Al dirigirme a Mogura capté su atención, sintiendo como sus orbes miraban los míos, realmente transmitía un poco de calma, a pesar de que hace pocos minutos aquellos shinobis estaban a punto de acabar con sus vidas la situación había bajado considerablemente la temperatura y yo estaba dispuesto a volverla a subir.

Lancé mi invitación a mi homologo, él pensaba su respuesta, yo esperaba un sí, pero no se decidía rápido. En nuestras cercanías pude escuchar otra invitación por parte del calvo a uno de los anteriores combatientes ”Quizá podríamos hacer un combate doble”, no obstante mi idea se vino abajo cuando escuché como aquel negaba la propuesta al monje.

En cierto sentido él tenía razón, ya le habían detenido una vez y que volviera ocurrir aquel hecho no era nada agradable. Mientras tanto Mogura siguió a aquel sujeto, y también negó mi invitación, me sentí frustrado por unos segundos, ¿cómo podía saber que tan bueno era sí no había visto su máximo potencial?

Posee mi vista en el monje, quien estaba a unos pocos pasos de mí. -Será… Dije sin más, estaba un poco decepcionado por la falta de iniciativa por parte de Mogura, ¿qué era lo peor que podía pasar? Tampoco es que fuera un duelo a muerte…

Me dirigí a Karamaru lentamente hasta estar lo suficientemente cerca de él. -Escuché que invitabas a aquel sujeto a un combate ¿Qué tal sí tu y yo animamos un poco las cosas?- Comenté mientras chocaba mi puño contra mi palma a la altura de mi pecho, siendo este ademán una clara invitación a una pelea.

El ambiente volvía a estar a una temperatura más tranquila, los muchachos de la pelea habían dejado de lado sus diferencias, al menos por ahora, y decidieron dejar el lugar. Los curiosos también comenzaron a retirarse, no sólo del círculo en donde se encontraba el conflicto, si no también del torreón.

La rubia no tenia mucho para hacer o seguía entrenando en la diana o regresaba a su hogar, la segunda idea le ganó por goleada. Miró hacia donde se encontraba Keisuke para saludarle, pero se encontraba ocupado con un muchacho calvo que momentos antes había separado a los dos chicos del conflicto. La kunoichi dio media vuelta y dirigió su caminar hacia la recepción para tomar su paraguas dentro del receptáculo en donde lo había dejado y se retiró del torreón en dirección a su casa.

La depresión dominó el rostro del calvo. Nunca hasta ese momento le habían rechazado un combate, y el calvo tenía demasiadas ganas de conocer la capacidad de taijutsu de ese shinobi. De un momento a otro sus ganas de combatir se esfumaron, el deseo de caminar en solitario bajo la vasta lluvia era mayor que cualquier reto que se le pudiese presentar.

Escuché que invitabas a aquel sujeto a un combate

¿Qué tal sí tu y yo animamos un poco las cosas?

La voz de un hombre interrumpió su ausencia mental y lo hizo volver al mundo un poco sorprendido. Su vista se mantuvo en el piso, sin siquiera mirarlo e identificarlo físicamente.

No gracias, tengo que hacer algo. Lo siento.- y se dirigió hacia la puerta para volver al exterior y olvidarse de ese día de bullicio en el Torreón de Pruebas.

La llama había llegado a su máximo esplendor para finalmente apagarse súbitamente instantes después, parecía que las palabras de Aotsuki Kori habían sido suficientes como para que todos los presentes perdiesen las ganas de intercambiar golpes. ¿Sería eso parte de ser superior en rango a los demás?

No gracias, tengo que hacer algo. Lo siento.

Fueron las palabras que pronunció el calvo, rechazando la propuesta de un combate de entrenamiento con el joven médico Inoue. Mogura que se encontraba cerca de él no pudo evitar escuchar la respuesta, miró a ambos lados y entre varias cosas pudo observar como varios presentes se iban retirando del lugar, entre ellos estaba incluida la joven Yamanaka.

Parece ser que la jornada de entrenamiento ha llegado a su fin, Inoue-san.

Comentó regresando la mirada a su colega, no tenía intenciones de cambiar de opinión y darle el combate que el muchacho quería.

Creo que es momento de irse a casa, entrena duro Inoue Keisuke. Quizá la próxima vez podamos tener un combate.

Seguidamente a sus palabras, efectuó una ligera reverencia, muy propia de él. Después de eso se retiró a su anterior posición para recoger sus cosas, sin mucho más motivo para quedarse en aquel lugar lo siguiente a hacer era bastante obvio. Iba a irse a su casa a fabricar drogas o comer un poco de torta de fresa.

Mi cara de decepción era más que evidente, la respuesta del calvo no era lo que esperaba, ¿a qué había ido tanta gente al torreón si nadie iba querer luchar?¿ O es que todo se había acabado porque un par de genins fueron reprendidos?

No sabía que me molestaba más, el hecho de tener un segundo intento fallido en encontrar una batalla o que el lugar estaba cada vez más vacío. Con el simple hecho de no conseguir lo que quería me irritaba y no le dije nada al calvo, después de todo no era precisamente él a quien quería ver en acción.

Las palabras de Mogura no hicieron más que recalcar lo obvio, me mantuve en silencio hasta escuchar cada una de sus palabras. —Sí, es una lástima. — Comenté sin más.

Me quedé en la arena viendo como cada uno de los restantes desalojaba el lugar, lo único que lograba tranquilizarme era la lluvia que me empapaba. Sería el último en salir, a un paso lento demostrando cierto desgano, con un poco de suerte en casa quedaba pizza para alegrarme la tarde.