24/05/2017, 20:13
El alboroto y bullicio propio de una taberna de pueblo tras la jornada laboral inundaba el puesto de dangos. O ex-puesto de dangos, más bien, pues desde que la nieta de la dueña —una jovencilla de no más de cinco años— había empezado a ofrecer granizados, los dangos pronto empezaron a verse como sosos y poco apetecibles en aquellas calurosas tardes de verano.
La niña, tenía que reconocer Datsue, era toda una visionaria. Un hacha para los negocios que, si seguía por ese camino, pronto dejaría al propio Uchiha como un simple aficionado. En apenas unos meses, había logrado convertir aquel puesto usualmente poco transitado en el más solicitado por la Villa entera. Innumerables parejas y familias iban a pedir un granizado tras un largo paseo por los Jardines del Cerezo. Otros, lo compraban antes, para completar su picnic con algo bien frío con el que refrescarse de aquel sol abrasador. Algunos, sin embargo, preferían quedarse a comer en el mismo puesto.
Aquel era el caso de Uchiha Datsue. Los pelos sueltos de su moño se movían de un lado a otro, sacudidos por la corriente de aire que generaba un ventilador en el techo. Un ventilador que, si uno se le quedaba mirando, parecía formar la vaga imagen del símbolo de Uzushiogakure.
El Uchiha se encontraba en un rincón de la sala, junto a una ventana, con pantalones cortos y camisa remangada. Daba vueltas con una pajita al granizado de limón que le acababan de traer, con la boca hecha agua por el ansia de sentir el frío hielo bajando por su garganta. Al lado del granizado, una libreta en blanco con un lápiz encima. En el centro de la mesa, una grabadora de audio, grande y de apariencia tosca. Y en frente…
—Bien, Riko. ¿Estás preparado? —preguntó, al peliblanco. Le había prometido en Los Herreros ayudarle con su problemilla con los rumores sobre su persona, y un comerciante como él se consideraba no era nada sin su palabra. Los tratos eran los tratos, y había llegado el día de cumplirlo—. Recuerda, sé sincero y no te pongas nervioso. Solo te leerán unos pocos… —empezó a levantar los dedos de una mano, mientras iba enumerando a sus futuros lectores:—. Tus compañeros de promoción; la mayoría de gennins, chunnins y jounnins que no estén fuera de misión; los aldeanos de la Villa; la Uzukage, Uzumaki Gouna; y quizá el Consejo de Sabios. Así que no hay nada de qué preocuparse, ¿vale? —preguntó, enérgico.
Luego se rascó la nuca. Dicho así parecían un montón…
La niña, tenía que reconocer Datsue, era toda una visionaria. Un hacha para los negocios que, si seguía por ese camino, pronto dejaría al propio Uchiha como un simple aficionado. En apenas unos meses, había logrado convertir aquel puesto usualmente poco transitado en el más solicitado por la Villa entera. Innumerables parejas y familias iban a pedir un granizado tras un largo paseo por los Jardines del Cerezo. Otros, lo compraban antes, para completar su picnic con algo bien frío con el que refrescarse de aquel sol abrasador. Algunos, sin embargo, preferían quedarse a comer en el mismo puesto.
Aquel era el caso de Uchiha Datsue. Los pelos sueltos de su moño se movían de un lado a otro, sacudidos por la corriente de aire que generaba un ventilador en el techo. Un ventilador que, si uno se le quedaba mirando, parecía formar la vaga imagen del símbolo de Uzushiogakure.
El Uchiha se encontraba en un rincón de la sala, junto a una ventana, con pantalones cortos y camisa remangada. Daba vueltas con una pajita al granizado de limón que le acababan de traer, con la boca hecha agua por el ansia de sentir el frío hielo bajando por su garganta. Al lado del granizado, una libreta en blanco con un lápiz encima. En el centro de la mesa, una grabadora de audio, grande y de apariencia tosca. Y en frente…
—Bien, Riko. ¿Estás preparado? —preguntó, al peliblanco. Le había prometido en Los Herreros ayudarle con su problemilla con los rumores sobre su persona, y un comerciante como él se consideraba no era nada sin su palabra. Los tratos eran los tratos, y había llegado el día de cumplirlo—. Recuerda, sé sincero y no te pongas nervioso. Solo te leerán unos pocos… —empezó a levantar los dedos de una mano, mientras iba enumerando a sus futuros lectores:—. Tus compañeros de promoción; la mayoría de gennins, chunnins y jounnins que no estén fuera de misión; los aldeanos de la Villa; la Uzukage, Uzumaki Gouna; y quizá el Consejo de Sabios. Así que no hay nada de qué preocuparse, ¿vale? —preguntó, enérgico.
Luego se rascó la nuca. Dicho así parecían un montón…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado