Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Había una delgada línea entre valentía y temeridad. Entre echarle cojones y ser un suicida. Kaido podía ayudar al tiburón ballena, tratar de llamar la atención de las orcas. De distraerlas. ¿Lo salvaría? Era una incógnita. Quizá le otorgaba tiempo para escapar. Quizá tan solo retrasaba su agonía. Lo que sí estaba claro, era que, de hacerlo, estaría cavando su propia tumba.
Aunque Kaido ya la había cavado una vez, ¿verdad? Y ahí seguía.
Quizá por eso, el Umikiba cometió la mayor temeridad del mundo: se hizo ver frente a un grupo de orcas enfurecido. Las dos orcas adolescentes fueron las primeras en salir a por él, rabiosas. Dos más salieron tras ellas, y un tercero. Una orca más grande que el resto, pero con las aletas más pequeñas en comparación. Una hembra.
—¡Parad! —exigió la más grande, con los dientes manchados de sangre—. ¡Dejad de pensar como tiburones, estúpidos! ¡De no pensar como los tiburones! —Dirigió su mirada a Kaido, mientras seguía acercándose. El resto del grupo, lamentablemente, tras no ver en el cuerpo de Kaido amenaza alguna, siguieron con su ataque al tiburón ballena—. ¿Quién eres tú? ¿Por qué entráis en nuestro territorio y nos provocáis de esta manera?
Algo no encajaba. De repente, empezó a emitir sonidos. Los mismos que las dos orcas adolescentes habían empleado para localizar a Scylio. Hacia un lado. Hacia otro.
Y otro…
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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El gyojin contempló los resultados de su temeridad: que apenas un puñado de Orcas, sobre todo las más jóvenes, quisieran ir tras él. Lo curioso es que, a diferencia de otras familias de animales, ahí tendrían a una de mayor edad que probablemente se daría cuenta de sus intenciones. Y así se lo hizo saber esa orca hembra que regañó a los otros y tomó la batuta de la... ¿conversación?
¿acaso actuaba civilizadamente?
—¿Quién dijo que era vuestro territorio? —respondió, mientras nadaba corriente atrás para impedir que le rodeasen. Si lo hacía, si se dejaba envolver por las putas orcas; estaba muerto. Muertísimo—. es... nuestro. ¡Nuestro!
—¡Madre! —gritó Corrozzio, llamando la atención de la orca grande—. ¡Qué nos llamó aletas dobladas! ¡Aletas dobladas!
Pese a semejante afrenta, la madre no devolvió respuesta alguna hasta que terminó de comprobar los alrededores con sus característicos chasquidos. Pareció no encontrar nada relevante.
—Ya veo… —devolvió la mirada a Kaido—. ¿¡Pues a qué estáis esperando!? ¡Atrapad a esa piltrafilla azul!
—¡Sí, Battaria! —gritaron las cuatro orcas al mismo tiempo.
El Umikiba pronto se dio cuenta que iba a estar jodido. Las orcas eran veloces, y Battalia, mucho más. Mientras las otras cuatro se abrían hacia los cuatro lados para flanquearle —izquierda, derecha, arriba y abajo—, Battaria siguió recto hacia él, tan veloz y amenazadora como el fuego recorriendo un hilo metálico atado a un sello explosivo.
Cuando la distancia se redujo a seis metros, Battaria empezó a girar sobre sí misma mientras seguía avanzando. Y a girar, y a girar, y a girar… Hasta que salió disparada como un torpedo, directa a colisionar contra el cuerpo de Kaido.
Corozzio y las 3 orcas acompañantes: PV:
100/100
– CK:
100/100
–
Battaria: PV:
150/150
– CK:
138/150
–
-12
–
Battaria tiene la habilidad de usar el Suiton a su favor para envolverse en un remolino de agua y aumentar su daño base de daño por Taijutsu en 10 o 20 PV (con un gasto de 6CK y 12CK, respectivamente).
Daños: 40PV + 20PV = 60PV
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19/09/2019, 03:47 (Última modificación: 19/09/2019, 03:51 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
«Te voy a demostrar el poder de un verdadero Tiburón»
Y cuando fue el momento, lo hizo. Fueron tres sellos, muy rápidos, que invocaron a un tiburón de tres metros de largo y casi dos de ancho desde su boca, con un intenso color escarchado y brillante, que abrazó a Kaido en un abrazo fraternal, como si fueran uno sólo, y nadaron al unísono hacia la vorágine giratoria en la que se había convertido Battaria cuando ésta estaba a séis metros de distancia. Tal fue el aleteo de aquél escualo escarchado en forma de técnica que Kaido lució en su interior como una repentina centella ilumilándolo todo ahí abajo, y que cuya fuerza de impulso haría del impacto contra Battaria de un choque monumental.
Quedaba por ver quién salía victorioso de semejante duelo. Orca vs Tiburón.
Probablemente, la antesala al posible finiquite de la Gran Guerra.
PV:
240/240
– CK:
218/300
–
-50
–
+10
–
-42
–
Divide regen. de chakra
–
» Suiton: Kyodaitei activo
» 1 AO
—Kaido nada al doble de su velocidad al estar dentro del Suikōdan, por tanto su Agilidad es de 140
—El daño de la técnica + su Poder da un resultado de 150 PV (para calcular el choque de técnicas)
¤ Suiton: Suikōdan no Jutsu ¤ Elemento Agua: Técnica de la Bala del Tiburón de Agua - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Suiton 35 - Gastos: 42 CK - Daños: 70 PV - Efectos adicionales:
El usuario puede viajar dentro para nadar al doble de su velocidad, si está en el agua
(Suiton 60) El usuario puede subirse encima de la bala y hacer surf por ella, escupiendo el agua de la técnica hacia abajo o transformando agua bajo sus pies en el animal
- Sellos: Tigre → Buey → Dragón - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
Los animales miden 3 metros de largo y 1'5 metros de ancho, como máximo, y pueden recorrer una distancia de 10 metros en cualquier dirección
Pueden variar su trayectoria si no es de forma súbita para perseguir a un oponente, una sola vez
El usuario transforma una masa de agua frente a sí, o la escupe desde su boca, formando un gran tiburón acuático recubierto de chakra brillante. Cuando mueve su mano hacia un objetivo, el tiburón sale disparado tras él y estalla al contacto, causándole daños considerables. La técnica es rápida y los tiburones pueden cambiar de trayectoria si lo desean, aunque el usuario debe apuntarlo con el brazo y sólo puede hacerse si el cambio de trayectoria es desde una distancia considerable al blanco.
El ejecutor de la técnica, en caso de estar en el agua, puede generar la técnica para nadar a grandes velocidades bajo su superficie o sobre ésta, y si tiene suficiente maestría, puede subirse a la bestia cuando lo crea desde tierra. La forma del animal puede personalizarse: siempre y cuando el tamaño siga siendo el mismo, no tiene por qué tratarse de un tiburón.
19/09/2019, 15:15 (Última modificación: 20/09/2019, 00:22 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Y, para sorpresa de todo el mundo, el tiburón ganó.
La orca salió despedida hacia atrás, con gesto visible de dolor. No se sabía si por el daño físico recibido o el espiritual. El orgullo, a veces, dolía más que una herida abierta. Las dos orcas adolescentes, enrabietadas, atacaron a Kaido por cada flanco.
Una por la derecha, tratando de morderle el cuello. La otra por la izquierda, intentando rebanar sus piernas. Las otras dos, que se habían quedado más sorprendidas por el resultado del primer envite, quedaron algo relegadas, expectantes en ver qué sucedía a continuación.
Corozzio y las 3 orcas acompañantes: PV:
100/100
– CK:
100/100
–
Battaria: PV:
80/150
–
-70
– CK:
150/150
–
+20
–
Daño recibido: 150 – 80 + 20*0,5 = 70PV
Daños causados: 25PV x2
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Kaido siempre se había caracterizado por tener un poder espiritual bárbaro. Un chakra envidiable. Aquello en ocasiones ayudaba, cuando tenías que debatir tus ninjutsu con los del otro, y por lo general eran pocos los que podían retar al gyojin y mucho menos ganar contra uno de sus suitones. No es que fuera especializado en la materia, pero seguramente era uno de los ninjas más diestros en ello. Quizás por ello no se sintió tan sorprendido al ver que su tiburón escarchado amortiguaba el remolino de Battaria y, a su vez, la mandaba a nadar lejos por el poderoso impacto que le habría causado un buen daño, seguramente.
Tras el choque, la cubierta exterior en forma de escualo que le había permitido a Kaido nadar a una velocidad abrumante desapareció, y lo dejó ahí, flotando, en plena visión de Corozzio y su compañero; que alarmados por la pequeña victoria del gyojin ante su matriarca decidieron no quedar rezagados y atacar, como dios manda.
El Hozuki de alguna forma lo intuía. Que el orgullo de una orca herida por un humano activaría a las demás, y por eso, se había preparado al coger su katana en el transcurso de la embestida anterior. Umikiba Kaido se mantuvo tranquilo, en paz, dejando que las corrientes le mantuvieran estático. Miraba por el rabillo del ojo a las adolescentes nadar hacia él a una velocidad envidiable, con las fauces abiertas, muy dispuestas a partirlo en dos. Él esperó. Esperó hasta el último momento en el que les fuera incapaz retroceder. Respiró profundo, comulgó su cuerpo en una posición de kata Sassen poco característica y...
«Mizu-Ryuu ... ¡Uragiri!»
...giró. Giró con la potencia de sus brazos en perpendicular, abanicando la katana con su fuerza bruta para rebanar a Corozzio y a su colega a la jodida mitad, sacando así sus dones de Kenjutsu a flote, que pocas veces ofrecía a sus enemigos. Pero su espada clamaba sangre, y era hora de dársela.
PV:
240/240
– CK:
158/300
–
-60
–
» Suiton: Kyodaitei activo
» 1 AO revelada: sacar la katana de su cinto durante el envite anterior.
»Mizu-Ryuu: Uragiri es una variante estética de la técnica original. No incide en el daño ni en el procedimiento, es solo por estar realizándose bajo el agua.
¤ Kumo-Ryuu: Uragiri ¤ Estilo de la Nube: Decapitación inversa - Tipo: Ofensivo - Rango: A - Requisitos: Kenjutsu 50 - Gastos: 60 CK - Daños: 100 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Una de las muchas aportaciones de Kumogakure al arte del kenjutsu. El usuario realiza un potente giro, en tierra o en aire, generando la inercia suficiente para acuchillar a cualquier grupo de oponentes que haya detrás de él. El usuario también puede utilizar este movimiento circular para engañar a un adversario y hacerle creer que va a atacarle cuando en realidad lo que va a hacer es atacar a sus compañeros, que le están intentando sorprender por la espalda.
20/09/2019, 18:30 (Última modificación: 20/09/2019, 18:31 por Uchiha Datsue.)
En Oonindo, cuando un adversario rajaba a otro de arriba abajo, la sangre salía a chorro, formándose un charco sobre su cadáver. Era una imagen visceral, grotesca, y muy, muy gráfica. No había lugar a la imaginación, ni al error.
Bajo el mar era distinto. La sangre se mezclaba con el agua, y si había la suficiente, creaba una auténtica nube roja que lo envolvía todo. Rojo… Las orcas solo vieron rojo. Demasiado rojo, quizás. Tuvieron que haberlo visto venir, y aún así, su carcajada triunfal se les atragantó en la garganta cuando vieron a quién pertenecía la sangre.
—¡Corozzio-kun! —exclamó, llena de pánico, al ver a su hijo suspendido en el agua boca arriba. A su prima no le había ocurrido mejor destino, y la hendidura abierta en sus sesos auguraban que para ella, su destino era el definitivo. No podría reescribirlo. No podría cambiarlo.
De pronto, Kaido oyó chasquidos. Chasquidos por todas partes. El numeroso grupo de orcas dejó de atacar al tiburón ballena, confundidas. La sorpresa duró poco. Una a una, acudieron a la llamada de sus prójimas. Balas que rodearon a Kaido por todos los lados y ángulos posibles. Eran como abejas gigantes y hambrientas; y Kaido, su panal de miel. ¿Cuántas eran? Difícil contarlo. ¿Veinte? ¿Treinta?
Demasiadas.
¿Qué haría ahora, Umikiba Kaido? ¿Rendirse? ¿O morir luchando?
Corozzio y su Prima: PV:
0/100
–
-100
–*inconsciente* CK:
0/100
–
-100
–*muerta*
Battaria: PV:
70/150
– CK:
150/150
–
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Su hoja, infalible, logró su acometida. Kaido cercenó el cerebro de una de las valientes, y a Corozzio le dejó pendiendo de un fino hilo, con la vida escabulléndose a propulsión por la sangre que derramaba sus profundas heridas y que tintaba el azul cristalino de un profundo rojo vívido que cubrió al gyojin en un abrazo gutural. Por un momento el escualo se sintió aliviado, y en paz. Una victoria. Otra más. Y de a una en una se ganaban las guerras, ¿no? pero aquella se le estaba haciendo demasiado larga. Muchos frentes a la vez, y un ejército de un solo hombre a disposición. Él. Ni Scylio, ni el maestro ni mierdas. Nadie movía una sola aleta para el supuesto plan maestro. No había indicios de refuerzos, ni de la Reina... ¿y si solo les habían enviado allí a morir como carnada, sólo para provocar a las orcas? ¿para enviar un mensaje? ¿había sido usado como una jodida bomba suicida?
Rió, entre los mares de sangre, con ironía. Y él que había escapado de Ame para ser libre, pero seguía librando batallas ajenas. Por un momento estuvo a punto de admitir su destino. Estaba cansado. Cansado de remar a contracorriente. Una y otra vez, una y otra vez. Guardó su espada en el cinto, cerró los ojos y abrió los brazos en forma de cruz. Los chasquidos iban y venían, y las orcas no tardarían en encontrarle entre la sangre de sus difuntos parientes. Las opciones se le acababan. El chakra se le agotaba. El reloj de arena pronto soltaría sus últimos granos al vacío y la muerte más certera no tardaría mucho en alcanzarle. En ganarle la carrera.
Tic, tac. Tic, tac. Tic....
. . .
—Tac, Tic, tac. Se acabó el tiempo, Kaido. La tormenta está yendo a peor, continuemos cuando el mar se calme un poco —soltó Yarou, su maestro, que se balanceaba gracias al Suimen Hokō no Gyō sobre las olas de las costas que daban a la playa de Amenokami. El mar estaba turbio, y Kaido luchaba por mantenerse a flote entre la tormentosa marea que descargaba toda su furia sobre las rocosas de la orilla. Llovía a cántaros. Tronaba. Era una tarde de tormenta intensa, y ahí estaba el escualo, entrenando.
—¡No, joder, no! ¡Yo puedo, coño, yo puedo!
—No, no estás listo. Y en estas condiciones menos. ¿Porqué no volv...
—¡Que no, mierda! ¡vamos de nuevo! ¡Suika no jutsu! ¡ser uno con el mar! ¡usar la marea y expandir mi chakra para convertirla en mi aliada. ¡Ser uno con el mar, venga, fácil!
No podía estar más equivocado. Yarou lo sabía. Después de esa tarde, Kaido lo intentó durante más tiempo del que hubiera querido admitir. Y cuando Yarou murió en aquella noche fatídica en la que le dieron caza a todo su reducto, el gyojin perdió además de un amigo, un maestro. Su interés se vio diluido y, de pronto, las habilidades de su clan se convirtieron en un austero recuerdo que dolía cada vez que la intentaba ejecutar.
¿Pero qué era el dolor? ¿un combustible? ¿un desencadenante?
Algo ardió en su interior cuando el recuerdo desapareció, junto a la sangre de sus enemigos.
. . .
«¡Arrrrrrrrrrrrghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!»
Las orcas sentirían cómo las manos de amenokami revolearían las corrientes, generando un torbellino de agua y sangre alrededor de la mancha efusiva que respondía, a través de la ecolocación, a Umikiba Kaido. De pronto el oleaje se movió de forma antinatural, de una manera atípica, y se alzó portentosa en una especie de ola solemne cuya silueta se asemejaba a la de un monstruo legendario cuyas proporciones superaban probablemente casi quince metros de diámetro. Cuando la sangre se difuminó, dos enormes brazos cristalinos se movieron al unísono que el portador, y tras un arrebato fúrico, Kaido el Umibōzu descargó todo el peso de su ira sobre las ínfimas y pequeñas orcas que le rodeaban.
¤ Suiton: Oni Sakana ¤ Elemento Agua: Pez Demonio - Tipo: Ofensivo/Defensivo - Rango: S - Requisitos:
Hōzuki 85
Suika no Jutsu
- Gastos: 108 CK, (divide regen. de chakra) - Daños/Defensa: 180 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: 15 metros de diámetro
Tras usar el Suika no Jutsu para mezclarse con una fuente de agua, el usuario puede formar una ola gigante con la forma de un pez demoníaco de quince metros de diámetro que le rodea en todo el momento. Esta ola gigante se moverá con el usuario y puede usarse para defenderse de otros ataques o atacar de forma física al oponente.
Ninguna de las orcas había visto cosa igual. Como si aquel humano azul fuese el mismísimo hijo del Oceáno, invocó su favor y manejó sus aguas para formar un gigantesco pez demoníaco que le envolvió entre sus aletas como una madre haría con su hijo. Las orcas parecieron recular. Treinta jodidas orcas, contra un solo tiburón, y por primera vez en sus vidas saborearon lo que era el miedo.
El tiburón ballena era más grande, sí. Pero Kaido había despertado algo más ancestral y profundo en el corazón de aquellas orcas que el simple miedo al tamaño. Eran inteligentes, ellas. Sabían respetar lo desconocido para no llevarse una desagradable sorpresa. Solo una, de todas ellas, siguió avanzando tras la parálisis momentánea.
—¡Un ninja! ¡No es más que un ninja en el océano! ¡En nuestras aguas! ¡En nuestro territorio! —gritó, tratando de reactivar el gen bélico de sus familiares—. ¡¿Vamos a permitir que siga haciendo daño a nuestra Familia?! ¡Yo os pregunto, amigos y amigas mías! ¿¡Vamos a manchar el legado de nuestros ancestros dejándonos intimidar por un terrestre!?
»¿¡Quiénes son los reyes del océano!?
—¡Nosotros! —gritaron, al unísono, el resto de orcas.
—¿¡Quiénes son los reyes del oceáno!?
—¡NOSOTROS!
—¿¡QUIÉNES SON LOS REYES DEL OCÉANO!? —replicó por última vez, todavía con más fuerza.
—¡¡¡YO!!!¡¡¡YO!!!¡¡¡YOOOO!!!
La profunda voz retumbó por todo el océano, como un cuerno de guerra al anunciar batalla. Las orcas, sorprendidas, se miraron a unas a otras. ¿De dónde…?
—¿¡¡¡ME OYES, BATTARIA!!!? ¡¡¡SOLO UNO MANDA EN EL OCÉANO, Y ES UNA REINA!!!
Fue entonces cuando la vieron, cruzando el mar como una enorme saeta lanzada por uno de esos escorpiones de guerra. Parecía que venía sola, al principio. La ecolocalización de las orcas pronto quitó el velo de esa falsa apariencia, sin embargo. Decenas de tiburones llegaban…
De todas partes.
De todos los sitios.
—No… No… ¿Cuándo?
Sus orcas, que momentos antes habían estado a punto de lanzarse de cabeza contra Kaido, ahora nadaban frenéticas de un lado para otro, en busca de un resquicio. Se sabían ampliamente superadas en número y derrotadas.
—¡Mantened las filas! ¡Aleta con aleta, primas! ¡Mantened la formación!
Pero allí no había formación, ni líneas, ni nada de nada. El caos reinaba y solo valía el sálvese quien pueda.
—¡HORA DE LA COOOOMMMIIIIDDDAAAAAAA! —Y al fin llegó la Reina. Pasó al lado de Kaido embalada y fue la primera en embestir de lleno.
—¡¡Con la Reina!! ¡¡Con la Reina!! —Era Osuushi, quien nadaba detrás de ella, muy pegado, tratando de salvaguardar su coleta.
Pronto todo se convirtió en sangre, carne arrancada y cartílagos rotos. Una auténtica carnicería en la que las orcas tenían todas las de perder. Quizá por eso, algunas intentaron morir con honor. O simplemente tenían la esperanza de matar a la jefa y desmoralizar el resto. El caso fue que un número importante de orcas se concentraron alrededor de la Reina, tratando de concentrar todas sus fuerzas en un solo punto.
Kaido podía ir en su ayuda, o quedarse dónde estaba. A su izquierda —al lado contrario de donde se encontraba la Reina—, vio una orca dirigiéndose hacia él.
Era Battaria.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
El cuerpo mimetizado de Kaido, que había perdido su forma común y era ahora mitad agua, mitad torso y rostro; observaba desde el epicentro de su demonio de agua la reacción de la bandada de Orcas que, ante el miedo que nace en lo más profundo de uno al encontrarse frente a frente a algo tan desconocido, parecieron recular en su ataque comunitario. La sonrisa socarrona del gran Umikiba Kaido envolvió completamente sus fauces y carcajeó con furia, dentro del Umibōzu, sintiéndose indestructible. Quizás lo era. Quizás no. Pero eso a Battaria no le importaba en lo más mínimo. Aún se sabía en ventaja numérica, y lo cierto es que todos los muros ceden de una forma u otra. ¿No iban ellas a poder romper el agua, si se condieraban los reyes del océano?
—¡Un ninja! ¡No es más que un ninja en el océano! ¡En nuestras aguas! ¡En nuestro territorio! —gritó, tratando de reactivar el gen bélico de sus familiares—. ¡¿Vamos a permitir que siga haciendo daño a nuestra Familia?! ¡Yo os pregunto, amigos y amigas mías! ¿¡Vamos a manchar el legado de nuestros ancestros dejándonos intimidar por un terrestre!?
»¿¡Quiénes son los reyes del océano!?
—¡Nosotros! —gritaron, al unísono, el resto de orcas.
—¿¡Quiénes son los reyes del oceáno!?
—¡NOSOTROS!
—¿¡QUIÉNES SON LOS REYES DEL OCÉANO!?
Y cuando Kaido estuvo a punto de contestar...
—¡¡¡YO!!!¡¡¡YO!!!¡¡¡YOOOO!!! —esa voz. No podía ser otra que de...
»... ¿¡¡¡ME OYES, BATTARIA!!!? ¡¡¡SOLO UNO MANDA EN EL OCÉANO, Y ES UNA REINA!!!
—¡Mi Reina! —bramó Umibōzu.
Dicen que los animales marinos son sensibles a los cambios de corriente. A la sutil diferencia cuando una marea es transitada por unos pocos, o unos muchos. Los alrededores del monstruo de agua casi que temblaron con la arremetida de un solo tiburón. La hembra líder. La ansiosa alfa dispuesta a recuperar su poderío en los mares a toda costa. Ella encabezó la caballería, y atizó a la vanguardia con las fauces abiertas y con un hambre voraz. Kaido la vio nadar con supremacía hacia sus víctimas, y al resto de tiburones, con evidente satisfacción.
Y así, la caza, señores, dio comienzo.
Lo que Kaido presencio fue una escena visceral y arcaica. De las batallas más primitivas que cualquier humano podría haber presenciado alguna vez. Allá arriba en tierra todo era más rápido, más certero, más fugaz. Un hombre podía morir rápido si se le asestaba en el lugar indicado. Ahí abajo, no obstante, las enormes fauces de los tiburones hacían de las suyas en la dura y profunda piel de las Orcas, que resistían el envite de la caballería como buenamente podían. Pero era evidente que no estaban preparadas para ello. No creían posible que los tiburones desecharan el supuesto pacto de un rey antiguo, obsoleto, y muerto.
Pero ahora, era otra la que mandaba.
El problema estaba en que las orcas sabían muy bien que la única posibilidad de supervivencia pasaba única y exclusivamente por acorralar a la reina, como si estuviesen en un tablero de ajedrez. Si ella caía, todas las otras piezas perderían su energía y poderío. Claro que se iban a juntar todas para concentrar el ataque a un único punto. Kaido, no obstante, no iba a permitirlo.
¿Que Battaría iba tras él?
Le pasaba por los huevos. Su demonio de agua le protegería, mientras se ceñía como una sombra sobre las orcas que querían dañar a su Reina.
PV:
240/240
– CK:
50/300
–
divide regen. de chakra
–
» Suiton: Kyodaitei activo
»La técnica defiende 180 PV
»Posibles daños causados: 180 PV, o el resultante si el Oni Sakana recibe algún ataque en el transcurso de su movimiento.
La Reina del Océano podía sacarse de encima a dos, tres, o incluso cuatro orcas sin el menor de los problemas. Cada diente suyo cortaba como una katana; cada mordedura tenía la fuerza de una montaña cayendo sobre otra; y cada embestida pegaba con la fuerza del mismísimo océano. Pero su gran tamaño traía también un inconveniente: el mismo que le ocurría al tiburón ballena. Ella era mucho más rápida, y su tamaño no podía compararse al llamado Maestro, pero tenía dificultades cuando tantas le rodeaban para proteger su cola.
En aquellos momentos, Osuushi estaba siendo retenido por lo que parecía un Genjutsu auditivo. Algo había que reconocerle a las orcas: eran adversarios terribles. En igualdad de condiciones, y de números, la balanza hubiese estado mucho más igualada. Quizá incluso inclinada hacia el bando contrario.
Kaido llegó como una apisonadora arramblando con todo. Le quitó de encima a tres orcas a la Reina, y cuando esta se dio la vuelta —alarmada por la súbita corriente que llegó hasta ella—, se dio cuenta que Kaido las había matado de una jodida embestida. Al mismo tiempo.
El tremendo ataque hizo que Kaido volviese a la normalidad.
—¡Al final ibas a tener razón, Kaido! —se carcajeó, antes de que sus ojos volviesen a ver sangre.
De un rápido coletazo, se abalanzó sobre Kaido, abrió la boca y…
… la cerró a escasos centímetros de él, lo justo para segar la cabeza de una orca que quería aprovechar para atacarle por la espalda. El cuerpo decapitado siguió agitándose en el agua, nadando sin rumbo y con la coleta dando violentos coletazos hasta que finalmente se perdió en la inmensidad del océano rojo. La Reina escupió la cabeza, que quedó flotando en el agua.
Pertenecía a Battaria.
—¡Dejad a uno con vida! ¡¡¡DEJAD A UNO CON VIDA!!! —ordenó con ímpetu, sabiendo que era difícil frenar la sed de sangre de los suyos una vez empezaba la batalla. Aunque, más que empezada... aquello estaba a punto de terminar.
Battaria estaba muerta; el ataque a la Reina no había tenido éxito. Las pocas orcas que quedaban se supieron vencidas. Derrotadas. Su final había llegado y tan solo les quedaba anunciar su muerte, con la esperanza de que alguno de sus retoños y las madres que habían quedado con ellos en las Aguas de las Nutrias Perdidas lo oyesen. Solo así escaparían a tiempo de aquella barbarie.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
La embestida de Umibōzu logró su acometida: remover del tablero a tres orcas adultas de un solo movimiento que acabó con todas al unísono. Fue tal el impacto del demonio de agua que incluso la Reina tuvo que reconocer el poderío de Umikiba Kaido, y de sus ventajoso número de víctimas en aquella guerra. Kaido sonrió socarrón y satisfecho, aunque poco atento a que tras el ataque, la estela de su titán de agua le abandonó junto a la marea.
Fue entonces cuando sintió las secuelas del constante uso de su chakra. El cuerpo le dolía, las piernas no se le movían lo suficiente como para mantenerse a flote por su propio peso. Tenía los ojos hundidos, y sus agallas se aperturaban en un ajetreado abrir y cerrar, tratando de recuperar el aliento. Entre tanto, Battaria —de quien Kaido parecía haberse olvidado por completo debido al cansancio físico y mental—. quiso aprovechar aquél momento de debilidad para llevarse consigo al asesino de Corozzio, pero cuando éste creía que la Reina de alguna forma se lo iba a comer de un bocado como una especie de reconocimiento mortal, pronto se dio cuenta de que le había salvado la vida, así como lo había hecho él segundos atrás.
«¡Mierda!»
Battaria sucumbió con un único mordisco. Y con su caída, la guerra, finalmente, estaba más que ganada.
Casi inmóvil, flotando a la deriva, Kaido pudo ver los resultados del ataque. Sangre, aletas cortadas y vísceras por doquier. Los supervivientes huyendo, o dando sus últimos bocados de auxilio. Era una escena desalmada y cruda.
Pero no se podía esperar menos del bando perdedor. Era el riesgo de participar en una guerra.
Pero probablemente sí había acabado por aquel día. La encerrona había sido tal, con un movimiento pinza de manual, que ninguna orca fue capaz de escapar de la masacre. Los tiburones habían planeado —e incluso practicado— aquel ataque con mucho cuidado y mimo, y los resultados saltaban a la vista.
Eso sí, las pérdidas fueron inevitables. Siempre lo eran. Osuushi llegó hasta la Reina e informó que habían perdido a cuatro de los suyos. Cuatro suyos por treinta orcas: las cuentas iban bien.
Como había ordenado, los tiburones dejaron vivo a una orca. Un adolescente no más grande que Corozzio. Se encontraba en un estado visible de shock, confuso, como si estuviese sufriendo una pesadilla de la que no era participe. Le condujeron hasta la Reina y se quedó alli plantado, como una medusa.
—Hoy es tu día de suerte, chico —Acababan de matar a su padre, a su madre y a su hermana. Pero la Reina no estaba siendo irónica—. Hoy vivirás, orca. Vuelve. Vuelve con los tuyos y cuéntales lo que ha pasado aquí. Cuéntale a Goddoza cómo aniquilé a cada uno de los tuyos. Dile de mi parte que los años en los que hacía lo que le salía de la aleta se han terminado. Dile que hoy hemos dicho basta. Dile que hoy hay una nueva reina en el océano. —La Reina le dio un segundo—. ¡¿Me has entendido, chico?!
—¡S-sí! De... ¿De parte de quién le digo que es?
—¡¿Cómo osas?! —rugió Osuushi, dando un mordisco al agua tan cercano a la orca que casi le arranca una aleta—. Cuando hables con la Reina te dirigirás a ella como Reina, ¿me oyes?
— S-sí. Cómo... ¿Cómo digo que se llama, reina?
La Reina del Océano sonrió con suficiencia.
—Por el único nombre que tengo. Reina. Dile que el mensaje proviente de Reina. La Reina del Océano.
—¡Mi Reina! ¡Mi Reina! ¡Mi Reina! —gritaron todos al unísono. Y siguieron gritando, hasta que la pobre orca no fue más que una pulga en la lejanía.
Esa frase se venía convirtiendo en una especie refrán con tintes karmaticos para él. En muchas de las situaciones en las que se había envuelto durante su exilio, todas de vida o muerte, seguía prevaleciendo. Con ayuda externa o no. Consciente de ello, o no. Tocado por los dioses o no. Daba igual. Un superviviente lo era y punto.
La faena, sin embargo, estaba lejos de acabar. Una guerra no culminaba hasta la completa rendición del bando contrario, y la muerte de Battaria y su batallón de orcas resultaba ser la caída —indudablemente importante, desde luego—. de uno de los generales de Goddoza, aunque no de todo su ejército. Aquella masacre respondía a ser un mensaje con tintes rojos de destrucción y muerte. Una pequeña muestra de los que los tiburones eran capaces de hacer con tal de recuperar lo que por ley Del Mar era suyo. El océano mismo, en su magnánima y vasta extensión.
La mano de Kaido se alzó temblorosa y con pesadez hacia la enorme y majestuosa figura del maestro.
—Ese tiburón se lo tragó, cuando el batallón de Battaria nos perseguía.
—Ah, sí. Entonces fue según el plan. —Un plan que no habían contado del todo a Kaido.
¿Por qué? Bueno, porque por mucho que las orcas así lo asegurasen, no eran tontas. ¿Quién confiaría todos los secretos de una batalla tan importante como aquella a un completo desconocido? Por mucho que fuese amigo de Shaneji y estuviese apadrinado por Daseru, era una temeridad. No, a Kaido le habían contado lo justo y necesario para que ejecutase las instrucciones. Y si por el camino se dejaba cazar e interrogar por las orcas, tan solo sabría la mitad.
Pese a que algunos tiburones se quedaron atrás para cerciorarse de que los cadáveres de orcas eran eso, cadáveres, el resto siguió a la Reina junto al tiburón ballena.
—¡Maestro! ¿Qué tal va?
—¡¡¡HeeeEEE TEEEeennniiiDDDOOOO DDDÍIIIAAaaassss mmmeejjjooooorreEEEEESSSS!!! —Ah, ya lo creía que sí—. SIIiii nnooooo ffFFFUUUEESSSEEEE ppoorr eeeEESSAAA PUUULLGAAA DEEE AHIIII CREEEO queeEEE noooOO looOOO CCCOOOooontaaaaBBBBBAAAAA.
La Reina miró a Kaido, y luego al estómago del tiburón ballena, su rostro se ensombreció. Si un tiburón era capaz de poner cara de preocupación, ella lo estaba haciendo en aquellos momentos. Estaba vivo, sí, pero con heridas muy feas. Su supervivencia en los días posteriores todavía no era segura.
—Apuesto a que hubieses muerto con una sonrisa, ¿eh, Maestro? Sacrificándote por los tuyos. —La Reina parecía tenerle cierto cariño. Lo cual no hacía sino destacar más el hecho de que lo hubiese usado como cebo y distracción para su ataque, a expensas de correr el riesgo de sacrificarle—. ¡Scylio! ¡Sal de una vez, hostia! ¡Que la batalla ya ha terminado!
Y, tal como entró, Scylio salió del refugio que le había proporcionado el Maestro por la boca. Ileso. Sin un maldito rasguño ni manchado de sangre.
—Vaaaaayyyaaaaa. ¡Pues sí que se ha quedado buen día, ¿eh?! —exclamó, sonriente—. ¿Bajas?
Osuushi le dio el nombre de los cuatro tiburones. En su tono de voz se pudo apreciar cierto resentimiento. Aquellos cuatro tiburones habían luchado hasta el último aliento, mientras Scylio se relajaba cómodamente en los aposentos del Maestro. Tras unos largos momentos de silencio, Scylio volvió a hablar. Si captó la indirecta de Osuushi, no lo demostró.
—¿Dejaste escapar a una orca, al final?
—Sí.
----Pff… No sé si esa fue la mejor de las ideas. ¡Podríamos haber continuado con pequeños ataques a grupos reducidos! ¡Debilitándolas sin que supiesen cómo, cuándo ni quién las atacaba!
Parecía que ya habían tenido aquella discusión con anterioridad.
—Scylio —dijo la Reina, y el tono de voz que empleó era más cortante que sus afilados dientes—. Si te permito lo que te permito —desvió brevemente la mirada hacia la boca en la que había estado escondido durante toda la batalla—, es porque esa cabecita tuya es más valiosa que tus dientes. Pero a veces eres demasiado analítico. Las batallas no son como una partida de almejas, donde tienes tu tablero y tus conchas para mover jugada a jugada, con orden y tiempo. Tú no lo sabes, no puedes saberlo, pero si presenciases un día una batalla entre veinte, treinta, cincuenta bestias marinas lo comprenderías. El caos, la confusión, el puto frenesí. Tiburones matando a otros tiburones sin darse cuenta. Orcas ejecutando Genjutsus a discreción, jodiendo más a su propio bando que al contrario. ¿Quién me asegura a mí que entre todo eso no escapó alguna sin que lo viésemos? ¿Quién me dice que no pudieron comunicarse a distancia con otra lejana con uno de sus silbidos?
Como por ejemplo con las crías y madres que se habían quedado relegadas en las Aguas de las Nutrias Peludas. Scylio había propuesto mandar una pequeña delegación hasta allí para acabar con ellas también, pero la Reina lo había rechazado. Era complicar demasiado el plan, aumentar la probabilidad de que algo saliese mal y el éxito por ello no compensaba.
—Y si eso sucediese, Scylio, la próxima vez que atacásemos pensando que les vamos a hacer una encerrona, seríamos nosotros quienes morderíamos el anzuelo. No —se reafirmó—. Prefiero jugar con las aletas al descubierto. Que sepan que vamos a por ellos. Que sientan la tensión, el miedo, el cansancio por no poder dormir. Por no poder relajarse. Esa es nuestra baza. Ese es nuestro mejor ataque.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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