Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ángel salvador era Riko, cómo enviado por el Sabio de los Seis Caminos para cortar las conversaciones incómodas. Era tan inoportuno su corte tajante para pedir comida que resultaba excelente para salvarse de tocar un tema triste y delicado en esos momentos, justo cuando deberían estarse divirtiendo. ¿Para qué preocuparse por los problemas del mundo teniendo enfrente tan buena comida? Sin duda no complicarse la vida resultaba lo más acertado.
—Lo que digas— Empezó a reír —Mejor no amargarnos la comida pensando en eso, ¿cierto?— Volteó a ver a Riko.
Una muchacha de cabellos castaños, ojos azules y anteojos era la que se encontraba atendiendo a los comensales. Vestía con un delantal y portaba una charola de plata en mano, siendo que cuando escuchó al del mohicano llamarla corrió de inmediato hasta la mesa.
—¡Oh sisisisisisisisisi!— Parecía algo nerviosa al tener que prestar atención a tanta gente. —Con mucho gusto, ahorita te traigo tu orden— Recogió el plato vacío mientras salía pitando hasta la cocina.
—¿No es mucha comida? Te puede caer pesado antes de dormir—. Intentó persuadirlo.
Aunque seguramente, el que quizás se iba sentir un tanto mal, sería el Uchiha.
(5/11/2018, 03:02)Roga escribió: Era una comida sencilla, con huevos de codorniz en salsa ranchera, frijoles negros volteados, nachos y algo de queso. Sólo alguien de buen paladar notaria que los ingredientes empleados en su preparación eran frescos y de altísima calidad.
Sabe los Dioses en lo que estaría pensando Uchiha Datsue. Sabe los Dioses qué estaría viendo. Le podrían haber hecho un Genjutsu, y no habría cambiado nada. Codorniz. En una embolia mental que jamás llegaría a explicarse, pensaba que estaba comiendo codorniz. Recordaba, incluso, como justo antes de comerlos había pensado, casi rezado, porque los cocineros le hubiesen sacado las tripas. Rememorando un día en que las había comido con ellas, dejando el plato hecho un asco.
La tensión del viaje, el calor, el breve combate… Algo tuvo que jugarle una mala pasada. Le despistó. Le nubló la mente. Porque claro que aquello no eran codornices —o, realmente, sí lo eran—, sino huevos de codorniz.
Lo triste fue que se dio cuenta cuando notó el primer retortijón. Uno que conocía muy bien. Uno que le había hecho pasar el momento más embarazoso de su vida, allá en un bosque perdido… junto a su Hermano.
Junto a Zoku.
Había enterrado aquel putrefacto recuerdo en lo más profundo de su mente, y había asesinado al único testigo de aquello —si bien cierto pastor se había encontrado con la sorpresita más tarde—. Quizá por eso, reaccionó antes de que fuese demasiado tarde. Porque, la anterior vez, no lo había hecho a tiempo.
—¡¡¡P-perdón!!!
Se levantó de golpe, tirando la silla por el camino, y corrió a todo lo que le daban las piernas mientras apretaba el culo con las manos, directo al cuarto de baño.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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La camarera acudió corriendo a su llamada, algo nerviosa debido a la cantidad de gente que tenía que atender aquella noche, pero desde luego, muy educada y cordial.
—¿No es mucha comida? Te puede caer pesado antes de dormir—.
Riko hizo un leve gesto con la mano, quitándole importancia.
—No te preocupes, este estómago puede con lo que le echen. — Sonrió dándose un par de palmadas en la panza.
Pero de repente, la paz se esfumó, al igual que lo hizo Datsue, que levantándose de golpe y tirando la silla al suelo al hacerlo, salió corriendo a una velocidad que no había visto en nadie nunca, y por el gesto qque hacía con las manos dejaba bastante claro cual era su problema.
—Le habrá sentado algo mal, además el viaje hasta aquí no ha sido del todo cómodo. — Dijo Riko, quitándole importancia.
Se quedó con el ojo cuadrado, observando el espacio vacío que hasta hace unos instantes estaba ocupando Datsue. "Nunca había visto a nadie apretar nalga de esa forma..." Sonrió de forma nerviosa, aún cuando Riko le dijo que debía tranquilizarse y que no había porqué preocuparse. El Yotsuki no estaba tan seguro de eso, y menos las demás personas hospedadas en el hotel que voltearon a ver en cuanto la silla chocó contra el piso.
Sentado en una solitaria esquina, estaba nuevamente el muchacho de la canción triste. Vestía simple con una camisa de manga larga y un pantalón formal, observando con sus ojos azules la mesa dónde se encontraban los tres jóvenes shinobi. Pareció decidirse, tomándose lo que quedaba de su café y de inmediato se puso de pie, trotando hasta dónde estaban Riko y Rōga.
—Disculpen, ¿le ocurrió algo a su amigo?— Era claramente un adolescente, rondando entre los diecisiete y los veinte. —Y-yo puedo ayudarlos, en serio— Dijo con tono tembloroso.
—Creemos que la comida le cayó algo mal, pero, bueno, no lo sabremos hasta que regrese— negó con la cabeza.
Recordaba aquel día como si fuese ayer. El apretón. Las ganas de vomitar. Las arcadas. Aquel fatídico día, en su interior, dejó de ser Datsue el Intrépido para convertirse en Datsue el Cagón. Y lo había sido por muchos días, y tan solo porque luego tuvo problemas que lo eclipsaron —un tal Shukaku, que ejerció de psicólogo para hacerle ver que aquello, en realidad, era una simpe anécdota—, consiguió olvidarse del percance. Superarlo.
—Oh, no…
Pero ahí volvía de nuevo, como esa novia que te rompió el corazón y aparece años más tarde. Tú pensabas que ya habías pasado página. Que la habías olvidado. Pero, entonces…
—Oh, ¡no…!
Entonces te dabas cuenta que tan solo había sido una ilusión. Un simple Genjutsu que tú mismo te hiciste para seguir viviendo el día a día. Un servidor prefiere no entrar en detalles de lo que sucedió a continuación. Basta con saber que fue grotesco, maloliente, y que hubo tanta mierda que ni veinte Stuffys con su amo hubiesen podido igualarle, ya no superarle.
Estaré en el baño hasta que os vayáis a dormir o venga alguien a preguntar. Así que seguid roleando sin mí hasta entonces xDD
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Entonces un joven se acercó hasta ellos, uno que le resultaba conocido, ya que había sido el que había cantado aquella canción tan triste hacía un rato, antes de que todo se desmadrara con los maleantes aquellos.
—Disculpen, ¿le ocurrió algo a su amigo? Y-yo puedo ayudarlos, en serio—
Riko le miró, parecía tener buenas intenciones, y desde luego, si estaba tan seguro de que iba a poder ayudar a Daasue sería por algo, por lo que la curiosidad de le picó al Kaguya, decidido a averiguar más sobre aquel chico.
—Creemos que la comida le cayó algo mal, pero, bueno, no lo sabremos hasta que regrese
El genin asintió, no había mucho más de lo que preocuparse.
—¿Por qué estás tan seguro de que puedes ayudarle? ¿Además, por qué te interesa? Ni si quiera nos conocemos, ¿no? — Preguntó Riko, pasando el dedo por la salsa que había quedado en el plato de frijoles y llevándoselo a la boca.
7/11/2018, 00:06 (Última modificación: 7/11/2018, 00:07 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
—Yo, este... ¿Por dónde empiezo...?— Se frotó el brazo derecho con la mano izquierda. —Bueno, verán. Mi nombre es Kotori Asobu, pero pueden llamarme sólo Asobu— A simple vista, cualquiera diría que tenía problemas para expresarse, tomando rodeos innecesarios al hablar. —Soy un practicante de medicina, llegué a este lugar para estudiar con el médico del pueblo. Tal vez no sea un doctor del todo, pero estoy certificado cómo un enfermero—. Tras su explicación lucía mucho más relajado y convencido. —Me pareció notar que su amigo salió corriendo al baño, ¿no? Lucía muy urgido al respecto. En mi experiencia, no es bueno tomar a la ligera un malestar que puede llegar a empeorar. Me parece que este es el caso. Puede que vaya más haya de una simple indigestión— Afirmó de una manera muy convincente. Se notaba que sabía de lo que hablaba y realmente dejaba poco espacio para dudar de sus palabras.
—¿Qué motivos tendrías tú para ayudarnos?— Interrumpió el Yotsuki, con la misma duda que el Kaguya, no sin antes ver algo de reojo a Riko al notar que este estaba metiendo los dedos en el plato.
—Porque ese es mi trabajo y me gusta ayudar. Además sería de utilidad para mis prácticas, sin mencionar que creo saber el porqué se pudo haber enfermado de golpe. Está en mis manos— Nadie de los ahí presentes podía negar la convicción que el muchacho transmitía.
—Pero él se fue a los sanitarios, ¿qué pretendes? ¿Ir a buscarlo a los baños?— Terminó de beber el jugo para dejar que el café se enfriara. Le gustaba comer despacio para saborear la comida. —¿Tú crees que sea lo correcto Riko?
Riko escuchó con atención la explicación que Asobu les daba, era un estudiante médico, preparándose para el puesto con el doctor del lugar y que, por el momento no llegaba más allá de se un enfermero, pero la verdad era que ahora entendía en parte el motivo de que quisiera ayudar, todos los médicos deben hacerlo en caso de necesidad aunque no estén trabajando así que...
—¿Tú crees que sea lo correcto Riko?
Riko se encogió de hombros al principio, tratando de pensar una solución que conformara a todos.
—Bueno, ¿y qué tal si se lo preguntamos directamente a Datsue? Está en los baños pero se puede hablar con él, ¿no?
Aquella era la mejor respuesta a aquel problema, que Datsue fuera el que juzgara si necesitaba la intervención de un médico al que no conocía, o no. Así que con esto en la cabeza, el Kaguya se levantó de la silla y se dirigió a la salida del salón, en búsqueda de su compañero perdido.
—Es la única manera en todo caso, vamos entonces a ver si se encuentra bien— Asintió ante la propuesta de Riko.
—Vayan ustedes, yo me quedo aquí a terminarme mi cena. Además, presiento que el asunto puede ponerse asqueroso y no quiero arruinarme la comida— Comentó mientras se metía los nachos a la boca, escuchándose el crujir de los mismos aunque tuviese cerrada la boca.
—Como prefieras— respondió mientras se disponía a seguir a Riko. —Te acompaño.
Datsue estaría lejos de recuperarse, aún con el tiempo que había transcurrido. Cuando llegasen a los baños, lo único que necesitarían era averiguar en cuál de todos se hallaba el Uchiha en desgracia. Curiosamente, no parecía haber ningún otro huésped del hotel en el sitio.
—¿Puedes llamarlo, por su nombre?— Lucía algo incómodo al preguntarle a Riko. —Será más fácil así que tocar cada puerta intentando buscarlo— Río nervioso.
Asobu por su parte, también había comprendido la postura de Roga, por lo que ambos chicos, el médico y el Kaguya se dirigieron a los baños más próximos al salón, suponiendo que era allí donde el Uchiha habría ido teniendo en cuenta la urgencia.
—¿Puedes llamarlo, por su nombre? Será más fácil así que tocar cada puerta intentando buscarlo
Por supuesto, no pensaba tocar puerta por puerta, además, en cuanto tocara la primera el Uchiha le escucharía por lo que al final sería el mismo resultado por menor esfuerzo.
—Datsue, ¿estás por aquí? Traigo un médico «al menos uno que dice serlo» que puede serte de ayuda.
Riko y el proclamado doctor no tuvieron mucho trabajo en encontrar a Datsue. No hacía falta tener muy buen oído para escuchar sus retortijones, ni el característico ¡fluuuup! que de vez en cuando se producía contra el agua del váter. Tampoco el rollo de papel higiénico dando vueltas sin parar.
Pero, si resultaba que alguno de los dos se había quedado sordo de manera momentánea, también podían guiarse por el olfato. No, no hacía falta ser un Inuzuka para olerlo. Mierda pura mezclada con vómito. Un servidor prefiere no ahondar demasiado en la descripción, pero cabe decir que era nauseabundo… Muy nauseabundo.
—¿R-riko? E-estoy bien. Todo va bien. Perfectamente bien. Oh… —¡Fluuuuuup! Su esfínter cediendo al inevitable paso de la naturaleza—. ¡Oh, mierda! —Nunca mejor dicho—. Riko, ¿sigues ahí? ¿Puedes pasarme un rollo de papel higiénico? Solo… tíramelo, ¿vale?
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Aunque de primeras no había olido aquel hedor que salía del baño, en cuanto terminó de hablar, una bocanada de aquel aire putrefacto inundó sus pulmones y, a pesar de que no solía darle asco nada, aquello le obligó a llevarse la mano a la nariz para tapársela y evitar olerlo.
—¿R-riko? E-estoy bien. Todo va bien. Perfectamente bien. Oh. ¡Oh, mierda!. ¡Oh, mierda!
Sí, algo le había sentado mal, por lo que dudaba que Asobu pudiera hacer demasiado por ayudar a su camarada, a no ser que pudiera cortarle la diarrea de alguna forma, lo cual seguro que el joven agradecía.
—Sí, sí, dame un momento.
Su voz sonó nasal, consecuencia de tener la nariz tapada, y se dirigió a uno de los baños vacíos y cogió el papel higiénico que había allí, de hecho, se acercó a otro, por si acaso necesitaba más de un rollo, y con los dos en la mano, se acercó al de Datsue y se los tiró por encima.
—Ahí te van un par de rollos, cualquier cosa avísame. — Su voz seguía sonando nasal todavía, y su mirada se fijó en el médico. —Si vas a hacer algo, es tu momento. — Diría encogiéndose de hombros.
El Yotsuki terminaría su cena, yendo luego a su habitación, ajeno al drama por el cual padecía Datsue. "¿Por qué se habrá enfermado de repente?" No le conocía a fondo, pero siempre existía aquella pizca de curiosidad
Entre tanto en los baños, la fetidez se asomó a las fosas nasales del muchacho de los ojos azules en cuanto abrió la puerta, dejando en claro el nivel de gravedad del asunto. Para su buena o mala suerte, un médico debía estar acostumbrado a tales cosas e incluso situaciones peores. Él estaba preparado de sobra, por lo que no se inmutó aún donde otros estarían más que asqueados. Pudo notar también en la voz del afectado que estaba pasándolo fatal, aún cuando sus palabras intentaran disimular su estado.
—Haré lo que esté en mis manos, confía en mí— Contestó sin voltear a ver al Kaguya.
»¡Escúchame! ¿Te llamas Datsue verdad?— Su dulce voz transmitía seguridad. —Mi nombre es Asobu, puedo ayudarte con tu problema, sólo necesito que cooperes y confíes en mí.——Mencionaba mientras se acercaba a la puerta. —Tal vez te sientas incómodo, incluso avergonzado, pero no debes preocuparte por eso conmigo. Necesito que me dejes pasar. ¿Vas a seguir aguantando ese martirio por orgullo o me permitirás ayudarte a aliviarlo?— Remató tajante.
Debía ser honesto y hablar con la verdad. Estaba preparado para recibir una negativa, pero no por eso se iba a rendir.
Datsue cazó como pudo los dos rollos de papel que le cayeron del cielo. Se encontraba en una situación comprometida, y el sonido de la cisterna engullendo agua no paraba de sonar. Pero aquello tenía un límite. Tenía que tenerlo. No era una mole de dos metros, después de todo. La mierda acabaría por terminarse y…
—¡Escúchame! ¿Te llamas Datsue verdad?
El Uchiha se quedó de piedra. «¿Cómo? Pero, ¿es que Riko ha traído público?»
—Mi nombre es Asobu, puedo ayudarte con tu problema, sólo necesito que cooperes y confíes en mí.
¿Cooperar? ¿Cooperar con qué? ¿En turnarse con quien le limpiaba el culo? Pero, ¿es que le estaban vacilando?
—¡Riko, LLÉVATELO DE AQUÍ Y DEJADME CAGAR TRANQUILO, JODER! —rugió, rojo de ira, de vergüenza… y posiblemente de fiebre también.
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Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Entonces llegó el momento del médico que, sin duda, fue de lo más cortés y amable pero a pesar de todo no eligió las mejores palabras teniendo en cuenta la situación por lo que, tal y como Riko había esperado, Datsue no se tomó demasiado bien el intento de ayudar de Asobu.
—¡Riko, LLÉVATELO DE AQUÍ Y DEJADME CAGAR TRANQUILO, JODER!
Riko se encogió de hombros, y se acercó hasta el médico, poniéndole la mano en el hombro.
—Te dije que lo ibas a tener complicado, ya has oído, dejémosle tranquilo hacer sus cosas. — Le dijo al médico, guiándole el camino hasta la puerta.. —Ya te dejamos tranquilo Datsue, mañana por la mañana te paso a ver a la habitación para ver que tal estás. — Diría en un tono neutro, aunque sabía que aquello complicaba demasiado el plan de fuga que tenían en mente.