Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Pero hay una cosa que no entiendo —intervino Daruu, acariciándose el mentón con gesto pensativo—. Bueno, a ver, en realidad hay muchas cosas que no entiendo, pero... ¿no se supone que si los bijū se reunían Kokuō ya sabría que su hermano estaba en el interior de Hagane? Entonces, ¿para qué necesitaba a Reiji? Tiene más sentido que fuese para decirles que no volvieran a reunirse o que no comunicasen datos de interés, ¿no es así?
—Bueno, sí, sí, Daruu —respondió Datsue—. Cuando dije que Gyūki quería que supieseis de su aventura con Hagane, más bien me refería a que yo quería que lo supieseis. Él lo que quería es eso que comentas, que sus hermanos supiesen que Kurama espía las conversaciones.
Daruu miró a Ayame. O quizás a Kokuō. Quizás a ambas.
—Intentad no hacerle sospechar. Si se da cuenta de que sabéis esto, tal vez Kurama sospeche que Gyūki ha reaparecido ya.
—Es cierto... Si decidimos no reunirnos será aún peor. Se dará cuenta de que lo sabemos —meditó el Cinco Colas, agachando la mirada—. Pero si nos reunimos tenemos que tener cuidado con lo que decimos. Es un punto difícil.
—Y, Kokuō, la bocaza igual la tienes tú —intervino Datsue, y la mirada de Kokuō se volvió afilada y ardiente como el vapor al escucharlo. El Uchiha no lo sabía, pero era muy afortunado de no estar de cuerpo presente en aquellos momentos—. Shukaku no trajo ningún problema, nos regaló la oportunidad de matar un General. ¡Uno menos que tachar de la lista! —exclamaba con júbilo, entre ruidos de chapoteos—. Y, chicos, ¿no os dais cuenta? Kurama nos la ha estado jugando desde hace mucho, ¡pero ahora podemos aprovechar eso en su contra! Ahora podemos ser nosotros los que le tendamos una trampa a través de dichas reuniones.
—Esta vez han tenido la suerte de poder estar los cuatro juntos. Pero no todos los Generales serán como ese, y aún quedan siete más. Les convendría no confiarse —Le reprendió Kokuō, con dureza. Y Ayame no pudo estar más de acuerdo con ella. Kuroyuki era buena prueba de ello, aún se le ponía el vello de punta cuando recordaba su encuentro con ella.
—Y hablando de trampas, Reiji tiene que contarte otra cosa, Ayame —añadió Datsue, llamando la atención de la kunoichi—. Pero ha de ser él, y en persona. Es importante. Avísame cuando sepas de algún día por el que pasarás cerca de la Espiral y así poder comentarle a mi amigo y amañaros una cita.
—Eh... Está bien... Pero esta vez con cuidado con que Kurama lo sepa. Por favor —añadió, casi a la desesperada. Lo último que deseaba era tener una nueva emboscada—. Te avisaré cuando sepa cuándo y dónde ir.
Los bijū y sus jinchūriki siguieron la conversación, y Daruu, que se creía fuera de lugar, no pudo más que mantenerse en silencio. Al fin y al cabo, el mensaje no iba dirigido a él. No obstante, sí que tenía algo que decir.
—De todas formas, aunque al final sea inevitable tener que pelear contra Kurama o contra alguno de sus esbirros, deberíamos concentrarnos más en aumentar nuestro poder para defendernos que en atacar desperdiciando nuestras energías y arriesgando el pellejo —dijo—. Cada vez que luchemos contra ellos será un dado que lancemos. Lo mejor que podemos hacer es aumentar las caras todo lo que podamos.
Datsue apoyó la espalda contra el borde del jacuzzi y estiró ambos brazos, dejando caer la cabeza hacia atrás. Sus ojos se perdieron en el cielo azul.
—Bah… —dijo, quitándole importancia a la seriedad de las palabras de Daruu—. Que no te digo que no, Daruu. Pero… ¡vamos! ¡El Equipo Llueve Nueve es invencible! Ataque a distancia corta, a media, larga y Genjutsus de todos los colores y sabores. Por separado nos pueden joder, pero, ¿juntos? ¡Juntos somos los Tres Hijos Nobles! —Los Tres Hijos Nobles, nacidos de Izanagi, no eran sino Amaterasu, Tsukuyomi y Susano’o—. Juntos, amigos, somos el jodido dogma.
Y rio. Claro que rio. A carcajada limpia. Habían superado demasiadas mierdas como para no hacerlo. Y es que Datsue había aprendido a lo largo de aquel año que lo mejor no era hundirse por las desgracias ocurridas, sino alegrarse de haberlas superado de una pieza.
—Va, va. Ya dejo de fliparme. —Sí, aun así, lo sabía. En aquel mundo, nadie era invencible. Si Shiona había caído, ¿cómo no iban a hacerlo ellos? Lo único por lo que podían luchar era por retrasar ese momento todo lo posible—. Entonces… ¿te ascendieron, Ayame? —Con tanta cháchara la kunoichi todavía no les había contado sobre su ascenso.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—De todas formas, aunque al final sea inevitable tener que pelear contra Kurama o contra alguno de sus esbirros, deberíamos concentrarnos más en aumentar nuestro poder para defendernos que en atacar desperdiciando nuestras energías y arriesgando el pellejo —opinó Daruu—. Cada vez que luchemos contra ellos será un dado que lancemos. Lo mejor que podemos hacer es aumentar las caras todo lo que podamos.
Ayame asintió para sí, más convencida de la opción que planteaba Daruu. Si ya le ponía los pelos de punta la sola idea de enfrentarse a uno de los Generales, soñar siquiera con tenderle una trampa a su máximo líder, al Nueve Colas encarnado, era para ella una auténtica sentencia de suicidio.
No. Por el momento, cuanto más lejos pudiera mantenerse del Zorro, tanto mejor.
——Bah… —masculló Datsue, visiblemente decepcionado—. Que no te digo que no, Daruu. Pero… ¡vamos! ¡El Equipo Llueve Nueve es invencible! Ataque a distancia corta, a media, larga y Genjutsus de todos los colores y sabores. Por separado nos pueden joder, pero, ¿juntos? ¡Juntos somos los Tres Hijos Nobles! —exclamó, haciendo una alegoría a los hijos de Izanagi: Amaterasu, Tsukuyomi y Susano'o—. Juntos, amigos, somos el jodido dogma.
Ayame guardó un tenso silencio, sin saber muy bien qué decir. Las palabras de Datsue eran dulces como la miel, prometedoras, estaban cargadas de promesas de victoria y te tentaban a seguirle con un grito de guerra. Pero el terror que le inspiraban Kurama y sus Generales era mucho más asfixiante. Aún recordaba su encuentro con Kuroyuki, su incompetencia, su impotencia al no poder hacer nada frente a su poder helado. ¿De verdad habrían cambiado las cosas de haber estado con Daruu y con Datsue? Las palabras del Uchiha la invitaban a creer que sí, pero...
—Va, va. Ya dejo de fliparme —Añadió Datsue—. Entonces… ¿te ascendieron, Ayame?
La muchacha sacudió la cabeza, casi agradeciendo el cambio de tema. Y Kokuō había vuelto a desaparecer. Aquel asunto no iba con ella.
—¿Eh? ¡Ah, sí! De hecho, me viene muy bien que nos hayas llamado, así te lo cuento a ti también —añadió, intercambiando el peso de una pierna a otra. Se permitió el lujo de sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, pues aquello parecía que iba para un rato más. Se mantuvo algunos segundos en silencio, pensativa, preguntándose por dónde debería empezar. Al final resolvió que lo mejor sería hacerlo por el principio y dirigió una mirada significativa a Daruu—. El caso es que ayer...
Daruu se llevó una mano a la frente. Dijese lo que dijese, Datsue era una persona tozuda, impermeable a sus llamadas a la calma y a la precaución. Bravucón como sólo él podía serlo, trató de convencerles de que juntos podían derrotar a cualquier enemigo. Quizás no era una afirmación lejana a la realidad, pero había que tener en cuenta que entre ellos tres y un Kage casi ni pudieron derrotar a uno solo de ellos. ¿Y si un día también los Generales actuaban en grupo?
Pero entonces el Uchiha cambió de tema, y Daruu se dio cuenta que el hijo de puta le había atrapado de nuevo en su terreno todo este tiempo. ¡Lo de Ayame! ¡Quería saber lo de Ayame!
—¡Eh, es verdad, joder! ¡Ayame, cuenta de una vez! —La apremió, agarrándola de las muñecas.
Pero no estaba preparado para lo que vino después.
—Me encontré con Umikiba Kaido en Coladragón.
—¿¡CÓOMOOOOOOOOO!? —exclamó Daruu, agarrando a Ayame esta vez de los hombros—. ¿¡Qué pasó!? ¿Es ese hijo de puta el que te ha herido? ¿Le cazaste, por eso te ascendieron? ¡Tendríamos que haber estado hablando de esto hasta ahora, joder, puto Datsue!
Con el culo torcido, el Uchiha resbaló en el jacuzzi y chapoteó hasta lograr mantener la cabeza fuera del agua. Todo mientras oía a Daruu echándole la culpa por haberles distraído de dicha noticia. En circunstancias normales, hubiese protestado. Que Kurama estuviese espiando en las reuniones tenía prioridad máxima. Pero eso solo retrasaría que Ayame les aclarase qué cojones había pasado, y eso era algo que no podía consentir.
—Pe-pero… ¿qué pasó? —ansió por saber, directo al grano.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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El alarido de Daruu y Datsue acuchilló sus oídos sin piedad, y la muchacha entrecerró los ojos con gesto dolorido. Su compañero la tomó de los hombros, y la escrutó con gesto preocupado.
—¿¡Qué pasó!? ¿Es ese hijo de puta el que te ha herido? ¿Le cazaste, por eso te ascendieron? ¡Tendríamos que haber estado hablando de esto hasta ahora, joder, puto Datsue!
—Eh... Sí... Y... No... —Respondió Ayame, con las mejillas encendidas. Sus ojos se desviaron inevitablemente hacia su vientre, allí donde había recibido el ataque y se obligó a esbozar una sonrisa que tembló, nerviosa, en sus labios—. Pero ahora estoy bien, si algo tiene bueno ser jinchūriki es que te curas enseguida de las heridas, ja... ja...
«De nada.» Replicó Kokuō en su mente, de forma agria.
—Pe-pero… ¿qué pasó? —indagó Datsue.
—A ver... Dejadme empezar por el principio, por favor —pidió Ayame, abrumada. Había esperado un recibimiento así, la verdad, pero seguía sin ser fácil. Volvió a levantarse con un ligero mohín de dolor y comenzó a divagar por la sala—. Me lo encontré en una posada de allí, junto a varios hombres más. Al principio no le reconocí, estaba bajo otra apariencia y simulaba ser el capitán o algo así de una tropa de marineros. Pero su voz... Su voz le delató. No podría haberlo confundido, estaba segura de que era él. Pero esa transformación no era un simple Henge no Jutsu, no conseguí desbaratarlo en todas las veces que lo intenté. ¡Y hasta le tiré un plato de caldo hirviendo!
»El caso... Les seguí desde la distancia cuando abandonaron el lugar y llegamos hasta una especie de fábrica de pescado. Ya sabéis, el típico lugar donde lo preparan antes de distribuirlo por las tiendas y eso... Me colé dentro y entonces descubrí la verdad... —Ayame apretó los puños y las mandíbulas. Su rostro se había contraído en la mueca de asco más absoluta—. No era una fábrica de pescado. Era una fábrica de droga, de omoide. Usaban los peces para esconder la mercancía.
Ayame, abrumada, se detuvo un momento sin saber bien qué decir. Daruu se apartó de ella para dejarle espacio ,pero aún así no pudo evitar removerse en el sitio nervioso, rascándose las caderas, frotándose las manos. La muchacha les contó que se había topado con Kaido en una posada de Coladragón, bajo una apariencia falsa que ni siquiera de desvanecía cuando le causabas daño.
—¿Pero seguro que era él? Que hay gente con la voz muy parecida, Ayame.
Pudiera haber sido. Pero la historia continuaba. Ayame siguió a los sospechosos marineros a una falsa fábrica de pescado en la que empaquetan omoide, la pasta azul a la que Akame se había vuelto adicto y con la que de sobra sabían traficaba Dragón Rojo.
Entonces, Ayame empezó la historia. Por el principio. Como toda historia que se precie debía contarse. Al parecer, Umikiba Kaido había desarrollado un Henge no Jutsu de lo más especial. Uno que le permitía mantenerlo incluso aunque le desconcentrasen o dañasen, pero que por el contrario no modificaba su voz. «Pues vaya mierda de camuflaje».
Claro que los ninjas —con cierta habilidad como, por supuesto, él la tenía— eran capaces de modificar su voz a placer, sin ningún uso de chakra. Se veía que Kaido no era uno de esos. Aunque había que reconocerles cierto ingenio.
—¿Qué esconden el omoide en el pescado? —Con la peste que echaban aquellos sitios, lo cierto es que era el lugar perfecto—. Hay que reconocer que son imaginativos, los hijoputas.
—¿Y bien, qué pasó?
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—¿Pero seguro que era él? Que hay gente con la voz muy parecida, Ayame —indagó Daruu.
—Llegué a pensarlo, y quizás llegué a sobrepasarme por una corazonada, pero mi oído nunca me engaña, Daruu. Lo sabes bien. Y no me quedaba tranquila dejándolo marchar sin más. No podría habérmelo perdonado.
—¿Qué esconden el omoide en el pescado? —Añadió Datsue—. Hay que reconocer que son imaginativos, los hijoputas.
—¿Y bien, qué pasó?
—Uno de los hombres que había allí le preguntó al tal Kincho -ese era el nombre que se había puesto- si Kaido-sama estaría contento con la mercancía. Parecía una especie de pago a cambio de protección, o yo qué sé. Ya no me importó nada más, después de ver lo que estaban haciendo, no tuve más dudas. Y me lancé contra él —confesó Ayame, con las mejillas encendidas—. Arrasé con todo lo que pude con una de mis técnicas acuáticas más poderosas. En ese momento no me importaba nada, sólo quería hundir ese maldito garito. Y Kaido me reconoció, por supuesto.
No dio más detalles sobre la conversación que mantuvieron. En aquel momento no le pareció un dato relevante para lo que de verdad importaba:
—Escuchad... Mientras estaba combatiendo con él, hubo un momento en el que... No sé muy bien cómo explicarlo, pero algo dentro de él pareció romperse... De repente, me suplicó ayuda, y se sujetaba el brazo donde lleva ese tatuaje de dragón como si le estuviese abrazando por dentro. Creo... Creo que ese tatuaje le está controlando. Y eso es así, y de verdad Akame también se ha unido a Dragón Rojo...
No finalizó la frase. Simplemente dejó que cayera su suposición sobre ellos como la lluvia de Amenokami.
Cuando Ayame siguió la historia, estuvo claro que su intuición había dado en el clavo y que, de verdad, ese tipo era Kaido. A medida que siguió parecía que a Daruu le iba a dar un ataque. Quería saber cómo se había hecho esa herida. Quería saber cómo habían ascendido a Ayame a jōnin. Porque normalmente un ascenso así se daba por un servicio especial a la villa, y en el fondo, el Hyūga tenía la esperanza de que...
...de que Kaido hubiera vuelto a la aldea. Aunque fuera para morir encerrado entre unos barrotes por traición.
Pero no, Kaido no había traicionado a la villa. Kaido había sido enviado para exterminar al Dragón Rojo, y al parecer ahora éste le estaba manipulando. El descubrimiento fue una pedrada al corazón, pero también oxígeno para sus anhelos.
—Esto lo cambia todo... Kaido, compañero... —Triste, agachó la mirada—. Pero lo de la rata de Akame no lo entiendo... Hanabi ya lo había encerrado bajo sospecha de traición antes de que se uniese a Dragón Rojo, y Ayame se lo encontró convertido en un adicto al omoide en Tanzaku Gai, después de fingir su muerte. Eso quiere decir que ya era un traidor incluso antes de unirse.
»Además, durante el Examen de Chūnin te secuestró, y luego me esposó a mí, y aún después le mintió a Hanabi. Ese tío es un hijo de puta de cuidado, os lo digo aquí y ahora.
Antaño Datsue se hubiese tirado al cuello de Daruu por lo que acababa de soltar por la boca. Ahora se limitaba a asentir. A asentir, y a añadir su propia dosis:
—Además, después de encontrarte con Akame, se teletransportó a Uzu para asesinar a Chokichi, un tipo que nada tiene que ver ni le interesa a Dragón Rojo. No, aquello fue una venganza. Fue personal. Y, influido ahora por el sello o no, su único destino es la muerte.
No lo dijo con rabia. Ni siquiera con rencor. Simplemente, sentenció. Como un juez al reo. Como el verdugo al condenado.
—Pero me alegro mucho por vosotros, chicos. De verdad que sí. Kaido es un cabronazo, pero siempre le tuve aprecio. Y toda esa traición repentina fue muy rara desde el principio —Un tío que asesinaba a un compañero por traicionar a la Villa, ¿volviéndose él traidor a los pocos meses? Olía raro, desde luego—. ¿Y qué pasó después? ¿Cómo acabó la pelea? —quiso saber, aunque se imaginaba que, de alguna manera u otra, el Umikiba había logrado escabullirse.
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—Esto lo cambia todo... Kaido, compañero... —Daruu agacho la mirada, apenado ante la revelación de Ayame—. Pero lo de la rata de Akame no lo entiendo... Hanabi ya lo había encerrado bajo sospecha de traición antes de que se uniese a Dragón Rojo, y Ayame se lo encontró convertido en un adicto al omoide en Tanzaku Gai, después de fingir su muerte. Eso quiere decir que ya era un traidor incluso antes de unirse. Además, durante el Examen de Chūnin te secuestró, y luego me esposó a mí, y aún después le mintió a Hanabi. Ese tío es un hijo de puta de cuidado, os lo digo aquí y ahora.
Ayame también agachó la mirada, sin saber muy bien qué responder y al mismo tiempo asustada de la posible reacción de Uchiha Datsue ante aquellas declaraciones contra el que, antaño, fue su propio Hermano. Sin embargo, se vio a sí misma sorprendiéndose por dicha respuesta:
—Además, después de encontrarte con Akame, se teletransportó a Uzu para asesinar a Chokichi, un tipo que nada tiene que ver ni le interesa a Dragón Rojo. No, aquello fue una venganza. Fue personal. Y, influido ahora por el sello o no, su único destino es la muerte —Sus palabras no estaban cargadas de rencor, ni siquiera de enfado. Era una afirmación, una sentencia en toda regla.
«Deje de lamentarse por cualquier persona.» Le recriminó Kokuō. «Vio desde el principio qué tipo de persona era, Señorita.»
Ella asintió en silencio. Uchiha Akame... su primera noticia de él había sido que había intentado asesinar a Daruu siguiendo las órdenes de un superior; después, durante el examen de Chūnin, le había esposado y había intentado secuestrarla sin ningún tipo de motivo aparente (Ayame dudaba seriamente que pudiera estar siguiendo órdenes de alguien como Hanabi), fue arrestado y encarcelado bajo sospecha de traición, de alguna manera consiguió escapar y tras fingir su muerte vagabundeó como un adicto al omoide hasta que Ayame lo encontró... justo en presencia de Kaido. Por último había terminado colándose en su propia aldea para acabar con la vida de otra persona. ¿De verdad era alguien que mereciera la redención?
—Pero me alegro mucho por vosotros, chicos —añadió Datsue—. De verdad que sí. Kaido es un cabronazo, pero siempre le tuve aprecio. Y toda esa traición repentina fue muy rara desde el principio ¿Y qué pasó después? ¿Cómo acabó la pelea?
Ayame lanzó un profundo suspiro al aire.
—Cuando le vi de esa manera, tomé una decisión: Llevármelo a Amegakure. Necesitaba que no sospechara, por lo que le abracé y aproveché para realizar los sellos del teletransporte. Él... me disparó justo en ese momento —añadió, tras una breve pausa. No tenía sentido ocultar cómo había recibido aquella herida, volverían a interrogarla al respecto en algún momento—. Aparecimos justo enfrente de la Torre de la Arashikage, donde había dejado mi marca poco antes —continuó, lanzando una significativa mirada a Daruu—. Para entonces yo ya estaba muy débil y herida, pero estando en casa los refuerzos llegaron enseguida. Kaido tuvo un pequeño encuentro con Yui, pero... —Ayame volvió a agachar la mirada, con gesto sombrío—. No era más que un Kage Bunshin, se desvaneció al recibir el primer golpe. Kaido debió hacerlo y escapar cuando inundé el almacén...
»Así que... No... No conseguí traerlo de vuelta —concluyó, hundiendo los hombros.
16/02/2020, 20:30 (Última modificación: 16/02/2020, 20:30 por Amedama Daruu.)
Daruu, abatido, les dedicó un largo y tendido suspiro. No fue hasta que pasaron un par de minutos que se decidió a volver a intervenir.
—Pero no lo entiendo —dijo—. ¿Cómo estás segura de que Kaido está siendo manipulado entonces? ¿Y si estaba mintiendo? Tú mismo lo has dicho, cuando le abrazaste aprovechó para dispararte. —Daruu se rascó la cabeza—. Entonces, supongo que Yui te ascendió a jōnin por descubrir todo esto y desbaratar la fábrica, ¿no?
Datsue escuchó primero el final de la historia de Ayame, y luego las dudas surgidas por Daruu. Dudas que, tenía que reconocer, él mismo compartió. Quizá lo de Kaido había sido una treta. Un engaño al más puro estilo ninja, para hacer bajar la guardia de Ayame y atacarla a placer, tal y como había sucedido.
¿O realmente era cierto lo del sello? Él, experto en fūinjutsu, sabía que algo así era posible. Esperó a la respuesta de Ayame, pero sospechó que, más allá de su intuición, jamás podrían estar seguros. No hasta que analizasen el sello, al menos. No hasta que lo anulasen del cuerpo de Kaido.
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