujetaba un animal inerte. Sin pensarlo dos veces lo soltó y éste cayó a la arena haciendo un sonido seco sin inmutarse.
— Oh dios mio, has matado a la pobre gallina. Eri, tienes que empezar a controlar tu agresividad, no puedes ir por ahí matando bichos y destrozando habitaciones. Ay, con lo calmada que era de joven. Que mal te ha sentado envejecer.
Mientras hablaba se lavaba las manos con el agua del mar, intentando quitarse las plumas que tenia esparcidas por toda su vestimenta. Acto seguido se acercó al cadáver y empezó a golpearlo débilmente con un palo que no se sabía de donde había sacado.
— Pobres gallinas, deben de estar malditas. Bueno, ¿qué hacemos con esto? ¿Lo tiramos al mar? ¿Nos lo comemos? Solo sería quitarle las plumas, la cabeza, las patas y echarlo en el horno. Con eso tenemos para una cena que te cagas, te lo digo yo.
Se giró a encarar a su compañera, sobretodo esperando más golpes, pero también para ver como reaccionaba ante la idea de comerse a la gallina.
El maltratador de animales y Uchiha levantó al pobre e indefenso ave para protegerse del impacto que iba a recibir sobre su cabeza, haciendo que el bastón golpease a la gallina y que ésta gimiese de dolor y cerrase sus ojos. Eri soltó a su Ketsui y se cayó de rodillas. ¿Acababa de matar a un pobre animal? No, sus manos no podían estar llenas de sangre, ¡se negaba a pensar aquello! Mientras se llevaba ambas manos a la cara, se escuchó un sonido seco, procedente del animal inerte que Nabi había dejado caer a la suave arena.
— Oh dios mío, has matado a la pobre gallina. Eri, tienes que empezar a controlar tu agresividad, no puedes ir por ahí matando bichos y destrozando habitaciones. Ay, con lo calmada que era de joven. Que mal te ha sentado envejecer.
La vena de su frente volvió a hincharte, y un tic nervioso en su ojo izquierdo se instauró en ella. ¿Cómo? ¿Controlar su agresividad? ¿Matar bichos? ¿Destrozar habitaciones? ¿Joven? ¿Envejecer? No podía con toda esa sarta de estupideces. Suspiró y contó hasta tres, luego hasta cinco. Recogió su bastón y lo dejó en su espalda, luego se levantó y se dirigió a tomar a la gallina entre sus brazos. Todo esto mientras Nabi hablaba, se lavaba las manos en el mar y justamente se disponía a atacar al inerte animal con un palo de origen desconocido.
— Pobres gallinas, deben de estar malditas. Bueno, ¿qué hacemos con esto? ¿Lo tiramos al mar? ¿Nos lo comemos? Solo sería quitarle las plumas, la cabeza, las patas y echarlo en el horno. Con eso tenemos para una cena que te cagas, te lo digo yo.
Eri frunció el ceño y tomó a la pequeña gallina entre sus brazos, luego hizo que un chakra verdoso emanase de ambas manos para curar al ave, que con suerte seguía teniendo respiración.
—Lo primero, la gallina no está muerta, solo inconsciente. — Recalcó, señalando con sus ojos verdosos al animal que reposaba en sus brazos. — Lo segundo, lo que pasa es que tiene que haber un gallinero cerca de las Costas, así que como buenos shinobi que somos, deberíamos devolver al animal a su hogar, y lo haré con o sin ti. — Tenía una cosa clara, y es que Nabi la sacaba de sus casillas, siendo Uchiha o siendo él mismo. —Y... — Prosiguió. —¡Yo no soy ninguna agresiva, y soy más joven que tú, así que guárdate tus comentarios para ti solo!
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La peliazul agarró el cadaver nauseabundo del ave ponedora de huevos que acababa de matar como si tal cosa y empezó a sacar chakra verdoso más intenso que el color moco de Hachiko Daruu de sus manos. Por desgracia, la kunoichi le impidió llevar a cabo su examen palil sobre el animal, así que era incierto si aún vivía o estaba poniendo huevos en el gallinero de Hagoromo. Por algún motivo que escapaba de su limitada comprensión, encima de todo eso, Eri se había enfadado con él.
—Lo primero, la gallina no está muerta, solo inconsciente.Lo segundo, lo que pasa es que tiene que haber un gallinero cerca de las Costas, así que como buenos shinobi que somos, deberíamos devolver al animal a su hogar, y lo haré con o sin ti.Y...¡Yo no soy ninguna agresiva, y soy más joven que tú, así que guárdate tus comentarios para ti solo!
— ¡No podemos saberlo! No me has dejado usar mi palo examinador. Podría estar viva o muerta o ambas o ninguna. — soltó exagerando con la gestualización — Pero ¿y si lo devolvemos y nos denuncian? Deberíamos fugarnos y vivir en la montaña criando cabras y cerdos antes de que descubran nuestros crímenes.
Se quedó quieto un momento esperando la respuesta de Eri y antes de que ésta tuviera la oportunidad de decir algo, si intentaba decirlo, saltaría de nuevo.
— ¡Era broma! — saltó a la vez que exclamaba — No es que no quiera irme a vivir a la montaña a criar bichos contigo, es que tenemos un deber que cumplir Eri, entiende que tenga que rechazar tu oferta por el momento. Cuando nos jubilemos si aún quieres. Aunque yo estoy envejeciendo bien así que probablemente tu te jubiles antes.
Entonces cayó en la cuenta de lo que había mencionado la peliazul antes de que empezara con su discurso lleno de sinsentidos y estupideces.
— Yo creo que sera algún civil que ha montado un corral en su patio y no sabe que las gallinas se escapan. Hay que ver... estos civiles...
Se cruzó de brazos y empezó a negar con la cabeza lentamente.
— ¿Tienes algún plan para saber de donde viene? ¿Le leemos la mente aprovechando que esta inconsciente?
Diría dejando de negar pero aún con los brazos cruzados. Momentáneamente serio, momentáneamente.
En su interior intentaba tranquilizarse mientras terminaba de emplear su ninjutsu médico sobre el animal y escuchaba a Nabi a partes iguales. Su yo interno, aquel que había intentado moldear en el último año de decía: ¿recuerdas cómo era Nabi antes del Torneo? ¿Cómo puede ser que ahora se comporte como cuándo era en el orfanato? Mientras que su instinto de toda la vida le decía: mátalo, mátalo, mátalo.
En fin, que en su interior todo era un caos.
''Tiene razón, Nabi antes era serio, lo único que decía eran cosas serias y con lógica.'' Recordó, dejando de emanar aquel chakra verdoso curativo. ''¿Qué habrá pasado?'' Se preguntó mientras miraba a la gallina que ahora dormitaba sobre sus brazos.
— Yo creo que sera algún civil que ha montado un corral en su patio y no sabe que las gallinas se escapan. Hay que ver... estos civiles... — Se cruzó de brazos y empezó a negar con la cabeza lentamente. — ¿Tienes algún plan para saber de donde viene? ¿Le leemos la mente aprovechando que esta inconsciente?
Al menos decía algo con sentido, y eso hizo que la kunoichi se relajase por fin, después de todo el día a la defensiva.
—Puede ser, pero no tengo la menor idea de dónde puede existir ese corral, solo sé que está cerca. — Alegó, pensativa. — Quizá lo mejor sea esperar a que la gallina se despierte y dejarla, con suerte podría guiarnos hasta su hogar.
Aquella era su lógica.
— Por cierto... — Ahora su voz denotaba nervios e indecisión, ¿qué debería preguntarle? —¿Qué... Has hecho este año?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100