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En otro capítulo más de la travesía de Jun en el País del Fuego, Tanzaku Gai era, indudablemente, un lugar al que no podía faltar. Era una ciudad con todas las letras, bastante vistosa y abarrotada de gente. No solo era la cantidad de artesanos que salían de ahí, sino también la cantidad de locales que había y, de vez en cuando, los eventos que se podían llegar a montar allí. A pesar de la presencia constante de los samuráis y los cambios que esto significaba para el estilo de vida del lugar, la cantidad de gente que concurría el lugar no tenía nada que envidiarle a ningún otro punto de Oonindo. Por como era la amejin, sabía que era una ciudad que le iba a encantar.
Como si estuviera por su casa, la Nara caminaba por el medio de la avenida central ¿Necesitaba comprar algo en específico? Claro que no, pero le fascinaba ver la esencia del lugar, el tipo de personas que transitaban y como vendían sus productos cada puesto. Era raro que disfrute eso, pero para gustos hay de todo, ¿no?
El calor del día ayudaba a se encuentre en una camiseta simple de manga corta y de color negro. Esta vez, su sudadera morada, la tenía atada a la cintura, tapando su portaobjetos. A pesar del calor, no pudo abandonar sus pantalones del mismo color de su sudadera, que eran holgados y parecían grandes para su estatura. Y, finalmente, sus botas ninjas, que no le eran del todo estéticos, pero por lo menos no se tenía que preocupar por el terreno que pisaba. Particularmente, hoy le dio por llevar su bandana en el brazo izquierdo, ya que este no estaba tapado por su sudadera.
En su caminata, se detuvo en un puesto de comida y se pidió un par de onigiri. A pesar de la cantidad de gente que pasaba, se dio el lujo de quedarse quieta e hincarle el diente a una de las bolas, disfrutando plenamente de aquel momento.
Nivel: 1
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Una nueva travesura del joven de cabellos negros estaba en proceso. No estaba llevando el conteo de días pero ya habían pasado varios desde que el joven ninja de uzushiogakure se había escapado de casa, para saltarse nuevamente los continuos entrenamientos y sus tareas familiares.
Esta vez la travesura había tomado unas dimensiones épicas para lo que el joven acostumbraba. Desde que inició su viaje ya había atravesado la planicie del silencio y había tenido tiempo de perderse en los bosques de la hoja, entorno en el que había desfrutado de los hermosos paisajes verdes del país del fuego.
Su viaje continuó y lo acabó llevando a una ciudad. - mmmm, se acabó lo bueno, eh? bueno ya que estoy aquí exploraré la ciudad... además tengo hambre, sería bueno que busque algún lugar donde comer en el proceso de reunir información sobre donde narices estoy... Se dijo en voz alta mientras decidía a adentrarse en aquel lugar.
Sin más dilación entró en la ciudad y comenzó a caminar por las calles... era sencillamente genial, la ciudad estaba llena de vida, había muchos comercios, muchas personas y gran variedad de productos. Lo que más llamó la atención del ninja fue el olor a especias y eso le llevó a un pequeño puestecito donde vendían todo tipo de arroz. Pasó con cuidado entre las personas, y cuando logró llegar al puesto se pidió un oniguiri con salsa extra picante. - mmmm, huele bien... a comer
Se dijo así mismo mientras comenzaba a comer y continuaba caminando sin mirar por donde iba y sin prestar atención a su alrededor.
Nivel: 6
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No había sido tan buena idea.
—No fue tan buena idea. —le dije a mi hermanastra, Kuumi, quien caminaba delante de mí. Su cabellera roja, más clara pero menos glamorosa que la mía, era apenas visible tras la gran mochila llena de telas y ropas. No volteó a verme, sino que agitó la mano mientras hablaba.
—Nah, yo estoy de acuerdo con Ranko, te hace falta salir.
—Falso.
—No habrías aceptado si no creyeras que Ranko tiene razón.
Verdadero. Es cierto, nuestra Hermana es sabia a su manera, y siempre quiere lo mejor para mí.
—Habría sido mejor que mi Hermana viniera. Es alta y da una bonita sombra. Me siento segura a su lado.
—Salió a una misión a no-sé-dónde, no podría.
—Y en su lugar —continué, como si Kuumi no hubiese hablado —tengo que estar esquivando el asqueroso roce de los peatones.
A Kuumi le había costado acostumbrarse a mi imperiosa necesidad de alejarme de cualquier intento de tacto, a diferencia de mi Hermana Ranko, quien lo entendió y aceptó al instante. ¡Qué noble!
Como si leyera mi mente, Kuumi volteó a verme, con aquella expresión que roza en el hastío. Le sonreí. Sé que tiene celos de que me lleve mejor que ella con Ranko. Ja.
—Bien. A donde voy con este encargo habrá mucha gente. Mucha más gente, y será más difícil esquivarlas que aquí afuera —Ah, la línea de ropa de Kuumi. No negaré que sus diseños y sus telas son maravillosos. Pero mi Suiken es más preciosa —. Así que creo es mejor esperes fuera. Ve a comer por mientras. A… A recargar tu cuerpo, o como sea.
—Dejas sola a una muñeca al aire libre. Está bien, está bien.
Creo que Kuumi pensó que no podía verla poner los ojos en blanco.
—Eres una kunoichi, estarás bien. Nos vemos en la entrada de la ciudad al rato.
—Al rato —repetí. No era una pregunta. No sé si Kuumi realmente confiaba en mi habilidad o si simplemente se quería deshacer de mí. Pensé que mi Hermana Ranko sí confiaría en mí, así que suspiré y asentí —. Bien. Cuídate, Kuumi.
Mi hermanastra se alejó, no sin antes darse vuelta y despedirse con un gesto y una sonrisa. Suspiré de nuevo, de pie al borde del camino de Tanzaku Gai. Yo vestía mi Suiken, negra de brillos rosas y violetas, en la forma de una falda justo por encima de la rodilla y una blusa de anchas y largas mangas, con pelusa al cuello. Me giré, buscando algún lugar para alimentar mi cuerpo. Y lo peor sucedió.
Choqué.
Me di de frente contra un tipo de cabellos negros y ojos dorados, quien comía algo. Una fuerte sensación de asco me recorrió.
—ALÉJATE.
Di un salto hacia atrás y a un lado, intentando poner distancia entre el chico y yo. Sin embargo, lo segundo peor sucedió.
Choqué de espaldas.
Sin querer me había acercado a un puesto, y había chocado contra una chica de cabellos azabaches medio rapados, quien también estaba comiendo. Di un paso para alejarme de ambos, apuntándoles con las palmas, con ganas de lanzarles relámpagos de mis manos (si fuese capaz). ¿Cómo podría la gente ser tan descuidada? Eso de estar paseando con comida… ¡Te distrae del camino! Y eso de estar… ahm… sentado comiendo, en el posible camino de una… ahm… persona. ¡¿Qué les pasa?!
—NO ME TOQUEN.
Sabía que era una mala idea venir. Ah, Hermana, ¿dónde estás?
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No mucho más tarde, un muchacho se acercó al puesto de comida, pidiendo exactamente lo mismo que tenía ella. Pero con salsa picante. Escuchó como que se hablaba a sí mismo, cosa que le pareció raro, incluso siendo ella. Luego se iría, comiendo y caminando como si no tuviera nada en frente. Creo que no hay que ser muy listo para saber que es lo que iba a pasar allí.
—ALÉJATE.
Fue la reacción de una chica con la que chocó nuestro amigo comilón. Quizás algo exagerado por la chica, ya que ella se había girado de golpe. Pero con la dicha de que el otro tipo tampoco estaba mirando al frente mientras caminaba. La Nara rio por lo bajo, disfrutando como espectadora lo que acababa de pasar.
El azar estaba jugando a los dardos y Jun parecía ser la diana, y parecía que había obtenido buen puntaje. Sin haber hecho nada, la chica pegó un salto hacia ella, que no tuvo ni el mínimo ápice de reacción para evitar el choque. Choque que haría que se caiga el otro onigiri que tenía en la bandeja. Aunque no se cayó el que estaba comiendo, si arruinó el que aún no había tocado. Rápidamente lo recogió, aunque este ya estaba lleno de suciedad.
—NO ME TOQUEN.
La pelirroja no solo tenía una apariencia muy delicada, dejando ver una vestimenta muy llamativa, sobre todo su falda. Sino que también así era su actitud, o por lo menos con respecto a las demás personas. Esas dos personas parecían ser la antítesis total, ya que el otro chico no parecía muy cuidadoso que digamos.
Pero, a todo esto, ¿por qué le estaba gritando a Jun? Ella no había hecho nada y, para colmo, le habían tirado su preciada comida.
—¿POR QUÉ ME GRITAS A MI? PUTA LOCA.
Se levantó de golpe y les mostraba el onigiri arruinado a las dos personas que habían causado tal atrocidad.
—APRENDAN A MIRAR PARA DELANTE CUANDO CAMINAN. SOBRE TODO VOS. — le tiró el onigiri al uzujin, que, según ella, había sido el principal causante de toda esa tragedia.
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¿Loca? ¿ Puta loca?
Tardé unos segundos en asimilar lo que había sucedido. Respiré profundamente y bajé los brazos lentamente al ver que no intentaban tocarme con sus sucias manos.
— Lo siento —admití culpa. Ver una muñeca andante y parlante por primera vez, en especial si hacía tal escándalo, podría dar la impresión incorrecta — . Lo siento, no me gusta que choquen conmigo tan descuidadamente. No pude… No pude reaccionar bien. ¡Qué desgracia haber alzado la voz! Me disculpo por tercera vez.
Me aparté del camino, acercándome a los asientos, pero siempre fuera del alcance de todos. Me incliné ante la chica de cabellos azabaches, intentando calmar su humor. Apuesto a que no se molestaría si supiera lo asqueroso que es el toque humano.
— Mi nombre es Meme. Kuuran Meme —dije con toda la educación que había carecido mi grito — . No quisiera dejar un mal recuerdo en tierras ajenas.
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La adrenalina que sentía Jun en ese momento bajó de golpe cuando la pelirroja se mostró más tranquila y pidió reiteradas veces disculpas. Al igual que ella, no tuvo de otra que bajar un poco los humos, por lo menos intentaría no seguir tan errática cuando la otra había pedido perdón tantas veces.
—Tranquila, ya pasó... Supongo que yo también debería pedir disculpas por gritarte, no me pude contener. — suspiró profundo.
Miró por un segundo la bola de arroz, que ya no tenía tanta forma de bola, que estaba en el suelo y luego vio el ultimo pedazo del que estaba terminando de comer. Se metió lo que quedaba de su onigiri en la boca, degustándolo muy lentamente, con un leve sentimiento de tristeza al saber que era lo último.
En el mientras tanto, en su mente quedó rebotando lo que le había dicho la kusajin ¿No le gustaba chocar con la gente? Claro, a nadie le agradaba mucho chocar con la gente constantemente. Pero eso parecía estar a otro nivel de disgusto. Eligió el lugar donde más posibilidades había de que le pase eso.
La chocadora serial se terminó acercando a los bancos, inclinándose hacia la Nara y presentándose educadamente. Sinceramente, ya con las disculpas le bastaba y sobraba, pero entendía el intento de Meme por mostrarse amable y educada.
—Seguro, en un futuro, esto será una anécdota graciosa más que una desgracia. — sonrió falsamente, porque era cierto lo que decía, pero en ese mismo instante aún estaba pensando como era tan desafortunada. —El mío es Nara Jun. Un gusto, mujer chocadora. — soltó en tono de broma, esperando que esta lo entienda. —Vaya ciudad en la que llegaste a parar para que te moleste tanto que te choquen, eh ¿Has venido sola Meme?
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Incliné la cabeza levemente, dándole a entender a la chica, de nombre Jun, que todo estaba bien y no había por qué disculparse. ¡Qué alegría encontrarse con gente tan amable!
Aunque se equivocaba. Siempre sería una desgracia. Aunque aceptaba que había sido un accidente, yo no podría olvidar el desprecio de aquel tacto. Perdonaría a los pecadores, pero no el pecado.
—Es todo un gusto, mujer tiradora de onigiri —Ah, el humor es un sentimiento muy humano, y me he adaptado fácilmente a él, en especial gracias a Kuumi —. Tienes razón, una urbe así no es lugar para una muñeca tan delicada como yo. Pero mi Hermana Ranko me aconsejó… ahm… explorar el mundo. Así que acompañé a mi otra hermana, Kuumi, a entregar algunas cosas aquí. Quiero mochi —de repente recordé que mi hermanastra había sugerido algo de combustible para mi cuerpo. Me dirigí al dependiente del establecimiento mientras me sentaba lentamente, como intentando no tocar nada —. ¿Tiene sakura mochi? Me encantaría uno, por favor.
Esperaría por mi orden, mientras tanto voltearía a ver a Jun.
—Ella está entregando algún encargo de ropa, y yo… bueno. Aquí estoy. ¿Vives aquí? Ah, no, ya veo. —Me corregí al ver la bandana en su cuello.
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Nombrar nuevamente el onigiri solo hacía que Jun se entristezca más. «¿Muñeca delicada? Parece que a alguien la consintieron de más.» ¿Qué se refería con eso? Lo dejó pasar por ese momento, no quería saber a que se refería con eso la chica. Luego, la chica pediría un mochi y se sentaría con cierta parsimonia. Todo en ella se le hacía un poco raro pero tampoco estaba haciendo nada malo, no estaba tirando onigiri al suelo ni nada por el estilo.
—¿Encargo de ropa? Interesante ¿Estás usando la ropa que venden? — le dio otro vistazo de arriba a abajo, mirando nuevamente su particular forma de vestir. —Por desgracia, no vivo aquí, no. Vengo de Amegakure. — reconfirmó y admitió ante la pregunta. —Al igual que tu hermana, mi hermano también me dijo que necesito conocer más lugares. Al principio me negaba un poco, pero conocer estos tipos de lugares me está haciendo entender un poco esa filosofía. Es bastante lindo aquí.
Se quedó mirando, como la "muñeca" esperaba paciente su bocadillo y unas ganas de pedir otra bola de arroz entraron rápidamente en ella, pero simplemente aguantó sus ganas.
—¿Vos pudiste encontrar algún lugar que te guste mientras "explorabas el mundo". — hacía con sus dedos las comillas y sonreía, ahora algo más amistosa.
Nivel: 6
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¿Mi ropa? ¿Hecha por Kuumi? Reí un poco.
—Oh, para nada. Digo, Kuumi tiene diseños exquisitos, pero estas prendas son únicas. Son Seda Líquida.
Hice un sello y concentré una pequeña cantidad de chakra. Mis prendas se deshicieron y reformaron (claro, debajo tenía el leotardo negro que siempre visto) y se transformaron en un vestido largo, sin mangas, que llegaba hasta la base del cuello, y que tenía holanes en la parte baja de la falda. Nada tradicional, lo sé, pero muy lindo. Dejé a la vista las marcas pálidas de mis manos y brazos, un pequeño toque de diseño que, siendo honesta, me encanta.
Quería levantarme y dar mil giros para presumir mi vestido, pero sabía que todos serían superdescuidados y chocarían contra mí. Solamenteme puse en pie y moví los bordes de mi vestido en mi lugar, como presentándolo .
—Es un material especial, y un jutsu especial. Tan especial como yo. —dije, orgullosa de mí —. Oh, muchas gracias.
El dependiente me ofreció el mochi, y lo tomé con sumo cuidado de no tocar sus asquerosas manos. Le di un bocado después de volverme a sentar. Oh, qué delicioso bocadillo. Esperé a tragar por completo antes de seguir.
—Desafortunadamente, creo, éste es mi primer destino como exploradora. No le encuentro mucho… gusto a las multitudes, eso es seguro. Pero tal vez haya muchos sitios hermosos allá afuera. Quizás. Los bosques de Kusagakure son preciosos. Allá en Amegakure, es… —Lo pensé un momento, pero no se me ocurrió nada mejor —. ¿Es preciosa la lluvia?
Tomé otro pequeño bocado del mochi.
Nivel: 10
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—¿Seda Líquida?
En el momento que deshizo su ropa como por arte de magia, no pudo evitar llevar sus dedos a los ojos, asustada de que la otra no tenga nada abajo. Parecía una locura y locos hay por todos lados, pero, por suerte, la otra muchacha tenía un leotardo abajo. La seda esa la había dejado boquiabierta, no se imaginó que pueda controlarla a placer y transformarla en lo que a ella le plazca.
—¡Wooow! ¡Increíble!
«¿"Tan especial como yo"?» Todavía le parecía que la chica era muy mimada o, sino, tenía el ego muy alto para decir tantas veces ese tipo de cosas. No le iba a decir nada sobre eso, pero le parecía una actitud un poco engreída. Encima, hacía todo con sumo cuidado, como si todo estuviera embarrado de mierda y ella no quería tener ni el más mínimo contacto con nada. Quizá Jun estaba siendo prejuiciosa, quien sabe realmente.
—Ehm... entiendo. — le había distraído un poco toda la parsimonia anterior. —Me imagino que no estás acostumbrada a todo esto. Digo, no conozco Kusagakure, pero no tiene pinta de que haya muchas multitudes, ¿no?
Rio un poco al escuchar lo que dijo sobre Amegakure, parecía como si se hubiera quedado sin ideas sobre que preguntarle sobre su aldea. También entendía que por lo que más se conoce es la lluvia, así que tampoco estaba mal la pregunta.
—Con respecto a la lluvia, supongo que una ya se acostumbra. A mi me gusta y es algo con lo que vivo día a día, es difícil que no te guste. Aunque siempre hay algún que otro loco que no le guste la lluvia, incluso viviendo en Amegakure.
Por un momento se quedó viendo el alimento de Meme, pensando en la maldad... en la venganza. Había mil y una formas para tirarle ese mochi al piso, pero no sabía si debía hacerlo ¿Tenía que pagarle con la misma moneda? ¿O, simplemente, ya con las disculpas le bastaba? La indecisión se plantó en la cabeza de la Nara y no la dejó actuar demasiado.
Nivel: 6
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“Increíble” dijo ella. ¡Increíble! ¡Por supuesto! Suiken es increíble, yo soy increíble. Puse el dorso de mi mano contra mi quijada y le guiñé un ojo tan tiernamente posible. Soy una muñeca viviente, es obvio que soy increíble.
Por un momento no entendí su pregunta, luego caí en que se refería a si era fácil andar en Kusagakure con tanta gente.
—Oh, no, verás… Sí hay gente. Y no me malentiendas, no es que prefiera los lugares vacíos. Sino que… prefiero que, si hay gente, esté lejos de mí. Como una bailarina: prefiero que la gente no se suba al escenario conmigo, gracias.
Di un mordisquito más al mochi. Me gusta ir lento cuando como, así se disfruta más. Después de tragar, miré a Jun de nuevo.
—Oh, ya veo. Supongo que uno aprende a amar las flores si vive en el bosque, tienes razón. Aunque podría ser que uno se canse después de un tiempo. Sí. Creo que mi Hermana tenía razón con lo de salir a explorar, entonces. Yo no sé… No sé si me gusta la lluvia. Es… relajante, creo.
Di otro pequeño mordisco. ¡Qué alegría comer algo tan rico en compañía de alguien amable y respetuoso! Ya comenzaba a alegrarme de haber sido dejada atrás por Kuumi. Esperaba que sus negocios fueran para bien, por cierto.
Nivel: 10
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Al ver como Meme se volteaba para verla, inmediatamente sacó sus ojos del mochi, cosa de que no sospeche de su plan. De pasó, le esbozo una sonrisa, intentando camuflar más sus intenciones.
—La lluvia puede ser relajante, linda incluso, pero ya a mi me es indiferente. Creo que con el tiempo te va aburriendo siempre lo mismo, o por lo menos a mi me pasa eso. Conocer nuevos lugares y vivir nuevas experiencias te va renovando un poco. Vas probando cosas que te gustan, conoces lugares, culturas nuevas, personas. Es bastante interesante.
Por suerte para ella, la kusajin iba muy lento comiendo su mochi. Aunque no fuera una comida tan abundante, podía tomarse su tiempo para encontrar el momento exacto. «Todavía no, todavía no.»
—¿Qué es lo que más te gusta de Kusagakure? Me da un poco de curiosidad saber como es allí.
Nivel: 6
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—Oh, entiendo —Asentí.
Me pregunté si yo podría aburrirme de las flores y los bosques. No, creo que no. Me veo tan bien, casi como un hada en un país fantástico. No, el bosque siempre será un excelente escenario.
Mientras escuchaba a Jun, di un par más de mordiscos, hasta que quedó un pedacito de mochi solamente. ¿Debería de pedir otro? No, uno estaba bien. Algo pequeño y delicioso para un cuerpo pequeño como el mío. Su pregunta me dejó pensativa por un momento.
—Uhm... Lo que más me gusta... Mmm... Creo que son las flores y las plantas. Caminar y bailar entre ellas se siente... mágico. Es mi eterno dilema: danzar entre la naturaleza, pero sin nadie que me admire, o frente a la gente, arriesgando un accidente.
Giré la mano en el aire, haciendo un ademán dramático. Todos tenemos caminos que se dividen así, ¿no? Como mi Hermana Ranko, tímida, pero queriendo ser una heroína famosa. Bueno, estoy segura de que ella sí lo logrará, es genial. Algo cruzó mi mente.
—No. Me retracto. Lo que más me gusta de Kusagakure es mi familia. Tomaron a una criatura desconocida como yo y me nombraron de los suyos. Y mi Hermana... mi Hermana mayor, Ranko, es la mejor.
Esperaba que pudiese ver lo mucho que brillaban mis ojos. Porque podía verlos, ¿verdad? Me estaba esforzando bastante en hacer brillar mis ojos, aunque no sé si funciona así.
Nivel: 10
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«MIERDA. NO ME ANIMÉ.»
Notó que ya le quedaba muy poco mochi ¿Valía la pena tirárselo ahora? Era una porción minúscula y ya le quedaba un solo bocado. Además, estaba charlando frontalmente, no tenía espacio para hacer un movimiento rápido y causar una sorpresa. Se iba a dar cuenta inmediatamente si hacía algo raro.
—Vaya, me parece bast-.
Cuando iba a decir algo, Meme se corrigió a ella misma y soltó algo muy bonito sobre su familia. Hasta ese momento, no pensó que la persona que tenía en frente se iba expresar de esa manera. Se le notaba que tenía una buena familia, pero no pensó que podría sentir ese aprecio hacia los demás, después de las cosas que decía sobre ella misma.
—E-entiendo. — se le notaba un poco impactada por esa respuesta, tanto que olvidó la venganza que tenía pendiente. Aunque ya sabemos lo que se dice sobre la venganza. —Que bonito eso, Meme.
Realmente atónita, no pudo seguir acotando más a lo que había dicho. Se quedó pensando en la relación que tenía ella misma con su familia. Si sentía un gran aprecio hacia todos, sobre todo hacia su hermano mayor, pero sintió que realmente no pasaba el suficiente tiempo con ellos o que, a veces, buscaban peleas estúpidas.
Nivel: 6
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· Per 20
—Gracias, Jun.
Terminé el mochi de un bocado. Ah, la comida perfecta. Al masticar y tragar, le dediqué una suave sonrisa a la chica.
—¿Sabes? Es gracioso. He escuchado que hubo ciertos roces entre Kusagakure y el resto de las aldeas, pero... No sé por qué. Tú te me haces bastante amable —No es que yo hubiese olvidado el choque y los gritos de unos minutos atrás, simplemente le había restado la suficiente importancia como para seguir culpando a Jun. ¿Cómo habría sabido que una muñeca estaría caminando detrás de su descuidado sitio de almuerzo? —. Mi Hermana Ranko me ha contado que tiene muchos amigos de Amegakure también. No sé cuál es el problema.
Estaba siendo honesta. ¿La política? ¿Qué era eso? No consideraba importante el estatus de las distintas aldeas para con el resto. Según mi Hermana, un combate amistoso es lo mejor para entablar una buena relación. Las aldeas deberían ser las mejores amigas según eso, ¿No?
Posiblemente los kages eran unos tontos.
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