Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
4/01/2018, 01:28 (Última modificación: 4/01/2018, 01:33 por Amedama Daruu.)
Un hombre corpulento sujetaba dos viejos, sucios y blancos sacos por los suelos de un angosto pasillo iluminado por la titilante luz del fuego de las antorchas. El sonido de sus pasos y del roce de los sacos contra la piedra sólo era acompañado por el constante crepitar de las llamas, que arrancaba algo de brillo de la oscura y rectangular tez de aquél shinobi. El hombre mascullaba en voz baja, para sí mismo, y de vez en cuando se detenía, tomaba aliento y prestaba un poco de atención a los pinchazos que sentía en los bíceps.
También al vientre, claro. Uno de esos dos bastardos le había dado bien fuerte en el estómago. Claro que no eran rival para alguien como él. No recién despiertos, al menos.
Especialmente recién despiertos.
Él era el encargado de esa clase de tareas. Sucias, feas, normalmente despachadas en voz baja y con presunción de que habrá consecuencias si alguien llegara a enterarse de que se había encargado se ellas. Sí... Sucias, feas, y moralmente reprobables. Pero necesarias.
Abrió el portón de una patada. El único ocupante de la siguiente sala le esperaba, pero aún así dio un respingo cuando el hombretón hizo acto de aparición con esa brusquedad. Éste entró en la sala como si llevar a dos personas inconscientes en sendos sacos fuese la cosa más natural del mundo, y, con un aspaviento, arrojó la mercancía al suelo.
—Aquí los tiene. Tal y como me pidió. —Sonrió, satisfecho por saberse con el deber cumplido—. Cuando despierten, no quiero saber nada de ellos. El muy cabrón de la coleta me clavó el puño en el estómago como si fuese una espada. Debo agradecer que no durmiera con una debajo de la almohada.
—Deberías agradecer que no durmiera con un sello explosivo bajo la almohada —repuso él, en una pequeña chanza—. Buen trabajo, Fukuro-san. Puedes retirarte.
Fukuro sonrió de oreja a oreja y le dedicó una pronunciada y florida, no obstante exagerada y falsa reverencia. Se dio media vuelta, y se marchó silbando una cancioncilla, cerrando la puerta tras de sí.
El otro se sonrió aisladamente, y se dirigió a los muchachos en los sacos. Se acuclilló, quedando en medio de ambos, y retiró un poco la tela de sendos cautivos dejando al descubierto sus caras. Suspiró. Adelantó ambos brazos, y delicadamente, con la yema de los dos dedos índice levantó los párpados izquierdo y derecho, respectivamente.
—Lo siento, chicos —dijo Uchiha Raito, antes de teñir de carmesí sus propios ojos y enviarlos a una fantasía muy lejos de allí.
• • •
Akame y Datsue despertaron, como ya venía siendo una mala costumbre, entre sudores fríos. Habían escapado de la pesadilla justo en un momento bastante macabro, en el que eran incinerados por el otro entre terribles espasmos de dolor. Sus mentes, como un espejo, les habían proporcionado aquella delicia. Sus cuerpos respondían con el terrible sabor caliente de una falsa memoria.
Pero no eran sus mentes las que habían creado esas ilusiones. No. Ambos lo sabían. Había sido otra mente. Una maligna, encerrada dentro de ellos. Cautiva. Sólo que a veces, ellos parecían los cautivos.
Sin embargo, fue también el uno al otro lo primero que vieron cuando recuperaron la consciencia y se reincorporaron un poco. Estaban allí, en una tienda de campaña. ¿Estaban... en una tienda de campaña? ¿Juntos? No consiguieron recordar dónde terminaron la noche el día anterior, y sin embargo ambos tenían la certeza de que a pesar de las lagunas, ese era exactamente el sitio donde debían estar.
El reino de las pesadillas se mezclaba todavía con el de la vigilia. Tenían, el uno y el otro, frente a sí, el verdugo que arrojaba el fuego que lamía su piel en sueños. Una pizca de rencor pellizcó la nuca de los Uchiha, pero también recordaron que eran Hermanos.
De pronto, escucharon un estruendo que venía del exterior, y un temblor muy fuerte. Se dieron cuenta entonces de que estaban vestidos con el uniforme oficial de la aldea. Se oían ahora voces fuera de la tienda, que clamaban urgencia.
Soy Daruu. Tomo esta trama con hueco de rol, y me gustaría pasar la de Reika a hueco de master. Puesto que no la he acabado todavía y no tenía ningún hueco de master ocupado, espero que no haya problema.
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4/01/2018, 01:40 (Última modificación: 4/01/2018, 01:40 por Uchiha Akame.)
«¡Por las tetas de Amaterasu...!»
Akame se palpó inconscientemente la cintura, allí donde durante algún tiempo había tenido la espada que ganara al matar a su primer amigo y despertar el Sharingan en sus ojos. Luego recordó que aquel regalo maldito le había sido sustraído tiempo atrás, en un lugar lejos de allí... ¿Pero es que acaso sabía dónde estaba en ese momento? El Uchiha se revolvió y vio el rostro inconfundible de su Hermano, con los ojos abiertos y la misma expresión de confusión.
—¡Joder...! —masculló cuando un estruendo sacudió la tienda de campaña. El uzujin miró a su alrededor como si la tela que les cubría le resultase tan extraña como la copa de una seta gigante del Bosque de Hongos. «Parecía una explosión...»
De repente le invadió una sensación de urgencia, como un resorte accionado por el condicionamiento y la repetición docenas de veces de un entrenamiento bien asimilado. Akame comprobó que estaba vestido, y entonces buscó con manos rápidas sus dos portaobjetos y su mecanismo oculto de kunai, luego su espada y finalmente la bandana que debía llevar en la frente. Lo encontrase o no, perdería poco tiempo en incorporarse y deslizar hacia arriba la cremallera de la tienda, abriendo camino hacia el exterior.
—¿Qué demonios pasa, Hermano? —cuestionó, todavía confuso, mientras salía de la tienda dando tumbos y con la mente embotada.
4/01/2018, 02:08 (Última modificación: 4/01/2018, 02:11 por Uchiha Datsue.)
Un huracán de fuego le envolvió sin piedad, devorando piel, carne, músculos, huesos… Quiso gritar, pero el dolor era tan grande que no logró articular ni un simple quejido. Su piel se le caía, derritiéndose como la cera de una vela. Sus ojos, se achicharraban, calcinándose dentro de sus cuencas. El mundo se apagó, y entonces…
… abrió los ojos.
Lo primero que vio fue a su verdugo, con su nariz torcida y sus orbes negros como una noche sin luna. Le dio ganas de estrellarle un puñetazo en la cara y estropearle todavía más aquella nariz. Luego recordó que era su Hermano, y que acababa de despertar de una pesadilla. ¿Lo había sido? Por mucho que la hubiese sufrido en innumerables ocasiones, era tan real, tan vívido, que cuando despertaba siempre tardaba unos instantes en distinguir la realidad del sueño. La verdad del Genjutsu.
De pronto se oyó un estruendo, seguido de un fuerte temblor. Fuera de la tienda donde se encontraban. La tienda… Su mente embotada no era capaz de recordar cómo había terminado allí, pero sin duda sentía que allí era donde debía estar. Por suerte, estaba vestido con el uniforme oficial de la Villa, que ahora se le pegaba a su sudorosa piel.
Se levantó, todavía aturdido, mientras sus manos buscaban el portaobjetos en su cadera.
—¿Qué demonios pasa, Hermano?
Datsue apenas emitió un gruñido como respuesta. ¿Y él qué demonios sabía? Por si acaso, dejó salir a su Hermano primero. Él era más de cubrirle las espaldas…
—¿Qué coño pasa? —logró farfullar, al salir.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Los shinobi de Uzushiogakure se movían exaltados de un lado para otro. Otros gritaban. La diferencia entre unos y otros: las placas que vestían en la manga derecha del uniforme. El jōnin más cercano, un corpulento y calvo cincuentón con entradas, detectó el movimiento de la tienda por el rabillo del ojo y se acercó hacia ellos, con una sonrisa de alivio, pero nerviosa:
—¡Hermanos del Desierto! —dijo el hombre—. ¡Al fin habéis despertado! ¡Vamos, rápido! ¡Han encontrado el campamento!
El hombre los miró unos segundos y la sonrisa le desapareció del rostro.
—Dioses, es cierto, ¿no? El equipo médico tenía razón... —masculló—. ¡Habéis perdido la memoria! ¡Habéis perdido...! ¡ARGH! No hay tiempo. Chicos: hace unos días, unos ninjas encapuchados atacaron la aldea. Llevaban bandanas de Kusagakure, pero por lo que sabemos podría ser cualquiera. Enviamos un escuadrón de ANBU a investigar y detectamos que un ejército entero de hombres se dirigía hacia la villa por la Planicie del Silencio.
»¡Formáis parte del ejército de Uzushiogakure, shinobis! ¡Durante la noche, el enemigo ha debido detectar que nuestras tropas estaban avanzando y...!
Una bola de fuego enorme impactó detrás del jōnin y estalló, arrojándolo sobre ellos. El gigantesco ninja cayó encima y los derribó al suelo, pero gracias a él sobrevivieron a la explosión. De él no se podía decir lo mismo.
Ahora mismo tenían un cadáver en llamas en brazos.
Si lo apartaban —y sería sabio hacerlo— descubrirían a un encapuchado a apenas cinco metros, empuñando una shinobigatana en una mano y un fūma shuriken en la otra. Tenía el pelo castaño y largo, y la bandana de su frente no era la de Kusagakure. Era la de Uzushiogakure. Sólo que estaba tachada. Un renegado.
—Muerte a los Hermanos Traidores —dijo, y empezó a caminar hacia ellos, haciendo girar las cuchillas del shuriken.
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Si Akame esperaba que la confusión reinante se aclarase al salir fuera de la tienda, no tardaría en descubrir que estaba completamente equivocado. Lejos de encontrar respuestas a las simples preguntas con las que le atosigaba su mente recién llegada al mundo de la vigilia —dónde estaba, cuándo y por qué—, lo que encontró fue un paisaje caótico y desolador. Hombres y mujeres corrían y ordenaban y gritaban. El Uchiha no tardó en reconocer la enseña del Remolino en todos ellos, lo que le produjo un alivio tan intenso como momentáneo; estaba rodeado de amigos. Y la actitud de los mismos sólo podía significar que alguien o algo estaba atacando a las fuerzas de Uzu.
Por un momento el Uchiha tuvo que palparse el pecho y la barriga, como si temiese que el monstruo que llevaba sellado dentro hubiera podido liberarse por cualquier motivo. Luego miró a Datsue, tratando de discernir lo mismo.
Entonces la voz de un hombre llamó su atención, y el Uchiha se encontró pronto con más incógnitas que resolver. «¿Pérdida de memoria? ¿Pero cómo, cuándo? ¿Y qué demonios hacemos aquí?»
No hubo tiempo para respuestas. Se produjo una inmensa deflagración cerca del trío de ninjas, y el jōnin salió propulsado hacia ellos con su cuerpo envuelto en llamas. Akame sintió el duro tacto de la tierra golpeando sin piedad contra su espalda, trasero y cabeza cuando el cadáver de su superior los derribó. Tardó unos instantes en reaccionar, pero cuando lo hizo fue para apartar aquel cuerpo ardiente y ponerse en pie. Sus ojos, teñidos de rojo por el Sharingan, escudriñaban el campo de batalla como una presa en busca de su depredador...
Y lo halló instantes después. Examinó rápidamente la figura del renegado que se les acercaba enarbolando sus armas y entonces lo sintió. Fue como ser absorbido por un desagüe, como si un mecanismo oculto acabara de inyectar un suero directamente en su cerebro. Estaba en la batalla, y su mente rápidamente quedó despejada de aquellas cuestiones tan inútiles en combate para pasar a llenarse de detalles que podían marcar la diferencia entre vivir o morir.
«Usa Katon. Es fuerte y diestro con las armas. Es un exiliado. Probablemente simpatizante de Zoku».
Ató cabos. Aquel tipo probablemente sería mucho más fuerte individualmente que cualquiera de ellos dos. «Un ataque combinado», concluyó con velocidad.
Y al instante buscó la mirada de aquel shinobi. Las aspas de su Sharingan girarían como un molino azotado por el viento, pero aquel renegado ni siquiera vería eso si el Saimingan de Akame tenía éxito en su ejecución. Simplemente se quedaría allí parado, quieto frente a ambos, sin poder apartar los ojos del Uchiha. En su Genjutsu, éste cambiaría pocos detalles de la realidad; intentaba mantener la mascarada para que el enemigo tardara lo máximo posible en darse cuenta de que había caído presa de una ilusión.
Así daría más tiempo a su Hermano.
—¿Quién eres, renegado? —preguntaría dentro del Genjutsu—. ¿Tienes pruebas de tu acusación? Habla, rápido.
¤ San Tomoe no Sharingan ¤ Ojo Giratorio de Tres Aspas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 60 - Gastos: 18 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:Percepción+18 - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Los iris del usuario se vuelven de color carmesí, y alrededor de sus pupilas surgen tres aspas negras que giran hasta formar un trío en una circunferencia imaginaria. Este estado del Sharingan se considera el más avanzado en su forma básica.
El Sharingan le da color al chakra, y permite distinguir su composición elemental. El usuario puede ver el flujo del chakra de otros seres vivos como un manto, con suficiente precisión para detectar si tiene mucho o poco chakra (CK actual) o si ese chakra es débil o poderoso (mide aproximadamente el Poder), pero no con la suficiente para detectar movimientos de chakra dentro de un oponente si no hay una técnica activa. El Sharingan puede ver el chakra de las técnicas activas: las que afecten al interior de un ser vivo o las que ya se encuentren en el exterior de un oponente, pero no antes de que se hayan formado. Puede detectar si alguien está siendo afectado por una técnica ilusoria.
La percepción visual del usuario goza de un gran estímulo, volviéndose muy sensible al movimiento. El Uchiha puede leer labios con extrema facilidad o imitar movimientos tan sutiles como los de la escritura, escribiendo lo mismo que alguien a quien está observando. En combate, el clan utiliza esta destreza para seguir con claridad los movimientos físicos (y no de técnicas, importante) de un oponente y de sus extremidades en el Taijutsu, y para leer con claridad los sellos manuales que realiza. Si y sólo si el usuario conoce la técnica que va a utilizar, puede anticipar una respuesta (hay muchas técnicas con secuencias de sellos similares o iguales. En este caso, el Uchiha no tiene manera de saber qué va a hacer el oponente). El Tres Aspas hace que el Uchiha pueda predecir dónde va a encajar un golpe de Taijutsu mediante la lectura de las tensiones en los músculos del cuerpo del oponente, dotándole de cierta capacidad predictiva. Cabe destacar que aunque el usuario sea capaz de percibir un movimiento, necesita las capacidades físicas y de reacción para poder responder ante él.
La habilidad para leer los movimientos del Sharingan le otorga al usuario la capacidad de copiar los sellos de una técnica de Ninjutsu o de Genjutsu (o los movimientos de una técnica de Taijutsu) que no dependa de una facultad personal para ejecutarla al mismo tiempo que el oponente o registrarla en su repertorio (hasta un máximo de tres técnicas). Se pueden imitar evolutivas, pero no registrarlas. Para copiar una técnica se debe de tener su requisito convertido a la facultad Uchiha.
El Sharingan le permite al usuario distinguir técnicas como los clones simples (no los generados por la técnica Kage Bunshin no Jutsu) de un usuario real, y ver a través de la técnica Henge no Jutsu.
El Sharingan de Tres Aspas es capaz de penetrar y romper los Genjutsus sensoriales, y de ver a través de las imágenes creadas por los Genjutsus ambientales.
¤ Saimingan ¤ Ojo Hipnótico - Tipo: Apoyo (Genjutsu visual) - Rango: A - Requisitos: Uchiha 60, Sharingan de Tres Aspas activo - Gastos: 18 CK, impide regen. de chakra - Daños: - - Efectos adicionales: Distracción, control, ataque sorpresa, engaño - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Mediante su Sharingan, el usuario es capaz de hacer entrar en un Genjutsu a su oponente con mero contacto visual. Cuando el oponente entre en su ilusión, podrá mostrarle lo que desee, emulando visión, sonido, e incluso sensaciones como el dolor o el placer. Mientras se realiza el Genjutsu, el usuario no puede atacar a la victima, pues cualquier daño externo anularía el engaño, y durante el transcurso del mismo, tanto usuario como oponente estarán paralizados en el sitio. El ejecutor será capaz de modificar el entorno por completo durante el transcurso de la ilusión, y de hacer que la ilusión dure todo el tiempo que haga falta, hasta un máximo de diez turnos. Si dispone de menos de 40 de Inteligencia, no será capaz de mantener ninguna técnica activa mientras la utiliza.
(Uchiha 70) Por 32 CK adicionales al gasto base, si la Inteligencia del usuario es mayor que la Voluntad del oponente en más de 30 puntos o en más de 10 si el PV del oponente ha descendido por debajo de su 60%, si la víctima está completamente inmovilizada, o si se trata de un civil, el usuario puede utilizar la técnica para crear un estado de sueño profundo mediante hipnosis. Luego podrá interrogar al afectado libremente si así lo desea o dejarlo caer inconsciente. Si sufre daños, o pasan tres turnos, despertará. Mediante este uso de la técnica también se puede inducir una parálisis en lugar de un sueño profundo.
(Uchiha 100) Con el Tres Aspas muy desarrollado y mucho entrenamiento, la técnica es increíblemente poderosa, pues el usuario será capaz de moverse mientras se ejecuta —muy lentamente con Inteligencia < 40, lentamente con Inteligencia de 40 a 80, y con total normalidad con Inteligencia > 80, aunque no podrá ejecutar técnicas adicionales a las que ya mantiene si no supera los 100 puntos de Inteligencia—. Recordamos que cualquier daño al oponente lo sacará de la ilusión. En este caso, el oponente se moverá con normalidad fuera de la ilusión, pero estará encarcelado en ella y podrá ser engañado mientras el usuario controla sus cinco sentidos.
10/01/2018, 13:23 (Última modificación: 10/01/2018, 13:32 por Uchiha Datsue.)
—¿Qué coño pasa? —preguntó al salir.
El caos, eso pasaba. Se oía, respiraba y veía el caos por todas partes, mirase a donde uno mirase. Gente corriendo de aquí para allá, gritos inconexos, chillidos… Reinaba la pura anarquía. Aquello fue un choque tan brutal para su cerebro —recién despertado— que sintió un pinchazo de dolor en la cabeza.
Akame le miraba, también confuso, y de pronto se llevó las manos al estómago. «¿Qué…?». Apenas un instante después, la mente embotada del Uchiha siguió los pasos de su Hermano mayor, llegando a la misma teoría: Shukaku.
No obstante, un jōnin de su Villa pronto les sacó de su error. Tampoco podía decirse que les hubiese resuelto muchas dudas, porque a mitad de la explicación una sorpresiva bola de fuego le engulló por completo, arrojando su cadáver calcinado a ambos Uchihas, que cayeron de espaldas contra el suelo.
—¡Ugh…! —se quitó tan rápido de encima a su superior como fue capaz, sin pensar en que, en otras circunstancias, aquello podría considerarse incluso de injurio por las formas poco ortodoxas en las que empujaba su cadáver. No pensaba que a un muerto le fuese importar tales banalidades, y en aquel momento, además, el instinto más fuerte del Uchiha estaba saliendo a relucir: sobrevivir a toda costa.
Su Hermano, que siempre le costaba menos ponerse en mentalidad de guerra —probablemente porque nunca salía de ella—, ya se había puesto en pie, buscando con la mirada al… «¿Renegado?», se sorprendió de pronto, cuando distinguió la bandana rayada en el agresor.
—Muerte a los Hermanos Traidores.
«¿Qué cojones…? ¿Traidor de qué?»
Casi sin pensarlo, saltó en diagonal hacia la izquierda. Buscaba flanquearlo por ese lado, mientras Akame trataba de hacerle caer en un Genjutsu o, de no conseguirlo, flanquearle por el lado contrario. Aquella era la táctica más vieja y usada de los Hermanos del Desierto, y lo seguiría siendo por un buen tiempo, viendo los buenos resultados que siempre les había dado.
«Joder… Esto tiene que ser una pesadilla, tío. ¡Tiene que ser una pesadilla!». Pero, por si acaso no lo era, extrajo un kunai sellado en su palma derecha, mientras comprobaba si su Hermano había podido colar el Saimingan.
PV:
190/190
– CK:
207/230
–
-18
–
-5
–
divide regen.
–
Sharingan activado
–
Inventario
Hitai-ate [sellado, cuello]
Kunai x1[sellado, palma derecha]
Sello explosivo de clase B x1 [sellado, palma izquierda]
Oto Fuda x1 [sellado, dorsal de la mano derecha]
Shuriken x1[sellado, dorsal de la mano izquierda]
Bomba de aceite x1[sellado, antebrazo interno derecho]
¤ San Tomoe no Sharingan ¤ Ojo Giratorio de Tres Aspas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 60 - Gastos: 18 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:Percepción+18 - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Los iris del usuario se vuelven de color carmesí, y alrededor de sus pupilas surgen tres aspas negras que giran hasta formar un trío en una circunferencia imaginaria. Este estado del Sharingan se considera el más avanzado en su forma básica.
El Sharingan le da color al chakra, y permite distinguir su composición elemental. El usuario puede ver el flujo del chakra de otros seres vivos como un manto, con suficiente precisión para detectar si tiene mucho o poco chakra (CK actual) o si ese chakra es débil o poderoso (mide aproximadamente el Poder), pero no con la suficiente para detectar movimientos de chakra dentro de un oponente si no hay una técnica activa. El Sharingan puede ver el chakra de las técnicas activas: las que afecten al interior de un ser vivo o las que ya se encuentren en el exterior de un oponente, pero no antes de que se hayan formado. Puede detectar si alguien está siendo afectado por una técnica ilusoria.
La percepción visual del usuario goza de un gran estímulo, volviéndose muy sensible al movimiento. El Uchiha puede leer labios con extrema facilidad o imitar movimientos tan sutiles como los de la escritura, escribiendo lo mismo que alguien a quien está observando. En combate, el clan utiliza esta destreza para seguir con claridad los movimientos físicos (y no de técnicas, importante) de un oponente y de sus extremidades en el Taijutsu, y para leer con claridad los sellos manuales que realiza. Si y sólo si el usuario conoce la técnica que va a utilizar, puede anticipar una respuesta (hay muchas técnicas con secuencias de sellos similares o iguales. En este caso, el Uchiha no tiene manera de saber qué va a hacer el oponente). El Tres Aspas hace que el Uchiha pueda predecir dónde va a encajar un golpe de Taijutsu mediante la lectura de las tensiones en los músculos del cuerpo del oponente, dotándole de cierta capacidad predictiva. Cabe destacar que aunque el usuario sea capaz de percibir un movimiento, necesita las capacidades físicas y de reacción para poder responder ante él.
La habilidad para leer los movimientos del Sharingan le otorga al usuario la capacidad de copiar los sellos de una técnica de Ninjutsu o de Genjutsu (o los movimientos de una técnica de Taijutsu) que no dependa de una facultad personal para ejecutarla al mismo tiempo que el oponente o registrarla en su repertorio (hasta un máximo de tres técnicas). Se pueden imitar evolutivas, pero no registrarlas. Para copiar una técnica se debe de tener su requisito convertido a la facultad Uchiha.
El Sharingan le permite al usuario distinguir técnicas como los clones simples (no los generados por la técnica Kage Bunshin no Jutsu) de un usuario real, y ver a través de la técnica Henge no Jutsu.
El Sharingan de Tres Aspas es capaz de penetrar y romper los Genjutsus sensoriales, y de ver a través de las imágenes creadas por los Genjutsus ambientales.
¤ Ippan no Fūinjutsu ¤ Técnica de Sellado General - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Fūinjutsu 15 - Gastos: 10 CK (sellado de objetos y armas), 5 CK (liberar) - Daños: - - Efectos adicionales:
Sella objetos y armas en pergaminos
(Fūinjutsu 30) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en pergaminos y en su propio cuerpo. Además, puede guardar gases venenosos, líquidos...
(Fūinjutsu 60) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en cualquier tipo de recipiente (preguntar a un administrador para saber qué recipiente podría ser válido).
- Sellos: Buey → Serpiente → Tigre → Jabalí → Carnero (mantenido durante unos segundos) - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Técnica estándar de fūinjutsu, que utilizan muchos shinobi con diferentes niveles de maestría en técnicas de sellado. Los ninjas con un nivel de maestría bajo son capaces de sellar objetos y armas, normalmente de tamaño pequeño o mediano, y únicamente en pergaminos. Los ninjas de nivel medio son capaces de sellar muchos tipos de sustancias distintas en pergaminos e incluso en su propio cuerpo, lo cual les otorga una ventaja estratégica bastante grande. La técnica no funciona instantáneamente. Para sellar objetos en un pergamino, se ha de abrir ese pergamino. En el caso de querer guardar algo en el propio cuerpo, no es necesaria tanta preparación. Para guardar cosas en un recipiente externo, se ha de disponer de uno válido (obviamente). En cualquiera de los tres casos, se ha de estar a menos de tres metros de donde se va a sellar el objetivo, y a menos de diez del objetivo. Una vez realizados los respectivos sellos, se mantiene el último y el objetivo se deshace en una masa de chakra, que viaja a velocidad moderada hasta introducirse dentro del lugar donde se desee sellar. Entonces aparece la marca deseada, y el sellado se completa. Se ha de remarcar que esta técnica de sellado no dispone de una clave para nada complicada. Los sellos podrán ser rotos y su contenido liberado por cualquier practicante de fūinjutsu con suficiente maestría (15, 30 ó 60).
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¿Quién eres, renegado? ¿Tienes pruebas de tu acusación? Habla, rápido.
—Oh, Akame-kun —dijo el hombre, encogiéndose de hombros—. No necesito pruebas. Os conozco de sobra. Sois dos veces traidores. A Gouna, y luego...
Fuera del Genjutsu, Datsue flanqueó al extraño, y extrajo un kunai gracias a una técnica de Fūinjutsu, preparado para atacar. Cuál sería su sorpresa cuando su brazo actuó casi por cuenta propia y se lanzó al ataque. No, no había sido eso. Él había pensado, claramente, "voy a apuñalarle". Pero a la vez, no lo había hecho.
El cuchillo hendió en la ropa, en la piel y en la carne, y el renegado tosió sangre. El Genjutsu de Akame se rompió.
Y el renegado... sonrió.
—Vamos, chicos, esforzaros un poco más. No estáis pensando con la cabeza fría.
De pronto, donde había estado el renegado, estaba Akame. Donde había estado Akame, estaba el renegado. El Uchiha tenía el vientre atravesado por el kunai de su propio Hermano.
—¿En qué único sitio del mundo puede ocurrir algo como esto, chicos? —El jōnin movió su brazo y les lanzó el Fūma Shuriken.
Si hubieran querido moverse, no hubieran podido. Los pies firmemente atados al suelo como sujetados por unas cadenas invisibles —y en el caso de Datsue, el brazo y la mano también, sujetando el kunai verdugo de Akame—, los Hermanos del Desierto vieron como la estrella metálica de cuatro puntas se dirigía hacia ellos.
Y entonces, el tiempo se detuvo. El shuriken entre medias de los tres. El viento no soplaba. Las hojas de los pocos árboles cercanos no se movían. La hierba tampoco. Sólo ellos podían sentir que transcurría. Y el renegado.
—Contestad. ¿En qué único sitio del mundo puede ocurrir algo como esto?
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Iba a esperar a comprobar que Akame le había atrapado en un Genjutsu, y, una vez hecho, iba a atrapar al renegado desde la espalda y apuntarle con la punta de su kunai al cuello. También iba a apuñalarle. Iba a… «¿Qué?»
Cuando se quiso dar cuenta, ya lo había hecho. El filo del kunai se hundió en la carne del renegado como si fuese un trozo de mantequilla, y el renegado tosió sangre. Pero no gritó, ni se asustó, ni siquiera se apartó. En su lugar… sonrió.
«¿Qué cojones…?»
Les apremió a que se esforzasen un poquito más, y como en el sueño de Shukaku, cuando Zoku pasaba a convertirse en uno de sus seres queridos justo cuando ya era demasiado tarde para cancelar el Gōkakyū, el renegado se convirtió en Akame, y Akame en el renegado.
—¡Me cago en…!
¿Acaso jamás había estado dentro de la ilusión? ¿Había usado un Kawarimi avanzado, intercambiando su posición por la de Akame? Quiso desenterrarle el kunai, pero su brazo, por alguna extraña razón, se negaba a moverse.
—¿En qué único sitio del mundo puede ocurrir algo como esto, chicos?
Datsue no tuvo tiempo a responder. No tuvo tiempo ni a pensar la respuesta. Con un simple movimiento de mano, el Fūma Shuriken se precipitó hacia ellos, como la hoja de una guillotina al cuello del reo. Como tantas y tantas víctimas que habían sufrido la muerte de aquella forma, el Uchiha trató de moverse. De revolverse. De apartarse de su trayectoria. Y, como ellos, no pudo.
Tan sencillo como aquello. Aquel era el final de los Hermanos del Desierto.
Cerró los ojos y trató de dedicar sus últimos pensamientos en algo bonito. En sus padres. En su Hermano. En sus compañeros de Promoción. En Aiko…
… en Anzu. Pero lo cierto fue, que estaba tan asustado que no lo logró.
Tres, dos, uno…«¿Qué…?» Abrió los ojos, desorientado. El Fūma Shuriken hacía mucho tiempo que tenía que haberles decapitado por la mitad del torso. Fue entonces cuando se dio cuenta. Se había quedado suspendido en el aire. Un aire extrañamente enrarecido, como si de pronto cualquier brisa del mundo hubiese desaparecido. Era como…
Era como si el tiempo se hubiese detenido.
—Contestad. ¿En qué único sitio del mundo puede ocurrir algo como esto?
Y la pregunta, certera como una flecha, volvió a dirigirse hacia ellos. Datsue tenía la impresión que resolver aquel enigma era mucho más importante de lo que pudiese parecer.
—En un Gen… —se detuvo de pronto, pensando en la respuesta. ¿De verdad era aquello un Genjutsu? Todo indicaba a que sí, pero entonces… ¿por qué su Sharingan le resultaba ciego? ¿Y acaso Akame formaba parte también de la ilusión? ¿Cómo era posible que formasen parte de la misma? Demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas incógnitas, pero el Uchiha se la jugó. ¿Cuál era el único sitio del mundo en que pudiese ocurrir algo como aquello?—. En un sueño —respondió—. En el mundo onírico.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Todo parecía salir a pedir de boca. «Di adiós, maldito bastardo», pensó Uchiha Akame sonriendo para sus adentros con una satisfacción que nunca había sentido antes de ver a alguien morir. ¿Traidores? ¿Les llamaba traidores, aquella rata de bandana rajada? «Lástima que estas vayan a ser tus últimas palabras, trozo de basura».
Entonces sintió cómo el Saimingan empezaba a despedazarse rápidamente, como si a la realidad le estuvieran arrancando la piel a tiras. Aquello sólo podía significar que Datsue ya habría degollado al pobre diablo, y Akame se sentía pleno de satisfacción. Borracho de poder. Sólo habían bastado unos segundos para destruir a aquel poderoso shinobi que se había enfrentado a ellos. «¿Poderoso? No, a nuestro lado, al lado de los Hermanos del Desierto... ¡Es sólo un gusano insignificante!» El Uchiha quiso reír, pero entonces...
—Ugh.
Notó cómo algo se le revolvía en las entrañas. Bajó la vista y comprobó que la mano de Datsue estaba enterrada en su vientre, con la anilla de acero de un kunai sobresaliendo de entre sus ropas. «¿Qué dem...?»
Una voz interrumpió sus pensamientos. Sorprendido, el Uchiha buscó al responsable y lo halló frente a ellos, sonriente, exultante. Se sintió derrotado; ¿pero cómo? «¿Cómo escapó a mi Saimingan? ¿Acaso usó un Kawarimi avanzado? ¿O quizás él nos atrapó en un Genjutsu antes? ¿A ambos?» Akame trataba de pensar a toda velocidad mientras luchaba por no vomitar un chorreo de su propia sangre. Notaba la boca pegajosa y llena de un inconfundible sabor a hierro.
Entonces vió aquel enorme shuriken acercarse a ellos, girando como una peonza, directo a sus cuerpos inmóviles. Quiso gritar, berrear, luchar y patalear con todas sus fuerzas. Pero no lo consiguió. Apenas un quejido salió de sus labios, y fue en crescendo conforme las mortíferas cuchillas del fuuma shuriken se aproximaban a él. No cerró los ojos ni apartó la vista; miró a la muerte a la cara.
De repente, todo se detuvo.
Akame ni siquiera prestó atención a la pregunta del criminal hasta que su propio Hermano respondió por ambos.
«¿Un sueño?»
Todo encajaba. Se habían despertado sin saber dónde ni por qué, ni cómo habían llegado allí. Pero, ¿no habían estado teniendo otro sueño antes de eso? Sacudió la cabeza, y si no hubiese sido porque estaba completamente paralizado, quizá habría caído derrumbado sobre sus rodillas.
—¿¡Estás creativo esta noche, Ichibi-san!? —gritó, soltando espumarajos de sangre.
Empezó como una risilla en voz baja. Pese a todo, en medio del silencio, se oía con toda claridad. La intensidad fue subiendo, y finalmente el renegado estalló en una carcajada. No era una risa sádica, de malo de película, sino una divertida. Fuera quien fuese aquél hombre, que evidentemente les conocía, parecía estar disfrutando de cada segundo de aquella pequeña rotura temporal.
—El Ichibi comenzó toda esta pesadilla, sí —dijo—. En el plano más general de las cosas. Pero no en el plano particular. En este día. En este momento. No... Datsue-kun estuvo a punto de darme una respuesta correcta. Poco poética, es cierto, pero correcta.
Levantó la mano poco a poco. En el fuero más interno de sus cuerpos, los Hermanos del Desierto supieron lo que iba a suceder a continuación.
El renegado chasqueó los dedos.
El fūma shuriken continuó su camino.
—¿Qué es lo último que recordáis antes de vuestra supuesta amnesia? Exacto. La respuesta correcta es...
»..."en los ojos de un Uchiha".
· · ·
El desgarrador corte les hizo viajar de vuelta de donde quisiera que habían venido. Despertaron de golpe, entre sudores, como cuando solían tener pesadillas. Sólo que esta vez, la pesadilla había sido un Genjutsu. El Saimingan.
Uchiha Raito les miraba con los ojos envueltos en un manto carmesí. Sonrió y se reincorporó. Se retiró al fondo de la sala.
La cosa no había mejorado. Estaban envueltos en sendos sacos de tela blanca, atados por unas cuerdas que les impedían completamente el movimiento. Pronto, los pasos de unas botas les alertaron de otra presencia distinta.
Una figura con un rostro demacrado, pero familiar, se agachó entre ellos dos. Tenía la piel roja, magullada, como si hubiera caído en la lava de un volcán pero hubiera sobrevivido para contarlo. Sus manos eran de metal, apéndices artificiales que le permitían seguir moviéndose como lo había hecho antes del... incidente.
—Ha pasado un tiempo, ¿eh? —dijo Uzumaki Zoku.
»A pesar de todo, estoy dispuesto a perdonaros. Pero esta vez me aseguraré de hacer un juramento más... restrictivo.
Se levantó, y los miró con altanería.
—Doblemente traidores, te dije, Akame-kun. Primero a Gouna. Luego a mí. Te daré una oportunidad de ser triplemente traidor, pero de vivir. Os la daré a los dos. Decidme, Hermanos del Desierto. ¿Me ayudáis a tomar la villa una vez más? ¿A llevar a esta aldea a la GLORIA más absoluta? ¿O moriréis siendo unos gusanos, siguiendo a un kage que ni siquiera se ha dignado a enviaros a ninguna tarea importante?
»Conmigo, seríais grandes. Y os haríais más fuertes. Os enseñaré a domar a esa bestia. Y os dejará de acosar en sueños. Creedme, yo... también le tengo ganas. —Volvió a escupir.
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En cuanto oyó la risilla del renegado, supo que había errado en la respuesta. Había estado cerca, sin embargo. Muy cerca, pues su primer pensamiento resultaba ser la solución correcta.
El hombre levantó poco a poco la mano, y Datsue supo, de una forma genuina e instintiva, lo que iba a suceder. Saber que se encontraba dentro de una ilusión no le hizo más liviano. Sintió la tensión en torno a su corazón, la garganta hecha un nudo y las ganas de chillar justo antes de que el fūma shuriken le partiese en dos, con las últimas palabras de aquel hombre todavía resonando en sus oídos: En los ojos de un Uchiha.
• • •
Despertó de golpe, entre sudores fríos y el corazón palpitándole con fuerza en el pecho. Lo primero que vio fue a su mentor; lo primero que sintió fue desconcierto. Lo segundo, a Zoku; entonces el desconcierto se transformó, por así decirlo, en una mezcla de chillido y gruñido que a punto estuvo de desencajarle la boca de tanto abrirla.
—Ha pasado un tiempo, ¿eh?
Nunca un hombre le había dado tantas sorpresas. Zoku tenía la piel roja y magullada, como si se le cayese a trozos, y unas manos metálicas donde debería haber hueso, carne y piel. Datsue sacudió la cabeza, miró a Akame, cerró los ojos y los volvió a abrir. Sí, Zoku seguía allí, no era ninguna pesadilla…
Era peor.
Mientras Zoku hablaba, a Datsue le temblaban los labios. Abría y cerraba la boca, como un viejo anciano senil que trataba de decir algo pero su cuerpo no le respondiese, ni su mente. Por otra parte, el antiguo Uzukage seguía igual que siempre. Demacrado, hecho mierda y con medio cuerpo artificial, pero con la misma lengua viperina que siempre le había caracterizado. Quería llevar a la Villa a la gloria. Quería, de nuevo, utilizarles. Y, como siempre hacía, les daba un cebo para que picasen: librarles de las pesadillas de Shukaku. Pero Datsue se encontraba demasiado en shock como para siquiera planteárselo.
—No… No, no, no, no. ¡No joder, no! —rugió, fuera de sí—. ¡Te matamos, joder! ¡Te matamos! ¡Tendrías que estar muerto! ¡Tendrías que estarlo! —¿Lo tenía? ¿Acaso se habían parado a comprobarlo? No, no lo habían hecho, ni sabían qué había sido de su cuerpo una vez huido de allí. Había sido todo tan caótico… pero aún así, no podía aceptarlo—. ¡Akame, joder, dile que está muerto! ¡DILE QUE ESTÁ MUERTO!
No, se negaba. Se negaba a aceptarlo. No podía ser… Era imposible. En un arranque de ingenio, activó su Sharingan. Imitar la apariencia de uno era muy fácil, pero el chakra era otra cosa. Sus ojos le dirían la verdad, como siempre hacían...
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11/01/2018, 23:09 (Última modificación: 11/01/2018, 23:10 por Uchiha Akame.)
«"¿La respuesta correcta?"»
Akame no podía creer lo que estaba oyendo. Había una zona de su cerebro que estaba siendo incapaz de procesar todo lo que estaba ocurriendo a la velocidad suficiente como para que pudiera suministrar información útil al resto de áreas. Si aquello era una de las pesadillas del Una Cola, el monstruo debía haberse vuelto realmente creativo. No se parecía en nada a las torturas a las que él estaba acostumbrado, que normalmente implicaban más decapitaciones, incineraciones y linchamientos públicos, y menos acertijos.
Sin embargo, se hizo la claridad cuando aquel tipo les reveló que se encontraban, en realidad, en un Genjutsu. Aquello no tranquilizó mucho más al Uchiha, que no paraba de preguntarse cómo era que su Sharingan no se lo había revelado.
Entonces, oscuridad.
—
Abrió los ojos, boqueando con dificultad. Su mirada se movió, nerviosa, escudriñando los alrededores. Ya no escuchaba los gritos fruto del caos reinante en el campo de batalla, ni sentía el aire fresco del campo abierto golpeándole en el rostro. Ahora olía a humedad, a cerrado, a piedra. Intuyó la mirada carmesí de aquel jōnin que cierto día —ahora le parecía una eternidad— les había castigado a él y a Datsue por intentar matarse; y le pareció una ironía. Todo lo ocurrido en el Valle, el Torneo, la revista... Era como si correspondiese a la vida de otra persona. Todo, antes de que se suciediesen Los Hilos del Mundo.
Sin embargo, como un retazo de aquella historia que para él era muy real —el bijuu que llevaba dentro se encargaba de recordárselo cada noche— una voz asaltó sus oídos. Al principio se negó a reconocerla, e incluso pensó que seguían en una peculiar pesadilla del Ichibi. Pero cuando vió aquel rostro surcado de quemaduras, demacrado, los miembros metálicos y los ojos grises...
«Por los cuernos de Susano'o...»
Estaba allí, frente a ellos. Uzumaki Zoku, el Kage con el mandato más breve de la historia de Oonindo. «Mierda». Al contrario que Datsue, Akame no pensó en que aquel tipo no estaba allí. Pensó en todos los hechos que podían argumentarse para que estuviese. Ellos le habían calcinado, sí, pero no habían certificado su muerte más que en las pesadillas que les hostigaban cada noche. «Al fin y al cabo, la casa estaba rodeada de sus hombres más fieles. De su gente de confianza. Tal vez se llevaron el cuerpo moribundo. Tal vez sí que le salvaron». Miró a Raito. «O tal vez seguimos dentro de los ojos de un Uchiha».
Sea como fuere y en pos de ser previsor, la necesidad más acuciante que sentía en ese momento el joven Akame era la de mejorar su statu quo. Se encontraba atado y preso dentro de un saco.
Activó el Sharingan y clavó sus ojos en los de Zoku mientras canalizaba chakra a sus manos y tobillos para intentar liberarse de las ataduras que le oprimían. Sus labios se movieron mientras para ganar tiempo.
—Uzumaki-sama —replicó, tratando de que la voz no se le quebrase—. Mi padre siempre me decía... Si alguien te llama caballo una vez, insúltale. Si alguien te llama caballo dos veces, pégale un puñetazo. Pero si alguien te llama caballo tres veces... —entonces apretó los dientes, mascullando—. Tal vez vaya siendo hora de que te compres una buena silla.
¤ Nawanuke no Jutsu ¤ Técnica del Desate de Cuerdas - Tipo: Apoyo - Rango: E - Requisitos: Ninjutsu 15 - Gastos: 5 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Se libra de ataduras con hilos o similares - Sellos: - - Velocidad: Instantánea
El ninja emite una pequeña cantidad de chakra a intervalos regulares aflojando el nudo que lo mantiene atado, de forma que le es más fácil resistirse a él y puede desatarse.
Zoku dibujó una sonrisa desfigurada en aquél rostro infernal, disfrutó con la desesperación de Datsue y giró el rostro hacia la fría astucia de Akame, en en vano intentaba zafarse de las ataduras. Su técnica, simplemente, no funcionó. El chakra funcionó como tenía que hacerlo, pero aquellas cuerdas eran tan fuertes que sintió que jamás se desatarían. No al menos de aquella manera.
Tampoco había nada raro en el chakra de Zoku. Era de una cantidad similar a la de cuando lo habían conocido, en su anterior vida. Él desprendía el mismo tipo de carisma, apabullante casi opresor.
—Y yo, sin embargo, Akame-kun, soy de hablar claro y sin dichos populares —advirtió—. No tenéis muchos recursos. Sólo dos opciones. Dos opciones. O sois leales a Hanabi y a su tropa de debiluchos, o me sois leales a mí.
»Si me sois leales a mi, viviréis. Os ayudaré a manejar ese gran poder que duerme latente dentro de vosotros. Si no, os mataré, aquí y ahora. Así de simple.
Hubo alguien más. Un inesperado visitante. En la mente de los dos Uchiha.
«¡JIA, JIA, JIAAAAA! Este tipejo os está torturando mejor que yo, ¿no creéis? ¡¡Me lo estoy pasando de puta madre, joder!!»
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El Sharingan de Datsue no le reveló nada fuera de lo normal, más allá del apabullante chakra que siempre había envuelto a aquel hombre. No tan solo era poderoso, sino que tenía esa aura opresora, esa sensación de peligro… Era como si hubiese metido la cabeza dentro de la boca de un león y en cualquier momento fuese a cerrar las fauces. Y lo peor no era la certeza de que lo iba a hacer, lo peor era no saber cuándo lo iba a hacer.
Zoku les dio dos opciones. Esta vez, sin venderse, sin ponérselo… bonito. Ni complots de por medio, ni traiciones antiguas… Simplemente, les estaba pidiendo traicionar a Hanabi, el hombre que había puesto cordura y sanado la herida dejada por el mismo Zoku.
Mientras el antiguo Uzukage hablaba, le oyó, tan claro y alto como si estuviese hablándole directamente al cerebro. En cierta parte, así era. Se trataba de Shukaku, que parecía estar pasándoselo en grande.
Su voz demente y chiflada siempre conseguía ponerle los pelos de punta, pero en aquella ocasión, aparte del miedo, los nervios y el escalofrío, una cuarta emoción afloró en su alma, tan fuerte como las otras tres. El odio. Un odio profundo, visceral, que provocó que le hirviese la sangre y se clavase las uñas en las palmas de las manos. Un odio tan oscuro que sería irracional de no ser porque tenía razones de sobra para odiarle. Meses enteros sin dormir, sin poder conciliar el sueño más allá de una hora. Meses sufriendo torturas, viendo como mataba a sus seres queridos. Como era matado por ellos. Por los suyos.
Después de tantas y tantas noches, no sabía cómo todavía mantenía la cordura. Quizá ya no lo hacía.
«¡Curioso, Shukaku!». Ahora que lo pensaba, sí que era curioso. ¿Acaso…? «El hombre que te rasgó por la mitad, que redujo tu cuerpo divino a dos críos de teta, ¡y tú riéndole las gracias!», le espetó. ¿Le estaría oyendo? Por una parte, esperaba que sí. Por otra… «¿¡No querías matarle!? ¡Porque se ve que no lo has conseguido, joder! ¡Se ve que no lo has conseguido!». En aquel momento de indefensión, Shukaku era su única esperanza de salir vencedores de aquel envite. Hanabi les había prohibido utilizarlo, pero… aquel era una situación de lo más excepcional.
—Zoku, Zoku, Zoku… Escúchame un segundo, por favor, escúchame un segundo —le habló atropelladamente Datsue. Necesitaba ganar tiempo, para pensar en cualquier cosa, en cualquier forma de escapar de allí. «Quizá el Nawanuke no Jutsu…». Probó la técnica, sin tampoco demasiadas esperanzas. Después de todo, quien les había retenido era uno de los especialistas en fūinjutsu más grandes de la Aldea—. Tú quieres lo mejor para la Villa, ¿verdad? Sé que lo quieres, joder. Pero sabes perfectamente que no tendrás apoyos dentro. Causarás una guerra interna, joder, y aún sí puedes ganar… ¿luego qué? ¿Eh? ¿Luego qué? Estaremos jodidamente debilitados y tanto Ame como Kusa vendrán a por nosotros una vez se enteren que has vuelto al poder. ¡Vamos, coño! ¡Eres más listo que todo esto! ¡Sabes que volver supondrá el fin para la Villa!
No, el tiempo ganado no le había servido para absolutamente nada. Ningún plan maestro, ninguna respuesta demoledora… No tenía absolutamente nada. «Si tan solo mis ojos fuesen más poderosos… Si tuviese el Mangekyō Sharingan…»
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Akame lo supo en cuanto vio el chakra de Uzumaki Zoku, firmemente envolviendo lo que aparentaban ser los restos de su carcasa física como un halo espectral. Algo dentro de él quiso revolverse, arrancarle un grito visceral y pedir a gritos que alguien acabase de una vez con su sufrimiento separándole la cabeza de los hombros. Poniendo fin a todas aquellas noches de tortura, a su existencia atormentada, a la larga sombra que ninjas más poderosos proyectaban sobre la Aldea y bajo la cual se había visto obligado a subsistir. Una sombra a la que aquella pequeña parte de su ser sabía que nunca alcanzaría con la suya propia.
Fue sólo un momento, claro. Porque aunque el joven Uchiha seguía sudando y tenía que apretar los dientes para que no le temblara la mandíbula de miedo, su mano derecha ya esta buscando con habilidad extraer el kunai oculto que debía llevar bajo la manga. Si es que lo llevaba. De conseguirlo, intentaría aferrar el mango con los dedos y suavemente empezar a acariciar las cuerdas con su acero afilado.
Si existía alguna posibilidad de que salieran de aquel zulo con la cabeza sobre los hombros y sin otra sarta de Fuuinjutsus-guarda-juramentos encima, pasaba por liberarse. Y Akame lo tenía claro, porque como buen ninja, conocía el primer deber de cualquier prisionero; escapar.
Mientras, Datsue intentaba ganar tiempo con su verborrea. Akame dudaba que aquello fuese a reportarles mucha ventaja, pero si conseguía distraer la atención del antiguo Kage durante —al menos— el tiempo suficiente como para desatarse... Bienvenido fuese.
Entonces escucho una voz... Su voz. Las palabras del bijuu casi le arrancaron una mueca de desprecio y un escupitajo hacia el lado, pero Akame se contuvo. En lugar de eso, se limitó a pensar con todas sus fuerzas, intentando imprimirle a su voz interna todo el desprecio que fue capaz.
«Jodido monstruo inútil. Regodéate en tu capacidad para torturar a dos genin que no pueden defenderse, sucia alimaña. Es lo único que sabes hacer bien...»