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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Hana estaba totalmente destapada, fruto de no haber parado de moverse en sueños casi toda la noche. Aún dormida, se puso boca arriba estirando los brazos por casi toda la cama.

Entonces Ren podría ver que la rubia tenia todo el lado de la cara que había estado apoyado en la almohada hasta hacía apenas unos segundos completamente empapado, así como un rastro en los labios de las babas que había ido soltando.


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Todavía atolondrada y con los cabellos formando un amasijo de pelo sin ton ni son, Ren camino a gatas por la cama, saliendo de esta, buscando sus preciados pececitos. Una ves con la bolsa en la mano, y tras un bostezo que la espabilo un poco, camino delicadamente hacia la cama, observando el panorama que daba la rubia, y mientras masticaba uno de vainilla.

Parte de la almohada estaba mojada y además estaba completamente destapada; hasta Ren se preguntaba cuánto se habría movido aquella noche, ella se aferraba a las sabanas haciéndose casi un ovillo y apenas se movía si estas tenían edredones, aunque en verano si que lo pasaba realmente mal, por lo que no le dio más importancia.

Con la cola del pez sobre saliendo de la boca, se puso encima de Hana, lo que impediría que saliera corriendo y empezó a intentar despertarla haciéndole cosquillas en el lateral del costado y las axilas.
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Al principio solo se removió un poco, molesta, como si se hubiese cruzado una mosca y el sonido la hubiese sacado de su mundo de piruletas y algodón de azúcar. Al intentar removerse y ver que había una presión sobre ella se despertó de golpe, abriendo los ojos alarmada.

¿Qué coj...? — fue entonces cuando los nervios de su cuerpo volvieron a conectarse, sintiendo las cosquillas que la morena estaba preocupante. — Jajajajajjaajajajja, no, para, para, jajajajaja. — intentó zafarse de la amejin pero su fuerza era la de una niña de preescolar en comparación con la de Ren.

Empezó a patalear y reirse sin parar, incapaz de pensar una forma de escaparse.

JAJAJAJA, Ren, Ren, que me hago pipi. — dijo en un momento de respiro mientras intentaba recobrar el aliento.


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Tras haberla despertado, se sentó sobre la cama al lado de ella; estirando los brazos por encima de la cabeza y dando otro bostezo, su cuerpo todavía estaba algo somnoliento, pese a que el dulce sabor de la fresa la había espabilado.

¿Que tal tienes el pie? ¿Te sigue doliendo? — dijo sonriente mirándola.
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¿Que tal tienes el pie? ¿Te sigue doliendo?

Hana aún estaba intentando recuperar el aliento de las cosquillas y Ren ya la estaba obligando, no solo a pensar, sino a sentir sus pies, cosa para la cual necesitaría por lo menos cinco minutos más.

Mejor que mis pulmones seguro, ay. — contestó respirando entrecortadamente.

Se sentó en la cama, llevándose el pie a las manos, sorprendentemente aún estaba vendado, a pesar del movimiento de anoche y aunque le molestaba un poco, apenas llegaba a considerarse dolor.

Está bien, ojalá estés ahí siempre que me tuerza un tobillo, si ya ni siquiera me duele.

Le dedicó una sonrisa al mismo tiempo que se ponía en pie, para probar su pie renovado.

Sí, puedo andar bien, pero mejor no hacer locuras. ¿Qué quieres hacer hoy? ¿Nos vamos ya a los Dojos?


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Ante aquella sugerencia no pudo evitar ruborizarse; no es que hubiera destacado por sus notas o su capacidad en la academia, ni por su potencial oculto muy seguramente inexistente, pero saber que alguien la necesitaba, era algo que realmente la reconfortaba. Pero ¿a quien no le gusta sentirse necesitado, que eres útil y alguien te quiere? pensó mientras se levantaba.

Oh, pues ahora que lo dices — dijo mirando sus pertenencias. — Tal vez debería de volver a casa en su lugar, y ya iré en otro momento. Además, este viaje no ha sido una perdida de tiempo, de hecho ha sido del todo agradable. — añadió con una carcajada.
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Oh, pues ahora que lo dicesTal vez debería de volver a casa en su lugar, y ya iré en otro momento. Además, este viaje no ha sido una perdida de tiempo, de hecho ha sido del todo agradable.

Aquello a Hana le cayó como un cubo de agua fría. Había pensado, tal vez incluso idealizado, un viaje de vuelta con Ren, pasar el día con ella en el tren, hablando de nada, haciendo tonterías por los vagones o simplemente echandose una siesta cogidas de la mano. Tal vez pudiesen hablar de planes de futuro, de cuando quedar para ir a Yukio o de qué sabor de piruleta deberían ser patentado ya.

Ahora todo eso, se había esfumado delante de ella. Pero tampoco quería decirle eso a Ren y obligarla a hacer un viaje lejos de casa que no quería hacer.

Oh, claro, lógico. Casi que mejor, así me voy directa a casa yo también. — le dedicó una sonrisa triste, intentaba aparentar que no le afectaba, pero no le salía.

Se sentó de nuevo, mentalizándose de su viaje de vuelta en solitario.


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Al observar su reacción, se lo planteo seriamente; todavía le quedaba algo de dinero del viaje, esperaba poder comprar espadas y mil y una cosa relacionada con samurais en el valle de los dojos. Podría guardar ese dinero para otra ocasión, y cuando hiciera ese viaje poder comprarlo; pero pasar más tiempo con Hana... Era algo que comenzaba a agradarle mucho. Luchando contra sus impulsos, y con la intención de llorarle a Nanashi para conseguir más dinero en sus compras estúpidas.

Si quieres te acompaño todo lo que pueda en el tren. Me resultan la mar de entretenidos, por lo que se me hacen cortos, y contigo el día se me pasa volando, así que por eso ni me enterare — dijo dedicándole una cálida sonrisa, suavemente ruborizada.

El traqueteo del tren sobre las vías era algo que la reconfortaba casi tanto como la lluvia por las mañanas.
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Si quieres te acompaño todo lo que pueda en el tren. Me resultan la mar de entretenidos, por lo que se me hacen cortos, y contigo el día se me pasa volando, así que por eso ni me enterare

No. — contestó instantáneamente, poniéndose nerviosa por ser tan tajante. — Quiero decir, me encantaría, Ren-chan, pero no quiero que te gastes dinero solo por acompañarme. Ahorra y así hacemos cuanto antes el viaje a Yukio para ver pingüinos, ¿vale?

Por mucho que intentase convencerla no podía borrarse la sonrisa triste de la cara, estaba triste, no podía negarlo, pero no había nada que hacer.


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Ahora quien se sentía dolida por aquella respuesta era Ren; intento disimularlo, pero le hizo más daño de que esperaba en su frágil corazón.

O-Oh. V-Vale, de acuerdo. — respondió con una voz algo temblorosa, dirigiéndose a sus pertenencias para quitarse la ropa que había usado para dormir, y vestirse nuevamente. — Por supuesto, espero que sea la mitad de divertido que este viaje.

Añadió finalmente algo apenada, terminando de recoger sus pertenencias.
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O-Oh. V-Vale, de acuerdo. Por supuesto, espero que sea la mitad de divertido que este viaje.

Al menos tenía la perspectiva del viaje de Yukio para alegrarse un poco.

Será el doble o el triple de divertido, ¡y veremos pingüinos! — esta vez sonrió alegremente, en el fondo se había estado preparando para separarse de Ren, al fin y al cabo, eran de diferente villa.

Se levantó, se estiró y se acercó a su bolsa. Se desvistió y guardó con cuidado la ropa con la que había dormido, en el sitio más seguro que pudiese, para después ponerse su indumentaria habitual, a excepción de la capa de viaje, que se supone que la señora se había encargado de limpiar.

Pero podemos pasar el día juntas, ¿no? — se giró a mirar a la morena, esperando que fuese afirmativa su respuesta.


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Hana era la que claramente estaba más animada de las dos, cuando era la que se quejaba por alejarse la una de la otra. Sonrió behemente, si ella parecia estar preparada, Ren no quería entristecerla ni fastidiarle el dia. Asintió ante aquella última sugerencia, sin dudarlo.

Claro, cogeré entonces el último del día — bufó aliviada, al terminar su mochila.

Al menos podría pasar un par de horas más con ella hasta que Kami-sama sabe cuando volverían a encontrarse sus caminos. Se llevó una mano al interior de su Uwagi, al sentir una extraña presión sobre su pecho, para sacar aquel pequeño llavero que consiguió la noche anterior. Ya había olvidado donde lo había dejado.
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Claro, cogeré entonces el último del día

Chachi, ¿qué quieres hacer? — preguntó mientras se sentaba a ponerse las sandalias ninja. — Podemos ir a desayunar aunque creo que no nos acabamos la tonelada de pescaditos que compraste.

Fue entonces cuando se giró a Ren, para ver las pruebas del crimen, la bolsa con los dulces, su rostro ligeramente manchado, ¡había estado comiendo sin avisarla!

¡Pero bueno! ¿Has estado comiendo antes de despertarme? ¡Ren! ¡Eso es traición! — puso los brazos en jarra, levantándose del disgusto. — ¿Sabes siquiera si son los tuyos o los mios?


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¡Pero bueno! ¿Has estado comiendo antes de despertarme? ¡Ren! ¡Eso es traición! — puso los brazos en jarra, levantándose del disgusto. — ¿Sabes siquiera si son los tuyos o los mios?

U-Uuuuuhm... — desvió la mirada avergonzada. Había olvidado mirar cuales eran los suyos y cuales los de Hana, lo único que hizo fue olisquear para determinar si el que se llevaba a la boca era de fresa o no. — E-Era de fresa el que me comí ¿te quedaba alguno de fresa?

Sonrió nerviosa, y una pequeña risa, preocupada por si le echaba una buena bronca. Terminó de calzarse, y se echó la mochila a la espalda; pensando que podrían hacer durante todo el día.
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U-Uuuuuhm... E-Era de fresa el que me comí ¿te quedaba alguno de fresa?

Pues no tengo ni idea. — torció la cabeza, como si eso la fuese a ayudar a pensar, y se llevó un dedo a la barbilla por lo mismo. — Bueno, da igual, los juntamos y ya está. Pero confiesa cuantos te has comido, ¿solo uno de verdad? — la miró atentamente como si dudase de ella.

Para después reirse.

Es broma, es broma. Espero que al menos lo hayas disfrutado, comiendo a mis espaldas. — le dijo aún sonriente.


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