10/07/2021, 12:26
Había pasado algún tiempo de su gran misión junto a Hanabi, Reiji y Datsue. Y aunque se había proclamado la República de la Espiral, algo en su interior la inquietaba sin saber todavía cómo se lo habían tomado las demás aldeas. Sin embargo, en aquellos momentos le preocupaba otra cosa: la extraña inundación de su piso, quedando inutilizado por completo.
Pese a sus intentos por recuperarlo, su propio casero le había dicho que lo mejor era que desalojase el lugar por mantenimiento, así que allí se encontraba ella, con varias cajas con sus pertenencias y ningún lugar a dónde ir.
¿La podrían acoger Reiji, o Datsue? Descartado, cada uno tenía su vida hecha. ¿Con su hermano? Demasiado dolor de cabeza acumulado por sus tonterías. Hotaru era una opción, y su madre, pero la libertad de vivir sola había sido un privilegio del cual ahora no quería desprenderse.
—Y ahora qué hago... —se preguntó en voz alta, sentándose sobre una de sus maletas que recogían parte de su ropa. Aquél día era caluroso de por sí, por eso llevaba puesto un vestido corto con motivos florales que hacían juego con el coletero que recogía su cabello, algo largo por su descuido. Debería cortarlo.
Miró su montón de objetos personales: tres cajas, dos maletas y unas cuatro mochilas era todo lo que tenía. Viéndolo así, ni parecía que hubiera vivido por cuatro o cinco años en aquella vivienda. Tampoco tenía nada más allá que lo esencial. ¿Acaso estaba destinada a eso?
Con un sonoro suspiro, se levantó y comenzó a cargar sus cosas. Dirección: todavía no lo sabía.