Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Tres —respondió el alumno, diligente—. Mínimo tres —se corrigió—. Ninjutsu, Taijutsu, Genjutsu… Es muy difícil ser maestro de las tres. Pero un equipo puede serlo, cada uno cubriendo las carencias del otro.
—Eso se cumple para la mayoría, sí. En todas las Villas tienen una forma parecida de pensar al respecto, por más que muchas veces se mande un grupo menor a realizar las misiones. Los efectivos son los que son y la demanda es la que es —dijo, práctico—. Pero toda norma tiene su excepción, y en este caso, eso son…
—Los Hermanos del Desierto —dijo orgulloso.
—… los Yotsuki —terminó, y continuó antes de que al chico le diese tiempo a protestar—. Son un clan curioso, ¿sabes? Todos ellos, en un momento de su vida, eligen a un compañero de batalla. Uno con el que lucharán hasta la muerte, sin importar las consecuencias. Va más allá del compañerismo, de la simbiosis, o de la camaradería incluso. Ellos se nutren de esa relación. Juntos, son más fuertes de lo que jamás serían por separado o con otro compañero de equipo.
—Pero, Raito-sensei… Yo te pedí que me hablases de…
—Ahora voy, coño. Que no dejas hablar —protestó Raito—. El caso es que a ese tipo de relación ellos lo llaman Hermandad, y ese compañero que eligen es su Hermano. Y va mucho más allá de compartir un vínculo sanguíneo, de clan, o siquiera de Villa. Ellos lo ven como si fuesen… como si fuesen hermanos de alma.
»¿Me preguntas por los Hermanos del Desierto? Bien, hubo un tiempo en el que ellos eran eso. Así que ya te puedes imaginar el resto.
—Pff… Sigo pensando que nuestro equipo les haría papilla. A ver, no ahora. Datsue es mucho Datsue. Pero, ¿enfrentándonos a ellos en sus comienzos? ¡Vamos, Raito-sensei! ¡Ya nos viste en la última misión!
—¿En sus comienzos, dices?
—Sí, eso, cuando no eran más que unos genins como Mitsuki, Sora y yo.
—En ese caso… —dio una calada, y echó el humo al cielo—. En ese caso hubiesen barrido el suelo con vosotros, y luego os hubiesen usado como alfombra.
El joven hinchó mucho los carrillos y aguantó tanto la respiración —o la rabia del momento—, que se puso rojo.
—Va, ahora acábate la comida y no más cháchara. Tenemos trabajo que hacer.
• • •
Mientras tanto, Akame aguardó junto al lago, esperando a que algo sucediese…
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El Clon de Sombras asistió a la historieta de Raito como un espectador más —aunque de incógnito—, y por un momento la nostalgia le embargó de una forma tan vergonzosa que jamás lo reconocería ante nadie. Allí, en mitad de la oscuridad, entre la maleza que se le metía en los calzones y el aire fresco de la noche en el monte, se encontró añorando aquellos tiempos que relataba su antiguo maestro. Cuando la vida era más simple, cuando había sentido el calor de un hogar y una familia.
Sacudió la cabeza. Mentiras. Todo eso no habían sido más que mentiras. Un espejismo que se deshizo con la facilidad con la que la marea derriba un castillo de arena. Apretó más los puños.
Pero entonces, ¿por qué?
—
Akame ya se había terminado el primer pitillo. Con gesto perezoso, sacó de su bolsillo un emparedado —había dejado el petate oculto entre el follaje, junto a un árbol lejos de la orilla— y empezó a comerlo con calma. Sus sentidos, no obstante, se mantenían aguzados y alerta.
«Shikage dijo "a la luz de la Luna llena". Supongo que debe faltar poco para que doña Sangre-Fría aparezca...»
13/01/2020, 22:53 (Última modificación: 13/01/2020, 22:57 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Sensei y alumno apagaron el fuego echándole tierra encima. Recogieron las sobras, guardaron los utensilios, y se echaron las mochilas a la espalda.
El joven dio una patada a un guijarro, claramente ofuscado.
—Así que fueron tus mejores alumnos.
Raito suspiró.
—Yo no dije eso.
—Dijiste que fue el mejor equipo que…
—Eso no los convierte en mis mejores alumnos. —Había una diferencia. Sutil, pero ahí estaba—. Akame, para empezar, fue mi mayor fracaso. Jamás aprendió nada de mí. Y mira cómo acabó.
—Traicionando a la aldea y asesinando a Chokichi-senpai.
—Así fue... Así fue. Un gran ninja, Chokichi. Él sí le tenía calado desde el principio. ¿Ves? A veces hasta el Sharingan es ciego —dijo con amargura.
—No fue culpa tuya, Raito. Quiero decir… ni siquiera Datsue-senpai lo vio venir. ¡Ni siquiera Hanabi-sama! Él era una serpiente, y vosotros solo visteis la piel que él os quería enseñar. Porque las serpientes mudan de piel y… Ehm… Bueno, tú entiendes lo que quiero decir. Que me estoy perdiendo con la metáfora. Solo espero que… Solo espero cruzármelo algún día, y así te demostraré quién barrerá el suelo con quién.
Raito soltó una carcajada seca y corta, y le revolvió el pelo con una mano.
—Recuerda tu promesa, Daiku. No más cháchara. Ahora tenemos una misión que cumplir.
Y ambos emprendieron la marcha, en la exacta dirección en que Akame había ido: hacia el lago.
• • •
El lago era el espejo del cielo. Negro, con puntitos de luz aquí y allá y una enorme esfera lunar brillando en sus aguas tranquilas. Ligeras ondas enturbiaban el reflejo de la luna, ondas que llegaban hasta la orilla. Hasta los pies de Akame.
Era una noche de temperaturas suaves. Se oía el ulular de un búho, en la lejanía, y el viento acariciando las hojas de los árboles. Era un sitio bonito, tranquilo, perfecto para una velada romántica. La imagen perfecta para una postal.
¿Cuánto tiempo llevaba allí de pie? ¿Cuánto observando? Akame acababa de terminar su tentempié cuando la vio. Allí, bañada en luz lunar, flotando entre las aguas. El rostro de una mujer viniendo hacia él. Sus cabellos oscuros, empapados, caían con delicadeza sobre su pecho desnudo. Su piel brillaba como el oro más codiciado, y cada curva, cada gesto, tenía la delicadeza de un jarrón de porcelana.
Tenía los ojos verdes, tan brillantes como el propio Sharingan. Y su sonrisa… Su sonrisa era la de un ángel.
—Oh, ¿quién ess esste joven tan apuessto? —preguntó, coqueta. Akame la tenía a unos cinco metros de distancia, y tan solo la veía de cintura para arriba. Desnuda. Deslumbrante. Tan bella que daba miedo. Si las fantasías fuesen ciertas, ella, desde luego, sería una Ningyo—. ¿Hass venido a librarme del aburrimiento?
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Al joven criminal le hubiera gustado poder contar, si alguna vez relataba aquel episodio, que las palabras de Raito le dieron ganas de reír. De salir de su escondite entre los matorrales carcajeándose de su antiguo maestro, alzando los brazos al cielo y mostrando orgulloso su tatuaje del Dragón. Le hubiera gustado clamar a los cuatro vientos que Uzushiogakure no Sato no había podido asesinarle —no para siempre, al menos— y que gracias a eso ahora iba a ser mucho más poderoso de lo que jamás habría sido sujeto al yugo de la Villa. Le habría gustado fardar de su posición, de ser uno de los líderes de la organización criminal más influyente de Mizu no Kuni. Le habría gustado poder presumir de ser un criminal buscado en todo Oonindo, notorio, famoso, un bastardo peligroso como le había llamado Zaide.
Al fin y al cabo, en las historias de fantasía, los villanos siempre se regodeaban en su mala fama, en su maldad, y tomaban gran placer en que todos supieran cómo de malos malísimos eran. Sin duda, tal y como pintaba el asunto, Akame se había convertido en uno de esos villanos de historieta.
Pero no pudo. Lo intentó con fuerzas, con todas sus fuerzas, pero no pudo. Lo que sintió en su lugar fue un amargor intenso, un sabor bilioso en la boca y descorazonador, un vacío en le pecho que le hizo enfurecerse más consigo mismo de lo que lo estaba con Raito, o Hanabi, o Datsue, o Uzu. Seguía sin poder dar una respuesta a la pregunta que llevaba haciéndose desde que había visto a su antiguo sensei con aquel muchacho.
¿Por qué no era capaz de odiarle?
¿Por qué seguía añorando su aprobación?
—
«Aquí viene...»
La reconoció incluso antes de que abriese la boca para escupir aquellas palabras tan peculiarmente pronunciadas con un siseo que le resultó inmediatamente familiar. Akame no se inmutó al principio, sino que fingió sorpresa cuando la mujer ya tenía medio cuerpo desnudo fuera del agua. Sus mejillas se ruborizaron —no hubo necesidad de fingir eso, pues llevaba meses sin contemplar la belleza de una mujer desnuda— y abrió mucho los ojos mientras se levantaba muy despacio.
—¿El... aburrimiento...? —balbuceó, con una pretendida sonrisa bobalicona—. O, por todos los dioses... ¿Eres... eres... eres una ningyo? —aventuró, tímido—. Las historias sobre vosotras no empiezan ni por hacer justicia a tu belleza. ¿Es cierto, entonces? ¿Que sois más exóticas y sensuales de lo que ninguna mujer puede ser?
Había cierto tinte de lujuria en su voz; aquella bestia era, al fin y al cabo, jodidamente hermosa.
14/01/2020, 16:40 (Última modificación: 14/01/2020, 20:20 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Sensei y pupilo avanzaron entre la maleza a velocidad moderada, y hubo un momento en que la mirada de Raito brilló con el carmesí del Sharingan. Se dirigían, sin ningún tipo de duda, hacia el lago.
—Muy atento a partir de ahora, Daiku. No sabemos lo que nos espera.
El alumno asintió, con vehemencia y nerviosismo.
—No le fallaré, Raito-sensei.
Raito estuvo a punto de decirle algo, pero cambió de opinión y cerró la boca. Ya estaban cerca. Muy cerca.
• • •
La ningyo se pasó una mano por su cabello, deslizando un dedo entre los mechones de arriba abajo. Primero a la altura del cuello, luego del pecho, abriendo una pequeña cortina que dejaba intuir pero no ver, y finalmente por el abdomen.
—¿Qué ssi ess cierto? No ssé… ¿Por qué no me lo dicess tú? ¿Lo ssoy? —respondió, coqueta, mientras avanzaba un pelín más—. ¿Por qué no te acercass máss para comprobarlo? Dessde ahí no debesss ver muy bien —le animó, mordiéndose el labio inferior y bajando la mirada momentáneamente.
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Cuando maestro y alumno se pusieron en marcha, el Kage Bunshin se obligó a dejar de lado aquellas tribulaciones que le atosigaban por dentro y a concentrarse en la misión; él tenía un cometido clave en el devenir de la estratagema trazada por su original. Sigiloso como la serpiente a la que tenía que dar caza, el Uchiha se movió tras el dúo de shinobi de la Espiral. En todo momento ponía extremo cuidado en no ser visto ni oído, guardando siempre una distancia prudencial, caminando de forma paralela a los dos ninjas para no quedarse atrás hasta que...
«Ahí está. Ahí delante, el Lago...»
Su propósito llegaba a su fin. Sabía que, cuando su esencia física se deshiciera en el éter y sus pensamientos pasaran al Akame primigenio, también lo harían aquellas dudas. Aquella desazón. Pero, ¿acaso tenía alternativa?
El Kage Bunshin cerró los ojos, apretó los puños y...
¡Puf!
—
Akame parpadeó un par de veces, aturdido por la repentina llegada de los estímulos sensoriales que le venían a la memoria tras desaparecer su clon de sombras. Mientras que su mirada se mantenía fija en la mujer-serpiente, su cabeza trabajaba a toda velocidad. «Estaban a punto de llegar y Raito-sensei ha activado su Sharingan. Tengo que evitar que me vean o el plan se irá a la mierda. Pero, ¿y si esta condenada bestia intuye que algo va mal y vuelve al agua?»
—Es que... No sé nadar. Me da miedo el agua —se excusó—. ¿Qué tal si vienes tú? Ven a jugar...
Con la actitud de muchachito inocente más tontuna que fue capaz de fingir, Akame se levantó y echó a correr hacia los árboles. Sabía por dónde iban a venir Raito y su alumno, de modo que se aseguró de correr lo suficientemente rápido como para que no llegaran a verle antes de internarse en la arboleda, y de correr en una dirección en la que no se toparía con ellos. Con un poco de suerte, la bestia y sus cazadores se toparían de bruces los unos con los otros.
La ningyo rio ante la ocurrencia de aquel joven, y, divertida, le siguió el juego. Salió del agua con una gracilidad encomiable, revelando que la mitad inferior de su cuerpo tenía forma de pez. ¿O era de serpiente? Se desplazaba serpenteando por el suelo, y usaba su lengua para… ¿orientarse?
—Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar —canturreaba despreocupada, sin importarle perderle de vista entre los arbustos—. Ssi no pilla essta noche, mañana te pillará.
Entre la maleza, sin embargo, se detuvo de golpe. Como si algo no acabase de funcionar. Y es que, por mucho que sacase la lengua para saborear el ambiente… no lo encontraba. No encontraba su aroma. Su sabor.
Akame es irrastreable por el olor gracias a su Mérito Inodoro
Akame siguió corriendo, escondiéndose entre la maleza. El bosque estaba lleno de árboles en aquella parte. No podía dar más de tres pasos sin tener que cambiar el rumbo para evitar un tronco, un arbusto, o una abrupta elevación en el camino.
Había dejado atrás a la ningyo, y la oscuridad lo envolvía todo. Por un momento, tan solo oyó silencio. Hasta que...
—¡Cuidado, Daiku!
—¡… es una mujer en apuros!
—¡CUIDADO HE DICHO!
Al este de su posición, los gritos llegaron acompañados del sonido de un gran vendaval. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Se habrían topado con la serpiente? No era capaz de distinguir nada desde aquella posición —había demasiada maleza para que incluso su Sharingan la traspasase y captase un brillo de chakra—, pero sí fue capaz de oír cosas. Un chillido. Un grito de guerra.
—¡Oh! ¡¿Uchiha?! —Era la misma voz que antes, pero mucho más potente, como si le hubiesen dado un megáfono, o la garganta desde la que hablaba fuese mucho más grande—. ¡Naia sse pondrá muy contenta cuando lo ssepa!
¡¡¡BAAAAMMMMM!!!!
El sonido de algo de grandes dimensiones colisionando contra el suelo.
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«Eso es, víbora zalamera, ven con papá... Ven con papá...»
¿Sabían que Uchiha Akame, desde que tenía memoria, había gozado de una peculiaridad sumamente banal y que hasta la fecha le había pasado casi desapercibida hasta a él mismo? Su olor corporal era inexistente. Esta condición nunca fue examinada por un médico o diagnosticada apropiadamente, de modo que el joven Uchiha ignoraba cuál era la causa de este fenómeno, pero lo cierto era que en efecto su olor personal era inrastreable... Como acababa de descubrir aquella serpiente vestida de mujer. Sin quererlo, el propio Akame había ejercido una fortuita ventaja para que su plan saliera a pedir de boca.
Se detuvo cuando escuchó los primeros ruidos de lucha. Todavía cauto y sigiloso, escaló al primer árbol que pudo con ayuda de sus habilidades ninja y fue saltando de rama en rama para aproximarse al origen de los sonidos. Por encima de todo no quería acercarse ni remotamente lo suficiente como para que una técnica mal lanzada o un arma perdida pudieran alcanzarle, pero tampoco estaba dispuesto a perderse ni un compás de la pelea que —esperaba Akame— se había desatado en el bosque.
Lo primero que Akame vio, encaramado en lo alto de una rama, fue una gigantesca serpiente destrozando troncos de árboles con su cuerpo como si fuesen fichas de dominó. Era enorme —quizá no tan larga ni tan ancha como la Sombra de la Muerte—, y sus escamas atrapaban el fulgor de la luna con cada movimiento. Escamas doradas como el oro y verdes como la esmeralda. Sus dientes, tampoco tan poderosos como los de Shikage, contaban a diferencia de esta con un par de colmillos largos y afilados con los que parecía señalar a sus objetivos.
Objetivos que, por cierto, Akame tenía dificultades en distinguir.
—¡Raito-sensei! ¡Usemos la Táctica Aplastabijuus! —Un breve momento de silencio—. Por favor, ¡confíe en mí! ¡Puedo hacerlo!
Akame creyó captar un brillo pequeño en la oscuridad. Sin duda, perteneciente a Daiku. Su luz era demasiado tenue y demasiado pequeña para pertenecer a su antiguo sensei. En seguida oyó la voz del veterano Uchiha gritar un jutsu que conocía muy bien:
—¡Fūton: Reppūshō! —Daiku salió disparado hacia el cielo, por encima de la cabeza de la serpiente y del propio Akame. Hubo un instante más de espera, y de pronto, Uchiha Raito se encontraba sobre su alumno, en el cielo. Viéndolo todo—. ¡Ahora!
—¡Óyeme bien, bestia inmunda! ¡Mi nombre es Daiku! —gritó el alumno, alertando a la serpiente, quien viró la cabeza hacia el cielo—. ¡Y soy el mejor alumno de Raito-sensei! ¡Recuérdalo bien! ¡Porque un día...! ¡¡Llegaré a ser...!
»¡¡¡UZUKAGE!!!
Y entonces, sucedió algo increíble. Algo inaudito. Aquel crío, que apenas tenía el chakra de un genin recién salido de la academia, se hizo más grande. Más visible. Más… a tener en cuenta. No figuradamente, no, no. Lo que hizo fue transformarse de un momento a otro en un gigantesco ente, más grande incluso que cualquier Susano’o, y cayó en picado sobre el bosque aplastándolo todo a cien metros a la redonda.
Era su técnica insignia. Era su jutsu estrella, su carta de presentación. Era…
¤ Fūton: Reppūshō ¤ Elemento Viento: Palma del Vendaval - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Fūton 25 - Gastos: 15 CK (multiplicable x2) - Daños: 25 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: Serpiente → Carnero → Jabalí → Caballo → Pájaro → Palmada - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Tras realizar los sellos necesarios, el usuario da una palmada y comprime chakra de viento a su alrededor, creando un poderoso vendaval con la suficiente potencia como para derribar a un oponente.
Esta técnica puede utilizarse con una o dos manos y tiene diversas funciones: entre ellas dañar a un oponente a cortas distancias, usarlas sobre armas pequeñas arrojadizas para aumentar su velocidad hasta el triple durante 10 metros o incluso utilizarse sobre otras personas para impulsarlas en el aire a gran velocidad durante la misma distancia.
¤ Kage Buyō ¤ Sombra de la Hoja Danzante - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Taijutsu 50 - Gastos: 14 CK - Daños: - - Efectos adicionales:
Aparece tras el oponente en el aire
Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
- Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: 10 metros
Una técnica donde el usuario sigue a su oponente, siguiendo de cerca los movimientos del adversario, como la sombra de una hoja la sigue en el aire mientras baila, cayendo. La técnica puede utilizarse cuando el adversario ya está en el aire, pero es más impredecible y eficaz si la precede una patada ascendente que lance al objetivo por los aires o un ataque similar. El movimiento se realiza a una velocidad tan rápida que un humano normal no será capaz de seguirlo. Por ella misma, la técnica es inofensiva, pero suele utilizarse como paso previo a una técnica más potente o como entrada para una combinación de más golpes.
- PV:
190/190
–
- CK:
10/160
–
-150
–
- Daño provocado: 110 PV hacia Akame y la serpiente
- Acciones ocultas:
¤ Chō Baika no Jutsu ¤ Técnica del Súper Tamaño Múltiple - Tipo: Ofensivo - Rango: S - Requisitos: Akimichi 55 - Gastos: 150 CK - Daños: 110 PV por aplastamiento - Efectos adicionales: - - Sellos: Ninguno - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: 100 metros a la redonda
El usuario, mediante un uso bestial de su chakra, es capaz de transformarse en un gigantesco ente que apenas puede moverse. Después, haciendo uso de todo su peso, se lanza contra el suelo aplastando a cualquier objetivo en cien metros a la redonda. El alto uso de chakra de esta técnica la hace peligrosa para su ejecutor, a menos que transforme parte de su grasa en reservas de chakra.
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Akame observaba, paciente como un auténtico depredador, el desarrollo de la acción. Ya había localizado a Raito y su alumno, y también a la serpiente —no era difícil—; ahora sólo esperaba a ver el desenlace. Fuera quien fuese que se alzara vencedor, a él le beneficiaría enormemente. Aquella escena estaba repleta de enemigos matándose entre sí.
Sin embargo, lo que no estaba ni de lejos previsto fue lo que los shinobi del Remolino ejecutaron para intentar vencer a la bestia viperina. Akame siguió con la mirada el recorrido de ambos por los cielos, pero cuando de repente una enorme masa de carne gigantesca se infló sobre su cabeza, el Uchiha no pudo encontrarse más confuso.
«¿¡De qué cojones...!?», se repitió para sí.
No tenía tiempo de pensar. De un salto bajó del árbol mientras sus manos se contorsionaban en el sello del Perro. Apenas sus pies tocaron la tierra, ésta cedió como si estuviera hecha de gelatina, tragándose por completo al joven Uchiha tan sólo un instante antes de que aquella enorme mole Akimichi cayera sobre el bosque, previsiblemente destruyéndolo todo.
Tan sólo cuando estuviera seguro de que no iba a tener varias toneladas de peso sobre su cabeza, Akame asomaría a la superficie para comprobar el resultado de la ofensiva combinada de los uzujin.
¤ Doton: Moguragakure no Jutsu ¤ Elemento Tierra: Técnica del Escondite del Topo - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Doton 30 - Gastos: 26 CK (divide regeneración del chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Permite el escondite y la total movilidad bajo tierra en un amplio radio - Sellos: Perro - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: El usuario puede moverse en un rango de 10 metros a la redonda.
Esta técnica convierte el suelo en arena muy fina canalizando chakra a través de ella, permitiendo al usuario introducirse como un topo en el subsuelo, y moverse a través de él. El usuario puede saber exactamente donde se encuentra, él y sus adversarios, a pesar de encontrarse bajo tierra, mediante la medición de fuerzas magnéticas. El usuario puede salir por sorpresa de la tierra (aunque no a una velocidad muy elevada) para atacar a sus oponentes. También puede cavar de forma profunda para esconderse de sus enemigos y dar la sensación de que ha escapado del campo de batalla. Después de excavar o de surgir de la superficie, la tierra vuelve a su estado original, por lo que esta treta no deja rastros de las acciones del ejecutor. Utilizar esta técnica es como bucear bajo tierra, por tanto se aplican las reglas sobre ahogamientos del atributo Aguante. Si el usuario queda inconsciente durante el uso de la técnica, la tierra lo expulsará poco a poco hasta arrojarlo fuera.
Nada más ser tragado por la superficie, Akame sintió el temblor de un auténtico terremoto. Era como si le hubiese caído un edificio encima, y ahora toda la tierra estuviese temblando ante semejante golpetazo.
Fue un temblor que cuyo eco pareció alargarse, incluso cuando salió a la superficie. Afuera, todo había cambiado enormemente. Los árboles, los arbustos, los caminos, la naturaleza en sí… todo se había esfumado. En su lugar, tan solo quedaba un enorme cráter. Un cráter en medio del bosque, como antaño lo había sido los restos de Konohagakure antes de ser inundado.
A su derecha, Daiku estaba tumbado boca arriba, sin fuerzas. Respiraba entrecortadamente, visiblemente agotado. Más allá, el cuerpo de la serpiente, totalmente aplastado, como una masa de harina a la que se le ha pasado un rodillo y queda tan fino como una lámina. No había cabeza que rescatar. No había colmillos que extraer. Solo piel aplastada.
Y, arriba…
—¡Tú!
Arriba, desviándose en el aire gracias a la Técnica de la Brisa Ligera para amortiguar su caída, estaba Uchiha Raito. Con el Sharingan activado, y con los ojos puestos en el brillo carmesí que refulgió de pronto en el cráter como la luz de un faro en medio de la noche. Quizá, Akame hubiese podido seguir pasando desapercibido en medio del bosque, de la maleza y los arbustos. Pero todo eso había desaparecido. No había sitio en el que esconderse. No había lugar tras el que cobijarse.
—¡TÚ! —volvió a gritar Raito al aterrizar. Diez metros les separaban.
—¿Raito-sensei…? —preguntó Daiku, algo más lejos, apenas logrando ponerse de rodillas. Tardó en localizar lo que tanto llamaba la atención de su sensei, siguiendo su mirada—. Quién… ¿Quién es?
¤ Fūton: Soyokaze no Jutsu ¤ Elemento Viento: Técnica de la Brisa Ligera - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Fūton 20 - Gastos: 12 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Desvía el rumbo en medio del aire - Sellos: Carnero (una mano) - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
Desvía al usuario 3 metros de su rumbo en mitad de un salto o una caída, en línea recta.
(Fūton 80) El usuario puede desplazarse parabólicamente.
Escupiendo un fino pero concentrado chorro de aire desde su boca, el usuario es capaz de cambiar la dirección de caída o aterrizaje de un salto en medio del aire a alta velocidad durante distancias cortas. Esto le permite amortiguar caídas o incluso esquivar ataques en pleno vuelo. Esta técnica puede utilizarse sobre el suelo para disipar bombas de humo o nubes de polvo.
El grito de Raito consiguió captar su atención apenas un segundo antes que los restos de piel mudada de la serpiente. Mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad, Akame —que apenas había sacado la cabeza y poco más de debajo de la tierra— no apartaba los ojos de la figura de su antiguo maestro. Sabía bien que aquel cabronazo podía ser totalmente implacable cuando se lo proponía y no pensaba darle ni una sola oportunidad.
Por fortuna para el joven exiliado, era rápido a la hora de atar cabos. «Esa piel es una muda, y el temblor de antes... Se prolongó durante unos segundos después de que esta bola de sebo cayera sobre nosotros. ¡Hija de...!» Sin siquiera dedicarle una palabra a su antiguo sensei, Akame volvió a sumergirse bajo tierra para tratar de rastrear a la presa; que, si no estaba equivocado, había empleado la misma vía de escape que él: el subsuelo.
«Condenados uzujin, sólo han conseguido ahuyentarla...»
15/01/2020, 21:21 (Última modificación: 15/01/2020, 22:31 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Ahuyentarla. Oh, no. A una rata se la podía ahuyentar. A un insecto. A una presa. Pero las serpientes no eran nada de eso. Eran inteligentes, mezquinas, traicioneras y de pensamientos tóxicos y envenenados. Sintió a la Ningyo en cuestión a muchos metros de profundidad, pero no se alejaba, se acercaba.
Nada más adentrarse en la tierra, Akame sintió que la serpiente se detuvo. Como si hubiese sentido algo. Acto seguido, reemprendió la marcha, pero esta vez en una dirección distinta. Hacia…
Hacia él. Iba disparada hacia él, y algo más rápido de lo que su técnica le permitía a él moverse.
Uchiha Raito vio a su exalumno sumergirse en la tierra y lo supo. Supo que aquella era una oportunidad de oro. Cargó de chakra sus pies y saltó con toda la fuerza de la que fue capaz. Hacia el cielo, para situarse justo encima de donde Akame había desaparecido. Necesitaba ampliar su campo visual para acertar al topo cuando saliese.«¿Cuánto tiempo aguantarás la respiración bajo tierra, Akame? ¿Tres, cuatro minutos?» Se había puesto a sí mismo en una posición de extrema vulnerabilidad, y tenía —no, debía— aprovecharlo.
Ejecutó una pequeña acción oculta.
—¡Raito-sensei! ¡¿Qué ocurre?! ¡¿A quién nos estamos enfrentando?!
—¡Mantén la posición, Daiku! ¡Y atento al suelo! ¡Estate preparado para ejecutar un Kawarimi a la menor señal de peligro! —exclamó, todavía en el aire.
- PV:
250/250
–
- CK:
283/310
–
+10
– *Sharingan activado*
- Daño provocado:
- Acciones ocultas: 1
Atributo descubierto:Fuerza 40, "Sus saltos crecen en longitud y en altura, llegando a poder subir perfectamente a edificios altos de un sólo bote con la ayuda del chakra."
15/01/2020, 22:48 (Última modificación: 15/01/2020, 22:49 por Uchiha Akame.)
Oh sí. Akame se había metido en un buen lío. Incluso aunque le había dado tiempo a volver a meter la cabeza dentro de la tierra antes de recibir ningún ataque por parte de Raito o su pupilo, se sintió rodeado. La serpiente venía por abajo, como un tiburón directo hacia su presa, y en la superficie el Uchiha había podido sentir a su antiguo maestro perdiendo contacto con el suelo; probablemente saltando para ejecutar algún tipo de jutsu en área a la espera de que él volviera a asomar la cocorota. Estaba jodido, le tenían en una pinza mortal de la que no iba a poder salir... ¿O sí?
Mientras sentía al enorme reptil acercarse a toda velocidad hacia él, Akame empezó a ascender hacia la superficie y sus manos se entrelazaron en una corta secuencia de sellos.
«¡Doton! ¡Doryūkatsu!»
Al canalizar su chakra a su alrededor, la mismísima tierra se partiría en dos a su alrededor y sobre su cabeza, como el tejado de un viejo templo, para quedar dividida en dos fragmentos elevados y despejados en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Esto, inevitablemente, impulsaría al joven Uchiha hacia arriba y abriría la propia tierra sobre su cabeza para facilitarle la salida. Akame no perdería entonces un instante, tratando de identificar la posible agresión y preparándose para tratar de esquivar el ataque que —pensaba él— vendría por parte de Raito. La segunda parte de su estratagema era que al abrir una brecha en el suelo, dejaría al descubierto la cabeza de la serpiente y de precipitarse alguna ofensiva sobre el suelo, ella lo recibiría.
¤ Doton: Doryūkatsu ¤ Elemento Tierra: División del Flujo Terrestre - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Doton 15 - Gastos: 15 CK (multiplicable x2) - Daños: (ver descripción) - Efectos adicionales: Separa dos fragmentos de suelo y los eleva, espejados, en un ángulo de 45º - Sellos: Liebre → Jabalí → Rata → Caballo → Tigre → Serpiente - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: La técnica hace efecto en un área de 5 metros cuadrados cualquiera, que esté a la vista del ejecutor y no se encuentre a más de 5 metros (aumenta con la multiplicación)
Haciendo fluir chakra concentrado desde las palmas de sus manos hasta las vetas subterráneas de cualquier suelo, el usuario es capaz de dividir un terreno a su elección en dos, separando ambas partes y elevándolas por el lado donde se empezó a romper en un ángulo de 45º. Esta técnica permite destruir defensas enemigas, campamentos, e incluso puede utilizarse como vía de ataque, al desequilibrar al oponente, hacerlo caer en el espacio entre los dos cubos de tierra para luego sorprenderle... Puede ser utilizada para neutralizar técnicas enemigas dentro de la lógica.
Cuál sería la sorpresa de Raito cuando su pequeña triquiñuela se viese truncada —o quizá no del todo, pero era arriesgarse usarla ahora—, por una técnica que, desde su posición, pareciese que abría la tierra en dos como las fauces de un monstruo listo para recibirle.
Chasqueó la lengua, pero rápidamente pasó al plan B. Mientras seguía cayendo, ejecutó unos sellos rápidos y…
… y Akame, cuando salió de su escondrijo, lo vio. Esa más que posible agresión hacia su persona. Y hacia la cabeza de la serpiente que, efectivamente, había salido a relucir para partir a Akame en dos de un bocado. Claro que, ahora que sus ojos también veían, tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Cosas como…
… como el legado de Shiona.
Eso era lo que se encontraría Akame nada más salir de su escondrijo. Los recuerdos de su antigua Uzukage. En toda su cara. En forma de un torbellino de chakra carmesí.
¤ Ninpou: Hayate ¤ Arte Ninja: Vendaval - Legado de:Uzumaki Shiona en el año 113 - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos:Fuuton 50, Doton 50 o Suiton 50 opcionales (ver técnica) - Gastos: 50 CK
+50 CK para añadir agua en el ambiente o del propio chakra
+50 CK para añadir rocas en el ambiente o del propio chakra
- Daños: 100 PV
+100 PV si se ha añadido agua
+100 PV si se han añadido rocas
- Efectos adicionales: - - Sellos: Pájaro → Serpiente → Dragón → Carnero - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: 5 metros de ancho, 20 metros de largo
El usuario acumula una gran cantidad de viento a su alrededor y cruzando y rompiendo el suelo y el agua enfrente suya, como un remolino tumbado en horizontal. Tras acabar los sellos, se extiende como un demoníaco disparo de tremenda fuerza a la que puede añadir trozos de roca afilada que haya a su alrededor o masas de agua. El usuario, con un gran control del chakra (Inteligencia 100) es capaz de crear estos elementos por sí mismos y añadirlos al vendaval.