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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Le importaban tres huevos cómo decir su nombre, lo que realmente quería saber era sobre aquella mujer. Y pronto el peliblanco admitió que, más que un familiar, la dama hacía de niñera-guardaespaldas, lo que le sacó una inmediata sonrisa al escualo, divertida y socarrona, al imaginarse pelear con aquella mujer. Pero en la cama.

Sin embargo, antes de que pudiera ahondar más en el asunto —estaba plenamente convencido de que, si iba a tener una esposa, ella podría ser la indicada— el uzureño cambió el rumbo de la conversación hacia mareas que probablemente le iban a ser difíciles de navegar. La sonrisa que una vez adornó el rostro de Kaido se esfumó en súbito, y éste le regaló una mirada disconforme.

—Oye, en serio. Tú y tu gente tienen que ser bien estúpidos todos para cometer siempre el mismo error. ¿Qué les hace pensar que preguntarme sobre mi color, así; de buenas a primeras, es una buena idea? —indagó, certero y filoso como navaja—. luego me acusan de ser agresivo e intolerante, manda cojones.

Continuó caminando por un par de segundos, negando con la cabeza, conteniéndose de no cometer una de sus asiduas locuras. Luego decidió cercenar el tema de la manera más sutil posible.

—Confórmate con saber que yo tampoco sé la respuesta, y con el hecho de que no te voy a patear el culo frente a tus amiguitos del remolino. Tienes suerte, me has pillado de buen humor.
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#47
El Uchiha no pudo evitar ensanchar su sonrisa ante la contestación del soldado. A juzgar por quién era —¿acaso Akame sabía realmente quién era aquel tipo?—, por sus preguntas y su forma de hablar, el Uchiha había pensado que la distancia intelectual entre ambos era insalvable. Y, así de fácil, Tamaro le había dado una lección de humildad que tardaría algún tiempo en olvidar.

Certera observación, Tamaro-kun —concedió el Uchiha con total honestidad—. Dime, ¿cuál es tu historia?

No contento con ello, el soldado, caballeroso, lanzó algunas preguntas en dirección a Noemi. Akame sabía que, fuera de las Aldeas ninja, a las mujeres todavía se las veía poco aptas para ciertas tareas y trabajos —soldado, artesano y otros—, y se las relegaba algunas veces a un plano secundario de la vida cotidiana. Por eso mismo podía entender el conflicto que generaba en aquel hombre ver a una mujer luciendo una bandana ninja... Aunque no por ello esperaba que a Noemi le fuese a sentar bien aquel comentario. Conociéndola, mandaría al tal Tamaro a freír espárragos en menos que cantaba un gallo.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#48
La kunoichi había hallado el entretenimiento perfecto, algo que no exigía esfuerzo de ningún tipo y que podía hacerlo en prácticamente cualquier circunstancia sin importar lo que la rodease, lo único que llegaba a resultarle molesto eran los días con demasiada humedad que le afectaba para mal a su cabellera, pero como no era el caso la chica podía pasar el cepillo sin ningún tipo de dificultad una y otra vez aunque no fuese necesario.

La conversación de los otros dos ya le daba un poco lo mismo hasta que al final le dirigieron directamente la palabra. No se sabía siquiera el contexto, pero no se esforzaría por averiguar tampoco.

—A veces. —Respondió sin despegar su mirada de su cabello. —Por pensar así seguramente te habría podido matar antes de que cayeras en cuenta que soy una kunoichi. —Agregó con absoluta serenidad.

Y hasta cierto punto lo tenía comprobado, Haskoz al menos estuvo a su merced luego de un beso así que seguramente muchos otros hombres también. Puede que cambiando su vestimenta por una más casual fuese suficiente para pasar desapercibida como una pueblerina y no despertar sospechas de nadie.
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#49
Que cosas. De por si las mujeres son seres de cuidado, si a eso le añades ser ninja, pues… —reconoció Tamaro, un poco intimidado por las palabras de la rubia.

El joven decidió que lo mejor sería no preguntar mas a la tan agraciada y peligrosa jovencita. Bien sabía que algunas de las flores más hermosas escondían los venenos más letales. En cambio, Akame era alguien con parecía que si se podía conversar, a pesar de que también le provocaba algo de ansiedad el no saber si hablaba enserio o no.

Mi historia… —Miro hacia el cielo, como si en el mismo estuviese contenido parte de su pasado—. No hay mucho que decir: Soy un poblador de Kōtai y he vivido toda mi vida allí. Ser miliciano no me da dinero alguno, pero mi trabajo como cazador y mensajero bastan para darles una buena vida a mi mujer e hija pequeña. También he conocido a gente interesante, gente como el señor Nishijima. Recuerdo que fue cuando él estaba colaborando con fondos para el pueblo; primero fue una milicia, en la cual me enliste, y luego un nuevo puente: El viejo se había derrumbado, pues el fondo del rio es un gran lago de arenas movedizas capaces de tragarse lo que sea, sobre todo pilones grandes y pesados como casas. Por eso, utilizo el dinero para construir un gran puente de arco, que hasta el sol de hoy sigue en pie.

»Por cierto… —Bajo la voz para que solo ambos jóvenes le escucharan, mostrándose un poco incomodo y temeroso por lo que iba a decir—. Sé que no es de mi incumbencia, pero hay un par de cosas que quizás deberían saber sobre el señor Nishijima… La gente suele decir que son solo rumores, pero es porque tienen miedo, yo mismo he comprobado que hay cierta verdad impía tras lo que se cuenta.

»He visto y escuchado cosas… Estoy seguro de que aquel hombre les ha llamado para…


***


Bueno, lo siento, ya suponía que era una mala idea, pero tenía mucha curiosidad al respecto —respondió a lo dicho por Kaido—. Además, me parece que ya eres agresivo e intolerante sin necesidad de que te pregunten nada.

El joven de ojos grises se permitió reír suavemente por la gracia de la situación y de sus propias palabras. Quizás fuese que estaba de buen humor en aquel paraje silvestre y sumamente pacifico.

Me alegro que estes de buenas, Kaido-san, aunque no puedas responder mi pregunta —de pronto su sonrisa se torno sumamente desafiante y sus ojos tan afilados como los dientes de su interlocutor—. ¿Sabes? Creo que aun estas a unos años de poder patearme el culo, pero es una afirmación que estoy dispuesto a debatir a la manera ninja… si sabes a lo que me refiero.

Dentro de poco llegaremos a nuestro destino, mantengan el paso —exigió Yosehara, con su habitual tono autoritario.

Jokei tenía rato mostrándose más ansioso de lo que quisiera permitirse. Había algo que no le gustaba con la situación actual, pero se sentía demasiado disperso como para saber que era. Sus instintos se lo gritaban, pero le costaba mucho entenderlo. Él prefería relajarse en el silencio de la primavera…

¿Silencio en primavera? Pero si en esta época el cantar de las miles de aves es imposible de ignorar —se cuestiono en voz baja—. Espera… Esto solo puede significar...

De pronto lo comprendió todo, aquello que su sexto sentido le gritaba con tanta fuerza. Tomo una gran bocanada de aire para hacerse oír, pero un estruendo se le adelanto.


***


Una colosal bola de fuego envolvió tanto a Tamaro como a su montura, mesclando los relinchos descontrolados del caballo con sus propios gritos agónicos. El impacto fue tal que bastó para volcar las literas de Akame y Noemi, separándolas con una línea de restos ardientes.

¡Nos atacan, formense! —bramo a todo pulmón, Yosehara.

Las flechas cayeron desde el flanco opuesto al del primer ataque, causando caos y muerte como la lluvia de perdición que era. Kōtetsu se encontraba al descubierto cuando comenzó la ofensiva, apenas si había escuchado los gritos cuando una saeta clavo su kimono al suelo sin que se diera cuenta. En cuanto se supo inmovilizado, trato de desenvainar su sable, pues Naomi estaba muy lejos como para asistirle, y las flechas eran raudas y crueles. Estaba a punto de hacharse al suelo y gritar que se cubrieran, pero un dardo maligno le asesto en el pecho, dejándolo en silencio y derribándole mientras la espada se desprendía de sus manos en un gesto macabro.

Con una suerte similar había corrido la joven que acompañaba a Noemi. Aquella pobre criatura se encontraba en mala posición estratégica cuando comenzó el ataque: La llamarada inicial espanto a sus porteadores, quienes dejaron caer la litera. La chica debió de golpearse muy fuerte, pues cuando comenzó la lluvia de flechas se encontraba aturdida y a campo abierto. Nada podía hacerse por los filos metálicos destinados a penetrar su carne justo en la pierna derecha y en la cadera.

El pánico y el miedo comenzaban a hacerse presentes, al igual que los gritos y el alboroto: La pierna de Noemi había quedado atrapada bajo el palanquín, mientras que Akame se encontraba en el camino de la enloquecida y demoniaca bestia en llamas que solía ser la montura de Tamaro. Y el vehículo de Kaido había caído, y ahora le estaba cubriendo a él y a dos de sus porteadores, sin embargo, la estructura apenas alcanzaba para cubrirlos a los tres, y ya se podía sentir como empezaba desmoronarse ante el azote de la tormenta de saetas.
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#50
... a la manera Ninja, si sabes bien a lo que me refiero

Claro que lo sabía, sí señor. Y no estaba dentro de sus planes dejar pasar desapercibido el evidente reto que le había propuesto el uzureño, en lo absoluto. Si tenía que dejarle el trasero molido a patadas para que entendiera la diferencia entre su gente y los shinobi de Amegakure, lo haría con mucho gusto. Nunca estaba de más ayudar a los extranjeros a entender su posición en el mundo.

Para él, se trataba de una buena obra; desinteresada y necesaria para que Kotetsu no viviera más en una mentira.

—Sé a lo que te refieres, colega. Aunque no sé si será el debate más justo, ni mucho menos, teniendo en cuenta... ya sabes, la desventaja que conlleva haber nacido en el país del Remolino —le dio dos palmadas en la espalda, y sonrió con afilada gracia—. En fin, ya tendremos tiempo de probar tu teoría, ¿de acuerdo?

El escualo mantuvo las apariencias y no cayó, por suerte, en la tentación de sus deseos. También ayudó, claro, que el alguacil anunciara que el destino estaba muy cerca, por lo que ordenó a su séquito de guardias y a los jóvenes shinobi, también, que mantuvieran paso firme hacia el rumbo fijado. Kaido siguió caminando al lado de Kotetsu, como si aquella discusión no hubiese significado nada.

Al final de todo, pudo ver a Yosehara balbuceando; y a su caballo relinchar. El caballo del líder se detenía en seco, de cuando en vez, pero el escualo restó total importancia a sus gestos. Le era incapaz discernir lo que estaba por venir, más sin embargo...

***

El ataque fue inminente. Los ojos cristalinos de Kaido se iluminaron al rojo vivo, viendo pasar por su diestra una enorme bola de fuego que envolvió a uno de los guardias que estuvo conversando con Akame, y Noemi. Él y su caballo se encendieron cual farol de calle y sucumbieron ante el miedo fortuito que generan las insoportables llamas a su alrededor, cayendo al suelo y tumbando consigo las literas que sostenían a los otros dos genin.

Yosehara pidió su formación. Una que, probablemente, habrían estado practicando por años, sabiéndose susceptible a ataques de ese tipo. Mas sin embargo, el tiempo de reacción fue tan corto y las amenazas tan consecutivas que ni el ejército más experto sería capaz de refugiarse de aquella semejante lluvia de flechas que aparecían desde la retaguardia. Caían incesantes como cual gotas de lluvia, lo que entre miedo y perjuras; le pareció lo bastante irónico al tiburón como para que dejara salir una tímida y miedosa risilla.

«¡Mierda, mierda mierda!»

El silbido agónico de los proyectiles pasar tan cerca le crispaba los nervios. Y aunque sabía que aquello, de alguna forma, no iba a afectarle en lo más mínimo, no quería tener que verse atravesado por una de aquellas flechas. Kótetsu, sin embargo, no padeció la misma suerte.

La primera se clavó en sus ropajes, obligando a su cuerpo a comer tierra. La siguiente, más inesperada, sentenció su pecho y le hizo perder el agarre de su espada. Kaido observaba todo aquello, mientras que estaba siendo cubierto por su propia litera, y a su lado yacían otros dos dependientes, resguardándose de una muerte segura.

Kaido discutió rápidamente sus posibilidades, y decidió que lo más sensato era quedarse detrás de su resguardo. No obstante, para el escualo lo "sensato" no era precisamente el deber ser de su comportamiento, por lo que se abalanzó a hacer todo lo contrario. Salió corriendo hacia donde estaba Kotetsu, le tomó por la pierna y dejó que su brazo derecho se inflara con los fluidos de su cuerpo, convirtiéndose en una monstrosa extremidad, con la fuerza suficiente como para arrastrar al peliblanco de un solo jalón y llevarlo hasta la seguridad de su propio resguardo.

—!Despierta, bribón!
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#51
Akame no pudo evitar soltar una ligera carcajada ante la réplica de su compañera kunoichi. Noemi parecía exactamente eso; una belleza cautivadora tras la que se escondía una fiera tan peligrosa como excitante. Estaba claro que Noemi no se andaba con tonterías. «Vaya, ahora empiezo a pensar que es Haskoz-kun el que juega con fuego estando con una chica como ella». Conocía a su compañero gennin y no tenía duda de que más de una vez habría salido malparado por desagradar a Noemi.

Luego Tamaro le contó su historia que, pese a lo aburrida que parecía al principio, dio paso a una revelación mucho más interesante y oscura. Akame se acercó al jinete para no perder detalle alguno de sus palabras. El escultor parecía no ser sólo un artista solitario y excéntrico, sino también un gran mecenas y benefactor para el pueblo y su gente. «No me extraña que todos le profesen tal lealtad y admiración. Este tipo debe haber invertido cientos de miles de ryos en Kotai... ¿Por qué un simple escultor se tomaría tantas molestias?». Tal y como sucediera en los días anteriores, cuanto más sabía de Nishijima Satomu, menos entendía lo que estaba ocurriendo.

Como en las fábulas de dioses y hombres, de espíritus traviesos que se burlan de los mortales, Tamaro no llegó a revelar qué era lo que le suscitaba tanta inquetud. No pudo. Como tampoco podría volver a casa al final del día, junto a su mujer y a su hija.

¡Por todos los dioses!

Jinete y montura estallaron en una explosión de fuego que casi alcanzó también al Uchiha. Akame se apartó de un salto, arrojándose al suelo para evitar el abrasador toque de las llamas. Apenas levantó la cabeza, pudo ver como el caos se había desatado a su alrededor. Flechas volaban desde la espesura, los porteadores habían dejado caer las literas y a su alrededor todo eran gritos, sangre, muerte.

Por puro instinto, el Uchiha se colocó en cuclillas y, sin querer incorporarse más de lo necesario para poder andar, corrió hasta una de las literas volcadas para usarla de cobertura. Luego analizó la situación, tratando de calmarse mientras notaba su respiración agitada oprimiéndole el pecho.

«De acuerdo, tranquilo. Tranquilo. Las flechas vienen de este flanco. Esa bola de fuego... ¿Un jutsu? Vino del lado contrario de la columna, maldición...»

Desde la cobertura, sus ojos —ahora rojos por el Sharingan— trataron de identificar al emisor de aquella llamarada. Un ninja, por novato que fuese, podía llegar a ser mucho más mortífero que diez arqueros. Si de verdad estaban siendo atacados por shinobi, Akame creía prioritario identificarlos. Si no... Bueno, no quería que le cayese otra bola de fuego en la cabeza sin verla venir.

De repente vio a Noemi, a unos metros de él, con la pierna atrapada bajo su litera.

¡Noemi-san! —gritó el Uchiha.

«No puedo dejarla ahí». Akame esperó unos instantes y luego su mano derecha formó el sello del Tigre. Desapareció en un parpadeo justo para reaparcer junto a su compañera de Aldea. El Uchiha desenvainó el Lamento de Hazama, que brilló con un resplandor rojo sangre cuando él utilizó la espada para cortar la madera y tratar de liberar la pierna de Noemi.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#52
La atención de la kunoichi se había centrado completamente en su cabellera y por tanto, se llevó un susto casi de infarto cuando el jinete a su lado estalló en llamas casi sin explicación lógica.

El motivo para la rubia era completamente desconocido, tras llevarse ese susto que la hizo levantarse de un brinco, el transporte en el que viajaba se tambaleó y justo después cayó de modo que una de las piernas de la chica terminó atrapada bajo la estructura.

En un abrir y cerrar de ojos todo a su alrededor se había convertido en un caos, soldados corriendo de un lado a otro, flechas cayendo por todas partes y ella… Tumbada en el piso chillando por el dolor de tener una pierna bajo el peso de lo que alguna vez la había estado llevando, Noemi terminó por tomar una de sus tantas katanas que llevaba encima y comenzó a golpear la madera de forma frenética en un intento por liberarse. Es decir, ¿qué otra cosa podía hacer? Estaba desesperada y seguramente Akame podría notar en su mirada el miedo que sentía de estar tan expuesta a semejante lluvia de flechas y fuego. Luego de todo aquello la rubia probablemente tendrá que agradecer a su compañero por la ayuda.

Por otra parte, aquella fémina que había estado acompañando a la Sakamoto durante todo el trayecto había terminado de alguna manera u otra en una de las tantas literas así no lo desease, es más, se suponía que ella regresaría a Uzushiogakure tras asegurarse de que Noemi llegase a la posada pero terminó envuelta en todo aquel embrollo.

En cuanto todos comenzaron a correr y el transporte de Maki cayó, esta logró una mejor reacción que su compañera logrando así solo llevarse un golpe con una tabla que se resquebrajó. Quedó aturdida, muy cierto, pero se las había ingeniado para mantenerse en pie y tras tambalearse un poco una flecha le pasó muy cerca de la cadera mientras que una segunda le provocó un corte algo profundo en la pierna.

—Su puta madre —Se quejó la chica con una notoria mueca de dolor en el rostro.

Por su vestimenta y aspecto cualquiera hubiese supuesto que Maki era una criada bastante inútil y delicada, pero dentro de la mansión había recibido cierto entrenamiento básico y entre ello se había llevado un buen par de cortes y golpes, suficientes para que aquel dolor causado por una flecha no la dejase llorando aunque sí que estaba adolorida, tanto que prefirió refugiarse detrás de la litera donde se apreciaba fácilmente que las flechas no llegaban.
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#53
Cual tormenta veraniega, la lluvia de flechas ceso para dar paso a un ominoso silencio, la calma después de la tempestad. Pronto se comenzaron a escuchar los quejidos y suplicas de aquellos que habían quedado heridos por tan sorpresivo y violento ataque.

De pronto, Kōtetsu se levanto un tanto agitado y con una hincada de dolor en el pecho. Se encontraba detrás de una de las voluminosas literas, pues mientras estuvo inconsciente, el chico azulado se había valido de recursos para él desconocidos y le había puesto a resguardo.

Cielos… —se quejo, mientras veía el hasta que emergía de su pecho.

Calmado, pero con la cantidad esperable de miedo, palpo el proyectil y este cayó al suelo. El joven reviso sus ropajes y encontró entre ellos la irónica razón de que aun siguiera con vida. El metal de su bandana había recibido el impacto y había conseguido mitigar suficiente de la fuerza como para que la flecha solo le dejara una herida dolorosa, pero superficial. No pudo evitar sonreír por tan curioso acontecimiento: A veces no, casi siempre llevaba su bandana oculta entre los ropajes, mas por motivos morales que por alguna otra razón. De a momentos se avergonzaba, pues sentía que estaba rechazando el ser un ninja y que hacer aquello le terminaría acarreando una terrible mala suerte.

La muerte y sus formas de guiarnos por la vida; y pensar que esta mala maña me terminaría salvando, y que si hubiese portado la placa en la cabeza estaría, literalmente, con el corazón roto.

Observo a Kaido fijamente por unos instantes, suponiendo que había sido el su salvador, y con una sonrisa le dijo:

Estuvo cerca…, pero parece que si tendremos la oportunidad de debatir nuestra fuerza algún día.

¡Reagrúpense, que esto aun no ha terminado! —bramo Yosehara.

Y aquel hombre tenía mucho de razón, pues desde la espesura del bosque les alcanzo el sonido inconfundible de gente corriendo. Kōtetsu se puso en alerta, levantándose y buscando su espada abandonada, pues sabía que el ataque con flechas solo tenía la intención de debilitarlos y hacer que se dispersaran. Espero unos segundos, hasta que, desde las sombras creadas por la arboleda, salió un numeroso grupo de seres completamente cubiertos con telas marrones y verdes.

Son demasiados.” pensó el joven de ojos grises, notando la obvia superioridad numérica.

Sin poder evitarlo, dio un paso hacia atrás preparándose para la acometida. Los atacantes avanzaban sin miedo, blandiendo sus armas de forma un tanto torpe pero constante. Pronto la fuerza se encontró, y comenzó el choque de metal contra metal. Pero aquello no parecía una batalla normal, pues lo extraño vagaba entre las filas enemigas: Su organización era tan efectiva que durante unos instantes casi lograron aislar a cada uno de los siete pasajeros de todos los otros, pero sus movimientos individuales eran tan monótonos que resultaba fácil el esquivar sus ataques en un uno a uno.

¡No se dejen rodear! —grito Jokei, cuando la lucha apenas llevaba unos segundos y aun no se contaban bajas, pues todos estaban buscando la mejor posición para combatir—. No voy a dejar que unos mugrientos mercenarios me maten tan fácilmente.

Su caballo recibió una estocada en la garganta y se desplomo en medio de un sombrío relincho y de un roció de sangre. Yosehara bajo de un salto y se planto firme, encarando a su atacante. Esquivo con facilidad un hachazo dirigido a su pierna, y luego arremetió como un toro, clavando la punta de su Naginata en el vientre de su enemigo con suficiente fuerza como para elevarlo mientras estaba empalado.

¡¿Pero qué demonios?! —Se quedo estupefacto al ver como no corría sangre desde la herida, sino que su enemigo se deshacía en un montón de arcilla.

Para aquel hombre de pueblo, aquella era una especie brujería inexplicable, pero a un ninja se le hacía obvio de que se trataba: Sin duda, eran una especia de clones hechos a partir de arcilla y chakra.

Todos se dieron cuenta de aquel suceso, pero eso no cambio la difícil situación en la que estaban: Seguían siendo superados en numero y lo peor es que estaban separados el uno del otro: Tanto Akame como Noemi se hallaban enfrentados a un grupo de varios agresores. En similar condición se encontraban Kaido y Kōtetsu. Y en solitario estaban los otros tres invitados, como Naomi que se encontraba luchando contra varios de aquellos seres, al igual que la chica acompañante de la rubia y el señor que acompañaba al joven azulado.

Algunos tendrían la opción de huir al bosque, pero era una zona que no conocían y que podía contener alguna desagradable sorpresa, cortesía de sus atacantes. Ya fuera en dúos o en solitario, les tocaba apañárselas como mejor pudieran. Pero no todo estaba en contra, pues habían tenido el suficiente tiempo como para reagruparse en pequeñas unidades que podrían defenderse decentemente… al menos por un tiempo.


Bien. Toca una actualizacion de estado:

En total la comitiva consta de:

28 porteadores de literas
21 soldados de a pie
7 soldados a caballo
Yosehara
7 invitados
= 64 personas en total

Que luego de la lluvia de flechas quedaron de la siguiente forma:


Unidad de Akame y Noemi:
6 porteadores
4 soldados de a pie
1 soldados a caballo
2 ninjas
Total = 13 vs 20 atacantes.


Unidad de Kaido y Kōtetsu:
8 porteadores
6 soldados de a pie
0 soldados a caballo
2 ninjas
Total = 16 vs 21 atacantes.


Unidad para cada uno de los otros tres npc acompañantes:
3 porteadores
2 soldados de a pie
1 a caballo
1 ninja
Total = 7 vs 10 atacantes


Unidad de Yosehara:
El solo contra el mundo.

Bien. Con los numeros claros, establesco lo siguiente:

1) Cada atacantes es un muñeco de arcilla con 40PV de resistencia y un promedio de 15 en sus atributos cuyas armas artificiales, sean las que sean, hacen los mismo daños que una Kodachi. - Daño: 9 PV/golpe con mango o vaina, 12 PV/corte superficial, 18 PV/corte, 25 PV/penetración
2) Cada unidad puede manejar sus soldados a su discrecion y libre albedrio, aunque los porteadores no tienen armas con que defenderse, pero si sus puños. Los soldados de a pie llevan (Naginatas) y los de a caballo Hankyus (arcos pequeños).
3) Dependiendo de como se desenvuela el combate podriamos ir de dos rondas como minimo a... bueno ya veremos como se dan las cosas.
4) Los que manejan NPC, tambien pueden manejar la situacion a voluntad, pero sin intervenir en los combates de las otras unidades.
5) Estamos en medio del camino, si alguien quiere utilizar el bosque o ir a pelear a él, puede hacerlo, pero a su propio riesgo, en serio.
6) Recuerden la abvertencia de Yosehara Jokei.
7) Hay unos 13 heridos o Inhabilitados causados por la lluvia de flechas.
8) Para tener una idea, las cosa se escucharia mas o menos Asi
9) Cualquier otra duda, por pequeña que sea, por MP por favor.
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#54
El bribón —como él le había llamado durante su inconsciencia— despertó de su somnolencia, y se agitó en el suelo ante la agradable noticia de que aquella flecha no había causado mayores estragos en su pecho. Sonrió como quien se sabe con suerte ante los caprichos del destino, y observó al escualo.

Estuvo cerca. Pero parece que si tendremos la oportunidad de debatir nuestra fuerza algún día.

«¿gracias a quién, malagradecido de las mil putas?»

—De nada —advirtió, antes de hacerle un gesto con la mano para que se levantase de su abatimiento y pusiera su guardia en marcha, en víspera de lo que probablemente estaba por venir.

Un sutil y energúmeno silencio les invadió después de las primeras ofensivas enemigas. Y al parecer, el único que sabía que todo aquello aún no había terminado era el mismísimo Yosehara, quien pidió a sus esbirros que se reagruparan lo más pronto posible. Ellos hicieron lo propio ante la inminente orden de su líder, quien comprobó de primera fila el cómo desde las arboledas cercanas salieron despedidos un alto número de enemigos, todos curiosamente adornados con una vestimenta similar y arremetiendo hasta el centro del ahora campo de batalla para completar con su evidente objetivo: eliminar a la comitiva de viaje.

Y como en todo enfrentamiento, el silencio que les había abrazado en un principio se vio repentinamente roto por los gritos ahogados de los heridos, y del metal chocando con el metal. La embestida de filosas espadas una con otras inundó el área con la entonación característica de la más campal de las batallas, y tras las primeras colisiones, la sangre empezó a tintar la tierra y la grama.

El alguacil advirtió que estuvieran atentos a verse rodeados.

Luego, perdió su caballo.

Y finalmente, hizo caer al primero de los otros.

Kaido presenció, al igual que sus congéneres shinobi, el cómo la primera víctima de Yosehara se deshizo en el supuesto material del que ahora se sabían compuestos. Arcilla, o arena «¿no me digas que...»

Eran unos malditos clones. Y ahora prácticamente divididos en fuerzas, teniendo en cuenta que incluso los más experimentados como Yarou-dono quedaron relegados en sus propias batallas; a Kaido sólo le quedó renegar su la protección de su mentor, armarse del más estúpido valor naciente de su falso sentido de confianza y miró a Kotetsu, junto a los soldados y porteadores, intentando no reflejar ni un ápice de miedo en su azulado rostro marino.

Sacó de su bolso de utensilios un kunai, y lo empuñó fuertemente con su mano derecha. Luego intentó explicar su punto de vista mientras ponía su cuerpo en ristre. Movía sus manos señalando primero a los soldados armados, pidiéndoles que al menos tres de ellos tomaran la primera línea y los otros tres, la retaguardia.

—¡Bien, hijos de puta! escuchadme bien —clamó, con la furia de una bestia—. no tengo intenciones de morir en éste maldito lugar, tan lejos de casa y luchando contra enemigos que no me he ganado yo personalmente. Si he de perecer algún día, que sea peleando por mi aldea, o por los míos; no por la causa de un jodido escultor al que le sabe a mierda si vosotros caen, o no —estaba claro que su poder de convencimiento no iba a ser tan efectivo como él habría esperado, pero al menos tuvo la suerte de elegir bien sus palabras. Porque el mensaje que les quería transmitir a los guerreros, a pesar de que probablemente no necesitasen de una palmadita en la espalda, era que la pasta del tal Satomu no iba a equiparar a las bajas. Él no iba a salir de sus comodidades, cuentos y castillos para salvarles el pellejo—. así que hagan bien su maldito trabajo, organícense como mejor les haya enseñado Yosehara-san y eliminemos a esa maldita horda de clones, ¿ok?

Entrecerró los ojos y calzó la mirada hacia el frente. Contó, y les superaban en números. Incapaz de idear un plan estratégicamente funcional, dejó que ellos mismos armasen las líneas ofensivas y defensivas entre ellos. Al menos que Kotetsu tuviese la perspicacia suficiente como para organizarlos él mismo.

Fuera cuales fueran los resultados organizativos de su grupo, el puñal del escualo estaba listo y preparado. Así al igual los poderes de su clan, a los que echaría en falta si quería evitar una herida fatal. Esa era su ventaja, el ser un Hozuki.

***

El viejo Yarou observaba de brazos cruzados todos los frentes posibles. No le preocupaba el suyo, ni mucho menos; sabiéndose capaz de eliminar las amenazas más cercanas con propiedad, pero el resultado de su propia arremetida podría ser catastrófico para los demás. Su problema: que no estaba sólo, sino acompañado de los acompañantes de los otros jóvenes shinobi.

Pero era demasiado honesto y buen samaritano, que no pensaba dejar indefensas a dos mujeres, a pesar de que éstas demostraban tener aptitudes para enfrentar a los clones. Confiaba en Kaido, confiaba en que ante la primera amenaza real, optara por confiar en su entrenamiento y en sus conocimientos para superar la prueba con creces. De no ser así, intervendría, pero sólo de ser absolutamente necesario.

Pero quizás, sólo quizás, él y la mujer llamada Naomi podrían ayudar de otra forma. Él, con mejor temple y más cabeza, le hizo saber sus indagaciones.

—Quien está detrás de esta artimaña no debe estar muy lejos. Los clones vienen del bosque, así que quien controla a estos esbirros de arcilla tiene que estar allí, o de lo contrario; tendría demasiado inconveniente como para controlar semejante cantidad de réplicas. Esa es la amenaza real, señores. ¿Qué piensan hacer?

Una de las balas de agua atravesó al primer enemigo, de los diez. Limpió su dedo del líquido vitae, y se centró en el otro.
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#55
¡Ya está! —exclamó el Uchiha cuando su espada, con la hoja envuelta en una capa de chakra carmesí, cortó la madera con facilidad para dejar libre la pierna de Noemi.

Rápidamente Akame se incorporó, buscando cobertura contra una nueva salva de flechas que nunca llegó. En lugar de ello, los asaltantes decidieron entablar combate directo, abandonando la cobertura de los árboles. Un gran número de figuras, todas envueltas en ropajes con los colores de la foresta y acero en mano, se abalanzó sobre la comitiva. «Por todos los demonios de Yomi, son demasiados», pensó el Uchiha, apretando los dientes. Se avecinaba una batalla cruenta.

Su cabeza empezó a funcionar como una caldera a punto de reventar, tratando de recordar las extensas y teóricas lecciones sobre estrategias de combate, posicionamiento y demás. Echó un vistazo al camino, luego a las literas que yacían junto a ellos, derribadas, y luego a los soldados que empezaban a hacer piña junto a él y la Sakamoto.

¡Vosotros! —gritó el Uchiha, tratando de llamar la atención de los porteadores que, con las manos desnudas, parecían dispuestos a defenderse—. ¡Usad las literas para formar una barricada en nuestra retaguardia! ¡Que no nos rodeen!

Los atacantes recortaron distancia, y Akame pudo entonces distinguir algo que los otros shinobi dedujeron también, por otras vías. «¡Bunshin!». Gracias a su Sharingan, el gennin pudo distinguir claramente el chakra que tomaba forma dentro de cada uno de aquellos clones. «Eso significa que efectivamente estamos siendo atacados por shinobi... ¡Maldición!». Algunos soldados se agruparon con ellos, y Akame trató de indicarles que se apartaran.

¡Fuera! ¡A los flancos!

Sus manos se entrelazaban, veloces, en una secuencia de sellos. El Uchiha se adelantó, buscando atraer la atención de los bunshin hacia él y confiando en que los demás le cubriesen la espalda. Cuando tuvo a un buen puñado de ellos de frente, lo bastante cerca, Akame se llevó una mano a los labios.

¡Katon! ¡Goukakyuu no Jutsu!

Entonces tomó aire... Y sopló. De su boca salió un torrente de llamas abrasadoras, potenciadas por su chakra, y Akame trató de barrer el área frente a él con aquel chorro de fuego sostenido. Si su maniobra salía bien, se llevaría a unos cuantos de aquellos clones por delante. Sin embargo...

«Luchar contra ellos es una pérdida de tiempo»

¡Noemi-san! —gritó, desgarrándose la garganta para intentar hacerse oír por encima del fragor de la batalla—. ¡Debemos encontrar al ninja!



Goukakyuu potenciado (x3) en modo lanzallamas e.e
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#56
La liberaron, genial, pero no la ayudaron más que eso así que tuvo que ponerse a cubierto por sus propios medios aun con la pierna entumecida por el golpe que se había llevado. Aunque con el caos que se había montado no podía culpar al Uchiha por ello, inclusive se mantuvo en silencio y buscó refugio detrás de la litera que la había estado llevando, a un lado de su compañero.

Pero entonces comenzaron a aparecer criaturas de aspecto humanoide que hasta el momento en que Yosehara destruyó uno hubiese jurado eran personas comunes y corrientes. «Estamos jodidos… »Razonó la kunoichi al darse cuenta medianamente de con qué estaban tratando, segundos después, Akame lo confirmó gracias a su Sharingan.

Claro que Noemi tuvo que centrarse en su alrededor, si bien tenían una parda de soldados que deberían de estarles cuidando, uno no podía fiarse de que todo fuese bien y no sería extraño que alguno de los clones llegase hasta ella.

Pero también estaba Maki, incapacitada y para colmo desarmada, pues nunca se le permitió portar armas a excepción de un miserable kunai y Noemi era muy consciente de ello por lo que estuvo un buen rato buscándola con la mirada aunque sin éxito, principalmente con la intención de darle una de sus tantas espadas.

Lamentablemente, en su sector la pelea había comenzado, liderada por el de Uzushio que se dio el lujo de soltar un chorro de llamas bastante intimidante si somos sinceros. Ella por su parte prefirió tomar un par de sus katanas para clavarlas en el piso y luego desenfundar otra más la cual empuñó con ambas manos.

—¡Luego de cargarnos a estos podemos preocuparnos por el shinobi! —respondió a gritos la kunoichi.

Lo que más le interesaba era salir viva de allí, fuese como fuese y con un poco de suerte no habrían más bajas de las que ya hubo.

De cualquier manera, Noemi prefirió mantenerse al margen, hasta que uno de los clones se le vino encima y prefirió lanzarle una de las katanas que estaban clavadas al suelo dándole un fuerte golpe con la que estaba empuñando. E incluso en el caso de que el clon siguiese su camino, la chica estaría más que lista para lanzar la otra o mismo para terminar el trabajo con la espada que yacía en sus manos.

_______

Maki por su parte había sido rodeada por unos cuantos soldados y también clones, aunque a diferencia de todos los demás grupos, ella probablemente sería la que menos chances de sobrevivir tendría aunque claro que no iba a rendirse sin más.

—¿Y dónde están las otras cuando hacen falta? —Se preguntó a sí misma con una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro.

Con bastante dificultad la joven se puso de pie depositando la mayor parte de su peso en la pierna sana y aprovechó el instante para extraer de la manga su única arma, un kunai con un hilo amarrado.

—¡La cosa es sencilla, al que lo rodean se muere! ¿¡Lo quieren más claro!? —Bramó la chica antes de comenzar su ataque.

Cada Sakamoto tenía su propio estilo de pelea, usualmente los selectos terminaban heredando las técnicas del cabecilla de turno pero no quitaba que los demás pudieran llegar a aprender alguna que otra cosilla como el estilo que Maki había desarrollado.

La sirvienta Sakamoto lanzó el kunai hacia uno de los clones y ni bien este impactó, tiró fuertemente del mismo para removerlo y volverlo a lanzar contra el cuello de otro de los clones. A veces lo lanzaba de formas horizontales, otras de formas verticales y en conjunto con cada lanzamiento la chica giraba y daba vueltas como si se tratase de una especie de danza en la que el hilo nunca llegaba a enredarse y la trayectoria del filo se mantenía inmutable hasta chocar contra alguno de los clones. Una y otra vez dando golpes a cada criatura de arcilla con la intención de mantenerlos a raya, aunque probablemente los soldados serían los que dieran el golpe de gracia, pues Maki no podría mantenerse demasiado tiempo debido a la herida en su pierna que no paraba de sangrar.
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#57
Siguiendo las órdenes del Uchiha, los porteadores de grandes músculos juntaron ambas literas cercanas en lo que vendría a ser su nueva retaguardia. Formaron un pesado muro que si bien conseguía protegerlos de una posible envoltura, también les dificultaría el retroceso si es que necesitaban hacerlo, la situación les obligaba a hacer frente a sus enemigos.

Los cuatro soldados que restaban en su equipo se dispusieron a colocarse frente a él, pero Akame les ordeno que se hicieran a un lado y se distribuyeran en los flancos. Así lo hicieron, recibiendo el apoyo de los porteadores que con su fuerza les ayudaban a mantener una posición estable mientras blandían sus lanzas. El de cabello azabache se adelanto al grupo, y luego de una serie de sellos, expelió desde su ser una enorme llamarada cual aliento de dragón que envolvió a la vanguardia enemiga y cuyo calor se alcanzaba a sentir desde la distancia. Sin embargo, solo alcanzo a tres soldados de arcilla que la recibieron sin inmutarse, pero viéndose gravemente dañados y ralentizados, lo suficiente para acabar con ellos con facilidad.

Por su parte, la Sakamoto se reincorporo velozmente para defender su flanco y su vida. Desplego varias Wakizashis a su alrededor y se hizo fuerte en su postura de combate. Cuando uno de los enemigos se acerco hasta ella, la joven impacto una de las espadas clavadas en el suelo con la que sostenía, provocando que la primera saliese disparada como una esquirla mortal. El clon de arcilla recibió el impacto, y el arma se llevo un brazo y parte de su vientre, de una manera que habría despedazado a una persona normal, dejándole tambaleándose y a un simple golpe de caer vencido.

El arquero del grupo se dispuso a terminar el trabajo de la rubia con una flecha bien colocada. Sin embargo, al momento de aclarar las posiciones Akame no había tomado en cuenta que el pobre soldado iba a caballo y que no podía estarse quieto en los flancos como los otros, por lo que una lanza enemiga lo encontró fuera de posición, dándole en el tórax y derribándolo de su montura, quedando herido con necesidad de ser socorrido.

Después de observarles por un rato, los ojos carmesíes del Uchiha podrían notar algo bastante curioso: Los clones solo reaccionaban adecuadamente a los movimientos más comunes, pues los más complejos los dejaban perplejos. Además de que tenían un patrón de ataque compuesto por poco más de cinco movimientos simples. Aquello podría brindarle una buena ventaja estratégica… si la aprovechaba bien, claro está.

***

El chico azulado ayudo a Kōtetsu a incorporarse rápidamente, pero no hubo momento ni oportunidad alguna para agradecer como debiese de hacerse.

Un grupo de soldados terroso se dirigían hacia ellos, apiñados en una formación cerrada que parecía destinada a hacerlos resistentes contra los ninjutsu. Viendo la diferencia numérica y las pocas posibilidades que había para salir victorioso, Kaido arrojo al aire un discurso torpe y mordaz sobre lo que debían hacer. El Hakagurē sonrió, pues si bien su hablar era poco convincente, estaba cargado de una cruda verdad que nadie podría ignorar.

Eso fue inspirador —dijo, con tono de gracia y sarcasmo, mientras se colocaba a su lado, hombro con hombro—. Oye, Kaido-san, ¿quieres apostar sobre quien acaba con mas enemigos?

Parecía una locura, demostraba ser una demencia, pero si, el joven espadachín se encontraba embargado por una serena, pero evidente excitación. Sabía que las batallas eran terribles y que la gente moría en ellas, pero su herencia guerrera se apoderaba de su sangre en aquellas ocasiones. Y para un Hakagurē, morir peleando es algo lleno de honor y gloria, por lo que su mente no se preocupaba por el cruel destino sino por el arduo camino de la lucha.

¿Entonces no te importa morir?” susurro Bohimei, en lo profundo de su ser.

Si me importa, pero está en mi naturaleza poner a prueba mis capacidades de supervivencia —murmullo él.

El joven observo sus fuerzas y trato de pensar en que podía hacer, recordando la batalla que se llevo a cabo en Odayaka. Solo tenían seis soldados, ocho porteadores y ningúna unidad a caballo. Por un instante no pudo evitar pensar que aquellos hombres musculosos como bueyes resultaban inútiles en una batalla real.

Sí, son como bueyes… —se dijo a sí mismo, en voz alta—. Tengo una idea, Kaido-san. Esto podría darnos la victoria si funciona, pero si no lo hace y muero, quiero que sepas algo...: Si hubiésemos peleado, te hubiese pateado el trasero.

Y con una sonrisa se alejo hacia donde estaban los porteadores. Les ordeno que entre todos sostuvieran su litera de modo horizontal y que a la cuenta de tres marcharan hacia adelante con todas sus fuerza. El joven planeaba la locura de utilizarles como una especie de ariete, lo cual tenía algo de genialidad, pues con lo corpulento de aquellos ocho sujetos ni siquiera un muro de piedra podría soportar tal embestida. Aquello debería poder conseguir dispersar las tropas enemigas, dejándolo a él en medio del caos de las filas contrarias, pues los componentes de la improvisada maquina de asedio no podían quedarse a luchar. Su única esperanza era que Kaido dirigiese al resto de soldados en una heroica carga que atrapara a los enemigos derribados y fuera de lugar, y que eso le salvara el pellejo.

El joven se subió en la litera y, con un grito helado y la espada en alto, encabezo el casi suicida ataque:

Adelante, marchen con todo y no se detengan hasta alcanzar la victoria.

***

El acompañante de Kaido se mostraba impávido ante tal acometida, demostrando la experiencia de un guerrero consumado. Alguien que en numerosas ocasiones se habría de haber enfrentado a desventajas numéricas que harían que aquella batalla pareciese un chiste, y que ha de haber estado tantas veces cerca de la muerte que ya la consideraba como una vieja amiga.

Naomi escucho las palabras del anciano y supo que hablaba con rotunda razón, pero aquello no hacía que fuese más fácil lo que estaba proponiendo. Al igual que él, ella estaba al pendiente de cómo se desarrollaba el combate de su señor. Y no pudo evitar sentir que el corazón le daba un vuelco cuando lo vio cabalgando un enorme ariete humano en contra de una multitud de arcilla.

Puedo localizar al culpable con una técnica de sensor, pero necesito estar concentrada durante un tiempo —contesto, mientras abatía a dos de los enemigos.

Por supuesto, ella bien podía exigirles a quienes la acompañaban que la protegieran mientras se quedaba estática, sondeando los alrededores, pero no tenía el corazón como para sacrificar a alguien más en su lugar. Además de que eran demasiado para que incluso las fuerza del grupo de ella y de Yarou pudiesen mantenerlos al margen el tiempo suficiente. Dada las circunstancias de le hacia mas facil el tratar de defender a quienes le acompañaban... Aunque encontrar al ninja debia de ser un prioridad.

***

La unidad de Maki se estaba defendiendo mejor de lo que hubiese podido esperarse, pues la inusual técnica de la muchacha estaba mas allá del simple nivel de compresión de aquellos clones. Por lo que estos no encontraban como reaccionar ante tan elegante y filoso ataque que emulaba la ferocidad y agilidad del avispón. Un corte aquí y otro allá, y con la ayuda de los soldados los enemigos comenzaban a caer.

Pero la joven no podía confiarse, pues uno de sus flancos estaba siendo arrinconado rápidamente, y si la batalla se volvía del tipo choque frente a frente, puede que no tuviera la posibilidad de seguir blandiendo aquel estilo.

Por su parte, Yosehara se encontraba rodeado y en una desventaja numérica que hacia preocupante su estado de aislamiento total. Sin embargo, no se sintió para nada amedrentado, pues aunque fuesen diez contra uno, se sabía fuerte y experimentado. Tenía plena confianza en su lanza que arremetía con el poder del dragón y con la ferocidad del tigre.

Un golpe con el asta de su arma y derribaba a uno de los clones. A otro lo empalaba alzándolo por los aires, y a alguno que llegase a atacarle cuando no podía blandirla lo tomaba por el cuello con sus fuertes manos y lo arrojaba contra el resto como si fuese un costal. En dado momento mantenía a uno ensartado, y otro fue atacarle por la retaguardia, pero Jokei utilizo al que ya tenía como si fuera un martillo y lo estrello contra el agresor, creando una lluvia de fragmentos de arcilla.

Si, aquel hombre se veía tosco y salvaje, enorme y fuerte como un bruto gorila, y lo mejor de todo era que luchaba haciendo gala de esos mismos atributos.


Bien. Toca una actualizacion de estado:


Unidad de Akame y Noemi:
6 porteadores
4 soldados de a pie
1 soldados a caballo - 1
2 ninjas
Total = 12 (13 - 1) vs 19 (20 - 1) atacantes.


Unidad de Kaido y Kōtetsu:
8 porteadores
6 soldados de a pie
0 soldados a caballo
2 ninjas
Total = 16 vs 21 atacantes.


Unidad de Yarou:
3 porteadores
2 soldados de a pie
1 a caballo
1 ninja
Total = 7 vs 9 (10 - 1) atacantes


Unidad de Naomi:
3 porteadores
2 soldados de a pie
1 a caballo
1 ninja
Total = 7 vs 7 (8 - 2 )atacantes


Unidad de Maki:
3 porteadores - 2
2 soldados de a pie
1 a caballo
1 ninja
Total = 5 (7 - 2) vs 8 (10 - 2) atacantes


Unidad de Yosehara:
El solo contra el mundo.

Por cierto, cuando decia que cada quien controlaba su unidad lo decia literalmente: Pueden hacer con los soldados lo mismo que he hecho yo, agarrarlos ponerlos de escudo, montarse en un caballo y comenzar a arremeter ordenarles que se lanzen en carga suicida y cosas asi, todo vale mientras no afecte directamente a las otras unidades... Imaginense que estamos en el Age of Empire y cada quien tiene su pequeño ejercito individual.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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#58
El Uzureño se movió hasta izquierda inmediata de su azulado interlocutor, haciéndole saber que se encontraba en perfectas condiciones para comenzar a planear su actuación con respecto a la ardua batalla que estaban a punto de librar. Las filas enemigas cada vez estaban más próximas, y cada vez más juntas; unidas en un cúmulo de perpetua unidad dispuesta a eliminar a sus más imperiosos objetivos. Clones, controlados y de arcilla; pero tan organizados como se habría podido esperar de un shinobi.

Lo que le sorprendió no fue aquello, sin embargo, sino la perspicacia de su compañero peliblanco. Quien a pesar de las bajas probabilidades de victoria, se atrevió a retar a quien menos debía retar en aquel momento. ¿Que sería él capaz de eliminar a más enemigos que el mismísimo Tiburón de Amegakure?

Eso estaba por verse. Kaido dijo nada en lo absoluto y sonrió, pícaro y filoso cual sonrisa que ataviaba su rostro. Kotetsu podría interpretar su silencio, y su extrema confianza. Iba a ganar la apuesta, sin lugar a dudas.

Entonces se preparó, cual bestia a la espera de su aniquilador. Suspiró con furia un par de veces y asentó sus pies lo más fuerte que pudiera en la tierra, colocando sus manos en ristre y dispuesto a esperar a que los enemigos llegasen en una sola carga hasta su posición. Era una locura, enfrentarlos tan directamente, pero en su pequeña cabeza hueca esa, con el poco tiempo de acción que tenían, era la mejor opción. Pero entonces, el peliblanco tomó la batuta, y entre ininteligibles murmullos y un fugaz razonamiento introspectivo, dejó salir sus propios pensamientos.

—Sí, son como bueyes —¿cómo bueyes? ¿a qué se refería con eso? —. tengo una idea, Kaido-san. Esto podría darnos la victoria si funciona, pero si no lo hace y muero, quiero que sepas algo... si hubiésemos peleado, te hubiese pateado el trasero.

«vive de esa mentira, Hakagure Kōtetsu; y regresa con la cabeza entre tus hombros»

En silencio, el escualo dejó ver irse a su compañero y le siguió con la mirada hasta la distancia, donde éste comenzó a tramar la idea que no le había podido explicar. Clamó a los ocho musculosos porteadores a que tomaran entre todos la litera, moviéndola en forma horizontal y disponiendo de ella como un sendo escudo frente a ellos. Fue sólo entonces cuando Kaido comprendió que, si bien en la unidad está la fuerza, esa era la respuesta más evidente para afrontar de primera mano la arremetida de los veintitantos clones de arcilla que se acercaban marchantes y con compacta unidad hacia sus posiciones.

Era una idea desbocada, prácticamente suicida. Entonces comprendió que el uzureño no lo iba a lograr sólo. Quizás, sólo quizás, se había embarcado en semejante arremetida con el sincero pensar de que el escualo le iba a salvar, de alguna forma. Allí fue cuando...

Kaido tomó su termo, lo alzó y bebió de él. Enjuagó su boca y escupió al suelo.

El agua mojó la tierra bajo sus pies, y ésta se desmoronó por sí sola ante el pequeño pero poderoso caudal.

Y allí lo vio todo, tan claro como el agua. Y él, era El Agua.

«Esos clones parecen estar hechos de arcilla, o algún material blandengue. De lo contrario, Yosehara no habría podido desmonorarlos como lo hizo. Cuando le aplicas agua a la tierra, ésta se vuelve pesada, maleable a tu antojo. En éste caso, predecible, más débil»

—¡Vosotros séis, dividiros a la mitad ahora mismo! flanquead el muro de contención que ha dispuesto el valiente Kotetsu por cada extremo, tres a la derecha, tres a la izquierda, y protéganse con la litera hasta que ambas tropas hayan hecho contacto. Cuando yo les dé la orden, bladen sus malditas espaldas y decapitan a todo enemigo que esté en la primera fila de empuje.

Los hombres, los soldados, los esclavos. Hicieron lo propio, y tres de ellos se movilizaron hasta el extremo izquierdo del poderoso muro levantado por los ocho porteadores. Otros tres, tomaron el extremo derecho. Sin embargo, éstos se vieron protegidos por la litera hasta el momento en el que el choque entre ambas tropas fue inminente: donde se veía enfrentada la resistencia de sólo ocho hombres, aunque de una musculatura que les hacía valer por dos; contra veinte enemigos a pie, sin miedo a perecer en la batalla.

Mientras que aquel pulso de fuerzas se debatía con fiereza, Kaido ya se había preparado para su próximo movimiento; «espero que ésto funcione, Ame no Kami, o te haré pagar desde el infierno por quitarme la vida tan pronto. Hijo de las mil putas»; Surcó la retaguardia, realizó los sellos pertinentes con la velocidad que su poca experiencia le permitía, e infló el pecho de forma sobrenatural.

—¡Suiton: Mizurappa!

De su boca salió despedida una riada de agua en forma de trompeta, desde el extremo más izquierdo. No era el caudal más fuerte, ni el más extenso, pero su estrategia iba dirigida hacia las primeras filas de hombres-arcilla que empujaba fuertemente del otro lado de la balanza. No obstante, consiguió tumbar a algunos, los cuales probablemente sucumbirían ante las mismas pisadas de los otros soldados enemigos.

Escupió tanta agua como el chakra invertido le permitía, empapando a cuantos pudo, esperando que el resultado fuera el esperado: que el agua les convirtiese en una masa pesada y descifrable, incapaz de generar tanta fuerza y permitiéndole así a los ocho porteadores equiparar las fuerzas enemigas. Así como también hacerlos más suaves, para él poder dar la orden inminente de ataque.

—¡Ahora, ahora! matad a esos hijos de puta! —dando la señal, los séis soldados armados comenzaron su ofensiva. Desde los costados, usaron la extensión de sus espadas para cortar a tantos enemigos como pudieran, esperando que su hoja atravesase a los enemigos más fácil, viéndose ellos mojados en su totalidad.

Kaido mantendría la distancia, y esperaría hasta ver el resultado de la estrategia. Si lograban reducir el número de ellos, ya tendrían más posibilidades a la hora de meterse de lleno en el campo de batalla.

***

Si sus posibilidades dependían de poder localizar al verdadero infractor, lo más sensato era planificar en base a ello. Yarou lo sabía, y esperaba que Naomi también.

El viejo señaló al hombre a caballo y le pidió que tomase la retaguardia. Necesitarían de ese caballo para llegar rápido hasta donde se encontrase el ninja forajido. Pidió a los dos porteadores que rodearan en una semi-cúpula a Naomi por delante de ella. A los dos soldados de a pie, les instó a tomar la primera fila, separados entre ellos por al menos cinco metros. Él tomó el centro de la formación.

—Encuéntralo, nosotros te protegemos.

Su primera acción fue la más apropiada, teniendo en cuenta que lo que necesitaban era tiempo. Hizo uso de una técnica suiton en la que arrojaría una masa viscosa, tan extensa como le fuera posible, y a una velocidad envidiable. Aquella desparramaría sobre el terreno de combate una especie de gel que no sólo evitaría que los clones pudieran moverse apropiadamente, sino que le daría tiempo a los dos soldados y a él de llevarse a unos cuantos.

Uno, dos, tres shuriken. Todos arrojados en una misma dirección: la cabeza de los enemigos.
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#59
El aire bulló cuando una ráfaga de llamas roció parte del sendero durante varios segundos. Cuando el fuego se disipó, Akame pudo ver cómo tres de los soldados de arcilla habían sido alcanzados, quedando en un estado paupérrimo pero aún en pie. «Maldita sea, esto no ha salido tan bien como esperaba... Mi técnica no es lo suficientemente potente todavía, se lamentó para sí. Sin embargo, no perdió tiempo y, echando la mano diestra a su portaobjetos, sacó varios shuriken que lanzó a cada uno de los atacantes. Uno, dos, tres. Tres estrellas metálicas dirigidas a la cabeza y el pecho de los arcillosos.

La batalla a su alrededor seguía desarrollándose, frenética y caótica. Los gritos y el sonido del acero contra el acero, y el metal contra la carne, llenaban el ambiente. Akame se replegó ligeramente, acercándose más al grupo, mientras con su Sharingan analizaba a los misteriosos clones de arcilla...

«¡Ajá!».

¡Todos, oídme! —gritó con todas sus fuerzas—. ¡Los soldados de arcilla reaccionan mal ante movimientos imprevistos! ¡Intentad atacarles en puntos débiles y usar amagos!

Justo en ese momento el Uchiha desenvainó su pequeña espada, decidido a predicar con el ejemplo. La hoja de Hazama no Gokyu se cubrió de una capa de chakra carmesí que crepitaba como las llamas de una hoguera, y Akame la lanzó hacia uno de los atacantes, tratando de arrancarle la cabeza. Luego, la espada vibró y volvó directa de vuelta a su mano diestra.

¡Observadlos bien! ¡Sus movimientos son simples! —y, haciendo acopio de fuerzas, repitió la maniobra de lanzar y recoger su espada—. ¡Tratad de ver su patrón de ataque!
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#60
Era en momentos como estos en que Noemi maldecía por haberse centrado tanto en las técnicas de su clan y no en otras cosas como su propia fortaleza física o alguna otra disciplina ninja, después de todo, las cosas irían mucho mejor para ella si fuese capaz de empuñar sus armas con una sola mano de modo que pudiera atacar de maneras distintas pero no, tenía que conformarse con usar una por vez.

—¿¡Puntos débiles!? —Contestó la kunoichi sin saber a qué se refería pero de todas maneras apuntaría al cuello y cabeza de esos clones.

Aunque primero que nada tenía que alistar el terreno lanzando algunas espadas más al aire para que luego estas se clavasen en tierra por un sector donde había algunos clones de arcilla pero casi ningún soldado. Probablemente ese flanco era cosa del soldado caído pero le tocaba a ella cubrirlo ahora.

Noemi tomó con firmeza la que tenía en manos y se dirigió hacia otro de los clones al cual atacaría de la manera que Akame mencionó, pero fue entonces cuando recordó el daño que se había llevado en la pierna gracias a un intenso dolor que se hizo presente en cuanto comenzó a moverse.

—Mierda… —Susurró para sí misma luego de tambalearse un poco.

No podía hacer nada más que esperar a que los clones se acercasen a ella y fue justo en ese preciso instante en que se le ocurrió una idea que podía llegar a ser algo suicida, pero ya de por sí se las veía feas por tener a unos cuantos clones acercándose. Claro que a su lado se habían posicionado un par de porteadores a los que notó estaban completamente desarmados y claro, en una situación así eso no podía ser así.

—¡Tomen mis espadas! —Les ordenó antes de lanzar una katana para cada uno y desenfundar otra más.

¿Qué otra cosa podía hacer más que repartir armas? Tenía la pierna resentida por el daño que se había llevado y por ende no podría moverse con la misma facilidad que Akame, pero sí que podía pelear cara a cara y así lo hizo. Dejó que uno de los clones se acercase y al instante en que le vio alzar el brazo para atacar, la rubia intentaría rebanarle el mismo brazo y si era posible luego el cuello. Con un poco de suerte podría incluso destruir al clon por ese daño.


—¡Bájate del caballo, por los dioses! —bramó la joven sirvienta sin cesar con su danza.

En un par de ocasiones por ese movimiento continuo el kunai de la chica había pasado demasiado cerca de los pies del jinete, además que poco aportaba en realidad si se estaba moviendo de esa forma y al menos podría estar más atento a su entorno si se bajaba así que realmente, Maki esperaba hiciese caso y con un poco de suerte el animal podría irse de la escena donde no estorbara.

Entre tanto la Sakamoto no pararía de dar vueltas de modo que al menos otros cuatro clones resultaron dañados por el filo con una precisión que siendo realistas podría ser mejor, pero al menos se las arreglaba para no dar a sus aliados.

—¡No ataquen primeros, dejen que ellos lo hagan! —exclamó con la esperanza de que todos los soldados escucharían al fin.

Y por suerte se comportaron de la mejor manera, el soldado a caballo dejó su montura y ahora se dedicaba a repartir flechas a todos los clones que Maki dañaba primero, todos los demás hacían lo posible por mantener sus posiciones y evitar que las criaturas de arcilla se acercasen demasiado pero claro, la sirvienta estaba comenzando a marearse y su visión se estaba nublando un tanto. Demasiada sangre estaba perdiendo considerando que esos giros exigían bastante a sus piernas.
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