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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Aquella noche había más gente en el restaurante que de costumbre. Cuando se asomó detrás de las cortinas, Murakisho Suzume no pudo evitar tragar saliva, emocionada y nerviosa a la vez. No sabía si ya había estado frente a tanta gente antes.

Era un restaurante familiar, no muy caro, pero sí popular. De vez en cuando, Suzume iba a cantar al escenario a cambio de una buena cena y las propinas que le dieran. Para ella era suficiente, pues no se había hecho tan conocida como para exigir más. La chica rotaba entre lugares así, escenarios pequeños y bares, cantando donde pudiese, y lentamente le reconocían cada vez más. Esa noche sólo quedaban algunas mesas vacías, y Suzume quería pensar que era gracias a ella.

Faltaban alrededor de quince minutos para su actuación. ¿Qué tipo de persona le escucharía?
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#2
Había sido un largo dia de entrenamiento. Tras su reencuentro, y recuperar esas ganas por vivir, Ren estaba entrenando a contrarreloj para la próxima vez que volviera a ver a Hana. Con nada más que un bokken y sus ganas, se levantaba temprano para ir a entrenar al Torreón de Pruebas. Empezaba con varios estiramientos durante cerca de una hora, después algo de pesas y posteriormente se partía la boca con cualquiera que estuviera dispuesto allí, sin importar su especialidad. Poco a poco, empezaba a recuperar los reflejos que estar durante tanto tiempo, parada había perdido, así como tal vez un poco más extra que tampoco le vendría mal.

Como empezaba a ser habitual, perdía la noción del tiempo dentro del edificio, pues aunque hubiera ventanas, las oscuras nubes de Amegakure era un poco difícil saber una aproximación de la hora que era sin tener un reloj. Comía un par de obentos que Nanashi le había preparado a lo largo del día y cuando empezaba a desaparecer la gente para volver a sus casas, Ren recogía sus pertenencias y tomaba una ducha en los baños. Aquella noche, estaba realmente cansada, pero sentía que comenzaba a hacer progresos en sus capacidades.

Para su desgracia, la comida que Nanashi había preparado no había sido suficiente para saciar su apetito a esas horas de la noche. En su trayecto, uno de los muchos locales de comida anunciaba en la entrada con un pequeño cartel en el suelo el hecho de que se sucedería un espectáculo del cual los comensales podían disfrutar de mientras.

« Cena con espectáculo, ¿uh? No suena tan mal »

La morena entró en el local, llevando a la espalda bolsa donde guardaba su shinai. Vestía con ropa negra sencilla y larga, aunque su camisa tenía un cuello bastante ancho que podía llegar a dejar su hombro al descubierto si se lo colocara debidamente, dejando mostrar una camisa interior blanca. En cuanto localizó la barra, se dirigió sin prestar mucha más atención a su alrededor.

Oé ¿que hay en el menú? Me vale cualquier cosa, estoy muerta de hambre — dijo sin fuerza en sus hombros, y exagerando un poco la expresión de su rostro, no para dar pena, sino porque era natural en ella.
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#3
Por supuesto —le dijo el joven de la barra, y le tendió la carta —. Lo siento, señorita, no podemos escoger por un comensal. Aunque le recomendaría el nabeyaki udon si es que tiene tanta hambre. Es una sopa de fideos gruesos con verduras, huevo, y camarones en tempura. ¡Bastante llenador!

Le hablaba con tono amable, como todo buen mesero.

¿Tal vez también algo de beber? ¿Té, quizás?

En el menú, la morena encontraría una gran variedad de platillos: sopas, rollos, algunos asados ligeros, y muchos tallarines. También té, bebidas frutales, sake, y alguno que otro postre. Si miraba al escenario vería personal del restaurante acomodando algunos instrumentos en el escenario.
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#4
El simple hecho de que ya le hubieran recomendado algo ante su protesta se sintió como una buena señal, pues eso significaba que conocía bien los platos que preparaban allí. Era algo que de lo que Ren se dio cuenta ayudando y viendo trabajar a Nanashi.

Me fio de tu recomendación entonces, ponme eso y... Uuuhmm... — Los samurais de sus historias siempre bebían té y aunque era algo que no le disgustaba, tampoco terminaba de ser de su agrado. Asi que pidió algo que seguramente chocaba con los sabores, pero que llevaba haciendo toda su vida. — Y una ame-cola. Luego le daré un vistazo a los postres, pero creo que tengo bastante claro lo que será.

Porque cuando pides la comida acertada, ¿para qué vas a cambiar por cualquier otra opción? Sobre todo cuando la única respuesta válida era una buena tarta de queso ya fuera con o sin sirope de fresa y tal vez una base de galleta. La joven tomó asiento, y giró su rostro ante el escenario, viendo como la puesta a escena todavía se estaba preparando.
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#5

hueco extra

Por las calles de Amegakure, una joven kunoichi corría a toda velocidad esquivando transeúntes y saltando de bote en bote mientras se veía rodeada por una leve capa de electricidad. Junto a ella estaba su hermana mayor, Kaminari Chika, a quien no le había soltado la mano en ningún momento.

— ¡Vamos a llegar tarde, Ka-chan!

Durante los pocos días que habían tenido juntas, Chika había aprendido bastante de aquella chica que tanto se parecía a Kimi. La más importante de todas las cosas que había descubierto era que se consideraba a sí misma la mayor fan de Suzume, así que probablemente pudo comprender las prisas que llevaba para llegar a su función.

Al llegar finalmente fuera del local, la chica se inclinó y puso las manos en las rodillas mientras recuperaba el aliento. Por suerte, todavía no se escuchaba música viniendo desde dentro. Luego de tomarse un segundos para respirar, acabó por erguirse y cancelar su técnica para arreglarse el pelo con las manos.

— ¿Cómo me veo? —Le preguntó, sonriendo.

Mojada. Se veía mojada.
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#6
Si bien Chika no era una fanática de ese tipo de música, ya había estado en un concierto de la tal Suzume. Tenía una voz muy melodiosa y era tremendamente linda, la chica más hermosa que Chika había conocido.

En el momento no lo pensó, pero con el tiempo y la dilución de sus recuerdos llegó a la conclusión que tenía que ser cosa del escenario. Estar ahí arriba cantando con esa voz embelesados debe de hacerla parecer más hermosa. Nadie puede ser tan hermosa.

Sin embargo, aquellos eran pensamientos suyos compartidos consigo misma y ya. Así que cuando Miki la invitó a ir al concierto, no vio ninguna pega. Alguien tenía que vigilar que no secuestrasen a la pobre Miki y, con suerte, validaria su teoría.

Vació su pergamino para guardar un par de cosas que podrían necesitar. Una toalla, un peine y una muda completa para Miki. El primer peligro era el secuestro, el segundo la hipotermia. Miki no estaba tan acostumbrada a la lluvia como ella.

Así que cuando llegaron y Miki estaba toda empapada, sacó la toalla antes de contestarle. La movería al lugar cubierto más cercano.

Al borde de una hipotermia estás, deja que te seque bien. — y como no era una petición empezó a secarla en la fina línea entre el cuidado y la firmeza.

Una vez estuviese medianamente seca, volvería a guardar la toalla. Suspiraria y le dedicaría una mirada de "¿Qué voy a hacer contigo?" con una leve sonrisa.

Venga, entra, que si no te vas a perder la entrada triunfal de la gran Suzume. — le abrió la puerta para que entrase delante y poder tenerla vigilada en todo momento.

Cuando tuviesen confirmación de cuánto quedaba para la actuación ya le sacaría el tema de la muda.
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#7
Enseguida.

El de la barra buscó y sacó una botella fría de aquella soda. La destapó y la dejó sobre un portavasos frente a Ren. Luego fue a hablar con otro mesero para comunicar la orden de nabeyaki udon.

Cuando Miki y Chika llegaron, el escenario ya estaba puesto: una batería sencilla y un par de taburetes altos, contra los cuales descansaban un bajo y una guitarra. Cerca de cada instrumento había un micrófono.

¡Buenas noches, bienvenidas al Coral Salteado! —les dijo una mesera de cabello corto a las recién llegadas —. Tenemos asientos en la barra y algunas mesas libres. ¡Pueden sentarse donde gusten y en seguida les tomaré su orden! Si vienen por el espectáculo, ¡comenzará en algunos minutos!
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#8
La morena suspiró, apoyando los codos sobre la barra y poniendo las manos en su frente. Estaba físicamente agotada y mentalmente también un poco. Tanto ejercicio continuo para prepararse y dejar atrás aquella deprimente imagen y ser que era al menos tenía su parte buena, y es que los ánimos poco a poco volvían a ella, forjando una nueva autoestima. Debía empezar poco a poco, haciendo entrenamientos cortos y sin esforzarse demasiado. Pero era más testaruda que una mula, y desde que empezó se daba unas palizas horribles hasta el punto de haber llegado a desmayarse en alguna ocasión.

Sin embargo, tenía que hacerlo, no podía dejar que su novia fuera a la guerra a darlo todo y ella se quedara lamentando por no haber dado todo de sí. Si al final moría entre las filas de soldados, al menos sabría que había hecho todo lo posible por dar el cien por cien de ella en combate.

Suspiró, y sonrió con las manos tapando su boca pensando en Hana. Mañana le dolería todo el cuerpo por las agujetas, pero era capaz de soportar al menos uno o dos días así. Tomó la botella de cristal para verterla en el vaso que le habían dado, y si no llega a ser por el frío hubiera sido capaz de beber algo más del tirón sin haber tenido un pequeño espasmo similar al hipo por el gas.

Después miró al escenario, el cual parecía estar a punto para las funciones. Podía quedarse allí mismo en la barra para verlo, pero debería estar continuamente con el cuello torcido para ello. Además, aparte de las mesas centrales, los laterales del edificio tenían zonas redondas con asientos acolchados y una mesa en el centro. Definitivamente un asiento más suave donde posar su trasero era lo que necesitaba ahora. Pudo ver uno vacío que no estaba demasiado alejado del escenario, y es que aunque había gente no estaba a rebosar el local. O por lo menos por ahora.

Estaré allí — dijo con un simple gesto de su pulgar para levantarse en esa dirección, cogiendo su bebida y bolsa.

Una vez llegara dejaría sobre el alargado y circular asiento sus pertenencias y se sentaría, deslizándose en el sitio y quedando sentada de mala manera, dejando escapar un suspiro aliviado.
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#9
— ¡Pero Ka-chan, no es por aquí! —Protestó Miki, sin poder hacer demasiado para no ser arrastrada por Chika.

La chiquilla se cruzó de brazos e infló los mofletes. Claramente tenía prisa por entrar en el local y tenía toda su atención puesta en él, mirando hacia allá cuando Chika no le estaba secando el pelo o la cara, pegando botecitos en el sitio con emoción mientras esperaba a que terminase para poder entrar.

— ¡Gracias! —Acabaría diciéndole, abrazándola antes de salir disparada hacia el local.

Al entrar, una mesera les dio la bienvenida, pero la pequeña Miki parecía estar más ocupada en mirar a su alrededor, buscando a Suzume. No la consiguió encontrar, pero eso estaba bien. Según la mesera empezarían en pocos minutos.

— ¡Okay! —Diría, antes de coger la mano de su hermana y buscar una mesa.

Apenas habían unas pocas mesas vacías, pero por suerte Miki consiguió encontrar una cerca del escenario que no dudó ni un segundo en coger.
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#10
A pesar de las réplicas de Miki, hizo lo que Chika le dijo y se dejó secar antes de entrar de cabeza al local. La peliazul suspiró. ¿De donde sacaba toda esa energía? No la tenía cuando entrenaban.

¡Muchas gracias! — consiguió decirle a la chica que las recibió antes de ser arrastrada por Miki a una mesa.

Apenas había tenido un momento para inspeccionar el local cuando su hermana la obligó a sentarse.

Ki-chan, piensa en lo que vas a pedir y así pedimos antes de que empiece la actuación. Sino después no te enteraras de lo que te diga la camarera.

Si conseguía que Miki se lo dijese a ella, al menos podría pedir por ella. Porque estaba convencida que cuando Suzume asomase, Miki dejaría de prestar atención hasta a su respiración.
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#11
Por supuesto, en unos minutos le llevaremos su orden. —le dijo el de la barra a Ren antes de que ella se moviese a una mesa más cercana al escenario.

La mesera que había dado la bienvenida a las hermanas ahora les entregaba sendos menús. Pasaría un rato antes de que sucediera algo distinto a gente comiendo y meseros trabajando. Las mesas ahora estaban todas ocupadas, aunque no repletas, como la de Ren, donde estaba sólo ella. Si las chicas así lo deseaban, podían ordenar lo que quisieran, aunque tardaría un poco más en estar listo. Las bebidas les serían servidas casi al instante. Una de las meseras salió de detrás de unas cortinas y se subió al escenario.

¡Buenas noches a todos! ¡Bienvenidos al Coral Salteado! Esperamos que estén todos disfrutando de su cena. Y como queremos que la disfruten más, nos acompaña de nuevo una estrella en ascenso, la Llama Radiante, ¡la adorable y talentosa Murakisho Suzume! ¡Un fuerte aplauso para recibirla!

La mayoría comenzó a aplaudir. Si bien los que gustaban de Suzume realmente adoraban su voz, no era ni de cerca tan conocida. Pero poco a poco la cosa cambiaría. Eso es lo que se decía a sí misma cada noche.

Apenas y se escucharon pasos en el escenario, tras la cortina...
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#12
La bebida estaba algo fría, por lo que al dar un largo tragó sobresaltó un poco de la misma forma que antes. Se sentía tan gratificante que no pudo evitar dejar escapar un largo suspiro. Poco después, dos chicas correrían frente a ella, directas a otra de las mesas que estaban vacías, sin más miramientos. Una de ellas tenía el pelo claramente alborotado, seguramente sería por la humedad o la lluvia.

Y finalmente, una de las meseras tomó el escenario para dar a presentar a quien sería la estrella que iluminaría el escenario aquel día. Apoyó una mano sobre una de sus mejillas, mientras dejaba caer su peso en esta con ambos codos sobre la mesa. Era la primera vez que iba a un local así, pues para ir a un sitio de restauración podía simplemente bajar las escaleras de su habitación y ya estaba en el pequeño negocio de Nanashi. La idea sonaba cuanto menos curiosa, tampoco había ido nunca a un concierto o similar, y sus casetes empezaban ya a repetirse un poco, necesitaba una nueva canción que escuchar hasta que se aburriera.
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#13
— Esto... ¡okay!

Miki ni siquiera había pensado en cenar hasta que no le recordaron que tenía que hacerlo, pues su única intención a la hora de ir a aquel local era escuchar cantar a Suzume, pero ahora que Chika se lo decía... sí. Sí que tenía algo de hambre, además, si se quedaban a escuchar a la idol sin consumir algo probablemente las echarían.

La pequeña se quedó mirando el menú durante varios segundos. Decidiéndose entre varios platos que probablemente no conocía, hasta que una de las meseras se subió para presentar a Suzume.

— ¡Ya empieza, ya empieza! —Exclamó, aplaudiendo—. ¿Me pides lo mismo que a ti, Ka-chan?
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#14
— ¡Ya empieza, ya empieza! ¿Me pides lo mismo que a ti, Ka-chan?

Chika suspiró. Qué duro era ser la responsable.

Está bien, pero tendrás que comerte por lo menos la mitad aunque no te guste. No puedes quedarte sin cenar.

Al igual que Miki, Chika se giró para observar a la estrella en el escenario. No estaba tan ilusionada como la pequeña, pero tampoco completamente neutra. Tenía que controlarse delante de Miki, claro, actuar como una persona adulta y responsable, pero Suzume despertaba cosas en ella que no eran faciles de controlar.

Hacía bailar sus emociones más que su cuerpo. Sí, así es cómo lo diría. Chika no era de bailar, pero sí de llorar como una niña por una historia triste. Así que tenía que controlarse, porque si Suzume cantaba una canción triste, tendría que consolar a Miki, no llorar con ella. Era la adulta y responsable del lugar.
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#15
Y entonces, después de respirar profundamente y decirse que todo iría de maravilla, salió de detrás de la cortina.

Suzume vestía una blusa azul, con mangas separadas y largas medias a juego, así como unos pantaloncillos y un chalequito de color rojo muy oscuro. Portaba una gargantilla negra con un corazón dorado. Saludó a todos con un amplio movimiento de la mano y una sonrisa brillante. Caminó hasta el taburete donde estaba la guitarra, la tomó y se sentó. Mientras tanto, una chica alta de cabellos azules y una más bajita y robusta de cabellos verdes salieron detrás de ella, la primera fue al bajo y la segunda a la batería.

Buenas noches, Amegakure —dijo con voz dulce. La gente comenzaba a emocionarse, y ya varios aplaudían y aclamaban. Los nervios nunca se iban de la pelirroja, pero ella los usaba para cantar con más fuerza —. No saben lo mucho que me alegra que quieran compartir conmigo mis canciones. Sé… Que los tiempos de ahora son muy duros y… Hay mucha gente allá afuera, haciendo lo posible por acabar con los males que nos aterran —miró en derredor. Algunos bajaban la mirada, pensativos, otros suspiraban. Suzume tragó saliva antes de seguir —. Y en estos tiempos oscuros es cuando más debemos tener fe.

Se acomodó en el taburete y le hizo una seña a sus compañeras de escenario. Las luces que no estaban sobre ellas se atenuaron, y la gente comenzó a guardar silencio. Luego ella rasgó la guitarra una vez, y la dejó resonar mientras el bajo entraba. Luego la batería siguió, un ritmo un poco más agresivo que de costumbre, y algunos tiempos después, ella tomó aire y comenzó a cantar:

Madre, madre, di a tu hijo
Que su vida comenzó
Ha sufrido por su ira, y yo
Yo lo veo con convicción ~

Padre, padre, cree en tu hija
Que sus armas desgastó
Se ha quebrado como flecha
Perdona,
Perdona su valor~


Las otras chicas cantaron también. No tenían la dulzura de Suzume, pero eran suficientemente buenas como coro.

Todos necesitan alguien que amar

Madre, madre~

Todos necesitan alguien que odiar.

Cree en ellos~

Todos se lamentan de no tener más.

Y es tan duro aguantar
Cuando nadie te apoya…


¡Fe!

Sabes que la lluvia caerá~
Debes de tener más fe~


¡Fe!

No dejar más nunca de amar~
Hoy hay que tener más fe~!


El coro acabó con más acordes, y Suzume mostró su habilidad con la guitarra mientras sonreía al público.

Di, cariño, si te hieren
¿Tú lo guardas cual rencor?
¿O dirías~ "Te perdono"~
Orgulloso corazón?


Todos necesitan alguien que amar.

Madre, padre ~

Todos necesitan alguien que odiar.

¡No los dejes~!

Todos se lastiman, guerras que vienen ya.

Y es tan duro ser fuerte
Si nada tú sueñas…


¡Fe!

Sabes que la lluvia caerá~
Debes de tener más fe~


¡Fe!

Nunca es muy tarde para actuar~
Ahora hay que tener más fe~
Ten más fe, ten más fe
Debes de tener más fe~


Siguieron unos instantes instrumentales, y luego quedó sólo un redoble de batería, como de marcha. Lo siguiente fue Suzume con voz suave, más hablando que cantando.

He caminado en la lluvia
Oigo a sus hijos llorar
Aquella escena de dolor
No quisiera verla ya.

A veces espero al alba
Para el llanto ocultar,
¿Cómo me lo quito yo?
¿Cómo dejo eso atrás?


Mientras la voz de Suzume retomaba fuerza, las acompañantes cantaban en canon.

Madre, padre~
Hay cosas que no puedo borrar~
Pecados que nunca se expiarán~
¡Y aún~! ¡Con el mundo en tu fe!
Intenta aguantar, ¡Intenta aguantar!


Repitieron el coro una vez más y Suzume terminó la canción con un fuerte y teatral rasgueo de su guitarra.

Y la gente aplaudió.
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