Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Tras los últimos acontecimientos, la seguridad en los Dojos del Combatiente se había visto reforzada. Guardias en las montañas. Guardias en la entrada del valle. Guardias en las ciudades, y haciendo ruta entorno a todo el paraje. No había sólo samurais de Rukairo Noka, sino también ANBU de Uzushio, Ame y Taki, que debido a las recientes noticias de amenaza por parte de los samurais del País del Hierro habían venido desde las aldeas para aumentar la seguridad de los Señores Feudales, de los Kage y también de los participantes.
Todo el público había sido ya conducido a la grada del estadio para la celebración de la finalísima final entre Aotsuki Ayame y Mizumi Eri. El terreno de batalla había cambiado sustancialmente. Ya no habían dos cilindros, sino cuatro enormes pilares dispuestos en las esquinas de un cuadrado de cinco metros, en el centro. Los pilares medían al menos un metro de diámetro y hasta diez de alto. El objetivo era que el combate incluyera espectáculo de altura, para el deleite de sus señorías.
El combate por el tercer puesto había terminado, y tras las reparaciones oportunas y el descanso, que se extendieron durante al menos una hora, era ya tiempo de lo que todos habían estado esperando.
¡¡Ayaaaaaame!!¡¡Eeeeeeri!! El público clamaba los nombres de las finalistas con impaciencia.
Las puertas de piedra se abrieron, y sin más preámbulos, se dio la orden de comenzar el combate. Cada uno de los participantes decidiría si aguardar... O lanzarse al ataque.
—El primer post de cada participante debe de ser antes del lunes 18 de abril.
—A partir de entonces, se considera que los participantes deberán postear como máximo 48 horas después del último post de su contrincante.
—Si este límite se rompe sin justificación, el usuario tiene una penalización y recibe los ataques y estrategias del turno del oponente sin opción a respuesta.
—Si pasan más de 96 horas una sóla vez o se rompe el límite de 48 tres veces sin justificación, el usuario queda descalificado.
—Se puede pedir alargar un día o dos el plazo para postear bajo determinadas circunstancias. Negociar en ausencias y se hablará.
—Se premiará la cordialidad, la capacidad de resolución de conflictos mediante el diálogo por privado, el buen rol y uso de los atributos, y la habilidad para saber llamar a un master sin enfadarse y aceptar sus resoluciones. Pedid master con moderación, por favor.
—Asímismo, se castigará severamente la creación de conflictos, la resolución con pelea y confrontación, y el uso excesivamente malo o abusivo de los elementos del sistema.
—Estas normas son normas offrol. Debe tenerse como lógico que en onrol, los torneos tienen una serie de normas básicas. No hace falta que las especifique, se descalifica a un oponente por razones lógicas.
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Sentada en el suelo con las piernas cruzadas, en lugar de su ya familiar banco, inspiraba y espiraba profunday lentamente con los ojos cerrados y el dorso de una mano apoyado sobre la palma de la otra sobre su regazo. Intentaba serenarse, pero la situación en la que se encontraba le mordisqueaba las entrañas como un ratoncillo. Ni ella misma sabía cómo lo había conseguido, pero al final había conseguido abrirse paso hasta la final del Torneo de los Dojos. Sin embargo, lejos de regodearse con su logro, era consciente de que gran parte de aquella posición privilegiada se la debía a la suerte que había tenido en la primera ronda. Estaba convencida de que si le hubiese tocado otro tipo de oponente entoces, en lugar de Haruto, habría sido probable que ni siquiera hubiese conseguido pasar de allí. Pero allí estaba, a punto de librar el combate que lo decidiría todo...
Pero le tocaba esperar mientras se disputaba el sorpresivo combate entre Juro y Yota por el tercer puesto. Y mientras esperaba, pensaba y pensaba.
Pensaba en la cantidad de cosas que habían pasado desde que se había iniciado el torneo. Pensaba en lo que había ocurrido con los Hōzuki que habían intentado secuestrarla después de su pésimo intento de escapada en mitad de la noche. Pensaba en Kusagakure, en su intento de aniquilarlos con el Kyūbi. Y pensaba en los Kages, en los samurais, y la amenaza que se les cernía...
Un sonoro crujido la sacó de su ensimismamiento. La puerta se abría ante ella, y Ayame tuvo que entrecerrar los ojos cuando la luz invadió la sala donde había estado recluida hasta el momento. La atronadora voz del público comenzó a llamarla con impaciencia:
«¡¡Ayaaaaaame!! ¡¡Eeeeeeri!!»
—Allá vamos... —murmuró, ajustándose la bandana sobre la frente y el portaobjetos alrededor de la pierna derecha antes de levantarse y echar a andar hacia el exterior. Había entrenado hasta casi extenuarse en los últimos días. Todos conocían la importancia de aquel último combate, y todos la ayudaron día y noche a mejorar y mejorar y mejorar. Karoi, con su usual amabilidad, la había ayudado a terminar de perfilar las técnicas Hōzuki que había conseguido dominar. Zetsuo, estricto y duro como siempre, la había instruido en el arte de las ilusiones. Y Kōri, con aquella paciente inexpresividad suya, la había presionado hasta el extremo en numerosos enfrentamientos.
Todos habían puesto su granito de arena. Y ella no estaba dispuesta a decepcionarlos ahora.
«Prométeme una cosa. Prométeme que intentarás ganar. Promételo.»
El clamor de la multitud se intensificó aún más en cuanto puso un pie en la arena, y Ayame lo recibió como el acantilado que se sobrepone a una ola rompiente. Sin embargo, se quedó algo parada cuando se vio ante un campo totalmente diferente al que había combatido durante las dos rondas anteriores: los dos cilindros habían desaparecido del centro del campo; en su lugar, ahora eran cuatro aún más altos y estrechos los que se disponían en las esquinas de un cuadrado imaginario de cinco metros de lado. Tras aquella primera sorpresa, Ayame reanudó su marcha hacia el centro del campo, y sólo una vez allí se permitió echar una breve ojeada al palco de los Kage. Era un alivio comprobar que todo había vuelto a la normalidad y que estaban allí los tres de nuevo, observando el resultado final del torneo. Sin embargo, y aunque ya la había visto en persona antes, se le hizo raro ver a aquella mujer de largos cabellos oscuros que la observaba con atención y vestía el atuendo y el sombrero de la Arashikage.
«Yui. La verdadera Yui.» Se corrigió mentalmente. Pese a su rechazo hacia la que había resultado ser la sustituta de la verdadera Yui, Ayame no tenía muy claro cómo debía sentirse hacia aquella mujer que había aparecido de la nada. En teoría, había sido aquella falsa Yui la que había actuado por su propia cuenta para utilizarla para ocasionar la destrucción de Kusagakure... ¿Pero quién le aseguraba que la verdadera Yui no pudiera hacerlo en un futuro? Torció el gesto ligeramente al pensarlo; y, sin embargo, terminó por inclinar el cuerpo en una profunda reverencia.
La primera señal de respeto hacia los Kages que manifestaba desde que había comenzado el Torneo de los Dojos.
Y en el momento de reincorporarse, volvió sus ojos hacia la puerta contraria a su posición, buscando la figura de la kunoichi contra la que le había tocado combatir.
«Otra broma del destino...» Pensó, con una ligera sonrisa.
Era irónico, ambas se habían conocido y habían tenido que colaborar para sobrevivir en una casa embrujada. Y ahora ambas habían luchado hasta llegar a encontrarse en la final del torneo.
Estado de Ayame
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Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Recordaba las semifinales, recordaba no haber estado tan nerviosa por ese entonces, incluso rememoraba como había cantado una de sus canciones para no sentirse así, sin embargo esa vez estaba muy nerviosa, y por como balanceaba las piernas estando sentada en el banco - no llegaba a tocar el suelo con ellas del todo -, se le notaba su estado. Suspiró pesadamente intentando en vano controlarse, más no pudo conseguir otra cosa que ponerse incluso más inquieta que antes.
En el tiempo que hubo entre las semifinales y esa final había pasado cada hora lamentándose de haber escrito su nombre para apuntarse al torneo, sin embargo en aquel momento no había vuelta atrás, si al menos no hubiese tenido tales contrincantes... No lo entendía, eran tres aldeas, eran bastantes shinobi, ¿por qué a ella le tocó pelear con dos de su aldea, amigos y compañeros, y con la chica de Amegakure que compartió una experiencia digna de no recordar, pero, que si no fuese por ella, seguramente Eri estuviese muerta y perdida en aquel lugar perdido de la mano de Kami-sama? No lo entendía, sinceramente, era difícil de entender, ¿qué le pasaba al destino con ella? Cruel y caprichoso, parecía un niño pequeño.
Bueno, como ella.
Una luz cegó sus ojos por un momento y el sonido de una puerta abrirse indicó a la joven que se tenía que levantar, que ya era hora de enfrentarse a aquel destino. Voces se colaron por sus oídos y por un instante los ojos de Yota cruzaron su mente, confiado en su victoria, confiando en ella misma... ¿Por qué ella no podía confiar en sus propias habilidades? Cerró los puños con ira y frustración y se mordió el labio inferior, eso daba igual ahora, tenía que dar lo mejor de ella, y perder, o ganar, demostrando que ella valía ambos títulos.
-Bien, no es momento de echarse atrás - se recordó en voz alta, y con paso lento pero decidido, echó a andar hacia la arena.
Una vez fuera de su refugio, la luz cayó sobre su piel y los vítores y aplausos se acumularon en su cabeza, impidiéndole que pensase con claridad. Se llevó una mano a la cabeza, ocultando sus ojos por un instante para evadir la luz de la que todavía no se acostumbraban sus ojos verdosos, y con éstos entrecerrados, divisó el palco donde se encontraban los kages. Divisó a Shiona, y eso hizo que un ápice de alivio se instaurase en lo más profundo de su corazón, ella estaba allí, e iba a verla a ella... Esbozó una pequeña sonrisa mientras movía la vista hasta Yubiwa, y luego la posó en la nueva Yui, bueno, suponía, ya que no se había enterado con totalidad del asunto. Sin pensárselo dos veces inclinó su cuerpo hacia delante para mostrar una reverencia. Tras unos segundos recompuso su postura y recorrió los últimos metros que quedaban.
Pero algo llamó su atención. Tan ensimismada había estado que no se había fijado en que había una nueva arena: cuatro cilindros en vez de dos, más altos y estrechos que los que con anterioridad habían sido testigos de los combates anteriores. Frunció el ceño intentando adivinar en vano para qué querían este tipo de arena, pero ya se le ocurriría a medida que avanzase el combate. Poco a poco el cuerpo de Ayame fue lo único que sus ojos lograron divisar, allí, de pie, colocada a varios metros de su propia posición, la joven que conoció en pésimas condiciones, y que, al parecer, no querían que se conociesen con tranquilidad.
Suspiró y echó una mirada al cielo, recordando a una persona en particular, y una extraña calidez embargó su corazón. Volvió los ojos de nuevo a su contrincante, y decidió que ya era hora de afrontar al destino.
-Ayame-san - Lo dijo a modo de saludo,sin holas, ni buenos días, porque no sabía qué decir, ¡estaban a punto de luchar!
No tardó en verla. Y la sonrisa se ensanchó en sus labios al ver la menuda figura de llamativos cabellos azules que se acercaba hacia ella. No había cambiado nada desde la última y la única vez que se habían visto. Quizás, y no sabía si era sólo su impresión, se había vuelto aún más guapa. Y los silbidos aislados que sonaron entre la multitud al verla aparecer sólo confirmaron su teoría.
—¡TÍA BUENA! —exclamó alguien entre el público, y Ayame intercambió el peso de una pierna a otra, algo incómoda ante la situación. De hecho, aquel grito sólo consiguió animar a los acobardados y pronto una lluvia de lo que ellos debían llamar "piropos" cayó sobre la arena.
—¡Uuuuuhhh! ¡¡Pelea de barro!!
Poco le faltó a Ayame para taparse el rostro por la vergüenza, aunque su compañera debía sentirse mucho peor que ella. Por esa razón se esforzó para recibirla con una cálida sonrisa. La verdad es que estaba contenta de verla de nuevo, aunque fuera bajo aquellas circunstancias.
—Ayame-san —le dijo ella, simple y llanamente, y a Ayame se le congeló el gesto.
—Meri-san —le correspondió, con una inclinación de cabeza. Justo después alzó una mano hasta la altura del pecho, con los dedos índice y corazón extendidos en el sello de la confrontación—. Me habría gustado no fuera en el campo de combate pero... es lo que toca. Démosles un buen espectáculo y que gane la mejor kunoichi.
Todo estaba dicho. El combate estaba a punto de empezar, y el público vibraba de pura emoción.
Estado de Ayame
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Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Todo parecía haberse quedado congelado para la pequeña huérfana de Uzushiogakure, todo a excepción de...
—¡TÍA BUENA!
Su reacción pudo haber sido algo cómica, aún sabiendo que estaban en un combate muy importante, ¿qué, importante? ¡Era la final! Y la gente fijándose en esas cosas... Hizo caer su cabeza hacia delante, con los ojos cerrados por la resignación, luego los abrió e intentó fulminar con la mirada a quienquiera que fuese aquel alguien, sin embargo había demasiada gente como para matarlos a todos con la mirada. Lástima que no tuviese láseres por los ojos, lástima.
—¡Uuuuuhhh! ¡¡Pelea de barro!!- otro que era más tonto que barrer el desierto que se encontraba al lado de Sunagakure. ¿No se podían tomar en serio que eso era un combate decisivo? -El único barro que va a haber aquí es el que te voy a tirar a la cara, estúpido caracaca - Susurró por lo bajo mientras hacía un puchero, claramente molesta. Negó repetidas veces con la cabeza, intentando volver a concentrarse en aquello que había venido a hacer cuando Ayame la dedicó una cálida sonrisa.
''Y yo sin saludarla bien, soy un desastre...''
—Meri-san — inclinó su cabeza en señal de saludo, y, Eri, asustada, inclinó la suya de forma un tanto exagerada, ¿qué modales eran esos? Solo esperaba que Shiona no se fijase tanto en ella... ¿Por qué no tendría naturaleza de chakra doton para esconderse bajo tierra? Sin embargo Ayame no perdía el tiempo, alzando una mano hasta la altura del pecho, haciendo el sello de la confrontación—. Me habría gustado no fuera en el campo de combate pero... es lo que toca. Démosles un buen espectáculo y que gane la mejor kunoichi.
''Un momento... ¿Me ha llamado Meri?''
Un tic nervioso se apoderó de su ojo izquierdo, haciendo que la joven peliazul parpadease varias veces, luego formó una sonrisa sincera en el rostro.
Por primera vez en mucho tiempo.
-Tienes razón, ojalá después de esto podamos vernos en alguna otra ocasión - Dejó escapar sus pensamientos, esperando que no fuesen estúpidos como los que soltó aquella vez. Eri hizo lo mismo que su contrincante, y formó con su mano izquierda el sello de la confrontación para dar a entender que ella también estaba lista -Lo mismo digo, Ayame-san... Que tanto Eri como Ayame den lo mejor de ellas mismas - Sí, lo había hecho a propósito. ¡No quería que no supiese su nombre correctamente!
Con los nervios a flor de piel, esperó a observar si su contrincante comenzaba con la ofensiva o le tocaba de nuevo a ella, intentando en vano deshacerse de las extrañas sensaciones que le transmitía el público.
20/04/2016, 13:01 (Última modificación: 20/04/2016, 13:58 por Aotsuki Ayame.)
Ante su saludo, Meri parpadeó ligeramente varias veces. Por una extraña razón que se le escapaba de las manos, su oponente parecía confundida. Aunque no sabría decir si fue tan solo su imaginación, porque al cabo de algunos segundos una radiante sonrisa iluminó sus rasgos.
—Tienes razón, ojalá después de esto podamos vernos en alguna otra ocasión —respondió, y entonces imitó su gesto y formó el sello de la confrontación, dejando claro que estaba lista para la batalla final—. Lo mismo digo, Ayame-san... Que tanto Eri como Ayame den lo mejor de ellas mismas.
Aquella vez fue el turno de Ayame para confundirse. Pero no tardó en darse cuenta de lo que había pasado. Dejó escapar una risilla, y juntó ambas manos.
—¡Ay! Perdona, perdona, Eri-san. Tengo un pequeño problema a la hora de recordar los nombres. Y ahora...
La sonrisa afable desapareció de su rostro, y Ayame fijó sus ojos concentrados en los de su oponente, plantada en su sitio a unos pocos metros de distancia. Parecía que no estaba dispuesta a moverse. Parecía que le estaba dando la invitación para el primer paso del baile decisivo. Pero debía andarse con mucho cuidado. ¿Qué sabía de su oponente? Nada. Absolutamente nada. Estaba en una situación similar a la que se encontraba frente a Juro. No conocía en qué se especializaba Eri, no sabía cuál era su estilo de combate, ¡ni siquiera sabía cuál era su naturaleza de chakra! ¿Qué podía hacer frente a un contrincante del que sólo conocía su nombre y apenas había sido capaz de recordar?
Lo mismo que hizo contra Juro. Tantear.
Su mano derecha voló hacia su portaobjetos y, con un movimiento en arco de su brazo, un proyectil salió dirigido a toda velocidad hacia el torso de la peliazul.
«Veamos cómo te mueves.»
Estado de Ayame
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Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
2 AO
Daño recibido
Daño causado
Shuriken: 8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo
24/04/2016, 14:22 (Última modificación: 24/04/2016, 14:24 por Uzumaki Eri.)
—¡Ay! Perdona, perdona, Eri-san. Tengo un pequeño problema a la hora de recordar los nombres. Y ahora...
Aunque se sintió aliviada al escuchar como rectificaba y se excusaba ante tal despiste que traía desde fábrica, no dejó a la joven suspirar o sonreír ante el nuevo descubrimiento, ya que la joven de cabellos oscuros fijó sus ojos en los de ella, y ya sabéis lo que dicen, cuando la mirada de dos shinobi se encuentran... Algo está por ocurrir. Parecía que había notado su poco agrado por llevar la delantera, ya que era la final, se la tenía que tomar en serio o si no no aguantaría ni dos minutos en esa arena, por lo cual le quedaba una única opción: conocer al enemigo. ¡Y por ello no quería comenzar el combate! Por ello y porque, en verdad, no quería medirse con Ayame.
''Bueno... Al menos no es él... Supongo''
Pero no se quedó de brazos cruzados durante más tiempo, ya que tan rápido como el pestañeo de la joven de cabellos azules como el cielo un shuriken comenzó a volar hacia su posición. Su corazón comenzó a latir con rapidez y con un salto hacia la derecha lo esquivó, alternando la mirada entre el proyectil y la que lo había lanzado. Sin embargo, antes de que se pudiese maldecir o festejar aquel acto, Eri movió su izquierda a su espalda, tomando otra de esas armas arrojadizas para ver qué hacía la joven de Amegakure contra ella.
Quién sabe, a lo mejor se tragaba de lleno el golpe.
Seguramente, este va a ser el último post que pueda hacer antes de irme de acampada. El tema de ausencia ya está publicado, ruego que se me espere
«El mismo truco no puede funcionar una y otra vez.» Ayame chasqueó la lengua, irritada, cuando Eri saltó hacia un lado y los dos shuriken pasaron junto a su costado. ¿Por qué lo había vuelto a intentar si ya se había esperado el resultado?
Por tantear lo que era capaz de hacer Eri.
Pero en principio, su movimiento no le había dado ninguna respuesta.
«¡Es zurda!» Reparó, con cierto asombro, cuando vio cómo su oponente introducía la mano izquierda en el portaobjetos y repetía un movimiento similar.
Pero Ayame no perdió el tiempo regodeándose en la sorpresa. Sacó otro objeto, lo lanzó rápidamente hacia el proyectil que se dirigía hacia ella para bloquearlo y se movió a la derecha para esquivarlo. En el momento del impacto no se produjo el característico tintineo metálico. En su lugar, una pequeña explosión originó una nube de humo que envolvió el campo de batalla en cuestión de segundos.
Y de esa cortina opaca surgieron, pocos segundos después, dos Ayames que, con el puño en alto, pretendían alcanzar el rostro y el estómago de Eri.
Estado de Ayame
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-7
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Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x3
-2
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3 AO 1 AO desvelada: Un shuriken iba escondido en la sombra del primero
Daño recibido
Daño causado
Técnicas realizadas
¤ Kage Shuriken no Jutsu ¤ Técnica del Shuriken en la Sombra - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Shurikenjutsu 10 - Gastos: 7 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Permite ocultar un arma de lanzamiento en la sombra de otra del mismo tipo - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
La técnica más básica del shurikenjutsu.
El usuario lanza de manera simultánea dos armas del mismo tipo (dos shuriken, dos fūma shuriken...), de manera que una queda perfectamente por encima de la segunda. El truco está en atraer la atención del oponente sobre el arma superior para que no se dé cuenta de la segunda. Sin embargo, y aunque dependiendo del modo en que se emplee la técnica puede ser realmente útil, si el enemigo se da cuenta del engaño, esta pierde gran parte de su eficiencia.
(Shurikenjutsu 50) Kage Hitoku Shuriken no Jutsu Mediante un truco de camuflaje con el chakra muy básico, el usuario aplana el otro arma y la pega y esconde en la sombra sobre el suelo de la primera. Cuando el oponente decide bloquear el primer arma, el usuario puede sacar por sorpresa la segunda de la sombra de la primera, para sorprenderle y atacar sus piernas o su bajo torso.
El proyectil que salió disparado hacia el cuerpo de la fémina de Ame no impactó contra él, sino que dio de lleno en un objeto tirado por la misma, ocasionando una humareda que impidió a la kunoichi de Uzushiogakure prever el próximo ataque de su contrincante. ''Bueno, al menos sé que tiene bombas de humo, o bunshin muy, pero que muy pequeños... Me quedaré con lo primero.'' Se dijo, pero en el momento en el que la capa de humo se fue disipando, dos mujeres de ojos café exactamente idénticas aparecieron, con el puño cargado en alto listas para impactarlo contra la joven de cabellos azules.
''Jobar...'' Se quejó mientras mordía su labio inferior a la par que daba un salto hacia atrás de su posición actual, y mientras lo hacia, una sucesión de sellos fue realizada por la huérfana, queriendo esperar a ser el taijutsu lo último en mostrar.
''Dragón, tigre, liebre...'' Se repitió mentalmente mientras lo realizaba, y de pronto una cascada de agua salió en dirección al lugar que ocupaba con anterioridad la de ojos verdosos y que esperaba que su contrincante ocupase debido al impulso del golpe que quería efectuar.
Mecanismo oculto de kunai (cargado) [En la muñeca izquierda]
Difendā [Antebrazo derecho]
Mizurappa: 20PV
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Sumergida en la niebla causada por la bomba de humo, Eri saltó hacia atrás antes de que las dos Ayames pudieran alcanzarla con sus puños. Con una sucesión de sellos, un chorro de agua a presión brotó de sus labios, directo hacia ellas. Sin embargo, en el momento del impacto las dos Ayames estallaron en sendas nubes de humo y la técnica de agua no tardó en perder fuerza y derrumbarse en el suelo sin llegar a alcanzar nada más en su camino.
La humareda se había disuelto y para entonces Eri se vería rodeada de un auténtico océano de kunoichis idénticas a Ayame que la rodeaban, dejándola en el centro. Sin embargo, no era una técnica de clonación normal y corriente. Todas las Ayames, aunque idénticas a la original, vestían completamente de negro y llevaban los ojos vendados con una tira de tela del mismo color. Todas ellas empuñaban un kunai hacia Eri.
—Ríndete... Ríndete... Ríndete... —repetían, una y otra vez, como un fantasmagórico eco.
El público contenía la respiración, expectante. Y entre ellos, Zetsuo contemplaba la escena con los brazos cruzados y una ligerísima sonrisa apenas perceptible asomando en la comisura de sus labios.
Estado de Ayame
• PV:
130/130
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• CK:
143/150
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-31
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100/100
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Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x3
2 AO 2 AO desvelada: Utilización de dos bunshin camuflados en la humareda y realización de Kasumi Jusha
Un Ninjutsu que crea una copia intangible del cuerpo del usuario, sin ningún tipo de sustancia ni solidez. Puesto que el clon, por sí mismo, no tiene la habilidad de atacar, y sólo puede utilizarse pues para confundir al enemigo, normalmente empleado en combinación con otro tipo de Ninjutsu o tácticas. Es una técnica muy básica, pero con ingenio puede utilizarse de forma efectiva. Los clones se disipan cuando entran en contacto con cualquier cosa. Pueden ser fácilmente diferenciados de una persona por usuarios de Dōjutsu. Un usuario con ojos normales puede también distinguir los clones del original, puesto que éstos no tienen sombra y no causarán perturbaciones en el área que les rodea (no levantarán polvo, aplastarán la hierba, etc).
¤ Kasumi Jūsha no Jutsu ¤ Técnica de los Sirvientes de la Niebla - Tipo: Genjutsu ambiental - Rango: D - Requisitos: Genjutsu 20 - Gastos: 25 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Desconcierto, cansancio - Sellos: Buey → Jabalí → Caballo → Rata → Palmada - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: 30 metros
Este genjutsu crea una serie de ninjas ilusorios, vestidos completamente e negro, que aparecen uno por uno desde los árboles y las rocas para arrinconar al enemigo. Sus movimientos son más lentos de lo normal, pero cuando son atacados se multiplican, por lo que en este sentido parecen fantasmas que habitan en la niebla. Los kunais se añaden a esta técnica de multiplicación y, aunque falsos, mediante la sincronización de lanzamiento con armas reales, puede llegar a ser una técnica realmente peligrosa al hacer creer al adversario que son reales.
Explicación
Sólo una aclaración: Los clones aparecen unos segundos después de que estalle la bomba de humo (básicamente, lo que tardo en hacer los sellos y que lleguen hasta ti), no cuando comienza a disiparse.
El chorro de agua murió sin impactar contra su objetivo, ya que, tras las dos Ayames pensaba que se hallaría la verdadera, al parecer se dejó llevar por la confianza que sentía en aquel momento. Daba igual, ya que tras el adiós de la humareda que los clones habían despedido, la arena se había convertido en un caos para la peliazul: incontables de Ayames, vestidas de negro y con los ojos vendados dirigían el arma tan característica que la mayoría de ninjas llevaban en su portaobjetos.
—Ríndete... Ríndete... Ríndete... — se escuchaban sus voces, unas acompasadas, otras no tanto, creando un desconcierto en la kunoichi menor que crecía por momentos. ¿Qué haría? Nada, ¿qué podría hacer contra semejante número de clones? Absolutamente nada.
Se dejó caer al suelo, se sentía derrotada, asqueada consigo misma y cansada. Lágrimas de impotencia se deslizaban por sus coloreadas mejillas, ¿tan poco tenía que dar de sí misma? Se mordió el labio inferior, intentando dejar de llorar, en vano. Lentamente se incorporó, y, subiendo su brazo izquierdo, antes de conseguir algún rasguño, declaró:
- Me rindo.
Ya está, ya estaba dicho. La vergüenza y los abucheos, el bochorno y las risas, todo, absolutamente todo le daba igual. Al menos tenía claro que Ayame era excepcional, y eso la reconfortaba, ya que era digna de ser la vencedora de aquel torneo, pero no dejaba de sentirse impotente por todos los demás motivos que acarreaba desde el comiendo del mismo.
Al infinito dedicó una sonrisa irónica mientras seguían cayendo lágrimas por sus orbes verdes.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri se derrumbó ante el acoso de los clones. Se dejó caer al suelo, con lágrimas recorriendo sus mejillas y tras algunos segundos de sollozos volvió a reincorporarse tambaleante y alzó su brazo izquierdo.
—Me rindo.
Las palabras cayeron como un frío aguacero sobre el estadio. Los clones se mantuvieron impertérritos, con el arma aún empuñada. Entre las gradas, el público comenzó a murmurar. Y el rumor pronto cobró fuerza y energía, como si de un enjambre de abejas furiosas se tratara. Se sentían estafados. Se sentían insultados. Y, sobre todo en las gradas pertenecientes a Uzushiogakure, se sentían defraudados.
Y no eran los únicos.
Tras algunos segundos de aquella vibrante frustación, todos los clones lanzaron al unísono sus kunais sobre una llorosa Eri. La muchacha pronto se daría cuenta de que los mortíferos aguijones la atravesaban sin causarle ningún tipo de daño, pero el verdadero ataque vino por su espalda. La brillante silueta de un delfín conformado enteramente por agua brotó del círculo de clones y se abalanzó como una furiosa saeta sobre la peliazul. El animal se disolvería en un brutal estallido de agua, y con él todos los clones, como si jamás hubiesen existido.
—¡¿Qué significa esto, Eri!? —chilló el único clon que había quedado tras ella, con los puños apretados con fuerza a ambos lados de su costado. La transformación se deshizo con una nueva boluta de humo, y tras la humareda Ayame acuchillaba a su oponente con la mirada entre jadeos de extenuación. La ira le había llevado a gastar una ingente cantidad de chakra, pero no se arrepentía en absoluto. Desde las gradas, el murmullo se intensificó, pero ella ya no lo escuchaba—. ¡¿Para eso has llegado hasta la final del torneo?! ¡¿PARA RENDIRTE ANTE LA PRIMERA DIFICULTAD?!
Aquella rendición había sido un golpe mortal contra su orgullo. Sentía la sangre hirviendo en sus entrañas como un cuchillo al rojo vivo. Cualquiera podría decir que debería dar saltos de alegría por haber salido victoriosa en el Torneo de los Dojos, ¿pero cómo demonios podía llamar a aquello victoria si el único que le había hecho frente era Juro?
Estado de Ayame
• PV:
130/130
–
• CK:
93/150
–
-50
–
100/100
–
Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x3
1 AO 1 AO desvelada: Transformación en uno de los clones ilusorios
Dado que muchas de las misiones ninja están basadas en la infiltración, este Ninjutsu no tiene precio. Se usa normalmente para transformarse en personas ajenas, pero también puede utilizarse para transformarse en animales, plantas e incluso objetos inanimados como armas. Esto le da a la técnica una gran abundancia de usos. La transformación de un ninja habilidoso (Ninjutsu 60) será exactamente como el artículo original, así que será imposible diferenciarlos. Es uno de los Ninjutsu más básicos, y es incluso enseñado en muchas de las academias shinobi del mundo; sin embargo, está considerada por encontrarse entre las técnicas más difíciles de su rango, pues requiere emisión constante de chakra para mantener la forma elegida. Además, el usuario puede estar en todo momento interactuando con el entorno. Los ninja con poca experiencia sufren de estrés mental por ello, así que la mejor forma de determinar si el usuario está utilizando la técnica es causarle este mismo estrés (causarle daño o derribarlo eliminará la transformación).
¤ Suiton: Suirukadan no Jutsu ¤ Elemento Agua: Técnica de la Bala del Tiburón de Agua - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Suiton 35 - Gastos: 42 CK - Daños: 70 PV - Efectos adicionales:
El usuario puede viajar dentro para nadar al doble de su velocidad, si está en el agua
(Suiton 60) El usuario puede subirse encima de la bala y hacer surf por ella, escupiendo el agua de la técnica hacia abajo o transformando agua bajo sus pies en el animal
- Sellos: Tigre → Buey → Dragón - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
Los animales miden 3 metros de largo y 1'5 metros de ancho, como máximo, y pueden recorrer una distancia de 10 metros en cualquier dirección
Pueden variar su trayectoria si no es de forma súbita para perseguir a un oponente, una sola vez
El usuario transforma una masa de agua frente a sí, o la escupe desde su boca, formando un gran tiburón acuático recubierto de chakra brillante. Cuando mueve su mano hacia un objetivo, el tiburón sale disparado tras él y estalla al contacto, causándole daños considerables. La técnica es rápida y los tiburones pueden cambiar de trayectoria si lo desean, aunque el usuario debe apuntarlo con el brazo y sólo puede hacerse si el cambio de trayectoria es desde una distancia considerable al blanco.
El ejecutor de la técnica, en caso de estar en el agua, puede generar la técnica para nadar a grandes velocidades bajo su superficie o sobre ésta, y si tiene suficiente maestría, puede subirse a la bestia cuando lo crea desde tierra. La forma del animal puede personalizarse: siempre y cuando el tamaño siga siendo el mismo, no tiene por qué tratarse de un tiburón.
Murmullos se dejaron oír por todo el estadio, las gradas, inundadas, al parecer no daban crédito. Es más, aquellos pertenecientes de lo que podía llamar hogar se comenzaban a sentir de las peores formas posibles. Pero a Eri eso no le importaba, en aquellos momentos no, ¿por qué se sentían tan mal si ellos no habían peleado en el torneo? si tanto querían, que se hubiesen apuntado ellos, o que se hubieran pegado a la salida de los Dojos, aunque daba igual, ni su veneno tan letal podía afectarla lo más mínimo.
Ella ya se estaba muriendo por dentro.
Todos los clones se lanzaron a por su pequeño cuerpo, sin embargo solo algo la golpeó por la espalda y el daño fue tal que acabó con las rodillas pegadas al suelo, tosiendo sin parar, temblando. No se lo esperaba, ni si quiera creía que después de tal aviso recibiese un golpe, más quizás se lo merecía. Entonces una voz, una voz que tenía como amable y firme atacó a su corazón; ya no eran palabras suaves y serenas, eran chillidos casi desesperados, desesperados por conocer la verdad escondida ante tal cobarde acción.
—¡¿Qué significa esto, Eri!? ¡¿Para eso has llegado hasta la final del torneo?! ¡¿PARA RENDIRTE ANTE LA PRIMERA DIFICULTAD?!
-Me lo habías pedido tu - susurró entre las toses, y en un intento de ponerse de pie, falló y cayó contra el suelo, medio derrotada. Sin embargo, se volvió a apoyar sobre sus manos, otra vez, intentando incorporarse de la forma más torpe posible -.Esto significa que estoy cansada de luchar contra gente que me importa y quiero, una y otra vez, primero Kazuma, luego Yota, y ahora tú - Explicó intentando divisar el rostro de la muchacha por sus orbes verdosos, pero éstos se encontraban encharcados.
Poco a poco volvería la vergüenza a ella, quizá no estaba hecha para ser ninja, quizás... Daba igual. No tenía ánimos de hablar, quería marcharse con el rabo entre las piernas, si era una vergüenza al menos podría serlo lejos de allí.
Estado de Eri
• PV:
58/160
– -
72
–
• CK:
140/140
–
Suiton: Suirukadan no Jutsu: 72 PV
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La gente abucheaba, gritaba improperios y lanzaba cosas al escenario mientras los hombres de Noka y los de Shiona, Yui y Yubiwa intentaban poner algo de orden en las gradas. No lo hacían porque odiaran a ninguna de las dos participantes, aunque algunos insultos iban dirigidos desde luego a Eri, sino porque estaban esperando un espectáculo final que podría haber sido el súmmum de todo lo que habían presenciado hasta ahora. La decepción inundaba el estadio.
Dos árbitros de combate, el que estaba presidiendo el encuentro y otro más que las muchachas no habían visto antes, cogieron a Eri de ambos brazos y la apremiaron para que abandonara el ring.
—Vamos, chica, será mejor que te vayas a los vestuarios —dijo uno de ellos—. Están furiosos, muy furiosos. No tardará en bajar algún loco.
Se la llevaron, voluntariamente o a la fuerza, daba igual.
Había una ganadora, pero la organización estaba tan concentrada en parar el tumulto que no parecía haber intenciones de dar ningún premio o anunciarlo como era debido.
Allá en el palco, los tres líderes de las aldeas, solos, discutían sobre lo que acababa de pasar.
—Esto no está bien hecho —dijo Yui, de brazos cruzados y el ceño fruncido—. Podría haberse rendido en la otra ronda, ¿no? Así al menos podría haber dejado que el otro chico se enfrentara a Ayame. Estaba deseando ver su progreso.
—La próxima vez, debo hablarles del respeto al contrario. Esto me parece irrespetuoso, hacia los señores que han venido a ver el evento y hacia la reputación de la villa. Lo siento, de verdad.
—Tsk. Al menos lo admites.
—Tardo menos que tú en admitir las cosas, eso seguro.
El golpe había sido bajo y le hizo soltar un improperio a la Arashikage. Yubiwa parecía estar distraído con algo, porque tenía la mirada clavada en algún punto de su túnica.
—Señoritas, no es por alarmarles, pero...
Shiona y Yui dirigieron sus miradas hacia Yubiwa. De su bolsillo rugía un fulgor rojizo, y aunque ninguna de las dos se había dado cuenta hasta ahora, en el palco comenzaba a hacer un poco de calor. Yubiwa maldijo bien alto, estiró de un cordel metálico y sacó el colgante con el símbolo del "nueve" que había contenido otrora al Kyuubi, y que las otras dos ya habían visto en una ocasión. Lo arrojó al suelo, y profirió un grito al hacerlo, no del esfuerzo sino del dolor que sentía.
Se miró la mano y vio la marca de la cadena dibujada en la palma, el hierro candente presionado allá.
—Shiona, tú eres la experta. Dime, por favor, que no creo que está pasando lo que sospecho que está pasando.
—No me gustan las mentiras.
Turnos:
- Invitado sorpresa
- Ayame
- Sama-sama
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—Oh. —Datsue abrió la boca en forma de “o”, asombrado, al ver a decenas de Ayames vestidas de negro inundando el campo de batalla.
Instintivamente, sus ojos se tiñeron de sangre y dos aspas rodearon sus pupilas, atravesando el velo de la ilusión y descubriendo su verdadera naturaleza. Así que un Genjutsu… Vaya, esto se está poniendo más interesante de lo que pensaba. Mucho más de lo que hubiese creído, de hecho. El combate estaba teniendo de todo: intercambio de shurikens, bombas de humo, trampas con clones, Ninjutsus y ahora incluso técnicas ilusorias. ¿Qué más se podía pedir? Y eso, siendo solo el comienzo.
Pero entonces…
—¡Vaya! ¡Parece que al final tenías razón! —Logró oír al florista, entre un súbito estruendo de lamentaciones y abucheos—. ¿Cómo era eso que decías? Más perdido que un Uzureño en combate, ¿no era así?
Datsue le miró de reojo esbozando una pequeña sonrisa, divertido. Sin embargo, en esta ocasión el florista se equivocaba. Pobre diablo… No tiene ni idea.
Había traído invitado a aquel hombre al Torneo. Como sus padres habían decidido regresar a La Ribera del Norte para ocuparse de los cultivos y los animales, se había quedado con dos entradas de sobra. Una la había logrado vender a buen precio a un joven noble que acababa de llegar a los Dojos, y como no había encontrado a nadie más, le había regalado aquella entrada al florista a cambio de no cobrarle por sus productos.
Y, como era de esperar, no tenía ni idea de lo que era un combate.
Por supuesto que Ayame todavía no había ganado. Eri tan sólo estaba marcándose un farol, atrayendo a su oponente hacia una trampa para asestarle el golpe final. Menudos estúpidos todos. No tienen ni idea. En fin, desde luego este combate está siendo mucho más interesante de lo que… ¿¡Pero qué cojones…!?
Datsue se levantó de golpe, llevándose las manos a la cabeza. Acababan de golpear a Eri con una tremenda técnica de Suiton.
—Pero Eri, ¡SI DAS HOSTIAS COMO PANES! —rugió, fuera de sí, recordando como la pequeña de Uzu había destrozado uno de los pilares en las Semifinales con tan sólo uno de sus puñetazos—. ¡Vamos, no me jodas! ¡ESTO ES UN ATRACO! —gritó, con las venas del cuello a punto de reventar—. ¡EXIJO QUE SE ME DEVUELVA EL DINERO DE LA ENTRADA!
Como un virus letal, su petición contaminó los oídos de la gente que había alrededor y pronto aquellas gradas se convirtieron en un enjambre de personas exigiendo lo mismo. Entonces, sintió como alguien le daba un tironcillo a la manga de su yukata. Era el florista.
—¿Pero tú no querías que ganase Ayame? —preguntó, con cara de inocente.
Datsue tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no plantarle un bofetón en aquel mismo momento.
—Sí, Saito, así es —afirmó a regañadientes. Le había comentado al florista la pequeña apuesta que había hecho con Kazuma hacía tan sólo unos días. Si Eri ganaba, Kazuma se vería obligado a bajar en el acto y regalarle una flor. En caso contrario, sería Datsue quien tendría que regalársela a Ayame. Un lirio, para ser exactos—. Pero no son las formas, hombre. No son las formas.
—¿Pero tú no eras el que se había dejado chanta…?
—¡Que no son las formas, hombre! —repitió, interrumpiéndole, mientras miraba como se llevaban a Eri del campo de arena.
—Bueno… Entonces, si no he entendido mal, ahora tienes que llevarle el lirio a Ayame, ¿no?
Si las miradas matasen, Saito estaría en aquel momento achicharrándose bajo el fuego del Amateratsu. Lamentablemente, eso era imposible.
—Sí, esto… —Datsue se llevó las manos a los bolsillos exteriores, sin encontrar nada—. Creo que la he perdido…
—La guardaste en el bolsillo interior de la yukata —se apresuró a recordarle Saito.
Definitivamente, iba a tener que pegarle un buen bofetón a aquel hombre.
Con cara de pocos amigos, sacó el lirio del bolsillo interior y dejó que su mirada se perdiese entre el público. Casi podía imaginarse a Kazuma, sonriente en algún punto lejano de la grada, mientras se llevaba una pipa a la boca y esperaba el segundo acto del espectáculo. Datsue chasqueó la lengua, irritado. Estaba convencido de que Kazuma conocía de la fragilidad mental de su compañera, y se había aprovechado de ello para la apuesta.
—Maldito tramposo... —refunfuñó, mientras bajaba por las escaleras con los hombros caídos, derrotado. Al final de las gradas, en la barandilla, varios guardias trataban de poner orden entre los enfurecidos, pero era como tratar de detener el cauce de un río con las manos. Eran demasiados para tan pocos guardias. A Datsue no le costaría evadirlos y saltar a la arena sin que nadie se le interpusiese en medio.
Después de todo lo que he hecho, después de toda la vergüenza que he hecho pasar a mis padres… ¿De verdad me merece la pena esto? Él, uno de los mayores mentirosos de todo Onindo. Una persona que había estafado, engañado y mentido por mucho menos… ¿iba ahora a ser fiel a su palabra? ¿Para qué…?
Los dientes de Datsue chasquearon tras el salto a la arena.
Para que mi palabra siga valiendo algo. Si algo tenía claro Datsue, es que un buen mentiroso no era aquel que contaba las mayores mentiras, sino aquel al que nunca se le había pillado faltando a la verdad. Si Datsue se echaba para atrás en su apuesta, Kazuma podría difundirlo, y su palabra dejaría de tener crédito alguno. Se convertiría en un simple charlatán, en un cuentista al que nadie tomaría en serio.
No podía permitirlo.
Aceleró el paso hasta pegarse un auténtico sprint a todo lo que daban sus piernas. La distancia que lo separaba de Ayame se vio recortada en apenas unos segundos, y en cuanto llegó a ella, con los pulmones ardiéndole por la súbita carrera, hincó una rodilla en el suelo y extendió la mano que sujetaba el lirio:
—¡Oh, Ayame! ¡Acepta esta bella flor de este pobre admirador tuyo! —exclamó, con voz de bardo, nada más pudo recuperar el aire—. ¡Una muestra de mí… de mí…! —¿De mi amor…? ¡PUAJ! ¡NO! ¿Por qué no pensé en nada que decir antes de pegarme semejante carrera?—. ¡De mi admiración por ti! —gritó finalmente, mientras una gota de sudor caía por su frente—. ¡Por favor, oh, sólo alguien como tú podría salir ilesa de semejantes... desafíos. —Casi se atraganta al decirlo—. Acepta este lirio, oh, campeona, y si tu corazón lo permite, ¡perdona a este pobre diablo por lo ocurrido en el Puente Tenchi!
Otra gota de sudor resbaló por la frente del Uchiha hasta detenerse en una de sus cejas. Ciertamente, no sabía si tenía más miedo por Yubiwa o por el mal genio que había demostrado tener Ayame...
¡SURPRISE!
PD: Lamento el TOCHOpost, prometo que será el último
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80