20/12/2016, 17:25
El nuevo sistema de transporte que se había expandido por aquellas tierras sin duda alguna presentaba muchas ventajas, entre algunas tantas estaba la capacidad de recorrer en horas distancias que antes se tardaban días, en la mayoría de los casos.
Y si no terminas tomando el tren equivocado...
Dijo el joven médico a la persona con la que se encontraba compartiendo un asiento y una charla en el carro metálico. Ya estaba empezando a caer el sol en su ubicación y probablemente ya sería demasiado tarde para tomar otro tren una vez llegase a la siguiente estación.
Un error lo puede cometer cualquiera... No hay por qué deprimirse...
Contestó el sujeto con una cándida sonrisa, se le notaba contento, demasiado contento para estar viajando en un tren.
La siguiente estación está en Minori, no conozco el lugar y ya será de noche cuando llegue...
Planteó Mogura en base a los datos que tenía sobre el tiempo de viaje en tren de una estación a otra. Su mirada había pasado de mirarlo al tipo a mirar por la ventana, seguramente tendría una hora de luz una vez llegado al pueblo.
No hay por qué deprimirse, shinobi.
Reiteró el hombre colocándole una mano sobre el hombro al muchacho.
Arima Sei te ayudará. Puedes quedarte en mi casa y salir al día siguiente.
Propuso sin perder en ningún momento la sonrisa que venía cargando desde que se había cruzado en su camino. ¿Qué otra opción le quedaba en aquel momento que apelar a la buena voluntad de un lugareño?
Hmmm... Esta bien, me temo que no tengo ningún conocido en Minori. Por cierto, mi nombre es Manase Mogura.
El tren eventualmente llegaría a su destino, en el pueblo no quedaba ya casi luz y algunas luces ya habían sido encendidas en el lugar.
Vamos, te llevaré hasta mi casa.
La casa de Sei era bastante simple, un par de cuartos, una sala principal donde se había presentado una cena y una cocina. La mujer de Arima los recibiría cálidamente y los niños no pararían de hacer preguntas sobre como Mogura había terminado esa noche en aquel lugar.
Y si no terminas tomando el tren equivocado...
Dijo el joven médico a la persona con la que se encontraba compartiendo un asiento y una charla en el carro metálico. Ya estaba empezando a caer el sol en su ubicación y probablemente ya sería demasiado tarde para tomar otro tren una vez llegase a la siguiente estación.
Un error lo puede cometer cualquiera... No hay por qué deprimirse...
Contestó el sujeto con una cándida sonrisa, se le notaba contento, demasiado contento para estar viajando en un tren.
La siguiente estación está en Minori, no conozco el lugar y ya será de noche cuando llegue...
Planteó Mogura en base a los datos que tenía sobre el tiempo de viaje en tren de una estación a otra. Su mirada había pasado de mirarlo al tipo a mirar por la ventana, seguramente tendría una hora de luz una vez llegado al pueblo.
No hay por qué deprimirse, shinobi.
Reiteró el hombre colocándole una mano sobre el hombro al muchacho.
Arima Sei te ayudará. Puedes quedarte en mi casa y salir al día siguiente.
Propuso sin perder en ningún momento la sonrisa que venía cargando desde que se había cruzado en su camino. ¿Qué otra opción le quedaba en aquel momento que apelar a la buena voluntad de un lugareño?
Hmmm... Esta bien, me temo que no tengo ningún conocido en Minori. Por cierto, mi nombre es Manase Mogura.
El tren eventualmente llegaría a su destino, en el pueblo no quedaba ya casi luz y algunas luces ya habían sido encendidas en el lugar.
Vamos, te llevaré hasta mi casa.
La casa de Sei era bastante simple, un par de cuartos, una sala principal donde se había presentado una cena y una cocina. La mujer de Arima los recibiría cálidamente y los niños no pararían de hacer preguntas sobre como Mogura había terminado esa noche en aquel lugar.