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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
«Qué bastardo…» Así que era eso a lo que se enfrentaba. Silbó, impresionado, y algo entre las nubes se revolvió. Guardó el hacha en el cinto —no iba a necesitarla contra aquella bestia—, y replanteó su táctica. Luchar a fuerza bruta contra Ryū era un suicidio. Por eso se había negado a invocar a Tormenta Pálida para aquel combate —por mucho que Viento Blanco le hubiese insistido—, y por eso se resistía a pedir la ayuda de Susano’o. Le vendría de perlas cualquiera de los dos, pero sería entrar en el juego del Gran Dragón. Y a chakra, no le ganaba nadie.

Contempló los dientes serrados de aquella bestia colosal. Babeaba un líquido rosáceo, como si le sangrasen las encías; sus garras eran largas katanas; y su cola, un látigo que lucía increíblemente ágil para su tamaño.

«Solo olvídame…»

Zaide sacudió la cabeza. «No ahora… No ahora».


Ryū contempló a Zaide desde lo alto. Vio su mirada nublada por un instante. Su cabeza, sacudiéndose como si quisiese espantar un mosquito molesto. «Patético». Él le había regalado la oportunidad de brillar. Había cortado de raíz su mayor debilidad, le había librado del contrapeso que le retenía de salir a la superficie, pero seguía igual de blando. Igual de sentimental.

Consideró hacer un Kage Bunshin, pero desechó la idea. Si Zaide se atrevía a meterle en uno de sus Genjutsus, no sería su clon, sino Fauces Rojas, quien le librase de él. Aprovecharía la inmovilidad del Uchiha para aplastarle contra el suelo y poner fin a aquel combate.


Akame oyó el grito de Zaide alto y claro:

¡Raiton: Hebi Mikazushi!

Dos rayos salieron de sus manos: el primero, zigzagueó con muy malas intenciones hacia el ojo izquierdo del dragón de Komodo; el segundo, directo al Gran Dragón. La bestia enseñó su lengua bifurcada y sopló, como un humano que quiere apartar el molesto humo del cigarro de su acompañante. No le hizo falta más para deshacerse de aquellas chispitas. Ryū adivinó el movimiento rectilíneo del segundo y simplemente se hizo a un lado, dejando que el rayo desapareciese en el cielo.

Al seguirlo con la vista, Akame vio algo inusual. Una pequeña mancha que no paraba de nadar sobre el mar azul. Podía ser un ave cualquiera, pero su Sharingan le decía que, pese a tener poquito, su chakra era demasiado grande para un simple animal corriente.

¡¡¡BAAAAMMMMM!!!

Sus ojos tuvieron que volver al campo de batalla. Ryū acababa de estrellar su Dai Tsuchi contra el suelo, y el dragón de Komodo, atento al esquive de Zaide, había aplastado al Uchiha con su enorme cola. O lo hubiese hecho, de este no haber saltado en el último momento.


Zaide se sentía contra las cuerdas. Estaba economizando cada puto movimiento; un avaro del chakra. Pero en aquella ocasión no le iba a quedar más remedio que despilfarrar un poco. La desventaja era evidente y su velocidad no siempre iba a ser suficiente.

¿Debía reventarlo? El punto débil de todo gigante es que son un blanco sencillo. Si marcaba bien los tiempos, era imposible fallar. Aunque, ¿sería así de fácil? Aquella bestia dominaba, al menos, el fuuton. Y había oído que…

Saltó sobre el martillo de Ryū, aterrizó sobre sus hombros e hizo una pirueta hacia atrás para evitar otro coletazo de la bestia.

… Y había oído que los dragones de Komodo contaban con una auténtica armadura bajo sus escamas, diminutos pero centenares de huesos entrelazados entre sí para formar una malla. No podía arriesgarse a quedarse a medias.

Sonrió. Ryū no tenía ni puta idea de lo que se le venía encima.


Ryū maniobró con su Dai Tsuchi y la hizo girar sobre su cabeza como un molino. Una vuelta, dos, tres… y la estampó sobre el topo dorado. Pero la centella se apartó a la izquierda, justo a tiempo, para luego saltar sobre su Dai Tsuchi y correr sobre el mango de dos metros. Ryū vio venir una patada sobre su cara y puso un brazo en medio. La pierna del Uchiha rebotó contra sus escamas como una ola sobre un acantilado. Le vio dar una pirueta sobre él y caer a sus espaldas. «Te tengo donde quería…»


Zaide aprovechó el aterrizaje para dejar su cuerpo bajar, flexionando las rodillas y esquivando justo a tiempo un codazo que le hubiese reventado el cráneo. El brazo del Gran Dragón pasó sobre su cabeza como un árbol talado, dejándole justo en el punto que Zaide quería.

Ryū creía que ya le tenía, pero se equivocaba. Con el rabillo del ojo vio la punta de la gran cola del dragón de Komodo precipitársele, imbuida en chakra, y eso solo le hizo sonreír más. Apoyó la palma de la mano sobre el costado de Ryū y dejó que…

¡Pluff!

¡¡¡PAAAMMMMMMMMM!!!


Umikiba Kaido lo había contemplado todo con dificultad. Para él, Zaide no era más que una sombra danzante que dejaba un rastro amarillo. Una maldita luciérnaga, riéndose del matamoscas con el que trataban de atinarle.

Hasta que uno de los dos combatientes cometió un error. Zaide se había situado a espaldas de Ryū. Le había tocado con la palma de una mano, como queriendo empujar una montaña, y no se había dado cuenta —o le había importado una mierda— del peligro que se cernía sobre él desde el otro lado. Y, en realidad, lo que había tocado era un tronco cortado. Ryū había usado el Kawarimi en el último suspiro.

La cola del gigante impactó contra Zaide como si no fuese más que un mosquito molesto. Salió despedido hacia los Ryūtōs, colisionando contra el suelo como un trapo viejo y por unos largos segundos no fue más que una maraña de brazos y piernas dando vueltas sin control, levantando una polvareda de sal a su paso. Cuando al fin se detuvo, su cuerpo quedó tendido en el suelo, inerte.

Se produjo un largo silencio.


Cof… cof…

«Déjalo ya, hermano. Descansa. Solo descansa…»

Zaide se levantó por puro nervio. Un pie al suelo, una rodilla hincada, y arriba. Arriba. ¡Arriba! Le palpitaba la sien y apenas podía hinchar los pulmones, le dolían demasiado las costillas al coger aire. Cuando al fin consiguió erguirse, sintió el vómito en su garganta y se dobló en dos, echando esputos por la boca. No, no vómito, sangre, manchando aquel lienzo en blanco de tinta roja. Sudaba. Tenía el rostro teñido por el dolor y el mero hecho de volver a enderezarse le arrancó un quejido. Levantó los talones, quiso dar saltitos de una pierna a otra, para probarse, pero se quedó en intento. Debía tener alguna costilla rota.

Vio a los Ryūtōs a su izquierda, en sus putos altares de mierda, mirándole desde arriba. El mero hecho de levantar una mano y enseñarles el dedo corazón le hizo apretar los dientes. Pero mereció la pena. Les dio la espalda, se tomó un par de pastillas y contempló su perdición.

Como conocedor de su destino, el cielo empezó a encapotarse.




Ryū:

210/210


359/500


500/500


*Modo Sabio activado* (2/8 turnos)

Gastos:11 CK por Kawarimi no Jutsu



Fuerza 112 (+12 por Modo Sabio)
Resistencia ???
Aguante ??? (-10 por Kawarimi, 1/5 turnos)
Agilidad 52 (+12 por Modo Sabio)
Destreza 92 (+12 por Modo Sabio)
Poder 112 (+12 por Modo Sabio)
Inteligencia ???
Carisma ???
Voluntad ???
Percepción ???


Uchiha Zaide:

147/310


361/400


*Sharingan activado*

Daños recibidos: 150 PV

Objetos usados: Píldora estimuladora de sangre superior y Píldora de soldado superior



Fuerza 60
Resistencia 60
Aguante 60
Agilidad 100 (+30 por Yoroi)
Destreza 80
Poder 80
Inteligencia 80
Carisma 100
Voluntad 60
Percepción 90 (+30 por Yoroi)
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder
#77
Akame abrió mucho los ojos cuando aquel duelo de altura parecía llegar a su punto álgido. Zaide y Ryu estaban derrochando poder y destreza en cada embite, en cada intercambio, a cada paso. Combatían como dos verdaderos luchadores expertos y eso siempre era un placer de ver para alguien como el joven Uchiha, que no perdía detalle del encuentro gracias a su Sharingan.

Sin embargo, cuando Ryu invocó a aquella gigantesca salamandra —o así la veía Akame—, el encuentro pareció decantarse del lado del Gran Dragón. «Dos contra uno... Por muy rápido que sea Zaide, esto le recorta muchas opciones» se dijo Akame, que sabía bien que la mejor forma de pelear contra un Uchiha era en superioridad numérica, donde el descendiente de Hazama no pudiera usar su terrorífico Genjutsu.

La contienda se prolongó durante unos intensos compases más, momento en el que Zaide recibió un brutal golpetazo por parte de la invocación del Gran Dragón. El impacto lo mandó a volar unos cuantos metros y le hizo escupir esputos sanguiolientos, pero no parecía haberle incapacitado. Akame observaba con gesto serio y la mirada fija, pues creía haber visto, en mitad de la refriega, algo bajo el agua...
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

¿Eres nuevo en el rol? ¡Echa un vistazo a mi Compendio de Buenas Prácticas!
Responder
#78
Qué terrible poder, ese, el de Ryū. Era la primera vez que Kaido presenciaba en primera fila un combate de tal magnitud, y más aún, una superioridad tan calzada como la que tenía el Dragón de ébano sobre Zaide, el danzante amarillo, que muy a pesar de moverse a velocidad tal que los ojos del escualo eran incapaces de percibir nítidamente sus movimientos más que cuando Ryū hacía lo propio para detenerlos como si se tratasen de molestas polillas, no había tenido en ningún punto del combate, la superioridad. Estaba superado no sólo en número de efectivos —el inmenso dragón de Komodo valía por cuatro hombres, seguramente—. sino también en chakra, en ideas, y en capacidad de reacción. Uno tras otro, sus envites, siempre próximos a dar en el blanco, se quedaban en la absoluta nada, torciéndose de pronto la balanza con un suspicaz contraataque como ese último, en el que un kawarimi permitió que Ryū se pusiera a salvo y que la invocación martillase a Zaide con todo el poder de su esperpéntica cola.

Kaido se tuvo que levantar de su asiento de hielo cuando el cuerpo maltrecho de Uchiha Zaide cayó a unos cuantos metros, después de dar severas vueltas sobre la halita, como un muñeco de trapo. Para él contemplar la superioridad de Ryū era como sentir una especie de venganza poética por su propia derrota.

Ryū le había dicho que observara muy bien el transcurso del combate, para que aprendiera a enfrentar a un Uchiha. Oh, y vaya que lo estaba haciendo. Ahora entendía muy bien la estratagema del gran Dragón frente a esos ojos rojos.

«La clave es nunca estar sólo. ¿Cómo no se me ocurrió antes?» —se dijo, como si de pronto se le hubiera iluminado el mundo. Kage bunshin, invocaciones. Daba igual. Siempre que el Uchiha se encontrase en desventaja numérica, el uso de los genjutsu reducía enormememente su funcionalidad.
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#79


Otohime contuvo la respiración, tensa. Zaide apenas podía moverse y hasta había desactivado su Raiton no Yoroi. Su última jugada había terminado de inclinar la balanza en su contra.

Otohime, ¿tú qué opinas? —preguntó la Anciana.

Se acarició el mentón, pensativa. Había visto lo suficiente como para hacerse una ligera idea.

Creo que Zaide trató de usar el Sello de Contrato. Pero Ryū sabe por mí de esa técnica. Seguramente le hizo pensar que estaba cayendo en su trampa cuando en realidad lo estaba llevando a su terreno.

Oh, se trataba del Sello de Contrato. Ya veo —miró de nuevo a Zaide—. Es lo que tiene jugarlo todo a una carta.

El Gran Dragón empezó a caminar hacia él, con la tranquilidad y temple de un veterano verdugo hacia el reo. Pero alguien se le puso en medio.

¡Déjamelo a mí, Ryū! —Si la voz de Ryū era gutural, la del dragón de Komodo parecía provenir del mismo Yomi—. ¡Hoy me apetece mosquito de merienda!

Debió de obtener su beneplácito, porque en seguida empezó a correr. Verlo desplazarse hacia ellos era imponente. Por mucho que supiese que Zaide era su objetivo, aquel lagarto de veinte metros de largo no parecía distinguir entre enemigos y público. A sus ojos, todos eran comida. Y, en sus ojos, brillaba el ansia de la hambruna más famélica.

Un mosquito, ¿huh? —En comparación, su voz apenas se oyó.

Las manos de Zaide subieron a la altura del pecho y ejecutaron una corta tanda de sellos. De pronto, el suelo que pisó el dragón de Komodo con las patas delanteras se hundió, haciéndole tropezar y hundir su cabeza en la sal. Un golpe no dañino en lo físico, mas sí en el orgullo. La bestia emitió un sonido gutural, un rugido que no terminó de salir de su boca.

¡Raiton: Shichū Shibari!

De pronto, cuatro pilares de piedra nacieron de la halita, formando un cuadrado alrededor del dragón. De haber estado corriendo, hubiese podido salir a tiempo, pero todavía estaba levantándose cuando una auténtica tormenta eléctrica le engulló de cabeza a rabo. No importaba qué tan buena era su armadura corporal, Raijin había hecho sonar su tambor y le había elegido a él como su particular toma a tierra.

Desapareció en una nube de humo, pero con tantos daños que nadie podía asegurar que con vida.

Se entrevió un tajo en el entrecejo de Ryū.

Desearás no haber hecho eso, Zaide.

No fue una amenaza, fue un anuncio. Tan claro y evidente como quien dice que va a llover al ver los oscuros nubarrones que se estaban formando sobre sus cabezas. Ryū formó un Kage Bunshin; tomaron aire, esperaron, dos segundos, tres, cuatro, seis. Y entonces sus palabras se volvieron hechos. Uno de ellos realizó una tanda de sellos que le permitió invocar las entrañas del Yomi y vomitarlas. El otro, expulsó un torbellino de viento que avivó esas llamas volviéndolas todavía más colosales.



Zaide supo que Ryū iría con todo en aquella, y se preparó. Al mismo tiempo que él, replicó los mismos sellos que antes, haciendo uso de esa técnica que había copiado a Kuma en una ocasión. «Al final me ayudaste más de muerto que de vivo, hijo de puta». El suelo que estaba bajo sus pies volvió a moverse, pero esta vez no hacia abajo, sino hacia arriba. Cuando vio lo que se le venía encima, dio gracias a los dioses de no haber escatimado, esta vez no, ni una sola gota de chakra. Porque ni con esas era suficiente.




Otohime se levantó de un salto, temblando de arriba abajo. No por el hielo, no por el frío de su asiento, sino por la colosal técnica que había ejecutado Ryū. Vio a Zaide elevarse a través de un pilar de tierra que se alzó por al menos diez metros. Luego oyó un silbido, y el Uchiha voló al cielo seguramente haciendo uso del Sunshin no Jutsu.

El aterrizaje iba a ser jodidamente mortal. Tan mortal como…

Como…

No… No sé usar el Sunshin… —balbuceó, al darse cuenta-. ¡No sé usar el Sunshin!

Y aquellas dos técnicas, abrazadas entre sí como dos amantes fogosos, no paraban. No paraban. Era una pared de fuego de al menos cincuenta metros de ancho, cuyo centro giraba por el viento en forma de torbellino, de unos…

De unos…

De unos jodidos cuarenta metros de diámetro. Era toda la fuerza de un dios, concentrada en un único golpe, y ellos eran el centro de la maldita diana.

¡Akame! ¡Kaido! ¡Kyūtsuki! —les llamó la Anciana, levantándose como un resorte y tirando el bastón—. ¡Ejecutad vuestros mejores jutsus! ¡Detengamos esta bestia o...!

O Otohime moriría.





Ryū:

210/210


190/250


34/250



Clon:

189/250


33/250



*Modo Sabio activado* (5/8 turnos)

Gastos: Kage Bunshin no Jutsu(28 CK), Fūton: Atsugai (228 CK), Katon: Gōka Mekkyaku (205 CK)

Explicación: Ryu hace uso de la habilidad que otorga el Modo Sabio para multiplicar técnicas x2, duplicando también su tamaño.

Posibles daños: 180 PV x2 + 20% (Poder) + 200 PV x2 + 20% (Poder) + 400 PV * 50% = 1112 PV



Fuerza 112 (+12 por Modo Sabio)
Resistencia ???
Aguante ??? (-10 por Kawarimi, 1/5 turnos)
Agilidad 52 (+12 por Modo Sabio)
Destreza 92 (+12 por Modo Sabio)
Poder 112 (+12 por Modo Sabio)
Inteligencia ???
Carisma ???
Voluntad ???
Percepción ???


¤ Sennin Mōdo
¤ Modo Sabio
- Tipo: Apoyo
- Rango: S
- Requisitos: Senjutsu 100, Resistencia 60, CK mayor a 300
- Gastos: -
- Daños: +20 PV a todo Taijutsu
- Efectos adicionales:
  • +12 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad, Destreza, Poder y Percepción.
  • +20 a Inteligencia a la hora de utilizar o disipar Genjutsu.
  • Por cada 10 de Percepción, el usuario puede sentir el chakra y el estado de otras personas en un radio de 4 metros, la dirección y la proximidad.
  • Las técnicas sin multiplicables pueden multiplicarse por dos, pagando el doble de chakra, y duplican su tamaño, tanto si el usuario cumple el requisito para hacerlo como si no. Las técnicas con multiplicables ganan uno más.
  • El usuario obtiene de 100 al 100% de su CK en puntos de CN (Chakra Natural), que puede utilizar para ejecutar cualquier técnica (ver descripción).
  • Este estado se podrá mantener durante 8 turnos del usuario, o hasta que el chakra se agote.
- Sellos: -
- Velocidad: (ver descripción)
- Alcance y dimensiones: -
El Modo Sabio es un estado extremadamente poderoso al que se accede mezclando energía natural del entorno con las energías física y espiritual del interior del cuerpo, generando chakra Senjutsu, más conocido como chakra natural.

Para aprender a utilizar el Modo Sabio, uno debe aprender a permanecer completamente quieto, y luego, a adquirir energía natural del medio ambiente, balanceándola perfectamente para que sus niveles de energía física, espiritual y natural estén en perfecta harmonía. Si la proporción de energía natural es mayor, se convertirá en piedra. Si es menor, será expulsada de su organismo y no podrá entrar en Modo Sabio. El usuario deberá meditar durante al menos un año en el Dominio de los animales de su Pacto la mayoría de los días para perfeccionar la habilidad. Esto no significa que no se pueda rolear, sino que, de facto, este será su hogar, y sólo saldrá de allí para participar en tramas.

Para entrar en Modo Sabio, uno debe permanecer completamente inmóvil, sentado, con los ojos cerrados y totalmente concentrado, y recabar energía natural, mezclándola cuidadosamente durante un período de tiempo no inferior a cinco turnos. Cada turno, se absorben 20 CN del ambiente. El mínimo para activar el Modo es 100, y el máximo, el 100% del CK del personaje.

Durante el Modo Sabio, además de obtener una gran cantidad de Chakra Natural que utilizar para todas sus técnicas, el Taijutsu, el Ninjutsu y el Genjutsu del usuario se vuelven más fuertes. Su fuerza, su resistencia, sus reflejos, su agilidad y el poder de su chakra se incrementan en gran medida, y es capaz de sentir la presencia de los demás hasta cierto punto. Si alguien intenta absorber su chakra, se convertirá en piedra. Esta versión del Modo Sabio está perfeccionada, y sólo los iris y las pupilas del usuario se volverán de aspecto animal. Además, ganará unas marcas de forma y color al gusto de la interpretación en el rostro y rodeándole los ojos.

(Inteligencia 100) Un shinobi con una gran capacidad de concentración será capaz de recabar energía natural para el Modo Sabio simplemente permaneciendo inmóvil, de pie, participe en conversaciones o no.

¤ Fūton: Atsugai
¤ Elemento Viento: Daño de Presión
- Tipo: Ofensivo
- Rango: B
- Requisitos: Fūton 100
- Gastos: 120 CK
- Daños: 200 PV
- Efectos adicionales: -
- Sellos: Carnero → Rata → Perro → Serpiente → Conejo → Pájaro
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: El tornado abarca 20 metros de ancho, y recorre 25 metros durante unos segundos, para luego desaparecer
Una poderosa técnica de viento. Tras la realización del sello necesario, el usuario comprime una gran masa de viento hasta que alcanza la máxima densidad frente a su boca, y luego la libera de golpe. La presión del viento liberado se eleva a su máximo límite hace que se genere un tornado gigantesco en posición horizontal, que arrasa con gran parte del suelo, levanta y destruye árboles y pulveriza humanos con una facilidad asombrosa.

¤ Katon: Gōka Mekkyaku
¤ Elemento Fuego: Gran Aniquilación de Fuego
- Tipo: Ofensivo
- Rango: S
- Requisitos: Katon 90
- Gastos: 108 CK
- Daños: 180 PV
- Sellos: Caballo → Tigre → Carnero → Tigre → Jabalí → Tigre
- Velocidad: Moderada
- Alcance y dimensiones: La pared de llamas abarca 25 metros de ancho y 6 de alto
Una de los máximos exponentes a los que puede llegar un ninja usuario del Katon, como indica el nombre de la técnica. El usuario convierte chakra dentro de su cuerpo en un masivo chorro de llamas que expulsa desde su boca, y que adquiere la forma de una amplia pared de fuego que avanza poco a poco arrasando todo a su paso. Dado el poder de la técnica, es difícil de contener o bloquear, y dada su extensión, difícil de esquivar.


Uchiha Zaide:

177/310


167/400


*Sharingan activado*

Gastos: Sunshin no Jutsu (28 [CKJ]), Raiton: Shichu Shibari (102 CK) y Doton: Chidōkaku (55 CK y 39 CK)

Efectos positivos: Recuperación de PV por Píldora Superior de Sangre (3/5 turnos) y de CK (3/5 turnos)



Fuerza 60
Resistencia 60
Aguante 60
Agilidad 70
Destreza 100 (+20 por Sharingan)
Poder 80
Inteligencia 80
Carisma 100
Voluntad 60
Percepción 80 (+20 por Sharingan)
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder
#80
Pero si algo tenían los Uchiha, era que no se rendían fácil ante la muerte. Es más, algunos parecían tener un pacto con el que maneja los hilos allá en el inframundo para que hiciera la vista gorda cada vez que las tierras del Yomi necesitasen reclamar un alma para su yugo de pecados. Y así lo estaba demostrando Zaide, al haber conseguido equilibrar levemente la balanza —aún seguía teniendo al mismísimo Ryu en frente, y con eso ya lo decía todo—. al deshacerse de la enorme invocación con una consecución impresionante de técnicas, una que modificaba el terreno a su merced como si la mismísima tierra se tratase de grava, y y luego utilizando el entorpecido movimiento de la bestia para desatar sobre ella la voluntad de Raijin en todo su esplendor. Rayo tras rayo, martirizando al dragón de Komodo hasta que éste no tuvo más remedio que volver a su mundo onírico natal.

Kaido pudo ver como Ryu frunció el ceño, y sintió un leve escalofrío cubriéndole el cuerpo. Como si intuyese que algo grande estaba a punto de suceder.

Y así fue. ¿Creíais que estábamos ya en la epitome de ésta batalla? ¿que esas dos bestias habían dado todo de sí? qué ilusos fuimos, todos nosotros, al pensar que tanto el guerrero de ébano como el danzante de ojos sangrientos estaban culminando el combate. Oh, pero si alguna intención tenía Ryu en ese momento, era de precisamente acabar con todo. O con Todos, viera por donde se viera.

«Mierda... ¡mierda!»

Lo quisiera el líder de los Dragones, o no, los espectadores de a poco sintieron la brisa fulgurante de aquél enorme capullo de fuego reviltalizado por las poderosas ventiscas de otra técnica, volviéndose cada vez más y más grande. Más y más poderoso. Los tronos de hielo seguramente empezarían a gotear con cada grado de temperatura que se crecía a medida de que esa mezcla imparable de técnicas se acercaba hasta ellos, cada vez más. Quizás sería sencillo para ellos utilizar shunshin, tal como lo había hecho Zaide, pero el problema era que... Otohime no sabía utilizarlo. Si nadie hacía nada, la mujer iba a perecer ante el Ennetsu Jigoku de Ryu.

Pero si algo tenía Kaido, es que era un hombre resolutivo. Podía haberse salvado el culo yéndose a la mierda, pero lo cierto es que cuando la Anciana pidió que hicieran algo, ya sus manos se encontraban realizando el sello de clonación, dando vida a un kage bunshin.

Fue entonces cuando ambos clones realizaron una secuencia rápida de sellos, idénticos el uno del otro.

¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!
¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!

Sendas vorágines de agua emergieron de los Umikiba como un torbellino cuyas aguas se formaron de la nada, casi que de la misma humedad del ambiente; y que con los potentes giros acabaron transformándose en un cilindro de al menos cinco metros de diámetro en vertical que se acrecentaron, uniéndose, y yendo en dirección a técnica de Ryu.

El segundo Kage bunshin desapareció, y el Kaido original corrió luego hacia Otohime para cogerla de la cintura y usar la sobrenaturalidad concedida por el shunshin para ambos escapar a unos 28 metros de su actual posición en cualquier dirección lejana al fuego, en caso de que su técnica conjunta en comunión con las de Akame y Kyutsuki, no fueran suficiente para detener a las llamas de infierno.


— PV: 240/240
— CK: 70/320
-30
-96
-96
-28


Posibles daños: 160 PV por Suiton: Daibafuku no Jutsu x2 + 10% (Poder 80) = 352 PV
Responder
#81
«Mierda.»

Akame ni siquiera escuchó el lamento de auxilio de Otohime, ni la petición desesperada de Kyuutsuki. Su atención estaba puesta en la titánica masa de chakra de fuego y viento que se abalanzaba sobre todos ellos, un auténtico tsunami de llamas que no podía haber sido obra de otra persona más que del Gran Dragón. Él, que le había apodado así con no poca retranca e ironía para burlarse del miedo con el que todos trataban a Ryu, comprendió en ese instante lo equivocado que había estado. Y la gravedad de su error. Subestimar a aquella auténtica bestia parda había sido el último de una lista de meteduras de pata que Akame parecía empeñado en engrosar a cada día que pasaba. Mas, no era el momento de reprenderse por su falta de buen juicio y cautela... Sino de actuar.

«Es imposible que vayamos a enfrentar a una técnica de ese calibre», entendió el Uchiha al momento. Podía ser que la Anciana, Kaido y Kyuutsuki pensaran que uniendo sus fuerzas tendrían una posibilida de prevalecer ante la arrolladora fuerza de la técnica combinada de Ryu; pero él tenía el Sharingan, y podía ver el chakra en estado puro. Podía calcular exactamente la letalidad de aquel jutsu, y sabía que no tenían nada que hacer. Así pues, decidió tomar el camino que siempre acababa recorriendo: el suyo propio.

Akame realizó el sello del Tigre con una mano y desapareció en un parpadeo, reapareciendo su figura junto a la de Otohime. El Uchiha la agarró de un brazo mientras su ojo izquierdo tomaba la forma de un Mangekyō Sharingan espiralado, invocando el poder de la Diosa del Amanecer. Chispas de chakra carmesí les envolvieron a ambos un instante antes de que aquella marea de fuego les engullese...

«Zzzzzup.»

Uchiha y dama reaparecerían a una distancia segura, más allá de los tronos de hielo —ahora probablemente derretidos— y el choque de técnicas. Akame jadeaba y su ojo izquierdo sangraba ligeramente, con un hilillo de fluido rojo oscuro que se le resbalaba por la mejilla. Le dolía a horrores y se sentía como si le hubieran encedido una candela en los pulmones... Pero estaba a salvo. Miró a su lado, a Otohime.

Ahora te creo.


¤ Sunshin no Jutsu
¤ Técnica del Parpadeo Corporal
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Ninjutsu 40
- Gastos:
  • 14 CK/20 metros
  • 52 CK para huir de un combate
- Daños: -
- Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
- Sellos: Carnero/una mano
- Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.

¤ Uzume
¤ Diosa del Amanecer
- Tipo: Apoyo
- Rango: S
- Requisitos: Uchiha 80, Hidari no Mangekyō
- Gastos: 50 CK
- Daños: -
- Efectos adicionales: (ver descripción)
- Sellos: -
- Velocidad: Rápida (preparación), Instantánea (teletransporte)
- Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Habilidad del Mangekyō izquierdo de Uchiha Akame, cuya esencia reside en evitar la confrontación y el enfrentamiento. Utilizando este poder, el usuario es capaz de teletransportar su propio cuerpo a otra ubicación en apenas un parpadeo, tras concentrarse durante unos instantes. El ejecutor también puede llevarse consigo objetos inanimados u otras personas (ya sea voluntariamente o no), pagando un extra de 10 CK por persona, mientras sea capaz de establecer contacto físico directo.

El ejecutor debe tener en su mente una idea aceptablemente clara del lugar al que va a "saltar", por lo que es necesario que o bien ya haya estado (para Inteligencia menor a 80 puntos), o alguien se lo haya enseñado previamente con un gran nivel de detalle (mediante un Genjutsu detallado, o similar) (Inteligencia igual o mayor a 80).

Pese a que se trata de una técnica poderosa, presenta varias debilidades. Además de su alto coste de chakra y el daño para el ojo del usuario que supone, el ejecutor se rodea de un aura chisporroteante de su propio chakra unos segundos antes de ejecutarla; lo que implica que debe tenerse cierto margen de tiempo para poder esquivar un ataque con ella. Además, un enemigo que ya la conozca podrá identificarla fácilmente e incluso cortar la canalización hiriendo al usuario antes de que sea capaz de teletransportarse.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#82
Otohime sintió esperanza al ver la técnica de Kaido. Dos enormes cascadas, dos auténticos puñetazos del mar, capaces de derruir un edificio entero, se lanzaron a quebrar el muro de fuego. A estas le acompañó una tercera técnica, un pequeño Suiton de Kyūtsuki, menos vigoroso, menos colosal, pero que siempre sumaba. Agua contra fuego. Tenían la ventaja. Era factible.

Entonces recordó lo que le había dicho a Akame, un día atrás, y comprendió que nunca había estado más acertada. Porque las dos cascadas fueron devoradas por el fuego como si las llamas estuviesen famélicas y ellas fuesen la cena. Porque la técnica de Kyūtsuki ni siquiera llegó a su objetivo, desapareciendo en una nube de vapor al rozar las llamas.

Vio a Kaido volviéndose hacia ella, demasiado tarde. Demasiado…

Zzzzzuuupp.


El mundo se volvió una vorágine y ella fue succionada por él. Fue masticada, triturada y vomitada en cuanto supieron que su sabor no merecía la pena. Cayó al suelo, jadeante, y solo alcanzó a ver dos ojos rojos que le miraban desde lo alto.

Ahora te creo —dijo él, jadeante también pero impasible. Con un ojo sangrante pero impertérrito. Como si no acabase de salvarle la puta vida.

Joder… —logró balbucear, mientras se ponía en pie y se esforzaba en no caer de nuevo. Le temblaban las piernas. No sabía si por la técnica de Akame o porque, por un momento, había visto un shinigami invitándola a cogerle la mano—. ¡Joder, dame un abrazo, coño! —abrazó a Akame con todas sus fuerzas, y le dio un beso en la mejilla antes de soltarle—. Me cago en mi puta vida, ¡pensaba que no la contaba! Fuah... ¡Fuah!




Al otro lado, a muchos metros de distancia, la Anciana, Kyūtsuki y Kaido surgían tras un parpadeo fuera del alcance de la furia de Ryū. El trono de hielo había desaparecido por completo, y ahora tan solo quedaba un enorme surco ennegrecido en su lugar, que bien podía haber pertenecido a un río seco, que avanzaba sin descanso hasta una montaña lejana.

Una montaña ahora incendiada.

La Anciana detectó con la vista a Akame y Otohime al otro lado, y solo entonces se permitió apoyar el peso en su bastón.

El compañero que nos trajiste tiene unas habilidades interesantes. —No le miró, pero Kaido supo que se dirigía a él.




Desde la distancia, Kaido pudo seguir observando el combate. Esta vez, a ras de suelo. A la misma altura. Sobre la sal. Zaide caía del cielo como la última hoja de otoño, sujetado por un águila que le permitía aterrizar sin morir en el proceso. La misma águila que había visto en lo alto del acantilado. La misma que se le había aparecido en medio del desierto.

Vete —ordenó Zaide al aguilucho, de no más de un metro de estatura, cuando sus pies besaron el suelo.

Kaido no oyó tal cosa, claro. Ni tampoco el resto.

Acerquémonos —propuso Kyūtsuki, pese a que acababan de comprobar de primera mano de los peligros que entrañaba ser espectador de primera fila.

Tanto Zaide como Ryū —sí, incluso él— lucían cansados. Demasiado agotados como para gastar una mísera gota de chakra. El vaho que emitían sus alientos era entrecortado, y sus pechos subían y bajaban de forma desacompasada.

El final estaba cerca. Para cualquiera de los dos.
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Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
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#83
Akame notaba la respiración de su pecho acompasarse de nuevo, poco a poco, a medida que la adrenalina del momento iba bajando. Él sabía que no sólo Otohime había estado a punto de morir, sino todos ellos si no hubieran tenido sus propios medios para escapar de la ira del Gran Dragón; un poder más destructivo que nada que Akame hubiese visto jamás... Con una sola excepción. E incluso de eso dudaba ahora, pues si bien una Bijuudama podía considerarse una técnica de destrucción masiva, ¿qué era lo que acababa de ver? «Ese Ryu... Es un monstruo. Es un jodido monstruo», se dijo, conteniendo un estremecimiento. Tipos como aquel hacían de Oonindo un lugar peligroso, pensó Akame.

Luego Otohime le asaltó con un abrazo sentido, agradecida de que el Uchiha la hubiera salvado de morir calcinada por uno de sus propios "hermanos" —visto lo visto, no había comillas suficientemente grandes en todos los libros del mundo para matizar esa palabra—. Akame ni siquiera se ruborizó, exaltado todavía como estaba por el suceso. Tampoco le devolvió el abrazo, limitándose a mirarla con ojos extraños. Uno de ellos sangrante, aunque ya había recuperado la forma de tres aspas en su iris. Había algo que le tenía mosca.

«¿Por qué cojones me duele tanto?»

Desde que Akame despertara el poder del Mangekyō, nunca había sentido un dolor físico tan intenso como en aquella ocasión; por no hablar de la sangre. Si bien sabía que las técnicas del Caleidoscopio consumían una gran cantidad de chakra y de aguante físico de su ejecutor, la hemorragia era algo completamente nuevo. «Ahora sí que necesito que este cafre sobreviva al Kaji Saiban... Tenemos una conversación pendiente.» El Uchiha le dirigió una mirada incierta a Zaide, que descendía de los cielos, a lo lejos.

No sé si te quedan ganas de acercarte a mirar —dijo el renegado, con una media sonrisa—, pero yo no me pienso perder el desenlace de esta mierda.
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#84
Fiusm, el cuerpo de Kaido se materializó, allá a lo lejos, junto a la Anciana y a Kyutsuki.

—Ni que lo digas, Anciana, ni que lo digas —dijo, consciente de que una de sus motivaciones para sacar a Akame de aquél sucio rincón de Tanzaku Gai fue, desde luego, poder hacer uso de sus habilidades para su propio beneficio. Claro que no contaba que Akame se descarriara tan rápido a tomar sus propias decisiones —cosa de la que tenía que culparse, al ayudarlo a despejar su mente y cuerpo del omoide, con la que quizás, podría haberle tenido más controlado—. al punto de haber matado a Shaneji, por ejemplo, o incluso aliarse con Zaide.

Pero sí, la Anciana tenía razón. Uchiha Akame era un shinobi poderoso. Esa técnica en particular —una que había presenciado sólo en una ocasión, allá en el torneo de los Dojos—. resultaba ser una cosa de locos. Aún era incapaz de concebir los entresijos de la misma, pero ahora podía entender por donde iban los tiros. La usó para llevarse a Ayame, Eri y Daruu a cientos de kilómetros tal y como se lo había contado el Amedama en su posterior reunión durante el viaje de regreso a Amegakure. Y ahora, con ella había salvado a Otohime de una muerte más que segura, dado que ni habiendo soltado su combinación de técnicas más poderosa, iba a poder parar el aliento de todos los habitantes del infierno mismo que acabaron por calcinar toda la montaña.

El escualo alzó la vista y vio a Zaide descendiendo con su águila, esa misma águila con la que se había encontrado en lo más alto del acantilado. Y ahora que tenía tiempo para recordar, ató los cabos necesarios para entender que había sido esa misma ave la que curiosamente le había robado el supuesto cadáver de Zaide, mientras volvía de Inaka. Kaido no tuvo más remedio que sonreír, entendiéndolo todo. Si es que iba a resultar que el puto Uchiha le había ayudado a llegar hasta el jodido país del Agua. ¡No te jode!

—Te sigo —dijo, yendo tras Kyutsuki.
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#85
El rostro de Otohime se lo dijo todo a Akame. Aún así, le puso voz a sus pensamientos.

Ganas ninguna. —Suspiró. Luego le tomó de un brazo—. Pero he comprobado que estoy más segura a tu lado que a cincuenta metros de esos dos.

Porque no importaba lo que se alejase, aquellos dos monstruos arrasaban con todo a la vista. Mejor permanecer al lado de Akame, del poder de aquellos ojos tan peculiares, aunque ello significase también acercarse al ojo del huracán.



Kyūtsuki avanzó junto a la Anciana y Kaido, y los tres volvieron a juntarse con Akame y Otohime en el camino. Esta vez más cerca, comprobó que el duelo entre los dos Ryū y Zaide seguía siendo imparable. Los tres estaban agotados, incapaces todavía de usar chakra alguno, pero eso no les impedía seguir intercambiándose golpes, a puñetazo limpio. Ryū había optado por dejar su Dai Tsuchi a su espalda, en vistas del poder del Uchiha para desviarlo. Y Zaide, viendo que sus hachas no hacían el efecto deseado sobre aquellas escamas, lo mismo.

Juntos, eran una auténtica tormenta. Parecida a la que amenazaba descargarse sobre sus cabezas. Sus golpes avanzaban como relámpagos y hendían aire y suelo. Nunca parecían acertar en carne, pero la sensación seguía siendo la de peligro continuo. Quizá en la próxima ocasión. Quizá tras el próximo estruendo.

El Uchiha no se movía mucho del sitio —seguramente todavía dolorido por el golpetazo de la invocación—, pero incluso manteniendo posición era escurridizo. Escurridizo como una serpiente. Si bien la mayoría de batallas eran enfangadas y sucias, él tenía la extraña habilidad de hacerlo bonito. De hacer arte con sus movimientos de bailarín. Se apartó lo justo y necesario para evitar un golpetazo en el rostro y atrapó esa zarpa para retorcerla en una llave. Más le hubiese valido intentar doblar una montaña. Más le hubiese valido tratar de doblegar la Torre de Meditación. Los tendones del brazo de Ryū se tensaron como gruesas raíces sobresaliendo de las grietas de una roca. Y no se movió.

Y no se movió.

Ríndete o muere —le dio a elegir el Gran Dragón, justo antes de llevar esa mano sostenida al cuello del Uchiha.

Zaide aprovechó la inercia para colgar del brazo que todavía sujetaba y dejarse caer hacia abajo con las piernas por delante, aprovechando la altura de Ryū para resbalar bajo su cintura como si se tratase de un mero columpio. Su espalda resbaló sobre la sal y alzó una mano para asirse de los cojones del Gran Dragón. Literalmente.

Fue la primera vez en la vida que Kyūtsuki oyó aullar a Ryū.

Así que tus huevos no son de piedra, ¿huh? —Zaide rio, y su risa vibraba y contagiaba alegría como una canción de verano en las fiestas de un pueblo. El gran torreón se desmoronó, pero en su caida, Ryū soltó uno de sus dos arietes en forma de codazo al cuello, y Zaide tuve que soltarle y contorsionarse hacia atrás para evadirlo.

El Uchiha aulló de dolor y cayó al suelo, llevándose una mano al costado. ¿Le había jugado una mala pasada aquel movimiento a sus huesos? El otro Ryū aprovechó el momento para acercársele desde el otro lado, pero Kyūtsuki frunció el ceño. Casi juraría que Zaide estaba fingiendo. Que aquella posición de vulnerabilidad era un cebo. Entonces vio un sello explosivo pegado al pantalón de Ryū —el que había sido cogido por los huevos— y lo tuvo claro.

Y, justo entonces…

¡Uiiiiiii!

El águila cayó en picado y arañó el rostro de Ryū con sus zarpas, evitando el fatal ataque. Por alguna razón, Zaide no pareció muy agradecido.

¡Brisa Cálida, no! ¡Haz caso a lo que te dije!

¡No pienso dejar que luches tú solo, Zaide!

Y Zaide no pudo replicar, porque por el rabillo del ojo vio que una montaña se movía. Se apartó justo a tiempo para evitar lo que equivalía al zarpazo de un oso; y el águila, grácil como sólo ella podía serlo, evitó uno a uno los envites del otro Gran Dragón sin siquiera desplumarse. El ave demostraba tener una velocidad insultantemente superior. Tanta que, quizá por eso, se confió.

¡Estúpido!

Pero fue demasiado tarde. En un momento, Ryū emitió un vendaval desde sus labios, arrastrando al águila en dirección contraria. Brisa Cálida aleteó con todas sus fuerzas, pero era incapaz de corregir el rumbo. Un rumbo que iba directo hacia el clon —¿o era el real?— de Ryū. Concretamente, hacia el Dai Tsuchi que acababa de volver a empuñar.



Akame lo supo en aquel instante: Brisa Cálida estaba muerta. La distancia que le separaba de Zaide no era inmensa, pero sí la suficiente como para que no le diese tiempo a llegar. El mayor de los Uchiha podía ser inteligente, y aprovechar el momento para atacar con todo a aquel Ryū. Si tenía suerte y era el real, quizá hasta podría acabar con él. Era su mejor jugada: sacrificar a Brisa Cálida, usarlo de distracción. No, no su mejor jugada… La única que le quedaba.

Vio el sello del Carnero en la diestra del Uchiha, o creyó verlo, porque justo en ese momento Zaide… dejó de ser Zaide.



Kaido reconoció aquella jugada al instante. Era la misma que le habían aplicado a él, solo que a la inversa. Antaño, para intercambiarse por Muñeca y que ella recibiese el fatal daño. Ahora, para ocupar el lugar de Brisa Cálida y que no muriese bajo el martillazo. Un Kawarimi de manual.

El Uchiha fue aplastado con violencia contra el suelo. Las costillas de Susano’o habían tratado de acudir a su rescate, pero incluso ellas se habían partido bajo la fuerza colosal de Ryū. Zaide se vomitó en sangre y soltó un quejido roto.

El águila chilló de horror.

Por… tu culpa… Estúpido pajarraco… ¡de mierda! —apenas pudo coger aire para toser, abrazando el gigantesco martillo que todavía reposaba sobre su torso—. ¡Eres una vergüenza para tu familia! ¡Vete, vete o YO MISMO TE MATARÉ!

Kaido creyó oírlo: trac. El momento en que el corazón de la pequeña águila se rompió. Muda, se dejó caer en el aire y se desvaneció en una nube de humo. Una pluma negra cayó sobre la sal.



Ahora sí, estaba jodido. Sentía pinchazos en los pulmones cada vez que trataba de coger aire; le ardían los músculos; le dolían los ojos. Formó un sello e hizo estallar el sello explosivo antes de que se le acercase por el punto ciego.

Una nube de explosivo y humo devoró a Ryū. Era el clon. Hasta para eso no tenía suerte.

Hmm. Debiste usarlo de carnada y detonarlo conmigo cerca, Zaide. —Tensó los músculos para apretar todavía más la Dai Tsuchi contra sus huesos—. Veo que después de todo este tiempo todavía no aprendiste nada.

»Ríndete... o muere.
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#86
Akame compuso apenas una mueca amarga; sí, el poder del Mangekyō había salvado la vida de aquella mujer, pero aunque ella fuese ignorante del precio a pagar, su poseedor no lo era. El Uchiha habría querido decírselo a Otohime, señalarse el ojo izquierdo del que se derramaban lágrimas de sangre, y hablarle de cómo había conseguido tal poder. Pero no dijo nada, y en su lugar, simplemente calló para comenzar a caminar hacia la vorágine de aquel duelo entre titanes.

La acción se desarrolló, frenética, hasta llegar al punto de no retorno, aquel en el que Zaide tuvo que escoger entre salvar la vida de su compañero animal o ganar el duelo en ese instante. Akame observaba todo con los ojos muy abiertos —todavía dolorido el izquierdo— y una reflexión en la cabeza: Uchiha Zaide iba a perder aquel combate por quererlo todo. Desde el principio la razón de ser del Kaji Saiban era el amor de un viejo ninja por su compañera, cuya cabeza tenía precio en Sekiryuu. Zaide, que había podido ganar y poner así a salvo a quien le importaba, había elegido en su lugar a "Brisa Cálida"; condenando, así, a la desconocida muchacha por cuya vida se estaba jugando la propia. Akame lo encontró contradictorio, y amargo. ¿Iba a quedarse sin su ansiada charla, de Uchiha a Uchiha, tan pronto?

Chasqueó la lengua, molesto.

Al final, por aquellos que queremos, siempre hay que pagar un precio —masculló, recordando una de las enseñanzas de su otrora maestra. Qué razón tenía, incluso aunque ahora le ardían las entrañas de tener que reconocerlo.
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#87
Lejos de preocuparse por el estado del resto de la banda, Ryu y Zaide continuaron en lo suyo: batiéndose en incesantes idas y venidas que mostraban un combate real. Sin ninjutsus catastróficos de por medio ni triquiñuelas en forma de genjutsu. Aquellos dos estaban peleando como dos hombres, a puño limpio batiéndose en una danza mortal a la que Zaide parecía saber bailar mejor, pero incluso el Dragón de ébano con sus pasos rudimentarios, usaba su fortaleza para salir bien parado de aquél intercambio continuo de golpes y patadas. Pero Zaide era como un mosquito, volaba y molestaba alrededor sin tener que moverse demasiado. Su capacidad intuitiva de movimiento era digna de admiración, una que el mismísimo escualo hubiese querido tener. Y con esos hábiles movimientos logró asestar, si tal, el primer envite real en todo el enfrentamiento.

Con un golpe directo a los huevos.

—Áu...

El escualo chilló como si el puñetazo la hubiese recibido él mismo en sus pelotas. Le dolía sólo de imaginar recibirlo él. Pero resultó curioso que aunque Ryu chilló, no pareció demasiado afligido, y contraatacó en su momento de mayor debilidad.

Lo que vino después fue, quizás para todos, un poco confuso. La vulnerabilidad repentina del Uchiha, la ingenuidad del moreno respecto al peligro que se ocultaba en forma de sello en sus pantalones. La aparición del águila... y el sacrificio de Zaide, para salvar a su amigo alado.

El rostro atónito de Kaido, con la boca abierta, trataba de comprender porqué Zaide se había vendido de esa manera.

—Creo que ya tenemos a un ganador —se atrevió a vaticinar, dadas las circunstancias de los hechos.
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#88


Zaide se demoró unos segundos en responder.

¿Sabes qué pasa? Que por un lado no puedo rendirme; y, por el otro… —tomó una de sus hachas y cortó el mango del Dai Tsuchi con la hoja envuelta en electricidad—, ¡se me da muy mal morir!

Se apartó la cabeza de hierro y esta sonó con estruendo al chocar contra el suelo. Pero Ryū había estado más rápido aquella vez —y él muy lento—, porque justo cuando se estaba irguiendo apareció sobre él y volvió a aplastarle contra la sal, tomándole del cuello.

Siempre hablaste demasiado.

Le faltaba el aire…

Le faltaba…

Le…

¡Zsss…! Su diestra empezó a recubrirse de electricidad y…

… y Ryū la atrapó con la mano libre, con la misma delicadeza que un cepo para osos. Le dobló hacia atrás los dedos y se oyó un chasquido muy feo, que le arrancó varios aullidos de dolor. Cuando se la soltó, sus dedos estaban doblados en posiciones antinaturales. Tanto que dolía a la vista.

Ríndete…

Le elevó en el aire y volvió a estamparle contra el suelo. Sus pulmones se quedaron vacíos.

… o…

Y, entonces, Zaide lo vio. La única oportunidad que Ryū le había dejado en todo el combate. El único resquicio. Se había quedado sin su clon, y acababa de mirarle a los ojos.



Akame pudo verlo gracias a su Sharingan. Ryū acababa de caer en un Genjutsu. Duró solo un instante, el suficiente como para que se llevase las manos al rostro, en posición defensiva, alarmado por un ataque que nunca le llegó.

Zaide aprovechó el ínfimo segundo para apoyar los pies en las tibias del Gran Dragón e impulsarse hacia atrás, usando la espalda como trineo sobre la sal.

Alzó la zurda al cielo, hacia los relámpagos, y ellos correspondieron la llamada lamiendo sus dedos como un perro a su amo. Parecía una imagen irreal, de fantasía pura, pero así sucedió. Akame notó que el vello se le ponía de punta, debido a la gran electricidad estática con la que estaba impregnado el ambiente. Las nubes de tormenta giraron en espiral en torno a la figura de Zaide. Por un instante, pudo intuirse un dragón en el cielo. No de fuego, como eran los de Ryū; sino hecho de puros rayos.

Ya era hora de que te quedases sin Kage Bunshin, joder.

Bajó la mano como un juez que dicta sentencia…

… y se acabó.



Por unos segundos, Kaido fue incapaz de ver nada. Un destello inmenso, el rugido del tambor de Raijin, y luego nada. Blanco. Todo blanco.

Cuando sus pupilas lograron recuperarse, alcanzó a ver un enorme cráter de diez metros de diámetro. En el centro, un cuerpo, inerte. En el borde, la silueta de un hombre con los dedos rotos y los ojos teñidos de sangre. Apenas se mantenía en pie.

Apenas.



¤ Kirin
¤ Dios del Trueno
- Tipo: Ofensivo
- Rango: S
- Requisitos: Raiton 100
- Gastos: 120 CK
- Daños: 200 PV
- Efectos adicionales: -
- Sellos: -
- Velocidad: (ver descripción)
- Alcance y dimensiones: El rayo abarca 4 metros, y la explosión de electricidad 10 metros
El Kirin es una técnica de rayo extremadamente poderosa, de un sólo golpe. Recoge energía directamente desde las nubes de tormenta, lo que establece el daño de la habilidad, y utiliza el chakra del usuario como métido de control. El usuario, de no estar en una tormenta, se ve obligado a lanzar un pequeño rayo de energía (20 CK) tres turnos antes de ejecutar la técnica para atraer las nubes. Una vez la técnica está lista, rodea su mano de chakra Raiton y la alza, mostrándola a los cielos. Su mano y las nubes se unen en un fino rayo, y entonces el usuario dirige su mano hacia el objetivo. La técnica cae a la velocidad de un rayo,y aunque el objetivo la vea venir, será prácticamente imposible de esquivar, pues todo sucede en una milésima de segundo.
Sólo puede utilizarse una vez en el campo de batalla, pues al finalizar todas las nubes se dispersan y no es posible volver a convocar una tormenta.
[Imagen: ksQJqx9.png]

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#89
El destino, sin embargo, resultó ser nuevamente caprichoso con los deseos de Umikiba Kaido. Ryu lo tenía, lo tenía, lo tenía... pero de pronto, todo se le escapó de las manos.

Esos ojos. Esos malditos ojos «no puede ser» esos rayos. Esos malditos rayos «¡muévete. Muévete coño!»

Pero no se movió. Lo que sucedió fue un destello cegador, auspiciado por los tambores de Raijin. Luego un sonido atronador que dejó allí en su lugar un cráter enorme, con su causante al borde del colapso. Sólo él, sus ojos de sangre, contemplando su... ¿victoria?

«Saldrás de ese maldito agujero, Ryu. Saldrás como el puto Dragón que eres. ¡Sal, coño, sal!»
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#90
El duelo llegaba a su punto álgido. Akame contuvo el aliento durante unos segundos cuando Ryu estampó a Zaide contra el suelo, en una posición que afianzaba su dominancia sobre el Uchiha y le ponía muy difícil a éste el darle la vuelta a la tortilla. Parecía que, después de todo, el Gran Dragón iba a hacer prevalecer su voluntad al viejo estilo: a golpes. Después de presenciar aquel combate, al joven Akame le había quedado claro —no, claro no, cristalino— el por qué nadie se atrevía a batirse contra Ryu cuando había un empate. «Ni siquiera siendo optimistas yo habría podido hacer nada contra él», pensó. Y la aterradora certeza de aquella reflexión le golpeó en el pecho con la fuerza del dai tsuchi del Gran Dragón.

Sin embargo, el destino estaba a punto de enseñarle que se equivocaba; y que se podía vencer a semejante bestia. ¿El destino? No realmente, sino el veterano Uchiha cabeza rapada que había visto su oportunidad asomarse tímidamente al borde de una milésima de segundo. Akame lo supo al instante, cuando su Sharingan le reveló la técnica que Zaide había tenido la oportunidad de ejecutar. «Un segundo», se dijo. A veces, eso era lo único que hacía falta para inclinar la balanza de la vida y la muerte a favor de uno. Y para un Uchiha, era tiempo más que de sobra.

Lo que vino después fue mucho más espectacular, pero menos determinante a ojos del joven renegado. Una técnica de potencia abrumadora, ejecutada en apenas un parpadeo, que pareció dar final al encuentro. Pese a todo, Akame no estaba tan seguro: había visto a tipos como aquel titán aguantar eso y más. Por esa misma razón, se aproximó un par de pasos tímidos, escudriñando con su Sharingan la figura aparentemente derrumbada de Ryu.

«¿Realmente...?»
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

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