Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Me gusta pensar que la conozco lo suficiente para poder afirmar que lo que ella siente también es sincero.
La conocía desde prácticamente el principio de mis recuerdos. Sus padres ya servían a los mios cuando ella nació, que fue poco tiempo después de mi.
En la academia no tenía ningún amigo, ni siquiera por la fama de mi padre. Los que querían acercarse a mí, tenían miedo de que también se metieran con ellos después. Por lo que, realmente siempre había pasado mucho tiempo con ella y con su hermana.
Quizás volvía a equivocarme, pero en mi corazón sentía que los sentimientos de Sakura hacía mi eran sinceros.
—. Oye, por cierto —Datsue me saco de mis pensamientos mientras nos alejábamos cada vez mas de su casa.—. Tu familia debe de estar forrada, ¿no? ¡Quién me diese a mí tener la pasta suficiente como para permitirme un par de criados!
—Bueno, ahora si, el pasado... Es otra historia.
Y no era una historia corta. No era el momento de darle la chapa a Datsue. Ademas...
—A todo esto... ¿Por que me has invitado a tu casa si nos estamos alejando? Y ¿No hay una pregunta a la que ibas a responderme?
Quizás estaba siendo impaciente, pero aquello me resultaba extraño.
Datsue suspiró. ¿Por qué le había invitado a su casa para acto seguido marcharse? Bueno, eso tenía una explicación muy sencilla, aunque también algo embarazosa.
—Mira, me gustaría darte una excusa, una pequeña mentirijilla para quedar bien. Pero tengo un defecto, ¿sabes? Algunos lo llaman adalid de la verdad. La cosa es que soy incapaz de mentir, hasta en las cosas más triviales. Siempre digo la verdad. Siempre. Así que…
»Te lo diré. Podríamos haber quedado en el sitio que te estoy llevando, pero como todavía no nos conocemos mucho, no sé si eres un tipo puntual. Y como no me gusta que me hagan esperar, preferí que vinieses directamente a mi casa, que ahí me daba igual si llegabas tarde, y de paso me amenizabas el camino.
Y esa era la pura verdad. Un poco egoísta, un poco caradura, pero si algo era Uchiha Datsue: eso era un tipo sincero.
«¡JAAAAAAAAAAAJIAJIAJIAJIA!»
—Es cierto, te debía una respuesta a cierta pregunta. pero dame unos minutos, ¿vale? Antes quiero enseñarte una cosa.
• • •
El sol había seguido bajando, tiñendo ahora el cielo de un rojo oscuro. Del símbolo de Uzushiogakure no Sato. De la sangre caída de sus shinobis. De viejos moratones.
Reiji y Datsue se encontraban en medio del cementerio, frente a una tumba. Frente a una antigua tumba, más bien. Había sido abierta, dejando un hoyo grande y profundo sin ataúd alguno. La lápida, arrancada.
—¿Sabes a quién pertenecía esta tumba, Reiji-kun?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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—Mira, me gustaría darte una excusa, una pequeña mentirijilla para quedar bien. Pero tengo un defecto, ¿sabes? Algunos lo llaman adalid de la verdad. La cosa es que soy incapaz de mentir, hasta en las cosas más triviales. Siempre digo la verdad. Siempre. Así que…
Ya claro. Le contabas tu gran defecto a un tío al que conocías de un solo día. Que mira, yo muy inteligente, no era, pero tonto del todo, tampoco. De todos modos, tampoco es que tuviera pruebas de que mintiera, excepto el propio echo de insistir en que no podía mentir.
»Te lo diré. Podríamos haber quedado en el sitio que te estoy llevando, pero como todavía no nos conocemos mucho, no sé si eres un tipo puntual. Y como no me gusta que me hagan esperar, preferí que vinieses directamente a mi casa, que ahí me daba igual si llegabas tarde, y de paso me amenizabas el camino.
La segunda parte era mucho mas creíble que la anterior. Por que igual que no sabías si podía ser puntual o no, tampoco sabias si me iba a ir de la lengua contando tu "defecto". Y quizás era una prueba. Quizás me había contado su "defecto" para ver si sabia callarme esas cosas.
O quizás simplemente me estaba montando una película rara en la cabeza y Datsue esta siendo sincero.
—Es cierto, te debía una respuesta a cierta pregunta. pero dame unos minutos, ¿vale? Antes quiero enseñarte una cosa.
—Esta bien. Te sigo.
• • •
Como era de esperar en pleno verano, la luz del sol tardaba bastante mas en abandonar el cielo.
Caminé junto a Datsue hasta llegar al cementerio. ¿Para que narices me llevaba allí? ¿Tenia la costumbre de visitar la tumba de algún familiar? ¿La tumba de Akame Quizás?
—¿Sabes a quién pertenecía esta tumba, Reiji-kun?
Pero no. La tumba a la que me había guiado Datsue ya no era una tumba. Solo un gran agujero de tierra con la lapida de piedra arrancada.
—Mmm pues... No lo se la verdad. —No tenia la costumbre de memorizar las posiciones de las tumbas de personas a las que no conocía de nada. Esa no me sonaba de nada. —Espero que no me hayas traído hasta aquí por que crees que tengo cualidades de investigador, por que no las tengo. Da gracias que se cortar cosas.
A no ser que esa tumba no fuese de nadie y...
No ¿verdad? Un compañero de aldea no le haría eso a otro ¿No?
No ¿verdad? Un compañero de aldea no le haría eso a otro ¿No?
Dependía del compañero, y, especialmente, dependía de la aldea.
Pero por suerte para Reiji, ni Datsue era ese tipo de compañero, ni estaba en la Villa apropiada. Una como Amegakure, por ejemplo, hubiese sido mucho más coherente para aquel tipo de sospechas. Gente como Kaido, o la propia Amekoro Yui, eran buena prueba de ello. «Alianza, alianza, alianza…» A veces todavía tenía que repetírselo para no caer en ese oscuro círculo vicioso de antaño.
—No, Reiji, yo ya sé a quién pertenecía.
No necesitaba sus dotes de detective. Era un caso resuelto y cerrado, con la vital colaboración de Aotsuki Ayame.
—Esta tumba, Reiji… Pertenecía a quien una vez consideré un hermano —le miró a los ojos—. A Uchiha Akame.
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Era un alivió que hablará en pasado y no en presente o futuro. Eso quería decir que el ocupante de esa tumba no iba a ser yo. Al menos de momento.
Pero, si ya sabía a quién pertenecía esa tumba, entonces, ¿Que hacia yo allí?
—Esta tumba, Reiji… Pertenecía a quien una vez consideré un hermano —me miró directamente a los ojos—. A Uchiha Akame.
¿Cómo? ¿Aquella era la tumba de Akame? Aquella afirmación tenia que ser cierta ¿No? Datsue no bromearia con algo así. Pero ¿Por que estaba en ese estado?
—¡¿Cómo?! No lo entiendo... ¿Tan mala es nuestra seguridad que no solo entran y matan a nuestros shinobis, si no que además nos roban los cadáveres?
Había otra posibilidad. Había una más en mi cabeza. Y aunque no quería admitirlo, quizás era lo mas probable.
—A caso... ¿Ha sido alguien de uzushio?
De todas formas, aquello tampoco respondía a mis preguntas, solo generaba mas dudas. Pero claro, quizás no era el mejor momento de volver a sacar el tema.
No, el cadáver de Akame nunca había llegado a ser enterrado. Quizá sí la seguridad era tan mala, y alguien había dado el cambiazo frente a sus narices. O quizá había sido el propio Akame, sabe los Dioses cómo.
Pero el propósito de llevarle hasta allí no era para debatir el quién, o tan siquiera el cómo, sino el por qué.
—Akame ya no es ningún cadáver, Reiji. Akame murió en el edificio del Uzukage, sí… Y al mismo tiempo sigue con vida. —Por muy contradictorio que esto sonase, era la verdad—. Fue visto por uno de nuestros aliados, y, creemos, fue quien realizó el atentado la semana pasada.
Calló, esperando a ver cómo reaccionaba el espadachín.
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—Akame ya no es ningún cadáver, Reiji. Akame murió en el edificio del Uzukage, sí… Y al mismo tiempo sigue con vida.
¡¿Que Akame seguía con vida?! Pero, ¿Como era eso posible? ¿Era un zombie o un vampiro? ¿Acaso había gente tan poderosa como para revivir a alguien? O quizás... ¿Quizás nos había engañado a todos y nunca había muerto? Pero ¿Por qué? ¿Por que haría Akame algo así? ¿Quizás siempre había sido un espía?
Las revelaciones de Datsue no hacían más que generar dudas y dudas en mi cabeza. Como si no tuviera ya suficientes con las mías.
—. Fue visto por uno de nuestros aliados, y, creemos, fue quien realizó el atentado la semana pasada.
—¿Me estás diciendo que alguien o algo a revivido a Akame? ¿O que Akame nunca murió? —Y ¿por que a mi? ¿Por que me estaba contando esto, de entre todos los shinobis, a mi? —Y ¿De que atentado me hablas? ¿Por que, si Akame esta vivo, nos ataca a nosotros? ¿No se supone que somos compañeros? ¿que él es también de Uzushio? O ¿A caso nunca fue uno de nosotros?
Sorpresa. Confusión. Conjeturas lanzadas al aire. Todas las reacciones que hubiese esperado se reflejaron en Reiji.
—¿Qué atentado? Del que te hablé a la tarde. De alguien colándose en la Villa y matando a dos de los nuestros. —El Fuuinjutsu había detectado a alguien apareciendo en un punto muy concreto. No atravesando la frontera de la Villa, no. Apareciendo dentro.
Había dos personas que conocía podían hacerlo. Una era Daruu, y lo había usado para teletransportarse junto a él en el edificio del Uzukage. El otro se llamaba Uchiha Akame.
—Estaba muerto, eso te lo aseguro yo. Lo vi. Hanabi lo vio. Era él. —Y, aún así...—. Pero está vivo, Reiji. ¿Quién se lo hubiese imaginado, hmm? Que alguien podría volver de la muerte. Nunca nadie ha logrado superar ese muro. Ni escalarlo, ni tirarlo abajo, o rodearlo —dijo, imitando las palabras del espadachín—. La mayoría ni siquiera lo cree posible. Y sin embargo, Akame, o alguien que le ayudó, dijo: voy a derribarlo. Por muy imposible que le pareciese, y estoy seguro de que por años así fue, siguió intentándolo. Sin rendirse. Por mucho que todo estuviese en su contra, por mucho que las posibilidades de conseguirlo fuesen cero, lo hizo.
Y esa era la verdadera razón por la que le había traído.
—Por eso me hacía gracia cuando me decías que te era imposible superar tu pared, Reiji. Porque en estos últimos años, he visto a gente enfrentarse a cosas mucho más imposibles…
Hizo un gesto con la mano para señalar la tumba.
—…y ya ves el resultado.
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—¿Qué atentado? Del que te hablé a la tarde. De alguien colándose en la Villa y matando a dos de los nuestros.
Claro, es verdad. Me había hablado de él. Y tenía sentido y al mismo tiempo no que fuera Akame. Por un lado, el se conocía la villa y su localización, pero por otro...¿Por que haría Akame algo así?
—Estaba muerto, eso te lo aseguro yo. Lo vi. Hanabi lo vio. Era él. Pero está vivo, Reiji. ¿Quién se lo hubiese imaginado, hmm? Que alguien podría volver de la muerte. Nunca nadie ha logrado superar ese muro. Ni escalarlo, ni tirarlo abajo, o rodearlo
Detsue me estaba devolviendo mis propias palabras como un luchador le devolvía los golpes a su rival. Mas fuertes de lo que él los había recibido.
—. La mayoría ni siquiera lo cree posible. Y sin embargo, Akame, o alguien que le ayudó, dijo: voy a derribarlo. Por muy imposible que le pareciese, y estoy seguro de que por años así fue, siguió intentándolo. Sin rendirse. Por mucho que todo estuviese en su contra, por mucho que las posibilidades de conseguirlo fuesen cero, lo hizo.
Y ¿Por que? Por que sabía que podía hacerlo. Por que tenia una razón para hacerlo. Pero ¿Cual era mi motivación para pegarme cabezazos contra el muro? ¿Satisfacción personal?
—Por eso me hacía gracia cuando me decías que te era imposible superar tu pared, Reiji. Porque en estos últimos años, he visto a gente enfrentarse a cosas mucho más imposibles…
Si. Gente con talento, gente con posibilidades. El Cero era una mentira cuando sabias que existía una muy pequeña probabilidad. Nadie se tira de un acantilado sabiendo que sus probabilidades de vivir son cero.
—…y ya ves el resultado.
—Si, pero hay una gran diferencia. Esa persona, sabía que podía hacerlo. Era consciente de que había una posibilidad por pequeña que fuera. Tenían una motivación. Yo sin embargo...
Yo solo era el hijo de un herrero. Un espadachín sin mas. No había nada especial en mi. Nada. No había una motivación. No había talento. No había una posibilidad mínima, en mi caso, la probabilidad siempre era del cero por ciento.
—Yo solo he sido un chico que creía que podía ser ninja con una espada. Y lo fui. Un ninja inútil, pero lo fui. Valgo para bajar gatos de los arboles, para limpiar las calles de la ciudad o hacer cualquier tarea que pudiera hacer un civil común. Pero ¿Para proteger a alguien? ¿Para enfrentarme a nuestros enemigos?
¿Cobarde? Seguramente, pese a lo que dijeran los demás, eso es lo que era, un cobarde. Un cobarde por que tenia miedo de intentar seguir a delante. Un cobarde por que tenia miedo a salir de la zona de confort que había conseguido.
Inútil. Cobarde. Siempre con dudas. ¿Que derecho tenia yo a ser un ninja? ¿Quien quería alguien así entre sus filas? Por qué ni yo mismo me querría.
—Si aún no he vuelto a por mi bandana es por una razón. Es por que la bandana pesa demasiado para alguien como yo. Es por que aún no se por que tengo que llevarla. ¿Quien quiere a un shinobi que después de dejar su bandana, vuelve a por ella todavía con dudas de si es o no es digno portador de ella? No se lo que quiero Datsue, no lo se. Te digo lo mismo que le dije a Hanabi. Me ahogo. Me hundo en un mar de dudas y no se como nadar hacia fuera.
»Tengo miedo de volver a equivocarme, de perder la única luz que he visto en toda la tormenta que tengo en mi interior.
—Haces bien en tener miedo —le espetó, franco—. Porque Akame ahora es un puto traidor exiliado, y es capaz de teletransportarse en cualquier sitio de la Villa. Cualquier sitio, Reiji. Y nosotros no podemos hacer nada por impedirlo. Nada.
Solo una cosa, en realidad: capturarle. O arrancarle el ojo. O directamente cortarle la jodida cabeza.
—Dime una cosa, Reiji. Si el destino es tan cruel como para que una de estas incesantes invasiones se produzca cerca de tu casa... Si pone a un criminal frente a Sakura... ¿Tú qué vas a hacer, hmm? —preguntó, con voz algo crispada—. Oh, lo siento, Sakura-chan. ¡Soy un inútil! ¡No puedo proteger a nadie! —exclamó imitando su voz—. ¡Vamos, acabad con esta tortura y matadla de una vez! ¡Yo no voy a interceder porque no sirvo para nada!
Dio un paso hacia él y le cogió por el cuello de la camisa, furioso.
—¿¡Eso vas a hacer, eh!? —«¡Joder, DESPIERTA!»—. ¿¡O vas a enfrentarte a esos hijos de puta, aún pensando que no tienes ninguna posibilidad!? ¿¡QUÉ COÑO HARÍAS!?
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—Haces bien en tener miedo. Porque Akame ahora es un puto traidor exiliado, y es capaz de teletransportarse en cualquier sitio de la Villa. Cualquier sitio, Reiji. Y nosotros no podemos hacer nada por impedirlo. Nada.
Pues simplemente genial. Maravilloso. Un tío capaz de entrar, matar y pirarse sin que nadie pudiera hacer nada. Eso me animaba, claro. Me animaba a alejarme corriendo del mundo shinobi y esconderme en un sotano blindado perdido en alguna parte del mundo.
—Dime una cosa, Reiji. Si el destino es tan cruel como para que una de estas incesantes invasiones se produzca cerca de tu casa... Si pone a un criminal frente a Sakura... ¿Tú qué vas a hacer, hmm?
Sabe que, inevitablemente, iba a llegar aquella pregunta. ¿Cual era la respuesta? Había vivido tan ensimismado en mi vida común como hijo de un herrero, que ni siquiera me había planteado esa pregunta a mi mismo.
— Oh, lo siento, Sakura-chan. ¡Soy un inútil! ¡No puedo proteger a nadie! —Datsue imitó mi voz en tono de burla—. ¡Vamos, acabad con esta tortura y matadla de una vez! ¡Yo no voy a interceder porque no sirvo para nada!
No tenia ni idea. Datsue no tenia ni idea. Pero para no tenerla, golpeo en el punto exacto. Donde mas dolía. Para no saber nada, para conocerme de un día, su espada fue directa al corazón. Por que mi mayor miedo era no ser capaz de protegerla. No ser capaz de proteger a mi familia.
—¿¡Eso vas a hacer, eh!? —Datsue me agarró Furioso del cuello del uwagi. —. ¿¡O vas a enfrentarte a esos hijos de puta, aún pensando que no tienes ninguna posibilidad!? ¿¡QUÉ COÑO HARÍAS!?
—¡Pues claro que la protegería,¿Por que crees que sigo entrenando cada maldito dia?! —Grite mirándole directamente a los ojos. —¡Lo hago por que moriría por protegerla, a ella, a su familia y a la mia propia! ¡Y si, seguramente moriría como un jodido inútil, y mi espíritu vagaria por el mundo atormentado por no haber sido lo suficientemente fuerte para protegerlos! —Por que en mi estado actual, ese seria mi destino. —Pero joder, claro que lucharía. Lucharía hasta mi último aliento.
Saben los dioses que si Reiji hubiese respondido con el mismo derrotismo que le había envuelto durante toda la tarde, que impregnaba su ser como ese característico olor a tierra y abono en un kusareño, Datsue hubiese zanjado el tema en el acto. Aquella había sido su última bala, y no tenía más en la recámara. Se hubiese rendido, le hubiese dado la mano, y hasta le hubiese invitado a tomar algo en un bar. Como shinobi y civil. Como simples persona que se estaban conociendo, hablando y bromeando sobre cosas intrascendentes.
Sin rencor. Ni frustración. Porque hubiese descubierto que, efectivamente, el camino del ninja no estaba hecho para él.
Pero Reiji no lo hizo. No, por primera vez en todo el día, enseñó ese fuego que había creído ver tiempo atrás, en el examen Chunin. La Voluntad del Cerezo. Por proteger a los suyos. Hasta el último aliento.
Datsue le soltó, alisando su uwagi allí donde se lo había arrugado.
—Entonces lucha, joder. Pero de verdad. Entrena como el shinbobi que sé que eres. Y cuando llegue ese día, aunque fracases, al menos lo harás sin el remordimiento de pensar que podrías haber dado más de ti.
»¿No confías en ti mismo? ¡Entonces confía en mí! —gritó, haciendo uso de esa carismática presencia que bien sabía que tenía. Siempre, o casi siempre, usada para hacer maldades. Por una vez, iba a intentar aprovecharla para hacer lo correcto. Para echar una mano a un compañero—. ¡Déjame ayudarte! ¡Sé que puedo hacerte más fuerte de lo que jamás creerías! ¡De lo que jamás nadie creería!
¿Ayudándole a entrenar? ¿Tomándole como pupilo? O, quizá… ¿Haciendo algo de trampa? Había cierto Sello Maldito que Datsue llevaba un tiempo pensando. Pero nada de eso importaba. No sin la respuesta adecuada.
—¡Pero basta de dudas, joder! ¡Basta de ahogos, de paredes y de su puta madre en vinagre! —Había perdido la cuenta de las metáforas empleadas por Reiji para reflejar lo inútil que era. Lo inútil que se pensaba que era—. ¿Qué me dices? ¿¡Estás conmigo!?
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—Entonces lucha, joder. Pero de verdad. Entrena como el shinbobi que sé que eres. Y cuando llegue ese día, aunque fracases, al menos lo harás sin el remordimiento de pensar que podrías haber dado más de ti.
»¿No confías en ti mismo? ¡Entonces confía en mí!
¿Podía? Parecía que la respuesta era que si. Las palabras de Datsue hacían mella en la muralla que yo mismo parecía haber levantado a mi alrededor, y que no dejaba salir él agua. Sus palabras tenían... Algo.
—. ¡Déjame ayudarte! ¡Sé que puedo hacerte más fuerte de lo que jamás creerías! ¡De lo que jamás nadie creería!
¿Eso seria posible? Si me lo hubiese planteado yo mismo, mirándome al espejo, la respuesta parecía obvia. Pero, pese a no conocerme, Datsue había insistido, se había pegado cabezazos contra mi muro. Merecía mi confianza.
—¡Pero basta de dudas, joder! ¡Basta de ahogos, de paredes y de su puta madre en vinagre! ¿Qué me dices? ¿¡Estás conmigo!?
—Esta bien. Confiaré en ti. Pero... —Aun había una cosa que tenía que hacer. —Antes de volver a por mi bandana, necesito tres semanas. Cosas de padres. Un castigo mas bien... —Estaba advertido, claro, pero no esperaba que fuese tan pronto. Nunca hubiera imaginado a donde me iba a llevar la insistencia de Datsue. —¿Me acompañaras al despacho de Hanabi-sama a por la bandana?
En realidad, podía ir yo solito, pero me dió por preguntar...
Datsue emitió un largo suspiro, fundido. Aquella había sido una de las batallas más duras que jamás había librado. Sin jutsus, ni puñetazos, pero con golpes continuos y certeros a la muralla que Reiji había erigido alrededor de él. Buscando, incansable, los puntos débiles. La piedra suelta. Los cimientos inestables. Por momentos, creyó que jamás iba a lograrlo. Que era una batalla perdida.
Pero con ese último golpe, directo al corazón, ahí estaba. El puente levadizo bajaba. Las puertas se abrían.
—¿Contigo? Hmm… Está bien. —Así de paso aprovechaba para pedirle algo al Uzukage. Algo que perfectamente podía esperarse esas tres semanas. De hecho, le convenía que fuese así—. En tres semanas, ven a llamarme, e iremos juntos.
Extendió una mano para estrechársela a Reiji. «Sí, joder, ¡sí! ¡Sabía que podía devolverle a la causa! ¡Larga vida a Uzushiogakure no Sato, joder! ¡¡¡Larga vida!!!»
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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En realidad...¿Por que le había pedido que me acompañara? Había sido mas un impulso que otra cosa. Ni siquiera sabía si era buena o mala idea.
— En tres semanas, ven a llamarme, e iremos juntos.
Estreché la mano de Datsue cuando me lo ofreció. Quizás me había vuelto a equivocar, como cuando decidí entrar en la Academia. Quizás esta decisión terminara por ahogarme. Sin embargo, confiaba en Datsue.
Quizás esta vez fuese diferente. Antes me había enfrente a todo yo solo. Pero ahora parecía que tenia a alguien que me tendería una mano si me estaba ahogando. Tal vez, ahora, pudiera avanzar.
—Iré a buscarte por la mañana. Sobre las diez.
Yo tenia intención de madrugar, pero no de hacer madrugar a Datsue. De cualquier modo, mi entrenamiento matutino era inamovible.
Acompañé de vuelta a Datsue hasta su casa. Hice el camino de vuelta, aunque tenia cosas en mente, pero era mejor no hablar. No, después de todo aquello lo mejor era el silencio.
- - -
Las tres semanas se me hicieron etarnas, pero eran necesarias. Al menos lo eran para mi padre. Le entendía, y me lo merecía. Pero al fin había llegado el día.
A las diez, como le había dicho, me presente en casa de Datsue vestido con un uwagi de manga corta y color rojo. Y aunque hacia calor, llevaba mi hakama negro. Para mi era lo mas comodo. Ademas, cogido por el lazo, cargaba un paquete envuelto en una tela azul, poco mas largo y alto que un antebrazo.