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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Mientras hablaba con el chico, pudo notar claramente los gritos de aquel grupo en donde se había forma una especia de ronda, dentro de la misma, dos jóvenes estaban en pleno combate, bastante acalorado pudo deducir la chica debido a la euforia con la que todo el mundo que se acercaba a ese lugar gritaba -Hay que tener uno o dos trucos bajo la manga siempre, no te parece?- dijo la chica con una sonrisa amigable -Si, es mas, yo creo que allí ya se puso todo interesante- dijo señalando al grupo en donde se estaba dando la pelea

-Claro- respondió la rubia sacando ella también otros tres shurikens, de los tres se quedo con dos en la mano izquierda y uno en la derecha, posteriormente adopto una pose de lanzamiento e inicio cuando el muchacho dijo que ella iba en primer lugar. Estiro todo el brazo, como si estuviese apuntando alguna zona en especifico de la diana, entonces hizo retroceder el brazo para luego de un rápido tirón lanzar su shuriken el cual queda incrustado, no en donde y como ella quería, si no, unos cuantos milímetros mas al lado, pero estaba en el blanco, casi al borde, pero dentro -Nada mal, eh!- dijo la rubia al muchacho
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#17

Yo también quería ser popular, yo quería estar en la grupal Risa

Hacía ya horas que el calvo se encontraba allí. Acostumbraba a madrugar y, cómo aún no solía salir de la aldea para su entrenamiento diario, salió hacia el Torreón de Pruebas de la academia para hacer su clásica rutina de golpes cuerpo a cuerpo. Solo un para de puños y patadas al aire, un poco de trabajo con máquinas y estaría el día completo y preparado para volver a su pequeño departamento a tomarse una merecida taza de té.

Pero aquel día fue un poco diferente. El monje ya se había dirigido hacia el Torreón minutos antes de que el Sol se asomase por el horizonte, llegando a las puertas bien temprano y siendo uno de los primeros en entrar al edificio.

«Bien, supongo que tendré que calmar mi mente un poco antes de comenzar»

Se sentó en un lugar alejado a los populares de entrenamiento, cerró los ojos y pasó casi una hora ausentándose por completo de todo lo que le rodeaba. La sorpresa fue al abrir los ojos y mirar cómo el lugar se había abarrotado de gente. Gradas llenas, líneas de tiro llenas, rondas con gente peleando llenas, y Karamaru más contento que nunca.

«Al fin veo gente con fervor a entrenar»

Comenzó a recorrer el lugar durante un tiempo, viendo a muchos hablando con otros tantos pero nunca metiéndose en las sesiones de entrenamiento que ocupaban a cada uno. Hasta que....

...el sonido del filo de una espada rompiendo el aire llamó la atención a los oídos del calvo. A tan solo unos metros dos personas que entablaban combate hace rato decidieron finalizar su combate con metal de por medio. Era claro que eso era inaceptable, y el monje lo sabía.

Comenzó a caminar a paso rápido hacia ellos, y en cuánto se acercó a la espalda del poseedor de shuriken le tomó el brazo y lo apretó con fuerza.

Me parece que esto está tomando mucha temperatura.- dijo con voz alta, clara y firme- Nadie quiere que esto se nos vaya de las manos, ¿Verdad?

Karamaru clavó una mirada asesina al hombre que estaba junto a él, con armas arrojadizas en la mano. Después, hizo lo mismo con el que tenía una wakizashi en la mano. Los combates de ese estilo como entrenamiento se aprobaban, pero no era el contexto adecuado.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#18
Conforme el combate se iba alargando, la tensión y la energía que proyectaban en el lugar eran cada vez más y más notorias. Al punto de que incluso podía resultar molesto pero en general el perimetro de gente que rodeaba a aquel par disfrutaba con creces la gratuita demostración de violencia sin mayor sentido.

Pero parecía que de todos los inconformes, solo uno estuvo dispuesto a dar el gran paso hacía un futuro mejor. Y aquel extraño héroe sin capa no fue ni mas ni menos que el anónimo calvo de Amegakure que hasta ese entonces nadie tenia mucha idea de quien era.

¡¿Q-que?!

Si en aquel momento el joven no estaba lo suficientemente tenso por el ritmo que manejaba en el combate, cuando el muchacho de pelo inexistente lo tomó por la fuerza sin duda alguna habría explotado en caso de ser una bomba.

Me parece que esto está tomando mucha temperatura. Nadie quiere que esto se nos vaya de las manos, ¿Verdad?

La mirada y el tono de las palabras de aquel entrometido realmente no sentaban para nada bien, por si fuera poco, tambien había tratado de intimidar a su oponente, el joven de la wakizashi. Este se encontraba bloqueando los proyectiles de su rival cuando el joven monje intervino, sus pasos comenzaron a detenerse en cuanto la atmósfera hizo ese cambio.

Hey, suéltalo. Si quieres pelear conmigo vas a tener que esperar a que termine con él.

Dijo el muchacho de la salvaje melena y ropas un tanto desgastadas, mientras se detenía por completo y procedía a tomar una guardia muy básica pero que demostraba que tenía idea de lo que podía hacer con aquella espada.

Será mejor que te vayas, pelado. Solo estas molestando.

Sugirió el chico de pelo castaño mientras tenía cuidado de que su extremidad capturada no sufriese daño alguno por parte del atrevido espectador.

Desde las gradas, el joven médico de cabello azabache no pudo evitar ponerse de pie para poder ver mejor la escena, había gente atrás pero a una distancia suficiente como para no molestar a nadie aunque si lo hubiese hecho probablemente no lo habrían detenido.

¿Qué estas intentando hacer? Esto no puede terminar bien...

Probablemente eso mismo que estaba pensando Mogura era lo mismo que pensaba algunos cuantos otros, el resto parecía lanzar gritos de rechazo a la maniobra de Karamaru, estaba arruinando la diversión realmente.
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#19
Aiko soltó su pregunta evasiva, intentando alejar el tema de su entreversada mente, y lo consiguió con creces. Ayame por su lado comenzó a alegar que ella también lo pensó, pero de pronto fue interrumpida en pos de completar esa frase. Su hermano, tajante y seco, concluyó que no había ningún tipo de evento en el recinto. Lo dijo de manera tan tosca y firme, que era imposible darle negación alguna a su sentencia. Sin embargo, ésto no hacía mas que despertar su interés en él, por ridículo que pudiese parecer.

«¡Mierda!»

Sin duda, había avanzado un par de pasos para retroceder otros cuatro.

Dejó de lado un poco el tema de la concentración de personas en el recinto, y se enfocó mas en dar un punto de vista externo a la relación de los hermanos. Sin quererlo pero pretendiéndolo, o viceversa, dejó caer que se parecían tanto como una gota de agua a un mamút en monopatín —Nada— y que por ello había malinterpretado la escena.

Ayame no tardó en revelar que para nada se trataba de un abuso de poderes, que su hermano se había ofrecido a ayudarla a consecuencia de que en ese día no tenía clases. Sin duda alguna, aún tenía intenciones de aprobar el examen, costase lo que costase. A su argumento, Kori afirmó con un gesto frío afirmativo. El chico sabía gastárselas muy bien haciéndose el interesante, no cabía duda. Ayame tampoco tardó en presentar que no era la pelirroja la primera en confundir que no fuesen hermanos, al parecer era algo bastante común.

«No me extraña...» Pensó, pero se guardó el derecho a exponerlo en voz.

Entiendo...

Para cuando quisieron dar crédito a lo que sucedía en el estadio, la tensión era mas que palpable. El par de idiotas que peleaban espada y armas en mano, había llevado la confrontación a un nivel demasiado elevado, que rompía con el buen rollo del lugar. Entre ellos, un calvo se hacía pasar por superhéroe, y valiente se disponía a separar la trifulca con una amenaza o algo similar. Kori desapareció de buenas a primeras, buscando sin lugar a dudas algo del estilo.

La pelirroja dejó caer un suspiro largo y tendido, mientras que Ayame pareció tomárselo algo mas serio. De buenas a primeras, la de cabellera color azabache inquirió la atención de "Mariko", preguntando si debían ir.

«¿Mariko?»

Aiko volvió el rostro hacia Ayame, y alzó una ceja a la vez que mostraba una ligera mueca de intriga. —¿Mariko? —Preguntó extrañada. —Es Aiko... jajaja... —De nuevo, tomó aire, y lo dejó caer en un suspiro. —Y si, creo que deberíamos ir, aunque no creo que vaya a ser necesaria nuestra intervención.

La pelirroja tomó una radiante sonrisa en el rostro, y pese a haber dicho que si que debía moverse, no lo hizo. De pronto, sus piernas comenzaron a resquebrajarse, a desenvolverse en unas cuantas decenas de folios. Tras sus piernas, siguieron su torso, brazos y finalmente su rostro. Las hojas de papel flotaron por el aire de manera antinatural, y a la velocidad que una persona normal hubiese acudido al sitio, el remolino de folios hizo similar.

Al llegar al sitio, las hojas se arremolinaron las unas sobre las otras, haciendo aparecer a la pelirroja justo al lado del chico que portaba la wakizashi. Su pose, estirada y arrogante, quedaba a escasos dos metros del susodicho chico. En su diestra empuñaba una espada que parecía estar hecha de papel, y que de hecho lo estaba. Con el arma amenazaba el cuello del chico, su mirada no era menos.

Estáis jodiendo mas de la cuenta, enanos. —Escupió la chica, para mandar su amenazante mirada al otro. —Si no dejáis las gilipolleces, vais a terminar en una puta cajita de pino. —De nuevo, su amenazadora mirada se enfocó en la del que principalmente ejercía presión.

«¿Serán tan idiotas como para enfrentar a todos?»

Quizás la presencia de la pelirroja no era de lo mas intimidante, pero si que era cierto que su capacidad expresiva era de lo mejorcito que había. Tan solo esperaba que el asunto no se fuese de manos...
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#20
Ante su pregunta, Aiko se volvió hacia ella con una mueca.

—¿Mariko? —preguntó, y Ayame tragó saliva cuando se dio cuenta de que había vuelto a meter la pata con su nombre. Otra vez—. Es Aiko... —Soltó una carcajada. Para su alivio, parecía que no se había sentido ofendida.

—¡Ay, perdón!

—Y si, creo que deberíamos ir, aunque no creo que vaya a ser necesaria nuestra intervención —suspiró, y Ayame asintió, dispuesta a seguirla.

Sin embargo, Aiko no se movió. De golpe e improviso, sus piernas se fragmentaron y se fueron desprendiendo de manera ascendente del resto de su cuerpo. Y a las piernas le siguieron el torso, los brazos y su cabeza como las hojas de un árbol en otoño. De hecho, al cabo de varios segundos Ayame se dio cuenta de que, efectivamente, el cuerpo de la pelirroja se habían convertido en una masa uniforme de hojas de papel.

«Es... Es parecido al Suika...» Pensó, aún boquiabierta de la impresión. Por un momento había experimentado lo que sentía la gente al verla desintegrarse súbitamente en agua. Y no supo qué sentir al respecto.

Ni siquiera tuvo la oportunidad de preguntar sobre aquella habilidad tan particular. Los papeles flotaban en el aire y, como si tuvieran vida propia se dirigieron hacia el corrillo donde se estaba produciendo la pelea. Ayame sacudió la cabeza.

—E... ¡Espérame! —exclamó, antes de echar a correr tras ella.

Sin embargo, Ayame se detuvo bruscamente al encontrarse con el muro de gente. Aiko había pasado a través de ellos con suma facilidad, ¿debía ella hacer lo mismo?

Pese a las palabras de Karamaru, lo cierto es que dentro del corrillo la temperatura pareció descender varios grados de manera repentina. Kōri había aparecido con una pequeña neblina entre los dos combatientes y sus ojos escarchados miraban a derecha e izquierda hasta detenerse en el chico calvo que acababa de hacer aparición. Antes de que pudiera decir nada al respecto, un remolino de hojas se abrió paso entre la multitud y se detuvo junto al chico que enarbolaba la espada. Los papeles se juntaron entre sí, y Aiko surgió de entre ellos con otra espada constituida también por papel con la que estaba apuntando directamente al cuello del chico.

—Estáis jodiendo mas de la cuenta, enanos. Si no dejáis las gilipolleces, vais a terminar en una puta cajita de pino.

—Nadie va a terminar en ningún sitio. Bajad las armas. Todos. O pasaréis una buena temporada en los calabozos de Arashikage-sama —ordenó Kōri, y aunque su voz seguía tan desangelada como de costumbre, lo cierto es que enarbolaba una gélida diligencia imposible de ignorar.

El corrillo de gente se abrió súbitamente con un gemido ahogado. Entre sus pies, un charco de agua avanzaba hacia la primera fila, y sólo al llegar a su destino el líquido se arremolinó sobre sí mismo y se alzó. Lentamente, el agua formó de nuevo la figura de Ayame, que contemplaba la escena con las manos entrelazadas y gesto angustiado.
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No respondo dudas por MP.
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#21
Ambas shurikens quedaron en un buen punto de la diana, a groso modo se podía decir que estaban a la par. –Bien, parece que no me lo pondrás fácil.-

El murmullo y los gritos seguían manifestándose a nuestro alrededor, volteé para visualizar a la arena, el ambiente prometía bastante, ahora había un pelón en medio de la batalla, sin embargo, lo que llamó mi atención fue una ráfaga de papeles que se movía hacia ellos, era más que evidente que no era algo normal y vi cómo se materializaron en una persona. –Reika, ¿viste eso?- Dije refiriéndome a lo ocurrido. ”¿Sí eran papeles?” Dudé por unos segundos.

-Vamos a ver qué pasa por allá. Mencioné mientras empezaba a caminar a paso rápido. Mientras me acercaba pude ver la presencia de un sujeto bastante pálido y que sobresalía de los demás.

Al llegar pude escuchar el final de la oración que emitió. ”¿Los calabozos de la Arashikage?” Pensé mientras recordaba ciertos rumores de aquel lugar.

Y sí, ahí me encontraba, prácticamente en medio de todo aquel alboroto y ajetreo, pero me quedé observando a la expectativa de lo que ahí podría suceder.
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#22
Los shurikens de ambos quedaron a distanciasu similares tanto entre ellos como con respecto al centro de la diana -Obviamente, no habrás pensando que te resultaría facil- respondió la kunoichi de cabellos dorados quien claramente no dejaría ganar a nadie, obviamente siempre haciendo las cosas correctamente y sin trampas.

Allí adonde el grupo de jóvenes se había reunido, cada vez se reunía más gente y al parecer las cosas subían de temperatura y las cosas se empezaban a salir de control -¿Papel?- dijo la chica al ver aquella forma rara de jutsu. A todo esto, Keisuke tomó la decisión de acercarse a aquel grupo caminando a paso rápido, por su parte, Reika primeramente fue a retirar su shuriken de la diana y lo guardo nuevamente en su portaobjetos y recién ahí trataria de poder ver que era lo que sucedía con aquel grupo.
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#23
Desde que le había tomado la mano a ese combatiente podrían suceder muchas cosas. Que sigan peleando con o sin armas, que la hagan caso a Karamaru o que lo ignoren, que combatan en contra del calvo o que se vayan, y muchas más. Pero no entraba en la cabeza del monje cómo había sucedido lo que estaba sucediendo.

Las dos amenazas entraron dentro de lo común, nada que no se pudiese esperar, pero antes de poder contestar una serie de eventos raros comenzaron a suceder dentro del recinto.

Primero, una gran cantidad de pequeños papeles se acercaron volando, todos en una sola dirección, para tocar el piso y que cada uno de ellos se fueron juntando con otros para formar una persona de carne y hueso. Era difícil de creer, ¿Acaso era una técnica, un clon, un genjutsu? Pero lo que importaba era que estaba del lado del calvo, un poco más radical, sí, pero del lado del calvo al fin y al cabo. Con arma en mano procedía a amenazar al muchacho de la wakizashi.

Segundo, una pequeña niebla le siguió. Una nada común para el lugar donde estaban pero de esa neblina apareció fugazmente un hombre pálido de ojos claros y cabello blanco. Tenía un rostro serio que reflejaba frialdad. Imponía, Karamaru sentía como se oprimía su pecho al verlo. No demasiado, pero si su sola presencia demostraba que era un shinobi de mayor rango y/o experiencia y/o poder lo mejor era no hacerlo enojar. Al igual que la pelirroja, estaba de su lado.

Finalmente la gente que rodeaba la escena se movió dejando un pasillo libre. Un charco de agua que se movía, con vida propia cual el papel de antes, se acercaba. Y al igual que la pelirroja había hecho el agua se arremolinó y dejo paso a una muchacha. No habló, no dijo nada, parecía que solo quería ver la escena en primera fila.

Hombre, me parece que lo mejor será no hacer problemas.- le susurró al hombre al que le estaba sujetando el brazo- No veo esto muy bien para el que quiera ir en contra de ese tipo.
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#24
El fuego de aquel espectáculo se acercaba a su punto máximo y por regla natural de las cosas, de ahí en más solo quedaba que comenzase a menguar hasta extinguirse. Pero antes de que eso último pasase, tendría que resolverse lo que estaba pasando.

Primero una neblina gélida y fantasmal se manifestó entre los protagonistas de aquel teatro improvisado, de esta salió un hombre con una mirada no más cálida o más viva que la niebla, para nada. Su fría mirada se posó sobre cada uno de los involucrados hasta aquel instante.

Seguidamente un montón de papeles se abrieron paso entre la gente y llegaron a espaldas del chico armado con la wakizashi, fue entonces que Watasashi Aiko volvió a recomponerse y haciendo gala de sus habilidades puso en jaque la yugular del desalineado muchacho con una espada de papel, espada que parecía no tener nada que envidiar a una de verdad.

Estáis jodiendo mas de la cuenta, enanos. Si no dejáis las gilipolleces, vais a terminar en una puta cajita de pino.

Exclamó la fémina. Mientras tanto el grueso de los espectadores comenzaban a perder los ánimos de ver a dos colegas peleándose y en cambio ese sentimiento era rápidamente reemplazado por un poco de incomodidad y hasta temor, temor por verse involucrados en un problema gordo.

Nadie va a terminar en ningún sitio. Bajad las armas. Todos. O pasaréis una buena temporada en los calabozos de Arashikage-sama

Aquellas palabras no parecían ser nada para tomarse a la ligera. Mientras algunos como Keisuke, Reika y Mogura se acercaban a ver que estaba pasando exactamente. Por otro lado había gente que comenzaba a retirarse disimuladamente tras ser advertidos de la identidad de aquel hombre, quizá por alguno de esos shinobi con chaleco o vaya a saberse quien.

Hombre, me parece que lo mejor será no hacer problemas. No veo esto muy bien para el que quiera ir en contra de ese tipo.

Las palabras del cenobita guiaron al joven a desistir de la idea de continuar aquel combate, claro estaba que lo que estaba ocurriendo en aquel instante también ayudaba a hacerle cambiar de parecer.

Esta aquí llegamos hoy, Urasaki. Me costo mucho conseguir mi bandana como para perderla y terminar en los calabozos...

Fueron aquellas las palabras que tenía el muchacho para su rival, mientras que lentamente bajaba las manos y guardaba sus shuriken.

¡No es justo!

Gritó Urasaki, azotando su wakizashi contra el piso, un par de pasos delante suyo. No aguantaba el escuchar las tonterías que todos decían, a sus ojos él y su oponente no estaban haciendo nada malo. Pero aún así no solo había interferido sino que además los amenazaban con encarcelarles.

¡¿Quienes se creen que son para interrumpir mi combate?!

Mogura en aquel instante había podido aprovechar la retirada de varios para avanzar poco a poco hasta el frente de todo. La rabieta del muchacho, persona que había cruzado un par de veces durante su tiempo en la academia, no le hacía quedar nada bien.

Urasaki-san. Es obvio que la persona que tienes delante tuyo es un superior, no deberías levantar tu voz de esa manera.

A lo mejor el tono del joven médico podría haber sido un poco más amable pero en aquel instante era el tono que tenía para una situación como esa. Poco a poco el publico comenzaba a renovarse, entre los presentes podía distinguir a un par de conocidos y otros tantos desconocidos, lo cierta era que la presencia de nadie en especial parecía hacer mas llevadera la situación.
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#25
La aparición de la pelirroja con una espada hacia el yugular del joven no fue para nada esperada, pero eso no hizo demasiada mella en el rencor que ambos se sentían. Por si fuese poco, había un pelado y el hermano de Ayame; éste último hizo aparición entre una neblina casi más gélida que sus ojos. Había dado el chico una entrada realmente digna de un superior, calando los huesos de todos los presentes, hasta que abrió la boca. El chico, que parecía curtido en el trabajo, se limitó a amenazar con dar conocimiento a la Arashikage y mandar a los calabozos a los niños malos.

«¿Esto va en serio? ¿De verdad piensa chivarse como el empollón de la clase? Pfff... supongo que las apariencias engañan...»

En un abrir y cerrar de ojos, para la chica, el gélido antagonista había perdido todo el interés. ¿Podía caer aún mas bajo? Mejor ni esperar para verlo...

El chico que estaba al otro lado, el antagonista del que retenía aún Aiko con su espada, no tardó en decidir; la bandana que llevaba consigo era mucho mas importante que esa disputa. Pero para el que retenía Aiko, todo era un disparate. Agitó la espada de un lado a otro un par de veces, incluso teniendo la espada de la pelirroja a escasos centímetros del cuello, incluso se adelantó un par de pasos. Sin duda, la rabia le consumía. ¿Qué habría hecho ese otro para tenerlo así?

Fuere como fuere, la pelirroja dejó caer un suspiro, y cerró los ojos mientras dejaba oídos sordos a lo que le rodeaba. Poco a poco, dejó descender su brazo mientras que la espada se volatilizaba en papeles, al igual que de nuevo comenzó a hacer su cuerpo. Rápidamente, la vorágine de papeles saldría del ruedo en que la situación se había convertido.

Malditos males de amor...
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#26
Con la gelidez de las palabras de Kōri, algunos de los curiosos que se habían acercado al lugar con la esperanza de ver un violento combate cargado de sangre terminaron por irse con el rabo entre las piernas como perros apaleados. No fue ese el caso de Ayame, que seguía el transcurso de los acontecimientos con contenida angustia. Otros tantos también se acercaron, aunque en aquellos instantes, lo último que le interesaba era prestarles atención.

—Esta aquí llegamos hoy, Urasaki —respondió el combatiente al que el shinobi calvo tenía retenido, mientras volvía a guardarse sus shuriken—. Me costó mucho conseguir mi bandana como para perderla y terminar en los calabozos...

Kōri asintió con sequedad, y después volvió la mirada hacia el chico de la katana que se encontraba junto a Aiko. Sin embargo, aquel no parecía tan por la labor.

—¡No es justo! —exclamó, lanzando su propia espada contra el suelo en un arranque de rabia—. ¡¿Quienes se creen que son para interrumpir mi combate?!

Kōri se mantenía imperturbable, pese a aquella muestra de insubordinación. Ninguna emoción asomaba a su rostro, aunque sus ojos seguían clavados en él como estoques de hielo. Ni siquiera parecía haberse percatado de que la pelirroja había desaparecido en una nueva oleada de papeles.

En ese momento, alguien avanzó al frente del corrillo. Ayame le conocía, era aquel shinobi que la había ayudado a entrenar con el lanzamiento de shuriken tiempo atrás, en los campos de la academia.

—Moputa-san...

—Urasaki-san. Es obvio que la persona que tienes delante tuyo es un superior, no deberías levantar tu voz de esa manera —intervino, y de nuevo Ayame comprobó que su voz era curiosamente similar a la de su hermano mayor. Aunque bastante más expresiva, cabía decir.

Dando aquello por terminado, Kōri se dio media vuelta, la bufanda ondeó tras él como un estandarte, y se dirigió hacia donde estaba Ayame.

—Voy a avisar a los encargados de que pongan algo más de vigilancia por aquí para que los entrenamientos no se vayan de las manos, como ha estado a punto de suceder —le dijo.

Ayame miró a su alrededor. Lo cierto era que había tanta gente que ni siquiera se sentía cómoda para poder entrenar con comodidad.

—Voy contigo. —Su voz casi sonó como un ruego, por lo que se apresuró a explicarse—: No quiero quedarme sola entre tanta gente. Es... asfixiante...

Él asintió y juntos se dirigieron hacia el ascensor que debería conducirlos a la recepción de la primera planta.
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#27
Tras llegar a aquel punto, los ánimos entre los combatientes se calmaron en gran parte, uno no quería perder su bien merecida bandana y el otro que aún quería seguir con la pelea, desistió tras las palabras de Mogura, quien le aconsejó que era lo mejor.

Me puse a observar un poco mejor la multitud y, aparte de Mogura, observé a otro conocido, Ayame, con quien no había hecho una buena relación a primeras instancias; así que decidí dirigirme hacia el iryonin. -Hey Mogura, tiempo sin verte.- Fueron mis primeras palabras hacía él mientras terminaba de acercarme.

-No sabía que estabas por aquí, el combate parece que se estaba poniendo interesante, es una lástima que no pudiéramos ver un poco más.- Manifesté pensando en que algún momento del trayecto del combate tuviera que usar mis habilidades.

-¿Qué tal sí tu y yo tenemos un combate?- Le dije directamente a mi homologo, todo con el fin de avivar un poco la situación. Por alguna razón había dejado a Reika atrás, realmente no quería luchar contra una chica. -¿Qué dices?- Insistí nuevamente. -Prometo que luego curaré tus heridas.- Mencioné con la intención de picarle un poco y que mordiera el anzuelo.
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#28
Luego de retirar sus shurikens de la diana, la kunoichi se acercó al grupo donde toda la acción se esta llevando a cabo la acción, pero ya había llegado cuando todo terminaba -pfff...llegue tarde - se dijo la chica de cabellos dorados al ver que todo ya había llegado a su final.

Se dio media vuelta y busco nuevamente la diana, esperando tener la suerte de poder continuar con su entrenamiento de arrojadizas o en caso de que no tuviese suerte quizá alguien con quien entrenar un poco de golpes básicos, la chica observó a un lado y al otro y entonces vio a Keisuke, con quien había entrenado hace un rato atrás con ella, proponiendo combate a otro chico, entonces la kunoichi pensó que si los observase pudiera aprender una cosa u otra.
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#29
Las cosas sucedieron más rápido de lo que el calvo podría haber llegado a esperar. El grupo se disolvió en calma, y uno de los combatientes había entendido sus palabras desistiendo en la lucha. Parecía que las cosas se calmaban, pero el dueño de la wakizashi quería seguir con fuertes combates.

Para cuando ya había bastante menos gente, aunque algunas nuevas que no presenciaron el encuentro anterior aparecían, la pelirroja con la espada se había ido dejando al rebelde en soledad. El autoritario peliblanco dejó su fría huella mientras se alejaba seguido de la kunoichi que se había manifestado entre charcos de agua. La realidad era que en pocos segundos Karamaru pudo ver varias habilidades que en su vida había visto.

¿Quieres combate?- le gritó fuerte y desafiantemente al hombre que tenía enfrente.

—Aquí hay muchos sin armas que desean demostrar su destreza a mano limpia- el calvo abrió los brazos y se señalo con sus dedos índice, mostrando que él era uno de ellos- ¿O es que no peleas si no te escondes detrás del metal que portas?

Sin duda las palabras del monje iban en broma, lejos de tratar de ofender a su compatriota, pero su tono de voz no lo parecía demasiado. Un clima de batalla solía surgir esa dualidad en el calvo, que no se podía resistir a incitar un combate de entrenamiento aunque fuese de formas inconscientemente incorrectas. Era de esas veces que sus intenciones y su forma de decirlas no eran tan similares.
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#30
La situación rápidamente había enfriado, muchos incluso habían empezado a dejar el recinto de práctica al verse con los ánimos de ver una pelea completamente desaparecidos.

Mogura por su parte había llegado a la primera fila y estaba a unos pasos de distancia de uno de los protagonistas de aquella escena. Pero de igual manera estaba lo suficientemente cerca como para distinguir algunas otras caras conocidas. El montón de papeles que antes fueron Watasashi Aiko y ahora se alejaban del lugar y...

Aotsuki Ayame-san.

Recordó casi al instante el nombre de la joven estudiante. No hubo tiempo para charlar pues la chica estaba guiando sus pasos hacía la salida del lugar siguiendo al sujeto que había parado la pelea. ¿Serían parientes? ¿Sería algún profesor suyo? A saber.

Watasashi-san...

Por un instante pensó en que sería una buena idea en ir a ver si estaba todo bien con ella pero rápidamente las cosas parecieron tomar otro destino al ver que Inoue Keisuke se le acercaba.

Hey Mogura, tiempo sin verte.

Junto al muchacho parecía acercarse también una joven de melena rubia, sin embargo esta no dijo mucho más y nada en particular que fuese dirigido hacía él.

Inoue-san, no sabía que estabas en este lugar también.

Contestó con su usual tono y sus usuales formas, por cuestiones de etiqueta tuvo que dejar de ver los papeles volando y centrar su mirada en el chico. Este se lamentó el no haber podido presneciar mas de aquel combate que se había estado llevnado a cabo.

Urasaki en ese momento se había agachado para recoger su espada, las palabras de Keisuke le hicieron pensar un momento en lo que estaba haciendo.

¿Qué tal sí tu y yo tenemos un combate?

Que propuesta tan atrevida, sobretodo viniendo de una persona que se dedicaba a las mismas artes ninja que él, Iryo-nin. ¿Qué iban a hacer? ¿Curarse el uno al otro haste que alguien se rinda?. El muchacho estaba elaborando una contestación digna de la intelgiencia que poseía en aquel momento cuando el chico volvió a hablar.

¿Qué dices? Prometo que luego curaré tus heridas.

Sin duda alguna estaba siendo demasiado atrevido para el nivel de relación que tenían. No resultaba para nada agradable a ojos de Mogura.

Estaba a punto de dejar escapar un comentario cuando el cenobita tomó la palabra con un tono bastante alto, retando a Urasaki a un combate a puño limpio.

¿Para qué? ¿Para qué venga un superior a decirme hasta donde puedo entrenar mis habilidades de taijutsu? No, gracias.

Seguidamente hizo un par de sellos y selló el arma en el interior de las mangas de su atuendo, sin siquiera mirar a Karamaru o algún otro presente comenzó a irse. Su oponente terminaría imitando su movimiento buscando salir por un camino un poco mas largo.

Me temo que las habilidades que poseo en este momento no estan destinadas a combatir, al menos no en un combate de práctica.

Pronunció finalmente una respuesta mientras llevaba una mano hasta su cabello y se lo arreglaba, aunque no era necesario.

Ese chico de ahí parece tener los ánimos para una pelea. Dudo que rechace tu oferta.

Seguidamente hizo un par de pasos a un lado, quedando cerca de Reika, y giró su mirada en dirección al monje. Sin duda alguna sonaba como un desafió mas interesante que pelear contra otro médico.
Hablo - Pienso

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