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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
—Sí, bueno, esa es exactamente la reacción que tuvo tu padre, sí. —Daruu se rio, pero Ayame se estremeció—. Cogerme por el jinbei, y también amenazarme con que si te hacía algo malo me iba a matar con sus propias manos.

—¿Te... te amenazó...? —preguntó ella, con un debilitado hilo de voz y la tez pálida como la luna.

—Muy majo. Ahora, por favor, ¿puedes soltarme, Ayame? —añadió.

Ella se sobresaltó y se apresuró a soltarle cuando se dio cuenta de que seguía agarrada a él casi con uñas y dientes. Sólo entonces Daruu le sujetó ambos lados del rostro y acarició su nariz con la suya. La cercanía del chico, el sentir su olor y su respiración en sus mejillas disparó las pulsaciones de Ayame, que ya tenía las mejillas a punto de ebullición. Y aquel sentimiento la atolondró momentáneamente.

—Escucha, Ayame. No pasará nada. Ya está, ya se lo he dicho. Ahora podemos vivir nuestra relación de un modo normal —dijo, y la soltó. Comenzó a caminar de nuevo en dirección a Nishinoya, agarrándola de la mano—. Bueno, por si acaso, que no nos vea muy cogidos cuando estemos con él. Igual sí que nos mata entonces.

—Espero... espero que tengas razón... —murmuró ella, aterrorizada. ¿Pero cómo iba a mirar ahora a su padre a la cara la próxima vez que lo viera?

Siguieron su camino hacia Nishinoya. Pronto abandonaron las calles de Sendoshi y se adentraron en los caminos que les llevarían hacia su complejo residencial. Dejaron atrás la seguridad de las luces de la ciudad, y cuando los engulló la oscuridad de la noche Ayame se pegó todo lo que pudo al cuerpo de Daruu, con las piernas repentinamente pesadas y temblorosas. Sin embargo, confió en él y se dejó guiar por los caminos bordeados por hierba y de repente se vieron rodeados por pequeñas lucecitas que parecían danzar en el aire a su alrededor.

—¡Luciérnagas! —exclamó una maravillada Ayame, que no cabía en sí de gozo.

Durante un instante se olvidó de su miedo, y así continuaron hasta Nishinoya, acompañados de aquella estampa. Y enfrente de la fuente de entrada al complejo, Daruu se giró una última vez hacia ella.

—Esto es muy bonito —dijo Daruu, cogiendo Ayame de detrás de los hombros—. Casi me da hasta pena separarme ahora de ti, y eso que mañana podría volver a verte si quisiera. Supongo que en algún momento tendremos que decir "hasta mañana", ¿eh?

Ella se quedó momentáneamente en silencio, atrapada por los vibrantes ojos de Daruu.

—S... sí, supongo que sí... —respondió muy azorada y se llevó una mano al pecho intentando contener el aleteo de las mariposas en su estómago. Se esforzó en apartar la mirada para salir del hechizo—. Entonces... hasta mañana... supongo...

Quiso apartarse, pero sus piernas no respondían y al final siguió el impulso de su corazón. Le dio un beso en los labios y después salió corriendo hacia las habitaciones femeninas.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#77
Como la última vez que tuvieron una cita, Ayame se despidió de él dándole un beso por sorpresa y saliendo corriendo en dirección contraria. Daruu avanzó el rostro hacia adelante, como esperando que el roce de sus labios durase tan sólo un poco más. Se sintió como un tonto, se sonrojó y él también se dio la vuelta, metiéndose las manos en los bolsillos y pateando una piedra.

«¿Qué tendrá que me acelera tanto el corazón?», se dijo a sí mismo.

Entró en el dojo masculino y se adentró en su habitación. Aquél día habían pasado muchas cosas, pero al menos se había quitado el peso del secreto de su relación con Ayame de encima. Dormiría bien, por primera vez en muchos días. Suspiró, se quitó la ropa y se metió a la ducha.

Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el agua le lamiera la piel, como si fuera lluva.

«Ojalá fuera lluvia», pensó Daruu con añoranza.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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